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|𝟐𝟕| ➟ 𝐄𝐬 𝐌𝐨𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐃𝐞 𝐃𝐞𝐜𝐢́𝐫𝐬𝐞𝐥𝐨。

Después de que Jaemin casi me atrapa con Minju en la cama, pasó una semana en donde Minju y yo sólo pudimos hablar una vez por teléfono; yo estaba sumergida en montañas de trabajo y ella parecía estar asustada por el pronto divorcio.

Minju estaba muy nerviosa, parece que teme pedirle el divorcio a su esposo y la comprendo, sé que es una decisión muy difícil, pero es aún más difícil seguir teniendo una relación de la manera en la que las dos la estamos llevando.

La tarde del lunes ella llegó de sorpresa a mi departamento y la invité a comer. Cuando terminamos nos recostamos sobre el sillón para ver televisión juntas y poder charlar

— Minju, sólo quiero decirte que no tienes que sentirte presionada por decirle a Jaemin. Comprendo que es muy duro para tí todo esto, pero tienes que tranquilizarte, llevas varias semanas alterada.

— Perdón Chaewon.

— No tienes por qué pedirme perdón, estoy segura que no es nada fácil pedir un divorcio, pero yo seré paciente.

Sus ojos se tornaron rojos y luego de unos instantes comenzó a derramar varias lágrimas. La abracé fuertemente contra mi pecho dándole el consuelo y la fuerza, que estaba segura, que necesitaba.

— No tienes por qué preocuparte, aquí estoy yo.

Recitaba palabras de aliento cerca de su oído, no era fácil terminar con su llanto una vez que este comenzaba, pero para eso estaba yo, para ser el apoyo que necesitara o el hombro en el cual ella se desahogara.

Sus lágrimas se apagaron cuando una sesión de besos se abrió paso, ambas compartimos besos en todas sus escalas, desde los más tiernos hasta los más apasionados y sucios.

— Necesito hacer el amor contigo, necesito que me hagas el amor.

Y así lo hice, le hice el amor lo más lento y tierno posible, de un manera cariñosa, podría decirse en exceso. Era como si las horas nos fuesen eternas y todo se tuviese que detener para que el tiempo cumpliera su cometido y fuese el de proporcionarnos ese pequeño espacio para amarnos.

Mis caricias y las suyas hacían que el calor dentro de la habitación aumentara y abrazara nuestros cuerpos y no nos quisiese dejar ir. Lo mejor de todo esto no era el llegar al clímax, sino el de compartir todo nuestro ser para demostrarnos de otra manera cuanto nos amábamos.

Los labios de Minju eran espectaculares, jamás podría encontrar un sabor tan exquisito como el suyo y eso me volvía loca, sobre todo cuando yo rosaba con mi lengua esos labios.

Cuando terminamos, nos quedamos sobre la cama completamente denudas y abrazadas, acompañadas por los últimos rayos de sol del día que entraba por mi ventana.

El comienzo de la noche siguió tranquila, pero un dolor en mi pecho comenzó a crecer cuando me dí cuenta que pronto ella tendría que marcharse, pero no me desanimó, porque sé que pronto esta será también la casa de Minju y ya no tendré este dolor en el pecho, porque sé que cuando entre por esa puerta ella estará aquí.

Antes de que ella se marchara me pidió que nos recostáramos otra vez sobre el sofá, yo accedí a su petición. Ella estaba recostada sobre mí y yo la abrazaba por la cintura, mientas veíamos la televisión.

— Creo que será mejor que regrese a casa — dijo poniéndose de pie, yo también lo hice y compartimos un beso antes de que ella tuviera que salir.

— Nos vemos mañana — le dije besando su mejilla.

— Sí, hasta mañana.

La acompañé hasta la puerta y terminamos la despedida con un abrazo que pasase desapercibido para cualquiera que lo viera. Cerré la puerta y volví al sofá. No tenía nada qué hacer, mi plan era descansar.

Cuando me recosté noté que el bolso de Minju estaba abandonado en la esquina del sofá, me levanté apresurada y tomé el bolso dispuesta a alcanzarla, pero para mi desgracia todas las cosas salieron volando de este.

Me agaché a recoger todo para ponerlo de nuevo dentro, pero a pesar de mis prisas, unas hojas llamaron mi atención. Eran resultados de exámenes médicos. ¿Porque Minju no me comentó que se sentía mal? Quizás es esto lo que la tiene preocupada.

Sé que está mal lo que estoy a punto de hacer, pero me preocupo por ella y quiero saber qué es lo que la tiene tan preocupada.

Abrí las hojas y comencé a leerlas.

Y es aquí que, en efecto, la curiosidad mató al gato; y en este caso el gato soy yo. Minju está embarazada.

¡Está embarazada!

¿Cómo diablos pasó esto?... bueno, claro que sé cómo paso, pero no puede ser posible, ella me aseguró que ni siquiera compartían la misma habitación y que mucho menos compartían caricias, que apenas y se dirigían la palabra. Esto simplemente no puede estar pasando.

Tal vez esta prueba se equivocó o cambiaron las muestras de Minju con las de otra mujer.

Para qué te sigues martirizando con suposiciones tontas, que muy bien sabes qué pasó, y no es otra cosa más que te vieron la cara otra vez, y la misma mujer.

¡No! Ella jamás haría semejante cosa.

Las cosas a mi alrededor comenzaron a dar miles de vueltas y para evitar caerme me senté en el sofá. Mis emociones no me dejaban pensar y ni siquiera sabía que era lo que sentía en realidad; no sabía si era ira o desilusión, pero de lo que sí estaba segura era que mi corazón estaba hecho pedazos. Mis lágrimas comenzaron a fluir y amenazaban con no querer parar jamás. Un grito estaba atorado en mi garganta. Mis manos se convirtieron en dos enormes puños y entre ellos las pruebas de laboratorio estaban casi destrozadas.

Tenía que tranquilizarme. Debía enfriar mi cabeza para razonar mejor las cosas y no dejarme llevar, hice varias respiraciones profundas para calmarme.

De repente mi puerta fue golpeada con desesperación y estoy casi segura de quién está del otro lado. Sin preguntar abrí la puerta y comprobé lo evidente, ahí estaba Minju.

La dejé pasar porque lo último que quería era una pelea ahí afuera.

— Toma — le entregué el bolso.

Ella me dejó con la mano extendida y su vista no se apartaba de mis manos donde tenía las hojas. Sus ojos se llenaron de lágrimas y rápidamente estas empezaron a fluir de una manera constante. Ella limpiaba cada gota que salía de sus ojos, pero incluso sus lágrimas no lograron conmoverme ni siquiera un poco.

— Lo siento, no quería que te enteraras de esta manera.

— ¿Cuándo pensabas decirme? ¿Cuando ya no pudieras ocultarlo? o ¿simplemente no dirías nada y te marcharías sin más?

— Yo jamás haría tal cosa, simplemente tenía miedo y quería esperar el momento indicado para decirte, yo no quería lastimarte.

— Lo entiendo perfectamente, pero lo que mi cabeza no logra concebir es lo que pasó con todas esa promesas, esos juramentos de amor eterno, o cuando me decías que tú y él ya no tenían ni el más mínimo contacto, y ahora resulta que estás embarazada.

— Lo siento, no era mi intensión...él...él...

— ¡¿Él te forzó?!

— No, no lo hizo...es solo que yo...

— ¿Aún sientes algo por él?

— No, no lo hago.

— Entonces sigo sin comprender el porqué de tus acciones, pero creo que al final de todo no estoy en posición de exigirte fidelidad cuando mi papel en tu vida es el de la amante.

— Por favor no digas esas cosas.

— ¿Por qué no decirlas si son la verdad? Y con todo esto supongo que nuestra relación, si se supone que le debo llamar así, se acaba de terminar ¿o me equivoco?

— Lo he estado pensando y quizás lo mejor para el bebé sea crecer con su familia. Por favor, no pienses que no te amo porque eso es un completo error. Te amo como nunca lo he hecho antes, lo que más deseo es estar contigo, pero a veces lo que tu deseas debe anteponerse sobre un bien mayor y en este caso es el bien de mi hijo.

— Lo sé, ahora también tienes que pensar en el bebé, y lo principal es su bienestar, no te preocupes lo comprendo.

— Voy a intentarlo con él por última vez y quiero que sepas que si esto entre Jaemin y yo termina, yo te buscaré y haré hasta lo imposible-...

— No digas más, no te servirá de nada. Tal vez suene grotesco, pero ya no te puedo seguir esperando, ya no puedo más. Entiende tú también que he pasado muchos años esperándote y durante todo este tiempo sólo me he lastimado. Me duele el tan sólo recordar como tú salías con alguien más mientras yo me quedaba esperando a que en algún momento te fijaras en mí y que yo no fuera la última de tus prioridades. No puedo vivir esperándote y con la incertidumbre de si algún día eso sucederá, o que quizás tu matrimonio vuelva a funcionar. Yo no podría soportar tal agonía, por eso te pido que cuando te vayas de aquí, tú sigas por tu camino porque yo seguiré por el mío, y no te preocupes, siempre tendrás una amiga que te ayude y esa seré yo, eso tenlo por seguro, pero jamás vuelvas con intensiones amorosas...es momento de que te marches.

Ella tomó su bolso que ahora estaba en el piso y caminó hasta la puerta

— Te amo — dijo antes de salir.

Su salida dejó un eco en toda la casa y quizás uno más grande en toda mi vida.

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