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❝ THE DEVIL WEARS PRADA ❞

͙۪۪̥˚┊❛ R E G A R D S ❜┊˚ ͙۪۪̥◌
🐺 ⋆。˚ presents to you chapter thirteen ▶❝ the devil wears prada ❞ ▬▬ 𝗮 𝗸𝗮𝘇 𝗯𝗿𝗲𝗸𝗸𝗲𝗿 𝗳𝗮𝗻𝗳𝗶𝗰𝘁𝗶𝗼𝗻 🧤 © 𝗐𝗋𝗂𝗍𝗍𝖾𝗇 𝖻𝗒 𝖻𝖺𝗋𝖻𝗌 𝟤𝟢𝟤𝟣.

MUY LENTAMENTE Nora bebió de su vaso, dejando que el líquido frío que había pedido recorriera su garganta, refrescando su cuerpo y mente en el proceso. A pesar del bullicio alrededor de ellos, el silencio que se había instalado entre el grupo se mantenía firme como una estatua; Habían logrado cruzar La Sombra sin perdida alguna, más eso no significaba que dicha experiencia los hubiera dejado tranquilos o sin temor alguno.

Arken tuvo razón en ese punto. Cruzar La Sombra te cambiaba en varios aspectos. Y Nora estaba segura de que nunca podría olvidar el rostro desfigurado de aquel volcra que logró destruir el techo con la intención de devorarlos.

Sin contar aquella sensación cosquilleante en su cuerpo que al parecer solo ella había sentido; ¿Qué significa eso? ¿Que significa el hecho de que hubiera escuchado una voz feminina ahí dentro y hubiera visto una visión, un recuerdo suyo, que no tenía registrado en su memoria?

Unos fuertes gritos de emoción la sacaron de sus pensamientos; al otro lado de la taberna en donde estaban, se estaba llevando a cabo una demostración de lo que sería una La Invocadora del Sol destruyendo La Sombra; la actriz, vestida de telas doradas radiantes como el sol, danzaba por todo el escenario confrontando a sus compañeros que representaban a las criaturas de La Sombra.

Nora alzo una ceja con gracia. Aquello no se parecía en nada a las criaturas que habitaban en dicha oscuridad. Pero claro, todo era teatro y debían hacerlo llamativo para que la gente lo vea.

Si no fuera el hecho de que Nora estaba ahí con el propósito de secuestrar a la Invocadora del Sol, y que no poseía pruebas certeras de que era real o no, tal vez se hubiera encontrado conmovida al ver como todos albergaban sus esperanzas en Alina Starkov. Casi podía imaginar a su madre igual de entusiasmada donde fuera que su alma descansará; así había sido su niñez. Con historias de su madre sobre dicho invocador.

Como este salvaría a Ravka y la oscuridad desaparecería del mundo. Pero ahora, tras todo lo que había vivido, Nora no estaba segura de que fuera tan fácil lograrlo.

La oscuridad habitaba en todas partes y una sola persona no sería capaz de destruirla toda.

—Bueno, eso salió bastante bien —rompió Jesper el silencio.

Y a pesar de que esa experiencia la había traumado, los recuerdos de los gritos del moreno y del de anteojos volvieron a su mente como un relámpago. Si no fuera porque se encontraba en un estado cansado tras lo vivido, seguramente se hubiera burlado de ambos.

—La fiesta de invierno —comentó Arken pasando por alto el comentario de Jesper mientras observaba un panfleto de dicha fiesta—. No llegarán a la Invocadora del sol sin Nina. Menos en esta absurda fiesta, el segundo ejército estará presente.

Nora rodó los ojos con algo de exasperacion. Arken estaba siendo muy negativo respecto al siguiente paso en el plan y comenzaba a molestarle. Si, no tenían forma de ingresar al palacio real, pero Nora conocía tan bien a Kaz que sabía que este no se daría por vencido tan fácilmente.

Sobretodo después de que casi murieran en La Sombra.

Pero antes de que pudiera replicarle al hombre, la voz de Kaz se escuchó detrás de ella.

—Hay muchas chances de avanzar rápido —dijo—. Ahora, a tres días de viaje a la capital, debemos ver cómo entrar al Pequeño Palacio. El archivo de Kribirsk tiene planos del ñ Palacio, pero... Los conservan bajó llave —informó a la vez que la volteaba a verla con complicidad. Entonces añadio—. Lejos de los ojos curiosos de las masas.

No hizo falta decir más. Tanto Nora como Jesper e Inej entendieron cual sería el siguiente paso en la misión. Jesper, entusiasmado, golpeo la mesa con la mano y llamo la atención de Arken, quien no comprendía lo que pasaba.

—¿Qué significa?

Nora sonrió abiertamente mientras tomaba uno de los pequeños boyos de la mesa para luego llevárselo a la boca con gusto. Jesper, en cambio, respondio a su pregunta.

—Que ya es hora de un golpe.

Confundido, Arken se giró hacia ella e inej en busca de una respuesta más concreta, sin embargo ambas continuaron comiendo con una sonrisa cómplice en el rostro.

Era hora de hacer lo mejor que sabían hacer.

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—Vamos, Kaz, admite que la boina le da un toque realista al disfraz —pidió Nora, sentada frente a él en el carruaje oscuro que habían rentado para la ocasión.

Kaz endureció su mirada, pero no respondió.

Nora sonrió juguetonamente mientras contemplaba al diablo vestido a la moda Ravkana. Tras haber escuchado el plan completo, ella abandonó la taberna y se encargó de conseguir las vestimentas perfectas para la ocasión. Con la fiesta de invierno a la vuelta de la esquina, la ciudad de Kribirsk se encontraba en pleno apogeo de los preparativos reales; docenas de artistas y trabajadores deambulaban por la ciudad en busca de los últimos detalles para sus shows o trabajos.

Para Nora, que sabía moverse entre la gente sin ser detectada, encontrar al escultor que haría los trabajos más difíciles para el rey no fue tarea fácil, pero finalmente lo ubicó y tomó algunas de sus prendas. Antes de irse, vislumbró la boina negra sobre un perchero y no perdió la oportunidad de imaginarse a Kaz usando algo así.

Kaz podía ser muchas cosas: despiadado, inmoral, asesino, ladrón, estafador, mentiroso, determinado, terco en ocasiones y protector con sus cuervos. Sin embargo, un escultor no formaba parte de esa lista. Verlo vestido con el traje completo y la boina puesta hizo que Nora mantuviera una sonrisa en el rostro durante todo el camino hacia el edificio de los archivos de Kribirsk.

Kaz, por otro lado, no estaba muy contento con tener que usar dicho accesorio, pero si quitárselo borraba la sonrisa auténtica en el rostro de Nora, podía hacer el sacrificio de quedárselo puesto hasta que su papel concluyera.

Sin que ella se diera cuenta, Kaz le echó una mirada de arriba a abajo. A diferencia de él, que vestía ropas elegantes propias de un escultor reconocido para ser contratado por el mismísimo Rey, Nora iba más sencilla. Llevaba un vestido blanco con encajes crema en la parte superior, mientras que la mayor parte de su falda azul claro estaba tapada por un delantal color caqui que la identificaba como ayudante de un artista.

Al verla así, con el cabello suelto sobre su clavícula, despertó en él un deseo de apartar su cabellera ondulada hacia atrás, de tal forma que pudiera apreciar los pequeños lunares que tenía en el cuello; Nora siempre traía el cabello recogido en un moño, por lo que la pequeña constelación en su cuello siempre era visible para él.

Sin embargo, ahora estaban ocultas, y él se sorprendió al encontrarse en un estado inquietante de querer acercarse a ella y apartar su cabello para contemplarlas nuevamente.

No obstante, dicho pensamiento se esfumó de su mente cuando el carruaje pego un ligero brinco y Nora estuvo a nada de caer hacia delante.

—¿Falta mucho para llegar? —preguntó ella acomodándose de nuevo en el asiento.

—No mucho, unas cuantas cuadras más —respondió él. Ambos guardaron silencio, cuando él se atrevió a romperlo tocando un tema que venía rondando en su mente desde que salieron de La Sombra—. ¿Qué pasó en La sombra?

Nora, un tanto nerviosa, volteo a verlo.

—¿A qué te refieres?

Kaz miró por la ventana, sin inmutarse.

—Estabas pálida y parecías asustada.

—¿Acaso La Sombra no te asustó también?

Kaz negó.

—Hay peores monstruos fuera de esta.

Nora lo miró con curiosidad.

—¿Cómo lo sabes?

Kaz sonrió irónicamente.

—Lo sé porque he visto muchos en mi vida —dijo—. He visto a la ambición devorar a hombres enteros, he visto la traición destruir familias enteras, he visto la avaricia consumir a los más nobles. La Sombra es solo un reflejo de lo que hay en el interior de cada uno de nosotros.

Nora asintió, meditando en las palabras de Kaz. Ambos siguieron en silencio el resto del trayecto hasta que finalmente llegaron a los archivos.

—Bien, es hora actuar —anuncio Nora con una sonrisa juguetona, a lo que Kaz resopló y asintió. Sabía que ella se estaba divirtiendo con la situación.

Ambos descendieron del carruaje para contemplar el edificio de los archivos frente suyo. Este era inmenso, a comparación de otros edificios en la zona. La estructura era masiva y antigua, con una arquitectura imponente y con detalles ornamentales en su fachada. El edición en forma de L les dio la bienvenida mientras ambos se acercaban a la entrada. Nora caminaba detrás de Kaz como su papel lo requería. En ese momento estaba interpretando a Lya, la asistente del gran escultor Ivanovski.

Cuando ambos ingresaron a los archivos, se dirigieron a la sección de los planos, donde Nora abrió la puerta para Kaz y esté empezo a actuar en su papel.

—Buen día, señor —saludó efusivamente Kaz al hombre de la recepción. Nora sonrió abiertamente, siguiéndole la corriente—. Me llamo Ivanovski, si, el escultor, y está es mi asistente, Lya Petrov —Nora inclinó la cabeza en señal de saludo.

—Bien —respondió el hombre sin emoción alguna en el rostro.

—Necesitamos de su asistencia urgente —informó Kaz.

—Y estoy segura que usted será de mucha ayuda—añadió Nora esbozando una sonrisa encantadora mientras inclinaba ligeramente su cuerpo en dirección al hombre.

Y es que si había algo que ningún hombre podía evitar pasar por alto, era la curvilínea figura con la que había sido dotada. Los años y los sucesos que la habían llevado a la actualidad la habían hecho una mujer atractiva. Su cuerpo estaba bien proporcionado y sus llamativos ojos verdes parecían poder hinoptizar a cualquier.

Todo eso en conjunto hacían que Nora fuera un blanco perfecto para atraer miradas, y está no fue la excepción; Kaz apretó el agarre en su bastón y hablo para desviar la atención del hombre de ella.

—Trabajamos en una obra impactante para la fiesta de invierno —dijo—, necesitó las medidas de la entrada al palacio.

—Tememos que la gran pieza maestra sea demasiado grande para la puerta —confesó Nora fingiendo vergüenza—, que horrible sería eso.

—El rey pediría nuestras cabezas sí sus estatuas quedan en el patio —afirmó Kaz.

El hombre resoplo y dejo de la lado la pluma que sostenía.

—Maldita fiesta, debo ir por los planos todos los días —masculló con tono cansado y levantó la entrada de la recepción para poder salir—. Esperenme aquí.

—Es usted muy amable —le dijo Nora y el hombre solo asintió para alejarse por el pasillo.

En un sigiloso movimiento, dejó caer un pedazo de fósforo circular al suelo el cual Kaz empujó con ayuda de su bastón hasta los zapatos del hombre quien, sin percatarse de nada, piso el pedazo circular y este se quedó adherido en la suela de su zapato.

Eso dejaría un rastro en la sala de los archivos que ayudaría a Inej y a Nora entrada la noche.

Al girarse al frente, hacia la recepción, Kaz se encontró con que Nora ya no estaba en la misma habitación que él, más tampoco se preocupo o alarmó en lo absoluto; El hombre debería tardarse, fácil, unos die minutos en regresar con las medidas que pidio, por lo que le daría tiempo suficiente a Nora para indagar en el lugar.

El plan contado sonaba sencillo, pero llevarlo a cabo era cosa aparte; si bien los cuatro tenían experiencia con el arte de hurto, no conocían del todo el método de vigilancia de Kribirsk, por lo que si algo no ocurría como estaba planeado, tanto ella como inej necesitarían otra vía de escape.

El repiqueteo de unos pasos en el corredor al otro lado de las puertas avisaron a Kaz de que el hombre regresaba a la recepción. Más un movimiento por el rabillo de su ojo basto para saber que Nora estaba de regreso detrás de él.

—Las medidas de la entrada al palacio —dijo el hombre y les entrego lo solicitado.

—Que la Invocadora del sol lo bendiga —halago Kaz con una sonrisa mientras se persignaba. Nora, quien se había acercado para ver las medidas, no pudo evitar sonreír al ver los hoyuelos marcados de Kaz.

De los tres años de estar trabajando para él, era rara la vez que lo veía sonreír de aquella forma. Y si bien estaba fingiendo, eso no restaba lo atractivo que se veía con una sonrisa entre los labios.

Lástima que no duró demasiado.

—No soy creyente —afirmó el señor, a lo que Kaz se acercó a él de forma complice.

—Si soy sincero.... Nosotros tampoco.

Más Nora no estaba del todo segura si lo que Kaz dijo era cierto.
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Dos horas después del anochecer, Nora e Inej se encontraban en la oscuridad del techo del edificio que habían visitado horas antes con el líder. Jesper, quien se había hecho pasar por uno de los guardias de seguridad del complejo, había desactivado el sistema de iluminación de la sección de archivos para que pudieran entrar por arriba. Ambas saltaron la cerca de cemento de la cúpula y la rodearon hasta la parte trasera del edificio, donde sería menos probable que las vieran.

—Baja tú —le indicó Nora a la Suli, quien la miró sorprendida.

—Pero Kaz dijo que tú bajarías —replicó Inej.

—Kaz puede decir muchas cosas sobre la misión, pero esta es nuestra área y nosotras sabemos cómo llevarla a cabo; baja tú, yo sostendré la cuerda —explicó Nora.

Inej no protestó y comenzó a enrollar la cuerda alrededor de su cintura, mientras que Nora hacía lo mismo para poder cargar con el peso de la chica. Aseguró la cuerda, apoyó ambos pies con firmeza en la orilla de la cúpula e indicó a Inej que empezaba a bajar.

Sus músculos se tensaron, pero logró bajar lentamente a Inej hasta que esta le indicó con una sacudida en la cuerda que había llegado al suelo. Nora asomó la cabeza por la cúpula de cristal y observó cómo Inej seguía las huellas de fósforo que el recepcionista había dejado.

El proceso para copiar el plano era un tanto largo, ya que antes de poder enrollar el pergamino, la tinta debía secarse por completo. Inej esperó unos cinco minutos a que la tinta se secara, y cuando estuvo segura de que esta no mancharía nada, enrolló los planos copiados y los guardó en el tubo que llevaba consigo.

Nora se preparó para subir de vuelta a Inej a la cúpula, cuando sus sentidos se alertaron en cuestión de segundos.

Un latido se acercaba al salón.

—¡Viene alguien! —alcanzó a alertarle a su amiga antes de que las luces del salón se encendieran.

—Se apagó la luz, no sé cómo —escuchó decir a uno de los guardias.

—¿Dónde está lev? —preguntó otro.

—¡Encuéntralo!

Inej actuó antes de que Nora pudiera evitarlo, tiró de la cuerda hacia sí misma con fuerza, haciendo que esta cayera y pudiera llevarsela con ella al mismo tiempo que se ocultaba.

Desde arriba, Nora vio cómo un guardia de seguridad entraba al salón y empezaba a inspeccionar el lugar. Estuvo a punto de soltar un jadeo de preocupación cuando éste pasó junto a Inej, pero se contuvo e intentó controlar su respiración y su corazón acelerado. Sabía que cualquier ruido podría delatar su posición, así que se concentró en mantener la calma y ocultarse en la sombra de la cúpula de cristal. Desde allí pudo observar cómo Inej lograba deslizarse entre los guardias, evitando ser vista.

—¿Viste algo? —preguntó otro guardia.

—Nada —respondió el primero y abrió la puerta para salir de ahí.

Nora masculló por lo bajo una maldición al ver que la puerta se cerraba detrás de él, dejando a Inej dentro sin poder salir; la cúpula estaba muy alta para poder lanzarle la cuerda desde ahí abajo.

A nada estuvo de saltar ahí dentro para ayudarla a buscar una salida alternativa, cuando un ligero silbido llamó la atención tanto de Nora como de Inej. Jesper, quien seguía usando su uniforme de guardia, se encontraba en el balcón principal del salón. Con la cabeza le indicó a Inej que se apartara de la puerta y sacó su revolver de su funda.

—¿Qué estás... —pero su pregunta se quedó a la mitad cuando el reloj marcó la medianoche. Jesper disparó a tiempo, camuflando el sonido del disparo con el sonar de la campana. La puerta se abrió y Inej se giró a verla una última vez antes de salir.

Nora se levantó de un salto y cerró la ventana de la cúpula con cuidado. Con todo el sigilo que había adquirido en esos años, se movió por el techo del edificio hasta la entrada principal del edificio, donde vio cómo Inej intentaba sorprender a Kaz por la espalda, sin embargo éste bajó su bastón con fuerza al suelo, advirtiendole a la chica que había sentido su presencia detrás de él.

—Tardaste en reaccionar —escuchó que le dijo Inej.

—O tal vez reaccioné a tiempo —respondió él volteando a verla.

Fue entonces que Nora brincó y cayó silenciosamente detrás de él.

—Debemos irnos —dijo a sus espaldas, haciendo que Kaz se sobresaltara ligeramente y volteara a verla. Nora sonrió ladeadamente, giró sobre sus talones y empezó a alejarse del edificio, encontrándose a Jesper a unos metros más allá.

De este modo, los cuatro cuervos se alejaron con su objetivo en manos.

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𝐁𝐚𝐫𝐛𝐬 © | 𝟐𝟎𝟐𝟑

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