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CONTINUAMOS.
La hermosa melodía de los pájaros cantar cerca de una alcoba sería la razón por la cual un hombre se empezaría a despertar luego de haber "soñado" algo húmedo. El sol ya había salido de costumbre, los rayos de sol chocando contra el rostro cansado del hombre, su cuerpo estaba tan cansado, el no podía explicar del por qué, a menos que su sueño se hubiera echo realidad.
Observó toda la habitación dándose cuenta que estaba desordenada, la pequeña mesa arrojada al suelo, la puerta deslizable ahora estaba con el cristal roto, las sábanas rasguñadas y con manchas blancas esparcidas, no podía creer lo que estaban viendo sus ojos adormecidos, ¿Fue más que un sueño?. No escuchaba nada más que el cantar de los pájaros de la alcoba, aún lado de la cama se encontraba el teléfono tirado, las pruebas de lo que había pasado anoche no fue nada de un sueño.
El hombre intentó estirar su cansado y adolorido cuerpo, pero antes de tal acto se dió cuenta que alguien dormía en su pecho con las sábanas cubriéndose, rápidamente apartó las sábanas de su pecho, solo para toparse con la mujer con la que había tenía relaciones sexuales, por su mente pasó el nombre de la dueña de la mansión, Stella. Se había cogido a una ex-princesa, ex-esposa del, Príncipe Stolas. Estaba tan jodido ahora, ni el mismo podía explicar todo lo de anoche, nisiquiera se acordaba de lo que había pasado el resto de la noche.
Al ser el único ser que a visitado el infierno y regresado a la superficie, el mismo sabría reconocer las criaturas provenientes de abajo y solo podía aclarar una cosa y era que esa mujer era, Stella. Si de por si sus plumas eran blancas, le traían recuerdos que la mujer con la que había hablado ayer tenía ese mismo color, su amiga no le había explicado tan bien su personalidad y forma física de esta mujer.
— Mierda... Emmm.
No sabía cómo despertar a la mujer de su sueño, el hombre contemplaba como la chica dormía plácidamente sobre su descubierto pecho, sus plumas estaban tan suaves que era como tener el mismo tacto con el pelaje de su amiga, a diferencia que tenía cierta partes gruesas de su base, no había notado los pechos de esta, sus pezones tocando los de el, para confirmar si está estaba desnuda tubo que quitar toda la sábana y como lo había sentido, Stella se encontraba completamente desnuda sobre el.
Si las chicas llegaban a ver está escena, seguramente lo iban a ver cómo un hombre perverso, su amiga, por haberse cogido a la madre de su hermanastra y Octavia, por haberse cogido a su madre y eso era solo los principales, faltaba que el Príncipe se diera cuenta de sus actos amorosos con su ex. Esto tal vez le costaría la vida.
Se percató que la mujer recostada en su pecho empezaba a despertarse, desvío su mirada hacia la alcoba y no ser descubierto viéndole su desnudo cuerpo, dejó salir un fuerte bostezo acompañado de un sonido extraño proveniente de ella, abrió sus ojos topandose con el rostro del hombre quien miraba hacia la alcoba, rápidamente se acercó a su rostro robándole un beso y con una voz dulce hablarle.
— Buenos días, cielo.
— ¿Que? — se sorprendió al escuchar tales palabras de la chica, al punto de sentir un gran escalofrío por todo su cuerpo — ¿C-cielo?.
— Parece ser que has olvidado todo lo de anoche, fuiste todo una fiera conmigo, no puedo sentir mi trasero, aún. Que gusto que me dejaras dormir contigo.
— ¿De que está hablando? — le dijo apartandola de su pecho, notando su cuerpo desnudo — ¡No! ¡No fue un sueño! ¡¿Que pasó anoche?!.
Stella, se acerco por la espalda del hombre para brindarle un cálido abrazo acompañado de varios besos por todo su cuello.
— Me hiciste el amor anoche, eres alguien especial ~ — acercándose al oído del hombre — Amor.
— ¡Wou! — se aparta de ella, ahora sí se había metido en grandes problemas, todo su mundo pronto se vendría abajo si todos se llegarán a enterar, se acercó a un espejo contemplando su desnudó cuerpo, estaba marcado con muchas mordidas con la forma del pico de, Stella. Se percató que toda su espalda estaba tan arañada que aún se miraba sangre fresca escurrir de ella, su labio estaba partido y ya no podía hablar de su miembro, lo tenía rojo — ¡No mames!
Stella, rio mientras se levantaba y abrazaba a su "amante" por la espalda.
— Shhh, tranquilo querido, que no te sorprenda esto, si quieres podemos mantener esto en secreto, solos tu y yo ~.
Fue ese mismo tono de voz que recordaba haber escuchado anoche, la mujer ácaricio suavemente el pene del hombre, sus manos acariciaban y frotaban desde sus partes hasta su cuello marcado, el hombre no podía creer el gran error que había cometido, Stella. Rápidamente se aparta del hombre, está se acercó a la cama tomando prestado la ropa del hombre, debo de dar las órdenes de la comida. Dice saliendo a medio cuerpo cubierto a las afueras de la habitación.
___, tomó la poca ropa que quedaba en la cama, solamente el boxer roto que andaba puesto y sus zapatos formales, salió de la habitación rápidamente en busca de las chicas, no para comentarles que se había follado a, Stella, si no para ver qué se encontraran bien, tocando puerta tras puerta y no recibía respuestas de nadie, se había espantado con tan solo pensar que la mujer les había echo algo mientras el dormía, seguramente pasaron más cosas anoche, solo que el hombre no las recordaba.
— ¡Loona, Octavia!.
Gritaba alterado hasta llegar al último piso donde ya se miraba como los guardaespaldas de la mujer salían a las afuera de la mansión, tal vez estén ambas afuera. Dijo para salir de la mansión y mirar a su alrededor, lo único que vio fue la furgoneta. Se dió cuenta que las llantas de esta, estaban pinchadas, pedazos de cristales sobresalían y rodeaban el auto, echo un vistazo solo para toparse con la alcoba que estaba en esa misma dirección. Habían sido ellos dos en medio de su ritual.
Corrió nuevamente dentro de la mansión dónde el único lugar que le quedaba por ver era la cocina donde ella había dicho que daría la orden de preparar la comida.
Cuando el hombre entró a la cocina, se topó con las chicas ya sentadas ambas en la mesa, dió un leve suspiro al ver que se encontraban bien, solo que ambas no le habían prestado atención a su llegada y las puertas azotadas, ambas miraban hacia un mismo lugar con sus expresiones confusas, ante ellas estaba, Stella quien portaba la camisa del hombre cubriéndole hasta sus caderas, con su ropa interior de abajo exhibiéndose sin ningúna pena, ahora que el hombre estaba en la cocina, se darían idea del que había pasado anoche.
Intentó marcharse de la cocina pero por un descuido atrajó la vista de las chicas, quiénes ahora lo miraban con las bocas abiertas al estar el semidesnudo ante los ojos de ellas.
— Vamos dulzura, la comida ya casi viene — comentó, Stella besando la mejilla del hombre y salir de la cocina gritando el nombre del cocinero molesta.
El hombre soltó un leve suspiro y tomó asiento en la mesa, aún sin dejar de ser vistos por las chicas.
— Je, je... ¡Buenos días a las dos! — dice con voz temblorosa — ¿Por qué esas caras largas...?
— ¡¿Que mierdas?! ¡Esta usando tu camisa, tu camisa la tiene puesta ella y no tu! ¡Y tú estás en ropa interior! — grita la sabueso acercándose al hombre y con enojó sacudir su cuerpo hasta tirarlo al suelo — ¡¿Que putas pasa contigo?!.
— ¡No sé! ¡Yo me desperté y me topé con ella durmiendo sobre mi desnuda! ¡No sé que pasó anoche, no recuerdo mucho de lo que hice!
Octavia, seguía sin decir ni una palabra, su rostro mostraba una expresión de angustia y asqueo, no se podía imaginar lo que había pasado anoche, su madre se había tirado al hombre sin vergüenza, había visto a su madre semidesnuda pasearse con la ropa del hombre puesta.
— ¡Las busqué por todo el lugar, quería dormir con ustedes por qué ella se estaba comportando raro conmigo! Me sentía mal y me fui a dormir pero resulta que termine siendo cogido por una mujer, ¡Estoy confundido!
— ¡¿Cómo pudiste follarte a la madre de mi amiga?! ¡Eres un asqueroso hombre con la verga caliente! — expresó con furiosa, Loona bajó la mirada molesta al ver que su amigo lo había echo con una mujer, por un descuido suyo se había topado con la parte del hombre, el boxer siendo apretado le marcaba su miembro a este, la sabueso rápidamente desvío la mirada con un sonrojo en su rostro — ¡Mierda!.
— ¡No fue mi culpa, me calenté de la nada! — agregó apenado levantándose del suelo y tomar asiento — Octavia, cuánto lo siento, no fue mi intención hacerle eso a tu madre, yo de verdad no recuerdo mucho de lo que pasó anoche, solo se que fue ella quien llegó a la habitación.
— ¡Mi papá, te va a matar si se entera que lo hiciste con ella! Me das tanto asco, creí que eras diferente a los demás, pero mi padre tenía razón, eres un hombre como los demás que solo piensan en tener sexo.
— ¡Mejor cierra la boca si no sabes de lo que hablas! ¡Tu padre dice eso, pero no se da cuenta que el está peor cogiendose al padre de tu hermanastra a cada segundo del puto día!
— ¡Shhh! Aquí viene.
Fueron unas palabras tan intensas para el hombre, aunque, Octavia, se había quedado impactada por la forma en la que el hombre le respondió con todo su enojo, jamás se le habían puesto al brinco. Más si se trataba de un adulto. A los pocos minutos llegó, Stella. Está vez ya con una vestido largo, color blanco que sería uno más adecuado para ella, con una bella flor roja al lado de su rostro, Octavia, aúnque le fuera raro, nunca miró a su madre tan feliz por las mañanas, portando algo nuevo de vestimenta.
Todos los días, ella veía a su madre frustrada, gruñona, fría, con la misma ropa de siempre, y ahora que un hombre, amigo de su hermanastra se la había follado, la vé con una nueva actitud en ella, tanto emocional cómo vestimenta, Stella se acercaba a la mesa con una expresión alegre, estaba sonriendo y no habían motivos para ellos, más que solo de ella misma.
Volteó a ver a su hija, con una bella sonrisa acompañado de un leve rubor.
— Buenos días hija, ¿Has dormido bien? — besa la frente de su hija, Octavia aúnque le fuera incómoda ver su comportamiento, amaba que su madre fuese cariñosa con ella — ¿Por qué esa carita?.
— Mamá...
Quiso preguntar a qué se debía su comportamiento pero no quería confundir a su madre, asi que ella solo asintió gustosamente.
— Si, ma... Yo dormí súper bien, fue una noche serena.
— Que gusto hija — Volteó a ver a la sabueso, Loona, rápidamente volteo a ver hacia otro lado con una gran incomodidad eh impresión por su mirada — Loona, ¿Has dormido bien?
Esa pregunta, fue la que hizo escupir a Loona, estaba impactada no solo por ser vista por, Stella. Había preguntado si había dormido bien, esa pregunta la hizo acomodarse en su asiento, no quería cagar esas palabras que la mujer le había echo, ella recompuso su expresión, con una sonrisa incomodada le asintió pero por dentro estaba gritando insultos.
— Que gustó, supongo que en un rato, ambos se tendrán que ir, coman despacio, no es nada cómodo viajar sin comida en el estómago — sirviéndose un plato de cereal, tomó asiento al lado del hombre, quien trató de apartarse de ella, aunque cierta chica lo evitaría — ¿Y tú?.
— ¿Y-yo que? — habló con voz temblorosa apartando la mano de la chica de la suya, Stella nuevamente tomaría su mano con algo de fuerza, ella no quería que se separara —
— ¿Cómo estubo tu noche?
El hombre miró de reojo a, Octavia quien lo empezaba a ver con una mirada de enojo, si comentaba algo seguramente las chicas seguirían pensando mal de el.
— Pues... No me puedo quejar, fue una noche... Cómoda, diría yo.
— Oh ~ una noche cómoda, si... Yo también pienso lo mismo — le toca su abdomen con un leve rozo — Lastima que se tienen que ir ~.
— Una gran lastima, pero así están las cosas, no podemos venir a quedarnos unos días de estos, tenemos la agenda muy pero muy llena — regresa su mirada a la sabueso — Verdad, muchos clientes pendientes y yo con un par de mandados.
— Unos días... ¡Mierda, que buena idea me has dado! — abraza el hombro del hombre, Loona forzó sus dientes con enojó al ver a, Stella tocar al hombre — Pueden venir la otra semana a quedarse unos dias, aquí, vamos yo invito todo.
Tanto la sabueso como el hombre dudaron en aceptar la oferta de la chica, esto sería una mala idea en mente del hombre, si de esta termino follandose a la mujer, ahora que sería si se quedaran a dormir unos días, obviamente el hombre iba negar la invitación de, Stella. Aunque debía de admitir y no lo podía negar, sentía cariño hacia ella, no solo por su comportamiento, sus gestos le habían encantado al hombre, cómo no iba pensar eso luego de haber tenido sexo con ella.
El hombre, claramente sabía la respuesta de su amiga, así que para no quemarse a él mismo aúnque le doliera un poco decir que no, dejó la respuesta ante las manos de la sabueso pensativa, con una seña bajo la mesa la hizo sacar de su pequeño trance, ella rápidamente sacudió su cabeza, miró al hombre desconcertada, debía de dar la repuesta y responder por ambos.
— Pues... ¡S-si!.
— Exactamente, es un n- ¡¿Que?! — voltea a ver a su amiga poniendo una expresión confusa mientras forzaba una sonrisa — ¡¿S-si?!.
— Perfecto, al fin estos días no serán una mierda para mí — besa la mejilla del hombre — nos veremos pronto ~.
Sin duda le debía una explicación al hombre sobre esa decisión tan mala, sabía que esto iba ser una mala idea y de por si, tenía que pasar sus días con, Stella ahora que ella lo llamaba como su pareja aunque él no estuviera de acuerdo con lo que pasaba, siguieron comiendo pero con un diferente ambiente, todos estaban callados, ninguna se dijo ni una sola palabra, que se podía esperar de una respuesta de una sabueso tonta, fueran esas palabras que retumbaban su mente.
¿Porque aceptó esa invitación?. Intentaba verla a los ojos y llamar su atención pero, Loona. Estaba como enredada en su mente, su mirada estaba solamente en su tazón de comida, no sabía que pensar de ella, estaba esperando que ella lo viera a los ojos para este reclamarle solo con la mirada, pero ella no se volteaba a verlo, nisiquiera se movía de su lugar, su mirada estaba solo enfocada en su tazón, aunque estuviera vacío, ella no se movía por nada.
Octavia fue quien ahora debía pasar una vergüenza, sus dos amigos habían echo que su madre cayera ante sus tentaciones, más del hombre. Y que su madre le hablara de buena manera a su hermanastra, era algo difícil de creerlo, nunca pensó que este tipo de cosas le pasarían y menos con las presencias menos esperadas.
Unas largas horas desde aquella reunión incómoda y todos ya estaban afuera despidiéndose de la pareja de amigos, Stella, muy generosa había ordenado a sus guardaespaldas que cambiarán las llantas de la furgoneta, está mujer parece estar diferente. El hombre no podía tomar encerio los actos de la mujer, tantas fueron sus molestias que incluso se había ganado la paga que habían llevado pero con la mitad del dinero, Loona. No sabía que en la maleta iba un 50% del dinero que habían dejado y que ahora mismo le pertenecía al hombre, Octavia, aunque no le agradará la idea, esperaba ver a ambos de sus amigos la otra semana para quedarse unos días con ellos.
Ambos se subieron al auto ya listos para marcharse, pero antes de irse de la mansión, Stella. Se acercó rápidamente al costado de la furgoneta, hizo que el hombre bajara el cristal, se acercó al rostro de este para darle un cálido abrazo seguido de un beso, ese beso no fue ni tan safado y mi tan profundo, fue a medio alcance de sus labios, cosa que el hombre por extraño, correspondió incomodamente, Loona. Siendo la espectadora no sintió nada de gracia ver a su amigo besarla, más bien le dió tanto asco que ambos se estuvieron besando ante ella, nisiquiera evitaron soltar esos sonidos que se provocan al momento de besarse. Que puto asco.
Horas pasaban, el día fue tan largo, tan caluroso y tan extrañamente confuso, habían llegado con éxito al lugar de donde ambos iniciaron el viaje, Loona. Encendió el radio de la furgoneta que por raro que pareciera tenía contacto con el infierno, mencionando el nombre de sus padres varias veces, está mecánica no se la sabía el hombre.
Ante ellos empezaba abrirse un portal dejando pasar a estos hacia el infierno, ___ aceleró rápidamente para luego entrar al portal, empezó a cerrarse rápidamente ya con ambos dentro del infierno.
En todo el camino de regreso al sitio, Loona y ___ no se hablaron ni una sola vez, el ambiente les había dejado las bocas calladas, el hombre aún no podía creer que su amiga había aceptado la invitación que el mismo hubiera negado, tal vez esto sería algo buena para su amiga, esos motivos que la impulsaron a qué aceptará esa invitación, algo solo a su beneficio, intentó hablar ese tema con ella, pero no tubo las palabras adecuadas para preguntar que habia pasado anteriormente.
Entraron al enorme jardín del palacio del búho, el hombre sacó la maleta con el dinero dentro, si el búho miraba cierta cantidad de dinero dentro de la maleta seguramente iba a sospechar, aunque no sabía si su misma amiga lo delataría o más bien si se pondría de acuerdo con su hermanastra y joder bastante con amenazas. Stolas fue el primero en recibirlos con una expresión alegre, ya que habían cumplido con el mandado, ahora los dos se merecían un gran descanso por ello, no preguntó el por qué se había quedado a dormir en casa de ella, obvio esa información se había filtrado por parte de su hija, Octavia. Más vale que no fuera a decir nada de lo que pasó anoche con su madre y el hombre.
Dos horas después de que llegarán al palacio de, Stolas. El hombre estaba en su cuarto recostado con una enorme confusión en su mente, su mirada estaba tan perdida en el techo, jugaba con sus dedos como si dependiera de algo que no tiene, aunque sería lo de menos. ya que si mal no estaba, afirmaba que de alguna manera se sentía atraído por cierta chica, no estaba del todo seguro, pero de aquella noche, podía afirmar que se había sentido mal por lo que había echo pero no cambiaba la idea de que le estaba empezando a gustar.
Casi al punto de cerrar sus ojos, la puerta fue abierta bruscamente por cierta sabueso, sacando al pobre hombre perdido entre sus pensamientos, se levantó de la cama viendo a su amiga acercarse a el con una mirada de angustia, creo que al fin se había tomado la molestia de hablarle ya que el hombre siempre iniciaba conversación de diversos temas.
Loona, se sentó a su lado con su mirada desviada y hablarle.
— Emmm... Yo, vine a... Carajo que difícil — murmuraba nerviosa ante el hombre desconsertado — Yo...
— Tranquila, pareces estar nerviosa por algo, ¿Estás bien? No me digas que al ser de tipo animal también tienes tus días de celo — comenta en broma soltando carcajadas —
— ¡Ya quisieras idiota! No es eso... Yo, vine a disculparme contigo por venderte con ella... Esperabas que le dijera un "no" ¿Verdad?.
— Obvio.
— Si, es que... Se me ocurrió una idea para esos días, y ahora que ella me invitó, algo raro pero cierto, y esa idea digamos que tendrá algo bueno pero a mí beneficio.
El hombre nego con una expresión sonriente, sabía que se le había ocurrido algo a su favor.
— ¿Que es tan gracioso, idiota?.
— Sabía que sería algo a tu favor, ¿Y que mierdas gano yo? A mí no me gustó follar a la mujer de alguien, que resulta que no recuerdo nada.
— ¿De que carajos te quejas? ¡Te gustó hacerlo con ella, no te quejes idiota!
— No tengo por qué negarme, pero igual me fue algo tan incómodo, que van a pensar todos aquí de mi, no soy un maldito pervertido, solo pasó y ya.
— Yo solo vine a discúlparme por venderte, no para hablar sobre tu noche de pasión con esa mujer.
¿Que le pasa? Si fui yo quien lo hizo, no ella y de todas maneras, ¿Eso la pone molesta? Dudaba sin pensar que su amiga estaba molesta por lo que había echo o con quien lo había echo, no tendría por qué importarle a ella sus cosas, tanto como ella actuaba desinteresada por las de el.
— ¿Por qué estás molesta?
— ¿Yo? ¿Molesta? ¡Ja! Para nada, no estoy nada molesta.
— No lo sé, es como si te molestara que yo hubiese tenido sexo con ella, ¿Estás segura que no estás molesta?.
— Pffff, a mi no me importó lo que hiciste con ella — negó con carcajadas, aúnque no parecieran palabras verdaderas para hombre, quien la miraba serio —
— Bueno... Sabes algo, no me da vergüenza decirtelo, pero prefiero pasar un día entero contigo, a qué tener sexo con esa chica.
— No te pongas cursi, idiota.
— No encerio, te digo la verdad, Loona. — volteó a verla a los ojos con una expresión cálida — el ayer fue tan placentero para mí, los dos recostados sobre el césped.
Loona, quedó conmovida por la palabras del hombre, su corazón latía rápidamente al punto de casi jadear, tal vez se trataba por qué no muchos solían decir que su presencia era algo bueno para ellos o por agradecer de su compañía, se sentía insegura pero al mismo tiempo feliz por haber escuchado esas palabras previniendo de su amigo. Ella solo asintió casi sonriendo para no demostrar que tanto le fascinaron esas palabras.
Ambos recostarian sus cuerpos en la cómoda cama de la habitación, parecía repetirse la misma escena, miraban sin propósito está vez el techo, uno casi cerca del otro, el cuarto fue rodeado por el suculento silencio, el ruido de afuera no era un problema si tenían las puertas cerradas, cada quien pensaba cosas del otro, Loona. No evitó que esos pensamientos la consumieran al punto de acercar su mano casi al brazo del hombre, estaba a un solo rozar de tocarlo, el hombre no se había dado cuenta de la mano de ella, estaba de igual forma con su mente ocupada.
No debía por qué pensar ese tema una y otra vez, analizarlo desde cada punto de vista, cada ángulo. Estaba claro, se había enamorado de su amiga, creía que se iba volver loco repitiendo eso mismo en su cabeza, si cada instante que la pasaba con ella, debía de comportarse raro, era por qué le atraía su amiga. Pintó una sonrisa en su rostro, cosa que Loona, se dió cuenta de la expresión de su amiga, fui inevitable seguirle la corriente, ella también empezó a sonreír inesperadamente, miró como su mano estaba cerca del brazo del hombre.
Me agradas mucho. Pensó ella al ver la sonrisa del hombre, quería acercar su mano hacia el brazo del hombre, pero pronto sus pensamientos negativos invadieron a la pobre sabueso, obligando alejar su mano del brazo del hombre rápidamente.
El hombre se habia percatado del movimiento de su amiga, sus latidos fueron a un ritmo más elevado al ver cómo su amiga apartó rápidamente su mano de su brazo, no pudo evitar verla tan nerviosa, tanto que con el valor que reunió, acercó su mano hacia la de la sabueso, tomándola firme y seguro. Acto seguido volver a ver hacia el techo sin tener que ver la expresión de su amiga.
Loona, miraba al hombre con timidez al sentir como su mano estaba unida con la del hombre, apretó fuertemente la sábana con su otra mano mientras un rubor empezaba a notarse en sus mejillas, intento no jadear de los nervios, tanto que tubo que tapar su oscico para no ser escuchada aunque el silencio la delatara rápidamente, estaban ambos unidos de las manos, pero sin poder hablarse y verse a los ojos con valor.
Alguien debía de romper ese hielo intenso entre ellos dos, el hombre sabía perfectamente que ella no iba hacerlo ni a base de soborno, nada. El mismo debía de romperlo pero no sabía cómo. Pensó la forma más sencilla, fácil y rápido de hacerlo, habían diversas opciones pero solo una debía de dar frutos, unas dulces palabras que no tengan que ver con torpezas.
Suspiró profundamente para proceder a voltear su rostro hacia al de su distraída amiga, intentó conectar su mirada con la sabueso, pero ella no se animaba a voltear a verlo a la cara, sabia que se había volteado, sabía que el la estaba viendo, pero sus nervios la obligarán a decir o hacer algo seguramente torpe o estúpido, da igual. Volteó a verlo rápidamente a su rostro captando la mirada del hombre estaba sobre ella.
Había acertado, esto la hacia sentirse incomoda pero a la vez feliz. Su amigo estaba no tan solo viéndola, sino también sujetado de su mano, que con delicadeza la acariciaba con movimiento circulares, su valor se lo haría ver ante sus ojos.
— ...Loona...
Sus palabras se detuvieron al instante, las razones, pues era solo una, Loona. Le había ahorrado sus palabras, pero de una forma tan sorpresiva para el hombre, estaba paralizado ante la acción de su amiga, no pudo evitar sonreír de la emoción que sentía, había recibido un beso directo en sus labios, mientras esto sucedía, el hombre cerró sus ojos con el propósito de no ver la reacción de su amiga, al igual que Loona, ambos cerraron sus ojos para no tener que ver el rostro del otro, solamente sus bocas interactuaran con el otro con solo simplemente movimientos.
Por parte del hombre, la sabueso sintió como su otra mano era sujetada por el hombre, acto seguido sentir un movimiento rápido del hombre, su alrededor empezaba a hundirse mientras sus manos eran aferradas a la cama con fuerza, habrio rápidamente su vista solo para contemplar el rostro del hombre, su cuerpo montado sobre el suyo, estando ella debajo de su amigo, aún con sus labios unidos.
Por un ambiente tan intenso obligaron a la sabueso acercar sus manos hacía el pecho del hombre metiendo sus manos debajo de su camisa, un gran sonrojo se presentaba en ambos, tanto fueron sus impulsos que estaban obligados a ir más allá que un solo beso.
Por un instante el hombre dejo de pensar en todo lo ocurrido con, Stella. El besar el oscico de la sabueso fue totalmente diferente para el, mejor que haber tenido sexo con la mujer del búho. Sus labios empezaron a ponerse livianos, sus manos dejaron de sentir el tacto de la sabueso con quién se besaba, estaba perdiendo el tacto de su cuerpo, su pelaje dejo de sentirlo y su cuerpo bajaba hasta la cama como si cayera de rostro contra ella, pero sin su presencia.
No sé contuvo en esperar a ver qué hacia su amiga, el mismo intentaría que ella no se echara para atrás, incluso estaba dispuesto a intentarlo con ella y decirle en ese mismo instante que ya no sentía la necesidad de llamarla "amiga" si no de otra manera más dulce.
Que desgracia pueden ser tan dolorosas para los enamorados, o para el único enamorado de la otra persona, abrió sus ojos notando la oscuridad que se había formado en el cuarto, estaba recostado en la cama con la misma posición, con su mirada sobre el techo, traía su ropa puesta, pero al levantar su cabeza y usar la claridad de la luz del pentagrama formado en el cielo, no encontró la presencia de la sabueso por ningún lado, únicamente estaba el acostado en la cama, se acercaba al interruptor del cuarto queriendo revisar la hora del reloj, habían pasado varias horas desde que se había quedado dormido.
— ¡No...! ¡Malditos sueños!.
Fue lo que grito en voz alta arrojando su cuerpo contra la puerta, se había quedado dormido de todo ese viaje, esa escena fue tan real para el hombre, golpeó la puerta con fuerzas pensando en esa escena tan amorosa con su amiga, si estaba realmente enamorado de ella, ¿Cómo pudo enamorarse de una chica del infierno? Estaba negando sus sentimientos en ese mismo instante, había soñado que le gustaba su amiga pero eso no quería decir que en verdad le gustaba, que tonto era al pensar todas esas cosas, claro que lo estaba.
Se levantó de la puerta para caminar hacia el espejo, mirando nuevamente su estado físico, llegaban todas esas inseguridades que una persona siente al estar con la mente en las nubes por alguien, no se va a fijar en mi. Se dijo con desagrado, quitándose y arrojando su ropa al suelo, quedando aún con sus pantalones puestos, no estaba pensando en que jamás sería amado por ella, pensaba en que tal vez debía de ser más como ella, ser su misma raza, dejar de ser un maldito hombre solitario y tan jodido de la vida, esto lo llevaba a una sola cosa y era la muerte.
Negó con su cabeza sacando esos pensamientos inútiles, ni loco iba a matarse no solo para encajar en el infierno, si no para también ser amado y respetado.
— Me estoy volviendo a poner loco por una mujer... — susurra sobando su rostro con ambas manos —.
Si volvía a fijarse en una chica, cómo en la primera vez, volvería acabar con un corazón roto y malos recuerdos de sus intentos por conquistar nuevamente a una mujer.
CONTINUARÁ.
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