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Capítulo siete

"Ella te tiene hipnotizado, mientras yo me muero" Heather, Conan gray.

Jimin había desaparecido cuando Min abrió los ojos esa tarde del Lunes, hallandose completamente solo. La tierra se lo había tragado, y ahora se encontraba en otro punto del plano terrestre, pero nadie sabía dónde. Y a nadie le importaba, de echo.

Exepto a YoonGi.

El omega le había dejado incontables mensajes de texto, notas de audios, llamadas perdidas. Incluso había usado una vieja bicicleta que halló en el galpón para dar vueltas por el barrio con la esperanza de cruzarselo y al menos saber si estaba bien.

"Es normal, Jimin desaparece semanas enteras y luego regresa cuando tiene ganas" fueron las palabras textuales de Jisoo dos noches antes, cuando harto de esconder su preocupación, YoonGi le había preguntado si ella no lo había visto.

Alguien tocó el timbre y por un momento el Omega pensó que podía tratarse del rubio, pero no. Además, de que el chico tenía su propia llave de la casa.

-¿Hola?-frunció el ceño al notar que era un repartidor del correo nacional. El hombre se le acercó con una libreta en mano.

-Vengo a entregarle un pedido, señor Kim-dejó el paquete en el suelo entre ambos cuerpos-. Tiene que firmar aquí-le entregó el bolígrafo junto a la libreta. El omega hizo danzar la lapicera sobre el espacio, pintando de azul la hoja blanca, y con una sonrisa poco notoria le regresó las cosas al hombre.

-Que tenga buen día-dijo amable, saludando con las dos manos.

Sin más tomó la caja de un borde y la arrastró hacia dentro, cerrando la puerta con el pie.

Oh, por santo dios.

Era un libro de edición limitada de Harry Potter que llevaba tiempo queriendo tener en sus manos. Y la sorpresa no acaba ahí ya que el libro no podía ser tan pesado. Rebuscó entre el relleno rosa que habitualmente se les coloca a los empaques, y descubrió una nota junto con otras cajas más que terminaron conteniendo una varita, una túnica y dulces. Estaba realmente encantado.

"Espero te guste, amor.

Te ama: tu alfa"

Sonrió al leer la tarjeta, y la guardó dentro de la caja con la varita. Jisoo y él habían hecho las pases después de un día entero sin dirigirse la palabra, ella comenzó a dejarle regalos y algún que otro detalle antes de marcharse al trabajo, por lo que al omega no le quedó de otra que dejar de hacerse el difícil.

Tomó su celular, iba a enviarle un mensaje agradeciéndole por el obsequio y quizá le mostraría una selca con la túnica puesta, pero el móvil vibró un par de veces en su mano y el logo de instagram apareció en la barra de notificaciones. Con la ansiedad consumiendolo bajó la barrita, leyendo cada enunciado.

Se desánimo un poco al ver que cinco notificaciones eran de publicaciones nuevas de algunos artistas a los que seguía. Pero le llamó la atención un mensaje en específico y sin esperar más, entró para ver de quién se trataba.


Entró a ver el perfil de la chica por curiosidad para calmar su impaciencia hasta que el rubio se dignara a hablarle y si es que llegaba a hacerlo. Ella tenía su cuenta pública, pero solo había historias destacadas. Miró cada una de ellas, eran la mayoría atardeceres y fotos propias, exepto una lista en especial. Jimin era el único que aparecía, fotos tomadas de casualidad y algún que otro corto video, con frases tiernas y corazones de colores.

«¿Será su novia?» pensó, y volvió a la lista donde subía fotos personales. Ahora la miró con detalle, ella era muy bonita, tenía el rostro redondo y ojos verdes, llevaba en la mayoría el cabello rojizo y casi siempre sus outfits eran al estilo grunge.

Su lobo omega gruñó en su interior, no le agradaba la chica. Y el humano tampoco estaba muy contento, es decir, ¿a quién le gusta ser el cuerno sin saberlo? Y peor aún, no entendía qué buscaba Jimin en él, teniendo a una muchacha tan hermosa y que, al parecer, era un sol de persona.

El sonido de una notificación de mensajes lo distrajo totalmente, y sin pensarlo dos veces con rapidez entró al chat.

Y con cada palabra que escribía, se sentía cada vez más y más patético. ¿Pero porqué tenía la necesidad de que él fuera diferente? Desde antes de conocerlo sabía perfectamente que era un imbécil y cada día que pasaba se hacía más consciente, pero por alguna razón...

-Si, tonto, te extraño mucho-suspiró. Dejó el celular en el sofá y fue a guardar los regalos de la alfa en la habitación.

Tenía un largo día para hacer nada más que mirar televisión, por qué había acabado la limpieza general y estaría solo con su espíritu hasta la cena.



Con cada movimiento en el reloj colgado en la pared, el omega se ponía más ansioso. No sabía que hacer pero quedarse quieto no estaba entre sus opciones. Había pasado la aspiradora, ordenado el ropero, se había dado una ducha con burbujas, había preparado el almuerzo, salió hasta el almacén y regresó sano y salvo, leyó una revista, se preparó un café, hace bastante tiempo había cocinado la cena...

Y seguía estando solo en la casa que le pareció gigante en ese momento. Jisoo no volvería ni siquiera a dormir debido a unas cuestiones sin resolver en el trabjo y Jimin no daba señales de vida desde las cuatro de la tarde.

-¿YoonGi? Oye-se arrodilló a su lado. Le acarició la mejilla con suavidad y el chico ante el tacto frío se removió incómodo-, despierta, tonto.

-¿Dónde estabas? Dime... ¿con quién?-demandó saber, entre dormido y despierto.

Al alfa le sonó a reclamo y suspiró. YoonGi no era nadie para andarle cuestionando nada.

¿Verdad qué no?

-Sabes muy bien que eso no te importa-susurró dejando toques alternados en su cara con los dedos de una mano.

Claro, bien sabía que no le debería importar, pero por alguna razón, esa respuesta le fue una ofensa. ¿Cuántas veces más iba a sentirse tan, tan patético?

-Hay comida en el microondas-contestó entonces, cambiando de tema. Se dió media vuelta para darle la espalda al rubio y hacerse una bolita en el sofá para continuar dormido-, vete a comer.

Las manos y el peso del rubio desaparecieron un momento, le oyó levantarse y alejarse a la otra sala.

«¿Porqué nos importa tanto, lobo?», se preguntó a sí mismo, pero su bonito y peludo animal tenía las orejas bajas y la cabeza entre las patas. Un sentimiento de amargura inundó su pecho, y no se dió cuenta en el momento que comenzó a llorar en silencio.

No comprendía por qué maldita razón le dolía tanto, quería volver a esos días donde no lo conocía y solo le importaba su alfa y nadie más. Pero ahora... Ni siquiera estaba seguro de si el cariño de Jisoo le era suficiente.

-Estaba con Daehyun, sus padres salieron y no podía dejarla sola en casa-Min le escuchó decir vagamente, mientras apoyaba la casuela humeante con guiso en la mesita ratona-. Yoon, no me des la espalda.

Hizo caso omiso, llorando en silencio con más intensidad. Se cubrió la boca para no dejar escapar ningún sonido que le hiciera darse cuenta al otro, quién siquiera había podido probar un bocado de la comida.

«Lo estás haciendo sentir mal, humano idiota», le reprochó su lobo con molestia. El rubio lo tenía bastante claro, pero no hizo nada de lo que su lado animal hubiera querido. Se obligó a comer en silencio a pocos centímetros del omega aún pudiendo llevarse la casuela a su habitación.

Un jadeo hizo al alfa voltear la cabeza en dirección del sofá, mirando con detenimiento el cuerpo del mayor. Temblaba, y sabía que no era por el frío. Eran espasmos, estaba llorando. Jimin soltó la cuchara sobre la mesa y se acercó gateando rápidamente.

Con duda puso una de sus manos en su espalda, el omega se sacudió con intenciones de apartarlo, pero el rubio ni siquiera le hizo caso cuando se movió más busco. A YoonGi ahora le había dejado de importar si él notaba su estado, quería mantenerlo lejos.

Pero por más intentos de alejarlo el alfa se acercaba aún más a su cuerpo. Tanto, que terminó recostado a su lado en el sofá abrazándolo con todas sus fuerzas.

-¡¿Por qué no me dejas tranquilo?!-reclamó harto, sorbiendo fuerte y claro su nariz.

-YoonGi... ¿porqué estás así? Ya te expliqué...

-No necesito las explicaciones, Jimin. No me importa qué y con quién haces las cosas. ¡No me importa, joder!

-Claro que te importa, ya basta. Lo que no entiendo, si lo tienes todo, ¿porqué... Porqué yo? ¿Porqué reaccionas así?

-Me encantaría tener una respuesta, ¿sabes? Pero yo... Mejor olvídalo, Jimin

No podía admitir en voz alta que se sentía utilizado. Además, por más que lo hiciera, las cosas no iban a cambiar. El alfa seguiría haciéndolo sentir bien, luego simplemente se iría, y el como un tonto volvería a caer a sus pies.

«Humano estúpido, estúpido estúpido» gruñó el lobo en el interior mientras se echaba. Jimin sabía que él tenía razón, estaba comportándose... Cómo siempre lo hacía, pero a diferencia de antes, ahora había alguien con los sentimientos revueltos y heridos a quien sí le afectaban sus acciones. Aunque seguía sin comprender el porqué.

-Vamos a caminar-susurró de la nada en la nuca del omega.

-¿Qué?

-Salgamos a dar un paseo, la noche está bonita. ¿Quieres? Sé que ella no vendrá hasta mañana al mediodía.

-E-está bien-terminó por acceder-, solo por que me gusta mirar las estrellas.

Oh, si, claro. ¿El alfa debía creerle, en verdad?

Jimin lo apretó un poco entre sus brazos, como una manera de agradecerle la aceptación. Besó su hombro y se separó de su cuerpo para dejar que se pusiera de pie. El pijama enterizo de color azul cielo le quedaba bien, el alfa no quería que se lo quitara.

-Dejate el pijama-pidió-, te queda bien y después de todo nadie nos verá a esta hora.

YoonGi no dijo nada y pasó de él sin siquiera
dirijirle la mirada. Entre el tiempo en que el omega se encerró en su habitación y el peli-rubio terminaba la cena, el reloj marcó las doce treinta y cuatro de la noche.



-¿Quieres algo de beber?-preguntó señalando un kiosco que continuaba con el cartel de "abierto" en la puerta y todas las luces encendidas.

-Un agua saborizada-murmuró, afirmándoseen una de las sillas plásticas que había en el lugar para quienes deseaban quedarse a tomar algo-, y algunos caramelos, si n-no te molesta.

El peli-rubio asintió y tocó una de sus mejillas antes de darse media vuelta y entrar al local. YoonGi suspiró mirando sus manos blancas, tan perdido en sus pensamientos que no notó el regreso del alfa sino hasta que éste le tocó el hombro. Levantó la cabeza, conectando con sus ojos. Sonrió levemente mientras recibía la botella de litro y medio con un sorbete.

-No sé si te gusta el jugo de pera-dijo-, pero no había otro que me gustará más.

El omega se puso de pié para volver a caminar junto a Jimin. La calle solitaria les permitió andar con libertad sobre ella, sin temer de que algún coche les fuera a arrollar.

-Yo prefiero el jugo de mandarina-murmuró, volteando a mirar al menor.

-¿Mandarina?

-Es mi fruta favorita. Yo crecí en el campo, así que cuando era pequeño, prácticamente un bebé, una de mis tías locas me obsequió un mandarino para uno de mis cumpleaños, y a medida que fuí creciendo lo cuidé con esmero hasta que finalmente dió frutos. Era mí planta, por lo que solo yo comía y cuidaba que ninguno de los niños que vivían cerca se metieran a nuestro parque a robar mis mandarinas.

-Qué tierno-corrió hasta el chico para saltar sobre su espalda. El mayor se rió dejando de caminar para que el alfa se acomodara sobre su cuerpo para cargarlo bien, de todos modos Min llevaba la botella entre manos por lo que no podía ayudarle a sostenerse-, me imagino al pequeño YoonGi de siete años gruñendo a quien se atreviera a querer robarse una fruta de su preciado árbol.

Jimin rodeó con sus brazos los hombros y parte del pecho del omega, enroscó las piernas en sus caderas para sentirse seguro en su nuevo medio de transporte, y apoyó su mentón sobre la cabeza del mayor. Los cabellos negros le hacían cosquillas en todo el cuello, pero era soportable.

-¡Por su puesto! Era mí árbol, ¿porqué esos niños tenían que venir a quitarme mis cosas? Suficiente tenía con sus burlas en la escuela y todas las veces que me robaban el almuerzo que preparaba mamá con tanto esfuerzo para mí-soltó una risa, recordando aquellos tiempos. Nunca le había gruñido tanto a alguien desde que aprendió a hacerlo, como a sus ex-compañeros.

Pero al alfa no le hizo gracia. Es más, su lobo se removió con molestia en su interior.

«Hay que golpearlos. ¡Nadie hace llorar al omega, nadie, nadie!», el lobo bramó. Y Jimin sabía que era irónico pensar aquello, pues él también había hecho a YoonGi llorar.

-¿Robaban tu almuerzo?

-Si, pero lo peor no era eso-volvió a reír, doblando por una calle que el alfa le señanó con la mano-. Ellos ni siquiera se lo comían, sus padres tenían dinero a pesar del lugar donde vivían, entonces simplemente lo dejaban caer frente a mis ojos.

-Malditos desgraciados-murmuró, sentia unas inmensas ganas de matarlos.

-Son cosas que pasan, Jimin, ya no me afecta, éramos solo unos niños-sonrió, aún si el otro no le miraba-. Pero no me has hablado de tí.

-¿Ah?

-Tu fruta favorita, ¿cuál es?

-Nunca me había puesto a pensar en si hay una en especial que me guste.

-¡Vamos, no seas aburrido!

Oh, claro que no. Jimin podía ser de todo, menos aburrido.

Se tomó un minuto entero para pensar su respuesta, mientras era llevado por la calle un tanto oscura por el mayor.

-Bueno, supongo que los duraznos. Se que hay muchas variedades, pero me gustan esos que se pueden comer con cáscara, son esos...

-Pelones-se adelantó a decir-, son duraznos pelones.

-Bueno, esos-rió-. La vecina tenía una planta y yo los hacía desaparecer mágicamente hasta que tuve mi primer empleo y podía comprarselos.

Jimin le señaló que entrarán por un angosto sendero hacia el este, y el Omega en silencio obedeció a las indicaciones

-¡Eras un ladrón!

-En efecto, sí. ¡Pero yo le pagué luego!

El alfa en su espalda comenzó a ser un problema cuando la pendiente se hizo aún más prolongada, pero YoonGi no dijo nada, no quería que el otro se bajara tampoco. En silencio para no malgastar el oxígeno en hablar, el omega caminó por unos minutos hasta donde el camino llego a su final.

-¿Dónde estamos?-preguntó girándose al rubio. Había muchos árboles a su alrededor, y alguna que otra planta con flores bonitas. El pasto estaba corto, y había unos dos bancos de madera para sentarse.

-Es un mirador, si caminamos más al sur se puede ver la ciudad, pero no es tan lindo como suena porque la gente tira mucha basura por el barranco y da un poco de miedo el precipicio.

El omega asintió, volviendo a dar una mirada panorámica por el lugar, aunque no logró ver nada nuevo ya que solo los alumbraba la luz brillante de la luna. Jimin le tomó de la mano y lo guió hasta una de las bancas para sentarse ahí.

-Nunca había venido aquí-confesó, sonriendo un poco. Por lo general el Omega no salía demasiado de casa, además que siempre había vivido al otro lado de la ciudad, casi a las afueras.

-Mi otra madre me traía siempre, desde que era muy pequeño. Y a pesar de que no había más niños para jugar, me gustaba mucho. Me trae paz desde siempre, y actualmente me recuerda a ella.

Jisoo nunca le había hablado de su ex-esposa, siempre evitaba hablar del tema, y el omega dejó de querer saber entonces. Supuso que no se llevaban bien, incluso que ella había fallecido, o algo por el estilo, y era la primera vez que el rubio la había nombrado.

-¿Me puedes hablar de ella?-tocó dulcemente el dorso de su mano, acercándose más al menor-, solo si quieres.

Jimin le robó un beso que solo duró un corto segundo, dejaron sus frentes pegadas y cerraron los ojos.

-Mi madre es una omega preciosa, con un corazón enorme y humilde. Le gustan mucho los niños y las flores, cantar y pintar. Es malísima chef, pero buena haciendo pasteles y cosas dulces. La visito con frecuencia, Jisoo lo sabe en el fondo pero no se lo he dicho directamente. Se supone que yo dejaría de verla, pero realmente no puedo hacerlo porque la amo.

-¿Ellas se separaron hace mucho?

-Si, yo era solo un chiquillo de dos años, y viví con ella muy poco tiempo. Jisoo no estaba de acuerdo, por lo que hizo de todo por separarnos, y no la volví a ver hasta que aprendí a escaparme de casa a los trece años.

YoonGi tenía miles de dudas, quería preguntar por qué la alfa había hecho aquellas cosas, o la razón por la cual se habían separado. Pero decidió callar pues no eran cosas que podía preguntar a la ligera.

-Debió ser duro separarte de ella, lo siento mucho-y tuvo una necesidad enorme de sentirlo con los labios. Besó su nariz primero y fue bajando lentamente hasta capturar los labios del alfa con los suyos.

Jimin sentía que el tiempo se detenía cuando el omega lo besaba con tanto deseo. Se sentía querido, y aunque le daba miedo, por el momento estaba bien así.

-Sinceramente si te extrañé todos estos días-murmuró sobre su boca.

-Qué tierno-se rió.

-Silencio-arrugó la nariz-, le hablaba a tus labios.

-Idiota-le golpeó suave el hombro, soltandose a reír.

La noche se pasó así, entre risas, jugo derramado accidentalmente, besos robados y caricias un poco descaradas. Hasta que comenzó a amanecer estuvieron recostados en la banca, y al regresar, fue Jimin quien cargó al omega medio dormido en su espalda esta vez. Le dejó en el sofá del living, y se quedó sentado a su lado hasta que finalmente cayó dormido.

El alfa solo lo observó por un largo rato, pensando en porqué sentía que tenía que alejarse de él.




©ʏᴏᴏɴɴɪᴇxᴊɪᴍɪɴɪᴇ5

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