❝ Capítulo Cinco ❞
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▬ ▬▬ chapter five
❝ Robin discovers the plan ❞
—¿Qué opinan? —nos preguntó Dustin pausando la grabadora que traía consigo.
— Me sonó conocida —respondió Steve comiendo una banana del almacén.
Alce una ceja.
— ¿Que cosa? —le pregunté extrañada.
— La música—dijo él. Lo mire incrédula—. La música del final.
—¿Por qué escuchas la música, Steve? —replicó Dustin ceñudo—. Escucha el ruso.
—Estamos traduciendo ruso idiota.
— intento escucharlo pero hay música —refutó él.
Estaba apunto de replicarle que ignorara la tonta música cuando una exasperada Robin abrió la puerta.
—Dejen ya al niño y vayan a atender — nos dijo a Steve y a mi. Entró al cuarto totalmente estresada y al ver su pizarra con el alfabeto ruso que habíamos anotado se volvió hacia nosotros.
—Mi pizarra —reclamó—. eran datos importantes idiotas.
— Te aseguro que esto es más importante que tus datos —le dijo Dustin. Steve asintió cruzándose se brazos a la vez que dejaba caer la cascara de la banana sobre la mesa. Yo, por mi parte, tome la cáscara, se la aventé de vuelta (la mesa no era un bote de basura), me apoye en el respaldo de la silla y los mire con diversión.
—¿Si? ¿Y cómo saben que los rusos traman algo? —preguntó Robin.
Alce una ceja, escéptica.
—¿Cómo sabe de los rusos? — mascullo Dustin hacia Steve.
—Ni idea.
— ¿Le contaste? — replicó el mocoso.
— Yo no — respondió él.
Ambos voltearon a verme. Me encogí de hombros.
— A mí ni me vean, yo no fui.
Robin bufó.
—Los oigo —señaló Robin—. Oigo todo lo que dicen; Los tres hablan muy fuerte
Ninguno dijo nada. La verdad es que no habíamos pensando en esa posibilidad.
— Creen que grabaron a unos rusos malos conspirando contra el país e intentan traducirlos, pero no descifraron nada porque no sabían que ellos usan otro alfabeto; ¿Tengo razón?
Apreté los dientes y voltee a ver a Steve a Dustin. Ambos chicos lucían muy sorprendidos.
Robin se inclino con rapidez e intento tomar la grabadora, sin embargo Steve fue más rápido y la tomo antes que ella.
— ¿Qué haces? —cuestionó él.
—Quiero escuchar.
—¿Por qué? —preguntaron Steve y Dustin.
— Porque podría ayudar/ porque podría ayudarnos.— dijimos Robin y yo al unísono.
Robin me miró bien y asintió en mi dirección, como agradeciendo que la estuviera apoyando.
— Además habló cuatro idiomas —agregó ella.
—¿Ruso? —preguntó Dustin.
Robin dijo algo en otro idioma que no era para nada ruso. ¿Qué como lo sé? Seré tonta pero no pendeja llevaba más de dos horas escuchando una grabación rusa y eso no sonó nada parecido.
Sin embargo el idiota y el mocoso al parecer si le creyeron, porque abrieron sus bocas en una enorme O.
—Mierda —exclamó Dustin.
—Lenguaje —Le reprendí.
—Era jerizonga, tontos— confesó Robin.
Miró a ambos chicos con gesto incrédulo.
—Idiota —masculló Steve lanzándole a Dustin la cáscara de la banana.
— Pero habló español, francés e italiano.— prosiguió Robin tomando asiento a mi lado—. Y hace 12 años que tocó en la banda escolar.
Los tres la miramos.
—Tengo un buen oído, créanme —nos dijo.
Por mi parte estaba bien aceptarla en eso, pero Steve no lucía muy convencido.
— Vamos, su turno de servir helado; mi turno de traducir. No me deberás nada, estoy aburrida— pidio Robin extendiéndole la pala de los helados.
¿Cómo rayos hablaba tan rápido? Pensé.
Steve miró a Dustin y luego a mi. Yo me encogí de hombros y señale la pala de helados con la mirada. Steve suspiró y la tomó. Le dio la grabadora a Robin.
— Bien, afuera está el diablo... Suerte con ella.
Steve y yo salimos del cuartito. Del otro lado del mostrador estaba Erica Sinclair. La hermana menor de Lucas. Alias, Satanás.
— Yo me encargo — le dije a Steve y camine hasta la caja registradora para atenderla.
— Hola Sinclair.
— Jones —saludó con desdén. Apreté los dientes.
— ¿Qué vas a desear?
— Quiero probar el helado de menta.
Chasquee la lengua. Sabía perfectamente que ya lo había probado desde hace un buen rato.
—Ya lo probaste pequeña, ahora elige tu helado o puedes volver por dónde vendiste.
Empezó un reto de mirada entre ambas. Conocía muy bien a Erica Sinclair. A diferencia de su hermano, ella y yo no teníamos una relación de lo más... Bien. La niña era una manipuladora. Sabía que decir para obtener lo que quería.
Pero yo no caería en sus juegos.
Oh no.
— Quiero probar el de menta —exigió nuevamente. Sus amiguitas detrás de ellas rieron.
Sonreí con sorna y me incline sobre la caja para que solo ella pudiera escúcharme.
—Mira, estoy segura que tus amiguitas no saben que aún duermes con el señor osito barrigón —Sus ojos se abrieron como platos. Sonreí aún más y volví a enderezarme sobre mi lugar—. elige tu helado cielo.
Erica me fulminó con la mirada.
— Chocolate.
Sonreí victoriosa; le servi su helado, ella pagó y se marchó. Steve soltó un silbido y se acercó a mi por detrás.
— ¿Qué rayos le dijiste? —me preguntó Steve.
—Digamos que sus amigas no saben ciertas cosas que yo sí, y que ella prefiere mantenerlos en secreto.
—No conocía esa faceta tuya, Jones —Me dijo con una sonrisa ladeada a la vez que se apoyaba en el mostrador, justo a mi lado.
—Hay muchas cosas que no sabes de mi, Steve —le respondí mirándolo fijamente a los ojos.
Steve se rió y me regreso el gesto; Sus ojos no se apartaron de los míos. Podía sentir como una corriente eléctrica subía por toda mi espina dorsal, mandándome una sensación cálida en la boca del estómago. Podía jurar que mi rostro se puso colocado.
Steve me sonrió con ternura y colocó una mano sobre la mía.
— De verdad te extrañe Tessa.
Sentí un vuelco en el estómago.
— Y yo a ti, Steve.
El contacto de miradas se mantuvo. ¿Eran imaginaciones mías o Steve estaba cada vez más cerca mío? Lo tenía tan cerca que podía oler su colonia masculina.
Lo tenía tan cerca que podía ver sus rizadas pestañas a la perfección.
Lo tenía tan cerca que todo mi cuerpo se relajo con su simple cercanía.
Pero todo se esfumó cuando la pequeña campana de la recepción sonó; Los dos nos separamos, avergonzados y me aleje de la caja para que Steve atendiera a los nuevos clientes.
Me acerqué a una de las mesas del fondo para recoger los copas de helados vacías que habían dejado, pero en mi mente no podía dejar de repasar la cercanía que habíamos tenido segundos atrás.
¿Qué rayos había pasado?¿Acaso....? ¿Acaso Steve me iba a besar? No, eso era imposible. Él nunca me había visto de esa forma en años pasados, ¿Por qué debería cambiar eso?
Yo solo era una simple amiga para él. Así había sido hace dos años y así debería ser ahora.
¿No?
Continúe recogiendo las mesas sucias, intentando despejar mi atolondrada mente.
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— Lista la primera línea —anunció Robin abriendo una de las ventanas. Tanto Steve como yo nos acercamos cada uno con un helado en la mano.
— ¿Enserio?.— pregunté sorprendida.
Robin asintió.
— “La semana es larga" —dijo ella.
Apreté los labios.
—Estas bromeando —le dije, pero ella negó.
— Que emocionante —comentó Steve irónicamente.
—Lo sé, pero algo es algo —señaló Robin y cerró la ventana.
Ambos compartimos una mirada cansada y nos volvimos hacia la caja donde Max y una amiga suya esperaban sus helados.
— Aquí tienen uno de fresa...
— Y el otro de vainilla con chispas y crema chantilli extra —dije entregándole su helado a la amiga de Max.
Me alegraba ver a Max saliendo con amigas.
— Gracias — dijeron ambas y comieron de su helado.
Entonces Steve pareció recaer en algo y miro a la castaña de pelo corto que acompañaba a Max.
— Espera un segundo... ¿Puedes estar aquí?
Tanto ella como Max se miraron con complicidad. Soltaron un par de risitas y salieron corriendo como si hubiera sido atrapadas haciendo una travesura. Steve se quedó completamente extrañado.
— Eso... Ok —terminó encogiendose de hombros.
Volteé a verlo con una ceja enarcada.
—¿La conoces? —le pregunté. Si era honesta, me sorprendía que el chico conociera a todas las amistades de los mocosos.
Steve asintió.
—Es la novia de Mike, El.
Me quedé perpleja.
—¿¡Mike tiene novia!? — solté sin poder creerlo. Steve asintió con mirándome de forma burlona.
— Que esperabas, son adolescentes —respondió como si fuera la cosa más obvia, lo cual no iba a negar que era cierto.
Sin embargo conocía a Mike wheeler desde que tenía unos siete años, y se me hacía muy raro saber que ya tenía novia.
¿Es que en qué momento creció tanto?
No obstante, no iba a desaprovechar esta ocasión para molestar a Steve.
— Que triste debe ser —dije. Steve me miró sin comprender. Sonreí ladinamente—. Los mocosos tienen novia y tú apenas y consigues que te miren.
El entorno los ojos y se rió irónicamente.
—Muy chistosa.
—Lo sé —respondí orgullosa, en eso recordé lo que había dicho—. Por cierto, ¿por qué no podría estar la novia de Mike aquí?
Y como si hubiera hecho una pregunta prohibida, Steve se puso nervioso. Abrió y cerró la boca repetidas veces, buscando una respuesta a mi pregunta. La mire extrañada.
— Creo que no la dejan venir aquí —diji finamente y se fue a atender una mesa que acaba de ser ocupada.
Yo no le creí. En primera, cuando Steve miente siempre evita mirarme a la cara. Cosa que había hecho. Y en segunda, ¿A qué clase de niña no la dejan salir al centro comercial con su amiga? Sabía que había padres estrictos pero eso sería una exageración extrema.
Así que eso me hizo sospechar; Steve Harrington parecía ocultar algo. Y esa niña, la amiga de Max y novia de Mike, estaba metida en lo que sea que ocultaba.
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𝐁𝐚𝐫𝐛𝐬 © | 𝟐𝟎𝟏𝟗
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