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Efímeros eran los momentos en los que los Ghosts podían darse el lujo de un merecido descanso. Pues sus días se encontraban perpetuamente repletos de arduas misiones, ya fuese infiltrándose sigilosamente en bases enemigas, rescatando a rehenes angustiados o afrontando otros trabajos. Y no obstante, allí se encontraban en aquella noche, reunidos en un  bar de la ciudad, bebiendo y conversando  sobre trivialidades, relajándose tras una semana de absoluta agitación.

La mesa se encontraba rodeada de carcajadas y animadas charlas, mas sólo dos de los hombres permanecían en silencio entre el bullicio. Por un lado, Keegan se limitaba a escuchar con atención las conversaciones de sus compañeros, sumido en sus propios pensamientos. Por otro, Kick no había pronunciado palabra alguna desde que llegó, absorto en teclear incansablemente en su teléfono móvil, distraidó en alguna conversación con sabrá dios quien.

Keegan era un hombre de pocas palabras, prefiriendo reservarlas   para los momentos en que era verdaderamente necesario. Sin embargo, apreciaba profundamente aquellos ratos de descanso y camaradería con aquellos hombres que prácticamente se habían convertido en su familia.

Cuando alguno de ellos le dirigía la palabra, él respondía sin ningún problema. Sus respuestas eran breves y concisas, pero todos en el grupo estaban familiarizados con la actitud reservada de aquel hombre de ojos azules, que parecía guardar celosamente sus pensamientos más íntimos.

Keegan no había bebido en esa ocasión y solo se dedicaba a escuchar a Merrick contar algunas viejas anécdotas de sus primeros años sirviendo en el ejército. Cuando se colocaba el uniforme, Merrick se transformaba en un hombre frío y reservado, su mirada adquiriendo una intensidad casi marcial. Ahora, vestido con ropa de civil, parecía más relajado, pero esa actitud de distanciamiento que lo caracterizaba aún se percibía sutilmente en su porte y expresión.

Los ojos azules de Keegan se desviaron después de unos minutos hacia Kick, quien estaba sentado a su lado. El hombre en cuestión ni siquiera parecía estar prestando atención a la conversación, todavía enfrascado en teclear incesantemente en su teléfono; bebiendo de vez en cuando algo de Whisky.

—Kick, por el amor de Dios. Has estado con los ojos pegados a ese maldito teléfono desde que llegamos. ¡Deberías descansar un poco!—exclamó Ajax, haciendo que el resto de los presentes centraran su atención en Kick.

—¿A quién le estás escribiendo tanto? ¿Acaso es a tu novia?—preguntó Hesh, acercándose a él y pasando su brazo por los hombros de Kick, intentando asomar la cabeza para ver con quién estaba hablando.

—Oye, ¡quítate de encima!— bufó Kick, apartándose de él con un suspiro de irritación.

—Muy bien, muchachos, dejen en paz a Kick— intervino el capitán Elias, para luego regañar a su hijo —hijo, siéntate junto a tu hermano y deja de molestarlo—

Hesh rascó su cabeza, obedeciendo a su padre y ocupando su lugar junto a Logan. Todos observaban a Kick, intrigados por la insistencia con la que revisaba su teléfono.

—Seguro es la novia— se burló Ajax, dándole un codazo a Keegan, pero este no reaccionó. Sus ojos gélidos permanecían fijos en Kick sin decir palabra alguna.

—Para tu información, estaba hablando con mi hermana— aclaró Kick, rodando los ojos con evidente frustración.

Y procedió a guardar su teléfono celular, antes de que alguno de sus compañeros intentara quitárselo.

—Oh, la joven Odette. Hace mucho que no la veo, ¿cómo se encuentra? — preguntó Elias con entusiasmo.

Keegan entrecerró los ojos al escuchar el nombre "Odette", la hermana menor de Kick a la que solo había visto una vez. Kick no solía hablar mucho de ella, pero Keegan sabía que la apreciaba profundamente.

—Ella está bien, señor— respondió Kick con un ligero asentimiento —Había estado fuera de la ciudad por dos años pero hoy viene de regreso y me gustaría ir a recogerla ahora que tengo tiempo libre—

—Por supuesto, hijo. Ve con cuidado— Elias asintió con comprensión, colocando una mano sobre el hombro de Kick.

—¿Necesitas que te lleve? Has bebido y eso puede dar problemas— Keegan intervino, sus ojos se posaron seriamente en los de su amigo.

—Solo si prometes no llevarte por delante un cartel— Kick suspiró, sus hombros hundidos en resignación.

—¿Por quién me tomas?— gruñó Keegan, poniéndose de pie y extendiendo las manos para recibir las llaves del auto.

—Suerte— Elias se despidió de ellos junto con el resto.

El camino al aeropuerto fue agradable, Keegan revisaba su teléfono con aburrimiento sentado en una de las sillas del aeropuerto, su mirada distraída mientras veía de reojo cómo Kick revisaba los horarios de los vuelos. Su amigo parecía entusiasmado, y no lo culpaba, pues posiblemente él también se sentiría así después de no ver a su hermana por dos largos años.

Sin embargo, ese no era el caso para Keegan. Él no tenía hermanos a quienes recibir, y la perspectiva de estar en el aeropuerto le resultaba más bien monótona. Suspiró con disimulo, intentando aparentar indiferencia mientras observaba a Kick moverse con creciente emoción a medida que se acercaba la hora.

—Odio los malditos aeropuertos...—

Oyó a Kick murmurar con  impaciencia, y su mirada dejó de estar fija en su teléfono para posarse en su amigo. Estuvo a punto de hablarle, haciendo un esfuerzo por calmar esa ansiedad poco común en él, cuando una voz femenina lo interrumpió.

—¡Kick!—

Los ojos de Keegan se centraron en la distancia, percibiendo a una mujer de cabello castaño claro recogido en un moño desarreglado, ojos ámbar y piel ligeramente bronceada. Vestía una sudadera holgada color café y unos jeans negros, mientras arrastraba su maleta y corría hacia ellos con una expresión de evidente alegría.

Keegan observó cómo Kick se iluminaba al reconocer a la recién llegada, una sonrisa amplia extendiéndose por su rostro.

—¡Ahí estás!— exclamó, corriendo hacia su hermana para recibirla con un fuerte abrazo que ella correspondió sin dudar —Pasó una eternidad desde la última vez que te vi, pero te extrañé muy poco— se burló, su voz impregnada de afecto.

—Vete al demonio, Kick— la mujer protestó ante el comentario burlón, golpeándole el hombro con suavidad antes de sonreír y abrazarlo otra vez, su risa cristalina llenando el ambiente.

—¡Oye, Keegan! Ven a saludar— llamó Kick, haciéndole señas con la mano.

El hombre se puso de pie sin más remedio y se acercó hacia ellos. Inmediatamente, sus ojos se posaron en los de Odette, quien pareció escudriñarlo durante unos segundos.

—Odette, ¿recuerdas a Keegan? Lo conociste en la ceremonia que se realizó en la base hace unos cinco años— le recordó Kick.

—¡Oh, sí! Te recuerdo, lo siento... suelo ser algo olvidadiza con los rostros— se disculpó Odette, extendiendo su mano, que Keegan estrechó —¿Cómo estás?—

—Estoy bien ¿y tú?— fue lo único que dijo Keegan, llevando su atención a las maletas — Llevaré esto al auto, no es mucho— le indicó a Kick, tomando las maletas y caminando fuera del aeropuerto.

—Sigue siendo igual de seco—

—Sí, Keegan suele ser así— confirmó Kick —Pero es un buen sujeto, te lo aseguro—

Odette observó a Keegan alejarse, su brazo pasando por la espalda de su hermano en un gesto cariñoso.

—Me alegro de volver a verlo— comentó la fémina —Hace tiempo que no nos cruzábamos—

—Lo sé, ha pasado mucho desde la última vez— concordó Kick, pasando su brazo por los hombros de Odette —Anda, vamos. Te llevaremos a casa, debes estar cansada después del vuelo—

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