Capítulo 2.
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⋆˚࿔ El Pesar de un Ángel. 𝜗𝜚˚⋆
Jazaerly, Gustav y Shana salieron del hogar, el rechinar de la puerta era totalmente espeluznante, lo único que yo podría desear era que estuvieran aquí, con un nuevo integrante lo antes posible, un nuevo niño o niña para abrazar y cuidar con amor, como una madre. Si tan solo yo... Es inútil, no vale la pena pensar en “que pasaría si” o “Debí haber”, ellos ya se fueron, y yo sigo aquí, por más que quiera, no puedo ir...
¿O es que solo estoy siendo pesimista? ¡Siempre hay que poner las cosas alegres por delante...! O eso es lo que siempre dice Verie para consolar a los niños pequeños, ¡pero ella es muy joven también! Esta situación es incómoda y extraña. Ver a Jazaerly como a una madre, como aquella que siempre estuvo ahí, como aquella que me crió; y a Timothy como a un padre, aquel que siempre cuenta chistes absurdos y que tiene un gran sentido del humor.
Una gran familia, dos padres y casi sesenta hermanos en un mismo hogar, o casa, o simplemente refugio, pero es que... Las cosas no fueron así siempre, yo tenía otra madre y otro padre, pero ellos ya no están, ¿es correcto ver a Zaerly y a Tithy como a mis padres? Ha pasado tanto tiempo... No recuerdo como es tener un pariente de más de veintitrés años, todo por aquella tragedia que sucedió en el mundo entero.
Pero así lo decidió el destino, decidió quitarme a mi familia verdadera de ese entonces, y darme una nueva que siempre me acompaña y protege como cigüa palmera a su nido, pero yo estoy aquí, sentado en el sillón, cuando debería de haber ido con ellos en la operación de liberación, ¡cómo puedo ser parte del equipo de rescate si ni siquiera puedo olvidar como casi me-!
──¿Ange? ¿Todo bien?
Sentí un golpe suave en mi espalda, giré mi rostro encontrándome con Hara, Hara Arely, la única que no recuerda su apellido dentro de todos nosotros, debimos de inventarnos uno y ponérselo para que no se sintiera mal.
──¡Hara! Me espantaste, aguarda... ¿¡No deberías de estar en cama!? ──Pregunté exaltado.
──La medicina que ha preparado la enfermera principal me ha hecho sentir mucho mejor, todo gracias a Ann y Brandy por haber conseguido la Pluma Vluee.
Suspiré con alivio, aunque inmediatamente se convirtió en pena, ella se refería a Vannia como a una enfermera, ¡ella lo es! Pero, algo se siente raro en esto.
──Escucha, Ange. Sé que te sientes afligido por no haber podido ir. ──Dijo mientras me daba una palmada, intentando animarme──, pero no eres el único que se ha quedado en casa.
──Es distinto, tú estabas gravemente enferma, pero yo estoy ileso, tengo cada uno de mis huesos en donde van y tengo la vista más agudizada que nunca, y mi suerte, siempre tengo buenas oportunidades, ¿por qué no estoy allá con ellos? No dejo de preguntarme lo mismo, me siento como... Un prestamista sin dinero.
Arely sonrió suavemente, una sonrisa muy especial, de esas que solo te regalan tus hermanas una vez por la mañana antes de ir a la escuela en bicicleta con apuros.
──No entiendo por qué sonríes.
──Debió de ser duro, como un deseo marino se ve arruinado por un miedo contundente. Lamento... No haber estado ahí.
La sonrisa de Hara desvaneció y se convirtió en una mueca, carraspeó su garganta débilmente y dijo: “Come arroz, definitivamente te hará sentir mucho mejor”, y después se fue.
Ella es una buena hermana.
La chica del teléfono tenía un microauricular puesto, y conversaba y estaba al pendiente del equipo de rescate todo el tiempo, debe ser agotador, si Jazaerly y los otros dos no llegan rápido, la chica del teléfono tendría que quedarse despierta todo el tiempo, como ha solido pasar... La mayoría de veces. Sin poder soportar ver la presión y tensión de otros, pensé que lo único que podría acariciar mi blando corazón y darme breves momentos de calma, sería una habitación y el alma joven que casi siempre está dentro de ella.
Me dirigí a ella y sin temor abrí su puerta, y una ráfaga de colores, estampas y brillantina se hicieron ver en mi campo de visión, la sala de los crayones, aquella que me hacía sentir como un niño, y no como un rescatista.
El cuarto estaba lleno de hojas, todas pegadas en las paredes y coloreadas con acuarelas de todo tipo, dejando ver un dibujo de un paisaje, un prado color verde, de cielo azul y con nubes por todos los lados, dibujar las nubes era lo más divertido, pues no hay que buscar pintura de color blanco en el cofre.
Dentro de aquel superdibujo, había una pintora de cabello negro, largo y despeinado, una campesina hija de campesina, al igual que yo, una huérfana de nacimiento, una guerrera de solo siete años, Lismaríí...
El movimiento del pincel era elegante y sofisticado, cada trazo y cada línea eran una maravilla con un secreto resplandeciente por descubrir. La sala de los crayones siempre fue como una sala de espera, solo entras y dibujas, y recuerdas que al final, solo eres un niño. Una sala de esas que aparecen en el segundo capítulo de un libro antes de que comience a tornarse lúgubre.
Una sala tan bonita, solo refleja el sentimiento de una soledad que subyace la alegría, una soledad inexplicable, una soledad que viene acompañada de mucha gente, pero que sigue estando ahí, y de aquella que solo te das cuentas al ver las manos temblorosas de un artista de retratos para niños.
──¡Oh, vaya! ──Exclamé fascinado──, En serio te luciste, Lismaríí Enríagh.
La cereza del pastel, ¡la azúcar dentro de la crema!, entre todos esos colores, era el propio autorretrato de Maríí en el centro de aquel hermoso verdinal lo que hacía de esa antigua pared vieja a una completamente nueva e innovadora.
──¿Has pensado en ser artista?
Ella negó.
──¿Por qué es eso?
──En un mundo gris como este, los colores pasan a no tener importancia.
──Pero si importan para ti, ¿no?
──Toma asiento aquí, Ange. Me ha agradado que vinieras.
Era como si Lismaríí no fuera la misma que amenazó con la muerte a Ann hace unos pocos minutos. El silencio era ruidosamente cálido y amable si se estaba con la persona indicada, una hermana menor, una hermana pequeña a quien cuidar, aunque realmente es como si Maríí nos cuidara a todos. Después de un largo rato hablé, sabiendo perfectamente que mi hermana menor sabría que contestar.
──¿Crees que la humanidad acabe? Después de todo, cuando llegas a los veintitrés pasa... Eso.
──Yo creo que seguirá naciendo mucha gente, siempre han habido madres jóvenes.
──Mi madre me tuvo a los dieciséis.
──La mía a los doce. No pudo cuidarme dignamente y después de pocos años me llevó a un orfanato.
──Entonces, siempre estuviste rodeada de niños, debió ser como Cloche de Miel, de seguro te divertiste mucho.
──Te equivocas. ──Habló, su voz tornándose a una más dura y agresiva, palabras que estaban a punto de desatar emociones que no se extinguen ni rompen como lo hacen aquellas cosas divinas que nosotros los humanos no podemos ver. ──Todo el tiempo en ese orfanato fue una tortura, una tortura agonizantemente larga. Cloche de Miel es sin duda mejor.
Mi expresión cambió, no era una triste, era una comprensiva, como la que le brindaría una enfermera a su paciente, una hermana a otra, un niño a su deseo, y un zorro a un sabueso.
──Comamos arroz juntos, Maríí. Te hará sentir mejor.
Ese día, Jazaerly y los demás no llegaron, y Esther, la chica del teléfono, sin querer se quedó dormida al igual que todos nosotros. La brisa borrascosa de la noche era tierna al tocar mi cuerpo somnoliento y quizá un poco sonámbulo; el blanco de las nubes no era comparado en el fulgor blanco de la luna misma que nos sonríe cada noche, y que a veces, se llena después de un día angustioso y de un platillo de arroz tibio servido en una bandeja de paja.
“Un Zorro a un Sabueso” diganme que si saben a que película hice referencia 😭.
Carácteres: 7,600.
Palabras: 1,385.
Párrafos: 40.
Oraciones: 76.
Líneas de diálogo: Alrededor de 22.
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