❝ Capitulo nueve² ❞
🕰️🎧 ࣪˖ 𓄴 SECRETS presents to you
▬ ▬▬ act two: chapter nine
❝ night of confessions ❞
—Estaba aquí. Juro que estaba aquí.
Aseguró Tessa perpleja mirando la pared, ahora vacía, frente a ella. Giro en redondo para ver a los demás, pero se encontró con sus miradas desconcertantes. No obstante Max tragó saliva y asintió en su dirección.
—Te creo —dijo ella, quien estaba igual de pálida que Tessa—. Yo también lo ví. Aquí mismo.
Al oir eso, tessa volteo a verla con el terror reflejado en su mirada.
—¿Qué? —musitó ella. Que Max también hubiera visto el reloj no presagiaba nada bueno.
—¿Un reloj de pie? —preguntó Nancy.
Max asintió, ignorando la mirada preocupante de Tessa sobre ella
—Era tan real —aseguró la menor—. Y luego, cuando me acerqué, de repente... Desperté.
—¿Qué? —volvio a inquirir Tessa, atónita—. Entonces... ¿No te hablo?
—¿Quién le hablo a quién? —preguntó Steve detrás de ellas, pero Tessa no apartó la mirada de Max.
La menor negó respondiendo a su pregunta, lo que hizo que Tessa se sintiera aún más asustada.
—¿Tu si lo oíste? —le preguntó Max, a lo que Tessa asintió.
—Sali corriendo después de escúcharlo, pero cuando doble por el pasillo... Estaba de nuevo en la oficina —contó ella—. Cómo tu, había despertado.
—Era como si estuvieran en trance o algo así —les contó Dustin a Nancy a Robin, quienes se habían reunido con ellos momentos atrás, justo cuando el cuarteto estaba saliendo de la oficina—. Igual que Chrissy, según dijo Eddie.
—Pero esa no es la peor parte —les dijo Max, volteando a verlos junto con Tessa. Ninguna lucía bien que digamos.
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—Fred y Chrissy acudieron a la consejera Kelley. Ambos tenían dolores de cabeza, dolores fuertes que no se iban —comenzó a explicar Max mostrándoles a Nancy y a Robin ambos expedientes sobre el escritorio—. También presentaban pesadillas —agregó ella con cierta dificultad al hablar sobre eso—. Problemas para dormír. Se despertaban sudando frío. Luego empezaron las alucinaciones. Cosas malas de su pasado. Y estas visiones siguieron empeorando hasta que, finalmente.... todo se terminó.
—La maldición de Vecna —decreto Tessa.
Los cinco voltearon a verla junto a la ventana, donde la chica se habían mantenido callada y con la vista en el cristal desde que regresaron a la oficina.
Max asintió en su dirección.
—Chrissy empezó con las jaquecas hace ocho días —recalcó Max con la voz quebrada. Lo que hizo que Tessa sintiera un nudo formándose en su garganta al ver lo asustada que estaba la menor—. Fred, hace una semana. Yo, hace cinco.
—Seis —nuevamente todos voltearon a verla. Tessa finalmente se había alejado de ventana y se acercaba a ellos con un gesto nervioso y afligido—. Yo empecé hace seis días. ¿Esas pastillas por las que me preguntaste en el auto? Son para eso —explicó mirando a Steve.
—¿Por qué... Por qué no lo dijiste antes? —le preguntó Steve, preocupado. Pero Tessa lo volteó a ver con una ceja alzada y un gesto de desconcierto.
—Eran migrañas Steve, no sabía lo que significaban.
—Pero entonces... Eso quiere decir, ¿Qué? —preguntó él.
—Eso quiere decir... Que no sé cuánto me queda —dijo Tessa con la mirada afligida—. lo único que sí sé es que Fred y Chrissy murieron en menos de veinticuatro horas después de la primera visión. Y yo acabo de ver ese estúpido reloj. Todo indica que moriré mañana.
—Que moriremos mañana —corrigió Max con la voz entrecortada. Tessa se volteo hacia ella y negó frenéticamente con la cabeza, se acercó a ella y acunó su rostro entre sus manos.
—No voy a dejar que Vecna te lleve a ti. Primero tendrá que llevarme a mi para que eso pase, ¿Me oíste? No pasará. No voy a perderte a ti también —aseguró ella con la voz cortada por el llanto que ya no pudo seguir reteniendo. Max, quien estaba igual de afectada que ella, asintió y rodeo a Tessa con ambas brazos, enterrando su rostro entre su pecho como toda una niña asustada.
—No.
Ambas chicas se separaron ligeramente para voltear a ver a Steve. Este se había cruzado de brazos y miraba a ambos chicas con el sembrante serio. Negó con la cabeza.
—Ni Max ni tú van a morir mañana. No voy a permitirlo. No —negó el chico rotundamente.
Tessa, con el corazón oprimido al ver a Steve en negación, se separó completamente de Max y se acercó a él.
—Steve, las probabilidades de salir ambas con vida son escasas. No sabemos el plan de Vecna. No sabemos porque está haciendo esto. No sabemos nada de él. De aquí a que descubramos cómo vencerlo... —su voz flanqueo—. No voy a dejar que sea Max. No puedo hacerlo.
—Y yo no puedo dejar que lo hagas —respondió él tomando su rostro precipitadamente—. ¿No lo entiendes Tessa? No puedo...
Pero entonces el sonido de algo proveniente del pasillo alertó a todos. Haciendo que Tessa se separara de Steve con la respiración acelerada por el repentino movimiento del chico.
—Quédense aquí —les indicó él, y antes de salir por la puerta tomó la lámpara de pie de la oficina como arma.
Los cinco, Nancy, Robin, Max, Dustin y Tessa, compartieron una mirada entre ellos antes de seguir a Steve al pasillo. Era claro que ninguno iba a hacerle caso y dejarlo arriesgarse él solo. Tessa se apresuró a alcanzar a Steve y colocarse junto a él lista para golpear a quien sea que intentará lastimarlos. Daban pasos lentos y cortos, pero entonces el sonido de pasos acercándose velozmente al otro lado del pasillo los alertó.
Y justo cuando Steve levantó la lámpara, y Tessa cerró los puños, alguien apareció corriendo por la esquina logrando que el chico gritará y asustará los demás y al recién llegado.
—¡AAAAAHHHHHHHH ¡Soy yo!
—¿Lucas? —inquirió Nancy incrédula.
—¡Soy yo! —repitió el chico sin aliento.
—Carajo, ¡¿Que te pasa, Sinclair?! —protestó Steve con la respiración agitada.
—¡Casi nos matas de un susto! —reclamó Tessa.
—Lo siento —se disculpó él jadeando del cansancio.
—¡Casi te noqueó con esta lámpara! —continuó protestando Steve.
—Perdón, chicos. Vengo de pedalear 13 kilómetros. Denme un segundo —dijo él, lo que explicaba porque venía tan agitado y sudoroso—. Mierda —musitó él sin poder recuperar del todo el aliento—. Tenemos un código rojo.
—¿Qué? —inquirió Steve.
Tessa, por otro lado, sabía muy bien lo que un código rojo signicaba para el chico. Lucas se acercó a ella y a Dustin.
—Estuve con Jason, Patrick y Andy. Están como locos.
—¿Jason loco? Dinos algo que no sepamos ya, Lucas —comentó Tessa con burla. Sin embargo Lucas negó con la cabeza y miró a ambos con gesto preocupante.
—Quieren capturar a Eddie y creen que ustedes saben dónde está —respiró con dificultad y continúo—. Están en grave peligro.
—¿Yo? ¿Por qué? —reclamó Tessa ceñuda.
—Uno de los amigos de Eddie le dijo a Jason que tú eras su amiga y vecina, así que también te está buscando
Tessa bufó con exasperación.
—Lo que me faltaba.
—Esta bien. Si, eso es muy malo —dijo Dustin.
—¿Malo? —inquirió ella y se rió con desdén—. Solo deja que Jason se acerque a nosotros y verá lo que puede pasarle a ese lindo rostro suyo —amenazó ella sacando su lado protector.
—No es tiempo de sacar tu lado mamá luchona, Tessa. Aunque gracias —agradeció Dustin al final—. Pero tenemos problemas más grandes que Jason —dijo hacía Lucas, y luego volteo a verla a ella y Max.
Lucas, quien no entendía de que hablaba Dustin, miró a ambas con intriga.
En eso Steve se acercó a Tessa y la miró con una ceja enarcada.
—¿Ese lindo rostro suyo? —inquirió él.
Ella rodó los ojos y se encogió de hombros.
—Las cosas como son.
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Gracias a que Lucas había engañado a Jason y el resto del equipo de basketball, y los había guiado a una dirección totalmente errónea de dónde Eddie realmente estaba, el grupo no podía arriesgarse a ir a casa de Dustin o Tessa por temor a encontrarse al rubio.
Por lo que al final se dirigieron al único lugar más cercano al colegio, y el único en el cual Jason jamás buscaría: La casa de Nancy. Ahí podrían pasar la noche sin problema alguno y, a su vez, podrían al corriente a Lucas.
Así que tras saludar a los señores Wheeler y aceptar una pequeña cena por parte de la madre de Nancy, los seis se dirigieron al sótano de la casa y le explicaron todo lo descubierto a Lucas, quien cada vez abría más los ojos como un pez globo al oir todo lo que se había perdido.
Era pasada la medianoche cuando Lucas finalmente había logrado asimilar toda la información junta. Y pasaron otra media hora intentando tranquilizarlo debido a que el chico estaba sumamente preocupado por ambas chicas. Aunque la mayor víctima de su preocupación era Max, cosa que todos sabían aunque él no lo dijera en voz alta.
Así que, una vez que lograron tranquilizarlo y asegurarle que buscarían una manera para salvar la vida de ambas chicas, Lucas sucumbio al cansancio y terminó dormido en uno de los sofás del sótano, y Dustin no tardó en seguirlo, de forma que solamente Max, Steve, Nancy, Robin y Tessa quedaron despiertos.
—Nancy, ¿puedo usar lo que hay ahi? —preguntó Max señalando el viejo escritorio al otro lado del cuarto.
Nancy asintió.
—Por supuesto.
Y sin decir nada más, Max se dirigió al escritorio y no volvio a dirigirse a ellos en toda la noche.
—Creo que deberíamos seguir su ejemplo, es tarde —habló Nancy tras un par de minutos en silencio y señalando al par de chicos dormidos—. En el cuarto de Mike puede dormir alguien, aunque no le aseguró que puede encontrar —bromeo ella intentando aligerar el ambiente. Cosa que por poco logra, puesto que Tessa y Steve se habían reído levemente. No obstante, cualquier atisbo de sonrisa se borró en el rostro de Tessa y mantuvo nuevamente su mirada distante y perdida. Steve, por otro lado, no dejaba de verla de reojo, preocupado. Nancy se aclaró la garganta y se dirigió a Robin—. ¿Vienes?
—¿Qué? —inquirió Robin exaltada, a lo que Nancy arqueó una ceja y señalo a ambos disimuladamente—. Ah, si si. Yo voy con Nancy.
Y sin esperar respuesta por parte de ambos, ambas chicas desaparecieron por la escaleras.
Steve, quien había captando las intenciones de ambas, se levantó del sofá y tomo una de las frazadas que Nancy les había prestado. Tapo a Dustin y Lucas con ella y terminó hincandose frente a Tessa, de modo que su mirada y la de ella conectaron.
—Hey.
—Hey —musitó ella.
—Encontraremos una solución —aseguró él deduciendo su preocupación y silencio. Tessa tragó saliva y asintió con una pequeña sonrisa.
—Lo sé —dijo ella, aunque algo muy dentro de ella no estaba segura de sus palabras—. Deberías dormir tu también, ha sido un día muy agitado.
—Lo haré si tú también lo haces —respondió él.
Tessa suspiró y terminó aceptando.
—De acuerdo, lo intentaré —y se acomodó mejor en el sillón individual para dormir. Cerró los ojos y comenzó a regularizar su respiración a una más tranquila para fingir caer dormida.
Steve, creyendo en sus palabras, tomó otra frazada y la tapo, luego volvió al sofá individual donde estaba sentado y se recostó en el respaldo. Miro a Tessa una última vez antes de sucumbir al cansancio y caer él también a los brazos de Morfeo.
Tessa espero un poco y volvió a abrir los ojos para encontrarse a Steve dormido tranquilamente en el sillón de enfrente. Su corazón se oprimió al verlo y sus ojos se cristalizaron debido a la culpa que comenzaba a sentir de nuevo; sabía que Steve estaba preocupado por ella a pesar de todo lo que había pasado entre ambos.
Steve era tan jodidamente bueno que seguia preocupándose por ella a pesar de que Tessa le había roto el corazón.
Ella no merecía a alguien como Steve.
No merecía su preocupación.
Y con ese pensamiento en mente, se levantó del sofá y subió la escaleras sin hacer ruido para no despertar a los chicos o llamar la atención de Max. Cerró cuidadosamente la puerta del sótano detrás de ella y se encontró rodeada de oscuridad en la casa de los Wheeler.
Con mucho cuidado comenzó a caminar hacia la puerta de la residencia, sin embargo su camino se vio interrumpido cuando una voz la llamo justo cuando iba abrir la puerta.
—¿Te vas?
Tessa contuvo el aliento y soltó lentamente la perilla de la entrada. Se giró hacia las escaleras de la casa y se encontró a Nancy vestida con su pijama al pie de está. La castaña, al ver su gesto afligido y lleno de culpabilidad, supo la respuesta a su pregunta sin que Tessa tuviera que responderle. Soltó una pequeña risa desdeñosa y negó con la cabeza.
—Si que lo harás, ¿No es cierto?
—No lo entiendes Nancy.
—Claro que entiendo Tessa —afirmó ella—. Pensabas dejar a Steve otra vez, y de paso abandonar a Max.
Pero Tessa negó rotundamente y se acercó a ella a paso fuerte.
—No sabes lo que dices —masculló ella con la voz fría—. Yo jamás dejaría que Max muriera. Buscaria una forma de detener a Vecna o moriría en el intentó.
—¿Tu sola? —inquirió Nancy con incredulidad—. ¿Estás loca? Te mataría.
—Mejor yo que ella —repusó Tessa y se dió la media vuelta para caminar hacia la salida.
—¿Y que hay de Steve?
Tessa volvió a detenerse.
—¿Qué hay con él? —cuestionó ella.
—Lo estás dejando, de nuevo.
—No es lo mismo —replicó ella.
—Si lo es —afirmó Nancy—. Tessa, Steve está preocupado por ti. Si lo vuelves a dejar, lo destrozaras.
—No lo entiendes Wheeler.
—¿Qué no entiendo? —inquirió ella.
—Que no puedo estar con él.
—¿Y por qué no?
—Porque no.
—¿Qué clase de respuesta es esa? —protestó Nancy.
—La única —respondió ella—. No puedo seguir con ustedes, ni con él. Mucho menos con él.
—¿Por qué?
—Por que no, Nancy. Olvida el tema.
—No —espetó ella acercándose a Tessa—. Steve no merece volver a pasar por lo mismo. Se preocupa por ti a pesar de que ya no están juntos, Tessa. ¿Por qué lo estás dejando de nuevo? ¿Por qué no puedes quedarte?
—¡Porque lo amo y no puedo verlo sufrir más, Nancy! ¿Estás contentas? —soltó exasperada y con lágrimas en los ojos por la importancia que sentía.
Nancy, quien no se esperaba en absoluto aquella respuesta, cerró la boca de golpe y miró a Tessa sorprendida.
—¿Tu.... Lo amas?
—Si, Wheeler. Lo amo —espetó ella con brusquedad.
—Pero... tú terminaste con él.
—Lo hice, si —afirmó Tessa a la vez que se limpiaba las lágrimas con la manga de su rompevientos, sin embargo, nuevamente su rostro volvía a llenarse de lágrimas nuevas.
—Pero, si lo amas... ¿Por qué terminaste con él? —cuestionó.
—Porque todo lo que amo, muere, Nancy —confesó Tessa por primer vez en voz alta—. Amaba a mi familia. Amaba a Hopper como un padre. A Billy... Lo quería, y él... Él... —Tessa se sorbió la nariz y inspiró entrecortadamente para tomar aire y continuar—. ¿No lo entiendes, Nancy? Todo aquel que amo o quiero, termina muerto. No quiero eso para él. No quiero eso para Max, para Dustin, Robin, Lucas o para ti. Incluso Leila y DJ están en peligro ahora, porque por más que intenté mantener una relación de compañerismo con ellos, no pude hacerlo. Tengo que alejarme de todos antes de que terminen heridos o peor. No puedo... No puedo perder a alguien más en mi vida.
—Pero nosotros no podemos perderte a ti —aseguró Nancy—. Tessa, nada de lo que ha pasado es culpa tuya; La muerte de tu familia; la de Hopper; la de Billy; Ninguna fue tu culpa. Tu amor no los mató, fueron los monstruos provenientes de Upside down, no tu.
—Pero...
—No es tu culpa, Tessa —puntualizó Nancy tomándola de los hombros con suavidad—. Tu amor no daña ni lastima a nadie. No puedes alejarte de los amabas solo por temor a lastimarlos por algo que no esta en tus manos.
—Pero tengo miedo Nancy —gimoteó Tessa.
—Y es totalmente entendible Tessa —afirmó Nancy y la atrajo hacia ella para rodearla en un abrazo que Tessa no sabía que necesitaba hasta ese momento. Porque cuando sintió los brazos de Nancy rodearla, todas las paredes que había alzado en esos últimos meses flanquearon, y terminó regresandole el gesto con fuerza. Entonces comenzó a llorar con más intensidad—. Shh, todo estará bien —intentó tranquilizarla Nancy.
—No puedes estar segura de eso —musitó ella entre el llanto.
—No. Pero de lo que si puedo estar segura es que no tienes que pasar por todo esto sola. Estoy contigo Tessa. Y estoy segura de que si les dices a los demás lo que temes, y sientes, ellos también estarán contigo —le aseguró—. Sobretodo Steve.
Tessa se sorbió la nariz.
—¿Aún cuando le rompí el corazón?
—¿Bromeas? —inquirió Nancy separándose de ella para mirarla burlonamente—. ¿Acaso no viste su rostro cuando dijiste que Vecna tendría que llevarte a ti primero antes que pudiera hacerle algo a Max? Por poco se muere ahí mismo.
Y las palabras de Nancy hicieron efecto en Tessa, porque está se rió levemente y volvió a limpiarse el rostro con su rompevientos.
—Tampoco fue para tanto —repuso Tessa ruborizaba.
—Claro que si —afirmó Nancy con una sonrisa pícara—. Venga, vamos por un vaso de limonada.
Tessa se sorbió la nariz y terminó siguiendo a Nancy hasta la cocina, donde una se limpio el rostro en el lavabo y la otra se encargó de servir dos vasos de limonada fría.
El silencio que se torno alrededor de ambas fue más cálido de lo que alguna vez Tessa pensó que podría estar con Nancy Wheeler; no se consideraban amigas, pero tampoco completas desconocidas. En años pasados, cuando todo era normal en Hawkins, cuando ningúna sabía la existencia de otro mundo debajo del suyo, ambas eran bastante competitivas con la otra por el puesto de número uno en la escuela; Nancy quería superar en calificaciones a Tessa, y Tessa quería la relación que Nancy tenía con Steve, por lo que ambas chicas chocaban muchas veces y no de forma amigable.
No obstante, la vida da vueltas donde uno nunca lo espera. Y eso Tessa lo comprobó muy bien esa noche; no solo había confesado sus temores por primera vez en todos esos meses, sino que lo había hecho con la chica que menos había creído que la escucharía.
Esa noche ella y Nancy habían formado una especie de amistad silenciosa. Una donde la rizada castaña le había prometido apoyarla.
Y ahora Tessa quería regresarle el favor como mínimo.
—Hable con Jonathan hace como una semana —habló Tessa tras varios minutos en silencio. Sintió la mirada de Nancy sobre ella pero mantuvo su vista en sus tenis—. Me dijo que vendría en el descanso de primavera para pasarlo contigo. No sé que pasó. No sé que sucedió entre ambos, pero sea lo que sea que haya pasado, él te ama, Nancy. Realmente te ama.
—Y yo a él, Tessa. Yo realmente amo a Jonathan.
—¿Entonces que es lo que te preocupa? Y no me digas que nada, llevas un buen rato viendo el teléfono con indecisión —señaló ella.
Nancy suspiró decaída.
—No lo sé, él... Simplemente canceló el vuelo. No me dijo el porque ni le di motivos para hacerlo. Intenté hablar con él cuando llegamos pero nadie responde en su casa. Intenté hablar con él cuando Robin y yo subimos pero nuevamente nadie responde. Ni siquiera su madre.
—Deben haber salido Nancy. Mike está allá, ¿Recuerdas? —le recordó ella—. Seguramente Jonathan está de canguro y los está llevando a todos esos lugares geniales de California y no han llegado a casa todavia. Ya te marcará, estoy segura. Y respecto a lo que hizo... No sabría decirte el porque; seguramente surgió algo en Lenora y prefirió quedarse. Pero no tienes que preocuparte Nancy. Él te ama, estoy totalmente segura de eso.
—Tienes razón —concordó Nancy al final soltando una pequeña risa nerviosa—. No había pensando en eso. Estoy tan preocupada con todo esto de Vecna que... Tengo miedo que algo pase y no pueda volver a verlo. Hay tantas cosas que no nos hemos dicho —comebtó ella, pero al ver el gesto decaído en el rostro de Tessa, rápidamente añadió—. Pero tienes razón, todo estará bien. Tu y Max estarán bien.
—Si —asintió Tessa, no muy segura de eso.
—Lo mejor será descansar un poco —concluyó Nancy—. Mañana en la mañana llamaremos a Pennhurts para hablar con Victor Creel y descubrir como sobrevivió a Vecna. Mientras tanto, tu necesitas descansar.
—Estoy bien.
—Las ojeras debajo de tus ojos no dicen lo mismo —señaló Nancy.
—No puedo dormir, las pesadillas... —suspiró desanimada.
—Cierto, pero deberías intentarlo. Buenas noches Tessa.
—Buenas noches Nance —pero entonces recordó las palabras que Nancy había dicho anteriormente y se apresuro a detenerla—. ¿Nancy?
La chica se volteo a verla.
—¿Si?
—¿De casualidad no tendrás una grabadora y casettes vacíos?
Nancy, extrañada, frunció el ceño e hizo memoria de las cosas en su casa. Entonces recordó:
—Yo no, pero mi papá si. Hace unos años compro una grabadora pero nunca la uso. Si mi memoria no me falla, está en una caja allá abajo con su nombre.
—¿Crees que se moleste si la tomó?
—Para nada. Ni creo que recuerde que la tiene —aclaró Nancy.
—Gracias. Buenas noches.
—Buenas noches.
Y está vez, ambas se marcharon de la cocina. Una con dirección a su habitación para descansar, y la otra con dirección al sótano para buscar la grabadora que Nancy le había dicho.
Encontrarla no fue difícil. Tal como Nancy había dicho la grabadora estaba en una vieja caja con el nombre de su padre. Y para la suerte de ella, también había un montón de cassettes sin abrir que le servirían.
Con mucho cuidado de no hacer ruido, tomó la grabadora y unos cuantos cassettes para luego dirigirse al baño del sótano y poder tener privacidad. Una vez dentro y con la puerta cerrada, dejó los casettes arriba del lavabo y colocó solamente uno dentro de la grabadora.
Colocó su dedo sobre el botón de grabar y se detuvo por un segundos pensando en que diría, no obstante las palabras se aglomeraban en su mente de forma estrepitosa y al final optó por no pensar en nada y dejar que las palabras fluyeran por si solas.
Suspiró y le dió clic al botón:
—Hey, Tessa aquí —dijo intentando sonar animada, más su voz flanqueo y terminó suspirando profundamente antes continuar en un tono un poco más apagado—. Steve, si estás oyendo está cinta solo significa una cosa, y hay tantas cosas que no te dije y mereces saber....
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𝐁𝐚𝐫𝐛𝐬 © | 𝟐𝟎𝟐𝟐
Tenemos booktrailer en el segundo apartado de gráficos gg ✨🖤
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