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Capítulo treinta y cuatro

“Bueno, estoy en esos días dónde creo estar flotando” - Telepathy, BTS.

Los días pasaban más lento de lo normal para YoonGi ahora que la mujer beta que sería su obstetra en lo que restaba del embarazo le había puesto restricciones y dado ciertas recomendaciones. Porque no solo tenía aquello en mente, sino, cargar con el peso de pensar qué hacer con el otro tema del que en realidad estaban huyendo.

Jisoo seguía siendo su esposa legalmente, y debía pensar qué hacer al respecto. Le parecía extraño que ella no hubiera levantado una denuncia en su contra por abandono del hogar, pero tenía algo de lógica pensar que se debía a que no tenía idea de dónde estaban.

Dahyun tenía razón aquella vez cuando en el departamento le había insinuado que Jisoo se había aprovechado de él por ser menor de edad cuando se conocieron. Había mentido con su edad, y cuando por fin dijo la verdad, YoonGi ya estaba enamorado. Por esa ceguera, el omega pasó por alto muchas cosas que no estaban bien, como por ejemplo el que intentara siempre manipularlo con joyas y cosas caras para que dejara a su familia.

Incluso recordaba que las primeras veces que la veía en la frutería, su presencia le era bastante incómoda y le había hecho saber a la dueña que una clienta que no era del pueblo intentaba sacarle más charla de la habitual. Incluso cuando pelearon por una sandía que él tenía apartada para llevar a su casa, la mujer le llamó con apodos muy melosos y raros. Sin embargo, tiempo después, por una cosa y otra, los habían visto besándose en una plazoleta y tacharon al pobre adolescente como mentiroso y promiscuo por mucho tiempo.

YoonGi a veces deseaba no haberla conocido nunca, pero se movía en la cama y observaba como ese rubio tonto respiraba calmado a su lado, y aquél deseo se esfumaba por completo. Jimin estaba haciendo hasta lo imposible por ser una persona responsable, aprendiendo a su ritmo que demostrar sus sentimientos a los demas no tiene nada de malo.

—Hoseok tenía razón—balbuseó adormilado, besando la barriga del mayor. Había querido dormir abrazándolo así, de esa extraña manera que había adoptado, pero que le dejaba con el rostro bien cerca de la panza de Min.

Si, el pequeño había dicho la verdad.

“Tras despedirse de Jungkook, el alfa guardó el nuevo aparato adquirido esa misma tarde en su respectivo estuche y lo metió dentro de su mochila. YoonGi estaba concentrado en contar las baldosas una y otra vez para calmar de alguna manera sus nervios, pero Jimin se encontraba pensativo en un tema muy aparte.

Jungkook, pero por sobre todo Taehyung, había reaccionado de una manera en verdad extraña en cuanto su hijo soltó aquello de que serían tres, pero nada más quedarían dos. El niño ni siquiera estaba prestando atención a la conversación, por lo cual, eso de lo que hablaba podía ser cualquier otra cosa.

Quería creer que solo era eso, porque había oído hablar a Taehyung de que una bruja les dijo que el pequeño tenía un don ancestral ya casi perdido, y podía saber cosas antes de que ocurrieran, como una premonición, pero el alfa peli-castaño no creía para nada en ello. Y Jimin ahora tampoco. Porque si sus hijos eran trillizos, él los quería sanos a los tres.

—¡Min YoonGi para obstetricia!

La voz de una doctora sacó al alfa de sus pensamientos. Observó al peli-negro, regalándole una sonrisa y tomando su mano para ambos ponerse de pie y caminar hasta el consultorio.

YoonGi temblaba aún más cuando cruzaron el umbral de la puerta, por lo que Jimin le dio un suave apretón en la mano y besó su mejilla.

» —Hola papis—sonrió la mujer, cerrando la puerta mientras el omega se recostaba en la camilla y Jimin simplemente se quedaba parado del lado que no molestaba a la médico en su labor—, bueno, futuros papis. ¿Saben cómo es el procedimiento?

Por mientras, la mujer se movía con rapidez ya sentada en su respectiva silla con ruedas, cargando datos en su computadora. Volteó a ver al rubio de soslayo, pues algo no cuadraba en los datos que le proporcionaba el sistema, pero lo ignoró por el momento.

—Si, me hice un chequeo hace algunas semanas para saber si todo iba bien pero no me realizaron el ultrasonido por pedido mío.

—¿Puedo saber porqué?

—Quería sentirme cómodo en el lugar donde me encontrara. Cómo habrá podido ver no somos de aquí.

—Si, lo sé—murmuró, colocándose guantes de látex—. Oh, olvidé consultarte... ¿Cuántos meses tienes?

—Casi cinco, creo. Me enteré a los tres... Y eso fue hace aproximadamente dos meses atrás.

La mujer asintió, anotando con rapidez en la computadora, y se volteó hacia el muchacho.

—Bien, debes subirte un poco la ropa para que pueda colocarte el gel en el abdomen.

YoonGi asintió, haciendo lo pedido por la médico. En vistas de que se le dificultaba un poco, la mujer estaba dispuesta a ayudarle.

Pero como siempre, Jimin sin gruñir no era Jimin.

—Alfa, ¿ya vas a empezar?—se quejó el peli-negro—, si vuelves a hacer eso pediré que te saquen fuera y no te dejaré ver la ecografía hasta después de dar a luz.

El lobo del rubio bajó las orejas, sabía que YoonGi si sería capaz de eso y más.

—L-lo siento. Prometo que no volverá a pasar.

La mujer sonrió, sentía ternura. Por lo general los y las alfas eran muy posesivos y estaba acostumbrada a que le gruñeran, sin embargo lo que le sorprendía era lo sumiso que podía volverse ese muchacho con solo una advertencia de parte del omega. Su madre solía contarle cuando era pequeña, que aquellas cosas solo sucedían con parejas predestinadas.

YoonGi dejó parte de su panza al aire con ayuda de la mujer, y apretó los ojos con fuerza cuando sintió el gel frío tocando su piel. Jimin tomó su mano cuando la obstetra encendió el artefacto que mostraba la imagen en blanco y negro, comenzando a buscar.

—Oh... uno, dos... ¡Hay tres bebés!

—¿Q-qué?

Jimin se agachó para pegar su frente con la del omega, y se rieron presos de la euforia. A pesar de ya haber tenido la sospecha, estaban muy felices.

—¡Felicidades, serán padres de trillizas!»

La médico dijo que su vientre seguiría creciendo cada vez más, puesto que al ser tres bebés necesitaban más espacio para poder desarrollarse bien. También, los tres habían notado que una de las bebés era más pequeña que las otras dos, según la obstetra era más normal de lo que parecía.

YoonGi tenía prohibido hacer cualquier tipo de esfuerzo como limpiar la casa, cargar cosas pesadas, agacharse, mantener relaciones sexuales, y de ese estilo. Entre las recomendaciones, entraba el tratar de evitar las situaciones de estrés, los sustos o disgustos, pues las cachorras podían sentirlo todo y ponerse inquietas además de que, por ejemplo, si el padre/madre lloraba mucho en su embarazo, los cachorros debido a los espasmos compartidos podían generar enfermedades como arritmia cardíaca o asma.

Y la parte de no poder hacer el aseo de la casa le molestaba mucho. Yujiung se comenzó a encargar de aquello, encantado de ayudar a los chicos, sin embargo, el omega podía cocinar aún. Con supervisión obligada por el alfa, claro.

Jimin había comenzado a trabajar dos turnos en una cafetería en el pueblo un día después de visitar la clínica hace dos semanas, por ello había preferido que Yujiung se instalara en el motorhome y pasara tiempo con el omega. Y al hombre le convenía, ya que los chicos le pagaban y no debía gastar en un alquiler.

—¿Cómo haremos con tres cachorras?—preguntó en un susurro, enredando los dedos en las hebras rubias del menor.

YoonGi sentía mucha paz los últimos días, a pesar de todo. Principalmente cuando estaban así acostados, en medio de la noche. Rodeados del sonido de la naturaleza.

—Nunca he sido padre, supongo que se aprende—bromeó, haciendo reír al omega con su propia risa amortiguada en la piel de su panza descubierta—. La más pequeña se parecerá mucho a tí, estoy seguro.

—¡Oye, sé porqué lo dices!—bufó—. Y no, yo no soy pequeño.

El omega pensó en Wendy e Irene inevitablemente. No había llamado a la alfa y se sentía mal por su tonta cobardia, pero quería saber cómo estaba, que hacía, o que había ocurrido con el vientre de alquiler que esperaba junto a la otra mujer. Esperaba que hubieran podido arreglar las cosas entre ellas.

—Ya duermete, pequeño—lo molestó una vez más.

—Alfa, basta. Lo digo en serio.

—Mañana comienza mí cortejo, así que mejor descansa.

Oh... Lo había olvidado. Le ponía un poco ansioso saber lo que tenía preparado pero esperaría con la poca paciencia que tenía para ese tipo de cosas. Después de todo, no hacia falta cortejo para saber que en verdad amaba mucho a ese rubio tonto.




Van a tener trillizas, soy llanto porque surgió sobre la marcha. Al principio solo sería un cachorro, luego mellizos, y ahora tenemos tres cachorras Park jijiji

©ʏᴏᴏɴɴɪᴇxᴊɪᴍɪɴɪᴇ5

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