. Si miguel hubiera conocido a Kubo por las plaza caminando solo para tratar de conquistarlo le cantaría "La Bikina ".

La gente siempre es muy inocente, Pero saben la inocencia es asombrosa solo es la ignorancia y fatal de pecado si eso es la hermosa inocencia, considérense educados.

Eh ignorantes son todos los de Santa Cecilia que miran pasar a un chico con una rara guitarra en la espalda, todos hablan mal a sus espaldas murmuran cosa tontas e inapropiadas pero todos saben algo: ese chico siempre toca su raro instrumento.

Kubo era su nombre de descendencia japonesa y que vivía frente a la plaza; Esta era la única información que se tenia del muchacho y solamente por eso le juzgaba como si fuera un leproso. Sin embargo todo esto no le importaba al Joven músico del pueblo Miguel Rivera el cual había quedado flechado por el nipon.

Sin importar las cosas que también murmurarían de él un di decidió declararse le en plena plaza.

Toda mujer quedaría flechada por dicha propuesta la recuerdo vivamente y fue de la siguiente manera:

"Eh"

Aquel moreno soltó un silbido, esto causo que él nipon girara a verle; solo fue por cuestión de segundos por que luego solo regreso la mirada al frente y continuo su caminata.

"Si tu"

Kubo estaba que casi abría el portón de su residencia pero fue detenido por el moreno que comenzó a tocar una su guitarra.

—Oh —Susurro el nipon quedándose quieto mirando de frente al Mexicano que ya había comenzado a cantar.

"Solitaria camina la Bikina, la gente se pone a murmurar, dice que tiene una pena, dicen que tiene una pena que le hace llorar"

El extranjero se cruzo de brazos mirando al contrario.

"Altanera preciosa y orgullosa, no permite la quieran consolar, pasa luciendo su gran majestad, pasa, camina,los mira sin verlos jamas"

Kubo jugueteo con su cabello un poco, para luego solo acomodo su fleco detrás de su oreja.

"la bikina, tiene pena y dolor, la bikina no conoce el amor"

Cuando la canción fue terminada, el moreno le sonrió susurrando solo para ellos una propuesta de noviazgo.

El nipon solo negó con la cabeza, susurrando un cruel y frió: "NO"