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Capitulo cinco

“Dejame decir ‹¡Todos los hombres malos, larguense!›” Anpanman, BTS.

La tarde anterior Jisoo llevó a su lindo omega de paseo para pedirle disculpas por su actitud cuando su mejor amigo estuvo en la casa. A eso de las ocho treinta salieron en el lujoso auto, el chófer les llevó al primer lugar pedido por la alfa: una joyería. Jisoo le obsequió dos brazaletes de oro, de uno de ellas colgaban dos pequeños dijes con forma de corazon; Yoongi estaba fascinado.

La siguiente parada había sido un restaurante, justo donde se encontraban.

Yoongi al ver el letrero del nombre, sonrió con emoción. Estaban en Horus, uno de los cinco restaurantes más caros de Busan. Tomado del brazo de la mujer y con la mirada alta, hicieron la reserva y eligieron un lugar cerca de la pared. El omega en realidad quería estar cerca de la pecera y la zona para niños, pero a Jisoo no le agradaba mucho la idea y terminaron donde ella quiso.

Pidieron la cena a una señorita peli-azul llamada EunJi poco después de tomar asiento. YoonGi no sabía qué elejir, jamás en su vida había probado nada de lo que sus ojos veían en la carta, pero optó por seleccionar un platillo al azar. Mientras no tuviera calamar o mucho picante, podía comer cualquier cosa.

Por alguna razón no estaban teniendo una conversación muy fluida, Jisoo estaba entretenida leyendo una revista de Vogué y YoonGi usaba su celular para subir historias y posteos a instagram como si su vida dependiera de ello. Sin avisar donde iría, la alfa se levantó bajo la curiosa mirada del menor, y se dirigió al baño.

Sin darle importancia YoonGi continúo con su actividad, sonriendo de lado al ver quién acababa de empezar seguirle en Instagram. ¿Quién más podía ser, sino el rubio insoportable? Aceptó la solicitud y presionó el botón "seguir también".

—¡¿Jisso?!—Min levantó la vista ante la voz chillona a unos metros, topandose con su esposa y una mujer peli-roja que llevaba un vestido verde largo hasta el suelo. Él no la conocía—. ¡Amiga, tanto tiempo! La última vez que te vi fue hace un año, ¿cómo has estado?

—Estás preciosa, alfa—halagó Jisoo dándole un cálido abrazo a la otra mujer—, qué gusto me da verte. Han pasado tantas cosas estos últimos meses...

Jisoo levantó la mano, por lo que Min entendió que le estaba enseñando el anillo de casamiento y sonrió con orgullo.

—Hey, Jisoonie, te felicito mucho—le dió un abrazo nuevamente, y sus ojos se encontraron con los del peli-negro que nervioso por ser descubuerto miró hacia el lado contrario—, ¡no sabía que tenías un hijo más! Yo solo recordaba al lindo Jiminie.

¿Lindo? ¿Jimin, lindo? Oh, qué graciosa mujer. Pero, ¿por qué le llamaba de esa manera? ¿Jiminie?

—Qué tonto apodo—YoonGi se mordió la mejilla interna.

—No es mí hijo—se rió—, éste bonito omega es mí esposo.

Min sintió la pesada mirada de aquella mujer clavada en su persona y se sintió muy incómodo.

—Oh, cla-claro, lo siento mucho—YoonGi no logró oír lo siguiente que dijo porque se puso de pié y caminó hasta la enorme pecera decorativa para observar los peces.

Necesitaba distraerse y no había nada más interesante que esos animalitos de colores.


Cenaron en armonía, disfrutando de las sutiles canciones tocadas por un dúo de betas. Pero era hora del postre, cada quien había escogido lo que le apetecía.

El omega había ido al baño, por lo que cuando estuvo de regreso, se acercó a la barra donde estaban preparando los postres para retirarlos y llevarlos por su cuenta a la mesa.

—Jovencito, aquí están los dos pedidos. El suyo—la misma mujer peli-azul, EunJi, le entregó su porción de lemmon pie—, y esto es lo que pidió de su madre—le entregó otro plato.

YoonGi no iba a perder tiempo explicando que esa alfa que lo esperaba en la mesa era su esposa. Ya había notado que todos eran tan estúpidos como para pensar que él era su hijo.

—M-muchas gracias, noona—sonrió amable. Se dió media vuelta y caminó apresurado hasta la mesa que compartía con la mayor—. ¿Podemos comer esto y largarnos?

—Claro, no hay problema—asintió. El omega la observó incrédulo cuando la mujer simplemente se concentró en su postre en vez de preguntarle si le sucedía algo—, amor, ¿qué ocurre?

Bueno, quizá Min la había juzgado con la mirada y el pensamiento antes de tiempo.

» —¿Hacen muy feo el lemmon pie aquí, es eso? ¿O por qué no lo comes?

—No, está muy bueno—le respondió de mala gana, usando las manos para tomar la tarta y rápidamente llevarse un gran bocado. Estaba siendo tosco adrede, la alfa frunció el entrecejo mirándole pero se quedó callada—, está buenísimo.

El celular de Jisoo comenzó a sonar, por lo que sin pensarlo dos veces el omega se levantó del asiento tomando la poca tarta que aún le quedaba y con desición caminó hasta el guardarropas para que la misma beta que al llegar les había atendido, le entregara su abrigo.

—Que tenga buenas noches, caballero—se despidio con cortesía la mujer, recibiendo una sonrisa y una pequeña reverencia con la cabeza de parte del menor.

El aire fresco golpeó el rostro de Min en cuanto abrió la puerta. Se acomodó el saco sobre los hombros y caminó unos metros hasta una farola.

Jisoo no tardó mucho tiempo en aparecer abrigada y posicionarse a su lado.

—Perdoname, omega—suspiró. Estaba apenada, pero debía cumplir con el trabajo sin importar qué.

—¿Llamaste al chofer?—preguntó sin mirarla.

—Si, me dejará en la empresa y te llevará a casa.

—No, me voy a ir solo—hizo el amago de empezar a caminar en sentido contrario, pero ella lo detuvo tomándolo suave del brazo—. Jisoo, voy a tomar un taxi e iré a casa.

—No hace falta, para ello está el chófer y para eso tenemos un auto—el omega sacudió su torso, teniendo cuidado de no aplastar la bandejita con la tarta, y logró zafarse del agarre de la alfa—. ¡YoonGi, deja de ser tan caprichoso! ¡No puedes enfadarte por esto! Me necesitan en el trabajo, bo corre por mí cuenta.

Pero prometiste que ésta sería nuestra noche, pensó para sus adentros.

A pesar de sus palabras, la mujer no lo siguió en ese momento, ni luego de que llevaba casi diez minutos caminando por la vereda. Ni siquiera había visto pasar el coche por la calle, y no le importó demasiado. Iba tan distraído mirando sus pies al caminar, que no se dió cuenta hacia donde estaba yendo.

—Oye—un empujón lo trajo al mundo real—, ¡¿no miras por dónde caminas?!

Asustado por la demandante voz, miró a ambos lados para darse cuenta de que estaba llegando al final de esa avenida, justo en unos callejones. La gente que se movía en ese lugar y en esa hora de la noche eran, en su gran mayoría, alfas que asistían a la discoteca que estaba unas cuadras hacia el otro lado.

—L-lo siento mucho, ya me voy

—¿Irte?—desde la oscuridad, otro hombre se le acercó—, ¡pero si recién has llegado, bonito!

—N-no, en serio, tengo que irme.

—¿Viniste solo, omega?—preguntó, con tanta lascivia que el peli-negro sintió su estómago revolverse. Al notar que el chico lentamente retrocedía, el corpulento alfa se apresuró en tomarlo del antebrazo.

El abrigo cayó al suelo y YoonGi gritó aterrado pidiendo auxilio, intentando retroceder pero cuidando también a toda costa su tarta.

Los demás alfas disfrutaban el show que el omega les daba, se reían y hacían chistes.

—¿¡Qué mierda le hacen a mí omega?!

Sonriendo con confianza, Yoongi aflojó sus piernas adoloridas con las que tanto se esforzó para no dejarse arrastrar, cayendo de rodillas frente al idiota que intentaba llevárselo. Habían llegado para salvarlo.

A pesar de sus incontables quejas, una manta amarilla rodeaba su cuerpo para mantenerle caliente. En la televisión se reproducía una película infantil que estaba a nada de acabar, pero el omega observaba sus piernas cruzadas como flor de loto disociando de la realidad.

Su cabeza daba vueltas en lo ocurrido hace una hora, en lo estúpido que había sido irse solo a esa hora de la noche, en lo tonto que fue al no llamar un taxi, y en lo mierda que era su alfa al no seguirlo. Eso último le hacía más ruido, ¿porqué ella lo había dejado?. Un alfa más que nadie sabe el peligro que los omegas pueden llegar a correr, y si bien, YoonGi quizá si era un terco caprichoso, ella no estaba velando por su seguridad.

La puerta se abrió, pero no levantó la vista.

—Te preparé sopa de verduras—comentó, acercando una mesa alta con ruedas que él usaba para estudiar—. Con mucho queso—insistió, pero no consiguió que le mirara—, es-espero te guste.

—No tengo hambre—dijo en tono bajo, todavía observando sus piernas a medio cubrir con la manta.

Escuchó cómo la otra persona rodeaba la mesa y se sentaba a los pies de la cama, justo a su lado.

—Oye, en serio. Está todo bien, estás bien.
¿Puedes comer, por favor? ¿O al menos decirme porqué tienes esa cara triste de gato mojado?

YoonGi levantó la cabeza sin poder evitarlo. Lo miró a los ojos, no tan claros como la miel ni tan oscuros como una almendra. Esos orbes marrón suave que le hacían sentir...

De alguna tonta manera, le hacían sentir seguro.

—Jimin...

—¿Hmm?

¿Me puedes dar un abrazo?, preguntó su lobo.

Pero YoonGi se acercó sin timidez a su rostro y lo besó con sutileza. El peli-rubio lo rodeó con sus brazos, apretando el cuerpo del chico contra el suyo. Y el lobo omega estuvo feliz en su interior al obtener lo que quería y tanto el, como el humano, necesitaban.

—Necesito que comas la cena que hice para tí, YoonGi—susurró sobre los labios del omega.

—Pero ya cené.

—¿Y eso qué? ¿Necesitas que te recuerde lo que pasó cuando veníamos de regreso?—se rió suave sobre su cabello negro.

El omega había vomitado dos veces mientras bajaban por la avenida, por lo que Jimin decidió que era una mejor idea el llamar un taxi. YoonGi estaba débil, mareado, con una crisis de llanto y asustado, así que por más negación a la idea del rubio, se vió obligado a aceptar el viaje en auto.

—N-no, ya entendí—murmuró rodando los ojos. Se alejó del rubio, sacando los brazos de debajo de la manta para acercar más la mesa, solo había un plato colmado de sopa humeante—. ¿No vas a comer?

—No, es para tí.

—Okey—se encogió de hombros, tomando el utensilio para llevarse la primer cucharada de sopa a la boca. Se relamió los labios—, sabe muy bien. Jimin, abre la boca—pidió con una sonrisa traviesa en los labios.

El rubio sabía hacía donde iba el omega, era bastante obvio, pero aún así hizo lo pedido. Separó los labios y se inclinó  un poco hacia la mesa, de forma que al peli-negro le fue más fácil darle de probar una cucharada de su propia sopa.

—¡Hmm, cocino tan delicioso!

—Eres un egocéntrico de mierda—se mordió el labio inferior mientras rodaba los ojos.

Entre los dos y sus jugueteos de por medio acabaron con el plato de sopa en cuestión de minutos. YoonGi estaba recostado mirando la televisión en la cama de su... Hijastro, en efecto, esperando por el rubio que había bajado a la cocina en busca del postre.

Cuando la puerta se abrió, sonrió por inercia.

—Al menos tu tarta está sin un rasguño—bromeó mostrando la pequeña bandeja que traía entre manos—. Se ve buena, ¿porqué no la terminaste?

—Estaba enojado. Nos encontramos a su amiga y creyó que tu y yo éramos hermanos, incluso estoy seguro que los mozos pensaban que ella es mi madre. Jisoo nunca pareció darse cuenta de mí molestia, solo quería...

—Comer—le quitó la palabra de la boca, el omega lo miró—. Típico de mamá, puede estarse cayendo el cielo pero la comida es más importante.

—¿Más importante que su omega?—preguntó incrédulo—, ¿o su hijo, o cualquier ser vivo?

—Si, YoonGi. Y no tienes derecho a quejarte porque tú elegiste casarte con ella, en cambio yo, no tuve opción—le selaló con el dedo índice, ambos rieron suavemente—. Dejá de hablar y siéntate a comer esta cosa.

—No quiero, puedes comerlo si quieres. Ya me llené.

—¿De ve-verdad?—los ojos marrones le brillaron. Al peli-negro le pareció raro, pero el alfa se veía muy tierno.

—Si, tonto—bostezó, acomodándo la cabeza en la almohada, de forma que ahora le daba la espalda al rubio.

Estaba tan cansado que no se dió cuenta en qué momento cayó totalmente dormido.




Lo he leído como tres veces y creo que está todo en orden, es que es muy largo jakdkjakdkajf sino, me dicen de algún error.

Espero les venga gustando la fic, nos leemos pronto. Cuídense 💗

©ʏᴏᴏɴɴɪᴇxᴊɪᴍɪɴɪᴇ5

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