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𝗥𝗨𝗡𝗡𝗘𝗥𝗦 - 07

—¿Cómo has hecho para sobrevivir hasta ahora realmente?

La azabache levantó la mirada de la llanta del auto que reparaba hacia Jihyo, la cual se acercó hasta ella. La mayor sonrió ante Jihyo.

Está suspiró antes de responder.

—Era militar y médico de guerra en el pasado -esta respondió, Jihyo tomó asiento a su lado, Nayeon por su parte dormía plácidamente a unos cuantos metros de ellas en un camastro improvisado, Jihyo se sorprendió levemente- Era parte de las fuerzas de la paz de las naciones unidas -dijo- Estuve en muchos lugares donde el apocalipsis había iniciado mucho antes, eso me ayudó mucho a la hora de sobrevivir.

La menor asintió suspirando. T/n dejó el neumático de regreso en su lugar y alzó la llanta por completo. Con una herramienta la azabache atornilló los pernos de este para sujetarla con fuerza al auto.

—Igualmente, con tanta preparación previa en esos lugares que parecían el mismo infierno... No te deja lista para este tipo de situaciones, ¿Sabes? -la mayor insinuó, cuando terminó su tarea de montar la llanta otra vez agarró un trapo húmedo, limpiando los restos de grasa de sus manos- He tenido mucha suerte, hasta ahora.

—¿Suerte, eh? -bromeó Jihyo, T/n asintió- Fue mucha suerte que me haya topado con ustedes aquí...

—Tal cuál encontré a Nayeon -agregó T/n- Fue un golpe de suerte haberla visto, si no... Posiblemente ella sería una más de ellos -dijo, esto hizo que Jihyo frunciera el ceño en una mueca- Fueron momentos bastante difíciles en dónde pensaba dejar todo atrás, ya sabes, estaba sola en un mundo dominado por la muerte, un día desperté y simplemente... Pensé en acabar con todo -Jihyo asintió, ella entendía ese sentimiento- Estaba pensando en morir heroicamente, con muchos cuerpos a mi alrededor... Pero antes de que la idea echara raíces en mi mente fue cuando la ví a ella.

Ambas vieron a Nayeon dormir, la pequeña rubia emitía algunos sonidos de molestia al dormir, muy seguramente por la incomodidad.

—Al encontrar a Nayeon encontré un motivo para seguir. Perdí a mi familia, perdí a mi hermana... Lo perdí todo, solo seguía viva por mis ganas de seguir luchando, pero como todo, también tuve mi límite -T/n continuó, haciendo que Jihyo se sintiera mal por ella al escuchar su historia- Con Nayeon ya tenía un motivo para estar ahí de pie, verla tan indefensa, con el miedo en sus ojos... Simplemente las ganas de seguir regresaron a mi, de protegerla a toda costa y de ayudarle en su búsqueda. Nayeon nunca se rindió, y si ella pudo... Yo también puedo.

Jihyo sonrió, está soltó un pequeño suspiro que se convirtió rápidamente en una nube blanca.

—Eso es muy lindo -musitó la menor, está ahora veía hacia el frente, el amanecer- Gracias por cuidarla.

T/n sonrió levemente. —Lo haría con todo el gusto, las veces que fuese necesario -esta sentenció, logrando que Jihyo sonriera complacida- Y ahora también cuidare de ti.

—¿De mi? -preguntó está confusa, T/n asintió.

—Desde que llegaste Nayeon ha estado feliz, ha recuperado gran parte de su sonrisa, haré lo imposible para cuidar de esa sonrisa.

Justo cuando T/n terminó de hablar, los primeros rayos de sol aparecieron en el cielo.

—Ambas estuvimos dispuestas a enterrar nuestro pasado, eso ya lo sabes -Jihyo asintió- El que hayas aparecido le regresó la esperanza de poder volverlas a ver, a todas, ¿No sería eso lindo?

Y la menor suspiró, ella también deseaba con toda su alma el poder volver a verlas. A todas sus miembros, a su familia.

—Por el momento es algo difícil hacerlo, pero no imposible.

Luego, con la vista de una Nayeon totalmente desorientada despertando la conversación terminó y el desayuno fue servido, otra vez, a iniciar un nuevo día.

Algunas horas después...

—Lo primordial es movernos constantemente entre ubicaciones. Los refugios solo son temporales, si queremos encontrar un lugar donde poder establecernos de manera definitiva tendremos que buscar el lugar correcto y la manera de poder sustentarnos a nosotras mismas, en algún momento la comida de las tiendas y supermercados terminará o caducará, así que debemos de estar listas -T/n dijo, esta bebía un trago de agua, viendo a Nayeon y a Jihyo sentadas frente a ella- Un lugar alejado de núcleos urbanos, con tierra fértil para poder cultivar alimentos y cerca de alguna fuente de agua potable.

—Parece algo complicado... -opinó Jihyo desanimada, luego soltó un bufido.

Nayeon rio ante la expresión de derrota de la menor.

—La comida en Seúl se acabó en cinco años, no sabremos cómo estará el resto de ciudades en tal vez diez... Así que deberíamos de empezar a hacer eso -explicó la rubia, recibiendo un asentimiento de parte de la azabache- No creo que la situación actual mejore algún día, así que... Buen, las cosas hablan por si sola.

—Seúl está muerta, Daegu destruida y Busán pronto estará igual, no lo sé... ¿Por qué todo se pone tan difícil?

Ambas mayores alzaron los hombros ante la pregunta de la menor, la cual simplemente bufó. Aunque bueno, al menos ella ya no estaba sola, eso era algo bueno. Hace mucho tiempo no se sentía tan tranquila, ahora tenía la compañía y la protección de una de sus antiguas compañeras de grupo y de una chica que parecía una especie rambo sexy.

—Por el momento estaremos bien aquí, hay comida y agua para varios días, y los infectados se han ido desplazando lentamente hacia el otro extremo de la ciudad, no hay peligro -T/n trató de subirle los ánimos a la menor de todas, la cual milagrosamente sonrió- Después nos preocupamos por eso, ¿Ok? Disfrutemos de este pequeño momento de tranquilidad.

—Ok. -respondieron ambas.

Y mientras estás tres comían y charlaban acerca del tiempo en el cual estuvieron solas, una figura cadaverica las observaba a la lejanía a través de uno de los juegos que había en la reja producto de la llegada de Jihyo.

Las chicas, inconscientes del peligro que las acechaba seguían con su día tranquilas.

La criatura soltó un hilo de baba, saliva muy espesa y de otros fluidos juntos con un color negro que cayó a sus pies. La poca ropa que aún se prendía de su putrefacto cuerpo se movió al compás del viento. Sus ojos, aquellos orbes sin vida y que apenas se mantenían en su lugar observaban fijamente al grupo.

Si ellas pudieran verlo, de poder observar al zombie tal vez habrían notado como sus facciones se movían en medio de la podredumbre. Este, casi como una broma, parecía sonreír.

La muerte las observaba intensamente, y al parecer... Le gustaba lo que veía.

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