Capítulo 104: Fin del Arco del Refulgente
Capítulo 104
Adaman Vs. N (Ronda final)
[FIN del tercer ataque del Imperio]
[Comarca de Noroteo/Kitakami, Villa Versui]
{En el futuro}
Narrador Neutral:
Durante la retirada de Adaman del pueblo, los esfuerzos de Irida hicieron frutos, los ciudadanos, intactos, podían salir de su refugio para volver a ver la luz del sol, o más bien esta vez, la bella luz del amanecer. Junto con Carola y Elena, la jerarca del Clan Perla guió a todas esas personas inocentes hacia alguna zona de Villa Versui donde permanecieran a salvo de los incendios, Sabi, Perrin y Iono entre ellas.
El segundo paso fue rescatar y sanar a todos aquellos entrenadores que formaban el grupo de nuestro protagonista, aquellos que habían arriesgado cuerpo y alma para protegerlos a todos ellos y resistir hasta la llegada del jerarca.
Tercer paso, dividir roles, para acortar el mayor lapso de tiempo posible, toda la población de Villa Versui se dividieron en dos bandos: Los que ayudarían con la recobrada de los heridos y los que ayudarían con sus Pokémon a apagar los incendios que Ghetsis, general caído, provocó en la villa.
Quagsires, Poliwhirls y Poliwags, Magikarp y Gyarados, todos estos Pokémon acuáticos daban uso de sus movimientos para apagar las llamas que recubrían los edificios que componían la villa. Mientras en otro lugar, los heridos eran tratados.
Allí, Irida tuvo una pequeña y consoladora conversación con Iono, que era la única entrenadora que no resultó herida.
— ¿Viste a Adaman? — dijo Iono — ¿Verdad?
— *Se voltea* Si, me salvó la vida, ahora irá a acabar lo que nosotros empezamos — dijo la jerarca.
— ... Me alegra mucho no estar tan preocupada como antes, ahora viendo que ha matado a Ghetsis parece que no este dispuesto a perder otra vez, ha cambiado, pero para bien — dijo la streamer.
— No puedo negar nada de lo que dices, pero lo cierto es que, después de esto, debemos fortalecernos para estar a su nivel, no podemos quedarnos atrás, debemos superar las muertes que nos podrán rodear y seguir luchando — dijo la rubia — Es más, es así como Adaman ha vivido su vida desde que nació: deprimiéndose y luchando.
— Si... "Realmente me siento afortunada de haberlo conocido" Cuando va a empezar su último combate contra N? — preguntó Iono.
— De hecho... calculando el tiempo que ha pasado, estoy segura de que... ya se estará midiendo con N, en este mismo momento — dijo Irida.
Las dos entrenadoras dirigieron su mirada hacia el ardiente bosque denominado como el Soto Sempiterno de Noroteo, donde, seguramente, debería hallarse el enfrentamiento más intenso de toda esta guerra hasta el momento...
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[Soto Sempiterno]
Adaman y N, últimos combatientes en pie de este discurso apocalíptico, ya se habían batido en duelo hace unos cuantos minutos, ahora, podemos observar, en toda presencia, la intensidad del combate Pokémon en el que participaban en aquella planicie ardiente en medio del bosque que los rodeaban: Celebi Vs. Zoroark.
— ¡Fitoimpulso! — ordenó Adaman.
— ¡Tajo Umbrío! — ordenó N.
Los dos combatientes se acercaron mutuamente para colisionar sus extremidades en medio del campo, Celebi cada vez que colisionaba contra su enemigo rebotaba y regresaba para intentar propinarle otro golpe, como si el zorro fuera un punto gravitatorio que lo atrajera.
Celebi arremetió sin miedo contra el vientre de Zoroark, llevándoselo consigo hasta varios metros de distancia.
— ¡Deshazte de él con Lanzallamas!
— "¡Dale una patada en la mandíbula!" — dijo Adaman.
Zoroark, siendo empujado por Celebi, estuvo a punto de incinerarlo con su lanzallamas, pero este Pokémon singular aplicó una patada ascendente en su mentón, cerrándole la boca y obligándolo a disparar el lanzallamas hacia arriba.
— ¡Ni tus estrategias más inteligentes podrán hacerme frente Adaman! No eres nada! — gritó N — Lanzallamas contra el suelo!
Para apartarse y dar distancia entre él y su oponente, Zoroark ágilmente hizo un mortal hacia atrás, expulsando en el aire un torrente de llamas contra el suelo que lo incendió todo a su alrededor.
Celebi no pudo protegerse y recibió las quemaduras, había sido quemado y ahora recibiría daño constantemente de ellas.
— Ves ese estado, ¿verdad? Puedes sentir ese dolor continuo...? Pues esto no es nada comparado a mi propio infierno Celebi, ¡acostúmbrate a ser un guerrero! — dijo N, sonriendo.
— No tan rápido, N — dijo Adaman.
— ¿Huh?
— No subestimes a un Pokémon singular — sonrió.
El Pokémon singular encontró desprevenido al general, porque tan solo recibir ese problema de estado lo pudo curar al instante, esa era su habilidad Cura Natural, que sanaba sus problemas de estado al descansar durante una pequeña cantidad de tiempo.
— Vaya vaya... tal vez os guste luchar siempre en las malas, pero sí que sois capaces de darle la vuelta a todas las situaciones a las que os exponéis — dijo N — Me siento muy afortunado de poder presenciar a un antiguo habitante de Hisui teniendo un gran vínculo con un Pokémon.
— Hablar y alabarme no te va a servir de nada N, yo ya no soy aquel hombre al que derrotaste, yo ya no soy aquel entrenador al que humillaste, yo ya no soy aquel jerarca al que buscaste... — dijo, con una mirada asesina.
— ...
— Yo ya no soy tu "mejor amigo" — dijo.
Antes de que el general pudiera responder, Celebi los tomó por sorpresa, acatando una orden mental del jerarca usando Doble Equipo y Energibola al mismo tiempo.
Zoroark recibió una lluvia de energibolas desde el cielo, siendo rodeado de varias explosiones de polvo y humo en los alrededores que le crearon daños severos en todo el cuerpo. Luego de terminado su trabajo, todas las copias del Pokémon singular se esfumaron.
— ... No importa lo que tú me digas Adaman, más bien, no me importa lo que nadie me diga, todos vosotros seguiréis siendo mis amigos, hasta que yo decida
el fin, o hasta el desenlace de nuestras vidas — dijo N — ¡¡¡Los inferiores una vez estuvieron en el fondo de todo, ahora es nuestro turno, ahora llegaremos a la cima de todo, porque la balanza de este mundo no puede ser ignorada, y personas insignificantes como ustedes no van a negar una ley tan poderosa como esa!!! ¡PULSO NOCHE!
Zoroark almacenó toda la energía que recolectó en combate, envolviéndose en un aura magenta cada vez más imponente, tenía la intención de acabar ese combate con su movimiento más poderoso, Adaman y Celebi no podían permitir eso.
— "Celebi, no hay de otra, tienes que utilizar todo tu poder en tu siguiente ataque para detener el Pulso Noche..." — dijo Adaman, mentalmente.
— ¿¡Crees que podré detenerlo...?! — inseguro
Zoroark cada vez más brillaba con más intensidad, la onda expansiva estaba a punto de ser liberada.
— ¡Confía en ti! ¿¡Te has enfrentado a infinidades de Pokémon legendarios a lo largo de tu vida y ahora vas a tener miedo contra un simple Pokémon?! ¡¿Dime que pensaría tu hermana de ti, eh?!
— ...
— ¡AHORA! — gritó N.
Zoroark liberó la onda oscura de sus manos, destruyendo y desintegrando todo lo que tocaba, a Celebi le tocaba detener el ataque especial con toda su potencia acumulada. Adaman ya lo provocó lo suficiente.
— "Tienes razón Adaman, esto comparado con todos aquellos combates... ¡NO ES NADA!"
Celebi se inundó en una energía que parecía provenir de la mismísima naturaleza, pareciendo un meteoro de color verde, se impulsó sin miedo y arremetió con toda su fuerza hasta el Pulso Noche, la fuerza del choque fue tal que rompió la barrera oscura tan solo chocar con ella con su cabeza usando Fitoimpulso.
— "¡¿Que?! Rompió la barrera?!" — pensó N, impactado.
Zoroark no podía moverse hacia un lado, Celebi lo alcanzó muy fácilmente con su nueva velocidad, colisionando todo su cuerpo contra el vientre del Pokémon Disfrazorro y llevándose consigo hasta el otro extremo del campo de batalla ardiente.
— "¡Imposible... imposible! Ese Pokémon nunca ha sido capaz de derrotar a nadie! ¡No hay ninguna lógica en lo que veo! ¡NINGUNA!" — pensó N, enojado.
— ¡Si la hay N! — dijo Adaman, leyéndole la mente.
— ¡¿EH?!
— ¡Los Pokémon son como los humanos, tú una vez caíste en el vacío y regresaste tan fortalecido como aquellas personas con las que deseabas estar, los Pokémon también son capaces de lograr tales hazañas! ¡Si llegamos hasta aquí es porque estamos dispuestos a no rendirnos otra vez, VAMOS A GANAR! — gritó Adaman, sonriendo.
N se quedó mudo, un pequeño trance en donde un pequeño recuerdo no tardaría en proyectarse en su cabeza.
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"Zorua — dijo N, con mucha hambre"
"[Dime]"
"Si algún día conseguimos salir de aquí... ¿qué querrás hacer?"
"[*Se rie* Yo estoy dispuesto a hacer lo que tú quieras N, de nosotros dos eres tú el que necesita un mundo mejor, me esforzaré por hacerte la persona más feliz del mundo, de la manera que tú quieras] — dijo el Pokémon"
"... La persona más feliz del mundo... me preguntó si un niño como yo podría entender lo que se siente al ser esa persona... me preguntó si algún día... podría llegar a ser ella, junto a ti, mi mejor amigo — dijo el niño peliverde con dos lágrimas sinceras que bajaban hasta su mentón"
"[Podemos conseguir lo que sea que estemos dispuestos a ser, solo confía en ti, y confía en mi] — lo consoló"
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Las venas de los pulso del general se inflaron y sus músculos se tensaron, recordando eso en el peor momento, N sintió una ira incontrolable y su único deseo era matar de una vez por todas a Adaman.
Y después de oír lo que le dijo el jerarca, gritó.
— ¡NO ME HAGAS REÍR!
Zoroark usó Tajo Umbrío, sin embargo Celebi lo esquivó hacia un lado y en pleno vuelo propinó una patada en su rostro, el zorro contraatacó con otra, ambos Pokémon, superando sus límites, empezaron a intercambiarse patadas y puñetazos en medio de aquella planicie incendiada, el fin del combate se acerca.
Ambos Pokémon usaron Energibola y Onda Certera, lanzándose mutuamente dos esferas llenas de energía que explotaron al mínimo contacto.
— ¡¡¡Antes de conocerte yo me di cuenta de que no caminaba como si fuera el mejor entrenador, caminaba como si no me importara quien es el mejor entrenador!!!
— ¡Puedes cambiar lo que quieras N, pero lo que nunca podrás cambiar será tu pasado! Si no sabes cuál es tu deseo pues encuéntralo, no te rindas!!! — gritó Adaman.
— ¡CÁLLATE!
Zoroark falló un Tajo Umbrío del que Celebi evadió agachándose, el Pokémon singular no desaprovechó la oportunidad y mandó el Pokémon hacia las nubes con Fitoimpulso, lo iba a rematar con un último golpe meteórico.
— ¡¡¡La vida es así, y tenemos que entenderla!!! ¡FITOIMPULSO!
— ¡¡¡Esquivalo!!!
Celebi, encima de Zoroark, sabía que llegó su momento, el momento de alcanzar la gloria, el Pokémon singular arremetió como un meteorito contra el zorro, llevándoselo consigo hasta el suelo, colisionando contra este, creando una explosión gigantesca y dándole un fin asegurado a este duro e intenso combate Pokémon.
...
Cuando la pantalla de polvo y tierra se disipó, N estuvo a punto de desmoronarse cuando vio a su Zoroark fuera de combate.
Finalmente, Adaman había derrotado al quinto general de Volo, N.
Desgraciadamente, Celebi cayó rendido contra el suelo luego de derrotar a su oponente, aparentemente desmayado, había hecho un buen trabajo y Adaman, sin ser su entrenador, estaba muy orgulloso de él, ahora podría descansar, eso era lo que se merecía desde hace bastante tiempo. Un buen, largo y agradable descanso. Pero no solo para descansar, también para soñar, porque aquellos bellos sueños de los que él nunca habló estarán por cumplirse, algún día, en esta miserable guerra.
— ...
— ...
— ¿Q-q-que... que acaba... de pasar...? — dijo N, incrédulo.
— Que has perdido — dijo Adaman, con la voz baja.
— .... ... ¿Qué...?
— Supongo que una persona como tú se habrá olvidado de lo que se siente en este momento.
— ...
N se arrodilló, con la mirada perdida y la boca abierta, intentando aceptar que lo que anteriormente dijo Adaman era cierto, hacia transcurrido mucho tiempo, muchos días, muchos años, desde que perdía no ningún combate Pokémon, tantos que se había olvidado totalmente de lo que se sentía.
— ¿Perdí? — preguntó, viéndose las manos ensangrentadas.
— ... — Adaman lo miraba con serenidad.
— ...
En la cabeza de N no solo era presente la incredulidad, también un sinfín de preguntas que solo él podría responder, no obstante, carecía de la capacidad de darle sentido a todo lo que le tuvo que suceder, sencillamente, no lo comprendía. Tantos asesinatos, tantos crímenes, tantas visiones, tantas pesadillas, tantos combates, y tantos encuentros, hicieron de N un humano renovado, un humano sin orígenes.
El amanecer todavía no iluminaba lo suficiente el ardiente Soto Sempiterno, los incendios forestales seguían pintando el cielo de un color anaranjado, mientras las cenizas se elevaban con el poco viento y oxígeno que había en esa planicie infernal.
Un gran porcentaje de la sangre de N ya había abandonado su cuerpo debido a todas las heridas recibidas, sin embargo, como un misterio para nosotros, el general todavía no ha caído desangrado, solo arrodillado, temblando.
Finalmente, adentrándonos en su expuesta y vulnerable mente, seremos capaces de ver con nuestros propios ojos lo que N recordó en ese mismo momento: Su pasado.
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Narra N:
Cuando abrí los ojos, la confusión no tardó en recorrer todo mi cuerpo. No obstante, iba a ser consciente de que todo lo que mis ojos iban a visualizar en este pequeño lapso de tiempo sería una ilusión, o más bien, una reminiscencia mía.
Lo que se situaba frente a mi, frente a mis ojos, todo mi campo de visión era ocupado por una humilde residencia en medio de una ciudad pobre: Mi casa.
No me asusté, ni tampoco me aterroricé, ¿la razón? Sabía que en realidad no me hallaba allí porque podía ver claramente a mi yo del pasado parado en el salón principal, con la mirada fija en algo, cuando me acerqué con cautela, lo que mi otro yo, que tenía lo que parecía ser un pequeño cuadro en la mano, estaba presenciando eran los cuerpos masacrados de mis padres. Uno al lado del otro.
Aquella imagen representaba literalmente toda mi historia, y hablando de ella, melancólicamente, supongo que ya no puedo dar un paso atrás ni tampoco redimirme, tendré que contaros... como llegue a esa situación.
Esta es mi historia:
...
No consigo rememorar la edad que tenía en aquel entonces, si dos o cuatro, pero no importaba la época, si en primavera o después de las vacaciones de verano, en la escuela nadie me devolvía las palabras, no importa que hiciera, era algo totalmente imposible: hacer amigos.
La única persona a la que podía considerar como un amigo era mi hermano mayor, podía, ahora no, murió en un accidente de tránsito cuando apenas alcancé los dos años de edad.
El primer año después de su muerte no fue duro de superar, pero eso no era una buena señal, recalquemos que era un simple infante, asimilar la muerte de alguien que podría haber convivido conmigo toda mi vida no era posible para una mente tan inocente como la de un bebé. El tercer año sí que lo fue, me atrevería a decir que un 40% de los 365 días de ese año lloraba cada noche por su muerte.
Luego, cuando cumplí los cinco años, las puertas del infierno se abrieron ante mí por primera vez.
La muerte de mi hermano afectó demasiado a mis padres, tanto que su anhelo por la crianza de sus propios hijos desapareció por completo, para ellos, criar al único hijo que les quedaba después de la muerte del otro sería una pérdida de tiempo.
Es por eso que hasta ahora me empezaron a maltratar, querían matarme poco a poco, porque ya no querían tener hijos con los que lidiar. Esa es la razón.
Podrían haber considerado ponerme en adopción, pero ya que, incluso para unas mente tan perturbadas como la de ellos en una época tan oscura después de una pérdida fatal era hasta algo inviable pensar en todo el proceso para hacerlo, por lo que decidieron pasar al plan más sencillo y cruel: encarcelarme.
Pasé 5 años enteros sin dormir ni una sola noche bajo las cobijas que tanto me acaloraban en esa ciudad glacial, ahora mi nueva habitación... o más bien mi nueva casa era el sótano, un lugar oscuro, lúgubre y helado. Donde lo único en lo que podía recostarme o tan siquiera apoyar mi cabeza eran pocas piezas de cartón.
Y créeme, cinco años son mucho, y más cuando vives de alguna manera que ralentice tu tiempo.
Se me permitía una sola vez ir al baño durante 48 horas, mi padre se iba a trabajar muy temprano, y cada día que pasaba más irritado y presionado estaba. Y que iba a pasar, obviamente me usaría a mí para desahogarse, mi madre tampoco se quedaba atrás, trabajaba en casa.
Mis cuidados obviamente desaparecieron, al no poder cortármelo, mi pelo, que anteriormente era corto, empezó a crecer y crecer, es por eso que en el presente me lo dejé largo, para recordarme el motivo por el que estoy aquí.
Lo mismo con mi alimentación, incluso un esclavo comía mejor que yo, dos rebanadas de pan al día y un vaso grande de agua, parecerá mentira, pero eso es suficiente para mantener con vida a una persona, al menos por bastante tiempo.
Las veces que me enfermé allá bajo eran incontables, sin embargo no eran lo suficientemente graves para poder matarme tan siquiera, cuando eso era lo que más deseaba en aquel tiempo, morirme.
No tenía el valor de suicidarme, estamparse la frente contra un muro no era algo sencillo.
Recibía palizas de parte de papá, en la peor de ellas recuerdo haberme hecho un esguince en el pie, estuve dos días sin poder caminar correctamente. El frío cada vez se volvía más insoportable, sumada el hambre, dormir más de ocho horas era algo totalmente irrealizable, ¿sabéis porque? Porque el hambre mantiene despierta a la gente.
No alcanzo a recordar cuántas fueron las veces que le supliqué a mis padres matarme, pero no lo hacían, por alguna madita razón iban a déjame allí, en aquel receptáculo, pudriéndome. No cabe recalcar que ya mis ojos eran incapaces de soltar más lágrimas, estaba demasiado resecos, y las bajas temperaturas no ayudaban a sanar eso.
Podríamos olvidarnos de mi educación, para intentar distraerme allá bajo, esperando al día de mi deceso. Empecé a estudiar todo lo que un entrenador Pokémon necesita para viajar, si, soy uno más del montón, yo también quiero ser entrenador, o más bien soñaba con ello, mi vida estaba condenada y no iba a poder serlo. Antes de llegar hasta aquí, ya había estudiado mucho los combates.
Pasados tres años, mi deseo de morir empezó a desaparecer, me di cuenta de que no importaba cuanto sufriera o me enfermara, nada era suficiente para acabar conmigo, ahí entré en consciencia de que, si tenía la suerte de mi lado, no estaría toda mi vida encerrado allí, por lo que empecé mi año de recuperación.
Me ejercitaba con las pocas fuerzas que tenía en el sótano, tener un calor corporal caliente con aquel frío no era bueno, pero si no me movía empeoraría de igual forma. Necesitaba fuerza y dejar atrás mi flaqueza. Con el tiempo mi deseo fue remplazado por uno de venganza, sabía que me estaba volviendo loco, quien no lo haría, si quería salir de allí, alguien en esta casa debía morir.
Hubo un día en el que no desaproveché mi oportunidad de salir del sótano cuando mis padres estaban ausentes en casa, quien sabrá lo que estuvieran haciendo aquella noche.
Sin embargo sabía que una cámara de seguridad se hallaba en la entrada principal, por lo que no podía salir, vivo en un sexto piso, no puedo escapar por cualquier otro lado que no sea la puerta de mi residencia.
Lo único que podía hacer era ir al jardín a recoger todo el alimento posible, es uno artificial, no puedo dirigirme a la cocina, si mis padres se dan cuenta de que hay menos comida ya sabrán a quien echarle la culpa, sería mi fin.
Lo único que cultivamos son tomates, mi mejor recurso será comérmelos todos para saciar de una vez por todas esta hambre infernal y alargar aunque sea un poco mi esperanza de vida.
Si, mi padre sabe que me los habré comido yo, pero por alguna razón es un hombre al que no le importa nada más que los alimentos de la cocina, ya que, los del jardín pueden volver a cultivarse cuando a uno le convenga, y de seguro no le molestara verme con vida unos pocos días más.
Después de digerir todo, regresé al jardín para poder respirar un aire que sea limpio y fresco, pero, en un momento así, no me esperaría haberme encontrado a un pequeño Zorua que se había infiltrado en ese lugar.
En ese momento, hice realidad un sueño que había dejado caer en el olvido: Hacer un amigo.
...
2 semanas después.
Narrador Neutral:
La madre mal tratadora caminaba lenta y perezosamente por el pasillo de la casa, con un vaso de agua y un plato de plástico con dos rebanadas de pan, se dirigía a la puerta donde, seguidas las escaleras detrás de ella, se hallaba el sótano.
Cuando se detuvo frente a ella, descendió su mano para rotar la manija de la puerta para abrirla, pero cuando se dio cuenta, esta no llevaba, de alguna manera, le habían sacado la manija desde adentro con algún objeto, y eso, al menos para ella, no indicaba nada bueno.
Antes de poder reaccionar ante el horror, la madre fue interrumpida cuando la puerta fue pateada desde adentro por parte de N, todo este tiempo estuvo abierta.
El niño peliverde alzó una pistola.
Podemos saber que pudo abrirla con un disparo mientras los padres no estaban en la residencia, y también que su Zorua se había esforzado bastante para robarla de algún lugar de la ciudad para traérsela. Todo se podía resumir en... el plan definitivo de N para acabar de una vez por todas con su sufrimiento.
Sin piedad, N disparó, haciendo que una precisa bala atravesara la frente de la mujer, instantáneamente, la mató.
Por mucha satisfacción que sintiese, por mucha locura y alegría le recorriese el cuerpo, N seguía viendo el cadaver de sus madre con una cara neutral, sin expresión, como si no le importara nada de lo que estuviera por hacer a continuación. Al escuchar la televisión en el salón principal, sabía que su padre ya había llegado de trabajar, su momento había llegado.
— ¡Yasmine, tráeme otra botella de cerveza! — gritó el padre, con desinterés.
Repentinamente, el hombre sintió un ruido seguido de un pequeño temblor en la habitación, cualquiera lo podía reconocer, el sonido que hace algo pesado al caer contra el suelo. Cuando se levantó, se dio cuenta de que se hallaba el mismísimo cuerpo de su esposa desangrado en el suelo de madera, y, detrás de ella, se encontraba el niño, su propio hijo.
Más que enojarse, se asustó, alcanzó a ver que el infante tenía una pistola en la mano derecha, y sabiendo toda la ira que habría reunido desde los cinco años decidió no moverse de su sitio, empezando a temblar.
Mas temprano que tarde, el padre giró su mirada hacia la otra mano de N para ver cómo sostenía el cuadro de su hermano muerto.
— Venga ya N... tú sabes que no quieres hacer esto... — dijo el padre, con una sonrisa nerviosa, pero aterrorizado por dentro.
— ... — no dice nada y alza la pistola, colocando su dedo en el gatillo.
— ¿¿Q-quieres que te libere?? ¿Eso es lo que quieres??? Está bien te dejaré ir, pero por favor... baja esa pisto-
Antes de dejarle acabar, el peliverde jaló el gatillo.
Pero... desgraciadamente, quien iba a saber que el arma solo tendría una bala, se había quedado sin munición.
Una expresión de victoria poseyó el rostro del hombre.
— ¡Oh, que pena, ¿¡acaso ya no vas a poder matar a tu querido padre, MALNACI-
No obstante, N ya sabía que eso iba a pasar y, detrás de él, apareció su Zorua bien entrenado, saltando y transformándose en un Scyther, antes de que el hombre pudiera atacar, alzo una guadaña y lo cortó verticalmente por la mitad, pintando todas las paredes del salón principal de sangre y vísceras.
Con aquel cuadro de su hermano en la mano para únicamente recordar la nostalgia a su lado, N se quedó viendo los cadáveres masacrados de sus padres en el suelo.
Lo había logrado, se había convertido en un asesino.
... ... ...
— Pobre alma tan mal conducida... — dijo la voz de Ghetsis.
... ... ...
— Puedo sentirlo, todas tus penurias, todas tus ganas por vivir la vida que tus padres te prohibieron, toda tu sed de sangre y venganza...
... ... ...
— Ya se, ¿porque no te unes al equipo Plasma? De seguro, dejando ese maldito sótano atrás, podrás sentirte una vez más en casa, ¿qué me dices?
... ... ...
— ... ... ... Está bien — dijo N con un hilo de voz, manchado de sangre.
... ... ...
Esta fue la historia que narra el esfuerzo que tuvo que ejercer un niño para escapar de un infierno.
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Regresando a la actualidad, N abrió los ojos luego de aquel largo trance donde pudo recordar todo lo que le sucedió en su pasado, completamente desconcertado al haberlo rememorado en un momento tan difícil como ese.
Todo seguía en su devastado orden, las llamas no cedían y los rayos del amanecer todavía invadían el bosque al ser tapados por las nubes tan contaminadas por el polvo y cenizas. Adaman seguía parado frente a él y su Zoroark, obviamente, estaba debilitado.
Respecto a lo que recordó, N no entendía lo que le sucedió, quizá fue un túnel de luz, tal vez fue una casualidad, pero lo que finalmente le interrumpió sus pensamientos fue ver que ya no le dolía el cuerpo.
Las heridas, la sangre y las marcas de golpes, todas y cada una de ellas ya no estaban en el cuerpo del general, pareciese que hubieran desaparecido. Arrodillado, N alzó el rostro para tener un contacto visual con el jerarca del Clan Diamante.
— ... ¿Qué me hiciste?
— Celebi no se desmayó en realidad, pero sí que aprovechó sus últimas fuerzas para sanarte por completo, ahora lógicamente sí que lo está — explicó Adaman.
— ... ¿Me habéis... curado? — viéndose las manos.
— Si, pero es raro, a pesar de estar veinte minutos en trance no he sido capaz de leer tus recuerdos, es notable que no he dominado el aura por completo — dijo Adaman.
El peliverde se alivió, ¿la razón? No quería revelarle su pasado traumático a la persona que probablemente sería una de las únicas en este mundo capaces de derrotarlo. Recuperado, N se levantó, parándose frente a Adaman con un expresión sería marcada en el rostro.
La tensión se podía cortar con un cuchillo, el ambiente era invadido constantemente por el silencio, por alguna razón que nadie sabría.
— Porque me has curado — preguntó N.
— ... Hace unos momentos... dijiste que habías perdido — dijo Adaman — Pero cuando me centre en tus pensamientos puedo recordar que tuviste un desmorone total, sé que perder es devastador, pero tampoco tanto, estoy seguro de que no solo te estabas refiriendo a este combate, si no a algo más, sabiendo todo lo que te podría haber pasado cuando eras un niño.
— ...
Guardando silencio, el entrenador de Unova no tenía muchas preocupaciones sobrantes, había llegado a su clímax, después de lo que podría pasar a continuación, no le importaría nada lo que sucedería después, por lo que prosiguió a contestarle a quien consideraba su amigo.
— Siempre se me aparecían en la cabeza imágenes de niños de mi misma edad gozando la juventud en su viaje Pokémon, miles de jóvenes con actitudes similares a la mía pasándola bien en grupo, cuando tú eres uno de ellos es algo hermoso pensar en ello, pero cuando eres alguien que fue separado de la humanidad... no.
— *escuchándolo*
— Yo solo quería ver las estrellas, yo solo quería ser como los demás, yo solo quería comportarme como un humano más — dijo N — Pero no, la vida estuvo y siempre estará en mi contra, no importa cuántas veces me levante, no importa cuántas veces no me rinda, no puedo cambiar nada, estoy destinado a ser un demonio, mi futuro siempre estuvo escrito en un libro.
— ...
— Y ahora, analizando lo que me dices, sabiendo que todo este tiempo en realidad no querías evangelizarme, puedo deducir que mi combate no ha acabado, no aún — dijo el peliverde.
N separó las piernas, cerró los puños y se puso en una pose de combate, tenía razón, el combate Pokémon podía haber concluido, pero el enfrentamiento no, ninguno de los dos había muerto aún, eso todavía no se había decidido.
— Tuviste dignidad y me sanaste para combatir contra mí en igualdad de condiciones, ¿me equivoco? — dijo N, serio y preparado.
Adaman, pensativo, ignoró su deducción.
— ... Sé que no me merezco decirte que te entiendo, pero... luego de la forma en la que tomaste tu venganza... ¿sabías que no había marcha atrás, verdad?
— Y qué quieres que te diga adaman, vosotros me habéis convertido en lo que soy ahora, mi propia raza, mi propia existencia.
En ese momento, ambos entrenadores cerraron sus bocas y dejaron de conversar, Adaman, viendo como su enemigo tomó una pose de amenaza, él también tomó la suya, preparado para combatir en un combate en igualdad de condiciones.
La última ronda empezaría de verdad, allí y ahora. Sin Pokémon, a los dos solo les quedaba batirse en duelo sangriento para concluir de una vez por todas quien es el más fuerte de los dos.
Quién... después de todo lo que vivió, se merecía vivir.
N se quitó la camisa blanca que cubría la prenda negra que tenia debajo, atándosela por la cintura para sentirse más cómodo y ligero, Adaman hizo lo mismo, se sacó de encima su saco azul y se lo ató a la cintura, entre las cenizas y las llamas, el color respectivo de los ojos de los dos entrenadores empezaron a brillar, sumados los dos aretes blancos de Adaman, como si hubiera algún objeto luminiscente que hiciera reflejar su luz en ellos.
El inicio del último duelo de Noroteo podía ser declarado.
— ...
— ...
Ambos entrenadores avivaron mutuamente el aura de sus seres superiores, con furia, se impulsaron a la vez para colisionar en el centro del bosque ardiente y crear la primera onda expansiva de viento creada a partir de su fuerza sobrehumana.
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Cerca del enfrentamiento, Carmine fue despertada por la primera onda de viento que sacudió el árbol donde se hallaba recostada, se había quedado dormida, pero tardó en darse cuenta de que ya no estaba herida, el Deseo Cura de Celebi hizo efecto en ella.
Antes de que por instinto puro se dirigiese hacia donde se encontraba Adaman, recordó lo que este le había advertido antes de dejarla allí.
"— En dos horas aproximadas todas tus heridas desaparecerán, cuando veas que puedes volver a moverte, no intentes buscarme, haz todo lo contrario, ve con los demás a Villa Versui — dijo Adaman — No preguntes porque, no voy a dejar que vuelvas a estar en peligro, después de todo, ni siquiera he calentado"
En el fondo le dolía dejar solo al jerarca, pero él mismo fue quien le dio aquella orden, sin rechistar, Carmine se dio la vuelta, mirando en la dirección contraria, donde se hallaba la salida del Soto Sempiterno.
— ~Acaba con esto Adaman, acaba con lo que empezamos~ — susurró Carmine, empezando a correr.
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Nos acercamos, expectantes, una última vez más, al último combate humano de Kitakami, situado en la planicie ardiente central del Soto Sempiterno, Adaman y N ya habían iniciado su duelo, con nada más que luchar que con sus puños, ambos entrenadores, bendecidos por dos energías completamente distintas entre sí, estaban dispuestos a acabarlo todo.
N intentó aplicar un puñetazo directo en el rostro de Adaman, pero por acto de reflejos el jerarca pudo bloquear el golpe con sus dos brazos, acto seguido dio un salto leve para propinar una patada lateral de la que N se pudo defender bastante bien con un brazo.
El general fue empujado del golpe, pero se levantó y empezó a correr salvajemente a por Adaman, este se agachó, recordando a la forma en la que un boxeador esquivaba un gancho derecho para darle un puñetazo en el rostro al peliverde.
Antes de recibir otro, N se dejó caer hacia atrás, amortiguando su caída con sus dos manos y impulsándose hacia arriba para recomponerse a la vez que pudo retroceder, digamos que hizo como una especie de rueda hacia atrás.
Adaman se recompuso, levantando los puños e impulsándose para tomar la ofensiva.
El codo de N colisionó con el brazo de Adaman, estos dos combatientes empezaron a intercambiarse golpes estando muy cerca el uno del otro, finalmente N alargó la distancia suspendiéndose en el aire y aplicándole una doble patada de la que Adaman no pudo evitar recibir bastante parte del daño.
Levantándose, los dos se acercaron entre sí para colisionar sus puños, creando una gran corriente de aire que sacudió el bosque entero.
N estaba siendo ágil, porque desvió el puño del jerarca y lo mandó a volar hacia el bosque con una patada, siguiéndole después de ella.
Adentrándose en el basto bosque infernal, Adaman detuvo su retroceso enterrando los dedos de sus manos en la tierra, sin embargo N ya lo alcanzó para obligarlo a seguir desplazándose entre los árboles.
El jerarca se veía en aprietos, el quinto general era poderoso, al menos si hablamos de fuerza y agilidad propia. En aquel territorio debía pensar en alguna manera de jugar con lo que le rodea y poder ganar la ventaja que estaba perdiendo poco a poco.
— "No conseguirás nada esperándome... soy más rápido que tú, ¡me anticipo hasta tus mismísimos reflejos!" — pensó N, enojado.
El peliverde pensó haber alcanzó al jerarca dándole una patada al aire, Adaman se había esfumado, eso daba a entender que su velocidad era muy comparable a la suya.
— ¡¿Uh?!
Cuando alzó la cabeza, observó como Adaman estaba rebotando en los troncos de los árboles para terminar recibiendo una patada descendente de este, siendo retrocedido. El jerarca estaba consiguiendo adaptarse a ese terreno.
— "¡Mierda... me confié y bajé la guardia, ir a bocajarro no fue mala idea, pero tampoco puedo arriesgarme demasiado!" — pensó N, recuperándose de la patada.
Aprovechando que estaba aturdido, Adaman agarró la cabeza del general por detrás y la bajó hasta su rodilla, propinándole un rodillazo en la nariz que provocó un derrame nasal en ella.
— "¡Hah! ¡Si no me recupero no me puedo centrar en su siguiente ataque...! Debo pensar en alguna manera de alejarme de él!" — pensó el peliverde, recibiendo más daño.
El jerarca, viendo vulnerable a su enemigo, realizó un combo, propinado dos primeros ganchos en ambas mejillas de N seguidas de dos patadas en las costillas, acabando con un puñetazo directo en el pecho.
— "¡Imposible...!" — pensó N, escupiendo sangre.
El general fue mandado de vuelta a la planicie donde el enfrentamiento comenzó, cayendo y rodando por el suelo al no tener fuerzas para recuperarse rápidamente.
Adaman, totalmente callado para concentrarse, empezó a correr para llegar hasta donde este le esperaba tumbado.
El general vio su reflejo en un pequeño charco que no había sido vaporizado por completo en aquel incendio forestal, a pesar de haber sido sanado volvía a hallarse completamente destrozado, su contrincante había igualado la batalla en medida de segundos.
Pero no solo era eso, por alguna razón, las frases empezaron a resonar en su cabeza al verse cuando era un niño en su reflejo.
"... La persona más feliz del mundo... me preguntó si un niño como yo podría entender lo que se siente al ser esa persona... me preguntó si algún día... podría llegar a ser ella"
— Grrr... ¡AHHH! ¡¡¡Cállate cállate cállate!!! — N se empezó a golpear la cabeza, intentando callar a sus propias voces que sonaban en su cabeza.
Viendo lo que hacía, Adaman mantuvo la distancia, podía entenderlo, era normal llegar a la locura en algún momento así. Se posicionó con la guardia alta.
— ¡Maldita sea...! — maldijo N, levantándose — ¡¿Porque ahora, porque tengo que recordarlo todo ahora?! ¡¡¡Esta mierda de vida solo busca derrumbarme, y lo seguirá haciendo hasta el último segundo de mi puta vida!!!! — enojado.
— ... — Adaman lo escuchaba.
— ¡¡¡No me desmoronaré, yo ya superé aquel infierno, comparado con ello, TU NO ERES NADA, TU NI NADIE!!! — gritó N.
Cosas del destino, un pequeño trozo de una conversación cruzó la mente del peliverde, una conversación que nunca habría deseado volver a escuchar.
"Cuanto sacrificaría por reencarnar en un niño normal, en una ciudad tranquila, en un mundo lleno de paz, y convertirme a los diez años en lo que todos quieren ser, un entrenador Pokémon...] — arrodillándose."
"— [... Déjame ayudarte]"
"— ¿Uh? — levantando el rostro, lleno de lágrimas y heridas."
"— [Los dos hemos caído en la misma desgracia, pues avancemos juntos y salgamos de nuestro infierno para vengarnos de todos los demonios que viven en él] — dijo el zorro."
— ¡NOOO! ¡CERRAR LA BOCA! — le dijo a los recuerdos que lo debilitaban poco a poco.
Presa de la rabia, en un descontrol total, N se acercó a una velocidad muy diferente a las anteriores a Adaman. Había canalizado la ira que aquellos recuerdos le provocaban por fuerza para ganar ventaja en el combate luego de decaer.
Adaman no se esperó ese cambio de ritmo, recibió un puñetazo izquierdo del peliverde y retrocedió varios metros hacia un lado, N no estuvo satisfecho, lo suspendió en el aire con una patada en los pies y lo volvió a empujar con potencia con otro puñetazo en el estómago en el aire.
— ¡¡¡La vida no comprende que ya mi turno pasó hace muchos años, ahora... ahora os toca a ustedes, a la humanidad, a ustedes os toca sufrir, llorar y pasar hambruna!!! Os es que acaso nací únicamente para transmitir pena?! — gritaba N, cada vez, su voz se quebraba más.
El jerarca tuvo que soportar el dolor del doble golpe, pero antes de recibir otra patada aérea directa en el rostro después de levantarse se hizo hacia un lado previniendo el ataque. Ya allí agarró las dos piernas del general y empezó a girar como una peonza para lanzarlo con mucha fuerza hacia los árboles que se hallaban al otro extremo de la planicie.
— ¡Ghh...! — N acabó estrellándose contra un tronco, estando a punto de romperse la columna vertebral.
Adaman, tomando aliento entre el poco oxígeno disponible que había en aquella zona, empezó a correr hacia el general, este se enojó e hizo lo mismo después de recuperarse.
No obstante, N, entre la rabia y su descontrol, no fue consciente de que Adaman ya pudo anticiparse a la situación, este último lo agarró antes de que pudiera hacer cualquier cosa y, siendo muy inteligente, le hizo un suplex totalmente eficaz que agrietó todo el suelo de alrededor.
— *El peliverde se quejó del dolor*
La ira nublaba cada vez más su vista, N lo veía todo injusto, después de tanto esfuerzo y tantas oportunidades otorgadas no logró ser quien de niño deseó ser, y ahora, se estaba viendo inferior ante una persona a la que pudo derrotar una vez.
— ¡¡¡NO... no...! Tu no puedes ganar Adaman, no te mereces la victoria!!! ES INJUSTO! — gritó N, con una expresión triste y enojada.
El general propinó un placaje con el hombro en Adaman, fue tan potente y rápido que lo lanzó, estrellándolo de espaldas con el tronco de atrás, poco hablamos de él, pero Adaman también está sufriendo mucho daño, y más con aquel último movimiento, cualquiera de los dos podría perder la consciencia en cualquier momento.
Lamentablemente, el último golpe que Adaman recibió lo aturdió gravemente, cayo de rodillas al suelo y se apoyó con sus dos manos para no caer despavorido, él también estaba sufriendo mucho daño, y todo llegaba a sus límites.
— ¡Levanta Adaman, en esta guerra solo vivirán las personas con mayor voluntad, si nunca fuiste una de ellas te recuerdo que yo tampoco la tuve en mi pasado, y mira donde estoy! ¡LEVANTA ADAMAN, O ES QUE ACASO NO ERES COMO YO?!
Repentinamente, N tuvo que toser sangre, le dolía el vientre.
— "No puedo confiar tanto en mi fuerza... él también me propinó demasiados golpes... ¡estamos en las mismas condiciones...!" — pensó N, con los dientes apretados.
Adolorido, Adaman se encontraba impactado al ver lo muy fuerte que N llegaba a ser, tenía razón, si llego hasta allí fue porque paso por muchos obstáculos, porque tuvo su propia aventura, una travesía muy diferente a la suya.
Un breve silencio en el cual los dos expendieron descansando y tomando aire, el jerarca tenia su mirada perdida, veía más allá de lo que sus ojos visualizaban. Hasta que, a él le sucedió lo mismo que al general, un recuerdo pasando a mucha velocidad por su mente, como una flecha que no puedes prevenir. La voz de un fallecido, proveniente de Hisui, una persona que una vez él amó, y también, extraño.
La voz de su padre resonó.
"Hazlo Adaman, deja lo que ya no deseas atrás, ese brillo que se refleja en tus ojos no va a desaparecer pese a tus actos, trata de evolucionar, conviértete en lo que estás dispuesto a ser, ayuda a los débiles, y respeta a los que están a tu nivel, desafía a tus enemigos, tal como lo haría un guerrero aspirando a ser rey — dijo el hombre — Así que, cada vez que te caigas, levántate, abre los ojos, y corre."
Los ojos de Adaman se abrieron, se levantó de golpe luego de recordar aquello. Se paró frente a N, que lo miraba con confusión debido a sus raros movimientos.
Tomó aliento, levantó las manos, las cerró y pensó lo mismo que su familiar le contó en aquel entonces. Siguiendo su consejo como si de una técnica difícil de ejecutar se tratara. No se iba rendir, después de haber llegado tan lejos, no permitiría que tantas almas inocentes hayan sido condenadas en vano.
— "Levántate, cierra los puños, abre los ojos... ¡y corre!" — pensó Adaman.
El jerarca se impulsó desde donde estaba con una velocidad totalmente diferente a las anteriores, N no se lo esperó y recibió un puñetazo en todo el rostro, siendo enviado a cientos de metros de distancia.
Cuando dejó de retroceder, el peliverde tenía la oportunidad de pensar a pesar de estar aturdido por semejante ataque directo que recibió.
— "¿¡Qué es esa velocidad...?! Algo cambió en él...!" — pensó, con los ojos emblanquecidos.
El jerarca se acercó, pero N se anticipó e intentó arrancarle la cabeza de un gancho derecho, sin embargo, Adaman lo esquivó saltando de cabeza, se mantuvo del revés con las manos pegadas al suelo y se volvió a impulsar para enterrar una doble patada en el estómago de N.
El peliverde volvió a caer al suelo, muy herido y dañado, Adaman se recompuso, viendo el estado de ambos, el fin del duelo se acercaba a cada segundo que pasaba, al igual que el sol se empezaba a mostrar en el horizonte.
— "¡Mi cuerpo... no me responde...!" — pensó N, intentando levantarse.
— Te rendiste N — dijo Adaman.
— ¿¡Qué?!
— Te rendiste y te levantaste, pero, grande sea la desgracia, no lo hiciste para proponerte a mejorar este mundo, si no a intentar mejorar tu vida, ese, ese es tu error, tu egoísmo fue lo que te guío hasta aquí, a tu destino — dijo Adaman, levantando los puños.
Los primeros rayos de la estrella del Sistema Solar cayeron en el Soto Sempiterno, y con eso, las nubes empezaban a perder opacidad, las cenizas se seguían revoloteando en el aire, y los incendios no cedían.
— ¿Egoísmo? No me hables de egoísmo... — dijo N, molesto y levantándose — como siempre tratáis de separarme de todos ustedes como si fuera una aberración de la naturaleza, ¡yo no soy egoísta, todos somos egoístas! Nunca buscamos el bien de los demás solo lo hacemos para no quedarnos solos! ¡¡¡El sentido de la vida es encontrar lo que te haga feliz, no hacer que otra persona sea feliz por ti!!!
— ... Creo que malentendiste demasiado N, me duele saber que tuviste que vivir una mentira... — dijo.
— ¡Cállate! Si estoy aquí es porque yo mismo he querido! De esta manera podré ser feliz, encontraré esa alegría...!
"— No solo basta con pedir un deseo, nadie lo cumplirá por ti, esfuérzate y consigue tu propio deseo, N — dijo Volo"
— ¡ESE... ESE ES MI DESEO! — con la voz quebrada.
— Si tu deseo era encontrar tu felicidad entonces me gustaría preguntarte algo, N — dijo Adaman — ¿Acaso estás sonriendo ahora mismo?
Eso callo a N, lo dejo sin habla. No obstante, la ira crecía como una llama que se avivaba en su corazón, no quería seguir escuchándolo, quería matarlo, matarlo y cumplir el sueño de Volo. Solo quería eso, lo deseaba, ignoró su pregunta, gritó y se acercó corriendo para acabar con el combate que concluiría el tercer enfrentamiento de la guerra.
— ¡CIERRA LA BOCA! — exclamó el general, perdiendo el control.
Adaman lo esperó, de cuatro rápidos movimientos, desvió todos los puñetazos de N como si de artes marciales se tratara, el peliverde se le abalanzó, pero este, completamente adaptado al combate, se hizo a un lado para agarrar la espalda de N, subirse encima de ella para acabar en el otro lado y con el impulso del movimiento lanzarlo hacia un tronco cercano.
N se estrelló, pero pudo reaccionar y esquivar el puño de Adaman que estuvo a punto de destrozar el tronco del árbol, le dio una patada, el jerarca retrocedió y contraatacó con otra, el frenesí final estalló y los dos empezaron a intercambiarse todo tipo de golpes.
N lo podía ver, el final del combate, la forma en la que noquearía a Adaman.
Cuando el jerarca falló un puñetazo, N dio un pequeño salto para suspenderse en el aire y concentrar toda su fuerza en la próxima patada derecha, que iba a ser la última. Lo pudo ver, excavó hasta encontrar el punto débil de Adaman, que yacía expuesto delante de él.
La victoria del combate estaba en sus manos.
— ¡MUERE, ADAMAN! — gritó N.
El peliverde propinó la patada con el fin de romperle el cuello al peliazul.
Pero... a una velocidad inhumana, Adaman pudo agacharse, estando a pocos milímetros de recibir la patada, esquivando el movimiento final del general.
— ... ¿Uh...? — impactado.
— ...
Ahora quien estaba expuesto era el peliverde, en aquel momento, ya sin poder hacer nada, teníamos un claro ganador.
— Yo también quiero encontrar mi felicidad N... — dijo Adaman — Pero para hacerlo, debo trasmitirla a los que me rodean, para que algún día, en algún momento, vuelva a mi, y de esa manera... ¡TODOS... TODOS Y CADA UNO DE NOSOTROS...
El puño de Adaman empezó a rodearse del aura de Dialga, para el movimiento definitivo, el jerarca aúno toda la energía que consiguió en su mano derecha. Clavando el pie en el suelo, y creando varias corrientes de aire, Adaman estaba preparado para acabar con todo lo que empezó, desde Ciudad Castelia hasta ahora: Su combate contra N.
— ¡¡¡PODAMOS CONVIVIR EN PAZ SIN PROBLEMAAAAS!!!
Adaman propinó un último puñetazo en el vientre de N, gritando con todas sus fuerzas y, rodeados de su aura, noqueando y derrotando al peliverde, empujándolo a cientos de metros de distancia, hasta llegar al otro extremo de la planicie ardiente.
Cuando todas las partículas brillantes amainaron, Adaman pudo mantenerse en pie, con el puño caído, y su mirada alta, viendo desde la lejanía para comprobar que definitivamente había derrotado a N.
Lo logró, ganó.
El sol se hizo presente en la comarca, era como si todos los planetas se hubieran alineado, justamente después del amanecer, el duelo acabó. Lo único que N consiguió al recobrar el conocimiento fue arrodillarse, sus músculos no le respondían, ya no había manera de volver a levantarse, perdió.
— ... — N respiraba dificultosamente, evitando ahogarse con la toxicidad que emitían los gases de las llamas que recubrían todo el bosque.
— ...
Observando como su debilitado oponente era incapaz de pararse, Adaman entendió que solo quedaba una última cosa por hacer. Empezó a caminar en dirección a él.
— ... *N estaba mirando hacia las nubes*
Cuando el jerarca se detuvo frente a él, este bajó un poco la mirada para ver como los ojos de quien una vez fue su mejor amigo dejaron de brillar y tener aquel color azulenco. Los dos, mutuamente, se miraron con entendimiento, uno por su parte sabiendo la sensación que recorre el cuerpo cuando alguien es derrotado, y otro aceptando que, por primera vez en todo su tiempo de vida, no podría volver a levantarse.
— ...
— ...
— Quiero confesarte una cosa, y espero que escucharla en los últimos momentos de tu vida no te llegue a molestar — dijo Adaman, con una mirada serena.
— ... — escuchándolo...
— Antes de todo este caos, siéndote sincero sí que deseaba hacerme tu amigo, lo anhelaba muchísimo, más de lo que tú te puedas imaginar — reveló el jerarca — Sin embargo, con el tiempo todo se quedó enterrado en el pasado... y no hay manera de sacarlo una vez decides dejarlo atrás.
— ...
— ...
— ... *se ríe con dificultades* No importa cuanto te hubieras esforzado por hacerte mi amigo Adaman — dijo N, sonriendo — Yo mismo me habría negado a serlo, porque sabía que no podía ser posible, nunca me merecí la oportunidad de ser el mejor amigo de un héroe como tú, ante la persona tan cordial y benévola que se halla delante de mi, ¿sabes porque, verdad?
— ...
— Porque yo mato gente, mientras tú salvas gente, una diferencia tan impactante es capaz de impedir los deseos de gente como nosotros dos, pero no podemos llorar por ello, la vida nos ha dado este cuerpo y mente, debemos respetarla.
— ... Antes dijiste que tratabas de encontrar algo que pudiera otorgarte todos los días la felicidad que necesitas, ¿porque pensaste que aquello no era egoísta? — confundido y serio.
— ... ¿Qué porque?
— ...
— El sentido de la vida era que uno pudiera ser feliz, ¿no era... así? — con los ojos abiertos.
— No — negó Adaman.
— ... ¿Entonces... cuál era...?
— ... El sentido de la vida es que todos seamos felices, todos juntos, unidos —.
— *se sorprende*
— ...
— Conque... eso era... — bajando su mirada.
Cerrando los ojos, N se dio cuenta de la mentira que vivió, desde la muerte de su hermano hasta ahora, desde todas esos momentos que pudo disfrutar junto a su Zorua cuando era un niño, cuando mató a sus padres, cuando se convirtió en el líder del equipo Plasma, cuando se convirtió en un general, todo había transcurrido tan rápido que él ni se dio cuenta, a eso podríamos llamarlo un túnel de luz: ver tu vida pasar por delante de tus ojos, como un rodaje, como una película, la película de tu vida.
No se maldijo, porque sabía que, a diferencia de su realidad, debieron vivir en muchos universos alternos varias versiones de sí mismo siendo felices junto a sus amigos y a sus padres, un N que representa un ejemplo a seguir, algo que él nunca estuvo destinado a ser en esa maldita vida.
Lo único que le quedaba aceptar era que... no importaba cuántas veces lo intente, la vida no se puede cambiar, de alguna manera u otra, llegaría hasta su muerte, de una forma horrible.
... Pero, también había otra cosa que podía hacer más que aceptarlo: Sonreír y confiar en que podrá nacer en otra realidad, como un N totalmente nuevo, y reencarnar en un mundo Pokémon tan diferente como idéntico a este, y vivir la vida, disfrutarla junto a los demás al máximo, ese, ese el sentido de la vida.
Así que, lagrimeando y sollozando, con la mejor y más sincera de sus sonrisas marcada en su rostro, levantó el rostro para visualizar lo último que vería en esa miserable vida, los ojos variocolor de nuestro protagonista.
Con las pocas fuerzas que le quedaban, pronunció la última palabra.
— Mátame.
Adaman, viéndolo y comprendiéndolo, no sintió pena por él, ¿la razón? Sabía en lo que pensaba, y no podía estar más de acuerdo con él con el tema acerca de poder reencarnar en otra vida y ser alguien mejor. Mato a mucha gente, la mato sin arrepentirse de ello, era la mejor opción.
Esta seguro de que le irá bien, después de la muerte, encontrará un deseo más allá de encontrar la felicidad.
Alzó una mano, y con sus fuerzas restantes cumplió con su deber sin siquiera despedirse.
Adaman le cortó la cabeza a N de un solo tajo sin ningún tipo de pena, esparciendo toda su sangre por los aires, esta rebotó en el terreno, rodando hasta quedarse tiesa y muerta entre las llamas. Con esa muerte, el tercer ataque de Noroteo había concluido con la victoria de los héroes.
— ...
Después de asesinarlo, Adaman recogió a Celebi para cargarlo entre sus brazos, tenía una expresión seria, similar a una que no transmitía ninguna emoción, entre la calor que emitía el fuego de los árboles, el jerarca, con varias marcas de golpes en su cuerpo que le impedían caminar correctamente, dejando atrás el cuerpo sin vida de a quien alguna vez consideró su amigo, simplemente, se fue, abandonó aquella planicie.
El quinto general de Volo, finalmente, ha sido derrotado.
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Fin del penúltimo capítulo.
La historia continúa.
(Palabras: 8808)
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