Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝟢𝟫. 𝖫𝖺 𝖼𝖺𝗂𝖽𝖺 𝖽𝖾 𝖫𝗎𝗄𝖾

🌿✨ 𓄴 SEMPITERNO presents to you
▬ ▬▬ Chapter nine

          ❝Luke's fall   

▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃

A Victoire le gustaría pensar que no había cierta similitud entre Zoë y su padre, pero eso sería mentira. Ambos tenían esa misma expresión regia; la misma mirada fría y orgullosa que brillaba en los ojos de la cazadora cuando se enfurecía. Aunque en su padre se multiplicaba mil veces más.

Pero de ahí en fuera, Zoë poseía mejores cualidades que Atlas. Eso era una certeza segura.

—Suelta a Artemisa —exigió Zoë.

Atlas se acercó a la diosa encadenada.

—¿Acaso te gustaría tomar el peso del cielo de sus hombros...? Adelante.

Zoë abrió la boca para decir algo, pero Artemisa gritó:

—¡No! ¡No se te ocurra ofrecerte, Zoë! ¡Te lo prohíbo!

Atlas sonrió con sorna. Se arrodilló junto a Artemisa y trató de tocarle la cara, pero ella le lanzó un mordisco y a punto estuvo de arrancarle los dedos.

—Ajá —rió Atlas—. ¿Lo ves, hija? A la señora Artemisa le gusta su nuevo trabajo. Creo que cuando Cronos vuelva a gobernar pondré a todos los olímpicos a sostener por turnos mi carga. Aquí, en el centro de nuestro palacio. Así aprenderán un poco de humildad esa pandilla de enclenques.

Victoire apretó la mandíbula furiosa. Había pasado tanto tiempo en el Olimpo, y con los dioses, que prácticamente los consideraba una familia.

Y nadie se metía con su familia, por más defectos que tuvieran.

Percy le dio un leve codazo y Victoire giró el rostro hacia donde él señalaba. Annabeth los estaba mirando a ambos y parecía intentar decirles algo con la mirada, más ninguno lograba entenderle muy bien. Sin embargo Victoire frunció el entrecejo al ver el inusual mechón gris en el cabello rubio de Annabeth.

—Es por sostener el cielo —les murmuró Thalia, como si le hubiera leído el pensamiento—. El peso debería haberla matado.

—No lo entiendo —dijo Percy—. ¿Por qué Artemisa no puede soltarlo sencillamente?

Victoire se disponía a explicarle cuando Atlas se echó a reír.

—¡Qué pocas entendederas, jovenzuelo! Éste es el punto donde el cielo y la tierra se encontraron por vez primera, donde Urano y Gaia dieron a luz a sus poderosos hijos, los titanes. El cielo aún anhela abrazar la tierra. Alguien ha de mantenerlo a raya; de no ser así, se desmoronaría y aplastaría en el acto la montaña y todo lo que hay en cien leguas a la redonda. Una vez que has tomado sobre ti esa carga, ya no hay escapatoria —Atlas sonrió—. A menos que alguien la tome de tus hombros y ocupe tu lugar.

Se acercó y los examinó a Thalia, Percy y a ella.

—Osea que éstos son los mejores héroes de esta era...—señalando a Thalía y a Percy—. Y la guardiana —miro a Victoire—. No parece que representen un gran desafío.

—Combate con nosotros —lo reto Percy— y lo veremos.

—¿No te han enseñado nada los dioses? Un inmortal no lucha con un simple mortal. Quedaría por debajo de nuestra dignidad. Dejaré que sea Luke quien te aplaste.

—O sea, que tú también eres un cobarde —le dijo Percy.

Victoire inhaló profundo; enserio que el chico tenía un instinto suicida muy grande.

Los ojos de atlas relucieron de odio. Haciendo un esfuerzo, centró su atención en Thalia y en ella.

—En cuanto a ustedes, hija de Zeus e hija de Nike, parece que Luke se equivocó con ustedes.

—No me equivoqué —acertó a decir Luke. Se lo veía terriblemente débil y pronunciaba cada palabra con dificultad, como si le resultara doloroso. Victoire apretó los puños e intento ignorar el punzada que sentía al verlo asi—.  Vic, Thalia, aún están a tiempo de unirse a nosotros.

Pero Victoire negó con un nudo en la garganta. Luke la miraba con un gesto suplicante, como si realmente deseara que fuera con él.

Luke suspiró decaído y volteo hacia Thalía.

—Llama al taurofidio —le dijo—. Él acudirá a ti. ¡Mira!

Agitó una mano y a nuestro lado surgió un estanque lleno de agua, bordeado de mármol negro, en el que había espacio suficiente para el taurofidio.

—Thalia, llama al taurofidio —insistió Luke—. Y serás más poderosa que los dioses.

—Luke... —Su voz traslució un gran dolor—. ¿Qué te ha ocurrido?

—Tu no eres así —agrego Victoire.

—¿No recuerdan todas las veces que hablamos? ¿Todas las veces que llegamos a maldecir a los dioses? Nuestros padres no han hecho nada por nosotros. ¡No tienen derecho a gobernar el mundo!

Ambas negaron con la cabeza.

—Luke, los dioses me salvaron la vida —dijo Victoire—.Gracias a ellos estoy aquí.

Pero Luke sonrió con sorna y negó con la cabeza.

—No Vic, estás aquí porque ellos te están utilizando, no porque te quieran. ¿Alguna vez oíste hablar de la profecía de la guardiana? —ella negó, el se rió con sorna—. Claro que no, ellos nunca te lo iban a decir hasta que llegara el momento de que te necesitaran.

Pero Victoire se negó a creer en eso.

—Libera a Annabeth —le pidió ella.

—Sueltala —dijo Thalía.

—Si se unen a mí —prometió Luke—, todo podría ser como antes. Los cuatro juntos de nuevo. Luchando por un mundo mejor. Por favor, chicas. Si no acceden... —Su voz flaqueo—. Es mi última oportunidad. Si no acceden, él recurrirá a otros medios. Por favor.

Victoire no sabía a qué se refería, pero él miedo que latía en la voz de su mejor amigo era real. Tenia miedo de lo que fueran a decidir: como sí su vida dependiera de la decisión de ambas. Era una gran incertidumbre la que Victoire sentía en su interior.

—No lo hagan —dijo Zoé—. Hemos de luchar contra ellos.

Luke hizo otro gesto con la mano y apareció un fuego de la nada. Un brasero de bronce como el que había en el campamento. Una llama donde hacer un sacrificio.

Victoire dio un paso al frente pero Percy la detuvo de la mano. Giró el rostro hacia él y vio el miedo implantado en ojos verdes, creía que la chica iba a aceptar la propuesta de Luke. Victoire le sonrió para tranquilizarlo.

—No iré con él —le dijo en un murmuró, pero Percy no apartó su mano de la de ella. Sino que se giró a ver a Thalía, quien había dado un paso al frente.

—Thalia —dijo él—. No.

Detrás de Luke, el sarcófago dorado empezó resplandecer y Percy aumento el agarre de su mano. Victoire volteo a verlo extrañada pero Luke volvió hablar.

—Aquí erigiremos en el monte Othrys —prometió Luke con una voz tan agarrotada que apenas parecía la suya—. Y de nuevo será más fuerte y más poderoso que el Olimpo. Miren. No nos faltan fuerzas.

Señaló hacia el océano y Victoire sintió que el mundo se caía a sus pies: desde la playa donde había atracado un crucero blanco, subía por la ladera de la montaña un gran ejército en formación. Dracaenae y lestrigones, monstruos y mestizos, perros del infierno, arpías y otras criaturas que ni siquiera ella sabría nombrar.

Era un gran ejército directo hacia ellos. En unos minutos estarían allí arriba.

—Esto no es más que una muestra de lo que se avecina —continuó Luke—. Pronto estaremos preparados para entrar en el Campamento Mestizo. Y después, en el mismísimo Olimpo. Lo único que necesitamos es de su ayuda.

Pero Victoire no iba hacerlo. Quería a Luke, si. Pero aquel chico enfrente de ella no era su mejor amigo.

No obstante Thalía titubeó. Miro a Luke fijamente, con aquellos ojos llenos de dolor, como si lo único que deseara en este mundo fuera creerle.

Luego blandió su lanza.

—Tú no eres Luke. Ya no te reconozco.

—Por favor, Thalia —suplicó y se giró hacia ella—. Vic, porfavor, ven conmigo. No me hagan... No hagan que él las destruya.

Ella había tomado una decisión. Sus ojos se encontraron con los verdes de Percy, luego con los azules de Thalía. Zoë también volteo a verla y Annabeth desde la distancia le asintió.

—Ahora —dijo Percy

Y se lanzaron juntos a la carga.

Tanto Victoire como Thalía fueron directo hacia Luke, más una Dracaena tuvo el valor suficiente para atacar a Thalía a pesar de su escudo y la chica se enfrasco en una batalla con el monstruo. Por lo que Victoire lanzó el primer tajo hacia el rubio y esté, a pesar de su apariencia enfermiza, consiguió retener el ataque con su espada.

—Por favor, Vic —le suplicó y desvío su espada hacia un lado, retrocedió un paso—. No me hagas hacer esto.

—Tu no lo hagas —espetó ella con dolor—. Detén esto Luke, haz lo correcto.

—Estoy haciendo lo correcto —aseguró él.

Victoire tragó saliva e inspiró hondo.

—Entonces yo también.

Y volvió lanzar un tajo que Luke bloqueo. Ambos se enfrascaron en una batalla ardua, donde únicamente se escuchaba el sonido de metal contra metal.
Victoire giró hacia la derecha, esquivando una estocada de Luke, y aprovecho el momento para golpearlo con el pomo de su espada en el rostro. El chico soltó un quejido y retrocedió un poco para lanzar otro tajo directo hacia ella. Victoire lo bloqueó y desvío el ataque usando su látigo, el cual se enrolló en la espada del rubio hasta su antebrazo. Victoire ejerció presión y Luke soltó su espada tras soltar un gritó de dolor. El filo del latigo lo había cortado.

Victoire se disponía a correr hacia él para terminar con aquello, cuando un gritó de Zoë la desconcentró.

—¡Percy! ¡Cuidado!

Victoire giró a tiempo de ver como el chico era lanzado por los aires por Atlas. 

—¡Percy! —vociferó Victoire al verlo estrellarse contra un muro oscuro. Intentó correr a su ayuda pero Luke de interpuso en su camino.

—No puedes enfrentar al general, Vic —advirtió él.

Por encima de su hombro Victoire vio como Percy se levantaba e intentaba esquivar otro ataque del titán, pero nuevamente salio volando como muñeco de trapo hasta caer cerca de Artemisa.

Victoire se enojo. Fue como si una chispa en su interior finalmente se prendiera y quisiera consumir todo a su alrededor en llamas. El titán empezó a acercarse nuevamente a él y Victoire escrutó a Luke seriamente con la mirada y blandió su espada.

—Muévete.

Pero Luke no lo hizo.

Entonces Victoire lanzó un tajo que Luke alcanzó a bloquearlo. Lanzó otro directo a su piernas pero nuevamente el chico lo bloqueo, más no alcanzó a prevenir la patada lateral que le lanzó Victoire, haciéndolo retroceder el tiempo suficiente para que ella corriera hacia Percy, quien se encontraba hablando con Artemisa.

—¿Te encuentras bien? —le preguntó nada más llegar a su lado. Percy asintió y le dedico una ligera sonrisa antes de volverse hacia la diosa.

—Déjamelo a mi.

Victoire lo miro con el entrecejo fruncido.

—No, chico —le dijo Artemisa a Percy. Tenía la frente perlada de un sudor metálico como el mercurio—. No sabes lo que dices. ¡Te aplastaría!

Entonces Victoire comprendió lo que Percy le estaba pidiendo a Artemisa. Lo tomó de los hombros e hizo que volteara a verla.

—¿Estás loco? No aguantaras ese peso. Podrías morir.

Pero el chico empezó a negar con la cabeza y aparto sus manos de sus hombros para tomarlas entre las suyas.

— Annabeth lo hizo. Yo también puedo.

—Y ha sobrevivido por los pelos —repusó Artemisa mirando a ambos—.  Ella contaba con el temple de una auténtica cazadora. Tú no resistirás tanto.

—Si no lo hago de todos moriré —repusó él. El corazón de Victoire se oprimió al oírlo decir aquello—. ¡Déjame a mí el peso del cielo!

Victoire lo tomo de la mano antes de que esté se acercará más a la diosa.

—Tu no vas a morir, ¿Me oíste? No pienso perder a nadie más.

—Vi... —pero ella lo cayó con un gestó.

—¿Estás seguro de poder aguantarlo? —Percy asintió con convicción y Victoire lo soltó, confiando en él.

De este modo Percy se colocó junto a la diosa y cargo el peso del cielo en hombros. Artemisa se incorporó y se lanzo al ataque contra el titán. Victoire por su parte se acercó a él.

—Resiste, ¿Si? —y pegó sus labios en la frente del chico. Cuando se alejo, un jadeo de sorpresa brotó de sus labios. Ahí donde ella le dejo un beso, un pequeño brillo naranja iluminó su frente y bajo hasta el pecho del chico.

Percy sintió una oleada de energía y sintió menos dolor al cargar con el mundo.

—Eso es... "a la maldición del titán...uno resistirá con... la bendición de la que cuida" —murmuró él con esfuerzo. Victoria lo miró atonita.

—Pero yo... Yo no sé....

—Corre, ayudalos —le dijo Percy. Entonces Victoire despabilo de su asombro y echo a correr hacia el titán, la diosa y Zoë, quien se encontraba lanzando flechas a su padre.

No obstante Luke volvió a interponerse en su camino y Victoire alcanzo a distinguir un gesto más frío en su mirada, pero no hacía ella.

Sino hacia Percy.

Y es que él había visto el acercamiento el gesto de la castaña hacia el hijo de poseídon.

—Esta no es tu batalla —le dijo él a ella pero no dejaba de lanzarle miradas frías a Percy—. Por favor Vic, ven conmigo.

Pero ella negó.

—Cuando amenazan a mi hogar y a mis amigos, se vuelve personal.

—¿Acaso yo no soy tu... Amigo? —titubeo al decir lo último, como si le doliera decir aquella palabra.

El corazón le latía con fuerza, pero aún así le respondió.

—Ya no sé quién eres.

Y nuevamente blandió su espada contra él.

Contra su mejor amigo.

Contra su alma gemela.

El sonido del metal de su espada resonó al chocar contra la de Luke.

Luke parecía haber recobrado fuerzas porque empezó a lanzar estocadas con más precisión y fuerza que antes. Sin embargo Victoire no se quedaba atrás. Estaba tan molesta y dolida con él, que esos sentimientos eran sus instintivos para continúar combatiendo al chico que había considerado su familia.

Lanzó un tajo limpió hacia arriba, logrando hacerle un corte muy superficial a Luke. Un hilo de sangre comenzó a escurrir de su mejilla y Luke se llevó los dedos a la herida. Éstos se mancharon de carmesí.

—¿Es todo lo que tienes?

Oh, pero eso apenas había comenzado.

Victoire giró sobre si misma y con fuerza lanzó su látigo directo hacia él. Luke lo esquivo con su espada y lanzó una estocada la cual Victoire bloqueó replegando su látigo a una espada. Sus rostros quedaron pegados, con solo unos escasos centímetros de distancia.

— Dime Vic, ¿Peleaste así también con Grayson o fuiste más blanda?

La pregunta del rubio la desconcertó. Victoire apretó la mandíbula y empujó con fuerza al chico haciéndolo retroceder.

—¿Cómo sabes eso?

— Sé muchas cosas que tú no, Vic —dijo él. Percy soltó un quejido y giró el rostro hacia ellos—.  Como que él nunca fue el indicado para ti.

—Tu siempre lo odiaste —espetó ella y giró sobre si misma para lanzar otra estocada la cual Luke esquivó por los pelos—. Nunca le diste una oportunidad. Ni siquiera por mi.

— ¡Sí no lo golpee nunca fue por ti! — repuso él y lanzo un mandoble hacia Victoire. Ella lo esquivó—. ¡Sí deje que fuera contigo a tu misión es porque tu lo querías! — rugió y lanzo otra estocada—. Pero a él nunca le importó el campamento. Ni tú.

—Eso... Eso no es cierto —musito ella desviando su espada con una patada—. El amaba el campamento.

Luke río con sorna y bajo su espada.

—Eso es lo que te hizo creer. Eso hizo creer a todos Vic.

—Eso no es cierto —repusó ella apretando su empuñadura.

—Yo nunca te he mentido Vic —dijo—. Keegan Grayson no es quien decía ser. Y tú lo sabes.

—¿De qué... De qué hablas? —preguntó incrédula bajando su espada.

Luke suspiró y la miró fijamente a los ojos.

—Grayson odiaba a los dioses por menospreciar a su madre. Él quería que ella tuviera un lugar. Él nunca...

—Vi —la llamó Percy con la voz casi rota por el esfuerzo—, no quiero que parezca... que estoy celoso porque hablas de tu ex con... alguien a quien claramente le gustas, pero... literalmente estoy cargando con mucho peso, ¿sabes?

Victoire volteo a verlo preocupada; Percy estaba sudoroso y tembloroso, casi desfalleciendo. No obstante Victoire cayó en cuenta de algo que había dicho.

—¿A Luke le...

—¡Jackson! —bramó Luke furioso e intento correr hacia él, más Victoire reaccionó y lanzo su látigo hacia él, jalandolo lejos de donde estaba Percy.

Luke se levantó bruscamente y taladro a Percy con la mirada. Si está pudiera matar, Percy estaría ahorita a tres mil metros bajo tierra.

Justo cuando Victoire iba preguntarle sobre lo que Percy dijo, Thalía se abalanzó sobre Luke con su lanza y escudo a mano. Había logrado matar a la Dracaenae y ahora tenía sus ojos furiosos en Luke.

—Tu ayuda a Artemisa —le dijo a Victoire—. Tengo cuentas pendientes con él— y se lanzó contra el rubio.

Una parte de Victoire quiso detener a la chica, pero la otra parte, la racional, salió corriendo hacia la diosa y la cazadora, que se encontraban luchando contra el titán; Tori se quedó estupefacta por un momento, vio como Artemisa manejaba dos cuchillas de caza, cada uno tan largo como su brazo, y le lanzaba estocadas al titán con furia, al tiempo que esquivaba sus golpes y daba saltos con una gracia increíble.

Sin embargo lo que más le llamo la atención fue ver cómo cambiaba de aspecto en cada ataque; un tigre, una gacela, un oso, un halcón.

Atlas rugió de dolor cuando una flecha de Zoë lo hirió. Victoire regresó su espada a su cintura y saco su arco para ayudarla, comenzando a lanzar flechas a diestra y siniestra contra el titán, buscando huecos entre su armadura para poder herirlo. Atlas lanzó un tajo hacia ellas con su jabalina y ambas chicas brincaron para esquivarla.

Siguieron lanzando flechas.

Atlas avanzó, hostigando a Artemisa. La diosa sin duda era rápida, pero la fuerza del titán resultaba arrolladora. Su jabalina se clavó en el suelo abriendo una fisura en la roca, justo donde hace unos segundos Artemisa se encontraba. Atlas la cruzó de un salto y siguió persiguiéndola.

—Combates bien para ser una chica —le dijo Atlas riendo—. Pero no eres rival para mí.

Le hizo una finta con la punta de la jabalina y Artemisa la esquivó, sin embargo él volteó la jabalina y derribó a la diosa dándole en las piernas. Mientras ella caía al suelo, Atlas se dispuso a asestarle el golpe definitivo.

—¡No! —gritó Zoë.

Todo paso demasiado rápido para Victoire. Zoë saltó entre su padre y Artemisa y lanzó una flecha a la frente del titán, donde quedó alojada como el cuerno de un unicornio. Atlas bramó de rabia y le dio un manotazo a su hija, mandándola a estrellarse contra un grupo de rocas negras.

—¡ZOË! —gritó Victoire con el corazón en la boca.

—La primera sangre de una nueva guerra —dijo Atlas, muy ufano.

Victoire giró hacia el titán hecha una furia. Corrió y se lanzó contra él justo cuando esté iba a golpear a Artemisa, quien parecía estar herida en el suelo. Cayó sobre su espalda, enterrando dos de sus flechas en su gruesa nuca. Atlas rugió y alargó la mano para sacarsela de encima y la lanzo hacia un costado.

El impacto le saco el aire de los pulmones. Un quejido brotó de sus labios al sentir una punzada en su costilla, seguramente fracturada. Levantó la cabeza para ver como Atlas descargaba de golpe su jabalina contra Artemisa y Victoire temió por ella.

Pero antes de que Tori pudiera siquiera gritar algo, la diosa rodó en el suelo y esquivo el ataque. El
arma pasó rozándola y ella se apresuró a agarrarla del mango. Tiró de él, usándolo como palanca, y le lanzó una patada al titán, que salió disparado por los aires.

No obstante esté iba a caer sobre Percy, y entonces Victoire comprendió lo que Artemisa había echo. Vio como el chico era arrastrado por el impacto del titán contra él, más echo a rodar con las pocas fuerzas que le quedaban, dejando asi que el peso del cielo cayera directamente sobre la espalda de Atlas, quien alcanzó a sostenerlo antes de ser aplastado.

—¡¡Nooooo!! —bramó con tanta fuerza que la montaña entera tembló—. ¡¡Otra vez nooooo!!

Ignorando el dolor en su costilla, Victoire se incorporó y se apresuro a llegar junto a Percy para abrazarlo. Y a pesar de que se encontraba mareado por el esfuerzo y el dolor, le regresó el gesto.

Victoire sofocó un gritó de dolor y Percy la miró preocupado.

No obstante el sonido de un quejido llegó a ellos y voltearon a ver a los dos mestizos que seguían enfrascados en una lucha que no parecía tener fin. Thalía había ido arrinconando a Luke cerca de un precipicio, pero aún seguían luchando junto al ataúd de oro. Ella tenía lágrimas en los ojos. Luke se defendía con el pecho ensangrentado y el rostro reluciente de sudor.

Se lanzó sobre Thalia inesperadamente, pero ella le asestó un golpe con su escudo que le arrancó la espada de las manos, mandándola tintineando entre las rocas. De inmediato le puso la punta de su lanza
en la garganta.

Se produjo un silencio sepulcral. Victoire apretó la garganta y miró ambos chicos con el corazón acelerado.

—¿Y bien? —dijo Luke. Victoire vislumbró miedo en su voz, más él lo intentaba disimular.

Thalia tembló de furia.

Entonces Annabeth apareció a sus espaldas renqueando, por fin libre de sus ataduras. Victoire soltó un jadeo al ver su aspecto: Tenía la cara magullada y cubierta de mugre.

—¡No lo mates! —le pidió a Thalía.

El corazón de la castaña se oprimió al ver el gesto afligido en el rostro de la menor.

—Es un traidor —dijo Thalia—. ¡Un traidor!

—Llevémoslo —rogó Annabeth—. Al Olimpo. Puede... sernos útil. ¿Verdad Tori?

Victoire sintió un nudo en la garganta cuando Annabeth volteo a verla buscando apoyo. Victoire quería decirle que si. Que no lo matará. Pero se encontraba tan contrariada como Thalía; Luke había sido capaz de atacarla.

A ella.

¿Hubiera sido capaz de matarla?

Victoire titubeó

—¿Es eso lo que quieres, Thalia? —le espetó Luke, sonriendo con desdén—. ¿Regresar triunfalmente al Olimpo para complacer a tu padre?

Thalia titubeó y él hizo un intento desesperado de arrebatarle la lanza.

—¡NO! —gritaron Annabeth y Victoire aunque demasiado tarde.

Sin vacilar, Thalia lo rechazó de una patada. Luke perdió el equilibrio y cayó al vacío con una mueca de terror.

—¡LUKE! —chilló Victoire y corrió hacia el borde del precipicio ignorando el dolor agonizante que sentía.

Los demás la siguieron. A sus pies, el ejército del Princesa Andrómeda se había detenido en seco. Todos miraban consternados el cuerpo sin vida de Luke sobre las rocas, incluida Victoire. No podía apartar la mirada llorosa de su cuerpo. Era como si está fuera un imán que no le permitía ver otra cosa que no fuera su cuerpo destrozado. Las lágrimas salían como cascadas y se dejó caer de rodillas muy cerca de la orilla gimoteando en voz baja el nombre de luke.

—¡Matenlos! —bramó un gigante del ejército.

Más Victoire no hizo el ademán de moverse. Percy tuvo que apartarla del precipicio al ver que les arrojaban lluvia de lanzas y jabalinas. Thalia lloraba en silencio, más Annabeth la apartó y los cuatro se echaron a correr, Tori siguiendo jalada por Percy, hacia las rocas sin hacer caso de las maldiciones y amenazas de Atlas.

—¡Artemisa! —gritó Percy.

La diosa levantó la vista con una expresión casi tan desolada como la de Victoire y Thalía. El cuerpo de Zoë yacía entre sus brazos. Aún respiraba; tenía los ojos abiertos. Pero...

—La herida está emponzoñada —dijo Artemisa.

Al oir aquello Victoire apretó los ojos.

Era demasiado el dolor que estaba sintiendo en ese momento.

—¿Atlas la ha envenenado? —preguntó Percy.

—No, no ha sido Atlas —respondió la diosa.

Y les mostró la herida que tenía Zoë en el flanco. Se trataba del arañazo que le había hecho Ladón. Era mucho más grave de lo que Zoë había dejado entrever; Victoire jadeo afligida al ver el aspecto de está.

Zoë se había lanzado a pelear contra su padre con un corte espantoso que mermaba sus fuerzas.

—Las estrellas —murmuró Zoë—. No las veo.

—Néctar y ambrosía —dijo Percy—. ¡Deprisa! Debemos de conseguirle un poco.

Nadie se movió. La desolación se respiraba en el ambiente. El ejército de Cronos se hallaba al pie de la cuesta, pero todos, incluída Artemisa, estaban demasiado afectados para moverse. Victoire por un momento creyó que ese era el fin.

No tenía fuerzas para pelear contra el ejército de Monstruos. Su cuerpo le dolía y su corazón sufría.

Pero ese momento, sin embargo, se escuchó un extraño zumbido. Justo cuando el ejército de monstruos llegaba a la cima, un Sopwith Camel descendió del cielo en picado.

—¡Apartense de mi hija! —gritó el doctor Chase mientras entraban en acción sus ametralladoras y sembraban el suelo de orificios de bala.

Los monstruos se dispersaron.

—¿Papá? —exclamó Annabeth sin poder creerlo.

Incluso Victoire estaba atónita.

—¡Corre, corre! —respondió él, con una voz que se iba apagando a medida que el biplano remontaba el vuelo.

Aquella sorpresa sacó a Artemisa de su dolor. Levantó la vista hacia el avión, que estaba virando para volver a la carga.

—Un hombre valiente —musitó la diosa con reticencia—. Vamos. Tenemos que sacar a Zoë de aquí.

Se llevó su cuerno de caza a los labios y su claro sonido resonó por los valles de todo el condado. A Zoë le aleteaban los párpados.

—¡Aguanta! —le pidió Percy—. ¡Te repondrás!

El Sopwith Camel bajó de nuevo en picado. Algunos gigantes le lanzaron sus jabalinas, y una incluso pasó entre las alas de un lado. Las ametralladoras abrieron fuego y Victoire se percató de que el doctor
Chase se las había arreglado para conseguir bronce celestial con el que fabricar sus balas.

La primera ráfaga hizo saltar por los aires una hilera de mujeres-serpiente, que se disolvieron entre alaridos en una nube de polvo sulfuroso.

—¡Es... mi padre! —decía Annabeth, patidifusa.

Pero no tenían tiempo para admirar la destreza del señor Chase. Los gigantes y las mujeres-serpiente ya empezaban a recobrarse del desconcierto inicial, por lo que el señor Chase se vería muy pronto en un aprieto.

Entonces la luz de la luna se volvió más intensa; en el cielo apareció un carro arrastrado por los ciervos más hermosos que Victoire había visto jamás. Éste aterrizó junto a ellos.

—¡Arriba! —ordenó Artemisa.

Victoire soltó un quejido cuando Percy la ayudó a subir mientras Annabeth ayudaba a Thalía, quien seguía sin decir palabra alguna. Luego entre Percy y Artemisa levantaron a Zoë, la acomodaron y la envolvieron en una manta. La diosa tiró de las riendas, el carro ascendió por el aire y se alejó de la
montaña a toda velocidad.

—Como el trineo de Papá Noel —murmuró Percy junto a Victoire, todavía entumecido de dolor.

Artemisa tardó en volverse hacia él.

—Así es, joven. ¿De dónde creías que procedía esa leyenda?

Una vez que estuvieron a salvo, el señor Chase viró con su biplano y los siguió como si fuera una escolta de honor.

A sus de espaldas, el ejército de Cronos rugía de rabia mientras se iba congregando en la cima del monte Tamalpais. Pero los gritos más fuertes eran los de Atlas, que soltaba maldiciones contra los dioses y
forcejeaba bajo el peso del cielo.

No obstante Victoire no se percató de nada de eso, pues su mente seguía reproduciendo la caída de Luke y su atroz imagen entre las rocas.

Un nudo se instaló en su garganta y Victoire aguanto las lágrimas.

Su mejor amigo había muerto.

Y ella no pudo hacerlo cambiar de opinión.

▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃

▊▋▊▌▊▍▎▊▊▋▊
𝐁𝐚𝐫𝐛𝐬 © | 𝟐𝟎𝟐𝟐 ✔️

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro