III
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#O3
Second Chances.
Decir que los tortuosos minutos antes de llegar a aquel motel barato — y bastante pequeño.— de apenas algunos pisos de alto fue un día de campo sería completamente incorrecto. Shouyo dejó de temblar gracias a las palabras de kageyama pero seguía con la ansiedad al tope poniéndose de nervios en cuanto veía señales de que el aguacero iba en aumento, escuchando como las gotas gruesas de agua de lluvia caían en el vidrio del auto negro, o también como el como el viento soplaba ferozmente sin dar indicio alguno de dar tregua.
Tomaron las mochilas de sus asientos para cubrirse, estaban decididos a correr para no terminar empapados, – habían pasado la mitad del día de compras y a ninguno se le ocurrió llevar un paraguas, aunque claramente se tiraban la culpa entre ellos como si fuera alguna clase de juego de ping-pong —.
El hombre de edad mayor que administraba el lugar soltó una pequeña risa incrédula, ciertamente se sorprendió de ver a dos chicos tan jóvenes y tan tarde por aquellos rumbos, si bien, no era peligroso, si estaba bastante alejado de la ciudad en general y pocas personas pasaban cerca, — En su mayoría se quedaban personas que obraban como traileros, hombres de mediana edad que trabajaban transportando cosas, ofreciendo servicios de mudanza, aveces viajeros casuales —.
Tobio y shouyo pararon su absurda pelea en cuanto sintieron los ojos del de cabello cano sobre ellos, un escalofrío subio por su columna, — aunque, a decir verdad, no sabían si era por eso o por que dentro el aire acondicionado seguía prendido y ellos estaban algo mojados. —
— Bienvenidos, chicos. ¿Que les puedo ofrecer el día de hoy?
Después de conversar con el unos cortos minutos, dejaron el looby para dirigirse a la habitación en el tercer piso del establecimiento, con el de hebras naranjas un poco más tranquilo, moviendo las llaves de un lado a otro haciendo bastante ruido, — o al menos para kageyama —, pero para sorpresa del de orbes color canela, Tobio no se inmutaba y parecía perdido dentro de sus densos pensamientos, frunciendo el ceño, hablando entre murmuros apenas audibles.
— Kageyama, ¿pasa algo?
—.. ¿Eh? No, solo... Siento que lo conozco de algún lado, el problema es que, no se de donde.
— Esta bien... Por cierto, Yahaba-san mencionó sobre calefacción de la habitación, ¿Te importaría..?
¿Yahaba?
— Uh, si.
El de cabello negro azabache luchaba contra el botón negro fijo del pequeño calentador de gas dentro de la habitación, sumido en su propio mundo. Yahaba, Yahaba, Yahaba, ¿De dónde mierda conocía ese nombre? No lograba recordar nada.
Soltó un puño al aire en señal de victoria, puesto a que logró encender la calefacción y el aire calentito que apenas llenaba el ambiente le hacía sentir tranquilo y algo feliz de haber encontrado un buen lugar bastante decente para dormir, la sensación de tranquilidad que le daba las mechas encendidas acabo, claro que su ensoñación de vida perfecta se terminó en cuestión de segundos por que su compañero de viaje había salido gritando del baño directo a la cama de la izquierda, que era la que tenía el control remoto de el pequeño televisor.
— ¡PIDO ESTA CAMA! ya toque madera, Kageyama-kun, gane yo.
— ¡Pero así no es como funciona! Idiota.
— ¿Y eso en que afecta que gane la cama y el control remoto?
Kageyama simplemente bufo, sabía que si seguía hablando, esta pelea estúpida seguiría hasta altas horas de la madrugada y le dolía la espalda, la cabeza e incluso el alma, tenía demasiado sueño, además de que había agotado su capacidad de entablar conversaciones con personas, apenas y cruzaba palabra y media con alguien en casa, y ahora fue obligado a hablar tanto como si estuviera compensando todo su silencio de los últimos años. Era un introvertido sin amigos, ¿Que esperaba la vida de él?
— ¡Mira Kageyama-kun! Están dando enredados, y va justo va iniciando, ¡que suerte!
— ¿Enredados?
— ¿Rapunzel? — Tobio negó con la cabeza, no veía películas, o al menos no infantiles, aunque en secreto le gustaban las películas del estudio ghilbi.— ¡¿cómo?! Tienes que verla, es la mejor puta película de la vida.
El chico de orbes azules y pestañas largas aceptó, solo después de tomar una larga, realmente larga, ducha caliente, pero no en calma ya que las paredes eran delgadas y podía escuchar a hinata chillar de emoción o repetir diálogos al azar de la película.
— "no, no, lo siento amigos. Yo no canto."— aclaró su voz antes de seguir cantando, utilizando su cepillo de dientes como si fuera alguna clase de micrófono.— "¡Yo no sueño tan bonito, no soy tan sensitivo! Quiero un lugar soleado y sereno.
Tobio solo pudo atinar a reír mientras trataba de secar su cabello con la toalla celeste ya proporcionada en la habitación de hotel, ¿Quien diría que el de todas las personas estuviera en medio de la nada con un extraño viendo películas de Disney? Completamente ridículo.
— ¡Vamos Kageyama-kun! ¡Únete!
Finalmente se metió a la cama de la derecha, que ciertamente, era la más cercana a la ventana del lugar, podía ver como las nubes seguían siendo grises y el terreno baldío frente al establecimiento ya que aún no había cerrado las persianas. —pensaba que shouyo no había escogido dicha cama por su miedo a las tormentas, pero prefirió dejar el tema.—
Aunque estaba disfrutando de la película — Que por supuesto, no se lo diría a Hinata ni por asomo.—, el sueño lo estaba consumiendo poco a poco, y también el marcado cansancio de días, finalmente dejó salir el estrés acumulado y se quedó profundamente dormido.
Aunque, su encanto duró tan sólo unos momento más, el era sensible a los ruidos y se despertó alarmado cuando escucho un par de sollozos proviniendo de la cama de al lado. Aunque sólo era shouyo de nuevo, intentando cantar la melodia ahora presentada. ¿Que le pasaba?
— ¡Kageyama! ¡Despertaste! — Fingió no ver como el otro dio un respingo ante el trueno proveniente de fuera, la tormenta no parecía tener fin aquella noche.
Según lo relatado por shouyo a altas horas de la noche, estaba feliz de ver como el nuevo sueño del tal Flynn, era la protagonista, al parecer, alegando que era muy bonito y que entre todas las cosas del mundo por fin encontró su luz, siendo sincero el no creía que alguna vez pasara en la vida real, o al menos no a él, no era el tipo de persona de la cual alguien podría pensar en "amistar", pero simplemente se quedó callado, no tenía fuerzas para renegar, aceptando a medias las palabras del chico en silencio.
Y a mitad de la madrugada, cuando la luna estaba en su punto más alto, y los grillos cantaban, fingió no sentir como un cuerpo diminuto — al menos para el— Entraba debajo de las sábanas violetas olor lavanda.
[....]
Cuando shouyo despertó, no había rastros de la persona que anteriormente dormitaba a su lado, pero si una nota arrugada donde la presencia cálida de él de mayor estatura estaba.
" Me adelante por la mañana y tomé una ducha, tu mochila está en la mesa de noche. Estaré abajo tomando el desayuno junto a la tienda de regalos.
—K.T. "
¡No le había esperado!
Maldito kageyama.
Se apresuró a ir a tropezones a la ducha esperando encontrar a el de pelo negro en el pequeño comedor de el primer piso del establecimiento cuando bajara. Le iba a jalar las patas cuando durmiera en venganza.
Las pequeñas botellas de shampoo olían bien, al igual que los jabones hechos de avena que estaban en el mueble de plástico gastado fuera de la ducha, ciertamente se sintió libre al tomar una buena ducha por la mañana, sin tener que estar lidiando con su padre u alguna otra persona de la empresa que estuviera sobre sus bolas esperando que tuviera algún mínimo error para ser reportado, aunque a final de cuentas siempre terminaba teniendo la culpa a los ojos de su progenitor.
— Ugh.. — Retiro los rastros de jabón que aún quedaban en su cuerpo, cerrado la llave de una sola vez.— Se supone que no tengo que pensar en ellos, y es lo primero que hago.
Tomó de vuelta una de las sudaderas con capucha que kenma había puesto en su mochila, y un par de jeans rotos, coloco su zapatillas amarillas, agarro rápidamente las llaves después de verificar que no quedara nada dentro — Era una excusa solo para tomar los jabones de avena para el rostro, pero quien lo podía culpar, ¡Eran muy buenos!—
Finalmente salió, saltando de escalón en escalón, tomándose de la barandilla por si acaso, aunque en el segundo piso se rindió, y decidió bajar como una persona decente hasta llegar a el área, donde el señor Yahaba estaba leyendo un periódico con una taza de café y galletas.
— ¡oh! Chico, tú amigo está en la tienda de recuerdos, me comentó que había decidió esperarte.— está bien, tal vez no le va a jalar los pies a kageyama cuando durmiera.
— ¡Gracias! — escucho un bastante audible "provecho" salir de los labios del agradable señor antes de marcharse, viendo todas las bonitas pinturas que estaban alrededor del lugar, decorando las paredes, llenando de vida el establecimiento.
— Un pajarito me dijo que me estabas esperando, que amable de tu parte, ¡Kageyam-!
En ese momento, paro en seco, pudo ver la parte de atrás de la cabeza de kageyama, pero lo que más le llamó la atención, fue el como sus puños estaban completamente cerrados, y sus nudillos rojos de tan fuerte que apretaba.
Kageyama Tobio estaba temblando.
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Tobio dejó a shouyo acurrucado torpemente sobre una almohada, se aseguró de que estuviera arropado, la calefacción seguía encendida pero no quitaba el hecho de que fuera seguía haciendo bastante frío, incluso más que la noche pasada, la lluvia arrasó con el clima cálido, y se lo llevó consigo tal cual y como se llevó algunas ramas gastadas de árboles viejos, y claro, su tranquilidad, pero a su vez le había brindado la compañía del bajito.
Decidió esperar al diablillo de cabello naranja que aún estaba en el mundo de sus sueños, después de todo no tenia mucha hambre así que se dispuso a recorrer el lugar, encontrando así la tienda de regalos, esperaba encontrar un llavero, o tal vez alguna figurilla decorativa o una taza para el café pintada a mano, pero se llevó una sorpresa gigante al escuchar dos voces demasiado familiares detrás de él.
— ¿Kageyama?
Kindaichi Yutaro y Kunimi Akira estaban justo delante suyo.
Pues claro, ahora el nombre yahaba sonaba en su ya perdida mente, shigeru yahaba era nieto de la persona encargada del pequeño motel. El mundo era muy pequeño. A pesar de que mucha gente dentro de Japón compartía el apellido Yahaba, se vino a encontrar con uno que fuera conocido para el.
Cuando el de orbes azulados era más pequeño le diagnosticaron con TEA*, aunque no fue sorpresa para muchos después de que nada captará su atención por más de cinco minutos o el como escapaba más temprano de la escuela para irse directo a su casa, evitando así a sus compañeros de el aula.
Tobio a menudo pasaba por una casa bastante vieja — al parecer abandonada, y bastante tenebrosa —, le daba algo de curiosidad saber que había dentro, ya que aveces escuchaba como chicos que iban por su misma ruta para ir a la escuela hablaban sobre los fantasmas que esta habitaban, aunque pronto su curiosidad decayó y sólo se volvió un punto más al que ver mientras esperaba que todos los demás niños pasarán delante. Le gustaba ver de lejos como se juntaban en una tiendita de la esquina — el sabía perfectamente que ese establecimiento pertenecía a la señora nakamura, ahí era donde su mamá compraba algunos dulces que le daba como premio cuando tenía un buen rendimiento escolar —, y se paraban a jugar con las máquinas de videojuegos viejas, gastando su poco cambio en dicho lugar casi todas las tardes, los arcades estaban muy lejos de aquella zona y era completamente comprensible, pero lo que le costaba entender por qué su pecho le dolía y sentía apretada la garganta cuando intentaba avanzar un poco más para hablarles, al final solo terminaba pateando una piedrita que había encontrado en la banqueta camino a casa.
Si bien, no había cura para el TEA, sus padres habían intervenido, y más tarde que pronto había logrado conocer dos personas que se convirtieron en sus amigos a base de su propio esfuerzo — o al menos eso creía. —, incluso había marcado en su calendario lleno de calcas de estrellitas el día en que por fin le había dirigido la palabra a alguna persona, tanto que le dolían las mejillas por sus intentos deplorables de sonrisas, sabia que su sonrisa era bastante fea, había escuchado como los chicos de otros grados reían ante ella, así que solo cubría su diminuta boca con dientes faltantes — ya que se le comenzaban a caer — con su manita derecha y bajaba el rostro.
Después de unos años, kunimi y kindaichi se convirtieron en parte importante de su vida, no le gustaba que la gente invadiera la comodidad de su cuarto, pero había hecho un enorme esfuerzo por invitarlos dentro, incluso había buscado entre sus cosas los videojuegos y la vieja consola que su abuelo le había regalado, los había desempolvado y puesto directo a la televisión — sin agregar que practico un poco como jugar Mario Kart, no quería parecer un tonto delante de ellos. —
Las cosas fueron en picada después de la muerte de su abuelo, se cerró al mundo completamente, abrazando por las noches uno que otro peluche que este le había comprado y jugando con su primer balón de vóleibol, ya descolorido. Miwa y sus padres intentaron sacarlo de aquel hoyo depresivo, pero no lo lograron, simplemente dejó de hablar con todo mundo y se hundió en su mente ya vacía, dejándose llevar por pensamientos sombríos y acciones incorrectas que ya había aprendido a reprimir, o más bien, ya había aprendido a controlar. Empezó a ser grosero, tosco, he incluso una persona bastante detestable, alejo a todo su equipo de vóleibol de la escuela secundaria, pero no se sorprendió cuando ninguno hizo un verdadero esfuerzo en saber que era lo que realmente pasaba y como fue que pasó de una persona tímida para entablar conversación, a un chico cerrado que te mataba con la mirada apenas te acercabas.
Kindaichi y Kunimi habían estado al pendiente de la situación, pero al parecer hicieron caso omiso, oídos sordos, o como se llamara, después de todo para Tobio era ser un mal amigo.
Los chicos no habían intentado tratar con él después de el cambio drástico en su persona, y se sumó a la gente que le temia, se burlaba y hablaba a sus espaldas, como si el fuera el gran villano de alguna película.
Sabía que estuvo mal gritarles, y haber sido molesto para ellos, pero no le habían dado la oportunidad de explicarse, incluso después de intentarlo mientras tenía la voz rota aquel verano después de un partido de semifinales en un baño público del recinto donde se situaba el torneo.
No volvió a dirigir la palabra en dirección a esos dos después de terminar la escuela secundaria, incluso estando en preparatoria dejó de saber de ellos, hasta ahora.
— El gran Kageyama Tobio está aquí, vaya sorpresa, ¿Como ha estado su alteza? Escuche que estabas a punto de entrar a nivel profesional.
— Claro, si no fuera por la lesión que sufriste, no podrás jugar por algunos meses, ¿no es así? Todo mundo estaba hablando de ello.— Completo Akira.
—...Me tengo que ir.
Kindaichi le tomó rápidamente, dejándolos frente a frente de nuevo.
— ¿Que haces por estos rumbos, gran rey? Veo que sigues tan solo como en aquellos tiempos. No has cambiado nada.
Si, no había cambiado nada.
Solo debía encontrar rápido a hinata, quería irse rápido de ahí.
Tobio se sobresalto cuando sintió un brazo más flacucho enredarse en el suyo.
— ¡Cariño! No me dijiste que ibas a salir por la mañana, me asuste mucho cuando no te vi. — Puchereo. — ¿oh? ¡Ustedes deben de ser los amigos de Tobio! Soy su novio, un gusto.
¿Que carajo, Hinata?
Los otros presentes quedaron completamente helados, dignos de ser estatuas hechas a mano, justamente vendidas en esa tienda de regalos, cuando el chico de sonrisa socarrona les extendió la mano, saludando alegremente.
— O-oh, soy Yutaro Kindaichi, el es Akira kunimi, es un gusto, Hinata-kun.— Tobio realmente quería reír al ver sus caras de sorpresa, totalmente incrédulos, mirando a la persona de estatura más baja que le acompañaba.
— Akira-kun, Yutaro-kun, el placer es mio, todos los amigos de Tobio también son mis amigos. — Volteo su rostro nuevamente en dirección del mencionado. — Tobi, ¿por qué no mencionaste que nos encontraríamos con ellos? Ojalá pudiéramos invitarlos a nuestra fiesta de compromiso.
¿Fiesta de compromiso?
OKAY, estoy estaba yendo demasiado lejos.
— ¿Compromiso?
— ¡si! Tobi es un paranoico, así que siempre lleva su anillo en una cadena, a mi me gusta llevarlo en el dedo para presumir que estoy con el mejor hombre del mundo.— enseño su mano derecha rápidamente.
Mientras los más altos miraban en dirección al anillo de oro reluciente, shouyo le guiño un ojo a su falso prometido, susurrando en voz baja que luego le explicara de donde le había conseguido.
— ¿Sabes algo Hinata-kun? Perdona si te parece grosero, pero no pareces ser el tipo de persona que saldría con un tipo como Kageyama.
— ¿uh? ¿Por qué?
— Eres como un chihuahua con mucha energía y el como un gato doméstico amargado.— Río de su propia broma. — uh, también por, como es kageyama, ¿sabes? Aunque bueno, eso pasó en la escuela secundaria.
Oh no.
— ¿Escuela secundaria?
Tobio rápidamente — y siendo algo gentil. — retiro el brazo de shouyo de el suyo y murmuró un : "nos vemos en el auto."
Sabía que estaba a punto de escuchar algo que el contrario no quería recordar, y probablemente una de las razones de su comportamiento algo tosco y sus claras dificultades en el área de la comunicación.
— ¡Cariño, espera! Oh, uhm, kindaichi, kunimi-kun, fue un placer conocerlos, nos vemos.
Hinata salió corriendo en cuanto los más altos se despidieron de él con una sonrisa —aunque era algo más parecido a una mueca—, Tobio se había adelantado, después de todo, el poco equipaje —dos mochilas, y el aun cargando la suya— ya estaba dentro del auto, anteriormente había devuelto las llaves del cuarto.
— Yo.. Siento si te molesto, solo, no me gustó como esos chicos te hablaban, no me podía quedar de brazos cruzados, ¿sabes?
El tema que se había tocado hace unos minutos —aunque haya sido lo más minimo — iba a ser difícil de abordar, así que, decidió simplemente callar. Apenas se conocían de unos días después de todo, no era como si fueran cercanos.
Una gran parte del camino fue hundida en un silencio sepulcral que ninguno se atrevía a romper, estaban siendo amargamente acompañados de las nubes grises y el viento helado, que avisaba que el tiempo del verano, había acabado hace ya un rato.
[...]
— Sobre el anillo...Es mi anillo de compromiso de verdad, pensaba en decirte que pasáramos a alguna casa de empeño a intercambiarlo por dinero o por alguna de esas antigüedades que son como, realmente geniales. — pauso. — nah, siendo completamente sincero, cambiaría el anillo por una bolsa pequeña de chips fuego.
— ¿Alguna vez te has enamorado?
Kageyama por fin hablo, después de una gran pausa ante la pequeña historia del anillo, rompiendo la tranquilidad falsa que habían construido.
Hinata, aún mirando por la ventana,movía sus dedos de forma juguetona por la ventana, simulando que corrían libres por el pasto, pero sin más, respondió.
— He tenido algunas parejas a lo largo de el tiempo, algunas las he elegido por mi cuenta, otras fueron presentadas por mi papá.— rio. — pero, todas ellas tienen algo en común, no tenían ese <whaaa> ¿entiendes? Así que, la pase bien, pero no era amor.
— ¿<whaaa>?
—.. ¿Como debería explicarlo? — dio un largo suspiro para por fin separar su vista del camino sombrío y de los aun bonitos árboles anaranjados, con apenas algunas hojas.— Pienso que el amor se debe de sentir como cuando es invierno y tomas una taza de chocolate caliente mientras ves la nieve por la ventana, o como una tarde con tus amigos mientras cuentan historias al azar, incluso como un abrazo cariñoso después de un largo y duro día. — volteo a mirarle directo a los ojos, sus lindos y profundos ojos azul cobalto. — El amor tiene muchas interpretaciones o formas de verse, es como la belleza, es algo... Subjetivo.
— Quién pensaría que sabes decir algo inteligente. — intento bromear, dando un golpesito con las yemas de sus fríos dedos, apenas llegando a tocar la rodilla del contrario.
— ¡Oye! Intento hablar sinceramente aquí. — Regaño a Tobio para finalmente soltar una risita dulce.— creo que, cuando alguien especial llegue a tu vida, lo sabrás de inmediato, solo, debes de pensar que en algún lado abra alguien que te comprenda con apenas decir media palabra.
— Supongo que tienes razón.
— ¿¡Escuche bien!? El gran kageyama Tobio acaba de admitir que tengo razón, whoa, ¡dilo de nuevo!
— ¿Decir que? Yo no dije nada.
— ¡Mentiroso! ¡Yo te escuche!
Y así, entre risas entre cortadas, peleas la canción de fondo en el radio apenas audible por la estática al pasar algunos lugares, y la casi muerte de kageyama al meter muchas gomitas en forma de pandas a su boca para ganarle en un concurso absurdo que inventaron hace apenas segundos, fue que Hinata por fin lo decidió. Kageyama no tendría que volver a estar solo, el sería su amigo. El era una buena persona.
El mundo aún era un misterio para ellos, así como el futuro que les deparaba, en el otoño que parecía no tener fin aunque apenas y comenzaba. Kageyama decía que nunca habría luz en la oscuridad, pero en el momento en que Shouyo escucho esas palabras provenir de el chico a el volante, le riño por tan tan absurda declaración, ¡Claro que la había! ¿Entonces que hacían las estrellas y la luna haciendo compañía a la sombría noche? Fue en ese pequeño momento que hinata volvió a probar su punto, ya que, entre las nubes grises y cielo descolorido, el sol había vuelto a salir.
*Los trastornos del espectro autista (TEA) son una discapacidad del desarrollo que puede provocar problemas sociales, comunicacionales y conductuales significativos.
Este fin de semana estuve leyendo demasiado al respecto sobre este tema y WOW, mi HC es que Tobio lo padece, no lo sé, me hace demasiado sentido.
CREO QUE ESTE PEDO QUEDO MÁS LARGO QUE DE COSTUMBRE #SOS
La neta perdón por no actualizar el domingo, mi Internet es una CAGADA, lo odio malditasea
Como ya saben suelo editar detalles de los capítulos, cosas que se me pasaron, algunas fallas ortográficas etc, así que si les llega la noti muchas veces de este cap es por eso 😭
Muchas gracias por leer<3
Espero que para el siguiente capitulo ya esté introduciendo a los nuevos personajes, ya a nada de la fiesta de Halloween 👻
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