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𝕻𝕬𝕽𝕿𝕰 22

CONTINUAMOS.


— Si... Nosotros nos encargamos de la víctima — con una hoja y papel apuntaba el pedido del diablillo frente a el con desinterés — Tenga un día de mierda.

Ya era otro día en aquel anillo infernal, un hombre sentado en recepción atendía a cada monstruo que se le acercara con sus pedidos, se había levantado de mala gana, después de haber tenido un largo día lleno de misterio, enojo y sobre todo confusión, el hombre ya le parecía que no estaban mejoran las cosas, sus compañeros de trabajos se habían "marchado" a la superficie encargándose de las personas solicitadas.

Aunque esto no fuera nada raro para el hombre, únicamente estaba la pareja de esposos, Blitz y su hija habían decidió pasar un día de casería juntos, obvio fue la idea del padre alocado y frustrado, aunque la sabueso fue forzada, tampoco le parecía mala idea pasar tiempo con su padre adoptivo, ya hacían un par de minutos desde que se habían marchado, la pareja de diablillos estaban sentados sobre el sofá del cuarto de espera, tomando cada quien un taza de café caliente, una rara humedad se manifiestaba en aquel anillo dejando a muchos con sus cuerpos helados.

Aunque el hombre era la excepción, este nisiquiera mostraba ninguna emoción, nisiquiera para agradarle a los clientes, solo miraba a su hoja de apuntes de las personas por matar, algunas fotos regadas sobre la mesa de las personas nuevas por matar, algo curioso era que entre esos había un hombre que le atrajo algo de su atención, ¿Quien puede tener la mente tan perversa para matar a un cura? Obras solamente del infierno.

El diablillo, Moxxie. Se acercó a la mesa del hombre junto a su esposa con una taza más en sus manos, el hombre no volteo a verlos ni por educación, siguió viendo sus apuntes como si se tratarán de algo importante que aúnque lo fueran, no le distraerían lo suficiente.

— ¿Pasa algo...? — Moxxie, dejó la taza de café a un lado, acercándose al hombre desconsertado, acto seguido tocar su brazo queriendo llamar su atención — Usted no a dicho casi nada desde la mansión del principe.

— No tengo nada, solo pienso en cosas, ¿Bien? — no se escuchaba tan convincente sus palabras, Moxxie. Miró a su esposa quien negó rápidamente al saber que este estaba mintiendo —.

Moxxie, se sentó sobre la mesa con su taza en manos y darle un leve sorbo.

— Vamos, somos compañeros de trabajo, aunque no tengamos muchas interacciones pero podemos ayudarte.

El hombre seguía negándose que estaba bien, aunque no lo estuviera. Solo un par de minutos de silencio era lo que deseaba, al menos sabía que sus compañeros de trabajo podían ayudarlo, el hombre se negaba a decirles lo que pasaba en su cabeza desde el día de ayer, gran cosas pasaban con el hombre, que ya nisiquiera podía establecer conversaciones y menos con su querida amiga, Loona.

Dió un fuerte suspiro volteando a ver a Moxxie, con una mirada seria asintió, tratando de demostrarle que no le pasaba nada y que solo estaba pensando cosas sin sentido, si eran cosas sin sentido entonces por qué estaba tan distraído y sus motivos de estar callado, siendo una persona de edad algo avanzada pues sus pensamientos ya eran cosas racionales.

Tomó de la taza que el pequeño diablillo le había traído, pensaba en una excusa para retirarse de recepción o algo que los alejara de el, pero su mente estaba tan ocupada que se odiaba por no saber que decir, estaba molesto. Por atracciones estaba volviéndose loco y no solo eso, también un maldito loco al sentirse atraído por cosas del infierno.

¿Que puedo hacer ahora?.

Se dijo en mente con la cabeza cubierta con sus manos, ya no podía idear una solución a sus problemas, sus compañeros de trabajo tal vez podían ayudarle con su tema aunque la cosa era que el hombre no quería que ambos supieran que sentía una atracción por, Loona. Debía ser sutíl, no mencionar palabras con senderos hacia su amiga, y sobre todo. Que no se enteraran el resto de los que quedaban.

Destapó su cara ya decidió de lo que tenía que hacer, miró rápidamente a Moxxie, el diablillo seguía esperando que le dijera algo y con tan solo ver al hombre con diferente expresión de rostro, ya había acomodado a su esposa al lado suyo viendo directo al rostro del hombre.

El hombre suspiró.

— Miren... Si les cuento esto es por qué ustedes tienen más experiencias ya que están casados — la pareja no entendió lo que el hombre se estaba refiriendo, solo se miraron confusos y asintieron sin saber que iba a decirles —

— Perdón que lo interrumpa, pero creo que usted quiere saber algo sobre alguien, ¿Verdad?. — pregunta, Millie. Notando la respuesta del hombre con su expresión — Hmmmm.

— Bueno... Si. Es casi a lo que me refiero, solo necesito que me ayuden, necesito un consejo, mis malditas mañanas serán así.

Expresaba estresado tomando hasta la última gota de la taza, Millie y Moxxie siendo una pareja amable, obviamente iban ayudar al hombre con su problema aunque pensaban que no serían de tanta ayuda, sus opiniones serían más bien la de una pareja tierna, un hombre ya de avanzada edad debería de tener mejores experiencias ya que a tenido diversas aventuras locas , y sería como un par de niños aconsejando a un adulto, sería una opinión o consejo tierno, pero algo estúpido para el hombre.

— Hay una hembra aquí, que me atrae mucho, no exactamente aquí, pero a lo que me refiero es que... Ella está en el infierno.

— ¿Una hembra...? Hmmmm... Bueno, no se que decir, me está dando a entender que no puedes expresar tus sentimientos y me sorprende un poco ésto.

— ¿Por qué?.

— Eres un adulto, y quién debe de saberlo mejor eres tú, mi esposa y yo llevamos 3 años de casados — volteó a ver a su pareja — Verdad, tesoro.

Que fácil era para ellos mencionar ese tema, claro al ser una pareja casi jóven, el hombre sabía perfectamente el tema del amor, pero desgraciadamente había olvidado cuando fue el día que sintió amor por una chica y no sensaciones de cogersela, no le estaban dando una buena respuesta a su problema, es más. Sentía celos por la forma tan unida entre ellos.

— Escucha, para ayudarte mejor, dinos quién exactamente, que no le dé vergüenza, nosotros no juzgamos los gustos de otros, mire a mi marido, a él le gusta que se lo haga por atrás.

— Exactament- ¡Millie! ¡No digas esas cosas, son cosas nuestras! — gritó entre dientes, ya cubierto del rostro ruborizado — ¡El punto es que si nos dices quien es, tal vez podamos darte información de esa hembra!

Contarle a ambos diablillos que le atraía su compañera de trabajo no estaba nada mal, aunque no los conociera tanto, sentía que eran de confianza y que no dirían nada a nadie, salvo que uno de ellos se le escape la palabra.

Estaba entre un si y un no, sería mejor darles a entender quien le gustaba por pistas y no ir directo aunque el hombre deseaba su ayuda, lo único romántico que le llegaba a la mente era embriagarse con Loona y cogersela así nada más.

— Bueno...

— Tranquilo, verás que tendrás nuestra ayuda, y dentro de poco, esa hembra será tuya — comenta, Millie con una sonrisa serena, el hombre rodó sus ojos para desviar su mirada —

— Es un sabueso — dijo entre dientes y con un tono muy bajo, el hombre miraba a la mesa como si lo que había dicho se había escuchado claro —

— ¿Un que?.

— Un sabueso — repitió con el mismo tono de voz y las mismas muecas —

— ¿Un hueco? Bueno, parece que no soy el único que le gusta por atrás — dice el diablillo sonrojado —

— ¡¿Que?! ¡No! ¡No es una hembra con pene! ¡Es una sabueso! ¡¿Contentos?!

Cómo si fuera un logro, el hombre se levanta de su asiento con enojó como si lo que dijo ya había sido suficiente para el, dejó a la pareja de esposos desconcertados ante su respuesta de la hembra, se trataba de una sabueso, hoy en día esas hembras habían sido vistas más atractivas para los hombres, aunque fuera algo difícil ver a una de ellas en ese mismo anillo.

El hombre se acercó rápidamente a la pequeña sala de descanso, sacando del refri una botella de alcohol y con desesperación beber de esta sin hacer pausas, hasta donde había caído para enamorarse de una raza infernal, siendo un hombre con sentimientos encerrados, tomando en cuenta que la hembra que lo atraía era una de carácter fuerte y jamás demostraba interés en el hombre.

Por su mente llegó el nombre de aquel sabueso, su amor platónico dé su amiga, "Vortex" que diablos se iba fijar su amiga en el, la sabueso estaba interesada en ese macho, no en un ser humano, fue tan idiota de su parte haber dicho que la ayudaría acercarse más al sabueso, y con el paso del tiempo, este hombre ya había caído ante Loona, sentía mucha atracción por ella, tanto sentimental como físico, tan perdido terminaría por sus problemas en el amor. Únicamente un amor sincero, todos solo fueron un juego para el, y una que por primera vez pensó que sería la primera y la última, y desgraciadamente ese amor termino siendo una mentira.

Sin darse cuenta se habia acabado toda su botella, daba el presentimiento que el hombre terminaría con una fuerte resaca y al mismo tiempo problemas emocionales, pero al ya haber convivido con demonios en el infierno, habia logrado ganarse el respeto de todos y sobre todo el apoyo, Millie y Moxxie entraron después de que el hombre se acabará una segunda botella de alcohol, la pareja solo miraban a un hombre con problemas y su única cura era una maldita toxicidad, el amigo de todo un borracho, el alcohol.

Millie, se acercó al hombre para arrebatarle de sus manos con un salto rápido la botella de alcohol de las manos del hombre, acto seguido sentarse ambos cerca del hombre rodeándolo con una extraña expresión, como si algo les preocupara demasiado sobre el hombre, el adulto solo miró con enojó a la pareja por quitarle su botella, extendío su mano para tomar de la botella pero antes de eso, las palabras de cierta chica llamó su atención, y como si fuera un problema, el hombre se alteró al escuchar como la diablilla mencionaba las siguientes palabras "sabemos a quien te refieres".

Lo que menos quería el hombre era que supieran de quién estaba atraído y ahora se su compañera había hablado, sintió que la había cagado, nisiquiera pudo ser nada cuidadoso en sus palabras, claro que se iban a dar cuenta que le gustaba su amiga, es la única sabueso con la que a estado conviviendo los últimos días, es la única con la que a estado, aunque conociera a toda una belleza de sabuesos en aquella fiesta, estaba claro para ellos de quién se trataba esa atracción.

— Los Hellhounds, bueno, no me sorprende, perdón que diga esto en frente de ti cariño, pero esa raza es considerada muy "atractiva" por sus hembras, tanto en mujeres como en hombres, o eso me dan a entender los enfermos que intentan seducir a Loona.

— ¿Que? Esa palabra me sonó más a Hollywood, ¿Así se le llama a esa raza?. No tenía idea.

— Ahora sabes su nombre, y respecto a tu problema...

Millie le tapa la boca a su esposo con emoción, acto seguido verlo con una enorme sonrisa al hombre, cosa que le incómodo al adulto.

— ¡Creemos que estás hablando de Loona!

Era de esperarse, el hombre intento fingir desagrado por las palabras de su compañera, negó rápidamente con los ojos cerrados aunque se vió algo infantil por parte de el, sin querer les había dado la respuesta de que le gustaba su compañera de trabajo, sería una escena tan difícil de evitar, una conversación sobre el tema amoroso, un ser humano caído ante la belleza de una sabueso del infierno, el hombre no se atrevió a ver a ninguno de los dos a los ojos, claro. Sus nervios lo dejaría más en claro todo, y pensar que tal vez le encantó pasar una noche con, Stella.

Moxxie al saberlo abrió sus ojos como platos de la impresión, primero volteo a ver a su esposa, había pensado que se trataba de otra, aunque para el hombre y la diablilla pensaron que sería bastante claro que se trataba de la sabueso, Millie. Solamente afirmó con sus ojos entre cerrados dejando escapar un par de carcajadas, acompañado de un golpe al brazo del hombre.

Fue tan vergonzoso que un par de diablillos se enteraran que el se sentía atraído por su misma compañera de trabajo, su único puesto que ella ocupaba más en el trabajo ahora mismo lo estaba ocupando el hombre estos últimos días, nadie se imaginaba cuál sería la fuerte reacción sorpresiva de su jefe al enterarse que tenía a su mano derecha como enamorado de su hija adoptiva.

Entonces, Millie hablo.

— ¡Lo sabía! — gritó con emoción sacudiendo a su esposo —

— Mierda... — el hombre negó furioso al no ser lo suficientemente cuidadoso con sus palabras — Por favor no digan nada de esto, sería mi ruina.

— ¡No te preocupes! Mi esposo y yo sabemos ocultar cosas, y sobre el tema. ¿Desde cuándo te sientes atraído por ella?.

Ahora le tocaba confesar al pobre hombre nervioso, que mala suerte pensaba que tendría de ahora en adelante.

— No lo sé, creo que fue cuando...

Fue ese recuerdo de la noche que no pudo recordar lo que pasó realmente en casa de la ex-esposa de, Stolas. Solo pensaba que tal vez hubiera estado perfecto que la mujer con la que se había costado hubiese sido su amiga, Loona. Su mente recorrió cada recuerdo, cada fragmentado sin importar que tan pequeño fuera el momento, recordaba como esa noche le arruinó un poco su vida, no por que el Príncipe, Stolas. Se enojaría por haberse cogido a su ex-esposa, si no por que su amiga lo había sabido.

Malos comentarios pudo haber recibido de su amiga mentalmente, tomando en cuenta que ella debes en cuando se comportaba cariñosa, eran pocas las ocasiones las que habían pasado, Loona había dejado sin querer que el hombre se sintiera atraído por ella, su único recuerdo dulce que el hombre tenía de ella, fue de una sabueso apegada al cuerpo de el, ambos unidos por un cálido y suave abrazo por parte de la sabueso, con forme pasó el día, el hombre se dió cuenta que se sentía atraído y encantado por ella, por su sueño. Fue la gota que derramó ese vaso lleno, no tan solo como este accionó al tener a su amiga debajo de el y con sus bocas interactuando, si no por lo que sintió al hacerlo y con quién.

Desde el ayer comprendió que se había quedado enganchado a ella, y ese ella no lo sabía. Así que podría decirse que esos sentimientos se fueron sumando con el paso del tiempo, desde que empezaron a llevarse, y el día de ayer, comprendió que se había enamorado de su amiga sin querer. Rápidamente el hombre volvió en si por un toque en su pierna, la pequeña mano de, Millie. Sacó al hombre de sus recuerdos. Rápidamente el hombre bajó la mirada en vista a ella con un sonrojo leve.

Entonces habló.

— ¡Ayer...!

Fueron sus únicas palabras hacia el tema, cosa que le sorprendió el haberle respondido, cuando pudo evitar ese tema.

— Yo... Me di cuenta ayer que me siento atraído por, Loona. Me gustaría negarlo pero no puedo, ella es una hembra muy... Bueno, ustedes me comprenden. No tengo que dar ninguna puta explicación.

— ¡Amigo! No sé que decirte, estamos hablando de una sabueso de diferentes comportamientos.

— Vamos dulzura, el hombre se siente atraído por ella, debemos ayudarlo _ comenta su esposa comprensiva — No te preocupes, cuentas con mi apoyo, puedo darte ideas para que puedas realizarlas con ella.

— Wou... Gracias.

— Yo... Bueno, también tienes mi apoyo aunque dudo mucho que nuestras ideas aporten, Loona es alguien misteriosa. No sabemos cuándo está de buenas o de malas.

Claro, ese tema ya no era tan relevante para el hombre, ahora sabía cómo hacer enojar a la sabueso o hacerla entender cosas, ya solo faltaba que el hombre tuviera conversaciones calientes con su amiga, que lo dudaba mucho ya que no se atrevería a tenerla con ella, a menos que ella empezará esa conversación o que el hombre estuviera cachondo, de esa hora en adelante la pareja de diablillos le contaban todas sus experiencias con su amiga, desde como se conocieron hasta el día que tuvieron que trabajar unidos para acabar con los hombres de traje negro.

Muchas situaciones que dejaban al hombre pensativo, esto no solo le hacía saber cosas de su amiga, si no quererla aún más, este hombre incluso se imaginaba las escenas con una Loona sexy, coqueta, atrevida y cachonda, su mente le estaba dando malas jugadas, la pareja no se dió cuenta como un hombre ante ellos tenía la mirada al suelo, con sus manos juntadas y un miembro ya erectado.

Cada historia hacia que este hombre empezará a sentirse más atraído por su amiga, incluso el hombre preguntaba cómo es que Loona realizaba todos esos movimientos, mencionaba y esperaba que los diablillos se lo dijeran a detalles, pero que puedes esperar de una pareja joven y casi inocente, durante las horas del trabajo, el trío se la paso platicando sobre la sabueso, uno que otro cliente llegó a recepción y eran atendidos pero con un hombre muy distraído a los temas de Millie y Moxxie, todos los que llegaban obviamente se quedaban impresionados al ver cómo un humano los atendía, pero el hombre desvío ese tema, ignorando sus miradas y tener toda su concentración en la imagen de una Loona, una sensual sabueso semi-desnuda montada sobre el.

Era difícil no pensar en su amiga saliendo con el, aunque claro, esas cosas solo se las guardaba para el solo, su amiga sentía atracción por otro hombre que no era el, no podía hacer nada, solo ser ese simple apoyo, su consolación, su buen amigo y compañero de trabajo y ocupador de su puesto y el que le cubriría las espaldas en caso de que su padre quisiera saber dónde está mientras ella se coge al guardaespaldas.

Todas esas ideas dejaron al hombre sin oportunidad de pensar en soluciones para conquistarla.

El hombre se dió cuenta que la tarde ya estaba empezando a caer por el fuerte color del cielo rojizo, sus clientes ya estaban dejando de llegar, sus pedidos habían finalizado por qué lo que juntó todos sus apuntes, fotos de las víctimas y direcciones, la mesa de recepción quedó vacía luego de que el hombre limpiara su área de trabajo, este se acercó a la mesa donde se suponía que se reunirían pero los únicos que se encontraban en el edificio era la pareja de esposos, el edificio era un sitio algo grande para unos cuantos demonios y un humano.

Moxxie se encargó de llamar a su jefe sobre si iban a llegar al edificio o tendrían que marcharse cada quien a sus casas.

— Si señor, entiendo... Tengan cuidado.

El diablillo cortó la llamada volteando a ver su esposa.

— Nos vamos, dijo que llegaría tarde y que iría directo al palacio, aquí es donde termina nuestro día de trabajo.

— ¡Ya era hora! Fue un gusto trabajar con usted se-...

Sin darse cuenta, el hombre ya se había retirado de la mesa de trabajo, los diablillos confusos se miraron a los ojos con sus hombros alzados, este hombre ya no estaba en paz, ahora vivía con su cabeza encerrada, apenas estaba sintiendo toda su presión por la sabueso, era el principio de su tormento. El hombre salía del edificio con las llaves de la furgoneta en mano, dió un fuerte suspiro volteando a ver el edificio I.M.P. solo para rodar los ojos, entrar a la furgoneta y rápidamente salir del lugar de estacionamiento.

No pensó que debió de darles un empujón a la pareja, simplemente se había retirado del lugar sin despedirse de nadie, un hombre de mirada sería manejaba la furgoneta en dirección al enorme palacio, sin mirar a sus costados por darles espacio a los que manejaban en el carril, el hombre no pensaba más que en su amiga, Loona. Poco a poco aumentaba la velocidad obligando a los del carril apartarse de su camino, el hombre podía terminar accidentandose o peor aún, podía adelantar su muerte y como era de esperar, acabar en el infierno para siempre sin salida a la superficie.

No estaba tan loco como para no darse cuenta de lo que estaba haciendo, no iba cometer una gran estupidez por una hembra, simplemente no sabía que hacer ahora que sabía que sentía una atracción a su amiga, minutos después de lo ocurrido, el hombre decidió bajar cerca de un gran campo, el mismo con el que había pasado el tiempo con su amiga para ser exacto, rápidamente salió de la furgoneta y corrió hacia la colina dónde esperaba un grueso árbol seco.

El hombre se sentó al costado del tronco, con la mirada perdida el hombre alzó su mirada al cielo rojizo, la noche llego a cubrir la oscura ciudad del infierno, al estar sobre la pequeña colina podía visualizar el carril con todas las luces de los autos que circulaban por la carretera,  ya estaba empezando a sentir su cuerpo pesado, estar recostado contra el pálido campo le hacían tener recuerdos sobre el momento donde la pasó con su amiga, si ya había tenido relaciones anteriormente, ¿Por qué ahora estaba sufriendo por una sabueso infernal? Una mujer que no era de su misma raza, un humano y una sabueso.

Esto sonaría como un cuento infantil para muchos pero para este hombre narrar este tipo de historia le sería toda una locura, no tenía pensado volver al palacio del búho, aúnque debía de devolver la furgoneta pero no estaba de humor para hablar con alguien, nisiquiera con la sabueso, solo un pequeño dolor de cabeza lo fastidiaba sacándole frustración.

Poco tiempo desde que llegó al campo no evitó caerse dormido en el campo, un delgado hilo de saliva colgaba de su boca, su cuerpo humedecido por la noche húmeda.

"Casi me quedo dormido aquí".

Se dijo el hombre levantándose del suelo, miró el oscuro cielo, si él cielo se mantenía con un fuerte color rojo oscuro, le daba a entender que la noche se seguía presentando, no tenía ninguna hora a la mano más que la de la radio de la furgoneta la cual estaba mal estacionada en el campo, se sacudió la suciedad de su ropa para luego caminar hasta llegar al auto.

Dentro de la furgoneta sonaba una fuerte estática proviniente de la radio, el hombre golpea de esta apagando su sonido, pero en cambio de eso logró escuchar como a sus espaldas empezaba a sonar fuerte pasos, el fuerte sonido de un par de tacones andando por la banqueta, una mujer de alto tamaño, casi sobrepasando el tamaño del hombre, una voz femenina mencionó la palabra "Humano" esa palabra hizo enojar al hombre, ya que no estaba con humor de atender alguien y menos a responder.

Una mujer de cuernos delgados y curvados, su piel de un color rosado y con traje de su mismo color, una bolsa tan llamativa colgaba de su hombro izquierdo, sus manos colocadas al rededor de sus caderas, una bella curva de caderas, sus pechos casi a la exageración mostraba por su vestimenta, una minifalda color rosada, una pequeña blusa que no ayudaba nada en cubrir sus pechos, y como cereza al pastel, unos gruesos muslos al igual que sus glúteos dándole de vista al hombre una hermosa hembra atractiva.

El hombre rápidamente se acercó a la furgoneta confuso, como si quisiera marcharse pero por acciones de la mujer, ya que está tubo que detenerlo tomando su brazo, el hombre no pudo escaparse de la mujer, dejándolo sin otra cosa por hacer más que hablar con la mujer.

— ¿Disculpe?.

— ¡Tu! Tienes los huevos suficiente para mostrarte por este lugar — la chica empuja al hombre contra la furgoneta — ¡Me las vas a pagar!.

— ¡Ey!, ¡Le aseguro que la voy a golpear, ni por qué seas una maldita mujer te vas a librar!.

Bruscamente el hombre la empujó contra el suelo, la mujer gruño ante el hombre, aúnque debía reconocerlo y es que el hombre no le agrado su acción de tirar a la mujer al suelo. Ella inmediatamente chasqueo sus dedos, justo detrás de la furgoneta salió un enorme sabueso de pelaje negro, una pequeña chaqueta que llegaba a su cintura y con sus afilados dientes gruñendo contra el hombre.

El hombre al ver al sabueso, abrió sus ojos de la impresión al darse cuenta que no se trataba de cualquier sabueso infernal, era su amigo, Vortex. Vortex al igual que el se miraron a los ojos, con una cálida sonrisa el sabueso le extendío su pata al hombre, acto seguido dejar de gruñirle y mientras lo saludaba, este levantó a cierta diabla confusa y molesta al ver el comportamiento de su guardaespaldas.

Entonces la mujer habló.

— ¡Que haces! ¡Ataque a este infeliz!.

— Lo lamento mucho, pero temo que no puedo hacer eso, este hombre es mi amigo — golpeó el hombro del hombre — y se llama, ___.

— ¡No mames! ¡Si tú no lo haces, lo haré yo! — dice en voz alta, buscaba en su bolso desesperada algún objeto con el que pudiera lastimar al hombre —

— ¿Que está pasando? Yo no conozco a esta mujer loca.

— Tu no, pero ella si... Verás, a los sabuesos que golpeaste en la fiesta, parece ser que eran trabajadores suyos, y tú espectáculo le costó mucho dinero a mi jefa.

El hombre volteo a ver a la chica, quien tiraba su bolso molesta al no encontrar lo que quería.

— ¿Usted, es Verosika...?

— ¡Verosika Mayday! ¡Una mujer con gran reputación, mucha fama y temida por muchos, y tú me hiciste perder mucho dinero!.

— Mierda... Yo... Lamento mucho lo que pasó, no tenía idea que esos hombres eran sus trabajadores, nisiquiera sabía de su existencia, bueno, mi jefe llegó a mencionar su nombre una vez y solo eso.

— ¡Blitz! ¡Ese puto enano! Mierda, ¿Con quién putas se fue a meter? Ese pequeño pene flácido me las debe todavía, y no puedo esperar a ver su reacción cuando vea que le quite a su empleado, será una mano justa.

— ¿Que? No, no, no. No sé que mierda paso entre ustedes dos que veo que se odian como a los perros y gatos, pero usted no me meta en sus mierdas de pelea, no es mi culpa que sus empleados no pudieran hacerme gran cosa, debería de contratar a mejores, ninguno estaba en buena forma.

— No deberías que contestarle así a mi jefa, pero tiene un punto el hombre, jefa.

La mujer mira al hombre de pies a cabeza, estaba al parecer examinando su estado físico, para Verosika, este hombre estaba en buen estado, no lo había pensado antes pero la mujer inesperadamente empezó a sonreír de una forma maliciosa, recordó como fue la historia de sus empleados le informaron que un humano los había golpeado en la fiesta, únicamente pensó en las estúpidas palabras de sus empleados, "humano". Al principio le fue algo tan estúpido, incluso pensó que se trataba de una broma de sus trabajadores.

Cómo saben la marcha del internet y todas esas personas publicando los problemas del mundo, se dió cuenta de la peor forma posible, y es que los mismo negociantes con los que ella trataba y negociaba el costo de mujeres para su negocio. Le habían dado el aviso sobre la patética humillación, y claro, hizo perder no solo a sus vendedores de confianza, si no también mucho personal y sobre todo una gran cantidad de dinero.

Verosika estaba a la orilla que su empresa cayera, ya habia intentado mil formas de que su empresa siguiera en pie, pero sin su personal, los clientes no quedaban satisfechos con los servidores y no conseguía nada, pero con el hombre, parecía habérsele ocurrido una idea.

— Bueno... Tu eres un hombre con experiencias de pelea, ¿No sé así?.

— ¿Disculpe? ¿Me habla a mi? — pregunta el hombre señalándose a él mismo —.

— No idiota, me gusta hablar sola, ¡Si! ¡Obviamente es a ti! — rápidamente volteó a ver al sabueso — ¡Tex! Quiero que le des una tarjeta a este suc- ¡Digo! A este buen hombre.

Vortex se rasca la cabeza confuso volteando a ver a su jefa.

— ¿Está segura?.

— ¡No me cuestiones sabueso! Solo dale la tarjeta, mi tiempo vale mucho y no quiero perder ninguna segundo — comentó con desagrado acercándose al hombre — Tu, serás la nueva imágen de mi empresa.

— ¿De esta hablando?.

— ¡Vas a trabajar para mí! Osea, ¡Mi juguete! Puedo atraer a más clientes si compruebo que soy capaz de acostarme con el ser más repugnante, pensaran que traje a un humano al infierno solo para cogermelo, ¡Mis clientes verán que soy capaz de hacer todo por ellos!.

— Mierda... Vortex, ¿Trabajas para esta loca? — volteó a ver al sabueso asqueado y molesto —.

— No me pagan por cuestionar hombre.

El hombre negó al ver el tipo de escena en el que estaba metido, el sabueso le entregó al hombre la tarjeta que la mujer había mencionado, se trataba del número de su compañía, qué más problemas podía toparse este hombre en el infierno, nisiquiera un día para respirar, día tras día tenía que enfrentarse a algo nuevo, hombres de traje negro, asesinos, mujeres locas, criaturas en su contra, y una que le sería un permanente problema, su atracción hacia la loba.

Verosika junto a su guardaespaldas empezaron a marcharse del campo, pero antes de su retirada, el hombre llamó la atención del sabueso quien extrañado se le acercó a este, durante la discusión con su jefa, este había estado pensando en un plan, una forma de aclarar primeramente sus dudas sobre la relación entre Vortex y Loona, estaba tan avergonzado, un hombre viejo volviendo a enamorarse, sonaba a un gran rechazo.






















CONTINUARÁ.

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