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🍭 ─── Capítulo Extra

« Del primer día de
novios de Yugyeom
y Bambam  »

¿Saben esos momentos en los cuales no pueden creer aún lo que les pasa? Es como si fuese un sueño o una broma. Algo que en cualquier momento acabará y se derrumbará por completo.

Así se sentía Yugyeom. Un día viernes, Bambam le había dicho, —no preguntado— que a partir de ese momento eran novios, que cambiara su nombre y le pusiese corazones y, además, se había atrevido a besarle.

¡Bambam le había dado su primer beso a sus veinte años! ¡Su crush le había dado su primer beso!

El tailandés le había escrito durante el fin de semana, y él había contestado, ¡Pero aún no podía acostumbrarse! Sentía que todo era una cámara oculta. Entiéndanlo; no todos los días el chico que te gusta te declara su novio y te besa. ¿¡Ven que no es algo común!?

Por eso, cuando el día lunes llegó, entró a la universidad como si nada. Quizá y era un juego por parte de Bambam y nada había sido real. Seguirían siendo los mismos amigos de siempre y él volvería a sus andanzas; encontrarse "accidentalmente", —denle un premio por aprenderse el horario de Bambam— con el mayor.

Subía las escaleras del lugar y caminaba con normalidad. Hoy no tenía evaluaciones, así que el día estaría más relajado. También tenía planeado visitar a su madre más tarde y sabía que esta le tendría preparado algunos dulces. Sonrió sin poder evitarlo; su mamá era la mejor de todas.

—¡Yugyeom! ¡Kim Yugyeom, detente ahora mismo!

Su ritmo cardíaco se aceleró y sentía cómo se le iba todo el color de la cara. Fue deteniendo sus pasos poco a poco hasta que finalmente de quedó quieto en el lugar. Giró lentamente hasta poder ver a Bambam caminar hacía él con paso apresurado y posarse al frente.

—¿Por qué no me dijiste que vendrías a esta hora? Quería verte antes de que empezaras tus clases. Si no es porque te veo a lo lejos, no nos hubiésemos visto hasta más tarde, ¿Acaso no querías verme?

Yugyeom rascó su nuca y miró cómo las personas se les quedaban viendo con interés. Sus mejillas se sonrojaron y miró a Bambam con timidez.

—Y-yo, uhm... e-esto... —bufó al no poder concretar una frase completa y se acercó un poco más al otro chico para murmurar—. ¿En s-serio somos n-novios, Bambam? E-es que estoy c-confundido.

Bambam sonrió de lado y posó una de sus manos en las adorables mejillas de Yugyeom. Sabía que el chico no era igual a sus antiguas parejas, y que debía ir poco a poco con él, pero eso no le disgustaba. Se le hacía adorable el estar con Yugyeom y sabía era alguien increíble, pero tímido.

—Somos novios, Yugyeom —dijo sonriendo, pero luego cambio su sonrisa a una mueca—. A menos de que tú no quieras, porque si no quieres, no hay problema.

Yugyeom abrió los ojos y negó rápidamente con sus manos y cabeza, —¡N-no, no, no! ¡O-o sea, es d-decir sí! ¡Ahg! ¡Sí q-quiero ser tu novio, B-bambam!

Bambam rió por la expresión de Yugyeom; el pobre chico se veía realmente afectado y soltaba pequeños sonidos de queja y regaños hacía él mismo.

—Ya, Yugyeomie. No te martirices —habló nuevamente Bambam—. Ahora que somos novios, debemos comportarnos como tal, y eso implica que debes saludarme como es.

—¿H-hola, Bambam? —preguntó Yugyeom.

Bambam rió nuevamente y negó, —No, debes saludarme así —y tomó al menor de su chaqueta para tirarlo hacia él y unir sus labios en un beso. Los ojos de Yugyeom estaban abiertos de par en par, pero se obligó a cerrarlos y corresponderle el beso a su novio. Bambam pudo escuchar los murmullos de los demás, pero eso era fantástico, puesto que ahora todos sabrían que ese lindo chico pelinegro ya tenía a alguien. Se separaron y el tailandés rió por lo adorable que lucía Yugyeom con las mejillas rojas y una sonrisa boba en el rostro—. A partir de ahora me debes saludar así, ¿Entendido, Yugyeomie?

Yugyeom asintió totalmente ido y vio como Bambam se alejaba de él, sacudiendo su mano en el proceso.

—Dime que mis ojos sí vieron bien y ese chico te besó.

—Jungkook —habló Yugyeom y se giró a ver a su amigo—. Creo que tengo novio.

—¿Crees?

—Cierto, no creo. Tengo novio —afirmó.

—¡Vaya amigo, felicidades! Ya era hora que tuvieses a alguien contigo —dijo Jungkook con alegría y colocó su brazo por encima de los hombros de Yugyeom, empezando a caminar por el pasillo de la universidad—. ¿Ese no es el tal Cunpimuc del que tanto hablabas?

—Kunpimook —corrigió—. Y sí, es él. Yo aún no lo creo, Kook, siento que es un sueño tenerlo de novio.

Jungkook miró la sonrisa de tonto que traía Yugyeom y sonrió de igual forma, —¡Aigo~! ¡Pero que suertudo! Yo ni volviendo a nacer logro que mi crush me haga caso.

Yugyeom rió y asintió. Se sentía el chico más afortunado del mundo. Su celular vibró y lo sacó de su bolsillo, sonriendo en grande cuando leyó el mensaje recibido.

Tengo mi descanso a las 12, ¿Podemos vernos? Me gustaría estar un rato más contigo ^^
¡Te mando muchos besos! ️😘❤

—Uhg, esa sonrisa tonta me dice que el chico te escribió.

—¡Quiere pasar su descanso conmigo, Jungkook! ¿Acaso no es lindo? —habló emocionado Yugyom, quien seguía viendo el mensaje con mucha alegría.

Jungkook rodó los ojos y se preparó mentalmente para soportar la hiperactividad de su amigo por su nuevo y primer novio.

« De la primera
cita de Yugyeom
y Bambam  »

Yugyeom estuvo investigando por Internet para poder saber cuál sería el lugar perfecto para la primera cita con su novio.

¡Se escuchaba tan bien! ¡Novio, novio, novio! ¡Su novio! ¡Su novio, Bambam! ¡Él era el novio de Bambam!

Así que, luego de mucha investigación, —y preguntarle mucho a Jungkook— ambos chicos se encontraban en la entrada del parque de diversiones. Era algo común, pero Bambam estaba emocionadísimo de estar en el lugar ya que nunca había tenido la oportunidad de estar ahí.

Veinte puntos para Yugyeom.

El menor terminó de pagar las cintas especiales, —de esas con las cuales puedes subir a todos los juegos que quieras— y se encaminaron hasta dentro del lugar.

—¿A donde quieres ir primero, Bam?

Bambam veía todo con emoción y se encogió de hombros, —No lo sé, Yugy. Quiero subir a todos. ¿Podemos subir a todos?

—Claro, Bam —rió Yugyom y señaló la cinta que estaba en su muñeca izquierda—. Con esto puedes subir a todos los juegos que quieras.

La mirada de Bambam brilló y se abrazó a Yugyeom con entusiasmo,  —¡Gracias, gracias! ¡Subamos a todos, Yugyeom! ¡Quiero probar todos los juegos!

Como si fuese una orden, Yugyeom y Bambam subieron a cada uno de los juegos, repitiendo los que más le gustaban y descartando los que no les había gustado tanto; como la casa del terror, que había dejado a Yugyeom tan blanco como el papel, o los carritos chocones, en donde Bambam había sido echado por golpear demasiado fuerte a otros niños.

Luego de una gran subida de adrenalina por todos los juegos visitados, Yugyeom y Bambam iban de la mano, comiendo algodón de azúcar. Estaban hablando de las atracciones que más le habían gustado, cuando el mayor de ambos frenó su paso y jadeó.

—¿¡Te encuentras bien!? —preguntó Yugyeom con algo de miedo al ver cómo Bambam se quedaba viendo a un punto fijo sin hacer más nada.

—Yugyeom... mira eso —el tailandés apuntó hacía un puesto de puntería—. ¡Ese dragón es muy hermoso!

Yugyeom se fijó bien en el lugar y sí, un enorme dragón de peluche era el premio más grande y llamativo del lugar. Se imaginó a si mismo disparando a cada una de las dianas y ganando el premio para su novio. Sonrió en grande e infló su pecho con orgullo.

—Vamos, Bam. Lo ganaré para ti.

Bambam abrió los ojos y asintió emocionado. Se encaminaron hasta el puesto y el hombre gordo que lo atendía los miró con aburrimiento.

—Hola, si logran disparar a todas las dianas se ganarán un premio. Suerte.

Yugyeom frunció el ceño por el poco ánimo del señor y Bambam tapó su boca para evitar reírse del gorro de payaso que tenía.

—Uhg, quiero intentarlo.

Extendió al hombre el dinero necesario y se le fue entregada una pistola de juguete. Se concentró lo mejor que pudo y comenzó a disparar a cada una de las dianas. Escuchaba los chillidos de asombro por parte de Bambam, y sonrió con orgullo. Ya después le agradecería a su papá por las traumantes clases de disparo a las que fue obligado a asistir. Una vez terminado el juego, sintió los brazos de Bambam rodearle con emoción.

—Bravo, muy bien jugado. Se ha ganado ese oso. Felicidades.

Yugyeom vio el oso que había ganado y apretó los labios. No era ni la mitad de grande que el dragón que quería Bambam, —Pero yo quiero el dragón.

—Ah, ese dragón —habló el hombre y se encogió de hombros—. Ese se vende, no se gana. Si lo quieres, paga por el.

—¡Ah! ¡Pero cómo iba a saberlo si no me lo dice! ¡Le di dinero extra, así que devuélvamelo! —se quejó Yugyeom con los brazos cruzados.

—¿Y cómo iba a saber yo que usted quería el dragón? Además —el hombre bostezó y sin inmutarse ni un poco, señaló un cartel que decía «No se aceptan devoluciones».

—Ya sabe, si quiere el dragón, pague por el. Sino, puede llevarse el oso.

—Podemos llevarnos el oso, Yugyeomie, no pelees con personas estafadoras que no valen la pena —dijo Bambam, tomando del brazo a Yugyom y mirando feo al hombre, quien sólo rodó los ojos sin importarle lo que decía.

—No, tú quieres ese dragón y lo tendrás. ¿Cuándo cuesta señor?

—59.843 wones.

—¿¡59. 843 wones!? ¡Es usted un ladrón, gordo sin gracia! Quédese con su dragón —se quejó Bambam y tiró de Yugyeom—. No le des nada, Yugyeomie, este tipo no merece tu dinero, es un la-

—Deme el dragón —dijo Yugyeom y sacó su billetera para pagar por el peluche.

—¿¡Qué!? ¿¡Acaso no me estás escuchando!? ¡Yugyeom, este hombre nos está robando! Tomemos el feo oso, que por cierto, le falta un ojo, y vámonos de aquí.

—Aquí tiene, señor —Yugyeom tendió el dinero y el hombre le entregó el dragón. El menor lo tomó y se lo dio a Bambam, quien lo tomó indeciso y vacilante.

—Uhg, lo voy a tomar sólo porque ya lo pagaste y no porque de verdad quería este precioso dragón —dijo Bambam en un murmuró y Yugyeom rió. El mayor volvió a ver al hombre y le dedicó una mirada molesta—. Que sepa que es un hombre despreciable. ¡Ah! Y nos llevamos el feo oso también.

Tomó el oso y tiró de Yugyeom, ignorando las quejas del señor gordo.

—¿Te gustó el regalo? —preguntó Yugyeom, quien seguía siendo arrastrado por Bambam.

—¡Claro que me gustó! ¡Es el dragón de peluche más hermoso que he visto! —dijo Bambam y se detuvo a mirar al menor—. Pero no era necesario gastar tanto en un peluche. El oso estaba bien, uh, se le pega el ojo que le falta y se le pone un poco más de relleno... también se le compra otra tela y se vuelve a hacer por completo, ¡Pero era suficiente!

—¿Entonces no te gustó el dragón? Podemos devolver-

—¡No! ¡Es mio! —chilló Bambam, abrazando al dragón—. ¡Pero gastaste mucho dinero en el y me hace sentir mal!

Yugyeom sonrió de lado y abrazó a Bambam. Dejó un beso en su coronilla y paseó sus manos por la espalda del mayor.

—No te preocupes por eso, Bam —habló con voz dulce—. Quería hacerte feliz.

—Tu sola presencia ya que hace feliz —dijo Bambam y subió la cabeza para dejar un beso en los labios del menor—. Gracias, Yugyeomie, eres el mejor, y con respecto a este feo oso, lo arreglaré para ti y verás que quedará tan bonito como tú.

Las mejillas de Yugyeom se sonrojaron y desvió la mirada. Bambam sonrió al ver el sonrojo en su novio y, tomó su mano para seguir caminando por el gran parque.

« Del primer mes
de Yugyeom
y Bambam  »

El Parque Yeouido de Seúl, es como el Central Park de Nueva York, y como el Hyde Park de Londres. Durante veintisiete años, el parque ha estado cubierto de asfalto negro, hasta que comenzaron las obras de reconstrucción, y finalmente ha llegado a convertirse en un parque de la ciudad, que integra el bosque natural, el césped verde y el agua.

En primavera la gente puede divertirse en el Festival de las Flores de Cerezo y en el otoño en el Festival Internacional de los Fuegos Artificiales y en la Competencia de Maratón.


Había pasado un mes y, a comparación de lo que muchos pensaban, la relación de los chicos iba de maravillas. Era algo que la mayoría no se esperaba debido a la gran deferencia de las personalidades que había entre Yugyeom y Bambam, sin embargo, los chicos fueron el más claro ejemplo de que los opuestos, —y apuestos— se atraen.

Yugyeom, para complacer a su novio, le había dado la libertad de escoger el lugar al que irían a celebrar, y qué mejor lugar que el Parque Yeouido, uno que el mayor nunca había visitado y que tenía la ilusión de hacerlo. Además, de que estaban cercanos a la primavera, y ya los cerezos comenzaban a tomar su característica belleza.

Caminaban tomados de la mano una vez dejaron estacionado auto. Yugyeom sabía que el parque era algo grande, así que, por iniciativa propia, decidió acercarse hasta un puesto en donde se rentaban bicicletas.

—Quiero rentar dos, por favor —habló Yugyeom al chico que atendía y esperó a que se las trajeran. Miró a Bambam, quien se dedicaba a tomar foto de todo el lugar y sonrió. Su corazón se sentía cálido cuando miraba a Bambam actuar de ese modo; emocionado por cosas tan simples, pero especiales para él.

El encargado llegó con las bicicletas y le explicó de que ellos mismos contaban el tiempo de uso, para así evitar gastar dinero de más. Agradeció y se acercó hasta Bambam.

—¿Te gusta? —preguntó una vez llegó hasta donde estaba el tailandés.

Bambam, sin girarse aún, seguía fotografiando cada cosa que veía, —¿¡Me gusta!? ¡Me encanta! ¡Este parque es hermoso! Y los cerezos son más bonitos en persona. Escuché que pronto habrá un festival, ¿Podemos venir, Yugy?

—Prometo que te traeré, suelo venir todos los años.

Bambam por fin se giró y miró a Yugyeom con una sonrisa enorme. Sonrisa que fue decayendo poco a poco al mirar las bicicletas. Frunció el ceño y miró al menor con duda.

—¿Y eso? No las vi en el auto.

—Ah, las acabo de rentar —sonrió mientras tocaba la bocina de una de ellas, dejando escapar un sonido algo chillón—. Así podré enseñarte todo el parque con más facilidad, ¿No te parece genial?

—Uhg, Yugyeom —el nombrado hizo un sonido de "mhm" para dar a entender que lo estaba escuchando y Bambam hizo una mueca con los labios—. Yo no sé manejar bicicleta.

—Pero eso tiene solución, ¡Yo te puedo enseñar! Soy muy bueno en la bici.

Bambam quería decirle que no quería prender tampoco porque le daba miedo. Ya hubieron personas que habían intentado enseñarle, pero lo único que logró fue tener unas horribles caídas, con horribles raspaduras y pensando seriamente si el servía para eso.

Pero cómo hacerlo, cómo decirle que no a Yugyeom cuando el menor lo miraba con los ojos brillantes de emoción. Si Yugyeom tuviese cola, la estaría moviendo de un lado a otro sin cesar. Si le decía que no, se iba a sentir como si le dijese a un niño que Santa no existe.

—Estaría estupendo, Yug —sonrió dulcemente y alejó sus miedos por el bien de conservar la bonita emoción de Yugyeom—. Aunque te iré avisando de que ya han intentado antes ayudarme y todo termina en un rotundo fracaso.

—Eso es que no son buenos profesores, pero ya verás que conmigo sí aprendes.

Bambam sonrió nuevamente al ver la postura orgullosa de Yugyeom y se abstuvo de apretarle las mejillas como si fuese un bebé. Bueno, intentó hacerlo.

—¡Ouu~ pero que profesor tan guapo y tierno tengo! ¡Bonito, muy bonito! —habló de manera tonta, mientras tiraba de las mejillas contrarias.

—¡Yaah! ¡B-bambam! ¡N-no soy un n-niño!

El tailandés se alejó y rió hasta las lágrimas al ver la expresión avergonzada de Yugyeom. Sus mejillas estaban exageradamente rojas y su ceño estaba fruncido en conjunto a sus labios. Tierno, muy bonito y tierno. Esta vez si se controló y dejó que el menor se calmara.

—Ya, réspetame —se quejó Yugyeom cuando vio a Bambam soltar pequeñas risas.

—¿Y eso por qué? Te recuerdo que soy mayor que tú por meses.

—P-pues, p-porque soy tu n-novio y d-debes respetarme —balbuceó Yugyeom en un intento de ser "reprender" a su novio.

Bambam se llevó una mano al pecho y suspiró, —Kim Yugyeom, eres la cosita más tierna del mundo, y decirme que te respete porque eres mi novio te hace aún más adorable.

Yugyeom se quejó y soltaba sonidos de desacuerdo, mientras Bambam reía y tomaba una de las bicis para comenzar a caminar. El menor lo seguía de cerca, dejando atrás su "enojo" y se atrevió a tomar la mano libre del tailandés.

—¿Ya se te pasó tu berrinche de niño grande? —comentó con burla.

Yugyeom soltó un "jum" muy digno y sin verlo, respondió: —No me hables, estoy molesto.

—Uhh, discúlpeme, Señor Dignidad —dijo Bambam con gracia y apretó ligeramente sus manos unidas—. Pero le recuerdo que prometió enseñarme a manejar bicicleta y, lamento decirle, que aún no he aprendido lenguaje de señas, así que debemos comunicarnos sí o sí.

—Haremos tregua sólo por ahora, ya después seguiremos nuestra disputa, ¿Le parece? —dijo Yugyeom siguiéndole el juego a Bambam.

Bambam chasqueó la lengua, —Y yo pensando que me perdonarías, que iluso soy. Creo que debería conseguir un nuevo novio ya que el Señor Dignidad no quiere terminar su disputa conmigo.

—¡Hey! ¡Eso sí que no! ¡Yo soy tu novio y estamos cumpliendo un mes! —volvió a quejarse Yugyeom y rodó los ojos cuando se dio cuenta que había caído en la trampa de Bambam—. Ahg, quedé como idiota.

El mayor de ambos reía con gusto y contagió inevitablemente a Yugyeom, quien se unió a sus risas. Llegaron hasta la zona de ciclistas y se colocaron los cascos.

—Súbete a la bicicleta para empezar —sostuvo la bici para que Bambam subiera. El mayor, con el miedo a flor de piel, subió al aparato y, una vez arriba, dejó una mano en el volante y la otra al rededor de los hombros de Yugyeom—. Ok, ahora coloca las dos manos en el manubrio... Bambam... Sostén el manubrio... Estoy sosteniendo la bici, puedes soltarme y tomar el manubrio.

—¡Tengo miedo, Yugyeom! —lloriqueó Bambam mientras apretaba más fuerte los hombros del menor.

—No te caerás, confía en mi.

—¿No había triciclos en esa tienda? ¿O las rueditas entrenadoras?

Yugyeom negó y rió levemente, —Los triciclos con muy pequeños para ti, y las rueditas son algo, ¿Vergonzosas? No te asustes y toma el manubrio.

—¿Qué crees que sea más vergonzoso; caerme aparatosamente o usar rueditas? Porque yo prefiero usar rueditas a terminar comiendo tierra en algún sitio.

—¿Quién es el niño ahora? —preguntó Yugyeom con burla.

—Yugyeom a mi no me jodas y consígueme las rueditas ahora mismo.

—Vamos, Bam. Confía en el proceso y ya verás que aprenderás rápido —con dificultad, quitó el brazo del mayor de sus hombros, y dejó un beso en la mano de este antes de posarla en el manubrio. Dejó un beso en la mejilla de Bambam y le sonrió—. Yo sostendré la bici mientras tú manejas.

—Si me sueltas, procura esconderte bien porque donde te encuentre te quemo vivo.

Yugyeom rodó los ojos y asintió sin mucha importancia, —Vamos, pedalea.

Bambam suspiró y comenzó a pedalear. Yugyeom iba a su lado regalándole sonrisas de apoyo y diciéndole "¡Fighting!" de vez en cuando.

—Yo de verdad que no le veo la ciencia a este aparatico —comentó Bambam concentrado en el camino, en seguir pedaleando y en mantener el manubrio recto—. La culpa fue de mis papás por no comprarme una bici cuando era pequeño, y no creo ser el único en esta vida que no sepa manejar bicicleta. Creo que está sobre valorado el saber hacerlo, ¿Sabes? No es como si mi vida mejorara repentinamente por tener este nuevo conocimiento, ¿No lo crees? ¿Yugyeom? Yugyeom contéstame, ¿Por qué no me con- ¡Kim Yugyeom, voy a matarte!

—Mantén la calma y ya, Bam. Lo estás haciendo increíble —habló Yugyeom desde su propia bicicleta, porque sí, había soltado a Bambam desde hace mucho rato y había tomado su bici hasta alcanzarlo.

—Oh, Yugyeom. Espero y te mudes muy lejos porque dije que si me soltabas te iba a quemar vivo —amenazó Bambam mientras seguía pedaleando.

—Y en qué irás a buscarme, ¿En bici? Porque ya la estas manejando.

—¡Deja de burlarte de mi, Kim Yugyeom! ¡Te quemaré vivo y te enviaré a una empresa que haga comida para perros!

Yugyeom rió con fuerzas y siguió pedaleando a la par de su novio. Le parecía increíble la facilidad con la cual Bambam estaba manejando la bicicleta.

—Dame tu mano —dijo y estiró su mano izquierda hacia Bambam. El chico lo miró rápidamente y negó—. Venga, no pasará nada. Dame tu mano.

Bambam mordió su labio y, de manera vacilante, fue separando su mano derecha del manubrio hasta estirarla y tomar la mano de Yugyeom con más fuerza de la necesaria. Una sonrisa se escapó de sus labios y miró a Yugyeom, quien también sonreía un poco sonrojado por la situación.

—¿Aún quieres quemarme vivo?

—Puede que... un poco menos que antes, pero sí te golpearé cuando me baje de esta cosa.

Yugyeom rió levemente y siguieron manejando con las manos unidas, —Bambam.

—¿Si?

—Feliz primer mes.

Bambam sonrió y le miró brevemente, —Feliz primer mes, Yugyeomie.

» nandaslovely «

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