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|𝟒𝐎| ➟ 𝐌𝐢 𝐓𝐞𝐧𝐭𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧。

Esto es definitivamente una locura

— ¿Puedo tomar una ducha? — preguntó Chaewon sacándome de mi trance.

— Claro, te prestaré algo de ropa para que duermas más cómoda, será mejor que le avises a Sohee que dormirás aquí.

— Si, no te preocupes, ahora mismo la llamo.

Guié a Chaewon hasta la ducha del segundo piso y me alejé lo más rápido posible, entré a mi habitación y cerré la puerta con seguro, apenas podía sacar el poco aire que estaba en mis pulmones. No podía creer lo acelerado que estaba mi corazón, si no me calmaba terminaría con un ataque cardíaco.

Me senté sobre mi cama tratando de mantener la compostura y a mi mente alejada de toda clase de fantasías que trataba de colarse en mi imaginación.

La situación no me ayudaba nada, literalmente iba a dormir con mi más grande tentación, esto sería una tortura.

Tomé algo de ropa y volví a la puerta donde Chaewon estaba tomando su ducha, desde unos metros antes de llegar podía escuchar a la perfección esa melodiosa voz que entonaba viejas canciones.

Aguardé un poco cerca de la puerta, quería disfrutar un poco más de la actuación de Chaewon. Llamé dos veces a la puerta y ella automáticamente detuvo su canto.

— Te dejaré la ropa en el suelo cerca de la puerta.

— Si no te molesta, ¿puedes pasar y dejarla adentro?

¡¿Qué?! ¡Acaso intenta matarme!

— Está bien.

Con la mirada abajo y con mucho aire en mis pulmones abrí la puerta, el sonido del agua cayendo se intensificó tanto como mi ritmo cardíaco, en serio creo que voy a morir.

Mantuve mi mirada en los azulejos del piso, iba evitar a toda costa ver su silueta desnuda a través de las cortinas de baño. ¿Por qué mierda compré cortinas blancas?

Puse la ropa sobre la repisa justo al lado de las toallas de secado y sin esperar más salí de allí.

— Gracias Minguri — logré escuchar antes de salir.

Me recargué contra la pared al lado de la puerta del baño y esperé a que mi respiración y ritmo cardíaco volviera a la normalidad.

¿Qué tenía en la cabeza cuando le dije que sí podía quedarse aquí?; mierda, mierda, mierda.

Debería de abofetearme o golpear mi la cabeza contra la pared.

Antes de que pudiese hacer cualquiera de aquellas dos opciones que pasaban por mi mente, Chaewon abrió la puerta. Estaba vestida con el pijama que le había dejado, se secaba el cabello con la toalla y al verme sentada en el piso dió un pequeño salto del susto.

— ¿Qué haces ahí?

— Oh, yo... estaba cansada y me senté.

— ¿Por qué aquí?

— Se veía muy cómodo, ¿no crees?.

Ella se puso en cuclillas frente a mí y terminó por sentarse a mi lado.

— No me parece tan cómodo.

Se puso de pie y me ayudó a levantarme.

— Creo que es mi turno de ducharme.

— Estaré abajo.

Con mucha prisa entré debajo del chorro de agua fría, quizás así el área entre mis muslos dejaría de palpitar y rogar por un poco de atención. Podría usar un consolador pero era muy peligroso con Chaewon dentro de la casa, debía soportarlo.

Vamos Minju no eres una adolescente, ahora eres una adulta, se supone que debes tener más dominio de tu cuerpo.

Solo serán unas cuantas horas. ¿Qué tan difícil puede ser?

— ¿Puedo dormir contigo?

Qué mierda.

Hace apenas unos minutos había dejado a Chaewon en la planta baja, ella se había ofrecido a dormir en uno de los sofás, le ofrecí primero mi habitación y se negó, después le ofrecí dormir en la de Niki y también se negó, y ahora está en la puerta con su cara de cachorrito pidiéndome dormir a mi lado.

Por favor Minju, dile que no.

— Está bien, entra.

Con una sonrisa en el rostro ella se acercó hasta mi cama, se acostó a mi lado derecho y se metió entre mis frazadas.

No voy hacer nada inapropiado, la noche es fría y algo de compañía no me vendría nada mal.

— Buenas noches — dije dándole la espalda, así evitaría estar más tentada.

— Buenas noches Minguri.

Ella se acercó hasta que su pelvis choco contra mí, sus brazos rodearon mi cintura, su pecho estaba contra mi espalda. Ese simple contacto de nuestros cuerpos me hicieron perder toda la conciencia de mi alrededor, el oxígeno me abandonó junto con mi cordura.

Esto no podía empeorar.

Sus brazos me rodeaban muy fuerte, no era doloroso, era algo más bien posesivo. Con el pasar de los minutos ella no daba señales de seguir despierta pero su agarre no bajó de intensidad en ningún momento.

No lo soportaba más, mi cuerpo ya no podía, mi mente me rogaba que no cometiera ninguna locura; me advertía que después me arrepentiría, ¿pero qué podía hacer?, estaba al borde de la maldita locura. Y su respiración contra mi cuello no ayudaba en nada.

Pero ante nada tenía que ser alguien racional y debía alejarme de ahí. Tomé las manos de Chaewon que estaban entrelazadas aferrándose a mi cintura, las comencé a mover lentamente, lo último que quería era despertarla.

— No te muevas.

Su voz casi me mata del susto y ella aprovechó ese momento de descuido para volver a rodear mi cintura. Estoy perdida.

— Chae — dije en un susurro— Chaewon — lo dije más fuerte pero ella no me contestaba.

¿Qué le pasa? ¿Por qué no me contesta? Traté de zafarme, pero parecía inútil.

— No te muevas — lo dijo otra vez.

Ahora su agarre se volvió algo flojo hasta quedar solo con su mano izquierda sobre mi cintura, por fin un poco de presión disminuyó.

Pero me apresuré mucho al pensar eso, su mano derecha se escurrió entre la parte superior de mi pijama e hizo una pausa en mi abdomen comenzó a dibujar pequeños círculos con sus dedos provocando que toda mi piel se erizara.

Su mano volvió a moverse hasta toparse con mi sostén, ahí se detuvo. Tal vez estaba dudando si seguir o no, las dos aún estamos a tiempo de impedir esto, de dar marcha atrás.

Finalmente tomó una decisión, ella se acercó a mi oído, se acercó tanto que podía sentir sus labios.

— Me vuelves loca — susurró y su mano se posó sobre mi pecho.

Mi excitación era dominante, no lograba pensar ni procesar lo que estaba pasando. Hace ya algunos años que no me había sentido así, tan excitada, tan ansiosa por ser tocada, tan desesperada por ser tomada y una prueba de esto no era solo la humedad entre mis piernas, sino también los fuertes gemidos que escapaban de mi boca.

Chaewon besó mi mejilla mientras su mano seguía masajeando mi pecho, sus labios bajaron dejando un rastro hasta detenerse en mi cuello, donde comenzó a lamer, besar, chupar y morder.

Se apartó completamente de mí, sus labios y manos me abandonaron, es justo aquí donde dice que no sabía lo que hacía, que fue un error, que la perdone y finalmente se irá dejándome en la cama con el corazón destrozado llorando hasta quedarme dormida.

— Hace tanto tiempo que deseaba esto y ahora que está pasando no lo voy a desaprovechar.

Ella se colocó sobre mí y entre mis piernas sacó mis pantalones del pijama dejándome solo con mis bragas empapadas.

— Me encantas, Kim Minju — dijo acariciando desde arriba hasta abajo, colocando sus manos entre mis muslos burlándose de mí un par de veces.

Se inclinó y comenzó a besar desde mi tobillo hasta mis muslos, ahí se detuvo. ¿Qué rayos espera? Sacó mis bragas y estaba lista para el contacto, ya fuera de su lengua o dedos.

Volvió a enderezarse y ahora ella sacó sus pantalones, su sexo fue completamente expuesto, ella no traía ropa interior. Al tener un panorama completo de su cuerpo, la sangre subió hasta inundar mis mejillas, me sentía ridícula al actuar como si fuera la primera vez que la veía así.

Tomó la parte de arriba de mi pijama y la sacó con rapidez, al instante se deshizo de mi sujetador, y como si estuviese hambrienta atacó mi seno con su boca, succionaba de mi pezón, después daba breves recorridos con su lengua.

Sujeté su cabello con mis manos y pegaba más su cara contra mis senos, quería más y más, inconscientemente mis caderas comenzaron a moverse provocando que nuestros sexos comenzaran a rozarse, Chaewon imitó mi acción y comenzó a mover sus caderas intensificando el contacto.

— Por favor, no pares — le rogaba mientras su movimiento de cadera se volvía más duro.

Rodeé con mis piernas su cintura y con mis manos me aferraba más a su cabello. Mi sexo se humedecía cada vez más, mi cuerpo comenzaba a vibrar al igual que el de ella. Estaba tan cerca de un orgasmo que mis gemidos se convirtieron en gritos que suplicaban por más.

— Todavía no te corras, aún falta más.

Ella se apartó de mis senos y detuvo sus movimientos de cadera, dejándome desesperada, yo seguía moviendo mis caderas pero ella colocó su mano sobre mi vientre impidiéndome seguir.

Las dos compartimos una intensa mirada, la habitación se llenó de respiraciones pesadas, me perdí en su mirada, en esos ojos cafés que estaban llenos de lujuria y detrás de toda esa lujuria estaba algo que denominamos amor.

Ella me sonrió y yo le devolví la sonrisa, apartó algunos mechones que estaban sobre mi cara, se inclinó sobre mí quedando a solo unos centímetros de mi boca.

— No sé cómo he sobrevivido sin tus labios.

Y ahí, justo ahí después de tanto tiempo ignorándonos y peleando contra lo que sentimos, luchando contra lo inevitable, sí, por fin nos besamos.

Si la historia llega 5k de vistas, hago maratón.

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