•6
—Socializar no le vendría mal, Jeon—el jefe de guardias señaló al lugar vacío— pero, ya que usted posee una corona y privilegios, pues tengo que dejar que haga lo que quiera.
Minseo le había sugerido ocupar su tiempo con las actividades que ofreciera la cárcel, lo iba a intentar, después de todo, golpear reclusos no era un pasatiempo muy sano.
Pero sí que encendía su humor discutir con el hijo de puta que tenía en frente.
—¿Le molesta que mi corona sea más grande que la suya? Ya habíamos hablado al respecto, si quiere justicia, consiga que cambien al directo de esta cárcel.
El tío de Jungkook tenía una amistad con dicho hombre, ambos se beneficiaban del otro y como su tío había tomado la decisión de apadrinarlo, esos privilegios llegaban a sus manos.
—Tenga cuidado, Jeon. Estoy perfectamente enterado de lo que le hace al resto de prisioneros— se observaron a los ojos, Jungkook con la mirada vacía de siempre y el guardia lleno de determinación y desagrado a su persona— estoy seguro de que uno más y lograremos que obtenga una condena justa, no los pocos años que conseguiste.
Entrecerró los ojos, sonrió un poco.
—Intenta hacerme algo, que nada te detenga de joderme más la vida.
—Suena a una amenaza.
—Lo es— apoyó una de sus manos en la mesa que tenía cerca— si fuese a matar a alguien más, serías el primero en cruzarse por mi mente. Te colgaría de las piernas y jugaría a la piñata con tu cabeza con el único objetivo de borrar esa sonrisa petulante de tu rostro— el hombre sentía el aliento caliente de Jungkook golpearle la mejilla— aunque no vale la pena ensuciarme más las manos con una persona como tú. Te daré un consejo, cambia tu actitud de mierda, porque yo no soy el único en esta cárcel que te odia.
El guardia que vigilará a Jungkook mientras realiza sus actividades, entra y saluda a su superior, la guerra de miradas termina con este abandonando el lugar y Jungkook buscando una mesa que le guste para comenzar, ve el lienzo, las pinturas y más implementos que hace años no tocaba, los reúne todos en un lugar y estando seguro de que quien lo cuida realmente no lo está cuidando, saca su propio teléfono para tomar una fotografía.
Se siente tonto, pero no hay vuelta atrás.
Voy a pintar.
—Necesito un lápiz— el guardia le mira y arquea una ceja, negando— ¿Y cómo puta mierda voy a dibujar el boceto de lo que quiero pintar? Necesito un maldito lápiz.
—No creo que me autoricen.
—Si quisiera enterrarme algo, perfectamente podría ser este pincel— levanta este, es de madera y delgado— dame mi puto lápiz, te lo regreso cuando termine el boceto.
El guardia suspiró, caminó hasta llegar al área de materiales y buscó entre todas las cosas un lápiz, giró sobre sus talones y, llegó hasta Jungkook y le hizo entrega.
—Estaré pendiente.
—Pero no en esta mesa, hazte para allá.
Excelente!!
Espero poder ver tu obra de arte.
Mandó la respuesta, todavía no se atrevía a mirar a Jihyo a los ojos porque sabía que si pudiera asesinarla solo con la mirada, lo haría. Veía a todas partes, estaban en el solitario campus de la universidad.
—No puedo creer lo que hiciste.
Se dignó a mirarla.
—Él necesitaba que alguien lo escuchara.
—¿Y para eso no están las sesiones programadas? No puedo creer que tú has ido a verlo en calidad de visita normal como si fuese familiar tuyo— no le había contado todo lo que habían conversado, solo el hecho de que fue a visitarlo, algo nada profesional e incorrecto— te prohíbo hacerlo de nuevo, estás empatizando demasiado con ese hombre, otra vez estás involucrándote más allá, recuerda que es tu paciente, no tu amigo. Ten cuidado.
Minseo no podía evitarlo, estaba en ella ser así, su corazón era simplemente demasiado bueno.
—Está bien, voy a tratar de tomarme esto más en serio.
—Bien. Confiaré en tí.
Lo mejor será no contarle que Jungkook no usaba el teléfono asignado para sesiones virtuales sino que hablaban mediante sus números personales.
Es algo para tí, así que lo verás de una manera u otra.
Dijiste que te gustan todos los colores, así que tengo que improvisar.
¿Estaba haciéndole un regalo? ¿Se podía considerar un regalo? Minseo no lo sabía, recordó su visita y como le contó sobre su primer asesinato, no iba a mentir, sintió angustia y un poco de miedo, pero dentro de ella supo que el Jeon Jungkook de diecinueve o veinte años que había perdido a su hermanita, pudo haber estado incluso más asustado que ella.
No quería decirle que estaba prohibido que le diese regalos, así que lo dejó pasar, no entendía por qué sería malo cuando su objetivo era que la considerase alguien cercana en quien confiar, claro, Jungkook era muy coqueto y soltaba comentarios que no debía gracias a su boca sucia y el entorno en el que llevaba diez años, pero, Minseo no pensaba que fuese un problema su a veces excesiva confianza, sobretodo porque ella no se sentía incómoda, en ocasiones le parecía gracioso.
Es un hombre después de todo, una buena parte de ellos suelen ser así, pedirle que se detuviera echaría a la basura todo el avance, no quería eso, de verdad deseaba que Jungkook tuviese a una persona con la que pudiese hablar sin tapujos.
Esperaré con más ansias si ese
es el caso.
El invierno ya no parece tan agresivo, espero que hayas podido ver a tu madre luego de mucho tiempo, Jungkook.
Sigue intentando hacer cosas que te den un poco de felicidad, verás como el tiempo pasará más rápido, trata de no tener problemas y de pensar muy bien en las palabras que usarás, comentaste una vez ser muy bueno discutiendo, no discutas.
Ya lo hablamos, busca la paz.
—¿Es él?
—¿Mm? Ah, sí— aclaró su garganta— hablamos sobre que está integrándose más en los talleres de la prisión.
El teléfono vibró, Jungkook escribía muy rápido.
Te tardaste tanto en escribir que pensé que me dirías alguna mierda de ensayo sobre que no puedo darte mi pintura.
Si, hoyuelitos, ya entendí, me has dicho lo mismo un millón de veces y un millón de veces te he dicho que me pides demasiado, ya discutí con alguien hace menos de una hora, hoy no hubo paz para mí.
No he visto a mi madre, pero la llamé y está bien, trabajando.
Aquí el frío todavía se siente muy intenso, tengo tu gorro puesto, me sienta bien.
Volveré a lo mío, hablemos mañana.
Suspiró resignada, asintió regresando el celular a su bolsillo y su atención a la tarea.
—Muy bien— murmuró— al menos está divirtiéndose.
Y sonrió ante la incógnita que llenó su pensamiento, quería saber cómo sería aquella pintura. Esperaba que fuese algo lindo, aunque de Jungkook no sabía qué esperar.
Jihyo la miraba y negaba, su amiga terminaría siendo la causa de sus jaquecas.
—¿Por qué no te pones de pie en medio del patio con tu celular y así todos se terminan de enterar que tienes comunicación con el exterior?
—Es medianoche, tranquilizate— ve al mayor queriendo curiosear lo que ha pintado— aléjate de mis putas cosas.
—¡Estás hablando mucho! Debería alegrarme pero solo me estresa— su tío se sacó el cigarro de la boca, tirándolo por la minúscula ventana que tenían en su celda—pareces puto adolescente, apaga esa porquería.
Lo ignoró, girándose de manera que le dio la espalda y continuó con su conversación.
No soy fanática del dulce, prefiero los alimentos de sal.
—Jungkook.
Rodó los ojos.
Tú no eres fanática de nada.
No tienes un color favorito.
No te gusta el dulce.
No te gusta el pan.
Creo que sé todo lo que no te gusta, no tengo idea de que sí te gusta.
Que mujer tan complicada.
Sintió el golpe con la almohada dura en su rostro, se enojó y se puso en pie en menos de dos segundos, casi tiró a su tío al suelo por gracioso.
—¡¿Qué?!
—¡Que te duermas, bobalicon!— y darle con lo mismo— La cara que tienes ahora no es normal, hijo. Me preocupo.
—Déjame en paz— volvió a la cama, se cubrió con la delgada cobija, por lo mismo decidió dejarse el gorro— viejo de mierda.
No soy complicada,mis gustos son distintos.
Creo que ya has logrado dormir, haré lo mismo, descansa y que estés bien.
Se levantó de nuevo, lanzó un puño en el estómago a su distraído compañero de celda, dejándolo sin aire en el suelo y la espuma de la pasta de dientes saliendo de boca.
¿La razón? Interrumpió su charla.
—Cabrón.
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