𝟤𝟥. 𝗎𝗇 𝖼𝗈𝗋𝖺𝗓𝗈́𝗇 𝗇𝖾𝗀𝖺𝖽𝗈 𝖺 𝖼𝗋𝖾𝖾𝗋
🌿✨ 𓄴 SEMPITERNO presents to you
▬ ▬▬ Chapter Twenty three
❝ A heart refused to believe❞
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Cuando las tres aparecieron en mitad del pabellón del campamento en compañía de Hefesto y en un silenció sepulcral, todos dieron por hecho que algo malo había pasado.
Hefesto no se quedó mucho tiempo. Le relato brevemente a Quirón y a todo el campamento lo sucedido y se marchó en un intenso brillo que hizo apartar la mirada de todos.
Cuando esté desapareció, todas las miradas se dirigieron a las tres chicas desoladas. Will y Clarisse fueron los primeros en levantarse y en acercarse a ellas.
—¿Es cierto? ¿Jackson está... —pero Clarisse no pudo terminar su pregunta al percatarse del estado de la castaña.
Daphne asintió e intento caminar hacia Tori cuando en su rostro se dibujo un gesto de dolor y las rodillas le temblaron. Fue entonces que Will fue consciente de su estado y rápidamente entre él y Clarisse la ayudaron a caminar hasta la enfermería.
Annabeth, en cambio, se alejó con un consternado Quirón para explicarle lo que había pasado con sumo detalle.
Victoire, por otro lado, soltó un suspiro y se percató que los demás campistas la observaban y comenzaban a cuchichear entre ellos, mirándola con pena y tristeza.
Aquello, por alguna razón, la enfureció.
—¿¡Qué!? ¿Acaso no tienen nada mejor que hacer?—espetó ella en voz alta, llamando la atención de Annabeth y Quirón quienes voltearon a verla también. Victoire tragó saliva al tener todas las miradas puestas en ella, cosa que la irritó más—, ¡Dejen de mirarme así! Aquí no ha muerto nadie ¿De acuerdo? Percy sigue vivo y está perdido.
—Victoire —la llamo Quirón, acercándose a ella vacilante—, creo que lo mejor será que vayas a descansar un poco.
Pero Tori miro incrédula al centauro.
—Percy está perdido en alguna parte cerca del Monte de Sants Helens y ¿tú quieres que vaya a descansar? —repusó—, No haré tal cosa, iré a buscarlo.
—No puedes ir Victoire—dijo Quirón—. Las autoridades ya habrán cerrado el área y no te permitirán pasar.
—No necesito que me dejen pasar, puedo hacerlo volando —repuso ella.
Pero Quirón negó.
—Es peligroso. Hefesto lo dijo, podría haber repercusiones de la explosión. No puedo dejarte ir.
—¿¡Y Percy!? —cuestionó ella exaltada.
Quirón la miró afligido.
—Si Percy sigue vivo...
—Esta vivo, lo sé.
Quirón no quiso corregirla. Él sabía que Tori estaba negada a creer lo contrario. Y una parte de él también quería hacerlo.
—En ese caso, tendrá que volver por sus medios.
Victoire miro atónita al centauro. No podía cree lo que estaba diciendo. ¿Enserio dejarían a su suerte a Percy? ¿Enserio pensaban que estaba muerto? Victoire retrocedió un paso con la mirada atonita en Quirón.
Echo un vistazo a su alrededor y vio que todos la seguían mirándola con intriga y pena, como si en cualquier momento ella fuera a colapsar en un mar de lágrimas por haber perdido a Percy.
Inhaló abruptamente, miró una última a Quirón, con resentimiento, y se marchó de ahí a paso veloz. Molesta.
Ella no se quedaría en el campamento de brazos cruzados.
No podía hacerlo.
No lo haría.
Corrió lo más veloz que pudo hasta el bosque, hacia el puño de Zeus y hacia donde estaba la única entrada al laberinto.
No obstante, al llegar, se encontró con las líneas defensivas que Beckendorf había puesto con sus hermanos y a varios mestizos haciendo guardia. Entre ellos el moreno y Lee Fletcher.
Ambos chicos al verla acercarse, abandonaron sus puestos y corrieron hacia ella. Beck fue el primero en envolverla en un abrazo.
—Creimos que regresarían por el laberinto —comentó Lee abrazándola después de que el moreno la soltará.
—No hemos dejado de montar guardia desde que se fueron —añadio Beckendorf—. Con las demás cabañas nos estamos turnando para la vigía. ¿Tuvieron suerte? ¿Encontraron a Dédalo?
Pero por la mirada que Victoire les lanzo supieron la respuesta a aquello. Sin embargo también percibieron que había algo más... En los ojos castaños de Tori había angustia y preocupación.
—¿Y los demás? —preguntó Beck al percatarse del estado de la castaña.
Victoire le echó un vistazo al puño de Zeus, justo donde entre las rocas se abría la cueva para entrar al laberinto. Lo que necesitaba en ese momento era marcharse para buscar a Percy. Sí les contaba la verdad a ambos chicos, estos no la dejarían ni acercarse.
—Estan en el pabellón, comiendo —mintió descaradamente y rodeo a ambos chicos para poder encaminarse a la entrada del laberinto.
No obstante, el moreno la detuvo del brazo con el rostro serio. Era claro que no le había creído.
—No sabes mentir Tori. ¿Qué fue lo que paso? —preguntó señalando el laberinto.
Victoire intentó soltarse de su agarre, se sacudió el brazo y se jaloneo pero Beckendorf no se lo puso fácil. Lee la miro totalmente confundido por su compartimiento. Por lo que bufó y dejó de forzajear en brazos del Moreno. Inspiró profundamente y comenzó a relatarles lo sucedido allá abajo.
Ambos chicos escucharon con suma atención lo que la castaña les contaba y se sorprendieron enormemente al saber lo de Percy, tanto así que Beckendorf la soltó.
—Entonces... ¿Percy murió? —inquirió Lee, estupefacto. Victoire negó con la cabeza firme—, ¿Entonces donde está?
—No lo sé —confesó—, la explosión debió mandarlo lejos, o podría estar en alguna zona cerca del Monte. Debo ir a buscarlo. Debe necesitar mi ayuda.
Sin embargo ambos chicos compartieron una mirada de complicidad. Ambos pensaban lo mismo; sí el volcán había explotado, las posibilidades de que Percy estuviera vivo eran muy reducidas. Es más, sería un milagro sí estuviera vivo.
Más la negación e insistencia de Victoire solo los alertó. Beckendorf volvió a sujetarla del brazo cuando Victoire hizo el ademán de alejarse con dirección al hueco del laberinto.
—¿Qué dijo Quirón al respecto?
Victoire se tenso y ambos lo notaron. Por lo que cuando Victoire giró en redondo con su espada en mano, Beck y Lee retrocedieron y sacaron las suyas. El primero sostuvo su espada y el segundo alzo su arco.
—No quiero hacer esto —dijo Tori, viéndolos afligida y con los ojos cristalinos—, pero si van a evitar que vaya por Percy entonces no tendré opción.
—Piensa bien en lo que haces Tori —dijo Lee sin bajar la flecha—, somos tus amigos, no tus enemigos.
—Entonces bajen sus armas y déjenme ir por él.
Pero fue Beck quien negó.
—No tenemos permitido dejar pasar a nadie sin permiso de Quirón. Y eso te incluye a ti. Retrocede Victoire.
Pero ella no lo hizo. Sino que desplegó sus alas, les dio un empujón con ellas y echo a correr con velocidad hacia el hueco. Ambos chicos se incorporaron de golpe y corrieron para alcanzarla.
—¡No, Tori!
Pero entonces una voz se alzo en el lugar.
—¡Detenganse!
Y tanto ellos como Victoire, se detuvieron al instante. La castaña hizo el esfuerzo de moverse, pero era como si cuerpo no le respondiera. Estaba paralizada de pies a cabeza. Giró la mirada hacia un costado y vio a Silena acercándose a dónde estaban con el rostro apenado.
Victoire la miró con ceñuda, la molestia y el dolor eran los únicos sentimientos que reflejaban sus ojos.
Silena había usado el embrujahabla con ellos; eran pocas las personas que sabían que la líder de la cabaña diez poseía dicha habilidad, pues era algo que no le gustaba presumir o utilizar. Sin embargo la pelinegra había sido testigo del como Tori había huido al bosque después de su pequeña discusión con Quirón y tuvo una mala sensación sobre eso.
La siguió, temiendo lo haría y se encontró con ambos chicos persiguiéndola.
Silena se acercó a Tori y se posó enfrente de ella con una mirada que demostraba la vergüenza que sentía al haber usado el embrujahabla con ella.
—Lo siento Tori, pero no puedo dejar que arriesgues tu vida de esa forma. Percy no hubiera querido que lo hicieras.
Victoire abrió la boca para replicar al respecto cuando la pelinegra sopló un polvo dorado en su rostro. Haciendo que Victoire cayera dormida sobre la tierra.
Silena levantó el hechizo que detenía a ambos chicos y estos se acercaron corriendo a dónde ambas estaban. Vieron atónitos a la hija de afrodita y luego a Victoire, dormida.
—¿Qué hiciste? —replicó Lee agachándose hacia la castaña para revisar su respiración.
—Solo la dormí. Despertará mañana —respondió ella con un hilo de voz.
Lee la miró avergonzado, por la forma en que se había dirigido a ella, y regreso su mirada a Victoire.
—Ella no nos habría atacado, ¿Verdad?
La chica y el moreno compartieron una mirada que decía todo lo contrario.
—Si era para poder ir a buscar a Percy... Entonces si, lo habría hecho —afirmó Beckendorf.
—¿Por qué? —preguntó Lee, perpleju—, somos sus amigos.
Esta vez Silena respondió.
—El amor hace que uno actúe de formas que uno nunca imaginaria, Lee.
Al oir aquello, el corazón del rubio se estrujó en su interior, más hizo todo intento para ocultar lo que esas palabras le habían afectado. No necesitó escuchar más nada, tomó a la castaña en brazos y se giró hacia ellos.
—La llevaré a su cabaña. Tendremos que aumentar la vigilancia en la entrada del laberinto. No creo que está sea la última vez que Victoire intentará ir por Jackson.
Y dicho esto, comenzó a alejarse con Victoire inconsciente.
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Como era de esperar, pronto todo el campamento estuvo al tanto del percance que tuvieron Beckendorf y Lee con la castaña; un cuarto de ambas cabañas estaban ahí presentes, montando guardia, cuando el intentó de escapar de la castaña sucedió.
Así que al día siguiente, cuando Victoire despertó sintiéndose traicionada, salió de su cabaña con el fin de buscar a la hija de afrodita.
Todas las miradas se posaron sobre ella. Más poco le importo. Su único objetivo era encontrar a Silena y reclamarle por haber roto su promesa.
Encontró a la pelinegra cerca del pabellón y en compañía del Beckendorf, Clarisse y Daphne, quien al parecer había sido atendida de su herida y estaba mejor.
Al verla acercarse con fuertes pisadas, la pelinegra se levantó de un salto y miró con cierto temor a la castaña; Físicamente Victoire era menor que ella, pero cuando se molestaba podía llegar a intimidar hasta al más grande campista.
—Tori, déjame explicarte —pidio ella cuando temió que la castaña la golpearía.
Sin embargo no fue asi, Tori solo la miró fríamente a los ojos. Estaba molesta, dolida con ella.
Y es que hace años, cuando Silena descubrió que tenía la habilidad del embrujahabla, le había prometido a Tori jamás volver a usarla en su contra; y es que la primera vez que Silena descubrió su embrujahabla, ambas chicas se encontraban platicando sobre los nuevos sentimientos que Tori sentía por Keegan, pues en aquel entonces aún tenía una relación con él. Es más, ni siquiera se atrevía hablarle por pena y temor.
Temor a ser rechazada y pasar una vergüenza. Sin embargo Silena siempre la alentaba a hacerlo.
—Por los dioses Tori, ¡Solo ve y dile lo que sientes! —espeto Silena exasperada.
Había estado tanto tiempo insistiendole a Victoire, que se había desesperado un poco al verla así, indecisa.
No obstante no fue consciente de lo que hizo hasta que Tori se tenso, se levantó de un brincó y comenzó a alejarse con dirección al campo de entrenamiento con una mirada hipnotizada. Silena, sacada de onda y extrañada, la siguió por todo el campamento y le cuestionó a dónde iba. Más Victoire tenía la mirada perdida y no le respondía.
Pronto comprendió lo que había hecho, e intento deshacer la órden pero, al ser la única hija de afrodita con ese don, en ese entonces, no sabía cómo controlarlo.
Por lo que, sintiéndose terrible, vio como la castaña le confesaba a Keegan sus sentimientos a la cara, y al hacerlo, el conjuro sobre ella desapareció.de golpe, permitiendo que Tori abriera los ojos como platos, consternada por lo que acababa de decir, y huyera de ahí rápidamente muerta de vergüenza.
Silena la siguió rápidamente y le pidió disculpas cientos de veces por lo que había hecho. Más Victoire no pudo culparla del todo. Su amiga no lo había hecho con mala intención.
Es más, no había sido consciente de su habilidad.
—Solo prométeme que nunca volverás a usarlo en mi —le pidio ella.
Silena asintió varias veces con la cabeza.
—Nunca más —le prometió.
Pero había roto esa promesa, y supo que eso le había afectado más a Tori que el hecho de haberla detenido.
—Dijiste que nunca lo usarías en mi —le replicó Tori con los ojos cristalinos.
Silena la miró con profunda pena.
—Lo sé, y lo siento. Pero no podía dejar que...
—¡Lo prometiste! ¡Rompiste tu promesa! —protestó ella.
—Tori...
Pero ella ignoró a la rizada y se acercó más a Silena.
—¿Por qué lo has hecho?
—No podía dejar que entraras de nuevo al laberinto tu sola —le respondió ella.
Victoria apretó la mandíbula.
—¡Era mi decisión! No tuya, ni de Quirón, ni de nadie más. Solo mía.
—¡No estabas pensando con claridad, Tori! —replicó Silena—. Tus sentimientos por Percy te estaban impulsando a arriesgar tu vida. Ya lo perdimos a él, no podia dejar que te perdiéramos también a ti.
Aquella revelación dejo fría a Victoire, quién retrocedió perpleja.
¿Silena enserio pensaba que Percy estaba muerto?
Su mirada le dio la respuesta. Volteo a ver a Daphne, esperando que está la apoyara y le dijera a todos que Percy estaba vivo, por algún lado del laberinto, buscándolas. Pero la morena la miró con la misma pena que los demás.
Victoire retrocedio un paso sintiendo como su pecho le dolía y miró a los otras dos personas restantes en el grupo. Obtuvo la misma respuesta en sus ojos.
Todos creían que percy ya no estaba.
Los miró consternada y, sin esperar comentario alguno por parte de ellos, dio media vuelta y se alejo a paso veloz de todos.
No quería ver a nadie.
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Sería maravilloso decir que el enfado de Victoire solo duró ese día.
Pero eso sería mentira.
Había pasado una semana desde su regresó al campamento, y Victoire se mantuvo apartada de todos sus amigos y conocidos.
Apenas y salía de su cabaña para ir a comer; había entrado en una especie negación que nunca antes había sentido.
No quería ver a nadie.
No quería escuchar a nadie.
Era bastante irritante para ella escuchar como todos hablaban de lo buen chico que fue Percy Jackson; como si él ya no estuviera más en ese mundo.
Sus intentos para salir del campamento tampoco dieron resultados los dias siguientes a su regreso; La guardia en la entrada del laberinto había aumentado a tal grado, que cada vez que Victoire se dirigía al puño de Zeus, Argos y un montón de semidióses más le impedían el paso más allá del arroyo. Incluso las partidas de Captura la Bandera, que se festejaban cada viernes sin falta, quedaron suspendidas hasta nuevo aviso.
Victoire no sólo había optado por usar el laberinto como vía de escape, sino que también intentó escabullirse del campamento volando. No obstante los espíritus del bosque, la naturaleza y Quirón confabularon en su contra para impedir que la chica pudiera hacerlo.
Cada vez que Victoire alzaba el vuelo y comenzaba a alejarse del campamento, unas largas enredaderas surgían de la tierra y la atrapaban de los tobillos. Por más fuerza que Victoire imponía con sus alas, estás no cedian. Y por más que cortaba las enredaderas con su espada, otras nuevas la apresaban. Por lo que Tori terminaba cediendo y regresaba a la soledad de su cabaña con un nudo en el estómago.
La playa tampoco era una opción, las náyades, para su sorpresa, alzaban un muro de agua cada vez que ella intentaba volar por ahí. En un ocasión Victoire termino empadada y el peso de sus alas mojadas la tiro directo al agua.
Ese día Victoire se la paso maldiciendo a los espíritus marinos todo el día. Solo esperaba que Poseídon no se tomará aquello como personal.
No obstante, todo eso en conjunto solo hacia que Victoire sintiera una enorme carga de culpa en su interior; Ella lo había dejado.
Se había ido y lo había dejado con esos monstruos.
Percy los había distraído el tiempo suficiente para que ellas pudieran escapar.
Y el volcán se lo llevó tanto a él como aquellos telekhines, y Tori no pudo hacer nada siquiera.
Soltó un alarido lleno de enojo y corto de un golpe el brazo de uno de los muñecos de entrenamiento lleno de paja. Estaba tan centrada en descargar todo los sentimientos arremolinados en su interior, que no escuchó a alguien acercándose a ella.
—Deja algo para los demás.
La voz de Lee la hizo estremecerse.
También había evitado hablar con el hijo de Apolo; Si bien él era de los pocos que no hacia comentarios respecto a Percy cuando ella estaba cerca, Tori no tenía el valor de mirarlo a la cara después de haber blandido su espada contra él.
No, ella no tenía ninguna intención de herirlo, más si esperó poder intimidarlo aunque sea un poco para lograr su objetivo.
Lástima que no lo logró.
—Quiero estar sola —espetó ella dándole aún la espalda. Victoire lanzó un tajo limpió directo al pecho del muñeco. Un montón de paja cayó al suelo.
No escuchó los pasos de Lee alejándose, por lo que miro sobre su hombro y vio que el rubio permanecía parado dentras de ella con su arco y carcaj en la espalda. Inspiró y desvío la mirada.
—¿Podemos hablar?
—No tengo que nada que decir —respondió ella y alzo su espada contra el muñeco decapitado.
Comenzó a lanzar mandobles y tajos, logrando que la paja del interior del muñeca comenzará a llenar el suelo.
—Pero yo sí —replicó Lee. Victoire no se inmutó—. Bien, entonces hagamos un trato.
Lamentablemente el lado competitivo de la castaña no pudo resistirse a oírlo.
—Te escucho.
Lee sonrió de lado y continúo.
—Una competencia de tiro; Si logró acertar más veces en las dianas, me concedes una charla. Sí tu aciertas más veces, ganas. Me marchó y te dejo tranquila todo el tiempo que quieras. ¿Hecho?
Victoire inhaló profundamente y se maldijo mentalmente. Odiaba ser débil ante los desafíos. Nunca se podía negar a uno.
Giró bruscamente hacia el rubio, y asintió.
—De acuerdo —y regresó su espada a la cintura.
Ambos se dirigieron al campo de tiro en un silencio sepulcral. Victoire ignoró cada una de las miradas que se posaban sobre ella en el camino.
No era idiota. Sabía lo que todos decían y pensaban sobre ella: que había fracasado en su papel de guardiana y que había perdido una canica en el laberinto.
Que se jodan todos.
Ella no estaba ni loca ni demente. Solamente irritada por el hecho de que a nadie le parecía importar que Percy estuviera desaparecido en quien sabe dónde.
Al principio había quienes aún miraban la colina Mestiza, esperanzados en verlo descender de ella.
Más al cuarto día todos perdieron la esperanza; Menos Victoire, quien seguía negada a creer que estaba muerto.
Al llegar al campo de tiro, Victoire se quitó su brazalete y en segundos se transformó en su arco. Su carcaj de flechas infinitas ahora posaba sobre su espalda.
Ambos colocaron cuatro dianas perfectamente alineadas uno junto a la otra.
—Las damas primero —indicó Lee con un ademán hacia Víctoire.
Esta avanzó hasta ponerse frente a la primera diana. Tomó una flecha de su carcaj, la colocó en su arco y tenso la cuerda a la vez que apuntaba a su objetivo.
Soltó.
Justo en el blanco.
Victoire se hizo a un lado y Lee sonrió por lo bajo. Realizó la misma acción que ella y disparó.
Su flecha se incrustó a milímetros de la de Tori, en el blanco.
Victoire avanzó a la siguiente y repitió su acción. En el blanco. Lee volvió a tirar a milímetros de la de ella.
Lo mismo pasó en la tercera diana.
Victoire bufó por lo bajo y se encamino a la última diana. Esta vez tardó más en disparar, solo unos pocos segundos.
No nuevamente el blanco.
Se sintió satisfecho por dentro. Se hizo a un lado, dejándole el lugar a Lee y arqueó una ceja.
Lee tenso su arco. No estaba dispuesto a perder. Hablaría con Victoire sin duda alguna; No es que se encontrará molesto con ella, al contrario, estaba preocupado. La castaña se estaba aislando de todo lo que le gustaba y de quienes la querían.
Incluido él.
Así que no.
No podía fallar ese tiro.
No podía.
Lanzó una silenciosa plegaria a su padre y soltó la flecha. Está zurco el espacio que lo separaba de la diana. La flecha llegó a su objetivo.
Justo al lado de la victoire. Sin un espacio mínimo que separara una flecha de la otra.
Lee se acercó a la diana para ver mejor, sin embargo Victoire se quedó donde estaba y dijo:
—Gane.
Dio media vuelta y se dispuso a marcharse a su cabaña cuando la voz de Lee la detuvo.
—¿Estás segura?
Victoire giro a verlo, ceñuda, y se acercó hasta donde él estaba. Al llegar a la diana, abrió los ojos completamente atonita.
La flecha de Lee estaba literalmente pegada a la de ella, pero lo que la dejo perpleja fue el hecho de que está había traspasado la diana a la mitad.
La fuerza para esos tiros era casi imposible. Solo pocos héroes, conocidos, habían logrado hacer un tiro como ése.
Victoire inhaló profundo y apretó los labios con resignación.
Era claro que Lee había ganado.
—Bien, pero que sea una charla rápida.
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Ambos terminaron sentados sobre una de las colinas del campamento. El sol estaba apunto de comenzar descenso y ninguno había dicho nada aún. Llevaban ahí cinco minutos.en un incomodo silencio.
Victoire comenzó a sentirse impaciente. Quería largarse directo a la fuente más cercana a su cabaña para intentar comunicarse con Percy por mensaje Iris; Lo había estado intentando desde hace días, pero nunca funcionaba. Era como si la mismísima diosa Iris no tuviera señal.
Lee finalmente rompió el silencio.
—Seré directo —dijo—, Quirón quiere hacer el funeral de Percy, mañana.
Victoire hubiera preferido que se quedará callado.
Hizo el ademán de levantarse e irse, pero Lee la sostuvo del brazo y le pidió con la mirada que se quedará.
—Espera, déjame terminar —Victoire bufó y cedió—, Quiere hacerlo, pero lo convencimos de esperar unos dias más.
Esta vez Victoire volteo a verlo, extraña.
—¿Lo convencieron? ¿Quienes?
—Beckendorf, Silena, Clarisse. También Will. Yo, por supuesto. Pero las de la idea fueron Annabeth y Daphne.
Victoire lo miro sorprendida. ¿Annabeth y Daphne, trabajando juntas? Era difícil de creer, sin embargo eso no fue lo que realmente la intrigó.
—¿Por qué? Ustedes creen que está muerto —acusó ella.
—Eso creía, pero...—hizo una pausa para mirar sus manos. Parecía indeciso de lo que iba a decir. Leé suspiró—. ¿Qué tan segura estás de que está vivo? —preguntó de repente
—Muy segura —respondió al instante Victoire—, no sé cómo explicarlo pero ... Es algo que siento dentro de mi. Hay algo que me impide creer que está muerto. No, es más, algo me dice que está vivo y que está en alguna parte. Más no sé dónde.
Lee guardo silencio, meditando lo que Victoire le acababa de responder. Ella parecía estar muy segura de lo que decía, lo cual le hacía dudar de lo que él creía.
Pero... ¿Cómo era posible que Victoire pudiera sentir que Percy estaba vivo?
Era imposible de creer ¿No?
Pero entonces recordó algo importante sobre ella y Percy y pronto comprendió porque ella estaba tan negada a aceptar que él no estaba.
—¡Eso es! —exclamó él.
Victoire se sobresaltó por su repentino entusiasmo.
—¿Ah?
—Su conexión —señaló él—, ¿No se supone que tú y el eligido tendrían una? ¿Y sí es está la que te dice que Percy está vivo? ¡Tendría sentido!
Por primera vez en dias, Victoire sintió un atisbo de esperanza dentro de ella. Sonrió abiertamente.
—¿Cómo no pensé en eso antes? —se maldijo a si misma—, Cuando él estuvo fuera del campamento, yo sabía que estaba bien. No porque él me lo dijera, sino porque... Sabía que lo estaba. Lo sentia. Eres un genio, Lee — dijo y le planto un beso la mejilla.
Estaba tan entusiasmada por lo descubierto, que no se percató del sonrojó del rubio. Éste tragó saliva.
—Tampoco es para tanto —dijo él, restandole importancia al remolino se sentimientos dentro de él y añadio—, apenas y soporto leer los reportes de Quirón.
Aquello sin duda la hizo la reír. No obstante, aquel ambiente agradable pronto se fue esfumando cuando Victoire recayó en algo.
—Si Percy no vuelve en unos dias...
—Quemaremos su sudario y deberemos seguir adelante —terminó de decir Lee.
Si bien aquello no le agradaba, no comentó nada al respecto. En su lugar preguntó.
—¿Quién hizo su sudario?
—La cabaña de Afrodita. Nosotros hicimos el tuyo.
Victoire asintió. Sí la cabaña diez había hecho el sudario de Percy, estaba segura que había quedado perfecto.
Nuevamente el silencio se instaló entre ambos, más éste no volvió a ser incómodo, sino agradable. Víctoire no había sido consciente de como le gustaba pasar tiempo con las personas que quería hasta ese momento.
—Tori...
Ella volteo a verlo.
—Creo que deberías hablar con Annabeth —dijo Lee para su sorpresa.
Ante la mención de la rubia, Victoire bajó la mirada y jugo con el pasto debajo de ellos.
—No creo que quiera verme. Esta molesta conmigo.
—¿Annabeth? —preguntó él, extrañado. Victoire asintió—, Lo dudo mucho. ¿Por qué piensas que está molesta contigo?
Ante aquella pregunta, Victoire no pudo evitar recordar el beso que le había dado a Percy antes de la explosión. De solo recordar el tacto cálido de sus labios contra los suyos, se sonrojó violentamente.
Más rápidamente la embargo la culpa al recordar que Annabeth la había visto.
—Yo... —un nudo se instaló en su garganta y se removió incomoda en su lugar. Confiaba en Lee, el chico no había hecho nada malo como para desconfiar de él, sin embargo el hecho de revelar lo que hizo la avergonzada. ¿Qué clase de amiga besaba al chico que le gustaba su amiga? No obstante, tenía tanto dentro de ella, que terminaría explotando si no hablaba con alguien—. Besé a Percy antes de separarnos, en el volcán. Annabeth nos vio y... —suspiro bruscamente y se tapo la cara con las manos—, soy una pesima amiga, Lee —mascullo y se giró a verlo—, A ella le gusta Percy y yo... Lo besé. ¡Lo besé, Lee! Le rompí el corazón a Annabeth y no creo que me perdone nunca.
Pero Lee apretó los labios como si estuviera reteniendo una carcajada. Aquello descolocó a Victoire.
—¿Por qué te ríes?
—No me rio —repusó él, sin embargo había un atisbo de sonrisa en su rostro.
Victoire entorno los ojos y le dio un codazo.
—Si lo haces, te estás burlando de mí.
Su sonrisa desapareció.
—No, yo nunca me burlaría de ti, Tori. Pero, me causa gracia que no te des cuenta de la verdad.
—¿Ah?
Esta vez Lee sí que soltó una carcajada.
—Habla con Annabeth, te prometo que no está molesta contigo por eso.
—¿Cómo estás seguro de eso? —preguntó ella.
—Solo lo sé —respondió él encogiendose de hombros—. Confía en mí, así como yo confíe en ti respecto a Percy.
Víctoire confío.
—De acuerdo, hablaré con ella.
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Encontrar a Annabeth fue sencillo, lo difícil fue buscar el mejor modo de acercarsele después de una semana y media evitando cualquier interacción con ella.
Victoire no mentiría, se encontraba bastante nerviosa y atemorizada ante el seguro rechazo que recibiría por parte de la rubia. La culpa de lo que había hecho la seguía carcomiendo y no estaba tan segura de que Annabeth fuera a perdonarle nunca.
Lee le había asegurado que Annabeth no estaba molesta con ella, pero él no había visto su cara en el volcán. Él no había visto la decepción en sus orbes grises tormenta.
Pero había prometido hablar con ella, y Tori no descumplia sus promesas. Con las manos sudorosas y temblorosas, se acercó a dónde estaba sentada Annabeth y la saludó con un tímido «Hola»
Al oirla, Annabeth brincó en su lugar y se giró con rapidez a su encuentro. Victoire esperó un gesto de disgusto de su parte, una mirada fría o una mueca, pero en su lugar la rubia le sonrió de alivió y se levantó de un salto para abrazarla.
Una corriente cálida creció en su pecho y rápidamente correspondió el abrazó de Annabeth con fuerza. Sus ojos se cristalizaron y sintió como un sollozó quería brotar de su garganta.
—Lo siento —musito Tori cerca de su oído.
Annabeth se separó de ella y la miró con extrañeza .
—¿Por qué te disculpes, Tori? No fue tu culpa, no podías saber que eso pasaría.
Pero la castaña negó y sollozó con más fuerza.
—Si lo fue, Annie —dijo ella—. Nunca debí sentir nada por él. No era correcto, no cuando era claro que entre tú y él había algo más una amistad, yo...
—Espera —la corto Annabeth desconcertada—, ¿De que hablas, Tori?
Tori sorbió la nariz y miró a Annabeth con confusión.
—De ti y Percy —señaló ella—. Nunca debí besarlo en el volcán, es más, nunca debí sentir nada por él. Tu lo quieres y yo solo...
Pero Annabeth la corto con un gesto y la miró ceñuda.
—No me molestó que lo besaras, Tori —dijo para su sorpresa—. Es más, llevaba tiempo sospechando que había algo entre ustedes.
—Pero... Pero él te gusta.
Annabeth negó con una mueca en el rostro.
—A mi no me gusta Percy, Tori —aseguró Annabeth—. ¿De dónde has sacado eso?
Ahora la desconcertada era Victoire.
—Pues... Por lo que me contaron, desde que él llegó al campamento siempre están juntos y van a las misiones juntos, y con Grover, claro. Pero han pasado por tantas cosas que seguro los unió a tal grado de sentir algo el uno por el otro. Además, el año pasado Percy rompió las reglas y huyó del campamento para ir a buscarte a pesar de que él no formaba parte de la búsqueda. Y antes de eso yo misma le pregunté si había algo entre ambos y él me respondió que no estaba seguro.
Al oir eso, Annabeth abrió los ojos, sorprendida.
—¿Eso te dijo él? —Victoire asintió y Annabeth se sonrojó levemente—. Bueno, no puedo asegurarte que tal vez él no haya confundido lo que sentía por mi, pero lo que si puedo decirte es que, lo que sea que haya sentido hacia mi persona, quedó en el pasado, se esfumó en el mismo momento en el que apareciste en su vida.
—¿Qué? —musitó Victoire sintiendo como le faltaba el aire.
Annabeth sonrió levemente y miró a Tori con dulzura.
—¿Es que acaso no notaste la forma en la que te miraba?
Pero Victoire alzo una ceja de forma burlona.
—¿Cómoo la persona que debe cuidar de él y, en el dado caso que tome la decisión equivocado, la responsable de terminar con su vida?
Pero Annabeth rodó los ojos y negó con la cabeza.
—No tonta —repusó ella y suspiro—, Percy te veia como si fueras la única persona que valiera la pena ver. Cada vez que su mirada te encontraba, era como sí una profunda tranquilidad lo embargara. Saber que simplemente estabas ahí, lo hacía sentir feliz. Pelear a tu lado le daba una seguridad y una confianza que con nadie habia tenido, ni siquiera conmigo; ¿Por qué crees que se molestó tanto al verte con Lee en el pabellón? No, ni te atrevas a decirme que fue porque no le advertiste del dragón —repuso cuando Tori abrió la boca para responder—, se molestó porque tú y Lee estaban uno al lado del otro, en un momento de liderazgo y confianza que él deseaba tener contigo. Se puso celoso, Tori. Siempre se ponía celoso cuando te veía con alguien de la cabaña siete porque sabia que entre tú y Apolo hay una especie de amistad extrañada que lo hacía sentir inseguro. Temía que uno de sus hijos fuera a llamar tu atención de un forma romántica. Temía que lo fueras a dejarlo de lado.
—Yo... Yo no...
Pero Victoire se encontraba tan atonita en esos momentos que ningún respuesta salía de sus labios. Su cerebro estaba intentando procesar todo lo que Annabeth le había dicho de forma sorpresiva.
Una parte de ella se sentía alivia al saber que Annabeth no sentía nada romántico por Percy, pero la otra parte de ella le estaba costado asimilar que Percy sintiera todo eso por ella.
Entonces le entró la dudo.
—¿Cómo sabes todo eso? ¿Acaso Percy te lo dijo?
Entonces Annabeth bajo la mirada, ligeramente avergonzada.
—Yo... —torció el gesto—, puede que tras empezar a sospechar de ustedes haya ido con Grover y le haya preguntado al respecto —confesó—, recuerda que él y Percy tienen, o tenían, un enlace por empatía, así que él sabía cómo Percy se sentía respecto a ti. Sin embargo, también me dijo que Percy no estaba consciente de lo que sentía. Que estaba confundido.
—¿Confundido? —preguntó ella.
Annabeth resopló.
—Ambos son tan parecidos y a la vez tan diferentes—musitó ella y la miró directo a los ojos—, así como tú estabas negada aceptar que sentías algo por él, seguramente sesos de alga no estaba consciente de lo que sentía por ti.
—¿Sentía?
Fue entonces que Annabeth recayó en algo; Todo ese tiempo se había estado refiriendo a Percy en pasado.
Mierda.
Ella, junto con todos lo que estaban preocupados por Victoire, habían acordado no hablar de él como si ya no estuviera, con el fin de evitar que Tori se pusiera a la defensiva.
Por lo menos hasta que ella aceptará que Percy se había ido.
Y ahora Annabeth había metido la pata.
Victoire retrocedió, perpleja.
—Tu... ¿Tu también crees que murió?
Annabeth titubeó y eso le basto a Tori para saber su respuesta.
—De todas las personas, jamás creí que tú perderías la esperanza tan rápido —musitó Tori.
Annabeth tragó saliva y la miró con un deje de vergüenza.
—Yo no... No es así Tori, pero... —suspiró y con la voz entre cortada, le dijo—: seamos realistas, Percy estaba en medio del volcán cuando explotó, es imposible que haya sobrevivido.
—Esta vivo Annabeth —aseguró Tori—, está vivo. Puedo sentirlo por nuestra conexión.
Annabeth enmudeció.
—¿Qué?
—Creo que todos olvidamos el pequeño detalle de que Percy y yo tenemos una conexión, la de elegido y guardiana —señaló ella.
Annabeth retrocedió en su lugar y abrió los ojos al tope, comprendiendo finalmente todo.
—Es por eso que puedes sentir que esta vivo —murmuró ella, más Tori la escuchó y asintió.
Fue entonces que la rubia soltó un chillido y se abalanzó sobre Tori con emoción.
—¡Esta vivo! ¡Percy está vivo! —celebró la rubia y Tori no pudo evitar esbozar una sonrisa.
Finalmente comenzaban a creerle.
Más el entusiasmo de Annabeth no duró mucho. Todavía existía una incógnita en todo eso y no tardó en comentarlo.
—Pero, sí está vivo... ¿Dónde está? ¿Por qué no ha regresado?
Y eso era lo que realmente le preocupaba a Tori.
—No lo sé —respondió ella con el gesto alicaido—, he intentado comunicarme con él pero, nada funciona. Los mensajes Iris no funcionan, no encuentran señal de él. Es como... Como sí no estuviera en el mundo. Como si hubiera una interferencia que lo bloqueará.
Annabeth frunció el ceño, completamente extrañada y volteo a ver uno de los libros que tenía con ella antes de que la castaña llegará. Victoire la escrutó con la mirada. Podría jurar que incluso veía los engranajes en el cerebro de Annabeth trabajando con prisa. Pensando en alguna razón del porque Percy no aparecía.
—Una interferencia —murmuró la rubia.
Y como si un foco se iluminará sobre su cabeza, soltó jadeó y alzo la cabeza con un gesto que indicaba claramente que había pensando en algo.
—Eso es —exclamó y comenzó a recoger los libros del porche de la Casa Grande con rapidez.
—¿Qué? ¿Qué cosa? —preguntó Tori intrigada.
—Tengo una ligera idea de donde podría estar, pero primero tengo que estar segura, no quiero crear falsas ilusiones. Te veré antes de la cena y te diré lo que encuentre.
Y se marchó, dejando a una confusa, intrigada y esperanzada Victoire detrás.
Oh Victoire, hubiera sido mejor para ella no saber la idea que tuvo Annabeth.
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𝐁𝐚𝐫𝐛𝐬 © | 𝟐𝟎𝟐𝟐 ✔️
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