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❝ THE SEDUCTIVE SWAN ❞

͙۪۪̥˚┊❛ R E G A R D S ❜┊˚ ͙۪۪̥◌
🐺 ⋆。˚ presents to you chapter two ▶❝ the seductive swan ❞ ▬▬ 𝗮 𝗸𝗮𝘇 𝗯𝗿𝗲𝗸𝗸𝗲𝗿 𝗳𝗮𝗻𝗳𝗶𝗰𝘁𝗶𝗼𝗻 🧤 © 𝗐𝗋𝗂𝗍𝗍𝖾𝗇 𝖻𝗒 𝖻𝖺𝗋𝖻𝗌 𝟤𝟢𝟤𝟣.


TODOS LAS NOCHES Nora soñaba con huír de aquel lugar; soñaba con alejarse de Ketterdam y viajar a Ravka para tener esa vida que se le habia escurrido de entre los dedos. Soñaba con ejercer sus poderes y usarlos contra aquellas personas iguales de viles que los hombres que la metieron ahí. Soñaba con un Ravka libre. Con una vida segura.

Y en cada uno de esos sueños, su madre estaba junto a ella, murmurandole que todo estaba bien. Que ella estaba bien. Y que Nora era fuerte para soportar todas las vicisitudes

Eso era una vil mentira.

Porque los recuerdos se encargaban de nublar aquellas hermosas imágenes de su mente y las reemplazaba con su oscura realidad.

Era ahí donde los sueños se volvían pesadillas.

Y las pesadillas hacían que sus noches fueran un tormento.

Las primeras noches Nora despertaba sobresaltada y asustada; lloraba hasta quedarse dormida y despertaba cuando la iban a buscar para desayunar y asistir a sus entrenamientos de entretenimiento al cliente; La casa de las fieras no solo era una casa de placer muy conocida en Ketterdam, sino que también era un club que organizaba pequeños eventos donde los hombres asistían para jugar o ver a las chicas bailar mientras bebían y apostaban. Y de paso, si uno se interesaba en alguna en particular, pagaban dinero extra para un tiempo a solas con la elegida.

Nora nunca había realizado ese tipo de bailes antes. Lo más ágil que había llegado hacer era trepar los enormes manzanos de su antíguo hogar en OS kervo para lanzar las cosechas de manzana a su madre, o las mañanas de caza junto a la mencionada para conseguir algo de comer cuando las cosechas no producían lo esperado.

Cazar un par de animales y trepar unos árboles era harina de otro costal comparado a tener que realizar una rutina de baile sobre un aro metálico colgado en el aire. Y aún asi, pese a su repulsión por tener que obedecer a Tante, Nora fue la única de las cinco chicas nuevas que logró mantenerse en el aire y realizar algunos giros al primer mes.

La idea de estropear sus entrenamientos cruzo por su mente los primeros días. Tal vez de ese modo la dejarían libre al no ser eficaz para complacer las demandas de la jefa. No obstante, y al cabo de un par de días, Nora presenció como una de sus compañeras -que no obtenían un avance en los entrenamientos como era de esperar- era arrastrada a la oficina de Tante entre súplicas y llantos. No volvieron a verla hasta el día siguiente, donde unas heridas al rojo vivo marcaban su piel ahí donde los trajes de seda no cubrían el cuerpo.

Nora desistió de la idea y continúo mejorando en cada entrenamiento. De modo que al cabo de unas semanas logró una rutina completa y de forma exquisita; incluso ella estaba sorprendida consigo misma.

No obstante, y de haber sabido que eso la mandaría tan pronto al infierno, se hubiera dejado caer a propósito en las redes de seguridad sin importar los castigos que pudiera obtener.

-La próxima semana te presentarás en lugar de Zahra -dictamino Tante cuando Nora bajo del aro después de una inspección por parte de la jefa-. Ve con Marta para que tome tus medidas y te ajuste el traje de la habitación quince -indicó.

-Pero...

-¿Acaso escuché un "pero"? -Cuestionó Tante mirando fijamente a Nora mientras se acercaba a paso lento a ella de forma amenazante. No había ningún atisbo de sonrisa o simpatia en ella, por lo que Nora se mordió la lengua, bajo la mirada y respondió.

-No señora, iré enseguida.

-Buena chica -respondio Tante y se marchó a su oficina.

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Nora tuvo que practicar día y noche toda la semana restante para su presentación; Marta, la vestuarista de la casa, le confeccionó a su medida el traje de la habitación quince, el cual representaba a un animal; cada chica era nombrada como uno según su origen o apariencia. Y, dependiendo el animal que te tocará, te asignaban una habitación la cual estaba decorado según el hábitat del animal.

Cuando Nora se vistió con su atuendo para el ensayo general de la siguiente noche, se sintió incómoda, cómo si estuviera visitando otra piel que no fuera la suya y quisiera ahogar a su verdadero yo.

Heleen, por el contrario, quedó satisfecha con su aspecto.

-La pequeña cisne del lugar -le sonrió y se marchó de la habitación con el pensamiento de que Nora la haría ganar mucho dinero.

Y es que Nora no lucia como una niña de doce años. Su cuerpo, al contrario de lo que ella deseaba, parecía estar desarrollándose en proporciones mayores que las niñas de su edad. Y sus movimientos, antes torpes e infantiles, ahora eran tan fluidos y elegantes que le daban el aspecto delicado y hermoso que Heleen tanto quería.

Fue por eso que la nombró «el cisne».

Y su traje la representaba a la perfección; un corpiño enterizo era todo lo que cubría su cuerpo. Esté se ajustaba a su cintura dándole una apariencia más delgada y curvilínea. Sus pechos, de un tamaño proporcional a su cuerpo, parecían haber aumentado con el corpiño y el escote, que estaba decorado con plumas blancas. En los costados de sus caderas caian unos olanes de tela y encaje que daban un efecto de contoneo al caminar.

El traje era una exquisitez, pero Nora se sentía desnuda con él. Expuesta. Exhibida como una mercancía -lo cual era ahora.

Si su madre la estuviera viendo ahora usando aquel vestuario sin duda pegaría el grito en el cielo.

Pero ella no estaba ahi.

Y Nora debía usarlo o el castigo por contradecir las órdenes directas de Heleen serían cinco azotes en la espada, los cuales serían curados por la sanadora de Tante minutos antes del show para que su piel luciera perfecta para la presentación.

Por lo que aguanto la impotencia que sentía por dentro e hizo su rutina con la misma gracia que había aprendido en esas últimas semanas.

La noche previa a su primera presentación, Nora no pudo conciliar el sueño. La ansiedad y el miedo de que fuera solicitada por algún cliente la atormentaba de una forma desesperante; Nunca había estado con alguien del sexo opuesto, ni siquiera había dado su primer beso.

Estaba aterrada. Solo tenía doce años y se había vuelto una señorita meses antes de que todo cambiará en su vida; su madre le había hablado sobre el tema de la reproducción entre hombres y mujeres y Nora deseaba entregar su pureza a alguien que amara y que la amara igual. Incluso si eso significaba esperar hasta el matrimonio.

A ella no le importaba. Deseaba que fuera con la persona indicada.

Y siendo mayor, no una niña.

No obstante su vida era un asco ahora y sus deseos ya no eran relevantes.

No logró pegar un ojo en toda la noche. Y al día siguiente apenas y logro llevarse algo al estómago. Las horas pasaban lentamente, torturandola de forma desesperante.

Y cuando la noche finalmente llegó, Nora se arregló con su atuendo sin ánimo alguno; se colocó sus zapatos especiales para el show, los cuales eran del mismo tono de su piel y daba el aspecto de estar descalza. Y dejó que la maquillaran y peinaran como Tante ordenó.

-Muy bien, la gente llegó y está esperando un gran show; denles una noche satisfactoria o su castigo será peor que de costumbre -dijo Heleen mientras entraba a la habitación con su vestido azul de pavo real. Las chicas comenzaron a moverse por todo la habitación para formar una hilera, de modo que antes de poder cruzar la puerta, Tante pudiera revisarlas con uno de sus guardias.

Los nervios iban aumentando mediante la fila avanzaba. Ahora solo quedaban tres chicas delante de Nora para que fuera su turno cuando escuchó a Heleen decir.

-Vaya, vaya, vaya.

Nora observó como la mujer sostenía en manos un broche largo y extremadamente filoso. Se trataba de una pequeña daga escondida en el broche de cabello de la chica. La aludida, que era alta y vestía un traje de yegua que combinaba con su cabello rojo, empalidecio y retrocedió dos pasos completamente asustada por ser atrapada.

-Esto si que es una sorpresa -añadio Heleen con una sonrisa gatuna. Cómo si el simple hecho de atrapar a una de sus chicas la emocionara.

La pelirroja, al ser descubierta, empujó violentamente a Heleen y intento salir corriendo de la habitación cuando los guardias de Heleen la detuvieron antes poder cruzar el umbral de madera oscura.

La chica pataleo, forzajeo y grito, maldiciendo a Tante y a todos los que trabajaban en la casa. Tante, por su parte, se acomodo una de las plumas de pavo real que adoraba su cabeza y se acercó a la chica lentamente.

Nora brinco en su lugar cuando el sonido de una fuerte cachetada resonó en la habitación.

-Llevenla al cuarto de juegos -ordeno Tante haciendo que el rostro de la chica se pusiera blanco como la calca y empezará a mover la cabeza frenéticamente.

-No... porfavor, no. El cuarto de juegos no -suplicó la sentenciada con el temor impreso en sus iris oscuros.

La chica, pidiendo a gritos ser perdonada, fue arrastrada por el guardia de seguridad hasta la puerta trasera de los vestuario.

Y aún cuando la puerta de madera oscura se cerró detrás de ellos, Nora siguió escuchando las súplicas de la chica al otro lado de esta.

-Que esto sea una lección para todas -dijo Heleen llamando la atención de todas las presentes-. Ahora, salgan a dar un buen show.

Nora siguió a las demás hacia la salida pero se detuvo cuando a los lejos alcanzo a percibir un grito proveniente de algún lugar del otro lado de aquella puerta. Se giro, temerosa de lo que pudieran estarle haciendo a la chica, cuando Tante se dirigió a ella.

-¿Quieres conocer el cuarto de juegos Cisne? -la voz de Heleen cerca suyo la sobresalto.

Nora aparto la mirada de la puerta y negó con la cabeza. Heleen la inspecciono de pies a cabeza y una vez seccionada de que estaba limpia, la dejo ir con las demás.

Pronto los gritos se opacaron el bullicio del salón de eventos; esté estaba lleno de hombres, quienes al verlas salir en sus trajes de animales empezaron a silbar y gritar con jubiló. Nora sintió un nudo en el estómago al sentir tantas miradas lujuriosas sobre ella. Era claro que todos ahí estaban impacientes por verlas bailar.

El lugar de Nora era del otro lado del salón, por lo que tuvo que cruzar esté por completo bajo las miradas pervertidas de todo aquel que estaba de paso a su plataforma. Durante todo el trayecto evito devolver las miradas y fijo sus ojos en el camino, sintiendo como su corazón aumentaba cada vez mas ritmo de forma desesperante.

-¡Hola preciosa! -escuchó que le dijo un desconocido y luego sintió como alguien le palmeaba el trasero.

Nora, asustada, aceleró el paso sin voltear a ver a su acosar y continúo su rumbo con prisa.

Una vez estuvo en las pequeñas escaleras de la tarima que le tocaba, las luces se apagaron y la música empezó a sonar. Los silbidos y exclamaciones masculinas resonaron más fuertes entorno al gran salon cuando oho reflectores iluminaron a cada uno de las chicas.

Nora, bajo las miradas voraces del público, comenzó a bailar como tanto había practicado. Con cada movimiento que ejercia, el nudo en su garganta aumentaba. Podía sentir cada una de las miradas en todo su cuerpo, quemándole hasta el alma. Podía sentir como su piel se erizaba de solo pensar que esos hombres estaban disfrutando viéndola mover su cuerpo.

Y cuando el aro de metal descendió del techo en su dirección y Nora subió en él para abrirse de piernas y continúar su rutina aérea, los hombres celebraron por lo alto.

Nora hizo uso de todo su esfuerzo para ignorar los comentarios morbosos de la audiencia. Centro todo su atención única y exclusivamente en la rutina y en no caerse al suelo.

La primera presentación concluyó, y hubiera sido bueno que ahí terminará su noche. Pero lamentablemente Nora estaba incluida en dos rutinas que elaboró a la perfección; el aro empezó a descender y cuando ella por fin tocó el suelo con los pies sintió como una sensación de alivio la embargaba. Realizó una pequeña reverencia y se dispuso a bajar de la plataforma para salir de ahí rápidamente cuando alguien la detuvo.

Se trataba de unos de los hombres de seguridad, que la miró con una sonrisa gatuna que hizo temblar a Nora.

-Cisne, te solicitan en la habitación quince.

Entonces su pesadilla dio comienzo.


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Algunos dices que los castigos ayudan a forjar el carácter. Otros que es un método de enseñanza. Pero para algunas personas, el castigó físico era lo más cruel e inhumano que se podía ejercer contra un ser vivo. Ya sea humano o animal.

Nora forma parte de ese último grupo.

Y aún asi, el dolor en su espalda no era nada comparado a como se sentía por dentro; la sensación de manos sobre su cuerpo, acariciándola, besándola, tocándola, seguía plasmada en su mente de una forma muy perturbadora. Las lágrimas que había dejado salir desde el momento en el que estuvo sola en su habitación eran la muestra de lo rota que se sentía por dentro. Lo sucia que sentía su alma.

Esa noche Nora había perdido su inocencia. Su pureza como señorita había sido arrebatada y no podía sentirse más devastada. Tampoco pudo evitar llorar durante aquel acto, aunque sabía muy bien que las lágrimas durante los servicios estaban absolutamente prohibidas.

Tante se los había advertido al llegar a Ketterdam, sin embargo nadie había preparado a Nora mentalmente lo duro que sería para ella perder su pureza.

Su cliente no había sido amable con ella, al contrario, habia sido rudo y salvaje; desde el momento en el que entraron en la habitación quince, decorado de un ambiente natural que daba el aspecto de estar en un lago, el hombre se lanzó sobre ella y le quitó el corpiño. Beso y manoseo su cuerpo hasta tumbarla en la cama de sábanas blancas.

Todo parecía ir en cámara lenta para Nora, de modo que el acto parecía como una tortura interna. No sentia nada físicamente, era como si su mente se hubiera desconectado de su cuerpo de forma que ni pudiera sentir nada. No obstante en cuanto el cliente la embistió, Nora soltó un gritó lleno de dolor, pero el hombre no se inmutó ni se detuvo.

Fue entonces que Nora no pudo aguantar más y comenzó a llorar. Le suplico una y otra vez que se detuviera, que la estaba lastimando, cuando el hombro se separó de ella de forma brusca y le propinó una cachetada tan fuerte, que todavía podía sentir el impacto de su mano contra su mejilla.

-¡Haz tu trabajo! ¡Para eso te pago! -vocifero.

Error. Para eso le había pagado a Heleen.

No obstante Nora no pudo parar de llorar y suplicarle que parará. Podía sentir como un líquido caliente le escurría por las piernas; sangre.

Era tanta su desesperacion que comenzó a gritar por ayuda, haciendo que la puerta se abriera estrepitosamente y los guardias de seguridad de ka casa la sacaran a rastras de la habitación con solo la sábana blanca cubriendo su cuerpo. La llevaron entre llantos hasta la oficina de Heleen, donde se encontró con ella minutos después cuando fue notificada de lo sucedido.

-Tuve que devolverle su dinero al cliente-mascullo Heleen con todo el reflejo de molestia plasmada en sus delicados rasgos; tomó a Nora del cabello y lo jalo con fuerza para levantar su mirada llena de lágrimas hacia ella-.¡Hiciste que perdiera ganancias!.

Entonces el primer golpe del castigo llegó.

-Traigan a Jass para curarla en cuanto termine, por ahora déjenme a solas con ella -ordenó Heleen hacia los guardias, quienes asintieron y abandonaron la oficina bajo sus órdenes-. En este trabajo las lágrimas y las súplicas no van de la mano con el placer -empezo a decir-, hiciste un trabajo exquisito en tu presentación, muchos están solicitando tiempo a solas contigo -Nora sollozo de nuevo en silencio, sintiendo una oleada de tristeza profunda-. Imagina todo el dinero que estoy perdiendo esta noche por tu culpa.

Otro puñetazo en el estómago.

-Tendré que decirles que no estás disponible el día de hoy... Pero lo estarás mañana. ¿¡Me oíste!? -Nora asintió, sumisa.

Pero el castigo apenas empezaba.

Nora sintió un vuelco en el estómago cuando vio a Tante tomar un látigo negro y grueso con mango de cuero oscuro entre sus manos cubiertas por unos finos guantes blancos. Y antes de que Nora pudiera procesar lo que seguía, la mujer abrió su corpiño blanco con brusquedad, dejando toda su espalda al descubierto, y empezó a azotarla con fuerza, haciendo chillar a Nora.

La castaña se tumbó en el suelo con lágrimas en el rostro y suplico para que se detuviera. Pero eso solo hizo enfurecer más a Tante.

-¡Deja de suplicar! -rugio ella y le propinó otro latigazo con mayor fuera-. ¡Por cada súplica serán tres latigazos más!

Nora ahogó el grito que quiso soltar cuando el cuero negro volvió a tocar su espalda. Cerró los ojos con fuerza, esperando que la tortura terminará y pudiera irse a su habitación. El único lugar seguro dentro de aquella casa.

No tuvo más opcion que dejar que la mujer siguiera con su trabajo.

Dejo de suplicar y se trago todo grito que quería salir de ella.

Dejo que la castigarán.

Dejo que Tante hiciera lo que quisiera con ella.

Al fin y al cabo, no tenía salida; No había modo de huir de aquella tortura. Esa era su vida ahora y debía aceptarla a pesar de como se sentía por dentro.

El castigo duro aproximadamente una hora y cuando Heleen llamó a los guardias estos entraron y la llevaron casi inconsciente hasta su habitación, donde una chica mayor que ella la esperaba con un traje de telas color hueso.

Jass, la sanadora de Heleen, evito a toda costa el contacto de ojos con Nora mientras empezaba a curar su parte íntima sin pudor alguno. Prosiguió a curarle la espalda cuando la voz de Heleen se escuchó desde la puerta. Nora se estremecio en su lugar, temiendo que su castigo no hubiera terminado aún, y se encogió en su lugar. Sintiéndose como un animal indefenso y débil.

-Dejale un recordatorio de lo que pasará si vuelve a arruinar un servicio -ordenó Tante hacia la sanadora y se marchó.

Jass prosiguió a cerrar todas su heridas y dejo su piel lisa y suave como Nora siempre la tuvo, a excepción de una cicatriz, la cual dejo como lo había pedido Tante.

-Listo, termine mi trabajo -informó la sanadora para luego ser escoltada fuera de la habitación por dos hombres.

Cuando Nora se quedo por fin sola, se tumbó sobre su cama y dejo que el dolor en su pecho saliera; lloró toda la noche.

El dolor que sentía en su pecho era tan abrumador para ella, que pronto cayó dormida en los brazos de morfeo. No obstante su mente no descanso en ningún momento, pues los recuerdos de las manos de aquel hombre sobre su cuerpo, sobre su intimidad, siendo abusada, se encargaron de abrumaron sus sueños y la mortificaron lo que restaba de la noche.

El castigo de Heleen no solo le había dejado una cicatriz en la espalda; La había marcado de una forma tan profunda, que Nora dudaba siquiera poder recuperarse de eso. Le había impregnado un nuevo temor el cual Nora quería evitar a toda costa, por lo que al día siguiente, se levantó, hizo sus rutinas diarias y en la noche volvió hacer su presentación como si nada hubiera pasado la noche anterior.

Y justo como Tante le había dicho, esa misma noche volvió a ser solicitada.

Sin embargo, esta vez no lloró.

No suplico.

No se inmutó.

Dejó que hicieran con ella lo que quisieran, más eso no fue suficiente.

-Los clientes se quejan porque no los satisfaces, dicen que eres una muerta en vida, que ellos deben hacer todo el trabajo. ¡Tuve que devolverles su dinero! - volvió a reprenderla Heleen.

Esa noche volvió a ser castigada y volvió a ser curada, sin embargo, al día siguiente, Heleen suspendió su presentación y la llevo a uno de los cuartos del tercer piso, donde una de sus compañeros, que llevaba más tiempo trabajando para Tante, las esperaba en la entrada de su habitación.

-Cisne ella es Lince. Te enseñará a hacer tu trabajo como corresponde-La chica, lince, bajó la cabeza, en señal de saludo-. Tienes un cliente dentro de dos días, no quiero oír ni una sola queja de su parte cuando termine tu servicio. Lince, haz tu trabajo, o el castigo para ambas será un día en el cuarto de juegos.

Lince asintió y Tante se marchó. Ambas chicas entraron en el cuarto.

-¿Has estado con una chica antes? -pregunto Lince. Nora negó con un nudo en la garganta-. Tienes miedo -afirmó ella al ver como Nora se estremecía en su lugar.

Pero miedo era poco a comparación de como se sentía realmente. Nora estaba atemorizada desde el primer día que había llegado ahí, y su temor solo había crecido con el paso del tiempo.

-Primera regla para que no te castiguen; No muestres tus sentimientos -le dijo Lince y se acercó a ella. Nora retrocedió por inercia-. Regla número dos; Nunca retrocedas en un servicio, siempre tienes que ser tu quien de el primer paso. Debes acércate al cliente a paso seguro y seductor. Debes hacer que él, o ella, ponga la mirada sobre ti... En tu cuerpo. Debes hacer que te deseé.

Nora sintió un escalofrío subir por su espalda cuando la chica se inclino sobre ella y empezó a besar su cuello de forma lenta y húmeda.

-Debes satisfacer al animal que tiene dentro para poder alimentarlo y que no te coma viva. Debes acariciarlo como si fuera la tela más suave del mundo. Debes adorarlo como si de un rey se tratara -y empezo a tirar de los cordeles del vestido de Nora hasta que esté cayó al suelo de un tirón, dejándola completamente desnuda y expuesta. Se acercó lentamente a su oído y murmuró-. Debes actuar como si él fuera lo único para ti.

Se alejo de ella y se quitó la bata, dejando su cuerpo al aire.

-No tiembles, recuerda la regla número uno-Nora trago saliva, suspiró profundamente e hizo lo que le pidió. Dejó de temblar-. Bien, ahora actua... Seduceme... Incitame a hacerte mia.

Nora exhaló lentamente mientras guardaba su miedo en el interior de su corazón. Entonces tomó el papel que debía interpretar a partir de ahora.

El papel de un cisne seductor que complacía a los demás animales con su elegancia.

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𝐁𝐚𝐫𝐛𝐬 © | 𝟐𝟎𝟐𝟏

CAPITULO EDITADO ✔️

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