❝ Capítulo Dieciocho ❞
🍨⚓ ࣪˖ 𓄴 SECRETS presents to you
▬ ▬▬ chapter eighteen
❝ memories and a failed plan❞
Me gustaría poder decirles que todo estaba bien. Que tras la llegada de los adultos pudimos volver a casa y continuar con nuestras vidas relativamente normales.
Pero no fue así.
Nada estaba ni remotamente bien.
—El desuellamentes creó este monstruo en Hawkins para detener a El, matarla y entrar a este mundo —nos contó Mike.
— Y casi lo logra —agregó Nancy—.Eso es solo una parte.
—¿Que tamaño tiene? —preguntó Hopper, quien abrazaba a la chica llamada Eleven.
— Es grande
—Nueve metros como mínimo —dijo Jonathan.
—Si, destruyó tu cabaña —le dijo Lucas a Hopper, quien inspiró profundamente—. Lo siento...
—A ver si entendí —dijo Steve a mi lado—. ¿Esa especie de araña gorda que lastimó a El es parte de un arma gigantesca?
—Si — respondió Nancy.
— Pero en vez de tornillos y metal, el desuellamentes construyó su arma con gente derretida.
—si, exacto —dijo ella.
Dibuje una mueca de solo imaginar aquello.
—De acuerdo, solo quería confirmar —dijo él.
Yo por una parte estaba sorprendida con todo esto. Quiero decir, si, sabía que cosas raras pasaban en el pueblo, estaba al tanto de todas las aventuras que habían vivido todo ellos. Pero oir los informes y presenciar todo aquello eran dos cosas muy diferentes.
—¿Estamos seguros de que aún está vivo? —cuestionó Joyce.
—El le dio una paliza, pero si, sigue vivo —respondió Max al otro lado de Steve.
Al voltear a verla no pude evitar pensar en su hermano Billy; los demás nos habían puesto al corriente de lo involucrando que estaba Billy y yo no podía creer que él estuviera metido en todo esto. Quiero decir, me costaba imaginar que Billy fuera el responsable de que el desuellamentes obtuviera todos esos cuerpos para formar su cuerpo.
No podía imaginarme como se sentiría Max en estos momentos. Billy podía ser muchas cosas pero al final era su hermano. Y si bien no se llevaban bien, eso no quitaba el hecho de que era su familia.
Carajo, incluso a mi me dolía hasta cierto punto. Solía salir con él y a pesar de ser un estupido y que nada terminará bien entre ambos.... Billy no era tan malo como todos decían.
—Pero cerrando el portal... —dijo Will.
—Separamos la mente del cuerpo — agregó Max.
—Y lo matamos —concluyó Lucas—. En teoría.
Todos nos quedamos en silencio. Sabíamos que el plan que era demasiado arriesgado pero podría ser efectivo.
—¡Hey! ¡Miren!
Todos volteamos hacia el hombre que gritaba. Murray Bauman, un ex periodista de investigación, venía hacia nosotros agitando unos papeles en mano. Nos hizo señas para seguirlo hasta la zona de comida donde colocó los papeles sobre una mesa y nos acercamos a para ver mejor lo que quería mostrarnos.
— Esto es lo que Alexei llamaba "el centro" —dijo señalando un punto en las hojas, estás tenían dibujado un plano de la base rusa—. El centro lleva a la sala de la bóveda.
—¿Dónde está el portal? —preguntó Hopper.
—Aquí —señale. Sentí la mirada de Murray sobre mi pero poco le di importancia.
—Desconozco la escala —confesó Murray—. pero debe estar cerca de la sala de la bóveda, quizá a unos 15 metros.
— Más bien 150 —Corrigió Erica acercándose a la mesa—. ¿Entrarán alegremente como si fuera un Disneyland comunista? —inquirió con ironía.
Ambos hombres voltearon a verla atónitos.
— Perdón, ¿Quien eres tu? —le preguntó el de lentes.
—Érica Sinclair —respondió ella con orgullo en su voz—. ¿Quien eres tu?
—Murray Bauman.
—Escuche, señor "Bauman", no le diré cómo hacer las cosas, pero pase 24 horas en ese pozo inmundo —vin como Lucas la miraba perplejo—. Con todo respeto, sí hacen lo que dice esté hombre, morirán todos —indicó hacia Hopper, quien la miraba atentamente.
—Perdón, ¿Por qué me habla esta niña de cuatro años? —cuestionó Murray mirando con cierta ironía a Sinclair.
—Tengo diez años, calvo desgraciado.
—¡Erica! —la reprendió Lucas.
—Es la verdad —protestó ella en su defensa.
—Tiene razón — interrumpí yo a su favor, por muy imposible que parezca.
—Así van a morir —señaló Dustin detrás de Sinclair—, pero pueden evitarlo. Disculpe. ¿Me permite?
—Adelante —dijo Murray aunque detecte recelo en su tono.
Dustin y Érica tomaron asiento en la mesa y me acerque a ambos, solo que yo me mantuve parada.
—Ok, ¿Ven está sala de aquí? Es un depósito —señaló y rodeó el lugar con un lápiz que sacó de su bolsillo—. Hay una escotilla que va al sistema de ventilación subterráneo. Eso... —dibujo una línea recta hacia el otro punto del plano—... lleva a la base del arma. Ahí abajo es un laberinto, pero Érica y yo podemos guiarlos.
Nada más salieron esos palabras de boca, negué rotundamente.
—No.
Ambos niños voltearon a verme atónitos.
—¿Ustedes pueden guiarnos? — preguntó Hopper. Volteo a verlo incrédula.
¿Enserio estaba considerando su plan?
—Descuide, usted lucha y hace lo peligroso y heroico, y nosotros somos sus... Navegantes.
—No —volví a decir pero esta vez acompañada de Hopper.
—Ninguno de ustedes dos regresara ahí —indique.
—Pero...
—No.
— Solo...
—No.
Dustin bufó.
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¿Quien diría que un centro comercial se convertiría en el administrador de armas que necesitábamos?
Yo jamás lo hubiera pensando, si les soy honesta, pero aquí estábamos Hopper y yo buscando armas y más radios para comunicarnos entre todos.
—¿Así que... la CIA?
Miré a Hopper, quien revisaba una de las arma que había tomado; inspiré y me colgué la mía, no sabía si la necesitaría pero era mejor estar preparada.
—Sé lo que dirás —le respondí checando otro cuerpo para ver si tenía alguna cosa de utilidad.
—¿A sí? —inquirió él mirándome.
Asentí y lo volteé a ver también.
—Me dirás que fue una decisión muy precipitada, que corro mucho peligro en ese trabajo y que debería estar disfrutando mi juventud.
Hopper me miraba seriamente, pero entonces me sorprendi cuando empezó a reírse.
—¿Qué? —le pregunté arqueando una ceja.
—No voy a negar que todo eso es cierto, pero te iba a preguntar si la paga es buena.
Solté una carcajada y negué con la cabeza; había olvidado que Hopper podía ser gracioso cuando quería.
—La paga es buena —aseguré pasando por encima de un ruso para acercarme a él.
Hopper asintió y me miró con una ligera sonrisa en labios.
—Te pareces mucho a tu madre.
—Pero con los ojos de mi padre —le dije con una pequeña sonrisa nostálgica.
—No hay día en que no extrañé a tus padres, sobre todo al pequeño Chris —me dijo algo de tristeza en su mirada.
No puedo ni imaginar cómo debería estar la mia.
— Han pasado dos años desde el accidente y todavía no logró dormir del todo bien —le confesé—. cada vez que cierro los ojos recuerdo esa noche. Pueden pasar 10 años y yo siempre recordaré esa noche, pero a pesar de que no están conmigo físicamente, sé que me acompañan aquí —dije señalando mi pecho, justo en la lugar donde mi corazón latía—. Y eso me consuela de cierto modo.
Entonces sentí los brazos de Jim rodear mis hombros y no dude en abrazarlo. Mi mirada captó a mis cuatro mocosos juntos y sonreí al verlos juntos.
—Te extrañé Jim. —le confesé.
- Y yo a ti —me dijo él, entonces me separé de él y lo mire—. Sabes... Tus padres estarían orgullosos de ti.
Y aquel comentario me hizo sentir mejor a pesar de lo que las cosas se estaban llendo al demonio en aquellos momentos.
—Gracias —le dije.
El me sonrió.
Entonces nos acercamos a Dustin y los demás.
—Hey, atrapa —le dijo Hopper y le lanzó una radio al ruloso—. Pueden navegar, pero desde un lugar seguro.
—No creo —dijo él—. La señal no llega allá abajo. Con esto no —mire a Dustin con una ceja alzada—. Necesitas una frecuencia alta para retransmitir de la torre rusa. Necesitas alguien que conozca la sala de comunicaciones
—Entonces iré yo.
—¡No!
Brinque sorprendida en mi lugar. Steve, que estaba con Robin en uno de los locales de comida al otro lado del pasillo, se había negado. ¿Cómo diablos escuchó hasta allá? No tengo ni idea. Solo sé que en cuanto me volteé a verlo, él ya estaba corriendo en nuestro y negaba con la cabeza—. Tu no volverás ahí abajo, casi mueres allá.
—Casi todos morimos ahí —le corrigió Sinclair.
—Shhh, conversación de adultos —le dijo Steve y ella lo miro incrédula—. No irás, punto.
—Tengo una misión que concluir, Steve. Debo conseguir el dispositivo.
—¿De casualidad el dispositivo es un chip del tamaño de un dedo? —preguntó Murray llegando de repente con nosotros.
Lo miré extrañada.
—Si, ¿Cómo lo...
— Alexei comentó algo de un Chip, lo aguardan en la misma caja fuerte que el maletín.
—¡Solucionado! —exclamó Steve con alivió—. Ellos pueden tomar el chip junto con el maletín y tú no tienes que volver ahi.
Abrí la boca para replicar pero entonces Hopper se metió.
—Él tiene razón —dijo Hopper. La mire incrédula—. No irás con nosotros.
—Pero...
—He dicho que no. Nosotros tomaremos el chip por ti.
La idea no me gustaba. Se supone que yo debería tomarlo, no ellos. No obstante, si era honesta, la simple idea de volver allá abajo me estremecía. Y una parte de mi tampoco quería volver.
—Bien —acepte finalmente.
—Entonces necesitas alguien que conozca la sala de comunicaciones y cuente con una torre artesanal superpoderosa, preferentemente ubicada en el punto más alto de Hawkins —dijo Dustin—. Ah espera, alguien como yo. Podemos hacer de navegador, pero danos la ventaja.
Vi como Hopper mantenía la respiración con un sembrante serio, como si estuviera pensando como unos niños estaban logrando convercerlo de hacer lo que decía.
Entonces Dustin agrego.
—Y un auto.
Apreté los labios para no reírme de él. Hopper terminó suspirando profundamente. Estaba segura que no le agradaba trabajar con niños pero era lo había.
Aceptó, aunque claro que no le iba a dar las llaves a Dustin o a Sinclair, así que de éste modo formamos un plan: Jim, Murray y Joyce bajarían a desactivar el arma, cerrarían el portal y traerían el chip que necesitaba.
Mientras ellos hacian eso Steve y Robin llevarían a Dustin y a Erica hasta la torre artesanal que el primero había construido.
Por otro lado Nancy, Jonathan y yo llevaríamos a los demás mocosos al refugio, o más bien casa, de Murray, quien al parecer tenía todo un sistema de protección.
Debo confesar que no me gustaba la idea de separarme de Steve, Robin, Dustin e incluso de Sinclair, pero también era muy consciente que una criatura de otra dimensión estaba detrás de El, y yo era la única con un entrenamiento adecuado como para proteger a los niños. Sin contar que Murray tenía equipo necesario para poder comunicarme con las oficinas de la CIA, de modo que podría pedir refuerzos.
Una vez que cada grupo supo lo que tenía que hacer, cada quien se preparó para partir. Me acerque a Steve antes de que él y Robin se llevarán a los niños.
—Cuidalos —le pedí señalando a Dustin, Robin y Erica—. Pero sobretodo cuídate tú.
—Estaremos bien —aseguró él—. Ustedes tengan cuidado, esa cosa podría ir detrás de ustedes.
—Es por eso que iré con ellos, tengo más entrenamiento en combate y armas que ellos. Sé que Nancy es capaz de disparar pero si esa cosa es tan grande como dijeron, necesitará toda la ayuda posible.
— Eso es algo que me gusta de ti —dijo de repente Steve mirándome fijamente con una sonrisa—. Siempre ves primero por el bienestar de los demás que por el tuyo. Me encanta y a la vez me aterra —confesó a la vez que su sonrisa de desvanecia y un gesto de preocupación la reemplazaba—, porque estarías dispuesta a interponerte entre esa cosa y ellos con tal de salvarles la vida aunque eso te cueste la tuya.
—Lo haría, si —confesé. Entonces lo tome del rostro y le di un beso corto—. Pero eso no pasará.
—¿Lo prometes?
—Lo prometo.
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La luz de la luna brillaba en lo alto del cielo oscuro. Aquel día era la feria de Hawkins para festejar el cuatro de julio y nosotros estábamos huyendo literalmente de una criatura asesina.
Una vez que Hopper, Joyce y Murray se fueron hacia la bodega que los llevaría a la base rusa, nosotros nos dirigimos al exterior del centro comercial para subir al auto e irnos al refugio.
En eso escuché a Max decir que El sangraba.
Me volteé rápidamente y la examiné; sangre salía de su nariz.
—¿Te sientes bien? —le pregunté.
Ella asintió.
—Si.
Su voz no sonaba segura, pero no teníamos tiempo que perder. Abrí la parte trasera del auto y dejé que los tres chicos entrarán primero, una vez que estuvieron arriba cerré la puerta y entré en los asientos delanteros junto con Lucas y Will. Nancy sería quien condujera mientras Jonathan sería el copiloto.
—Debemos irnos —les dije.
Pero entonces Nancy intento encender el auto y esté no jalo.
—¿Qué pasa? —le preguntó Jonathan.
—No...No sé —respondió Wheeler mientras giraba la llave otra vez. No obstante el el motor no encendía—. No puede ser ¡Vamos!
—¿Tu mamá no acaba de comprarlo? —le preguntó Lucas.
—Si, seguro no es nada —aseguró ella, pero yo no estaba muy segura.
—¿Olvidaste apagar las luces? —le preguntó Will
—No.
— ¿Tenemos combustible?
—¡Si! —exclamó irritada.
La mire ceñuda.
—Cuida tu tono Wheeler. Ellos no tienen la culpa —le dije, a lo que Nancy bufó y volvió a girar la llave con fuerza. Podía entender su desesperación pero los niños no tenían la culpa. Ellos estaban igual, o más, asustados que nosotros.
—¡Vamos! —gruñó ella intentando encender el motor con rudeza.
—¡Basta! —le dijo Jonathan y abrió la puerta—. Levanta el capo.
Bajo del auto y no tarde en seguirlo junto con Nancy.
—¿Qué demonios es esto? —dijo él cuando abrió el capó y reviso el motor. Vi a lo que se refería y me incline para buscarlo entre los huecos.
—¿Qué? —preguntó Nancy sin entender.
—Falta un cable —señale.
— El cable de encendido —indicó Jonathan.
En eso el rugir de un motor se escuchó al otro lado del estacionamiento y los tres nos volvimos al mismo tiempo para ver un auto a los lejos. Y a pesar de que esté prendió sus luces y nos deslumbró a lo lejos, logré reconocer aquel Camaro azul.
Billy estaba aquí.
Tanto Nancy y yo corrimos a abrir las puertas del auto.
— ¡Volvamos a entrar! —les indique a los niños.
— ¡Rápido!
—¡Cuidado!
Y entramos de nuevo al centro comercial.
Estabamos en problemas.
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— Tropa Scoops, ¿Me copian?.... Tropa Scoops, repito, ¿Me copian? Estamos atrapados en Starcourt. Necesitamos transporte de emergencia —dijo Mike por la radio.
Esperamos, pero no hubo respuesta por parte de los demás.
—Tropa Scoops, ¿Me copian? Billy nos encontró. Incapacitó nuestro auto. Estamos atrapados en Starcourt.
Inspire profundamente para relajarme; el plan se había jodido. Necesitábamos salir de ahí para poner a los niños a salvo y el auto no servía.
No teníamos otro medio escape. Steve se había llevado el otro auto y su grupo no respondía, cosa que tampoco me tranquilizaba.
Me encontraba sumida en mis pensamientos cuando escuché como cargaban un arma. Gire en mi lugar y vi a Wheeler con una pistola en mano.
—¿Lo matarán? — preguntó Max. Mi corazón brincó y volteé a ver alarmada a Nancy.
—Esto es solo por precaución —le dijo ella.
Pero eso no me dejó tranquila. ¿Sería capaz de dispararle a Billy?
Es más, ¿Yo sería capaz de siquiera apuntarlo?
—Y no solo contra Billy, si sabe que estamos aquí, el desuellamentes también —dijo Will.
Pero eso me hizo sentir aun menos tranquila. De pronto el arma que cargaba se sintió muy pesada. ¿Sería capaz de dispararle al chico que me ayudó en California cuando me sentía sola y vacía? Tal vez se debía al estrés de la situación o que me encontraba pensando en él, pero inevitable el recuerdo de la primera vez que hablábamos volvió a mi mente.
Recuerdo que mi tía Jules me había levantando temprano aquel fin de semana para salir a correr a la playa como parte de mi entrenamiento físico. Normalmente corríamos juntas todo el trayecto, pero aquel día Jules recibió una llamada importante de su jefe y me indicó seguir sola hasta la casa.
Continúe corriendo sola y una vez llegué a la parte de la playa donde la casa de Jules estaba ubicada me senté en la arena blanca para ver el atardecer y esperarla.
Lo que nunca esperé es que el chico de la casa de al lado saldría y se sentaría a mi lado en la arena.
—Eres nueva ¿No? Te he visto en la escuela —me dijo él.
Pero en aquel entonces no tenía ninguna intención de socializar con nadie.
—No es de tu incumbencia —le dije sin voltear a verlo.
—Chica ruda ¿eh? Me gusta.
Recuerdo que su comentario me molestó, así que me levanté decidida a irme a la casa cuando él se presentó.
—Soy Billy.
Pero no le respondí y comencé a subir las escaleras hasta la casa de Jules.
Y esa no fue la última vez que lo vi. Todas las tardes que salía a correr, él también lo hacía. En la escuela se me acercaba en los pasillos o en el receso, pero yo siempre lograba escabullirme. Jules me bromeaba al respecto diciendo que le gustaba, pero yo siempre me mostraba cortante al tema. La muerte de mi familia me había afectado a ese punto, en donde no quería hablar con nadie que no fuera Jules o la agencia, y enñn donde el tema del amor era algo tan banal que no me interesaba en lo absoluto.
Y eso a Jules no le gustaba. Así que un día me orillo a responderle. ¿Cómo? Pues se puso a conversar con Susan Hargrove, la madre de Max y madrastra de Billy, y ambas se llevaron tan bien que Susan nos invitó a cenar a su casa.
Billy no desaprovechó la oportunidad para hablarme y yo, que no sería grosera en una casa ajena a la mia, le respondí.
Esa noche me sorprendí gratamente. Había creído que Billy solo intentaría coquetear conmigo pero en realidad conversamos sobre nuestros gustos y pasatiempos. Me contó que le gustaba surfear y yo le confesé que me gustaria aprender. Esa noche me prometió enseñarme.
Creí que jugaba, pero al día siguiente se presentó en la casa de Jules para la primera lección y yo, quien ya lo había dejado acercarse a mi, acepté.
A partir de ese día las lecciones se volvieron constantes y no solo eso, Billy se empeño en acompañarme a correr en las tardes y yo no sé lo pude negar. Para ese punto su compañía me hacía sentir mejor.
Me hacía sentir menos sola.
Billy ya se había vuelto un amigo y no tardó en ganarse un espacio en mi corazón, de forma que comenzamos a salir oficialmente a mediados de febrero; los primeros meses fueron estupendos, me buscaba para llevarme a la escuela junto con su hermana Max, a quien inevitable no pude evitar tomarle cariño (más que nada porque me recordaba un poco a mi hermano Chris). Salíamos a comer, al cine o a surfear.
A veces íbamos a alguna fiesta de los chicos de la escuela, pero casi siempre terminábamos yendonos al boliche o a fumar al pozo, un acantilado cerca de la costa que designamos para estar solos y tranquilos.
Si bien no me enorgullecia de todo el tabaco que consumía en esos meses, tampoco me arrepientia. Me hacía sentir bien y punto.
No obstante, si bien mi relación con Billy estaba bien, los entrenamientos en la agencia comenzaron a volverse más intensos y constantes, al punto de que desaparecía todo el día y no volvía hasta la noche. O incluso faltaba a clases.
Y eso a Billy no le gustó. Fue entonces que comencé a ver su lado celoso y posesivo y no me gustó nada. Tal vez fue ese el motivo por el que comencé a ver cosas que había pasado por alto. Por ejemplo la constante tensión entre él y su padre.
No me había percatado de aquel atisbo temeroso en la mirada de Billy cada vez que veía a su padre esperándolo afuera de su casa cuando ambos discutíamos en el auto.
No había prestado atención a las muecas de dolor que hacia Billy cuando le rodeaba la cintura para abrazarlo.
Un día le pregunté al respecto y lo único que me dijo fue.
—No es de tu incumbencia.
Y si bien me molestó su actitud, tampoco le reproche nada. Al fin y al cabo, ¿No había sido esa la primera respuesta que le había dado yo?
No obstante una noche escuché ruidos en su casa, y al asomarme por la ventana vi como el señor Hargrove salía furioso de su casa y se iba en su auto. En ese momento creí que tal vez él y Susan habían discutido, pero al ver el golpe en la mejilla de Billy la mañana siguiente todas mis sospechas sobre lo que pasaba en su casa terminaron de confirmarse.
Y no pude quedarme callada. Le insistí en ir a las autoridades. En demandar a su padre y ayudarlo.
Pero lo único que recibí por su parte fue:
—No te metas donde no te llaman, Jones.
Entonces las cosas se fueron a la mierda entre ambos. Discutíamos más. Nos decíamos cosas hirientes el uno al otro. Me ignoraba algunos días y de pronto me buscaba como si nada hubiera pasado.
Y Empezó a ser más celoso de lo normal.
—¿¡Quien mierda era él!? —me grito en el estacionamiento de la escuela, ambos habíamos subido a su auto para irnos a casa.
—¿De quien hablas? —le pregunté.
—¡No te hagas la estúpida! ¡El chico a la hora del receso, el que te dio la nota!
Aquel día lo mire totalmente incrédula.
—¡No lo conozco! Solo me dio una nota de la dirección —le aseguré y le enseñe la nota.
Sin embargo él me la arrebató con brusquedad, la rompió y la tiro por la ventana.
Todo el camino a casa fue una discusión sobre si lo estaba engañando o no.
Y esa siempre fue la discusión los días siguientes.
Hasta que llegue a punto donde ya no podía aguantar más eso.
No podía seguir aguantando las constantes discusiones entre ambos.
La desconfianza de su parte.
Asi que me decidí a hablar con él para resolver todos nuestros problemas de una buena vez, pero Billy se me adelantó y terminó conmigo un día antes de mi cumpleaños número dieciocho.
¿Lo peor? Me enteré al día siguiente en la escuela, justamente el día de mi cumpleaños, que Billy se había acostado con Rachel Garrison la noche anterior.
No me quedé al último módulo de clases. Tomé mis cosas y me largué de la escuela. Camine y corrí hasta la casa de Jules y una vez ahi me derrumbe en el cuarto que me había dado.
Llore todo el día de mi cumpleaños. Llore los días siguientes.
Y lo odie tanto por haberme lastimado de ese modo.
Y heme aquí, nueve meses después de eso y yo aún sentía algo pequeño por él. Aún mantenía la esperanza de que había algo bueno dentro de él.
—Tropa Scoops, ¿Me copian? —volteamos a ver a Mike caminando por el pasillo con la radio en mano. Seguía sin tener respuesta de Steve y los demás.
— Ni soñar con que ande ¿no? —dijo Nancy de pronto señalando el auto que El había estrellado contra los rusos.
—Steve, ¿Me copias? —insistió Mike.
Entonces Jonathan dijo algo que me dio esperanza.
—No necesitamos que ande...
—Solo el cable de encendido —señale captando su idea.
Rápidamente nos reunimos todos y formamos un plan; Entre todos moveriamos el auto para conseguir el cable de encendido y poder usarlo en el auto de los wheeler. Todos, menos El, quien estaba lastimada, nos subimos en los mostradores de comida de los locales y nos posicionamos en un lugar para empujar.
—A la de tres; 1...2...3.
Empuje con todas mi fuerzas el auto, ignoré la punzada de dolor en mi brazo y ejercí toda la fuerza que tenía. Sin embargo solo logramos moverlo un poco, más no lo suficientemente para voltearlo.
— ¡Mierda! —exclamó Jonathan a la segunda vez que lo intentamos.
—Déjenme probar —pidió El, quien estaba junto a Will porque ya no había espacio para él en el lugar.
- El...
—Puedo hacerlo —aseguró ella interrumpiendo a Mike.
Mire a Jonathan, dudosa, pero al final nos colocamos todos detrás de ella y la dejamos intentarlo.
Lamentablemente ella no logró, por lo que tuvimos que recurrir a un plan de Mike; usar la física.
Y para nuestra sorpresa, su plan funcionó. Logramos voltear el auto por completo. Mientras Jonathan y Nancy buscaban una forma de abrir el capó, me acerque a Max y a Mike y vi lo que estaban viendo.
—¿Qué está haciendo? —les preguntó señalando a El, quien revisaba un bote de basura.
Los tres nos acercamos a ella, El había sacado una lata de Coca-Cola y la miraba fijamente. Observé como su cuerpo se estremecía pero no podía verle el rostro.
—El... — la llamo Mike—. ¿Estás bien?
Ella volteo a vernos afligida mientras un hilo de sangre bajaba por su nariz. Iba a preguntarle que ocurría cuando unos fuertes ruidos se escucharon en el techo. Tanto Max como yo volteamos hacia arriba y vimos como el techo temblaba y en algunas zonas se hundía.
—Mike —lo llamo Max con la voz temblorosa. Mike miró hacia arriba alarmado.
—¿Eso es...— pero no termine mi pregunta cuando Mike le grito a su hermana, alertandola.
— ¡Nancy!
Entonces el techo empezó a quebrarse.
—¡Vamos! —grité.
Mike tomo a Eleven de la mano y yo a Max. Los cuatro salimos corriendo lo más rápido que podíamos.
El desuellamentes estaba aquí.
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𝐁𝐚𝐫𝐛𝐬 © | 𝟐𝟎𝟏𝟗
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