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Capítulo 92

Capítulo 92

El reencuentro

[Comarca de Noroteo/Kitakami, Villa Versui]

Narrador Neutral:

Adaman, Celebi y Perrin, los tres entraron en la villa, montados sobre el Pokémon paradoja Miraidon, Pokémon legendario de tipo Eléctrico y Dragón. En su forma montura.

Pocas calles cruzadas a través, el jerarca llegó hasta la plaza central de Villa Versui, como bien se esperaba, todo estaba vacío, no había rastro de ninguna alma fuera de las residencias. Era muy tarde, demasiado.

— Tengo sueño... — dijeron Celebi y Perrin a la vez, bostezando.

Adaman, pese a que él no la tenía por el combate tan intenso que tuvo, entendió la somnolencia que sus dos seres queridos tenían, hoy fue un día muy largo, tocaba descansar.

Al pobre Miraidon le entró hambre, Adaman lo sabía porque le podía leer la mente.

— Chicos, adelantaos e iros al hotel, yo iré dentro de un rato tengo que tratar a mi Pokémon — dijo el jerarca, bajándose de la montura.

— No tardarás mucho, ¿no? — preguntó Perrin.

— Tranquila, sigo siendo humano, yo también tengo sueño — dijo Adaman — pero la hambruna de mis compañeros está por encima de todo.

— ¡Ok, nos vemos mañana ancestro! — se fue en dirección al hotel.

— Mejor llámame Adaman — dijo con una gota en la cabeza — "Ancestro sería un nombre muy raro..."

— ... Espera, ¿yo también voy? — dijo Celebi, incrédulo.

— Venga Celebi, no la dejes sola, tú espérame en la habitación y yo ya vendré ¿de acuerdo?

— *suspira* Vaaaale... pero si ahora te ocurre algo me lo dices mañana.

— *asiente*

Después del retiro del Pokémon singular y la descendiente, el peliazul procedió a sentarse delante de su fatigado Pokémon legendario, ahora que tenía un control total sobre el aura del dios al que él veneraba, podía entenderse y llevarse mejor con sus propios Pokémon.

Acto seguido sacó de su mochila un par de aquel alimento que Miraidon tanto amaba.

— "Menos mal que Perrin sabía hacer bocadillos" — pensó.

Adaman le ofreció al Pokémon paradoja su comida, este la aceptó feliz y se la comió en menos de diez segundos, al jerarca le resultaba raro ver a una lagartija robótica comerse un bocadillo, pero no le importaba, solo quería verla alegre.

Cerró sus ojos variocolor, conectando su mente con la del legendario.

— "Miraidon" —.

[Al parecer observó ante mí a mi querido entrenador con la capacidad de hablarme a través de la mente, es todo un placer para mí compartir mi vocabulario con el tuyo sin la necesidad de actividad verbal] — dijo el dragón.

— "Je, la magia del aura, a mi también me parece un sueño poder hablar con mis Pokémon, y más contigo, que como veo tienes un lenguaje muy cuidado, quería preguntarte si podías calcular el tiempo que necesitas para adoptar tu forma combate"

— [Disculpa mi mal conocimiento, pero si tuviere que darte una respuesta podría decirte que no queda mucho, no es fácil adoptarla, pero el tiempo le gana a todo en esta vida] — contestó.

— "Mh, entiendo, en fin, buen provecho" — dijo.

— [Muchas gracias]

Jerarca de Hisui, finalmente nuestros caminos se cruzan — dijo una voz mental.

— ...

...

Narra Adaman:

Jerarca de Hisui, finalmente nuestros caminos se cruzan —.

Cuando acabe de alimentar a Miraidon, lo que me obligó a levantarme de forma alarmante del suelo fue haber escuchado aquella voz mental que no parecía provenir de ningún lugar.

No podía ser Celebi, esta vez, tenía que ser otro ser quien se estuviera contactando conmigo a través de la mente, y eso era lo que me erizaba la piel.

— "Quién habla" — pregunté.

Detrás tuyo.

Me gire y la vi, una figura extraña totalmente negra que flotaba delante mío, con unos brazos largos y unas garras afiladas, mirándome en la cercanía. Sin embargo cuando lo vi no me asusté, no parecía tener intenciones de atacar.

— "¿Quién eres?"

Un ser de otro mundo, no te preocupes, yo sé mejor que nadie tu infierno y el origen de esta guerra, soy amigo de Celebi, él ya podrá hablarte mejor de mí.

— "Mh, entiendo, soy Adaman por cierto"

Un gusto estar ante el posible salvador de esta realidad, yo soy Necrozma, pero algunos Pokémon se dirigen a mí como el refulgente, no creo que sea posible que en tu época se habló de mi — dijo.

— "Lo dudo, y si se hablaba de ti entonces no lo recuerdo" — dije — "¿Estás de nuestro bando, no es así?"

— *asiente* Giratina quiere arrasar con esta realidad y crear otra alterna, de esa manera "reiniciaría todo", que creo que es lo que trata de conseguir.

Eso lo sé, sin embargo sin mí no van a poder conseguirlo, ni siquiera con la Flauta Azur — de brazos cruzados.

Esa es la razón por la que vine hasta este mundo para cruzarme con usted, usted es el recipiente, lo último que Volo necesita para contactar con Arceus, tomé la responsabilidad y prometí protegerte para impedirlo.

Ya veo, esas son buenas noticias supongo.

Tu considéralo como quieras, quedan dos días para que los generales pongan un pie en esta isla, el poder es un pilar del equilibrio, pero para conseguirlo se necesita esfuerzo, hay que entrenar.

Lo sé, pero tendrá que ser mañana, no puedo entrenar en este estado — contesté.

Lo sé, pero igual ese Pokémon que tienes ahí sí que ha recuperado fuerzas para este momento — señaló algo detrás mío.

Al principio creí que se refería a Miraidon, era lo más lógico, pero cuando active el aura para percibir esa presencia me di cuenta de que había un Pokémon más, era Keldeo.

Hace unos pocos instantes me dijo que ya había pasado un buen tiempo que no lograba recuperar su verdadera forma para combatir, y eso le hervía la sangre, necesitaba el ánimo de algún entrenador para mejorar, y según tengo entendido, ese eres tú, jerarca.

— ¿Quieres... que te entrene?

Tampoco así, para mí será un gusto entrenarlo por usted, de esa manera podrás estar durmiendo mientras tu equipo mejora — dijo Necrozma.

— Sería una muy buena idea, pero antes de nada necesito entrar en un poco más de confianza — dije, sacando una Pokeball.

Me dirigí a Keldeo y este me esperó sentado, los dos sabíamos que era lo que queríamos hacer.

— "Keldeo, necesitas un entrenador para adquirir más confianza en la próxima batalla, ¿quieres que te capture?" — pregunté.

El potro miró fijamente como agrandaba la cápsula de captura con forma ovalada en mi mano, no le quedaba de otra, lo único que le importaba era mejorar, pues haría lo que sea.

— [No tengo otra opción Adaman, si quiero volver a adquirir mi Forma Brió podré darle más pelea al Trío Tao, y no me importará ser tu Pokémon para cumplir ese cometido] — dijo el Pokémon singular.

— ... "Te entiendo, pues para mí también será un honor llevar en mi equipo a alguien como tu" — dije.

Sin más dilación, Keldeo hizo contacto con su cuerno frontal con el botón de la Pokeball rojiza, abriéndola y adentrándose en ella. La esfera giró tres veces seguidas para atrapar a continuación a Keldeo en su interior.

Liberó de la Pokeball al potro, ahora este ya estaba preparado para su entrenamiento con Necrozma.

Espléndido, Adaman, te pediré que alivies el sueño, déjame el trabajo a mi, transformaré a Keldeo en un arma decente para la batalla apocalíptica que se aproxima — dijo Necrozma.

— ¡Okey! — levante el pulgar — Suerte a los dos, no os excedáis demasiado.

Y ahí acabó ese día, deje solos a mi nuevo Pokémon con el refulgente, pues tenía la corazonada de que ellos dos serían clave para la victoria del siguiente ataque, ahora me tocaba descansar.

Sin saber que mañana sería uno de los mejores días de mi vida, antes de que llegue el infierno a Kitakami.

...

Narrador Neutral:

Transcurrieron treinta minutos hasta entonces, en su entrenamiento, Keldeo intentaba penetrar y romper las defensas del Ultraente, pero seguía sin conseguirlo, además de tener un tipo en desventaja contra él, Necrozma era muy poderoso, y no era para más, el refulgente pudo derrotar a dos compatrones de un solo movimiento.

Keldeo usó Sable Místico, pero Necrozma lo detuvo usando Gravedad antes de que este potro pudiera alcanzarle con su cuerno, cayendo al suelo rendido ante la fuerza gravitacional.

— [Tu velocidad es buena, pero si quieres derrotar a tu enemigo entonces también tendrás que dañarle por partes iguales, de nada te sirve ser veloz pero débil] — explicó Necrozma.

— [¿Y cómo puedo tener más potencia? es complicado equilibrar fuerzas] — preguntó Keldeo, retrocediendo.

— [No te puedo responder a la pregunta porque no hay una respuesta correcta, tienes que en una de las miles de soluciones para poder alcanzarme] —.

Al principio el Pokémon espadachín no sabía a qué se refería, pero cuando cerró los ojos y pensó con calma las posibles soluciones ante su problema ahí fue cuando entendió en lo que estaba fallando.

Keldeo aprendió a usar Paz Mental, concentrándose y olvidándose de todos los problemas de su mente, su ataque y defensa especial aumentaron al empezar el movimiento.

El potro acto seguido empezó a cambiar de forma, el cuerno se le agrandó y tres plumas variocolor aparecieron en su melena roja. Esa era la supuesta Forma Brió.

— [Asi me gusta, si te relajas incluso podrás predecir varias cosas en combate, ahora con ese aspecto deberás tener más confianza y arremeter más a bocajarro contra el objetivo, ¿de acuerdo?] — dijo Necrozma.

— [Si, me siento más fuerte, ten por seguro de que ya no me echaré para atrás cuando le vuelva a ver la cara a esos generales del demonio] — dijo Keldeo.

— [Eso ya lo veremos, toca dormir, mañana será un día de descanso y entrenamiento, hazlo saber a Adaman y Celebi]

— [Ok!]

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A la mañana siguiente.

Nuestro protagonista despertó a las doce de la mañana, poco tardó en darse cuenta de que Celebi no estaba ahí con él, se había despertado antes. Confuso, se puso los dos aretes, su saco azul y su mochila para salir de su habitación.

Reinaba el silencio, el hotel estaba sumido por un silencio enorme, incluso así parecía estar abandonado, cuando no lo era. Al parecer, Adaman pensó que todos sus amigos ya habían madrugado y por eso no se cruzaba con nadie.

— ¿Qué sucede...? — murmuró aún con los párpados pesados — ¿Dónde están todos...?

Sal fuera... — dijo la voz de Dialga en su cabeza.

El jerarca le hizo caso a la voz y decidió dirigirse al exterior del hotel, por alguna razón, a cada paso que daba más le daba la sensación de que se iba a topar con la sorpresa de su vida.

No lo entendía, pero su corazón empezaba a latir más rápidamente. Podían ser los nervios, o algo más...

Sin embargo, la verdadera sorpresa no estaba fuera, si no dentro del hotel. Adaman estaba caminado actualmente por un pasillo, este, como es obvio, pensaba que este estaba vacío, pero no era consciente de que en verdad no estaba solo.

Con las manos en los bolsillos, el peliazul caminaba mirando hacia el suelo pulido del hotel, sin poder ver lo que tenía delante.

Cuando finalmente levantó la mirada, ahí fue cuando el tiempo se detuvo para él.

Delante de él se hallaba una chica, un poco menor que él, con el pelo largo, liso y de color medianoche. El jerarca no reaccionó al verla, el pobre se quedó ahí, parado, en medio del pasillo, con la mirada fijada en esa bella figura que yacía delante de él. Una que él siempre reconocería.

La chica sintió su presencia, con lo que también volteó para ver quién estaba detrás de él.

— ...

— ¿Uh? *se voltea*

Cuando sus miradas se cruzaron, ambos entrenadores de diferentes épocas no dijeron nada, Adaman no creía lo que veía, y de forma literal, porque estaba en shock. Tenía que ser ella, la hermana del fallecido Rei, Akari.

— ...

— ...

Alguien se acercó para colocarse detrás de Akari, grande sea la coincidencia, era Sabi, guardiana de Braviary en la Tundra Alba de Hisui.

— ¿Akari, te ocurre al-

Cuando la peliturquesa alcanzó a ver lo que paralizó a su amiga ella también se quedó atónita, al fin, el momento del reencuentro había llegado.

Los ojos del jerarca no se cerraban, no parpadeaban, su mirada se había quedado congelada al recibir semejante sorpresa en una supuesta mañana tranquila. Lo dicho, el tiempo se había detenido entre ellos tres, todo estaba en silencio, todo estaba pausado.

Akari y Sabi, ambas entrenadoras, en silencio, no se resistieron y de sus ojos cristalinos empezaron a salir lágrimas al confirmarse de que la persona que tenían delante no era una ilusión. A cada segundo, más lloraban sin creerse que por fin encontraron a Adaman.

— ¡A... Adaman...!

Las dos jóvenes, entre lágrimas, empezaron a correr para abalanzarse sobre nuestro protagonista, gracias al doble abrazo Adaman se liberó de su estado de shock. A continuación, el peliazul, sin saber qué emoción expresar, observaba como las dos lo abrazaban.

— Akari... Sabi...

— ¡P-pensábamos que ya e-estabas muerto, que los generales t-te habían asesinado antes de que nosotras te pudiéramos encontrar!! — dijo Akari, llorando.

— ...

— ¡P-por fin te encontramos..! — dijo Sabi.

— Chicas... — dijo Adaman, cerrando los ojos— Pasó mucho tiempo desde la última vez que os vi, yo también os extrañé...

Los tres después de unos pocos minutos se separaron del abrazo, Adaman veía con mucha alegría a sus seres queridos. Estaba orgulloso de ellas, por supuesto.

El jerarca procedió a limpiar las lágrimas de las dos entrenadoras, entendiendo que estuvieran llorando de alegría.

— ¿Como habéis estado, qué hicisteis para llegar hasta mi? Sea cual sea el obstáculo tengo que estar muy orgulloso de vosotras por haber sobrevivido — dijo el jerarca.

— Todo fue gracias a Necrozma, él nos salvó la vida, de no ser por él Volo ya nos habría matado.. — dijo Akari.

Adaman la escuchaba con una sonrisa consoladora, pero seguía sorprendido, viendo a Sabi de pies a cabeza con incredulidad.

Akari sabía que llegó el momento de perdonarse, intentó aguantar las ganas de volver a sollozar.

— L-lo siento... cuando huíamos de Giratina, Sabi sufrió un accidente y la volvimos a encontrar con 16 años, todo fue por mi culpa, lo siento Adaman... — dijo, cabizbaja — Lo siento mucho!

Escuchándola con calma, Adaman podía entender su descuido, él también tuvo que aprender a perdonarse por muchos errores que cometió en su aventura, pero lo que era verídico en lo que dijo la hermana de Rei era que no había nada que perdonar, al fin y al cabo, Sabi está viva, en carne y hueso.

El jerarca colocó una mano suya en la cabeza de la chica deprimida.

Está dejó de llorar, para sorpresa de ella, Adaman no se enojó como Irida dijo que iría a enojarse.

— No tienes porque perdonarte, Akari.

— Uh?

— Después de todo, un accidente nunca será culpa tuya, no te miento si te digo que no me duele, pero me alivia ver a mi querida guardiana sana y salva, como tú, estoy muy orgulloso de ti — sonrió el jerarca.

Akari encontró muy hermosa la sonrisa de Adaman.

— Adaman... G-gracias... — sonrojada.

El jerarca y la peliturquesa cruzaron sus miradas para reír con alegría, el jerarca cargó a su guardiana ahora con 16 años y la sentó en sus hombros, eso era lo que más amaba Sabi, al menos cuando era pequeña.

Los dos no tardaron en recordar aquellos viejos tiempos en Hisui que pasaban juntos en la Tundra Alba.

Volviendo al presente, los tres empezaron a caminar en dirección a la salida del hotel.

— ¿¿Adaman Adaman que te pasó en los ojos?? — preguntó Sabi.

— Cierto, ¿te ocurrió algo? — preguntó Akari.

— No hay de que preocuparse, Dialga me ha bendecido, y eso causó pequeños cambios en mi cuerpo — explicó.

— ¿Dialga?!

— ¡Woooow eso es impresionante...! Ese es mi jefe! — dijo Sabi.

— ¿Entonces ahora eres más fuerte? — preguntó Akari.

— Digamos que sí, pero tampoco soy el típico heroe súper poderoso de una historia, el aura funciona de diversas formas, y ahora mismo no me daría el tiempo a explicaros todas —.

— Oh entiendo — dijo Akari.

— *la observa con curiosidad*

Como bien suponemos Akari siempre observa a Adaman porque está muy enamorada de él.

Pero cuando este la mira a ella está siempre se pone incómoda y nerviosa, eso ya sucedía en Hisui. Pero esta vez Adaman la veía de una manera confundida, de cabeza a pies

— ¿A-Adaman... te ocurre algo? — sonrojada e incómoda.

Adaman señaló su vestimenta, ella lo entendió, él nunca la había visto con ropa del futuro.

— Ahh esto jeje — dijo — Pues al llegar a Villa Versui no pude evitar comprarme cuanto antes ropa de mi época, Sabi se negó, dice que le gusta su atuendo de guardiana — dijo.

— Ah entiendo, olvidé que venías de esta época, normal que la extrañes tanto — dijo el jerarca.

— Tranquilo, pronto me pondré el atuendo del Equipo Galaxia, que sé que te gusta verme así — dijo, un poco juguetona.

— *sonríe*

La conversación acabó, pero Akari aprovechó ese silencio para intentar hacer algo. Está observaba la mano de Adaman, estuvo mucho tiempo ansiando agarrarla, sin embargo pasó tanto tiempo que tenía mucha vergüenza de hacerlo, debía volver a acostumbrarse a estar con la persona que amaba. Por eso mismo, con impotencia, no pudo agarrarla.

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Nuestros héroes llegaron a la entrada principal del hotel, al fin podrían salir al exterior y recibir unos rayos solares mañaneros. Pero antes de que Adaman pudiera salir Akari lo detuvo y Sabi se bajó de sus hombros.

— ¿Chicas, qué hacéis? — preguntó Adaman, con confusión.

Akari le tapó los ojos a Adaman mientras que Sabi le agarró la mano derecha para guiarlo.

— Tu solo déjate llevar— dijo Sabi, sonriendo y empezando a caminar, jalandolo.

— Eh... ¿okey? — dijo.

...

Cuando salieron y dieron unos cuantos pasos, Sabi y Akari se detuvieron.

— ¿Porque tanto suspenso, que tengo que ver? — preguntó Adaman.

— ~1... 2... ~ — susurraron las entrenadoras.

— ¿Chicas?

— ¡Y TRES!

Akari quitó sus manos de los ojos de Adaman y...

— ¡¡¡SORPRESAAA!!!

Adaman quedó perplejo, todos sus amigos, a los cuales no había visto desde el incidente de Munkidori, estaban delante de él, viéndole con alegría. Fue una lástima, su reacción no fue tan fácil de describir.

— ... ... ... ¿E?

.
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Fin del cap...

La historia continúa...

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