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━Capítulo Catorce









❝ 𝐓𝐔́ 𝐃𝐄𝐂𝐈𝐃𝐄𝐒 𝐒𝐈 𝐋𝐎𝐒 𝐒𝐀𝐋𝐕𝐀𝐒 𝐎 𝐋𝐎𝐒 𝐃𝐄𝐉𝐀𝐒 𝐌𝐎𝐑𝐈𝐑 ❞






╔════ 𓏲✮⊰ •˙ ❅✾❅ ᭕𖤐⊱ ════╗

〘 ✰.༄☼︎ 𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟒 ☼︎༄.✰ 〙

—– penitentes —–

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TODOS LOS HABITANTES
SE APRESURARON A CORRER
A LAS PUERTAS para ver qué
era lo que estaba ocurriendo.
Todos se detuvieron enfrente de ellas, confusos por la situación.

Lo curioso de todo esto era
que las puertas que rodeaban
en área estaban abiertas por completo yno daban señales de cerrarse.

Esto solo hacia que el pánico en el área aumentará. Rápidamente comenzaron a imaginar todas las posibles situaciones.

Lía estaba en silencio en su sitio estática viendo con detenimiento las puertas a metros de ella. Por más que buscaba una respuesta a todo esto nada concordaba.

¿Tantos años de tranquilidad y justo ahora toda esa paz se iba a la mierda en segundos?

De pronto un potente estruendo resonó en el área obligando a los habitantes a girarse hacia uno de los muros, descubriendo así que una de las tantas puertas estaba por abrirse.

Fue entonces que se vieron obligados a cubrir sus oídos debido a todo el ruido.

No tuvieron tiempo para siquiera decir algo al respecto cuando de nueva cuenta sonó el mismo sonido de hace segundos y pronto había otra puerta abierta.

Lía estaba completamente ida,
su mente parecía estar apagada por completo. Sin pensar se giró hacia Newt, quién al igual que ella estaba confundido y alerta.

Apesar de que su mano aún seguía entrelazada con la del líder de los corredores aquello
no la calmaba del todo.

No pasaron ni cinco minutos cuando todos pudieron observar como un grupo de chicos corrían hacia la puerta oeste, la cuál ya estaba abierta también.

-Esto no es puede ser cierto -murmuró Lía sintiendo sus ojos escozer, mientras veía como el área se sumía en la oscuridad -. Todas las puertas están abiertas.

Nadie decía nada solo estaban en silencio viendo como el lugar que llegó a ser por años su hogar se sumía en la desesperación.

Nadie podía afirmar nada pero lo que si podían asegurar es que sería una noche imborrable.

-Max -llamó Thomas, quién apesar del pánico se centro en sus palabras -. Ve a la casa del consejo y cierra todas las puertas.

-Winston y Chuck vayan con
él -ordenó el segundo al mando luego de escuchar a Thomas.

Luego de algunos asentimientos, los tres se pusieron en marcha al lugar indicado para llevar acabó el plan de Thomas.

-Busquen a los demás y escóndanse en el bosque -ordenó Gally alterado cuando un grupo de chicos se acercó
a él -. ¡Ahora!

-Minho toma todas las armas que encuentres, te veré en la casa -indicó Thomas y el chico asintió para después girarse hacia Lía.

Su rostro demostraba cuán preocupada se encontraba pero tenían que moverse si querían sobrevivir.

-Estaré bien, no te preocupes
-susurró solo para ella antes de depositar un casto beso en sus labios a lo que ella lo abrazó.

-Te quiero, cuídate mucho -susurró Lía a su oído antes de que el asiático asistiera y se fuera con un grupo de habitantes, entre ellos Newt y Sartén.

-Teresa y Lía -llamó Thomas, ganándose la atención de ambas -. Nosotros buscaremos a Alby.

Teresa rápidamente asintió sin embargo la otra joven miraba con preocupación la puerta que estaba enfrente de ellos.

Sabía que algo muy malo estaba por venir, podía sentirlo incluso.

Los pasillos que siempre habían sido cerrados por las puertas se veían sumidos en la oscuridad lo que le daba un aspecto tétrico y los sonidos provinientes de allá solo empeoraban la situación.

Era un chirrido espantoso, el mismo que escuchó cuando entro al laberinto.

Justo en ese momento el sonido resonó con más fuerza, ese era el sonido que emitía un...

-¡Penitentes, penitentes!

Los gritos de los habitantes aumentaron en cuanto vieron como un penitente salía de una de las puertas girando al área.

Rápidamente todos comenzaron a correr por sus vidas, todos ha excepción de cierta castaña que solo seguía estática en su lugar.

Sabía que si no se movía ahora sería su fin.

Sentía su corazón latir como un loco en su caja torácica pero por más que intentaba moverse sus pies no respondían a su llamado.

Estaba paralizada por el miedo.

-¡Todos corran y escóndanse! -gritó Thomas con desesperación a los habitantes, quienes ni por un segundo dudaron en hacerlo.

Todos corrían por los terrenos del área buscando un escondite que fuera seguro.

Fue entonces cuando Thomas se giró y vió a su amiga aún estática y no pudo dejarla, no cuando vio que el penitente cada vez estaba más cerca así que corrió a ella.

-¿Lía que demonios estás haciendo? -soltó Thomas al estar junto a ella, alarmado -. ¡Corre, maldita sea, corre!

Y al ver qué su amiga no reaccionaba sin esperar una respuesta de su parte la jaló
con fuerza de la mano para comenzar a lejos del lugar.

De un momento a otro la de
ojos verdes reaccionó. Estaba asustada y confundida; no tenía idea de porqué Thomas jalaba fuertemente de su muñeca y corrían sin un rumbo fijo.

Sin embargo solo se dejó arrastrar por su compañero. Mientras lo hacía observó con atención lo que sucedía y el porqué de tanto alboroto.

Sus ojos captaron todo en segundos. Los habitantes corrían buscando refugio ya que los penitentes los perseguían y estos estaban dispuestos a matar. Los gritos de los chicos se mezclaban con los desgarradores gruñidos de todos los penitentes a su alrededor.

Aquella situación tan extraña comenzaba a provocarle un dolor de cabeza terrible, algo común en ella. Sin embargo por alguna razón esta vez se sentía
al borde del colapso. Su cuerpo
ni siquiera reaccionaba ante el
peligro, era como si nada de lo que ocurría le afectará.

Algo andaba mal con ella y lo sabía como también sabía que algo dentro de ella quería salir, quería despertar y no tardaría.

Thomas en ningún momento soltó el fuerte agarre que tenía de la muñeca de la chica, hasta que se detuvieron en los maizales donde la mayoría de los chicos empezaban a esconderse.

-Silencio -susurró Thomas a los habitantes, obligando a que se callaran y se agacharan.

Lía hizo caso omiso y se agachó justo al lado de Teresa, que al igual que ella se veía bastante asustada.

Todos estaban asustados y eso
les complicaba guardar la calma.
Apesar de la situación Thomas hizo lo posible por calmarlos un poco. Pero los gritos de dolor de los demás a lo lejos era un claro recordatorio de lo que ocurría.

Si no hacían algo pronto esto se volvería una masacre.

Por otro lado algo dentro de Lía daba señales de que en cualquier momento se desataría. Aquello lo único que hizo fue alertarla más.

Fueron solo segundos en los
que Lía notó como unas pinzas metálicas estaban justo encima de sus cabezas y lo peor es que nadie más que ella sabía esto.

En ese preciso momento Zart comenzó a incorporarse un poco. Lía estuvo a punto de decirle que no lo hiciera pero fue demasiado tarde, el penitente lo tomo con sus pinzas y se lo llevó consigo.

-¡Zart! -gritaron alarmados luego de ver lo sucedido.

Rápidamente todos los chicos asustados comenzaron a ponerse de pie y salieron corriendo en busca de un escondite seguro antes de que los penitentes los atraparan.

Sin decir nada Thomas obligó
de cuenta a la castaña a tomar su mano y luego ambos salieron corriendo lo más rápido posible.

-¡Corran, corran!

De pronto el leve dolor de
cabeza que atormentaba a Lía incremento de sobremanera a
un punto en el que no supo si
su cabeza se partiría o algo así.

No supo si fue a causa del alarido bestial que resonó por toda el área o por los gritos desesperados de los habitantes.

Fue en ese momento que sintió el dolor recorrer todo su cuerpo de una manera increíble.

"El control es tuyo, Lía..."

"...solo tú puedes salvarlos o acabar con ellos"


El dolor la paralizó, era algo
a lo que no estaba acostumbrada así que sin poder controlarse masajeo un poco sus sienes palpitantes.

Tenía una infinidad de dudas a causa de aquella voz en su mente pero no era el momento.

-¡Sigue corriendo, Lía! -gritó Thomas, girandose a verla para obligarla a seguir corriendo.

Y apesar de que no era el momento su mente comenzó a hacer de las suyas, ideando teorías con base a lo que le había dicho aquella sospechosa voz.

De pronto cada pieza fue encajando y ciertas partes se fueron aclarando.

Si de algo estaba segura es
que quien fuera esa voz dentro de su cabeza sabía mucho acerca de ella, por alguna razón podía controlar su mente logrando que una parte oculta suya saliera a la luz. Una demasido peligrosa.

Estando bajo el control de la voz, era otra persona completamente irreconocible. Una a la que hasta los penitentes temían, por eso en el laberinto no la atacaron.

Aquello solo hacía aumentar
su curiosidad. Quería saber con exactitud quien era ella.

Estaba tan sumida en la infinidad de sus pensamientos que cuando menos lo esperaba estaban frente a Alby, quien era sujetado por los docs del área.

-¿Qué ocurre? -preguntó el líder preocupado, mirando a los recientes novatos en espera de una respuesta.

-Están aquí.

-¿Penitentes? -preguntó Jeff.

Justo cuando Lía estaba por
dar una respuesta a lo lejos se escucharon los gritos de dolor y desesperación de los demás.

Instantáneamente retrocedieron un poco debido al pánico. Uno de los penitentes se llevó de la nada otro habitante frente a sus ojos y simplemente no hicieron nada.

-Thomas -llamó Jeff con los nervios a flor de piel, sintiendo la desesperación inundarlo -. ¿Qué hacemos?

Pero el corredor no pudo decir nada, no tenía ningún plan en mente y eso no era nada bueno.

Otra punzada.

El dolor era cada vez más potente, se acumulaba en lo más recóndito de sus entrañas listo para explotar cuando fuera el momento.

"¿Qué esperas? ¡Activalo!"

Aunque intentará torturarla de alguna u otra forma no cedería, no se dejaría controlar. Después de todo solo estaban jugando con su mente de una forma cruel.

Pero ella sabía que al activar
lo que sea que le pedía la voz las cosas se alterarían y no estaba dispuesta a dejar que alguien más se apoderara de su cuerpo
y mente porque sería un caos.

"Inicia cuenta regresiva...

"Diez... nueve... ocho..."

-¡Corran! -gritó Thomas a todos tomando a Lía de la mano para no dejarla atrás.

Tenía que impedirlo, hacer algo pero no tenía idea de que.

"Siete... seis... cinco... cuatro..."

-No, para -rogó Lía en un vago intento para detener a la voz y sus macabras intenciones -. No más, detente... por favor...

"Tres... dos... uno..."

"La hora a llegado"

En ese preciso momento todo

el dolor acumulado se convirtió en insano que recorrió cada una de las venas hasta sus entrañas, donde todo hizo explosión.

Rápidamente se soltó de malas maneras de Thomas y ahogó un grito de dolor a causa de lo que pasaba dentro suyo mientras se agarraba la cabeza adolorida.

De pronto sintió como una parte de ella se desactivaba y otra se avivaba como nunca lo hizo. Fue entonces que aquella voz había ganado la batalla por el control.

Aquella persona definitivamente no era Lía, de ella no quedaba más que su cuerpo inmóvil.

De pronto se vieron rodeados por un penitente, cosa que en definitiva alarmó a los chicos con excepción de la joven ojiverde.

La criatura comenzó a acercarse con rapidez para atacarlos, pero ni siquiera llegaría a tocarlos...

Rápidamente Lía tomo una lanza que estaba tirada en el suelo y sin más corrió al penitente decidida.

Sus compañeros no dudaron
en gritarle que regresará o verla como si se hubiera vuelto loca y no lo pensaban, lo afirmaban.

-¡¿Qué demonios haces, Lía?! -gritó el azabache totalmente en descontrol, asustado por ella -.
¡Aléjate del penitente y corre!

Pero a ella le dió igual lo que gritaran sus compañeros y no se detuvo ni a mirarlos siquiera.

Era como si estuviera ida.

Y apesar de la velocidad a la que se venía el penitente no fue algo que la hiciera querer retroceder.

En ese momento su mente no pensaba con claridad, actuaba por impulso y sed de sangre.

Así que sin importarle lo que pudiera ocurrirle siguió su rumbo empuñando la lanza con fuerza. En este momento no hubo nada que la detuviera.

Esta persona era lo opuesto a la Lía que todos conocían. Quien fuera era amante a la adrenalina, los golpes y a la muerte.

El problema con Lía es que
debía poner límites e intentar controlarse ya que en aquel estado no sabía que hacía.

Era como uno de esos demonios que escondes en la oscuridad de tu mente y que por más que luches contra él haya la manera de romper las cadenas debido a la presión de tu mente, lo que solo lo termina alterando peor.

Entonces debes aprender a tomarlo, a domarlo y hacerlo una pequeña parte de tí, usarlo cuando el momento lo exige.

Eso era lo que estaba pasando exactamente con Lía, se sentía atrapada en su mente mientras observaba a su demonio siendo lo que su naturaleza le dió. Pero no podían hacer nada, pues no tenía control de su propio ser.

-Fuera de aquí -exclamó ella con un tono oscuro, antes de que la lanza se incrustara en aquel cuerpo metamorfo -. ¡Ahora!

Una pequeña parte remota de
la Lía normal no supo de dónde provinó el repentino arranque de ira, solo supo que fue impulso.

Luego de recibir el ataque de
la chica, el penitente soltó un gruñido probablemente de dolor o pánico y sin más salió huyendo con dirección al laberinto.

Lía observó con una sonrisa extraña al animal malherido.
Su sonrisa disminuyó hasta que soltó un quejido de dolor y se tocó la cabeza adolorida y algo confundida. ¿Qué acababa de suceder y por qué la veían de ese modo tan raro los chicos?

Sus rostros demostraban cuál sorprendidos se encontraban, y aún mas al ver sus ojos los cuales se habían oscurecido demasido pero poco a poco recuperaban su color verdoso.

-¿Qué fue eso? -preguntó Thomas atónito luego de ver aquello, pero nadie respondió su pregunta.

No perdió su tiempo y volvió a correr lejos de ahí con la mano de ella entrelazada a la suya.

La conmoción del momento aún tenía a Lía atónita. La castaña hacía su mayor esfuerzo por ir al paso de Thomas, sin embargo sus pensamientos no la dejaban estar tranquila o al menos enfocarse y el azabache tenía que arrastrarla para que no se quedará atrás.

-¡Todos a la casa de consejo!

Su carrera se vió interrumpida por la repentina aparición de un penitente dispuesto a atacarlos.

La criatura soltó un potente
y sonoro rugido para después mostrar sus pinzas metálicas.
Lo peor de avecinaba a ellos.

Sin embargo Teresa no dudó en tomar la iniciativa y sin importar el riesgo tomó uno de los tarros usados como lámparas de una de las meses cercanas a ella y se la arrojó al penitente haciendo que su cuerpo se incendeara.

Eso solo logro que el monstruo rugiera de dolor pero también fue una buena distracción.

-¡Vámonos ya!

Todos corrieron lo más rápido posible siendo liderados por Lía y Thomas hasta aquella cabaña donde los demás los esperaban.

Estaban a solo metros de llegar. Por un momento creyeron que no lo lograrían con todo el caos que los rodeaba y un penitente siguiéndolos pero por suerte lo lograron sin problema alguno.

-¡Aquí! -gritó Chuck desde
las puertas de la cabaña al verlos a lo lejos -. ¡¿Qué esperan?!

Los chicos se apresuraron a entrar a la cabaña. Una vez que estuvieron todos dentro varios chicos se aseguraron de cerrar y bloquear todas las puertas.

Cuando todo estuvo cerrado por completo, el grupo de habitantes aún con vida se vieron obligados a guardar silencio y así pasar desapercibidos por esas bestias.

Sin embargo pronto se oyó el sonido de un engranaje chocando contra algún metal. El sonido parecía provenir del techo de el lugar en el que se refugiaban.

Lía no pudo evitar retroceder
en el momento en que escuchó como el penitente empezaba a trepar por el techo del lugar, le asustaba lo que llegará a pasar.

Todos miraron hacia arriba, probablemente esperaban que pasará lo peor. Y llegó...

De la nada el techo se desprendió del tirón que dio un penitente gracias a sus pinzas. Fue en ese preciso momento en el que todos soltaron un grito de terror.

A causa del golpe el techo comenzó a desmoronarse y los escombros no tardaron en caer. Rápidamente todos buscaron la forma de protegerse de aquello.

Lía era uno de los chicos que
se encontraban justo en frente y a causa de eso estuvo a punto de que el techo le cayera encima.

Solamente vio como el pedazo del techo descendía sobre ella pero no sé movió. En definición algo andaba mal con ella.

Justo antes de que el escombro
le cayese encima sintió como con una fuerza más fuerte que ella impactaba contra su cuerpo.

En menos de un segundo vió que se encontraba en el suelo sobre el chico corredor que tanto quería. Si Minho no la hubiera empujado el techo le hubiera caído encima.

Ambos se pusieron de pie lo
más rápido posible. Y les fue imposible no mirarse a los ojos. Ambos sucumbian al miedo.

-Gracias -murmuró con la voz echa un hilo, él simplemente asintió.

-¿Están todos bien? -preguntó Newt rápidamente, pero nadie respondió solo se pusieron de pie tosiendo a causa del polvo que se había levantado por el impacto.

Ni tiempo les dieron para procesar lo sucedió pues no pasaron ni cinco minutos y se oyó el gritó de terror de alguno de los habitantes. Al darse cuenta de aquello todos intentaron ayudar al chico.

Lía de nueva cuenta cayó lejos del lugar en el que estaba pues si Minho no la hubiera quitado de ahí probablemente ella sería a la que el penitente hubiera atrapado.

Era mas que obvio que si no hacían algo, todos serían la cena de los penitentes.

La castaña solo miró aterrada por un momento al chico, sucumbiendo ante la situación.

Después de aquello todos los presentes retrocedieron con sus semblantes bañados de terror, rápidamente se alertaron.

-¡Quítense de ahí! -ordenó Thomas quién había tomado la situación en sus manos, todos obedecieron -. ¡Atrás! ¡Atrás!

Lía asustada buscó refugio entre los brazos del corredor, quién no dudó en responder su abrazo.

Sin embargo en el momento menos esperado un penitente logró traspasar la pared con su cola y abrió una de sus tenazas y se llevó a otro inocente joven.

El corazon de Lía se detuvo por un momento al ver a quien tomó con sus pinzas luego de segundos comenzó a bombear sangre mas rápido de lo normal. Tenía que ayudarlo antes de que esa bestia se llevará a más amigos suyos.

-¡Ayudenlo, ayudenlo! -gritó Teresa al ver aquello.

-¡Chuck!

Antes de que Lía cometiera
una locura con tal de salvar al niño, Thomas se le adelantó.

El azabache no dudó en lanzarse hacia Chuck para comenzar a jalar con toda su fuerza.

Lía y Minho no dudaron en ayudarle, así que entre los tres jalaban al niño de cada brazo. Sin embargo el penitente era demasiado fuerte para ellos.

Tal era la fuerza del penitente que Chuck ya se encontraba en las alturas.

-¡Chuck no te sueltes!

-¡Obvio no! -gritó el niño con obviedad.

Aunque las probabilidades de que el penitente se saliera con la suya era bastantes altas todos intentaban no soltar a su amigo y apesar de que jalaban con toda su fuerza todo parecía indicar que el penitente ganaría esto ya que solo fue cuestión de minutos para que la bestia sacará su aguja dispuesto a picar al ruloso.

Justo cuando las esperanzas parecían nulas Alby apareció.

El moreno soltó un grito lleno
de furia y comenzó a golpear la tenaza del penitente con toda su fuerza. Tantos golpes lograron que la aguja se desprendiera y por fin soltará a Chuck.

Rápidamente todos se acercaron para ver revisar cómo estaba el niño.

-Chuck, ¿estás bien? -
preguntó Lía, acercándose para comenzar a revisar su rostro
en busca de alguna herida.

-Sí, estoy bien -respondió Chuck, girandose hacia su líder agradecido -. Gracias Alby.

En ese preciso momento algo comenzó a vibrar detrás de Alby, cosa de Lía no tardó en notar. Debía de avisarle al chico cuanto antes de que fuera muy tarde.

-¡Cuidado Alby!

Pero el moreno no se percató
de esto a tiempo y cuando lo hizo fue demasiado tarde pues aquel penitente lo atrapó entre sus pinzas haciendo que su cuerpo de levantará por los aire.

Todos los chicos solo pudieron soltar un grito de pánico al ver lo que pasaba sin poder actuar.

Antes de que el penitente se lo llevará el líder de aferró a una parte del techo con fuerza. Todos se apresuraron a ayudarlo justo después de Newt lo ordenará.

Thomas fue el que lo sostuvo, se negaba a dejarlo ir.

-Thomas... llévatelos -
fueron las últimas palabras del líder, antes de que el penitente
se lo llevará para siempre.

-¡No, Alby! -gritó Thomas viendo como la bestia se llevaba a su amigo y él no había podido impedirlo.

Thomas estaba atónito, tan conmocionado que sin decir ni una sola palabra se incorporó del suelo y comenzó a caminar a la salida ignorando los llamados de todos sus amigos.

Al salir de su escondite todos sorprendidos se detuvieron a observar el estado del área o al menos lo que quedaba de ella.

El área estaba sumergida en el silencio, lo único que se podían escuchar eran los gritos de dolor de los habitantes y el caos por reinaba por doquier.

Lo que hace unos días era un hogar para todos ahora solo se reducía a cenizas y escombros.

Nadie lo podía creer.

Pero lamentablemente está
era la triste realidad, su hogar,
el área estaba destruida. Todo
el esfuerzo de tres años, había quedado echo pedazos en han solo minutos de sufrimiento.

Todo era como una pesadilla, solo que era una real.

Al ver el área toda destruida
y completamente en llamas algo en Lía se quebró. Sintió una sensación de lo más horrible en el estómago que la hizo sentirse mucho peor de lo que se sentía.

Si aquella voz tenía razón, ¿por qué no hizo nada para detener a los penitentes o por lo menos un intento por ayudar a esos chicos?

Ahora mismo se sentía como una cobarde al no haber echo nada con tal de ayudar cuando podía.

Como dijo la voz ella pudo salvarlos o dejarlos morir sin embargo aún teniendo el control de la situación eligió la opción dos. Y por más que se consolaba a si misma diciéndose que no era su culpa no se convencía del todo.

Entre las sombras y escombros de su hogar se acercó el líder de los constructores ardiendo por la furia que emanaba de su ser.

Lo curioso es que no parecía
ir precisamente hacia alguien en especial, si no hacía Thomas.

-Gally...

Thomas no tuvo ni tiempo para terminar de explicarle. El chico le soltó un buen puñetazo en la cara que envío al novato al suelo.

Al instante varios chicos se acercaron a Gally para intentar calmarlo o al menos intentar que no se fuera contra Thomas.

Pero eso no le importó mucho
al constructor, quien luchó por zafarse de su agarre a como diera lugar.

-¡¿Pero qué demonios te
pasa, Gally?! -exclamó Lía colérica, mientras ayudaba
a Thomas a ponerse de pie.

-¡Es tu culpa Thomas, mira
a tu alrededor! -gritaba Gally enojado, viendo con desespero todo el lugar.

-¡Atrás Gally! ¡No es culpa de Thomas! -gritó Minho a unos cuantos metros del chico al igual que Newt, intentando hacerlo entrar en razón.

-¿Oyeron lo que Alby dijo? ¡Es uno de ellos, y lo enviaron aquí para destruir todo y ya lo hizo!

-¡Basta Gally, esto no es culpa
de Thomas! -exclamó enojada Lía, acercándose un poco a Gally con el fin de hacerlo razonar.

Gally fingió una sonrisa y soltó una risa seca, mientras que ella intentó saber que era lo que tanta gracia la causaba.

-¡Deja de defenderlo! -
volvió a gritar el constructor
sin dejar de lado esa expresión furiosa en su rostro y siendo retenido por algunos chicos -. ¡Desde que ellos dos llegaron al área todo comenzó a ir de mal
en peor! ¡De seguro tú también eres uno de ellos por eso es que los defiendes tanto!

-¡Eso es mentira! -soltó Lía, intentando controlar la ira que amenazaba con dominarla.

Rápidamente Minho se acercó a la castaña y la tomo de la cintura por si acaso se le ocurría soltarle un golpe a Gally ya que enojada era un verdadero peligro.

-¡Ustedes dos, no es momento para discutir! -les gritó Newt molesto a ambos, ocasionando que la Lía volviera a retomar la postura firme.

Pero el silencio y tranquilidad solo duró unos segundos antes
de que Gally soltará una serie de insultos hacia los nuevos chicos y se desatará una nueva discusión.

Thomas y Teresa no dijeron
nada con respecto a aquello,
solo se mantuvieron en silencio mientras que Gally seguía insultandolos como si nada.

Thomas desvío la mirada y observó la aguja entre las manos de Chuck, y sin previo aviso se la arrebató de entre las manos para sujetarla con fuerza.

-Tal vez tenga razón -susurró el novato perdido en la infinidad de sus pensamientos, mientras observaba la aguja en sus manos.

-Thomas -musitó Teresa, quién ya se había dado cuenta de lo que probablemente estaba pensando hacer el azabache.

-Necesito recordar Teresa -
dijo, para después observar a todos a su alrededor centrando su atención en Lía.

La mirada de ella estaba llena de terror y preocupación, de seguro estaba ideando todos y cada uno de los posibles escenarios.

-Thomas -volvió a decirle Teresa, solo que está vez el tono era más como de advertencia.

-Debo hacerlo.

Esas fueron las últimas palabras de Thomas antes de caer por fin en la oscuridad de su mente.

En ese momento todo pareció
un mal sueño, todo se detuvo para todos los amigos del chico.

No les dió tiempo de reaccionar
o de evitar lo que sucedería. De un momento a otro el corredor insertó la aguja del penitente en una de sus piernas, cosa que le sacó un potente gritó producto del dolor que estaba sintiendo.

Justo antes de que su cuerpo se impactará en el suelo, Thomas mantuvo la vista fija en Lía como si fuera una especie de disculpa.

-¡Thomas no! -gritó Lía con
la voz hecha un hilo, mientras corría hacía él.

Todos rápidamente se acercaron hasta Thomas, gritándole que no cerrara los ojos o reclamándole el porqué de semejante estupidez.

Pero el azabache a duras penas lograba mantenerse despierto a causa de los gritos desesperados de la chica de bellos ojos verdes.

Lía tenía miedo de solo pensar en que si cerraba los ojos hubiera la posibilidad de que no despertará de nueva cuenta. Pero intentó no pensar de manera negativa.

Sin embargo ella no estaba dispuesta
a perder a alguien más esa noche, suficiente había tenido por hoy.

Thomas era como un hermano mayor para ella, el que nunca supo si tuvo y lo apreciaba. Si le llegaba a suceder algo no iba a poder sobrellevarlo.

Después de unos minutos los gritos por parte de Lía, Teresa
y Chuck cesaron sin embargo pronto se sustituyeron por palabras de angustia.

Sus rostros eran verdadera prueba de que se encontraban en un estado de confusión total al ver lo que Thomas acababa de hacer.

-¿Por qué? -reprochaba Lía con los ojos algo llorosos, su voz parecía haberse ido -. ¿Por qué lo hiciste Thomas?

-¡Chuck trae la otra jeringa! -
ordenó Teresa algo desesperada por el estado del muchacho.

Sin embargo el niño estaba en completo shock viendo solo a su amigo tirado en el suelo.

-¡Thomas, Thomas! -llamaba
el niño al ver que el chico hacia su mayor esfuerzo por no cerrar los ojos.

-¡No, Thomas, no lo hagas! - gritó Lía, más alterada que nunca en el momento en el chico ya no pudo más y cerró sus ojos -. ¡Ey abre los ojos, Thomas! ¡Thomas!

Y eso fue lo único que alcanzó a escuchar el novato antes de que la oscuridad de su mente logrará consumirlo por completo.

Esas palabras se mezclaban con todo y dolían mucho, no solo era el dolor físico si no mental que lo agotaba por completo.

Ahora mismo el veneno del penitente recorría cada una de sus venas hasta llegar a lo más profundo de su anatomía pero
el suero reduciría el dolor.

Si es que tenían suerte y Thomas lograba sobrevivir la noche.












































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CAPÍTULO CATORCE EDITADO

Y se armó el desmadre xd
Es aquí donde las cosas se ponen intensas y el final del primer acto está muy pero muy CERQUITAAA 👁️👄👁️

¿Qué me dicen del cap? ¿Les gustop? No fue uno de mis preferidos pero las escenitas de acción de Lía lo compensan.

Un capítulo en el que no
hubo príncipes para rescatar
a "la damisela en apuros" y ella actuó por cuenta cuenta #mujeresempoderadas 💜♀️

Este es el comienzo de las misteriosas habilidades de nuestra niña -osea Lía, hehe- ya en prueba de fuego se resolverá más de esto.

Eso es todo por está ocasión.
Ya saben comenten, voten y si gustan pueden agregar este fic a sus listas de lecturas.

Se les ama mucho hermosas personitas muak *ruidito de besito* (。・ω・。)ノ♡












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