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•10

Si había algo que Jungkook había aprendido en su vida, era a ser persistente, él no se rendía. Suspiró nervioso.

—Lo máximo que puedo darte son cuatro horas— asintió, era suficiente— nada más que eso, vendré por ti cuando mi guardia esté por terminar.

—Bien.

Su tío le entregó el dinero al guardia antes de verlo desaparecer, se regresó a su sobrino que consideraba más un hijo. Un hijo al que quería golpear por estar actuando tan raro.

—Esta es la celda más privada que pude conseguirte, si la chica no viene...

—Vendrá— dice, seguro— le rogué durante media hora al teléfono hasta que aceptó.

—Jeon Jungkook rogándole a una mujer— resopla— ahora sí lo he visto todo.

—Dijiste que debía pedirte ayuda más seguido...

—No para construirte una historia de amor con quien te da terapia, niño estúpido— se cruzó de brazos— ¿Qué planeas?

Tomó asiento en la minúscula cama que rechinó con su peso. Encogió sus hombros.

—No sé cómo explicártelo— dice, el hombre lleva años intentando comprender el funcionamiento en la cabeza de Jungkook— me gusta ella, por eso quiero verla tanto tiempo como me sea posible.

—Ah, hijo...— masajeó sus sienes, Jungkook mantenía sus manos cálidas en los bolsillos de su hoodie—¿Por qué no consideras tener sentimientos por una chica que sea menos... ? Escucha, existe el intercambio de correos para conocer a mujeres dispuestas a enamorarse de un preso, allí encuentras cosas muy interesantes.

Niega.

—No quiero solo coger.

—Ella es una universitaria, se gradúa en meses para ser profesional.

Por supuesto que entendía a qué quería llegar, lo tenía muy presente y era una posibilidad, un riesgo que correría.

—Ya sé que conocerá a un hombre mejor, pero, mientras eso sucede... voy a permitirme sentir ilusión. Quiero sentir todo aquello y Minseo es... especial, demasiado especial.

El mayor se quedó viéndolo seriamente preocupado, el tipo de amor que Jungkook ha experimentado es ciertamente distinto al que un interés romántico despierta y no sabe cómo sería un Jungkook con el corazón roto.

En ese instante, él parecía un estudiante de secundaria enamorado de la chica nerd, esas que parecen haberse comido tres enciclopedias y adquirido inteligencia absoluta.

Aunque no la suficiente inteligencia como para saber que no puede enamorarse de un criminal condenado y potencialmente peligroso para la sociedad, bueno, al menos eso decían sus registros, porque lo que él veía ahora era una masa gigante e inofensiva con ojos de corazón.

—Que puta mierda— musita, Jungkook le mira— aprovecha y pídele de favor que visite a tu madre, ya que tú no puedes.

Rascó su mentón.

—No sé si puedo pedirle eso, sería demasiado.

—Que considerado— dio la vuelta, se iría— cuatro horas, hijo, no se te olvide.

—Si.


Apenas Minseo entró, Jungkook se colocó de pie, venía escoltada por dos guardias y a simple vista no parecía molesta con él, de hecho, no pudo evitar sonreírle de boca cerrada cuando cruzaron miradas.

—Siento haber tardado, la nieve hace imposible movilizarse.

—¿Quién te trajo?

—Yo misma conduje— se acercó, cuando él se sentó, ella igual— mi amiga me prestó su auto mientras regresa, es más práctico que el transporte público— acomodó sus lentes, siempre se deslizaban del puente de su nariz, por eso prefería los de contacto pero era perezosa para ponérselos— pero no soy buena conductora, así que tengo que ir lento.

—Está bien, tenemos tiempo suficiente esta vez.

Minseo sonrió.

—Sabes, no me sorprendería si un día tu tío consigue mover sus influencias lo suficiente como para que te dejen salir a dar un paseo con la condición de que regreses antes de que anochezca— lo ve reírse en voz baja— debe adorarte mucho.

—Eso dicen, me quiere más de lo que me quiso mi padre, eso es seguro— arruga la nariz— cuando llegué aquí y él lo supo... pensé que me mataría, después de todo, asesiné a su hermano.

—Supongo que sus lazos familiares no eran tan fuertes.

—No lo eran, pero igual lo pensé— las manos de Minseo estaban cubiertas con guantes blancos que combinaban con su abrigo, sonrió con malicia ante un hecho— mi tío estuvo enamorado de mi madre, bueno, continúa queriéndola— Minseo se cubre el rostro con ambas manosz sonriendo ante el pequeño chisme aquél— no sabes cuánto se molesta con ella porque viene a verme a mí, no a él.

—¿Y tú qué piensas sobre eso?

—¿Qué él la quiera?— asiente— No pienso nada malo, tampoco lo culpo, mi mamá es maravillosa—no se resiste y toma una de las manos de Minseo con la excusa de tener frío— y él no es tan malo, así que, si algún día sale de aquí y mi madre lo recibe, no tendré problema con eso.

Ella no preguntaría la razón por la cual el hombre había sido encerrado, no le concernía, si en algún momento se enteraba, estaba bien, de lo contrario, también estaba perfecto. Relamió sus labios viendo a Jungkook aferrándose a sus manos, todavía no había pensado bien sobre el asunto de Jungkook diciéndole que la quería y deseaba, su interior no dejaba de reclamarle por lo incorrecto que era, pero, de nuevo, no estaba haciendo caso a nada más que a él llamándola cada día para pedirle que fuese a verlo.

Sus ojos se desviaron a una caja pequeña de madera que estaba en una esquina de la cama, llevaba ahí un par de minutos y apenas estaba notandola ahí, Jungkook siguió la mirada de Minseo hasta la caja y volvió a sonreír, arqueando sus cejas.

—¿Qué es?

—Deberías echar un vistazo.

Amplió la mirada.

—¿Es para mí?— asintió— ¿Hablabas en serio sobre el regalo?

—Claro que hablaba en serio— blanqueó los ojos, estirándose para tomarla y entregársela— ábrelo.

—¡Vale!

Se quitó los guantes primero, la caja se deslizaba con ellos puestos,  Jungkook cruzó sus brazos pensando en que era chistosa esa actitud tan ilusionada, se había tardado en darle el regalo porque ciertamente tomó demasiado tiempo hacerlo y que quedase bien.

Minseo levantó la tapa, encontrando un pequeño jarrón de madera con tres tulipanes de madera, cada uno de un color diferente, púrpura, azul y amarillo, sus ojos brillaban por el asombro, le parecía increíble que Jungkook hubiese hecho un detalle tan lindo.

—Parece que vas a llorar, no es para tanto— resopló una risa, pero, regresó a su expresión seria y preocupada cuando de verdad, Minseo comenzó a llorar— eh, hoyuelitos.

La profunda pena que le provocó verla llorar, era indescriptible, sin embargo Minseo se repuso rápidamente y soltó una risa.

—Lo siento— barrió las lágrimas que alcanzó a soltar de sus mejillas— es que, es la primera vez en mi vida que recibo un obsequio solo porque sí.

—Eso es ridículo, deberías recibir regalos solo por ser bonita— bufó, no admitiría que le había encantado escuchar eso, volvió a evadirle la mirada— que no me veas así.

—No estoy viéndote de una forma en particular— puchereó—gracias por mi regalo, lo amo. Lo cuidaré con mi vida.

—Más te vale. Espero que sea suficiente para que ya no estés molesta conmigo por lo que dije.

Sobre el pequeño colapso que ocasionó en Minseo ese día.

—En ningún momento dije que estaba molesta, solo dije que tenía que pensar las cosas porque no estoy en una posición en la que pueda estar tranquila al respecto— Jungkook suspira, Minseo deja el obsequio tal cual a un lado— si me atrevo a corresponderte, estaría rompiendo muchas reglas y traicionando mi moral.

—¿Pero quieres corresponderme?

—Quiero hacer lo correcto. Solo faltan tres sesiones y ya no seré más tu psicóloga— otro suspiro sonoro— seguiré visitandote como las personas normales.

En su interior, sonrió feliz.

—¿Lo harás?

—Lo haré, me preocupo por ti.

Jungkook se acomodó mejor, inclinándose a ella, cerca, disfrutando su vergüenza, esta vez siendo él quién acomodó los lentes.

—Harás que me gustes más.

—Yo no hago nada, no digas eso.

—Cierto, no hay que decir nada— jaló del abrigo.

Primero chocaron sus narices y luego sus bocas durante segundos, Jungkook se alejó para quitarle los lentes y de esa manera poder besarla como quería, la había tomado desprevenida, otra vez, la vocesita en su cabeza estaba reclamándole, pero a ella le gustaba, colocó sus manos en las mejillas de Jungkook y cerró los ojos, aceptando el beso que hacía a su cuerpo hormiguear.

Le quitaba el aire, él se dio cuenta, dejó sus labios un momento para besar sus hoyuelos como también soñó y una sonrisa se escapó cuando Minseo le quitó el gorro solo porque quería enredar sus manos en su cabello que ya estaba un poco largo. Detuvo el beso pero mantuvo la cercanía.

—¿Mm?

—Sabes a cereza— dijo.

—Ah...— enrojeció un poco— comí un dulce  antes de entrar.

Picoteó sus labios de nuevo, carnosos, bonitos y suaves, se moría por ellos. Esa boca debía ser ilegal, él sabía que apenas la probase, sería su perdición.

Y ahí estaba, disfrutando lo que el llamaba enamorarse aunque no fuese tan fácil para alguien como él.





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