𝗘 𝗫 𝗧 𝗥 𝗔 ⋕𝟐
❝ BIENVENIDO AL MUNDO,
MI PEQUEÑO CORREDOR ❞
╔════ 𓏲✮⊰ •˙ ❅✾❅ ᭕𖤐⊱ ════╗
〘 ✰.༄☼︎ 𝐄𝐱𝐭𝐫𝐚 𝟎𝟏 ☼︎༄.✰ 〙
-- familia --
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ALREDEDOR DE LAS SIETE O OCHO DE LA NOCHE, Minho recibió la noticia de que Lía se encontraba en labor de parto.
El ex corredor estaba sacando las últimas redes de pesca de ese día en compañía de Thomas cuando de repente llegó Sophie corriendo, por su rostro debía de ser algo realmente alarmante.
En cuanto recibió aquella
noticia no dudó en dejar de hacer lo que hacía para salir corriendo lo más rápido que sus piernas dieron hacía a la enfermería dejando atrás a sus compañeros.
Mientras corría por los
enormes terrenos del refugio,
el aire frío de la noche le daba
en la cara poniéndolo alerta.
Su corazón bombeaba sangre a toda marcha mientras que su respiración estaba agitada.
Por un momento imaginó una infinidad de escenas que lo único que hicieron fue ponerlo peor.
Había deseado con ansias este momento pero ahora que había llegado estaba nervioso y muy asustado. ¿Cómo estaría Lía? ¿El bebé ya habría nacido? ¿Y si algo malo les pasaba a los dos?
Tranquilo Minho, debes ser fuerte por ellos, pensó.
En cuanto menos lo pensó ya se encontraba enfrente del edificio donde su chica se encontraba. Lo primero que vió fue a todos sus amigos reunidos esperando por él. Sus rostros demostraban cuán preocupados estaba por Lía.
Los gritos de dolor de Lía lo sacaron de sus pensamientos. Estaba sufriendo, ella sufría.
A los pocos segundos Thomas y Sophie llegaron corriendo igual de agitados que el asiático.
-¿Cuánto lleva así? -cuestionó Minho ansioso por respuestas a sus compañeros.
-Aproximadamente una hora -respondió Newt sosteniendo la dura mirada de su amigo -. Mary dijo que por ser su primer parto es probable que tarde de seis a diez horas.
Aquello solo hizo que Minho
se preocupara el doble. Tan solo pensar que su chica estaba allí adentro luchando por traer a su hijo al mundo siendo que era
todo un reto para ella. Sus gritos cada vez más altos eran uno de los detonantes para el asiático.
El chico estaba por arrancarse la cabeza o algo así cuando Thomas se acercó de nueva cuenta para demostrar su apoyo.
-Va a estar bien -aseguró el azabache confiando, dándole
un par de amistosas palmaditas en la espalda -. Lía ha luchado contra cosas peores esto no es nada, ya lo verás.
-Solo nos queda esperar -musitó Vince, quien al igual que el resto esperaba con ansias la llegada de su nieto.
El ex corredor solo pudo tomar asiento en un rincón preocupado esperando recibir indicaciones de la doctora Mary. Tenía fé en que Lía lograría esto y más.
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Habían sido aproximadamente ocho o nueve horas en las que lo único que se oían eran los gritos y jadeos de la castaña debido al dolor que le provocaban cada una de las contracciones.
El trabajo que estaba haciendo la castaña era realmente agotador, al punto que la estaba drenando. Ya estaba en la etapa final y por un momento quiso rendirse.
No habían recibido noticias del estado de Lía. Al ser el parto de una primeriza estaba siendo un poco tardado. En su vida había echo tanto esfuerzo como aquella madrugada.
-Yo... yo no pudo seguir -musitó entre jadeos dejando caer su cabeza en las almohadas.
-Vamos Lía, ya casi termina -animó Sonya sonriente mientras sostenía utensilios médicos.
-Necesito a Minho -susurró ella de nueva cuenta apoyada en las almohadas exhausta -. No puedo hacerlo sin él.
-Sonya ve por Minho, ya es hora.
Y después de escuchar a la doctora decir aquello, Sonya dejo todo lo que llevaba en las manos y se dirigió a la puerta en donde estaban la mayoría de chicos.
En cuanto Sonya cruzó esa puerta el primero en ponerse
de pie fue Minho, quien por su rostro estaba preocupado.
-¿Qué pasó? ¿Lía está bien?
-Ella está bien -comunicó con calma, logrando que suspiraran más tranquilos todos -. Tu hijo está por nacer, Lía está pidiendo verte. Sígueme.
El asiático se quedó en su
sitio pasmado por lo que había escuchado segundos antes.
Su hijo estaba por nacer...
La rubia se dió la vuelta y de un grito lo hizo volver a la realidad para avanzar junto a ella.
-¿Qué esperas? ¡Muevete!
Entre balbuceos Minho se despidió de sus amigos y en compañía de Sonya entro a la
habitación donde estaba Lía.
Lo primero que vió fue al
amor de su vida aferrarse con toda la poca fuerza que todo esto le había dejado a la camilla en la que estaba mientras hacía un enorme esfuerzo por pujar tal como Mary le indicaba.
El rostro de Lía estaba sudoroso y rojo debido al esfuerzo.
Por otro lado Mary estaba
entre las piernas de la chica con unos guantes de latex puertos y se encargaba de todo el proceso del parto.
Lía se encontraba en la fase final, solo era cuestión de que hiciera varios esfuerzos por pujar para que el bebé pudiera salir pues lo peor de esto ya había pasado.
-Sonya, las toallas -exclamó Mary sin apartarse de las piernas de la futura madre.
La rubia no tardó en acatar
la orden. Mientras tanto Minho poco a poco se acercaba a su chica con una sonrisa plasmada en su rostro.
-No preguntaré como te sientes porque aseguro que de la mierda -comentó el asiático sin dejar de sonreírle, rápidamente tomó una de sus manos entre las suyas.
-Exactamente -confirmó ella devolviéndole una débil sonrisa -. Estoy cansada... tengo sueño...
-Lo sé primor, pero debes de hacerlo por nuestro hijo -animó Minho quitándole unos cuantos cabellos pegados a la frente.
-Nuestro hijo...
Una vez las toallas limpias estuvieron en las manos de Mary la hora había dado inicio.
-Bien, Lía necesito que pujes -comenzó a explicarle la doctora, ella solo asintió varias veces -. Esto va a tardar así que necesito que hagas tu mayor esfuerzo. Cuando yo te diga vas a pujar, ¿okey? Uno, dos, tres, ahora...
La castaña no tuvo de otra y
justo cuando Mary lo indicó
ella pujó con fuerza, mientras
lo hacía apretaba la mano del asiático. Fue en ese momento
en el que sintió toda la fuerza que poseía su valiente chica.
Lía pujó con fuerza, con la esperanza de que el bebé saliera de una vez por todas pero eso no sucedió del todo.
-¡Dios, como duele! -exclamó Lía adolorida, sus ojos verdes se hallaban cristalizados -. ¡Todo es tu culpa, si no me hubieras embarazado no estaría pasando por todo esto! ¡Maldito chino!
Apesar de las circunstancias en las que se encontraban Minho no pudo contener una carcajada.
-¿En serio, primor? -cuestionó con ironía, dedicándole una de sus sonrisas ladeadas.
-Ya estarás contento -refunfuñó molesta antes de volver a soltar un pujido.
De nueva cuenta el bebé aún
no se veía del todo y no fue hasta después de varios minutos de mucho esfuerzo que por fin se veía la cabezita del pequeño.
Pero para ese punto Lía ya estaba demasiado cansada y a nada de rendirse. El dolor podía más que ella. Luego de un último pujido cargado de dolor, la castaña dejo caer su cabeza en las almohadas.
-No puedo... simplemente no lo lograré...
-No falta mucho, linda -exclamó Mary dedicándole una mirada por entre sus piernas -. Solo sigue pujando, su cabeza pronto saldrá.
-¿Qué? -emitió una exhausta Lía queriendo que todo acabará -. No puedo seguir, duele...
-Primor, no puedes rendirte
así de fácil -comentó Minho logrando obtener la atención de ella -. ¿Dónde está esa chica valiente, decidida y perceverante de la que me enamoré? Amelia te prohíbo darte por vencida.
Lía lo miró atentamente.
Apesar de todo él seguía ahí
con ella sosteniendo su mano animandola a seguir. Tenía razón, no podía rendirse.
Había pasado por mucho, había anhelado este día con ansias y ahora que sucedía deseaba no haberlo echo. Simplemente no podía darse por vencida, su hijo dependía de ello. Porque nada le hacía tan feliz como tener a su pequeño bebé con ella.
Así que decidida se incorporó
un poco de la camilla e hizo un último y enorme esfuerzo, apretando la mano de su asiático pujó con fuerza para después dejarse caer exhausta en la camilla nuevamente.
Su respiración estaba acelerada y ni hablar de los alocados latidos de su corazón. Al menos había valido la pena todo el esfuerzo.
Mary pudo tomar con cuidado
la cabezita del bebé para después sacar con sutileza el resto de su cuerpecito. Con un movimiento envolvió al niño en las toallas y se lo pasó a la rubia enfermera.
En ese momento lo mejor que pudo oír Lía fue el llanto de su pequeño, aquello la hizo sentir viva. Allí estaba lo que por meses la motivó a no rendirse, a seguir apesar del dolor que le causaba.
La rubia sonrió al tener al bebé entre sus brazos pero después se acercó a los padres lentamente y dejó al pequeño en brazos de su madre.
-Felicidades -musitó, conmovida antes de salir
de la habitación junto a
Mary para darles privacidad
-. Es un varón.
El corazón de Lía quiso
detenerse por un instante. Después de nueve largos meses de espera por fin ese pequeño estaba entre sus brazos. No dejaba de llorar y su rostro estaba enrojecido cuál tomate pero era era su hijo, su bebé.
-Mi niño -susurró ella algo cansada, depositando un besito en la frente del bebé -. Tu papá y yo ansiabamos tu llegada...
A un lado Minho contemplaba orgulloso pero sobre todo conmovido la escena. El bebé no dejaba de llorar sin embargo en cuanto halló lo que buscaba no tardó en dejar de hacerlo.
El asiático observó a detalle a
su pequeñín; seguía rojito por
el llanto, tenía una espesa mata de cabello oscuro, sus ojos eran rasgados para su sorpresa y las probabilidades de que fueran de color marrón eran altas.
El asiático sonrió satisfecho y se acercó más a su chica para darle un casto beso en la frente.
-Te amo Lía -soltó Minho con sinceridad apretando su mano suavemente sin alartar la vista de su hijo -. Gracias por esto, gracias por ser parte de mi vida.
Ella solo pudo sonreírle con el anhelo plasmado en su rostro, no podía estar más agradecida con la vida apesar de todo.
La vista de ambos bajo de nuevo a su pequeño recién nacido que por lo visto estaba hambriento. La imagen solo hizo reír al chico.
-Bienvenido al mundo, mi pequeño corredor.
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-Asi debes de poner el ansuelo, justo así...
De lejos oía los vestigios de una plática de padre a hijo.
Minho disfrutaba mucho eso de pasar tiempo con sus hijos. Por eso cada vez que podía llevaba a Minki a la orilla del mar donde se encontraba el barco de pesca y todo lo necesario para lograrlo.
El niño apenas tenía seis años pero era demasiado inteligente y adoraba a su padre por ello no dudaba en memorizar cada una de sus palabras cada que podía.
Lía al contrario los veía de lejos mientras permanecía sentada en una sábana bajo la arena fresca.
La brisa del mar era perfecta combinado con ese olor a sal que desprendía el lugar y la hermosa apuesta del sol desde la lejanía lo hacía todo más embellecedor.
-¡Mami!
Una sonrisa boba se dibujó en
el rostro de la castaña viendo escuchó aquella dulce vocesita.
-¡Mami, mami, mami! -
volvió a gritar la voz, antes de envolverla con sus pequeños brazitos por la espalda -. ¡Mira lo que haye, mira!
-¿Qué encontraste esta vez mi pequeña, valiente? -cuestionó Lía sonriete, trayendola para que tomará asiento en sus piernas.
-Una flor, mamá.
La niña le pasó la "flor" a su madre, quién no tardó en verla detalladamente.
-Es un diente de león, cariño -comenzó a decirle suavemente, antes de devolvérsela -. Tienes que pedir un deseo y soplarla.
Ella asintió y cerró sus ojos para después abrirlos con la emoción fluyendo al tope, después sopló tal como le dijo su mamá.
La brisa fría del atardecer no tardó en llevarse cada pequeña parte que conformaba la flor haciendo que la niña sonriera aún más emocionada por ello.
-¡Eres la mejor mami! -exclamó ella volteandose para abrazar a Lía fuertemente.
A la chica no le quedó de otra que recibir su abrazo con una sonrisa. Realmente estaba muy orgullosa de su avance como madre y de los bellos hijos que tenía. Eran lo mejor que la vida pudo darle después de tanto sufrimiento.
-Y tú eres la mejor hija que una madre puede tener -susurró ella por lo bajo, aún abrazándola.
-Mami -llamó la niña separándose ligeramente del abrazo de oso.
-¿Sí, Niza?
La chiquilla jugó suavemente con los mechones del pelo de Lía.
-¿Cómo se conocieron papá y tú?
Lía abrió los ojos como platos pues definitivamente no esperaba escuchar aquello.
-Sabes para tener cuatro tan solo años eres muy curiosa -comentó la castaña tocando su nariz, cosa que hizo sonreír a su hija -. Pues... nos conocimos cuando éramos niños, fuimos algo así como amigos.
Niza ladeó su cabeza hacia un costado, observando fijamente con sus ojos verdosos a su mamá.
Era como verse en un espejo. Si algo había heredado Niza de ella era toda su apariencia física, a excepción de sus ojos los cuales eran rasgados pero todo lo demás era idéntico a ella al igual que ese carácter.
-¿Y después? -incitó a seguir la niña.
-Después tu papá, tus tíos y
yo vivimos unos años en el área -continuó relatando, mientras vagos recuerdos llegaban a su mente -. Pasamos por muchas cosas para llegar aquí, ¿sabes? Pero lo importante es que nos tenemos los unos a los otros.
-¿Solo eso? Que aburrida historia -comentó Niza antes de dejarse caer en la hierba.
-¿Aburrida? -exclamó una voz lejana, con un tono de ofensa -. Tengo que admitir que me siento algo ofendido.
-¡Papá! -chilló Niza emocionada dejando a Lía para ir a abrazar a Minho.
La castaña rodó los ojos divertida. Apesar de todo lo que ella hacia por sus hijos, ellos le tenían una enorme devoción a Minho sin mencionar que tanto Niza como Minki tenían algo por más pequeño que fuera de su padre.
-Anota esa, perdedora -musitó Minho con altanería mientras abrazaba a su hija.
Sí, no importaba cuántos años pasarán siempre iban a ser ellos. Siempre habría esas bromas, chistes y ego por encima de todo para molestarse.
Lía no tardó en notar el lento caminar de su hijo, quién venía algunos metros detrás de Minho con una cacerola en las manos.
-Minki, ¿se puede saber que traes allí? -preguntó su madre, haciéndolo que volteara a verla.
-Es un pez, papá me lo dió -respondió el niño sonriente y feliz con su pequeño amiguito.
-Minho -le reprendió Lía mirándolo acusadoramente.
-¿Qué? Él quería uno -respondió en su defensa, soltando a su hija para acercarse más a su esposa.
-Supongo que le dijiste que tiene que ser responsable y cuidar del animalito, ¿cierto?
-Exacto -exclamó el asiático, haciendo una pequeña mueca.
-Papi, mami me contaba como se conocieron -comentó Niza, quién ansiaba saber más.
-Bueno pequeña como ya te dijo tu madre eramos unos niños cuando nos vimos por primera vez -comenzó a decir Minho, alzando a su hija para sentarla entre sus piernas.
Minki por su parte dejo el pez a un lado suyo y tomo asiento en las piernas de su madre.
-¿Y que pensaste de ella cuando la viste? -cuestionó Minki ansioso.
-Que era la chica más hermosa que había visto jamás -comentó Minho mirando fijamente esos hermosos ojos verdosos de Lía -. Conforme pasaba el tiempo me di cuenta de que ella era más solo bonita, era decidida, era carismática, amaba el peligro y las aventuras pero sobre todo su madre es una guerrera valiente. Una que cautivo a este hombre.
Los ojos de Lía brillaron de felicidad al oír aquello haciendo notar su iris que ahora bajo la luz del atardecer tomaba una tonalidad verde mielosa.
-¿Y tú, mami?
-Que era la persona más arrogante, fría y egocéntrica que conocía. Sin embargo con el tiempo me di cuenta que detrás de esa coraza había un sincero corazón dispuesto a proteger a sus seres queridos a como diera lugar. Además era guapo, muy guapo y fuerte, muy fuerte...
Minho soltó una carcajada luego de escucharla decir eso y ver sus mejillas semi coloradas.
-¿Y se besaban? -soltó está vez Niza, haciendo sus sus padres balbucearan nerviosos.
-Niños, ¿por qué no van a jugar? -preguntó Minho a la vez que señalaba el mar a lo lejos -. Su madre y yo tenemos unas cositas de que hablar, ¿si?
Los dos hermanitos asintieron rápidamente y tomados de la mano fueron a jugar con la arena del mar algo húmeda.
Minho se acercó a Lía una vez
los niños estuvieron lejos y le pasó uno de sus brazos por los hombros, una costumbre que nunca se le pudo quitar.
Ella recargo su cabeza en el pecho del asiático y miró a sus hijos jugar a hacer un castillo de arena.
Minki era la viva imagen de su padre. No solo había heredado los mismos rasgos como esos ojos rasgados y pelo oscuro si no esas mismas ganas de pelear por lo correcto y explorar el mundo.
O al menos eso decía él, quién con seis años se consideraba ya un niño grande.
Niza por otro lado era igualita a Lía, tanto física como mentalmente sin embargo como era probable heredó
esos mismos ojos rasgados de su papá. Ella prefería ir de aquí para allá en busca de nuevas aventuras y al mismo
tiempo derrotar enemigos cómo lo hacía su madre.
Sí, como solo cuatro años así era la hija menor de Lía y Minho.
-¿Así que arrogante, eh? -comentó Minho, rompiendo el silencio mientras dejaba un suave beso en su clavícula.
Instantáneamente sintió un placentero escalofrío recorrer su cuerpo, desatando un sinfín de emociones indescriptibles.
-Minho, no frente a los niños -avdirtió ella con voz pausada.
-Como quieras preciosa -musitó, dejando un último beso en el lobulo de su oreja -. Solo digo que podríamos mandar a dormir temprano a los niños, ya sabes para... divertirnos...
Ella solo rió y le dio un suave golpe en el pecho que no le hizo ni el más mínimo daño.
-Cada día que pasa los veo mucho más grandes -comentó ella, mirando a lo lejos como los niños se perseguían.
-Es normal, pero eso no quiere decir que dejaremos de ser papi y mami para ellos -intentó reconfortarla dándole un beso en una de sus mejillas -. No pienses en el futuro solo concéntrate en el ahora, amor.
-Pues ahora quiero ir a chapotear con el agua -comentó Lía sonriéndole con travesura, girandose para encararlo -. ¿Qué dices, chino? ¿Vienes?
-Oh no, no debiste decir eso -advirtió Minho antes de ponerse de pie y cargarla como si fuera un costal de papas.
-¡Minho exijo me bajes ahora mismo! -gritó la castaña viendo todo de cabeza, literalmente.
-No, hasta que me prometas que tendremos diversión está noche -siguió diciendo él sin animarse a dejarla en el suelo.
-Si, si, la tendremos -soltó desesperada por pisar tierra firme -. Si no me bajas se me va a ir la sangre a la cabeza y me voy a morir. ¿Eso quieres?
Él pareció meditarlo.
-Te soltaría si te disculparas
por decirme chino -comenzó a decir en un tono reflexivo pero travieso, ella quiso decir algo sin embargo la interrumpió -. Pero disfruto mucho más vistas.
Y sin previo aviso le dió una palmada en el trasero a la chica, que la hizo sobre saltarse.
-¡Oye, pervertido! -se quejó Lía luego del ligero golpe, ahora sentía sus mejillas arder.
-Ahora vayamos con los niños, esposa mía.
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Después de estar jugando en la playa con sus hijos, la pareja fue a su cabaña a dejar a los niños, quienes se habían dormido luego de jugar todo el día.
-Hasta parecen angelitos -musitó Lía divertida, viendo a sus dos hijos profundamente dormidos en sus camas.
Minho se acercó por detrás de ella y masajeó sus hombros con delicadeza antes de dejar un beso en estos.
-Tú lo dijiste "parecen" -apoyó el asiático logrando sacarle una sonrisa a su chica -. Bueno ya están dormidos los niños...
Y después de eso la castaña se volteó para juntar sus labios con los de él fundiéndose en un beso.
Sus labios se movía con desesperación sobre los suyos, realmente no sabían cómo es que habían llegado al punto de desear tanto algo como eso.
-Nunca dejarás de ser una salvaje -se burló él, mientras intentaba respirar dejando un mechón tras de su oreja.
-Cállate y besame -pidió Lía en el mismo estado de agitación.
-Como ordenes, esposa mía.
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SEGUNDO EXTRA LISTO
wiuwiuu, aquí yop allá who. Hay perdonen es q como quedé en el bachillerato bilingüe, pues ya sabrán AHHHHHH ;)
Díganme, ¿cómo están? Espero que bien para que puedan leer este nuevo extra, se que llevó mucho prometiéndolo pero la espera valió la pena eso sí.
Les aclaro desde hoy que no tenía pensado dos hijos para #Minli pero alguien me dio una idea y creo que quedó incluso mejor que en un principio.
Antes de irme le recuerdo votar, comentar y agregar el fic a sus listas de lectura ya es a su decisión si SEGUIRME o nou.
última pregunta, ¿de que quieren los próximos dos o tres extras? Denme ideas 🤯
Eso sería todo, hasta la protzima xd
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