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Capítulo quince

“Un alma gemela con la que no puedo estar" - Así no te amará jamás, AM.

Lalisa era el nombre de la mujer omega que estaba quedándose con el matrimonio Kim.  YoonGi no había mantenido mucha comunicación con ella a pesar de que se encontraban bajo el mismo techo, se la pasaba encerrado en su cuarto ahora que no tenía trabajo que hacer. A Jisoo se le había ocurrido la grandiosa idea de contratar un ama de llaves, y un cocinero, pues hace bastante tiempo quería hacerlo y lo había pospuesto solo por que a su omega no le agradaba tanto el tener más gente en la casa que realizará el trabajo que él podía hacer tranquilamente. Sin embargo, esa seguía siendo su casa, y las órdenes las daba ella.

YoonGi se había resignado a ser un omega inútil y olgazan, que solo debía estar para y por su esposa.

—¿Puedo pasar?—preguntó desde el otro lado de la puerta, golpeando tres veces la abertura de madera.

—Adelante—exclamó, no sabiendo cómo negarse.

La peli-castaña entró con algo de timidez, cerrando la puerta tras de sí. Caminó un par de pasos, tomando asiento en una silla de madera junto al placard. YoonGi ni siquiera la estaba mirando a ella, continúo comiendo frituras mientras se enfocaba en las dos pantallas frente a sus ojos, quizá por los niveles de ansiedad que manejaba esos dias no podía dejar de scrollear redes con su celular mientras escuchaba el desarrollo de la película que reproducía el televisor.

—Sé que no te caigo bien, lo entiendo. Sientes celos, pero tú y yo, no somos tan diferentes.

Jisoo se había quedado en casa solo por que su amiga estaba ahí, pasaban tiempo juntas y salían de paseo, pero ni por su propio omega había hecho eso jamás. ¿Cómo podía no sentir celos? Ni siquiera Jimin se había dignado a pasar a verlo o enviarle un mensaje. Por eso decidía quedarse encerrado ahí por horas, saliendo únicamente para no morir de hambre.

» —Me gusta Jisoo—confesó sin temor—, tanto como a tí te gusta Jimin.

YoonGi la miró, pero esta vez, no sintió vergüenza. Sus mejillas no se pusieron rojas, no lloró, no iba a rogarle por su silencio, y tampoco le preguntaría cómo sabía sobre eso. Le daba exactamente igual.

—No hacía falta que lo dijeras—murmuró—, por que ya lo sabía. ¿Qué más deseas, Lalisa?

—Solo quiero pedirte que no la lastimes. Piensa en todo lo que ella hace por tí, te ama, se ha casado contigo. Jimin nunca ha sentado cabeza de nuevo, y no lo hará por tí ahora. Si solo la quieres, pero no la amas, da igual. Quédate a su lado, quédate por el dinero y la fama aunque sea, pero no le rompas el corazón porque su amor por ti es inmenso.

—¿Terminaste? Quiero que te largues.

—Claro ya me voy... Hoy por la noche me iré definitivamente, ya no tendrás que soportarme—suspirando se puso de pie, y sin más salió de la habitación.

YoonGi aún no procesaba las palabras de la omega por completo, pero se quedó largo rato pensando en ellas.

Jisoo desde el día uno en que se conocieron hizo lo que estaba a su alcance para enamorarlo. Lo consentía, pasaba por él, le hacía regalos, lo llevaba de paseo, de vacaciones, le ayudó a terminar sus estudios haciéndole prácticamente de taxi, lo sacó de un pueblo fantasma y le trajo con ella a la ciudad. Y en la actualidad, ella trabajaba para cumplirle los caprichos que el omega ni sabía que tenía. Le había pedido matrimonio, y la celebración de la boda corría solo por su cuenta.

YoonGi le debía mucho, aún si en verdad aquella chispa del amor no estaba tan viva, la quería con todo su ser. Y era hora de ponerle fin a eso que jamás debió pasar. Él era un hombre casado y su esposa era más importante que nada.

«Deja de engañarte» su lobo le regañó. Pero el humano sabía que era la única manera para dejar de pensar en Jimin. Tenía que sacárselo de la cabeza de alguna manera, y la única que tal vez funcionaria, era repetir para sí mismo una y otra vez lo mismo.

—Yo solo amo a Jisoo. Solo la amo a ella, no existe nadie mejor, nadie que me quiera más...

Nadie que tenga más dinero.





Una suave brisa movió los cabellos del omega, quién se apegó lo más posible al cuerpo de su esposa. Habían acompañado a Lalisa hasta el aeropuerto donde tomaría un vuelo de regreso a Tailandia, y por alguna razón, aún seguían parados en medio del lugar mirando, prácticamente, a la nada.

—Qué lástima que se tuvo que ir—murmuró contra el pecho de la alfa, fingiendo que a él también le dolía la partida de la mujer.

Jisoo acaricio sus cabellos oscuros, observando al colectivo marcharse.

—¿Esperas que me crea esa mentira?—se rió a penas. El omega se alejó unos centímetros y la miró—. Hoy podríamos aprovechar que tenemos la casa sola, ¿no te parece?

El aroma fuerte que la alfa desprendía dejó en claro el porqué de su repentino actuar. Su celo estaba llegando.

YoonGi asintió, estirándose en punta de pies para besarla con suavidad. La mujer puso sus manos en la cintura del menor por debajo de la remera, el omega se tensó pero se forzó a hacer como si todo estuviera bien. Iba a necesitar alguna bebida fuerte para sí mismo, que no fuera vino, si quería que todo saliera a la perfección.

—¿Podemos pasar por el supermercado, amor? Necesito hacer un par de compras antes de ir a casa.

—Claro que si, bonito.

Caminaron hasta el coche, el chófer les esperaba con su típica seriedad de siempre. El hombre alto les abrió la puerta trasera para ambos, volviendo a tomar su correspondiente lugar, y observó a la mujer por el espejo retrovisor, esperando una orden.

—Llévanos a algún súpermercado, el mejor de la ciudad—pidió con amabilidad, recibiendo un asentimiento por parte del hombre que sin decir absolutamente nada, puso en marcha el vehículo.

YoonGi solo se acurrucó contra la mayor, en busca de calor debido a que el coche estaba frío. Y disfrutó en silencio el viaje de casi veinte minutos, siempre le agradaba el sonido de las ruedas andando sobre el camino de asfalto, el leve zumbido lo relajaba.

—Amor, ya llegamos—murmuró la mayor, haciéndole cosquillas a su esposo con la nariz entre sus mechones negros—, ¿quieres que te acompañe?

—No te preocupes, alfa. Solo serán unos minutos—dejó un beso en su mejilla, y finalmente el chófer le abrió la puerta caballerosamente para dejarle bajar—. Muchas gracias.

El hombre hizo un ademán con la cabeza, simulando una pequeña reverenda, dándole también a entender con esa acción que le había escuchado.

YoonGi llevó las manos a sus bolsillos en cuanto se quedó quieto en la plataforma que hacía a la puerta corrediza abrirse, y suspiró ingresando al supermercado colmado de gente. Se sentía asfixiado a pesar de que acababa de entrar, los lugares cerrados y con muchas personas le ponían demasiado inquieto.

Comenzó a adentrarse, pasando entre familias y familias que se tomaban el ir de compras como un paseo más. Le recordaba a cuando era pequeño e iba con su madre y alguno de sus primos de compra, con la gran diferencia de que el almacén era solo un ambiente apretado. Sin embargo, él lo disfrutaba mucho.

Caminó a la góndola de bebidas, donde por suerte, solo se encontraban unas seis personas. Encontró de inmediato lo que buscaba, pero algo más llamó su atención. Un chico de esas seis personas se le hacía conocido, y no pudo evitar quedarse mirándolo. Era un poco más alto que él, con el cabello largo y tenía casi todo el brazo tatuado.

—¿Qué tanto me estás viendo?—le preguntó, asustando al omega. YoonGi se avergonzó tanto por ser descubierto que no pudo responderle. El chico le gruñó, asercandose un poco más hacia el de tez pálida—. Oye, te hice una pregunta.

—Y-yo... Lo siento, no quer-

—¡¿YoonGi-ssi?!—chilló con emoción alguien a espaldas del pelinegro. El omega se volteó, aún sintiéndose intimidado por el muchacho de cabello largo que no le quitaba los ojos de encima, y se encontró con uno de los hermanos Kim—, oh, querido mío. ¡Si eres tú! ¿Cómo estás?

—Hola, TaeTae—saludó cohibido.

—¿Lo conoces, mí cielo?—preguntó con duda el otro chico, viendo el como su novio le revolvia el cabello a ese desconocido y se colocaba a su lado.

—¡Papi Kook, papá Tae me compró un dinosaurio!

—Está precioso, bebé—le acarició el cabello, no prestándole mucha atención en realidad.

YoonGi no había notado al pequeño niño que le seguía los pasos al peli-castaño. Era pequeño, de unos cinco o seis años de edad, tenía el cabello rojizo y los ojos negros, similares a los de Taehyung. El omega rápidamente notó que el infante era una perfecta mezcla entre sus, supuestos, dos papás.

—Si, amor. ¿Recuerdas que te conté que conocí a un tierno omega en la fiesta de la empresa a la que me invitaron con mis hermanos?  Bueno, ahí lo tienes.

—Oh, claro. Siento mucho haberte gruñido—se disculpó.

YoonGi negó con la cabeza.

—No te preocupes. Pero, ¿puede ser que te conozca a ti también de otro lado? Tu rostro se me hace familiar. ¿Cómo te llamas?

—Jungkook, Jeon Jungkook.

Oh. Con justa razón. YoonGi no disimuló su asombro, ¡por supuesto que sabía quién era!

¿Cómo olvidar a uno de los niños que robaba sus mandarinas cada que tenía la oportunidad? En su niñez lo había odiado mucho.

—Vivias cerca de mí casa, Jungkook.

—Eres... ¿el niño de las mandarinas?—abrió los ojos con sorpresa, observando al alfa a su lado—, yo robaba sus mandarinas para molestarlo, amor.

Taehyung soltó una risita, recordaba que su novio le había contado miles de veces historias de cuando era un ladrinsillo de cachorro.

—Qué pequeño es el mundo, ¿no creen?

—Han pasado años desde la última vez que estuvimos en el mismo pueblo—suspiró Jungkook—, nunca supe dónde te habías ido. No te imaginas cómo ha cambiado todo.

YoonGi sonrió con nostalgia. Él había abandonado el pueblo cuando era prácticamente un adolescente, dejando todo atrás.

El niño se acercó al omega, tirando de su ropa para llamar su atención. YoonGi lo miró.

—Hola—saludó, a penas audible, mientras abrazaba su nuevo juguete de goma contra su pecho.

—Hola, nene—sonrió, sin mostrar los dientes—, ¿cómo te llamas?

—Hoseok, ¿y tú?—preguntó curioso.

—YoonGi. Pero puedes decirme-

—¡Suga!—soltó con emoción—, que es parecido a azúcar en inglés, y es más fácil de decir.

YoonGi se rió por la ocurrencia del pequeño, pero asintio con la cabeza mientras le acariciaba el cabello. Luego de hablar unos minutos más con la pequeña familia, cada quién siguió con sus cosas pero prometiendo salir a dar un paseo por el parque algún día para charlar con más tiempo. El omega se sentía extrañamente feliz luego de haberse encontrado con ellos, y aunque tenía mil dudas generándose en su cabeza, las dejaría para el momento en el que pudiera encontrarse con ellos de nuevo.

Y sin más distracciones, se apresuró en buscar lo que necesitaba y regresar al coche con su alfa y el chófer silencioso.

La alfa cayó dormida minutos después de haber tenido un placentero orgasmo. YoonGi, por su parte, se quedó observando el techo de la habitación unos minutos, pensando en cualquier cosa que no fuera en la palabra "asco". La cabeza le daba vueltas, quizá por la botella de whisky que se había bebido entera y la mitad del licor con sabor a fresa, y no sentía ningún tipo de dolor corporal más allá de que la mujer había sido un poco... Más animal que otras veces.

Eso sí, se sentía pegajoso y sucio. Ella nunca tenía la delicadeza de ayudarle a limpiar el desastre en el que se convertía luego del sexo, tal como lo hacía...

Buscó a tientas su celular, hallandolo bajo su almohada, y escribió rápidamente un mensaje de texto.

No era la mejor manera para quitárselo de la cabeza, ni mucho menos, pero no podía evitarlo.

Se puso de pié lo más silencioso posible y caminó hasta el baño para verse al espejo. Su cabello estaba en perfectas condiciones al igual que sus labios, su cuello, o gran parte de su cuerpo. Jisoo no acostumbraba a besarlo mucho o jugar con ninguna de sus zonas erógenas, y las pequeñas, y casi invisibles marcas que aún se notaban en su piel, no eran obra de ella.

Solo tomó un poco de papel higiénico para quitar fluidos de su cuerpo que, en su mayoría, ni siquiera le pertenecían. De repente, el inodoro atrajo a sus nauseas como un imán, o las náuseas asquerosas que no había notado hasta el momento le obligaron a inclinarse sobre el inodoro.

De cualquier modo, vacío su estómago en el lugar, dejando salir unas cuantas lágrimas. Se puso de pie para lavarse los dientes y quitar, por si acaso lo había, el mal olor, y tomó uno de sus camisones largos de seda para finalmente salir del baño y de la habitación en sí. Se aseguró de cerrar la puerta, y caminó al lugar que ya conocía y que tantas veces le había visto desnudo.


El omega dejó caer la fina tela al suelo con solo estirar sus brazos un poco hacia atrás, la luz blanca y brillante de la luna iluminó solo su abdomen. A YoonGi le pareció curioso, pero el no sospecharía nada hasta varios días después cuando sumergido en su cabeza, todo le atormentara.

Jimin le esperaba sentado a los pies de su cama, al igual que el omega no llevaba ropa puesta. Los dos sabían a lo que iban, y hablar no era parte del plan.

La bata de seda hacia el intento de envolver el cuerpo del omega, que recostado en el pecho de su amante sobre las sábanas blancas, simplemente se sentía relajado recibiendo caricias en el cabello y el rostro. Vistos desde arriba, lucían tal como una de las tantas pinturas eróticas de Giulio Romano.

—¿Yoon?—murmuró, creyendo que el mayor se había quedado dormido por su respiración calmada.

—Dime—habló bajito. Mantenía sus ojos cerrados, solo disfrutando el toque suave en sus cabellos que le estaba relajando de más—, ¿qué ocurre?

El alfa dudó entre darle la noticia, o contarle toda la verdad. No sabía qué hacer, y temía por la reacción del omega a pesar de que, probablemente, no sería nada buena.

—M-me voy a mudar el sábado—comenzó, pero solo dijo esas tres palabras a la espera de algún comentario por parte del mayor.

—Oh, bueno—parecía tranquilo, ni siquiera había abierto los ojos—. ¿A la casa de Dahyun?

Jimin tomó inhaló profundamente, para soltar el aire en un sonoro suspiro.

—No. Iremos a... o-otro lugar.

El silencio sepulcral arrasó llevándose por completo el aura envolvente de tranquilidad. El peli-rubio estaba nervioso, tenso, con su lobo moviéndose de un lado al otro con inquietud. YoonGi pudo ver al lobo impropio, era como si la imagen de el alfa se reprodujera de repente en alguna parte de su mente, lo vió moverse nervioso con las orejas bajas y la cola entre las patas. Lejos de asustarse por eso, tanto YoonGi como su lobo omega se sintieron desesperados.

—¿En esta ciudad?—quiso saber—, contesta, ¿dónde te vas a mudar?—se enderezó, girándose para mirarlo a los ojos, ahora sí mostrándose alterado—, respóndeme.

—E-en Alemania.

YoonGi estaba en shok. ¿Alemania? ¿Por qué tan lejos? ¿Por qué justo en ese momento se lo decía?

— ¿Desde cuándo lo has planeado?

—Un mes—susurró.

—¡¿Y me lo dices tres días antes?!—le gritó, el enojo crecía cada vez más en su interior—. Eres un maldito cabrón. Tú...

—Yoon, baja la voz, mí madre-...

—¡Me importa una mierda!—le dió un golpe en el hombro—. Podrías haberme contado antes, tú... ¡¿Por qué a ella si puedes amarla y a mí no, joder?!—bramó con frustración, tirando de su cabello con algo de fuerza. Jimin lo sujetó de los antebrazos, tirando hacia abajo de manera que no se hacía tanto daño en el cuero cabelludo.

El omega sacudía los brazos, en un vano intento de librarse del agarre del menor.

—No se trata de eso—dijo con seriedad—, ya te lo dije.

—¡¿Entonces de qué mierda?! ¡¿De qué se trata?! ¡Dime, joder, dime!—lo golpeó tres veces seguidas, dos en el pecho y una en la mejilla, sacándole solo pequeñas quejas al menor. El alfa dejaba que Min se desquitara con él. No importaba si incluso quería escupir su rostro. Sabía que se lo tenía merecido.

Con el pasar de los minutos, el omega comenzó a tranquilizarse. Los golpes al cuerpo del menor eran cada vez más suaves, sin embargo, las lágrimas bajaban por su rostro, ahogandose de vez en cuando por su mal respirar.

» —Jiminie—sollozó apoyando la cabeza en uno de los hombros del chico, dejándose abrazar por la cintura.

—Es lo mejor—susurró cerca de su oído—, Yoonie, será lo mejor para los dos.

Yoonie. Le había puesto un estúpido apodo justo ese día, en ese momento.

—Te odio tanto, alfa.

Quería, en verdad quería poder odiarlo. Pero ellos no eran nada, Jimin podía hacer de su vida lo que quisiera y Min sabía que no tenía que interesarle en absoluto.

—Yo me odio aún más, bonito.

Y el omega no se imaginaba cuánto, por que había decidido darle la noticia, pero no decirle toda la verdad.




Jimin se nos va a Alemania con Dahyun 🙄

No sé si llegue a tener listo el siguiente capítulo para el sábado, por qué al ser el cierre del primer arco es un poco más extenso, pero voy a hacer todo lo posible por sacarlo en fecha y tiempo.

Cuídense mucho, lxs quiero🧡💙

©ʏᴏᴏɴɴɪᴇxᴊɪᴍɪɴɪᴇ5

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