🍭 ─── Capítulo Trece
Si Yugyeom era sincero, últimamente se sentía algo incómodo y un poco molesto.
Sus estudios iban bien; tenía sus calificaciones con puntajes altos y sus profesores estaban más que complacidos. La relación con sus padres era la de siempre; mostraban interés por su adorado hijo y su ahora, increíble yerno.
El problema era Bambam.
Bueno, decir que el problema era Bambam sería la mentira más grande del mundo, ya que su novio, —el cual no era perfecto puesto que nadie lo es— se esforzaba día con día para con su relación.
Así que se corregía, el problema no era Bambam. Era la llegada de Lalisa Manoban.
Tal y como lo dicho la chica, había escogido una universidad para estudiar danza. Llevaba alrededor de dos meses en Corea y eran la cantidad de meses en los que Yugyeom sintió como su vida se desnormalizaba.
Primero; el acaparamiento de su chico. Aunque debía de darle el mérito a Bambam por no cometer los errores del pasado y dedicarle también el tiempo que le correspondía, pero de todas formas era imposible no sentirse disgustado cuando en muchos de sus planes debían incluir a la tailandesa.
En una de esas salidas, se habían topado con Jungkook y ambos chicos, —Kook y Lisa— habían congeniado de forma estupenda, volviéndolos casi en los mejores amigos del mundo con miles años de amistad. Lo confesaba, le molestaba de cierta forma que ella le robase la atención de su amigo, pero prefirió ignorarlo.
Debido a esta nueva amistad, Lisa no solo se unía a sus salidas con Bambam y uno que otro encuentro con Jungkook, ahora la chica también asistía a la academia de baile donde él también iba junto a Kook, ganándose también la atención de todos por su increíble talento en el baile.
Yugyeom nunca fue alguien egoísta o posesivo, pero Lalisa hacía crecer en él nuevos sentimientos y destapar cientos y cientos de inseguridades.
Sentía como perdía el norte. Estaba vulnerable solo por la presencia de Lisa y, lo peor de todo, es que la chica no hacía nada a propósito, debía de aceptarlo. No era su culpa que Manoban llamase la atención a donde llegara.
Justo como él nunca podría hacerlo, porque Yugyeom era muy introvertido en muchos aspectos de la vida.
—Yugy.
Parpadeó y volvió a la realidad luego de ser llamado por Bambam. Ambos estaban en la casa del menor, acostados en su cama sin más nada que hacer que pasar el rato juntos. Yugyeom, —que se encontraba acostado sobre el pecho de Bambam— se abrazó más a su novio y Bambam comenzó a dejar suaves caricias en su pelo.
—¿Si? —respondió en un murmullo.
—Estás muy pensativo últimamente, bebé. Sabes que puedes hablar conmigo si tienes algún problema.
Yugyeom hizo una mueca con sus labios. ¿Cómo podría decirle todo lo que le pasaba a Bambam? Se avergonzada de si mismo por todo lo que pensaba. No quería que Bambam lo viese como un inmaduro por sus tontos problemas.
—N-no es nada, Bambie.
Sintió como Bambam lo alejaba y se sentaba en la cama. Él hizo lo mismo y ahora ambos se miraban de frente. El mayor tomó las manos contrarias y las apretó levemente.
—Yugyeom, sé que te pasa algo y ese algo es lo que te tiene tan pensativo todos estos días. Te conozco, no lo haré de muchos años pero sí lo suficiente para saber que tienes algo en mente que no te deja tranquilo.
—Bam, te juro que no es na-
—No mientas, Yugyeom —cortó—. Yo no soy el que estudia psicología y tiene muchos cursos hechos, pero sé lo importante de la comunicación y el desahogarte cuando algo te atormenta.
Bambam llevó su mano hasta la mejilla de Yugyeom y la acarició »Soy tu novio, bebé, y debes tenerme confianza para contarme tus problemas. Quiero estar en tus mejores momentos y en los malos. Ser tu apoyo, déjame serlo.
Yugyeom estaba entre la espada y la pared. No sabía que hacer ni cual era la mejor opción. Por un lado quería decirle todo a Bambam para que él supiese como se sentía y quizás lo ayudase a alejar esos tontos pensamientos. Pero por otro lado tenía miedo, no quería que Bambam lo tomase como un inútil que no podía afrontar ese tipo de situaciones bobas.
Su disputa mental se debatía entre decir o callar, siendo ganadora la parte en donde se reservaba todas sus opiniones por miedo de alejar a Bambam de su lado.
Tomó la mano que estaba en su mejilla y la acercó hasta sus labios para besarla. Sonrió leve y negó con la cabeza, —No es nada, Bambie. Sólo ando un poco cansado de todas las clases.
Bambam apretó los labios y suspiró, para luego acortar la distancia entre ambos y besar los labios de su bebé gigante. Yugyeom lo recibió gustoso y tomó a Bambam de la cintura, para acercarlo más a sí; específicamente, para sentarlo en sus piernas.
Estuvieron besándose sin importarle el tiempo ni el mundo exterior, sólo ellos y sus desbordantes sentimientos. Bambam se separó un poco y comenzó a dejar pequeños besos en los labios de Yugyeom, logrando que este sonriera como el tonto enamorado que era.
—Espero y me estés diciendo la verdad, Yugyeom —habló Bambam con la voz algo gruesa debido al momento íntimo que compartieron—. Porque me dolería muchísimo el saber que no confías en mi del todo.
Yugyeom tragó grueso, sintiéndose mal consigo mismo por mentirle a Bambam. Decidió no decir nada y acortó la distancia para distraer a Bambam como sólo él sabía hacerlo; con dedicados besos que le robaban el aliento al mayor y los dejaban con ganas de más, mucho más.
El día de Yugyeom no era el mejor y eso le estaba pasando factura a su estado de ánimo, cosa que no era recomendable para nadie.
Yugyeom era un chico tranquilo y pacífico la mayor parte del tiempo, pero había un pequeño porcentaje en el cual ni él mismo se reconocía. El chico tenía el defecto de que, cuando se molestaba a grandes escalas, tendía a decir comentarios hirientes para aquel que se cruzara en su camino. Un ejemplo de eso fue su primera discusión con Bambam, en la cual dijo cosas que nunca debió decir.
Por eso Yugyeom quería estar solo en esos momentos. Había reprobado un importante examen y el profesor era tan intransigente que no tenía caso hablar con él para repetir la prueba. Su padre le había llamado para reclamarle y regañarlo por haber roto su trofeo y culpar a un supuesto "fantasma", ¡Había pasado muchísimo tiempo de ese suceso! ¿¡Cómo fue que se enteró ahora y lo regañaba por casi media hora!?
Pensó que en la academia de danza podría soltar toda esa mala vibra que tenía encima, pero justo un segundo después de que pensara en eso, le llegó un mensaje de su profesor avisándole que ese día no habría ensayo.
Respiró hondo e intento calmarse. No tenía más nada que hacer en ese día, y lo que le provocaba en esos momentos era apoyar su cabeza en las piernas de su hermoso tailandés para recibir mimos de parte de este.
Bambam lo tenía mal acostumbrado y no se quejaba de ello.
De sólo imaginarse los dedos de su novio pasar por entre sus cabellos, hizo que sonriera en grande y que su mal humor bajara considerablemente.
No le avisaría que iría, pues sabía que el mayor se encontraría en su casa. De todas formas, tenía copia de las llaves de su casa y podría pasar a esperarlo a que llegara. Tampoco llegaría con las manos vacías, así que pasó por un restaurante tailandés, —el favorito de su chico— y pidió todo lo que Bambam hubiese pedido. Añadió también un par de dulces y postres para consentir a su novio y, luego de terminada su compra, emprendió hasta la casa de Bambam.
Subió las escaleras con una enorme sonrisa y al llegar, tocó la puerta para hacer notar su llegada. Sentía su corazón latir ansioso, ya tenía en mente el increíble día que pasaría con su tailandés favorito.
Se escucharon unos pasos dentro del lugar y luego el seguro siendo quitado. La puerta se abrió y casi al mismo tiempo su sonrisa se desvaneció por completo.
—¡Hola, Yugyeom! —saludó alegre Lisa—. Pasa, pasa. Bambam estará feliz de verte.
Yugyeom apretó sus labios y entró a la casa sin responder nada a la chica. Dejó sus zapatos en la entrada y se adentró a la cocina para dejar todo lo que había traído. Apretaba su mandíbula con fuerza por el malestar de encontrar a Lisa en el lugar, pero prefirió respirar hondo y organizar toda la comida.
—¡Yugyeomie~!
Giró para ver al responsable del llamado y en cuestión de segundos ya tenía a Bambam abrazándolo con emoción. Sonrió y abrazó de igual forma a su novio.
—Quise darte una sorpresa, Bambie —dejó un beso en la frente contraria—. Traje tu comida favorita.
Bambam sonrió y besó los labios del menor con cariño, a modo de agradecimiento y de hacerle saber lo feliz que se sentía de tenerlo ahí.
—Veo que ya tienes una buena compañía, Kunpi —habló Lisa en cuanto entró a la cocina. Yugyeom rodó los ojos y abrazó por la cintura a Bambam, quien sólo reía y veía todo lo que Yugyeom había comprado—. Los dejaré solos para que compartan un buen momento.
Bambam alejó la vista de la comida para mirar a su amiga y negar rápidamente, —¡No te vayas! Aquí hay suficiente comida para nosotros. Además, no creo que a Gyeomie le moleste que estés aquí, ¿Cierto?
Yugyeom quería decir que sí le molestaba que Lisa estuviese ahí, que comiese de la comida que él compró especialmente para Bambam y que hiciese de su cita improvisada una reunión más. Pero Bambam lo miraba expectante y con algo de emoción en su mirada, ¿Cómo negarse cuando su novio tenía la mirada de un cachorro?
Tragándose las ganas de romper todo, Yugyeom sonrió falsamente y dejó otro beso en la frente de Bambam.
—No hay problema, Lisa. Puedes quedarte a comer.
Llevaron todo hasta la sala y se sentaron en el suelo para comer todo lo que había comprado Yugyeom. Ambos tailandeses comían con gusto todo y hablaban de un montón de cosas que el mejor no terminaba de entender.
Yugyeom pellizcaba su comida y la hacía trizas con sus palillos. No probó bocado y tampoco le interesaba hacerlo, puesto que todas sus ganas de comer se habían ido al ver cómo Lisa se comía lo que él había comprado pensando en su novio. Sentía ese malestar en su pecho que lo hacía querer pararse de ahí e irse del lugar.
Le tendió su plato, —completamente lleno— a Bambam, quien lo recibió con mucho gusto y empezó a comerlo, sin percatarse de que Yugyeom no había comido nada.
El menor se levantó y fue hasta la cocina para salir de ese lugar que prácticamente lo estaba asfixiando. Se llevó las manos a la cara y las restregó para espabilar un poco.
—Uh, estabas aquí, no me di cuenta en qué momento saliste —Lisa le sonreía amable y dejó los platos sucios en el lavaplatos. Los lavó rápidamente y luego se giró hacia Yugyeom—. Sé que no estaba dentro de tus planes el que yo comiera con ustedes, pero te agradezco el hecho de que me aceptaras de igual forma.
—No agradezcas, no lo hice por ti —respondió cortante Yugyeom—. A Bambam le hacía ilusión que comieses con nosotros, sólo por él comiste lo que te traje.
La sonrisa de Lisa fue desapareciendo poco a poco hasta dejar en su rostro una mueca de vergüenza, —Y-yo lo siento, n-no quería estropear t-tus planes, Y-yugyeom.
Yugyeom chasqueó la lengua y rodó los ojos, mientras se giraba a buscar el pastel de fresa que había comprado para Bambam. Su molestia había llegado hasta su punto de ebullición y estaba desquitándose con Lisa.
—Has estropeado todo desde que llegaste, así que es muy tarde para pedir disculpas —dijo firme sin verla aún—. Sería increíble si te fueses de Corea y volvieses a tu país, pero lastimosamente ya tienes tu vida aquí, así que por los momentos solo termina de irte de la casa de Bambam para que podamos tener un rato a solas sin tu estorbosa presencia.
Dejó el pastel en la mesa y se giró a ver Lisa, encontrándola con las mejillas bañadas en lágrimas y, atrás de ella, a Bambam con una mirada llena de decepción pura. Yugyeom sintió como se le fue derramado un enorme balde de agua fría en todo el cuerpo.
Lisa se dio media vuelta y salió del lugar, pero Bambam no podía quitar su mirada de Yugyeom. Una mirada incrédula y lastimada.
Con la culpa comiéndolo vivo, Yugyeom se acercó lentamente a Bambam, pero este dio un paso hacia atrás cuando el menor quiso tomarle la mano.
—B-bambam, l-lo siento t-tanto —habló Yugyeom con la voz entrecortada—. No sé en qué e-estaba pensando cuando l-le dije esas cosas a Lisa.
Bambam parpadeó un poco y se alejó aún más de Yugyeom, —Te pregunté si tenías algo o si algo te molestaba y me dijiste que no. Ahora resulta que la presencia de Lisa ha sido un estorbo desde que llegó.
—Bambam, yo-
—Y-yo lo había dicho en su m-momento —lo cortó con voz dolida y sonrió falsamente sin poder creer lo que había escuchado—. P-pero ahora me queda muy claro. Y-yugyeom. Me duele saber que no confías en mi.
Yugyeom intentó decir algo pero las palabras no salían de su boca. Se acercó nuevamente a Bambam, pero este volvió a alejarse de él. Vio como el mayor tomaba sus cosas e intento retenerlo, pero fue en vano.
—A-ahora no, Yugyeom. Debo ir a buscar buscar a Lisa para enmendar tus horribles palabras —lo miró por última vez y salió de su pequeño departamento, dejando a Yugyeom con el corazón hecho pedazos y una gran culpa que lo aplastada.
En las fantasías de Yugyeom, su crush al molestarse sería alguien de cuidado, puesto que el chico era alguien de carácter. En la realidad, Bambam no decía nada cuando se molestaba; no gritaba, no pataleaba ni hacía escándalo. Solo se callaba, y para él, eso era peor.
» nandaslovely «
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