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❝ THE CROW CLUB ❞

͙۪۪̥˚┊❛ R E G A R D S  ❜┊˚ ͙۪۪̥◌
🐺 ⋆。˚ presents to you chapter four ▶❝ the crow club ❞ ▬▬ 𝗮 𝗸𝗮𝘇 𝗯𝗿𝗲𝗸𝗸𝗲𝗿 𝗳𝗮𝗻𝗳𝗶𝗰𝘁𝗶𝗼𝗻 🧤 © 𝗐𝗋𝗂𝗍𝗍𝖾𝗇 𝖻𝗒 𝖻𝖺𝗋𝖻𝗌 𝟤𝟢𝟤𝟣.

LA MONOTONÍA SE VOLVIÓ parte de la vida de Nora; un cuerpo humano que despertaba, comía, trabajaba y volvía a dormir.

Un ciclo.

La misma rutina una, y otra, y otra vez.

Un infierno.

El miedo en esos momentos ya no existía. No formaba parte de ella. No sentía absolutamente nada al realizar un servicio, ni mucho menos al terminarlo; llegaba el cliente a su habitación y la hora de la actuación comenzaba. Lo seducía, se dejaba hacer lo que quisiera y al final se entregaba sin resistencia o sentimiento alguno.

Como una cuerpo vivo pero roto por dentro.

Durante sus prácticas no conversaba con nadie. Nora no soportaba ver como las chicas de su nivel parecían complacidas con su vida en ese lugar. Como si trabajar en un burdel fuera algo de lo que estar orgullosa.

Ella era un cisne con las alas rotas. Y muy solitario. No tenía amigas ahí dentro y tampoco quería tenerlas. ¿Para qué? Si a fin de cuentas siempre se quedaba sola.

Mejor sola que perder a alguien más, pensaba.

Por otro lado las otras chicas del burdel veían a Nora como una contrincante; era sumamente hermosa para sus catorce años de edad y los hombres siempre estaban encantados con ella. Se había vuelto una maestra en la danza aérea, tanto con las telas como con los aros, y no dejaba de opacar al resto. Sin contar que Tante estaba satisfecha con ella y eso, a las otras chicas, les fastidiaba.

Más lo que ninguna sabía era que por dentro Nora danzaba entre la oscuridad. Incitandola a tomar el control por primer vez en aquel infierno. Tentandola a luchar por su libertad.

Aún no. Se repetía mentalmente a pesar de que el sufrimiento aumentaba con el paso de los días. Y ni los cortes ni los golpes lograban apaciguar aquel dolor. Por las noches lloraba hasta quedarse dormida, por en el día fingía que todo estaba bien. Por las noches se autolesionaba. Y en la madrugada volvía a dejar su piel lisa y suave como debía tenerla. Era un movimiento arriesgado, el usar sus habilidades, pero era necesario.

Nora estaba con vida.

Pero sus amigos no.

Ella tenía la posibilidad de irse algún día.

Ellos no.

Ellos ya no tenían la oportunidad de vivir o de soñar.

Y ella si.

Y por esa misma razón se arriesgaba a usar sus habilidades Grisha para curar sus heridas, como llevaba haciéndolo a espaldas de Heleen por años.

Además, la culpa tampoco la ayudaba a su situación. En muchas ocasiones Nora se encontró cuestionadose el, ¿Que hubiera pasado sí...; el simple pensamiento de que tal vez Damian y Erik hubieran tenido una oportunidad de huir sí ella hubiera estado con ellos cuando Rollins mando a sus matones no la dejaban en paz.

Tal vez hubieran podido pelear.

Tal vez hubieran podido huir.

Ella hubiera ayudado a Damián, o bien pudo haberse llevado, como mínimo, a Erik a un lugar seguro.

Era solo un niño.

¡Un niño inocente!

Pero al infeliz de Rollins no le importó ni un poco mancharse las manos de su sangre.

No le importó mandar a la tumba a un niño risueño y lleno de esperanza.

Y ahora ese hombre le daba asco a Nora. Le repugnaba.

Y lo quería ver sufrir de la forma más lenta y dolorosa posible.

Lo quería enfrente de ella, de rodillas, suplicando por piedad.

Así pues, y con ese pensamiento en mente, tras una noche de llanto continuo y cansada de sentirse así, Nora tomó una desición: lo haría pagar, costará lo que costará.

Por lo que después de una semana de luto Nora volvió a salir por las calles de Ketterdam como mascara que demostraba que era una chica normal y corriente.

Y por las noches, cuando nadie la veía, se escabullia de su habitación y vigilaba El Barril para asegurarse de que Pekka ni sus hombres se acercarán a la Casa y pudieran ir tras ella antes de que intentará algo en su contra.

Porque Nora esperaría lo que fuera necesario para llevar a cabo su venganza. Esperaría al momento oportuno y nadie sabría sobre su planes futuros contra el Rey del barril sí ella podía impedirlo.

Sin embargo, hubo una cosa que Nora no vio venir.

O más bien alguien.

Y ese alguien terminaría ayudándola a llevar a cabo su plan. Solo que aún no lo sabía.

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La sutileza con la que caminaba Inej Ghafa fue algo que sorprendió a Nora desde el primer momento en que la conocío; la chica había llegado el día anterior a la Casa de las Fieras y había intentado escapar en dos ocasiones ese mismo día. Pero como muchas otras antes que ella, fue atrapada por los guardias de Tante antes de que pudiera cruzar el marco de la puerta. Como ahora.

Nora se encontraba en el segundo piso, apoyada sobre el barandal de madera oscura, observando como dos de los guardias de Heleen se llevaba a la joven Suli a su habitación, donde quedaría encerrada hasta el día de mañana sin comida alguna.

Como una lección.

Lo cual era muy generoso viniendo de parte de Heleen, pensaba Nora.

Una vez que los hombres e Inej desaparecieron de su campo de visión, se alejó por el pasillo con la intención de ir a su habitación cuando uno de los hombres de Heleen le detuvo el paso.

—Quiere verte —le informó. Nora no tuvo más opción que seguirlo hasta la oficina de la jefa.

¿Qué quería ahora Heleen? ¿Le volvería a cambiar la rutina o el atuendo? ¿Le pediría que fuera más exacta con sus movimientos?

O peor.

¿Había descubierto que se escabullia por las noches?

El repicar de sus tacones era lo único que se escuchaba por el pasillo, haciendo que sus pensamientos fueran más pensados en su cabeza. Y mediante más iba acercándose a la oficina de la mujer, más escéptica se sentía. Que ella supiera, no había hecho nada malo. No había desobedecido ni faltado a ningún servicio que se le había asignado. No faltaba a ningún entrenamiento y no llegaba más tarde del toque de queda.

Entonces, ¿por qué quería verla?

Ni siquiera entro con la cabeza en alto. Sino que mantuvo su mirada en el suelo y cerró la puerta detrás de ella. Camino un par de pasos en dirección a su escritorio y se detuvo e hizo una pequeña inclinación de respeto hacia su jefa antes de preguntar.

—¿Quería verme?

Un pequeño movimiento por el rabillo del ojo le indico a Nora de que Heleen no estaba sola. Ladeo un poco la cabeza y observó al visitante de la mujer. Se trataba de un joven, aparentemente de su edad, que se encontraba parado junto al escritorio de Heleen. Vestía un traje todo de negro a excepción por su blanca camisa debajo de aquel chaleco oscuro sin mangas. En manos, las cuales estaban cubiertas por unos guantes de cuero oscuro, sujetaba un bastón dorado con una cabeza de cuervo en la parte superior.

Al igual que ella, el joven la observaba a ella en lugar de a Tante. Sus ojos azules la inspeccionaron de arriba a abajo sin expresión alguna y Nora tuvo que evitar a toda costa estremecerse en su lugar ante la intensidad de su mirada; A pesar de que el joven aparentaba su edad, lograba imponer autoridad con su simple presencia.

Nora trago en seco y aparto la mirada de él para centrarla en el suelo y espero a que Heleen le indicará sus próximas órdenes.

—Cisne, él es Kaz Brekker, jefe del Club Cuervo, y segunda mano de Per Haskell —presentó Heleen. Nora hizo una ligera inclinación hacia él y se volvió hacia su jefa ocultando la confusión del porque lo estaba presentando—, El joven Brekker ha venido a negociar conmigo.

Debió suponerlo.

Solo alguien con el nivel de aquel joven podría negociar por sus servicios con Heleen. Seguramente llegó a un acuerdo con ella para que Nora fuera única y exclusivamente para él. Que sus servicios fueron solo para...

—Ha comprado tu contrato.

Nora se quedó lívida y se atragantó con su propia saliva. ¿Había escuchado bien? ¿Él había hecho qué?

Miro atónita a la Heleen.

—¿Cómo... Cómo dice? —preguntó con la voz temblorosa.

—Brekker ha comprado tu contrato; ya no trabajas para mi... Nora —respondió Tante con una sonrisa encantadora. Nora frunció el ceño extrañada.

¿Cómo es que estaba feliz con eso? ¿Cómo es que no le importaba perder una de sus mayores fuentes de ingreso?

Si Heleen estaba de acuerdo con eso, quería decir que Brekker había hecho una oferta muy generosa de efectivo por ella.

¿Pero cuánto había negociado el joven Brekker con ella para que estuviera tan feliz en dejarla ir?

Heleen se levantó, rodeo su escritorio y se acercó a ella a paso lento.

—Dame tu brazo —pidio ella y Nora, con temor, se lo extendió. Heleen levantó la manga de su vestido y dejó la marca de la Casa de la Fieras al descubierto. Saco una pequeña daga que tenía oculto en su vestido y de un movimiento rápido y limpió, cortó la muñeca de Nora justo en medio de su marca.

La sangre en automático baño su muñeca y Nora no tardó en taparse la herida con su otra mano. Soltó un leve gemido de dolor al tacto, más no soltó queja alguna.

—Bien, el trato está hecho. Es toda tuya Kaz —Dijo Heleen y regresó a su asiento mientras limpiaba su daga con un trozo de tela.

No volteo a verla en ningún momento.

—Andando —indicó él pasando junto a ella para dirigirse a la salida.

Y Nora no tuvo más opción que seguirlo en silencio. En ningún momento se detuvo, y tampoco hubo necesidad de hacerlo. Nora no tenía nada de valor sentimental en aquel lugar. Su única capa estaba escondida en un hueco en el tejado y lo que compraba con su dinero estaba oculto en un viejo edificio abandonado. No había nada de valor ahí.

Así que salió de la Casa de las Fieras y siguió al joven brekker por las calles de El Barril sin dejar de sostener su herida en la muñeca.

Durante todo el trayecto hasta el Club de Brekker, ninguno dijo nada, pero en su mente ella estaba llena de incógnitas.

¿Por qué alguien como él había comprado su contrato? Porque era bastante claro que Nora había oído hablar de Brekker; Su apodo, Manos sucias, era conocido por todo Ketterdam.

Brekker se había dado a conocer como el lugarteniente de Per Haskell, actual líder de Los Despojos hace unos años atrás. Fue gracias a él que el Club Cuervo y el Quinto Puerto, unas de las fuentes de los Despojos para ganar dinero y para hacer negocios, volviera a restablecerse y ganar fama.

Es por eso que los Despojos empezaron a ganar reputación. Todo gracias a él. Y por eso muchos lo consideraban como el verdadero líder. Y Brekker, al ser la segunda mano de Haskell, tenía la potestad sobre todos ellos.

Al viejo tampoco le importaba mucho. Veía como el dinero llegaba a sus bolsillos y no le tomaba importancia a lo que el chico hiciera, siempre y cuando el dinero siguiera fluyendo. Lo nombró Jefe del Club de Cuervo y le otorgo los títulos de la propiedad como regalo. Por lo que aquel establecimiento era de él.

Pero sigues trabajando para mi, Kaz, no lo olvides —le dijo había Haskell el día que le entrego la propiedad.

Pero Kaz Brekker no veía a nadie como su superior. El viejo Haskell solo era su seguro para llegar a la cima y así había cumplido su función. No obstante Kaz no era tonto para revelarse contra el líder de la pandilla.

Por lo menos no todavía.

Por lo que se mudó al Club Cuervo y contrató a gente para que trabajará única y exclusivamente para él; de este modo Los cuervos nacieron, y él era el líder actual.

Los cuervos se volvieron su familia.

Pero Nora no tenía conocimiento de todo eso. Lo único que había escuchado era que Brekker era cruel y despiadado cuando alguien intentaba meterse con él o con sus cuervos.

Una vez escuchó a un par de hombres hablar sobre alguien que había intentado hacer trampa en un juego de cartas en el Club Cuervo y terminó siendo atrapado por el mismísimo Brekker; Dijeron que habían sacado al hombre del establecimiento y no lo habían vuelto a ver desde aquel entonces.

Nora se removió incómoda de solo pensar en lo que esté chico le habrá hecho aquel hombre. Pero otra de las dudas que rondaban por su mente, y que más temía encontrar respuesta, era: ¿Brekker la quería como su muñeca personal?

¿O para sus cuervos?

¿Quería tener su propia puta para el Club o la quería para algo más? Esa y miles de preguntas sin responder rondaron por su mente hasta que estuvieron cerca del club.

Al llegar Nora le hecho un vistazo al lugar; el club consistía de una fachada negra y carmesí con un pórtico con columnas negras y un cuervo plateado oxidado con las alas extendidas sobre la entrada. En está se situaban dos hombres que vigilaban la entrada y saludaron a su líder cuando esté paso junto a ellos. Nora lo siguió, pero la detuvieron cuando intento cruzar el marco de la puerta.

—Dejenla pasar. Ahora es un miembro del Club —dijo Brekker sin girarse a verla y los dos hombres la dejaron pasar sin decir nada.

El interior del Club consistía de un gran salón principal, con varías mesas de juego similares. En un costado Nora visualizo varios salones de juego privados. Las paredes están revestidas con laca negra dándole una apariencia sombría al lugar.

Nora se sintió totalmente desorientada ahí dentro, y se lo hizo saber a Brekker antes de que fuera demasiado tarde.

—Lamento decirle que no soy buena en los juegos de cartas —pero él la ignoró y continúo su andar por entre las mesas. Ella lo siguió—. Tampoco se revolver, o lo que sea que haga el personal de las mesas.

Brekker subió por unas escaleras de caracol y Nora fue detrás de él. El chico cruzo el umbral de la puerta y se giro a verla con su imponente mirada azul.

—Entra —le ordenó y Nora no tuvo más opción que hacerlo.

Ahora él era su jefe.

La habitación resultó ser el despacho del chico. Brekker tomo asiento al otro del escritorio y Nora se quedó parada sin saber que hacer o decir.

Se removió incómoda en su lugar y espero a que él le dijera algo. Sus nervios aumentaban con el pasar de los segundos. Lo único que deseaba era saber cuál sería su trabajo en ese lugar e irse en cuanto oscureciera, porque sin duda alguna seguiría con sus rondas nocturnas.

Cuando por fin Brekker habló, Nora se desconcertó por sus palabras.

—Deja de actuar como una sumisa —espetó él con brusquedad mientras miraba unos papeles que tenía sobre su escritorio. Ni siquiera había volteado a verla para decir aquello.

—¿Cómo dice? —preguntó desconcertada Nora.

Fue entonces que Kaz Brekker elevó su mirada azul hacia ella.

—Eres buena actriz Novorak, y al parecer Heleen nunca lo notó. Sin embargo... Yo no soy ella —aseguró él—. Así que deja de actuar, aquí puedes ser tu misma.

Nora tragó saliva, atónita por lo que estaba oyendo, pero rápidamente se recompuso. Tomó asiento frente a él, cansada, y lo miro fijamente.

¿Quería que fuera ella misma? Bien, entonces lo sería.

—De acuerdo, lo haré. Seré lo más breve y directa posible; No seré la puta de nadie más. Estoy harta de serlo y si tengo que pelear con usted para obtener mi libertad, créame que lo haré —aseguró Nora lo más firme posible, aunque por dentro estaba muriéndose de los nervios por lo que él podría hacerle.

Nora sabía defenderse, Damián le había enseñado, pero Manos sucias tenía una reputación detrás de él y ella no estaba segura de poder ganarle siquiera. No obstante, estaba cansada de ser esclavizada, y si debía morir para obtener su libertad...

Entonces que su muerte fuera luchando por ella misma.

Sin embargo Nora jamás imaginó ver una ligera sonrisa ladeada en el rostro de Brekker. Lo cual la desconcertó. Esté dejo los papeles a un lado y recargo su espalda contra el apoyo de su silla, como si estuviera complacido con su respuesta.

—Esa es la chica por la cual le pague a Heleen—respondio para su sorpresa—. No quiero que seas un juguete para este Club, y te puedo asegurar que mis cuervos nunca te pondrán una mano encima si tú no lo deseas. No obstante, eso no quiere decir que no trabajes para mí.

—Ya le dije que no sé...

—No estarás en las mesas, ni tampoco en el servicio de bebidas —la cortó él—. Serás más que eso. Quiero que seas mis ojos en Ketterdam; quiero saber todo lo que las otras pandillas dicen o hacen. Quiero ser el primero en enterarme de grandes trabajos, con buena paga y altos porcentajes de éxito. Quiero tener un paso adelante siempre y tú, Nora, me ayudarás con eso.

Ella lo miro con el ceño entre fruncido y abrió la boca para replicar sobre lo que le estaba pidiendo pero Brekker, de nuevo, habló antes que ella pudiera decir mu.

—Sé que puedes hacerlo Nora, te he visto hacerlo junto con el chico que trabajaba para Rollins. Sé de lo que eres capaz... sanadora —murmuró esto último.

Y esa simple palabra la dejó helada; Kaz Brekker sabía lo que era y lo que había hecho.

Sabía sobre sus escapadas de la Casa de las Fieras.

Sabia sobre Damián.

Sabía sobre sus habilidades.

Lo sabía todo, o casi todo sobre ella.

—¿Cómo lo...

—Tu herida —señaló él su muñeca—, dejo de sangrar en el camino —Nora en automático volvió a cubrir su muñeca ya curada y lo miro con desconfianza—. Además, curar el rostro de un niño en la calle no es la mejor manera de pasar desapercibida —dijo levantadose con su bastón en mano.

—Pero me oculté —repusó ella sin poder creer que alguien la hubiera visto. Kaz negó con una sonrisa cínica.

—No todos se pueden ocultar de mi —aseguró él—. Me sorprendió saber que Heleen no tenía ni idea de lo que eres. Lograste mantenerlo oculto muy bien Novorak, estoy sorprendido. Cosa que no pasa muy seguido.

—ammm... Gracias —aunque no estaba segura de hacerlo.

—Pero debes saber que conmigo no se puede tener secretos, porque al final siempre terminó descubriendolos y créeme, Nora, no me gustan los secretos. ¿Entendiste?

La miró esperando una respuesta positiva de su parte, la cual Nora tardó en dar; decir que no significaba rechazar el nuevo trabajo que Kaz le estaba dando, y si era un poco honesta consigo mismo, ella no quería rechazarlo.

Kaz le estaba brindando la oportunidad de ser libre por la capital para obtener información para él.

Le estaba ofreciendo la decisión de que hacer con su propio cuerpo.

Y eso es algo que ella deseaba tener. Decisión propia.

—Si —afirmó ella con convicción.

—Bien, a partir de ahora eres una de nosotros; todo lo que hagas a partir de este momento podrá repercutir sobre nosotros, así que ten cuidado con lo que haces, dices y con quién haces amistades —casi pareció escupir en la última palabra. Cómo si amistad fuera algo malo para él.

—Lo tendré —aseguró ella.

—Los clientes tiene prohibido subir al tercer piso, que es donde estan las habitaciones, así que si ves alguien merodeando por ahí, no dudes en golpearlo y sacarlo del Club —le dijo Kaz rodeando el escritorio para dirigirse a la puerta. La cual abrió y le hizo una señal a alguien en el exterior para luego cerrarla. Permaneció ahí, de pie—. Toma una de las habitaciones vacias, será tuya a partir de hoy. Puedes... Remodelarla cómo te apetezca, pero todo será con tu sueldo. Solo por hoy hare que te lleven ropa más apropiada. Te veré mañana por la tarde para tu primer trabajo.

Entonces abrió la puerta de nuevo y Nora vio al otro lado a un hombre algo desaliñado.

—Rotty te enseñará el lugar, tengo trabajo que hacer —dijo Kaz y con un gesto de cabeza le indicó que saliera.

Nora se levantó de su lugar y camino hacia la salida. Pero antes de cruzar la puerta de madera oscura miro de reojo a Kaz y notó que esté también la miraba a ella.

Salió de su despacho con prisa y siguió a Rotty por las escaleras de caracol.

Ahora el Club de Cuervo era su hogar, y debía acoplarse a él para sobrevivir.



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𝐁𝐚𝐫𝐛𝐬 © | 𝟐𝟎𝟐𝟑

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