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Capítulo veinticuatro

"¿Qué rayos estoy haciendo? Si no pertenezco aquí" - Creep, RH

Las dos agujas del reloj señalaban hacia el mismo número cuanto entró al living de su casa. Dejó su maletero junto a la puerta, y a medida que avanzaba se quitaba alguna prenda de ropa y la dejaba en el suelo. Los sapatos, el bleizer, la corbata. Se desprendió algunos botones de la camisa blanca mientras subía las escaleras, solo tenía en mente algo. Alguien, de hecho.

No obstante, la ama de llaves se encontraba en medio del pasillo, entre su habitación y la de su hijo.

Por algún motivo, sus ojos cayeron en la pared. Había una mancha oscura que al parecer, nadie había notado. Cómo flashes, la secuencia de esa noche se reprodujo en su cabeza, sintiéndose la basura humana más grande del mundo. Lo peor, es que ella sabía que sí lo era

-Chihiro-se tomó el tiempo de inhalar oxígeno por la nariz antes de contunuar-, ¿has visto a YoonGi hoy?

La vieja mujer percibió el aroma fuerte a alcohol y arrugó la nariz. Olía a tequila y tabaco, una combinación que a la anciana le pareció espantosa.

-No, señorita-contestó, sin dejar de pasar la aspiradora por la alfombra.

Jisoo sentía que la sangre en sus venas comenzaba a hervir, esa estúpida criada no era siquiera capaz de verla a los ojos cuando le estaba hablando.

-¿Está en la habitación?

-No, señorita-reiteró, esta vez mirando a su patrona a los ojos-. Llamé temprano a su trabajo para darle aviso de lo dicho por el señorito Min. Su secretario dijo que...

-Soobin n-no me dijo n-nada-soltó con molestia. En realidad, el chico había intentado, solo que ella no le dió tiempo a decir nada-, ¿puedes repe...tirme la información?

-El señorito Min viajó a la casa de su madre, de visita por unos días.

La alfa no pudo disimular su descontento ante lo dicho por la ama de llaves. Necesitaba ver al omega, saber que estaba ahí. No soportaba el hecho de no tener el control de ese chico, por ello no le había echado de la casa aún sabiendo que tendría que cuidar un hijo bastardo.

-Gracias.


—Dahyun—murmuró, rompiendo el silencio que había entre ellos—, quiero regresar

La chica lo miró unos segundos, tomándolo de la mano. Caminaban por una vereda, a ella se le había ocurrido que podían ir a dar un breve paseo juntos hasta un pequeño parque no muy lejos, era poco visitado por lo que pensó que no se cruzarían con nadie indebido.

Jimin se la pasaba encerrado, sí, pero tampoco tenía muchos ánimos de salir a rastras de una caprichosa que a toda costa quería verlo de buen humor por que él estaba siendo "dramático".

—¿Al departamento?—frunció el ceño, tirando del chico hacia el cordón cuneta-. Acabamos de salir, oppa.

—Quiero "salir de Alemania" y volver a mi casa—suspiró, observando a ambos lados que los autos no avanzaran mientras ellos y las demás personas cruzaban la calle—. Ya no me gusta esto de vivir escondido.

La expresión divertida y coqueta en el rostro de la omega se borró en cuestión de segundos.

—¿Te volviste loco? Sabes que no podemos. Que tú, no puedes.

-—Por favor, Dahyun.

—¿Recuerdas el trato? Volvemos, y Jisoo se entera de todo.

«Ella miente» su lobo gruñó, paseándose de un extremo al otro. Jimin no comprendió por qué decía aquello, pero supuso que se debía a que últimamente no soportaba a la chica.

Dahyun no dejaba de caminar, obligando al alfa a hacerlo también. La calle era lo suficientemente ancha y transitada en ese horario como para no moverse rápido.

—No me siento bien viviendo escondido.

El chico ya había sufrido dos crisis nerviosas debido a que su ansiedad había aumentado de forma notoria en las últimas semanas. Ella lo sabía, pero lo tomaba como algo normal del rubio. Muchas veces antes, había estado ahí para ayudarlo cuando esas cosas pasaban con más frecuencia, entonces, era normal. Pero claramente, no era así.

Dahyun rodó los ojos y se concentró en ver al frente, esquivando personas para avanzar con prisa.

—Mira, Jiminie, lo voy a repetir—le sonrió, inocente, por un momento, antes de regresar la vista al frente—. Volvemos, y Jisoo se entera de todo.

Jimin soltó la mano que mantenía entrelazada con la chica y dejó de caminar abruptamente. Dahyun se volteó, confundida, frenando también su andar.

» —Jimin, ¿qué haces?—extrañada por verle caminar en reversa, elevó un par de tonos su voz para que le escuchara—, ¡deja el drama y ven conmigo ahora!

—¡Jódete, estúpida!—bramó, dando media vuelta sobre su cuerpo.

La chica intentó seguirlo -a pesar de tener la certeza de que iría a cualquier lado menos a su casa-, pero estaban en una peatonal y él se perdió en el gentío. Hasta ese instante, no había notado que las personas a su alrededor presenciaron la discusión, por lo que se sintió tan observada que se movió en la dirección que mantenía al inicio.


Corrió y corrió lo más rápido que pudo, y por suerte, el departamento no estaba lejos. Subió con el ascensor hasta su piso, y usando la copia de llaves que tenía, finalmente entró al que no era su lugar seguro, pero al menos, en ese momento le daba calma.

Su mente daba vueltas, estaba enojado. Enojado consigo mismo, con su amiga, su madre, YoonGi y el destino. Quería encontrar una solución que no dañara a más personas, pero las que tenía en mente acababan con la única persona más importante en su vida actual.

Con cierta desesperación sacó su celular del bolsillo de su pantalón y sus dedos pulgares bailaron sobre la pantalla mientras sentía que sus pulmones se quedaban sin oxígeno. Marcó el número, su número, con la esperanza de que contestaría. Sin embargo, los segundos que parecían eternos pasaban unos tras otros y no había respuesta desde el otro lado.

-¡Maldito omega estúpido!-gritó con frustración, lanzando el celular con fuerza. El sonido crudo del artefacto golpeando contra un mueble retumbó en su cabeza, y por alguna razón, su vista cayó en un vidrio transparente que mostraba su contenido amarillento.

Sus pies se movieron en automático hasta el sitio, y restándole importancia a su celular, tomó aquél elíxir que él creyó, en ese momento, era lo único que podía ayudarle. Ignorando sus propias manos temblorosas y su insuficiencia respiratoria -qie en realidad, solo eran producto de su cerebro-, quitó la tapa y acercó aquella botella con leve forma rectangular a sus labios. El fuerte aroma dulce de vainilla y el alcohol entraron por sus fosas nasales mientras que el líquido se abría camino por la garganta del alfa. Ardía un poco, nunca había sido fanático del whisky y mucho menos si no lo mezclaba con algo antes, sin embargo, de la misma manera en que bebía agua luego de sus salidas a correr, la botella fue quedando más y más vacía.

Hasta el punto, en que parecía que la tierra se movía con descontról bajo sus pies. Exactamente igual al día en que lo conoció.

Dejó sus rodillas caer, intentando recostarse en el tembloroso suelo. Soltó una risotada, observando la botella casi vacía tirada a su lado. Y justo del otro lado del envase de vidrio, vió sus ojos.

Sus bonitos ojos celestes que siempre le veían con dulzura, y por un momento, creyó que tenía doce años y su madre le había comprado boletos para subir al zamba, ese estúpido juego en el parque de diversiones que solo probocaba golpes. Tenía doce años y no iba a marcharse del lugar sin antes probar qué se sentía estar ahí arriba con gente a la que no conocía y ser sacudido en distintas direcciones. Y supo que estar ahí le provocaba mariposas en el estómago, al menos, si él estaba a su lado.

—Tú, ¿viniste pa-para que no tenga miedo?

Jimin lo vió sonreír, dejaba ver sus dientes blancos con brackets rosados, su sonrisita tenía un brillo especial. Bueno, él consideraba que siempre lo habían tenido, incluso los últimos días.

Está bien sentir miedo. Pero la cosa es, que puedas superarlo.

Yo no puedo.

Sí, puedes. Inténtalo.

No, no, yo tengo miedo, tengo... Se irá, él, y-yo... No puedo, no quiero que pase.

Él no es yo. Nadie es yo. Tu amor no me llevó a esto, ni a ella, y tampoco lo hará con él.

El chico comenzó a levantarse y el alfa lo siguió con la mirada, ese ya no era un niño, su cabello tampoco era el mismo, su piel estaba decolorada y su ropa era una bata celeste con puntos blancos. Para Jimin le era imposible moverse pero quería ponerse de pie y tocarlo. Necesitaba que se quedara, sentirlo, y volver el tiempo atrás.

¿A d-dónde vas? N-no, yo... No me abandones otra vez.

Jimin, el amor es magnífico. Déjalo entrar y apoderarse de tí—exclamó con alegría, antes de salir por la puerta.

Sin embargo, la habitación estaba en silencio desde hace rato, y el alfa rubio dormía profundamente gracias a los efectos del alcohol.




Su respiración era calma, exhalaba como si estuviera suspirando. Recostado en la vieja cama que le solía pertenecer, observaba el cielo azúl. Un par de mantas agujereadas por las polillas y el paso del tiempo lo cubrían, aunque en realidad, esa noche estaba calurosa.

Su madre tenía dos gatos grises que le hacían compañía también en la cama, y a pesar de que él nunca había sido fan de esas bolas de pelos, no tenía problema.

Al momento de que él omega llegará a su casa, su madre y su tía le habían recibido con un fuerte abrazo, confesando que le habían extrañado mucho y que se alegraban de verlo bien. Bebieron té con un pastel casero y se pusieron al día cada quien con sus cosas. Sin embargo, conforme el tiempo pasaba y la noche comenzaba a asomarse, la señora Min comenzó a ponerse nerviosa.

YoonGi no había dicho nada sobre quedarse a dormir en la casa, pero creyó que aquello era muy obvio. Y vaya error asumir cosas antes de tiempo. La señora Min se ofreció a pagar el taxi, o llamar a alguien que pudiera llevar al omega, y eso detonó en una fuerte discusión.

Min HoYeon tenía una pareja, a la cual, su hijo no quería. Para YoonGi ese hombre era el ser más detestable de todo el planeta tierra, nunca había querido que viviera con ellos en la casa. De hecho, lo mantuvo fuera el mayor tiempo posible y HoYeon estaba bien con ello. Fuera de casa, ella podía hacer lo que se le viniera en ganas. Sin embargo, cuando se hicieron las ocho de na noche, Lee JungJae entró por la puerta, llevándose la sorpresa de ver a al omega peli-negro ahí.

YoonGi sintió miedo, escondiéndose tras su pobre tía. Comprendió entonces el por qué de la alteración de su madre y el drama que le había montado. El hombre solo se rió con descaro, y caminó en dirección a las habitaciones. Más específicamente, a la que le solía pertenecer. No preguntó, no dijo, ni hizo más nada que salir fuera y sentarse en su viejo catre, que simulaba un sofá en la galería de la casa.

Su tía le había pedido perdón por que su hermana siempre hubiera puesto a JungJae antes que a él. Ella era tan buena, siempre había velado por su bienestar y estaba agradecido.

La puerta crujió al abrirse. YoonGi se puso alerta, envolviendo los dedos en el mango de un cuchillo que había logrado tomar en la cocina luego de la llegada de ese hombre.

-Hijo, ¿ya estás dormido? Soy SaeByeok

El suave susurro de la mujer le tranquilizó, permitiéndole enderezar su cuerpo sobre la cama. Y la vio, con el cabello recogido y una bata verde, traía algo en las manos, pero el menor no alcanzaba a ver.

-¿Qué pasa, ajumma? Estoy bien-sonrió, a pesar de que probablemente ella no veía gracias a la poca luz.

SaeByeok se acercó a la cama y se sentó junto a las piernas de su sobrino, cubiertas por las mantas.

-Te traje comida y frutas. Lo guardé para tí.

La mujer le acercó una bandeja. Por el aroma, YoonGi supo que se trataba de samyeopsal y un poco de bibimbap. Él no había cenado, pues desde el momento en que había salido de la casa, la dueña de casa nunca salió a buscarlo.

-No tenía hambre, Byeok noona-murmuró. Él sabía que ella no había cenado solo para que él pudiera comer.

La mujer soltó una baja risita, y acarició la mejilla de su sobrino.

-Pero tu bebé sí, YoonGi.

El omega bajó la cabeza, avergonzado. No había sido capaz de darles la noticia por que tenía un mal presentimiento. Sin embargo, ella sabía.

-Gracias, ajumma. ¿Me das tu bendición?

-Pero no eres creyente, pequeño.

El omega suspiró, mirando hacia el cielo a su izquierda. Su familia era religiosa, más exactamente cristiana, estaba acostumbrado a rezar antes de comer, antes de dormir y antes de infinitas situaciones. Asistía a la capilla todos los sábados, como los demás creyentes en el pueblo. No obstante, nunca se sintió escuchado cuando lloraba hincado de rodillas con la coronilla sangrando y los brazos moretoneados rogándole tener paz, pidiendo por favor que todo parara para poder ser solo un niño. Y el dolor en su alma le llevó a sentir rechazo, a convertirse en la oveja negra que rompió la tradición de comulgarse en su templo.

-Desde hace un par de días he sentido la necesidad de buscar compasión en él, aún si nada me termina de cerrar, pero dudo que me sea permitido ser recibido por sus brazos.

-Aun si solo buscas refugiarte en él cuando te sientes mal, sigues siendo su hijo. Pero no creo que eso alivie tu dolor, y obligarte a sentir solo empeora las cosas.

El chico suspiró, tomando los palillos para comenzar a comer.

Cada vez que había buscado la ayuda del supuesto creador todopoderoso, las cosas salían peor. Y quizá, no necesitaba ser perdonado por él y su religión, sino, por sí mismo.




Me tardé mucho con este capítulo, no por que sea más largo (que si es, de hecho), sino por falta de inspiración 😔

Jimin recordó a alguien de su pasado, y quizá no lo notan ahora pero eso explica muchas cosas 🥺

Por otro lado, la escena de YoonGi en general me dolió mucho escribirla por que me estoy representando algo que me pasó a mí (y por si tal vez no quedó claro, a Yoon le tocó dormir fuera de la casa). Sin embargo, la parte donde habla de religión con su tía, les juro que lloré 💔 por que he sentido ese mismo dolor desde que tengo memoria, y sí, soy agnosticx.

Bueno, yah. Sin más que decir, nos leemos en el próximo capítulo. Lxs quiero mucho💗💗

©ʏᴏᴏɴɴɪᴇxᴊɪᴍɪɴɪᴇ5

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