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❝ THE MISSION ❞

͙۪۪̥˚┊❛ R E G A R D S ❜┊˚ ͙۪۪̥◌

🐺 ⋆。˚ presents to you chapter five ▶❝ the mission ❞ ▬▬ 𝗮 𝗸𝗮𝘇 𝗯𝗿𝗲𝗸𝗸𝗲𝗿 𝗳𝗮𝗻𝗳𝗶𝗰𝘁𝗶𝗼𝗻 🧤 © 𝗐𝗋𝗂𝗍𝗍𝖾𝗇 𝖻𝗒 𝖻𝖺𝗋𝖻𝗌 𝟤𝟢𝟤𝟣.

NORA JAMÁS IMAGINÓ que trabajar para Kaz Brekker le cambiaría la vida en cuestión de semanas; Si bien el trabajo no era del todo honesto, ella prefería mil veces escabullirse por los tejados de Ketterdam, robar algunas cosas y obtener información para Manos sucias, a tener que regresar al burdel de Tante Heleen.

Por las noches, cuando Nora estaba libre del trabajo en el Club Cuervo, se escabullia por la ventana de su habitación y se sentaba en la orilla del tejado del edificio para ver las luces de la ciudad en silencio; Desde aquella altura veía como las personas pasaban frente al edificio de la pandilla y se perdían por las calles de la capital para continúar con sus  vidas cotidianas.

Nadie nunca repara en ella, que colgaba sus piernas por la cornisa del edificio sin temor alguno a caerse. A esa altura, con la brisa nocturna chocando contra su rostro y la luz de la luna como su único testigo de su presencia ahí arriba, sé sentía libre. Así como con Damián.

Damián. Damián. Damián.

El recuerdo de él y del pequeño Erik aún perduraba en su memoria. El pecho le dolía de solo recordar sus nombre. No obstante, siempre procuró mantenerse fuerte por ellos. Y solo por ellos hacia su trabajo como se esperaba de ella, el cual resultó no ser como ella lo había imaginado cuando Kaz se lo indico; Oh santos —los cuales habían dejado de oírla hace tiempo—, aún podía recordar la primera vez que acompañó a Kaz a un negocio. Durante todo el trayecto no dejó de pensar en los rumores que había oído sobre el chico. Todos y cada uno de ellos decían que sus negocios eran sucios, viles y para su único benefició.

Y sí había algo que no le gustara, o mostrará una amenaza para él o alguna inversión suya, eliminaba la amenaza sin pestañear.

Nora no estaba lista para verlo hacer aquello en primera fila. Mucho menos para hacerlo ella misma por él.

Pero aquella primera vez, se sorprendió con lo que vio; acompaño a Kaz hasta otra de las zonas de comercio de Ketterdam y se quedó apartada detrás de él mientras Brekker hacia su trabajo.

Lo vio conversar con otro hombre. El cual desconocía su nombre.

Vio como jugaba con su habla de tal forma que sonaba confiado y convincente. Incluso ella creía en sus palabras. Nora tuvo que volver a colocarse la máscara de actriz para no demostrar lo sorprendida que estaba.

Brekker realmente podía ser muy persuasivo.

Y lo fue a tan nivel que al final logró cerrar su trato con éxito.

Ese día ambos regresaron al club en un silenció absoluto; Nora no tenía ni la menor idea de lo que trataba aquel trato, puesto que sus conocimientos sobre el tema eran muy escasos, pero podia percibir que Brekker venía satisfecho con su éxito. Aunque no lo demostrará físicamente, cabe aclarar.

—Es todo por hoy, tienes la noche libre —le dijo Kaz una vez que ambos regresaron al club.

Y fue en ese momento, cuando él se dispuso a irse a su despacho, que Nora creyó que su trabajo con él no sería tan difícil.

Pero Nora a veces era muy ingenua en ese aspecto; porque esos eran los trabajos más fáciles que manos sucias tenialos duros estaban por llegar.
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Durante las primeras tres semanas Nora aprendió como se manejaban las cosas en el club; Por el día eran libres de hacer lo que quisieran, siempre y cuando no se metieran en problemas que pudieran repercutir en el Club.

Y las noches no eran tan diferentes. Cada miembro del club debia presentarse ante Brekker solo si tenían información que pudiera ser de su interés, o en el caso de que tuvieran turno, trabajar en las mesas o en la seguridad del lugar; aunque esté encargó consistia mayormente en vigilar que los clientes no hicieran trampa a la hora de jugar o pagar sus cuentas.

Nora aprendió las normas de un hombro llamado Roy, el jefe de vigilancia y vigilante número uno del Club; Él le explicó lo que debían hacer en cada caso o problema que se presentará, como por ejemplo sacar del lugar a alguien que provocará conflictos o hiciera trampa en las mesas.

En esos casos eran echados del club y si intentaban regresar, Roy y los otro chicos del Club, tenían permitido usar la fuerza física para detenerlos.

Roy también le explicó lo que significaba cada señal que Brekker daba dentro del Club, pues ahí dentro tenían su métodos de comunicación entre ellos.

Y Brekker era quien había inventado aquel método.

Nora no comprendía como el aludido con una sola mirada al salón descubría quien pagaba con dinero falso; quien escondía cartas en sus ropas; quien contaba las cartas; o, en algunos casos, si un dealer ayudaba a ganar a un cliente; no obstante nadie desconfiaba de él y su instinto, por lo que cuando esté les daba la señal de que había alguien que no seguía las reglas, ellos debían intervenir por él y después hacer lo que les indicará.

Y la primera vez que Kaz le dio una señal a Nora está titubeó un poco antes de acercarse al hombre de la mesa cinco, quien parecía estar haciendo trampa para llevarse el dinero del Club.

Con los nervios a flor de piel, Nora fue acercándose mientras recordaba el consejo que Roy le había dado en sus primeros días ahí.

—Debes mostrarte segura y fuerte siempre. En tu caso, por ser mujer, te mirarán con desdén y burla, no te tomarán enserio, por lo que debes mostrar fortaleza y determinación. No dejes que te intimiden, tu intimidalos a ellos.

Por lo que haciendo su mayor esfuerzo, se dirigió al hombre con paso firme y la cabeza en alto.

—Mi jefe solita verlo.

El hombre le lanzo una mirada rápida de reojo, de arriba a abajo, como si no fuera más que una basurita molesta y sonrió soncorronamente antes de volver su atención a la mesa, dónde el dealer había detenido el juego al verla ahí.

—Entonces que venga él a buscarme y no mandé a su puta —espetó él para luego carcajearse y darle un codazo burlón a su compañero de al lado, quien no parecía muy cómodo con la actitud de su amigo. Nora, en cambio, apretó la mandíbula e inhaló y exhaló profundamente para tranquilizar su molestía.

Cómo odiaba a ese tipo de hombres.

—No lo repetiré de nuevo —masculló tomándolo del hombro con fuerza—. Mi jefe quiere...

—¡Quítame tus sucias manos de encima! —bramó el hombre con la mente nublada por la furia y el alcohol ingerido durante el juego.

Más Nora volvió a insistir y fue entonces cuando esté intento agredirla con el puño cerrado y ella no tuvo más opción que hacer uso de los movimientos que Damián le había enseñado; Desvío el puño del hombre con el antebrazo izquierdo y estrelló su puño derecho contra el rostro de aquel infeliz.

Ignorando la punzada de dolor en sus nudillos, Nora dejó que una sensación satisfactoria la recorriera de pies a cabeza por lo que había hecho. Sería mentira decir que no había disfrutado de aquel golpe.

Se había sentido... Fuerte.

El hombre, por otro lado, trastabillo con sus propios pies por el impacto del golpe y miró a Nora fríamente antes de intentar lanzarse sobre ella para regresar el gesto. Sin embargo no llegó a tocar ni un solo cabello de Nora cuando dos hombres de Roy lo interceptaron en el acto.

—¡Maldita perra! —gruñó él y le escupió a Nora en el rostro.

Nora apenas fue capaz de percibir el movimiento de algo alargado y delgado rasgando el viento mientras se limpiaba el escupitajo del rostro; Kaz, quien había visto el intento de agresión contra la chica, se había acercado a ellos y no había dudado en golpear al hombre con su bastón.

Esté se dobló de dolor por el impacto de la cabeza de cuervo contra su vientre y ahogo un jadeo de dolor al sentir como otro impacto lo golpeaba en la espalda.

—Llevas una hora jugando sin perder un solo centavo — Kaz como si no lo hubiera golpeado hace unos segundos atrás.

—A eso... A eso le llamo buena suerte —gimio él en respuesta a causa del dolor y terminó escupiendo sangre al suelo. Tenía el labio partido gracias al golpe que Nora le había dado.

—O un tramposo de mierda —corrigió Brekker con una mirada gelida que calo hasta los huesos a Nora.

—¡Eso es mentira, yo no hago trampa!

—Revisen sus bolsillos —ordeno Kaz ignorando las palabras de éste. Roy, quien se encontraba sujetando al hombre de los brazos, hizo lo que el chico le indico y en efecto, encontró dentro de su chaleco un mazo de cartas con el cuál cambiaba sus cartas y ganaba las partidas. Kaz volvió a golpearlo con el bastón—. Saquenlo de aquí y enseñenle lo que sucede cuando alguien intenta atacar a uno de los nuestros —ordenó dandose media vuelta para regresar a su despacho como si nada.

Nora abrió al boca para replicar al respecto pero Roy le lanzó una mirada de advertencia; No debía irle a la contraria a Kaz.

No obstante, y con lo terca que podía ser a veces, Nora lo ignoro y siguió a su jefe por el salón del club.

—No es necesario. Ni siquiera llegó a tocarme —le dijo a Kaz pero esté ni siquiera volteo a verla—. Estoy bien.

Y es que ella veía injusto que golpearan y lastimaran más a ese hombre cuando ya había recibido su merecido —no una, sino tres veces—, esa noche. Sin embargo a Kaz no parecía importaba ni un poco su opinión respecto al asunto.

—Y vivirá gracias a eso —le respondió él mientras subia las escaleras de caracol para entrar a su despacho. Nora lo siguió de cerca y cuando estuvo dentro del cuarto, lo encaro.

—Ya obtuvo su merecido, ¿por que castigarlo aún más?

-—¿Acaso las ratas dejan de entrar a las casas solo porque les prohíben la entrada? —cuestiono él dándose la vuelta para encararla. Su mirada azul fría le ocasionó un escalofrío, pero ella supo ocultarlo muy bien—. No, ¿verdad? Lo hacen porque saben que ahí dentro hay un monstruo que no durará en exterminarlas una por una hasta terminar con los de su especie; Él es una rata que debe aprender a no meterse con un monstruo.

—Tu no eres un monstruo, Brekker —le espetó Nora cruzándose de brazos; desde que estaba ahí lo único que había visto del chico era su lado como negociante y jefe del club. Brekker siempre se aseguraba que sus cuervos tuvieran todo lo necesario para vivir bien; incluso había ordenado que le consiguieran ropa a su medida y le había regalado su primera daga para defensa personal. Claro que al principio Nora se habia negado a aceptarla, pero al final lo hizo y ahora la llevaba con ella a todas partes a pesar de no utilizarla para su propósito.

Además, ¿qué monstruo la sacaría del infierno para llevarla a un lugar donde la respetaban sus compañeros como lo que era, una mujer?

No, él no era un mounstro según Nora.

Sin embargo él respondió—: Los monstruos malos de verdad nunca parecen monstruos, Nora.

Y ella no pudo estar más de acuerdo con él. No obstante, eso no cambiaba su opinión respecto al chico; Nora le mantuvo la mirada a Kaz el mayor tiempo que pudo, pero al final terminó desviando el rostro con cierta incomodes. Kaz poseía unos ojos azules tan intensos que casi parecía atravesarla y leerle el alma, lo que también lo ayudaba a aumentaba la frialdad de su mirada. Nora suspiró pesadamente y salió de su despacho resignada a qué no lo haría cambiar de opinión y regresar a su puesto vigilancia.

Media hora después Roy regresó junto a ella y Nora vislumbro desde su lugar como el hombre tenía sus nudillos heridos y llenos se sangre seca. Con sigilo, y que nadie reparará en ella, se acercó silenciosamente a él y tomo su mano entre las suyas.

—¿Qué haces? —le pregunto él desconcertado pero Nora no lo mando a callar con una mirada. Inspeccionó la herida minuciosamente antes de mover ligeramente sus dedos en un ritmo continúo y delicado sobre la reseca piel del hombre. Roy la miró perplejo cuando notó que sus nudillos estaban curados.

—¿Él lo sabe? —le pregunto a Nora una vez que salió de su estupefaccion.

Nora lo miró con una sonrisa soncorrona.

—¿Hay algo que Brekker no sepa? —le respondió en cambió, a lo que Roy soltó una enorme carcajada.

Y es que Nora tenía razón; Kaz Brekker lo sabía todo.
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Kaz nunca se equivocaba. O eso parecía demostrar él; aquel hombre que había intentado agredirla y robar dinero en las partidas no volvió nunca más al Club Cuervo y eso terminó por darle la razón al chico.

Las ratas no regresaban al hogar de un monstruo.

No obstante, eso no hizo cambiar de opinión a Nora respecto a él.

No.

Lo que hizo que Nora abriera los ojos respecto a lo despiadado que podía ser Kaz Brekker fue una misión que tuvo junto al aludido y unos miembros de Los Despojos.

Nora recordaba a la perfección aquella misión; se disponía a subir a descansar a su habitación tras una jornada de vigilancia en la capital cuando Roy la interceptó en las escaleras y le señaló el despacho de Brekker al otro lado del salon.

—¿Es enserio? —resopló ella.

—El jefe nunca bromea —respondió él.

Nora soltó un suspiro cansado antes de desviar su cuerpo y dirigirse a donde el chico la esperaba. Tocó dos veces la puerta antes de entrar, y la cerra detrás de ella sin esperar indicaciones.

Más no encontró a Kaz sentado en su escritorio —como usualmente lo hacia—, por lo que tuvo que recorrer unos cuantos pasos más allá de su despacho para llegar a la habitación continúa, donde el chico tenía una sala para descansar y una mesa donde limpiaba sus manos enguantadas cada cierto tiempo.

Como ahora.

—¿Querías verme? —le preguntó ella al verlo junto al tazón lleno de agua. Sus guantes negros estaban apoyados a un costado.

Nora nunca lo había visto sin sus guantes, por lo que desvio la mirada para darle privacidad —pues algo le decía que el chico tenía sus motivos para cubrir sus manos—, espero una respuesta de su parte.

—Tengo un trabajo en Geldstraat; vendrás conmigo —respondió él colocandose de nuevo sus guantes oscuros.

—¿Esto tiene algo que ver con qué me hayas pedido vigilar una casa en esa zona? —pregunto ella a lo que Kaz asintió y volteo a verla.

—Un comerciante tiene algo que le pertenece a Per Haskell, y quiere que lo recupere para él.

—¿Por qué Per Haskell te está pidiendo que...

—Vendrás conmigo al Tablón —irrumpió él—, debemos buscar a otras tres personas más para esté trabajo —y dicho eso tomó su bastón que había dejado recargado sobre la mesa.

Nora lo miró sorprendida.

—¿No llevarás a los cuervos? —cuestiono ella, a lo que él negó.

—Es un trabajo de Los Despojos y los cuervos tienen otro trabajo que les asigne; vendrás tu porque estuviste vigilando la casa y necesito la información que recaudaste —indicó él, a lo que Nora no cuestionó nada más y acató a su orden; Kaz camino hacia la salida junto con Nora cuando añadio—. Sí alguno de ellos intenta hacer o te dice algo inapropiado, ignoralos o hazlos callar, como tú lo prefieras, solo recuerda que ninguno de los despojos puede ponerte una mano encima.

Y si bien aquella información la hizo sentir más tranquila, no pude evitar sentir una profunda curiosidad respecto a la protección que el chico le proporcionaba.

—¿Por qué me proteges de ese modo? —se atrevió a preguntar.

Más Kaz, al oír su pregunta, se detuvo abruptamente con la perilla de la puerta en mano y se giro a verla sin inmutarse siquiera.

—No te protejo a ti, Novorak, sino que protejo mi inversión.

—¿Asi que eso soy para ti? ¿Una simple inversión? —pregunto Nora incrédula e ignorando aquella punzada que sintió en el pecho al oírlo.

Brekker, por otro lado, no respondió sino que en su lugar dijo:

—Iras por arriba, sígueme en todo momento —y sin esperar una respuesta de su parte, salió del despacho cerrando la puerta detrás de él.

Nora no fue consciente de que retenía la respiración hasta que esté se marchó. Brekker enserio tenía una mirada intensa que congelaba cada parte de ella. Inhaló profundo y se sacudió para quitarse aquella sensación del cuerpo para regresar a la otra habitación y salir por la ventana que él siempre dejaba abierta para ella; escalo la pared de ladrillo con ayuda de la tuberias que había en la pared y llegó hasta el tejado del edificio sin problema alguno. Una vez arriba se asomó por la cornisa y visualizo a Kaz saliendo del club para alejarse por la calle Sur.

Nora no tardó en seguirlo por los tejados de Groenstraat.

En ningún momento Kaz detuvo su andar, lo que asombraba a Nora debido a que le costaba caminar por su cojera. Tal parece que eso no era impedimento para él; al contrario, lograba avanzar con un porte digno de alguien de temer.

Nora trepó, brinco y escalo varios tejados para asegurarse de que nadie lo estuviera siguiendo, y una vez que llegaron a un edificio estrecho, que se inclinaba de lado contra sus vecinas, y que tenia tejas negras de hollín, se detuvo.

Nora nunca había estado en el Tablón, pues kaz le había ordenado mantenerse lejos de ahí si no estaba en compañía con él. El chico se mantuvo parado justo en la entrada trasera, esperándola, por lo que Nora descendió por una de las tuberías del edificio vecino y aterrizó silenciosamente junto a él.

Kaz la miró de reojo y espero su informe.

—Todo despejado. Nadie te siguió —le informó Nora echando un vistazo más minucioso a la parte trasera del edificio frente a ellos; ese era su trabajo cuando él le pedía seguirlo por arriba.

Vigilar que no hubiera amenazas cerca.

—Excelente, andando —indicó él y ambos entraron a la guarida de los despojos.

El lugar estaba alborotado con actividad; había gente jugando cartas en las mesas de madera esparcidas por el lugar, otros bebían y cantaban al son de una música inexistente. La gente entraba y salía por la puerta, gritándose unos a otros, riendo y cantando. Unos cuantos Despojos estaban sentados sobre la rechinante escalera de madera, hablando entre ellos sobre futuros trabajos, y otros se encontraban recargados contra una de las paredes del lugar.

—¡Hey, Brekker! —grito un chico en el tercer piso al verlo entrar, haciendo que varios de los despojos voltearan a verlos; Nora notó que había algunos que saludaban a su jefe con respeto, mientras que había otros que le lanzaba una mirada llena de desdén o de arrogancia.

Tal parece que la envidia de aquellos que no supieron subir a la cima perseguía a Kaz como una sombra.

No obstante, él los ignoró a todos y se dirigió a las escaleras de madera, donde ascendió hasta el despacho del líder de los despojos, Per Haskell. Nora lo siguió ignorando algunos comentarios dirigidos a su belleza, o a su cuerpo, los cuales se silenciaron cuando cerró la puerta detrás de ella y Kaz.

—Kaz, chico, te estaba esperando —Saludó un hombre de edad mayor incorporándose de su silla para recibir al chico que prácticamente había visto crecer en aquel oscuro mundo. Sin embargo su mirada se desvío hacia ella y elevó una de sus canosas cejas—. ¿Y quién es ella?

—Nadie de tu importación Per, trabaja para mí —respondio Kaz, a lo que el anciano soltó una enorme carcajada, como sí hubiera dicho el mejor chiste de la capital, y señalo a Kaz.

—Tu trabajas para mi, Kaz, por lo tanto ella también —respondió divertido. Nora, sorprendida por aquella revelación, miró al chico de reojo pero el hombre volvió a dirigirse a ella—. ¿Cómo te llamas cariño? —le pregunto, pero Nora en lugar de responderle volteo a ver al chico a su lado en busca de sus indicaciones.

y ese pequeño gesto no paso desapercibido para el hombre; era claro donde estaba la lealtad de Nora y eso llamo la atención de Haskell, quien elevó sus canosas cejas con gesto sorprendido.

Kaz asintió hacia ella y entonces Nora respondió.

—Nora Novorak.

—Novorak... Ese no es un nombre Kerch —comentó Haskell y la miró minuciosamente—, dime querida, ¿Eres extranjera? ¿Ravkana, quizá?

—Yo... —pero Kaz golpe el suelo con su bastón llamando la atención del anciano y de Nora.

—A Nora le encantaría poder quedarse a charlar contigo Per, incluso tomar una taza de té, pero estamos de camino a Geldstraat, ¿recuerdas? Necesito la información de lo que busco para traertelo.

Per Haskell, en lugar de ofenderse, soltó una exclamación de alegría y fue a buscar unos planos para dárselos al chico. Una vez que los tuvo, Kaz los abrió sobre la mesa ubicada a un costado de la habitación y Nora se acercó a él para verlos.

—La mansión de Blackstone esta aquí —señalo Haskell un punto en el mapa—. Ese desgraciado sabe que quiero el collar de zafiro de vuelta y contrató seguridad privada para vigilar su casa mientras él salía de vacaciones con su esposa. Deben estar llegando al puerto de Novyi zem está misma noche. Por lo que ustedes deberán buscar un manera de entrar a la mansión sin que los detecten.

—Eso lo tengo cubierto —dijo Kaz y volteo a verlo—. Me llevaré a Anika, Keeg y Finn, regresaremos con tu collar antes de la medianoche.

—Los Despojos son tuyos también Kaz, ¿seguro que solo quieres a esos novatos? —preguntó. Kaz asintió—. Bien, entonces regresa con el collar y tendrás el treinta por cierto de lo que gane al venderlo.

—El cuarenta y cinco —corrigió Kaz.

—Cuarenta —ofreció Haskell.

Kaz alzo el mentón.

— Los Blackstone contrataron al Stadwatch para vigilar su mansión; un posible ingreso al Hellgate merece el cuarenta y cinco.

Nora intercalo su mirada verdosa entre ambos y alzo una ceja, sorprendida, cuando Haskell sonrió abiertamente y señalo a Kaz con un dedo.

—Te enseñe bien.

Tu no me enseñaste nada, pensó Kaz, más no era estupido para decirlo en voz alta.

—Bien, regresa con el collar y el cuarenta y cinco es tuyo.

—Hecho —Kaz cerró el trato y con una señal hacia Nora, ambos abandonaron del despacho del viejo Haskell y bajaron por las escaleras de madera para llegar a salón principal del tablón.

Nuevamente Nora escuchó comentarios hacia Kaz pero ahora respecto a ella. Sin embargo él los ignoró a todos y se dirigió hacia el pequeño grupo recostado en la pared del tablón; estos, al verlos acercarse, saludaron con energía al chico, pero Kaz solo les hizo un gesto con la cabeza y señaló a tres de ellos.

Una chica de cabello amarillento, un chico lo bastante musculoso para derribar a tres hombres juntos, y otro chico más delgado con una cicatriz en el rostro.

—Tengo un trabajo para ustedes —dijo sin siquiera preguntarles si querían aceptar o no.

Nora vio sorprendida como los tres chicos chocaban los puños entre ellos y empezaban a seguirlos hasta una habitación vacía.

—Y bien, ¿cuál es el trabajo Kaz? —preguntó el chico fornido una vez que estuvieron solos.

—Robar un collar de zafiro de la mansión Blackstone —informó Kaz para luego sacar de su bolsillo un papel doblado varias veces. Lo abrió sobre la mesa de madera que había en medio de la habitacion y todos se acercaron a ver; se trataba de los planos de la mansión Blackstone. Tanto por el interior como por el exterior.

Nora se cuestionó el como había conseguido una copia de los planos, más no se atrevió a preguntar en voz alta.

—¿La mansión Blackstone? ¿No es esa que vigila la Stadwatch? —inquirió la chica, Anika.

—Esa misma —afirmó Kaz y volteo a ver a Nora, quien entendió lo que él quería.

Se aclaró la garganta antes de participar.

—En total la Stadwatch designó a doce guardias; seis vigilan durante el día y los otros seis durante la noche. Siempre son diferentes hombres, pero los puntos de vigilancia son los mismos—explico ella.

—¿Por qué mandar a diferentes hombres para cada día?

—Asi de ingenuos son los ricos —respondio Kaz—. Piensan que de ese modo ninguno de ellos podrá memorizar los horarios de la casa. Continúa Nora...

—Todos se ponen en diferentes puntos de la casa; dos en cada costado, uno enfrente y otro en la parte trasera. Hacen cambio de turno a las diez en punto de la noche; lo que nos da un intervalo de ocho minutos máximos antes de que los nuevos guardias se posicionen en sus lugares —una vez terminado de explicar eso, volteo a ver a Kaz. Este hizo un gesto de aprobación hacia ella, satisfecho con su información, que la hizo sentir orgullosa.

—Bien, debemos entrar, robar el collar y salir de ahí en menos de ocho minutos; ¿Cómo haremos eso? —pregunto el chico de la cicatriz.

—No necesitamos ocho minutos.

Nora volteo a verlo. Kaz mantenía la cabeza ladeada y sus ojos enfocados en algún punto a la distancia, como si mentalmente no estuviera ahí; durante esas semanas con él, Nora lo había visto hacer esa expresión calculadora cuando trazaba un plan en su mente.

Y la mayoría de las veces, por no decir todas, su plan funcionaba.

—¿Kaz? —inquirió Nora.

El nombrado volteo a ver a cada uno de los miembros que llevaría a acabo ese atraco, hasta que se detuvo en Nora.

—Tengo un plan.

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Kaz Brekker tenía la habilidad de maquinar planes en su cabeza en cuestión de minutos y hacerlos ver cómo si le estuvieras robando un dulce a un niño; lograba encontrar un modo de entrar y salir a x lugar con éxito y sin que nadie se percatara de que en realidad un grupo de ladrones estuvo ahi dentro; Planeaba todo tan minuciosamente que, sí un pequeño detalle, por más mínimo que fuera, no salía como él lo planeaba, el plan podía verse afectado.

O por lo menos eso es lo que pensaría alguien que no lo conociera. Porque Manos sucias siempre tenía un As bajo la manga; Mientras unos creían estar dos pasos por delante de él, Kaz estaba cinco pasos por delante de ellos.

Esa noche el plan de manos sucias estaba llevándose acabo a la perfección; A las cinco para las diez Nora se encontraba oculta en la oscuridad de gran árbol cerca de la parte trasera de la mansión. Solo era cuestión de que el reloj marcará las diez en punto para que el cronómetro empezará. Tenía ocho minutos para trepar la verja de metal oscuro, cruzar el jardín de la mansión y llegar a su destino, una de las ventanas traseras de la casa.

Desde donde se encontraba podía ver una pequeña parte del interior de está —alguien de la servidumbre había dejado las cortinas de una ventana corridas—, por lo que la oscuridad en el interior le indico a Nora de que no había nadie.

Tal como Kaz lo había dicho.

Cuando el reloj del bolsillo marco las diez, contó en su cabeza quince segundos y luego empezó a hacer su trabajo; Una vez estuvo del otro lado de la verja —la cual pudo trepar fácilmente—, corrió hacia el edificio como una sombra silenciosa, siempre ocultarse en las zonas oscuras donde la luz de los faroles que había postrados en el jardín no pudieran iluminar su silueta, de este modo nadie, que no estuviera cerca de ella, podría distinguirla.

Nora llegó hasta la pared trasera y se ocultó detrás de uno de los arbustos. Los guardias habían ya abandonado sus posiciones y solo quedaban cuatro minutos para que los otros llegaran.

La mansión Blackstone era de una de las más grandes de Geldstraat: Contaba con tres niveles de pisos en el interior y eso hacia que la altura de la casa, por el exterior, fuera más alta.

No obstante eso no fue ningún impedimento para la chica, a quien le costó dos minutos subir hasta el segundo piso, medio minuto en forzar la cerradura de la ventana —algo que Kaz le había enseñado hacer con anterioridad— e ingresar a la mansión.

Las palmas de las manos de Nora empezaron a sudar de los nervios; Era la segunda vez que acompañaba al chico a una misión de ese tipo y era la primera donde tenía un papel crucial para el plan. Ella sería quien les daria acceso a él y a Finn, quienes estarían infiltrados entre los próximos guardias, y tomarían los puestos de la zona trasera de la casa.

Ahí Nora abriría la ventana a las diez con diez minutos y lanzaría la soga que traía guardada en su morral para que ambos chicos pudieran subir. Y en caso de que alguien se acercará a la zona donde estarían moviéndose, Anika, quién estaba en el tejado de la casa vecina, daría una señal para advertirles y de este modo, ambos chicos se quedarían en sus puestos fingiendo ser guardias.

De lo contrario, los tres estarían dentro de la mansión. Finn se encargaría de abrir la bóveda de Blackstone exactamente a las diez con veinte minutos, hora en la que Keeg lanzaría una bomba de humo en la entrada de la mansión como distracción, de modo que los otros guardias correrían a esa zona, dejando sus puestos vacios y los tres aprovecharían ese tiempo para salir por la parte trasera y huir.

Era un plan sencillo de llevar a cabo si todos hacían su trabajo como se debía.

Por lo que a la hora indicada Nora abrió la ventana y se asomó para ver a dos guardias en los costados de la casa. Nora mordió su labio y espero a que Kaz y Finn mostrarán signos de ser ellos. En eso el guardia del lado derecho se rascó la oreja y Nora dejó caer la soga sin pensarlo, la cual anteriormente había amarrado a uno de los muebles de la habitación.

Kaz y Finn escalaron hacia ella sin problema alguno, lo cual sorprendió a Nora debido a que el primero seguía teniendo un problema con su pierna y no traía su bastón con él.

Cuando Kaz le contó esa parte del plan, Nora en automático volteo a verlo perpleja. Nunca había visto a Kaz Brekker sin su bastón.

Nunca.

Sin embargo él le lanzó una mirada de advertencia, la cual claramente decía «Ni se te ocurra decir nada» y Nora tuvo que guardarse sus comentarios.

Más no le prohibió ayudarlo, por lo que Nora extendió su mano hacia él y Kaz volteo a verla un tanto desconcertado, pero rápidamente volvió su sembrante frío y serio. Fue entonces que Nora se percató de un detalle enorme: el chico no traía puestos sus guantes de cuero.

Avergonzada, aparto la mano y dejó que él subiera por si mismo. Se maldijo mentalmente por ser tan tonta al creer que Kaz aceptaría su ayuda siquiera.

En cuanto Kaz entró y cerró la ventana detrás de él, se giro para continuar con su plan cuando se topo con Nora, quien le extendía algo en mano; bajo la mirada hacia estás y miro, atónito, los guantes negros que la chica le estaba entregando.

—¿Por qué traes eso a una misión? —le preguntó él mirándola sospechosamente.

Nora bufó y puso los ojos en blanco.

—Se agota el tiempo, ¿los quieres o no?

Kaz los tomó y se los colocó rápidamente. Soltó un suspiro aliviado al sentir el cuero entre sus dedos.

—Quedan 12 minutos antes de que Keeg suelte la bomba, debemos darnos prisa —hablo Finn detrás de ellos, quien había revisado el pasillo de la casa mientras ellos terminaban; ambos asintieron y Kaz tomó el mando saliendo de la habitación con Finn y ella por detrás. Cruzaron el pasillo, procurando no hacer ni el más mínimo ruido hasta llegar a la cuarta puerta a la derecha.

La oficina de Blackstone.

Kaz forzó la cerradura esta vez y abrió el despacho para luego darle un vistazo al interior, asegurándose de que estuviera despejado, y poder entrar. Con un gesto de cabeza les indico seguirlo y los tres ingresaron a la habitación.

Nora se acercó rápidamente a la ventana mientras los chicos hacían el resto del trabajo. Escuchó como murmuraban y mascullaban entre ellos, más en ningún momento dejo de vigilar el exterior. Momentos como ese era donde Nora recordaba a Damián; ambos habían hecho robos similares a estos, pero con menos riesgos a ser atrapados y llevados a Hellgate. Normalmente las casas a donde iban no tenían seguridad privada como el Stadwatch.

«Trabajos pequeños, menos riesgo» le decían Damián.

Damián.

Cómo extrañaba al joven de cabellos rubios que le enseño a correr libre por Ketterdam y defenderse por si misma.

Damián.

Se sacudió los recuerdos de la mente y volvió a centrarse en su trabajo; en eso sus sentidos se alertaron cuando uno de los guardias dejó su posición y el otro no tardó en seguirlo hacia la parte la parte de enfrente de la casa.

—Chicos —llamó Nora pero solo Kaz se volteo a verla—. Están dejando sus posiciones.

Pero antes de que Kaz pudiera decir algo, se escucharon disparos muy cerca de la mansión y Nora se sobresalto de golpe.

—Nos descubrieron —masculló Kaz y se volvió hacia Finn—, haz volar esta cosa —gruño.

Finn asintió y saco de su morral un pequeño artefacto que Nora no alcanzo a distinguir puesto que Kaz la jalo del brazo para sacarla de la habitacion mientras el primero colocaba lo que sea que tenía en mano sobre la caja fuerte. Finn los siguió segundos después y entonces el piso de mármol blanco tembló y humo salió por el marco de la puerta.

Kaz y Finn entraron a la habitación por el collar y Nora se asomó por la barandilla del pasillo para vigilar que nadie viniera. Empalidecio cuando la puerta principal comenzó a temblar debido a los intentos de los guardias por entrar.

—¡Debemos irnos! —advirtió Nora desde el pasillo y entonces ambos chicos salieron.

Nora vio como Kaz guardaba algo en el bolsillo interior de su chaleco, más no le pregunto nada y los tres corrieron hacia el primer cuarto por donde habían entrado. Nora corrió hacia la ventana y la abrió, dejando caer la soga justo cuando la puerta principal se abrió estrepitosamente y gritos resonaron por los pasillos.

—Finn coloca otra bomba en la entrada del cuarto —indico Kaz y Nora volteo a verlo perpleja.

¿Acaso volaría la habitación para escapar? Finn asintió y atacó la orden sin rechistar.

—Pero que...

Sin embargo Kaz no la dejo terminar, se acercó a ella, saco el collar de su bolsillo y se lo tendió a Nora, quién volteo a verlo desconcertada. Él solo la miró sin inmutarse.

—Sal de aquí.

Pero Nora se negó. ¿Enserio le estaba pidiendo dejarlos ahí? ¿Abandonarlos?

—Nuestra prioridad es el collar y eres la más rápida de nosotros tres —señaló—. Tomalo y sal de aquí —ordeno.

—No voy a dejarlos atrás —protesto ella.

—¡Abran la puerta! —bramó una voz al otro lado de está. Finn continúo instalando sus bombas.

Kaz, por otro lado, soltó un gruñido y bramo:

—¡Toma el maldito collar y sal de aquí, Nora! ¡Es una orden!

Nunca, desde que había llegado al Club Cuervo, él le había alzado la voz de aquella manera; Nora podia llegar a ser una cabeza dura o terca, pero siempre lo obedecía a pesar de lo que le pidiera.

Sin embargo, por primera desde que ella está con él, sus vidas corrían verdadero peligro. No estaban hablando de ir a una cárcel normal y corriente, sino al Hellgate. La cárcel de mayor seguridad de todo Ketterdam. Sin contar que Nora ni siquiera debería estar involucrada en una misión de Los Despojos.

Nora finalmente tomó el collar entre sus manos, volteo a verlo con una mirada llena de frialdad y salió por la ventana silenciosamente. Y kaz, por primera vez desde que se volvió Manos sucias, sintió un pequeño malestar en la boca del estómago.

No le había gustado aquella mirada por parte de ella.

Más no tenía tiempo para eso, por lo que se giro hacia Finn y descubrió que esté había visto todo desde la puerta cerrada y lo mira expectante. Pero tampoco tuvo tiempo de decir algo cuando disparos se escucharon al otro lado de la puerta y ambos se voltearon a ver desconcertados.

¿Acaso los guardias se estaban disparando a si mismos? Por sin duda alguna no le disparaban a la puerta. Así que, ¿contra quién peleaban? Keeg era solo una persona, y a pesar de ser buen luchador, el chico no era aprueba de balas. Y aunque Anika lo ayudará, ninguno de los dos podría contra la Stadwatch.

Por lo que no tardaron en deducir que había más gente fuera de aquel cuarto y que estaban peleando contra la Stadwatch.

Y ellos debían aprovechar aquello para salir de ahí.

—Haz que explote en cuanto lleguemos abajo —indicó Kaz dirigiéndose a la ventana.

—Hay un problema —dijo Finn—. El botón automático se averió, tendré que hacerla explotar manualmente.

Kaz guardo silencio, sabiendo el verdadero significado de las palabras del chico; dentro de su plan no había contado con el hecho de tener que dejar alguien atrás. Todo había estado calculado para que tres entrarán y tres salieran.

No solo dos.

Kaz apretó los dientes y maldijo a quienes arruinaron su robo perfecto. Soltó una exhalación y empezó a maquinar en su mente alguna forma de salir de ahí sin dejar al chico atrás. Sin embargo antes de que pudiera pensar en algo, Finn habló y lo que dijo lo desconcertó.

—Sabia en lo que me metía cuando acepte trabajar en Los Despojos —dijo y trago en seco—. Sal de aquí, Kaz, antes de que sea demasiado tarde; mi parte del dinero hacelo llegar a Marta Hawn, en el distrito jardín. Dile que... que nunca pude aceptarla porque tenía miedo... Miedo a no ser suficiente para ella.

—Lo haré —prometio Kaz y se acercó a la ventana. Se giro a ver una última vez al chico y dijo la despedida que únicamente él y sus cuervos se daban—. Sin llantos.

Sin funerales —respondio Finn sintiéndose honrado de decir dichas palabras que solo pertenecían a la pandilla de Kaz brekker.

Kaz pasó una pierna por el marco de la ventana, sujetó la soga con ambas manos y luego paso la siguiente pierna. Cuando ambas piernas tocaron el suelo empezó a correr lo más rápido que podía hacia la verja. Dónde keeg lo estaba esperando lleno de hollín y con la respiración agitada.

—¿Dónde está Finn? —pregunto Keeg cuando Kaz cruzó la verja.

Pero entonces ambos escucharon una explosión y al girarse hacia la mansión, vieron humo y unas llamas de fuego salir por la ventana donde anteriormente estaban.

Kaz empezó a alejarse con keeg detrás de él.

—En un lugar mejor que está mierda.

Y no volvió a darle una última mirada a la mansión.

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𝐁𝐚𝐫𝐛𝐬 © | 𝟐𝟎𝟐𝟑

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