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CONTINUAMOS.

— ¡¿Cómo se te ocurre meter a mi cachorra en problemas?! ¡Te voy a cortar esa estúpida cara que tienes!. — Ya habia estado un buen rato, o yo al menos escuchando las palabras del diablillo de mi jefe, Blitz — ¡Te dije que no hicieras nada estúpido con ella!.

— Ya se lo dije y se lo voy a volver a repetir, ¡Yo no tengo la puta culpa que el gobierno esté buscando al diablo más descuidado del infierno! ¡Incluyendo a su equipo!.

Era su culpa que esas personas estuvieran buscando locamente su presencia, y todavía viene el a decirme que tengo la culpa de que trataran de lastimar a Loona cuando el fue que atrajo toda la atención del gobierno.

Había estado así ya un buen rato gritándome con el, pero este sujeto era tan terco, no parecía llegar a nada bueno está conversación, el Príncipe Stolas miraba con atención a mi jefe, con sus manos cruzadas y mirada seria, no entendía de que lado estaba, el no me había reclamado nada.

Loona solamente estaba sentada en los asientos de la mesa, como si mi plática con su padre fuese tan entretenida, claro como ella era la inocente de este problema no tenía por qué meterse en la conversación, cómo por ejemplo a defenderme.

Espero este sujeto cierre la boca ya.

— ¡No voy a cerrar mi boca hasta que te disculpes conmigo, perra!.

— No me voy a disculpar, en todo caso sería a su hija y no a usted, fue a ella quien puse en problemas, no a su padre.

— ¡T-tu Emm... s-solo di-disculpate! — mi jefe se subió a la mesa estando ya a mi altura teniendo su expresión molesta al roce de mi cara —

Volteó a ver a Loona, ella desinteresada me dirigió la mirada, si, no parecía nisiquiera importarle mis disculpas, solo levantó su pata alzando su pulgar, acompañado ya con una sonrisa no tan notable.

Oh si, miré a mi jefe que el igual había visto la acción de Loona, este no parecía creer ver a su hija dejando pasar esto.

Inesperadamente este jalo mi camisa con todas su fuerzas, entre dientes empezó a gruñirme a lo que yo separé mi rostro del suyo.

— ¡¿Pero que putas le hiciste a mi cachorra?! ¡Te la cogiste verdad! ¡Lo sabía, eres un asco de humano! ¡Te atreviste de quitarle la inocencia a mi hija! ¡Serás el segundo pito de bebé por qué te la voy a dejar pequeñ-.

— ¡Suficiente! ¡Blitz mírame!.

La voz del Principe Stolas se alzó en medio de las palabras de mi jefe, Blitz al escuchar esto dió un brinco mientras se daba la vuelta.

Lo iba admitir, me dió algo de miedo ver cómo ese búho se acercó con sus brazos colocados entre su delgada cintura y se puso al frente de mi jefe, su mirada seria lo hizo tragar algo de saliva, ja, Stolas parece dominar a mi jefe.

— ¡Deja de comportarte como un loquito! Tranquilízate, ya te dije que no me gusta que grites y menos si estoy yo presente — Stolas besó de la boca de mi jefe, ingresando su lengua dentro de su boca, que asco —.

— Claro, ahora me vas a sobornar con tus putos labios, cabeza de plumas — unió su frente con la del Principe Stolas — Solo déjame hacer lo mío.

— Ya diste mucho por hoy, deja que yo me encargue, ve a cambiarte, no debemos atrasar más nuestro tiempo.

Vaya forma de tranquilizar a ese demonio, Blitz asintió con la expresión algo molesta pero en sus mejillas se notaba el sonrojo que le había logrado sacar Stolas.

Me saco el dedo antes de cruzar la puerta y marcharse, que hijo de puta era Blitz, Stolas se interpuso en mi camino al momento de verlo irse, levanté mi vista hacia el un poco confundido y curioso, ahora que tenía planeado decirme, tal vez seguiría regañandome.

Miré a Loona de reojo, ví nada más como ella movía su pata de un lado a otro estando encaramada en la pared, sus ojos estaban cerrados y su expresión era la de una relajada, negué disimuladamente.

— Bueno, yo no tengo por qué preguntar aquí que fue lo que pasó, el regalito que nos dejaron en la cocina me dió una idea de su problema.

— Sobre eso, que quede claro que esa cosa me hizo esto — apunte a mi brazo con el yeso puesto — Loona solamente me ayudó a ingresar al hospital.

—¿Eso es cierto? — Stolas se dió la vuelta llamando toda la atención de la sabueso — ¿Lo ayudaste?.

— Si, si lo ayude, no paraba de quejarse que le dolía y lo lleve al hospital —  encogió sus hombros con una sonrisa, me vio de reojo y para luego guiñarme — Eso paso.

— ¿De verdad? Emmm... Yo creí que lo dejarías a un lado.

— ¿Dejarme a un lado? — ¿Por qué iba dejarme a un lado? Tal vez a su comportamiento de mierda — Bueno, yo también me hice esa idea Príncipe Stolas.

— Ay ya paren los dos, solo lo hice por qué eso hacen los amigos, ¿No idiota?.

— ¿Amigos? ¿Ustedes dos son amigos? — Stolas rápidamente me miró a los ojos, con una ceja alzada, no se la estaba creyendo —

— Si, parece raro pero Loona y yo nos llevamos un poco mejor que antes, es más, con decirle que ella afirmó que será mi esclava.

— ¡¿Que?! ¡Puto mentiroso de mierda! No me hagas dejarte peor que al sujeto que mastique su cabeza — Se levantó de su asiento entre carcajadas teniendo sus garras expuestas —

— ¡Ay! No era mentira, si solo somos amigos, solo que parece ser que soy masoquista que ya no digo nada cuando me pega o me dice algo feo, a ver, di algo tonta.

— Maldito viejo escandaloso — soltó un codazo a mi brazo — Vez pa, a el le agrada que lo trate así.

— Ustedes dos si que me acaban de dejar sin palabras, más tu Loona, yo Emmm... Pueden retirarse ya, yo debo hacer unas cosas con Blitz, Loona por favor vigila al hombre que no se meta en problemas.

— Ash, ahora debo de hacerle de niñera.

— Y tú.

— ¿Yo que? — miré a Stolas —.

— En la noche quiero que vayas a mi habitación, te dejare el brazo como nuevo, bueno... yo me retiro, te quiero Loona.

— Igualmente — Loona pareciendo ya gustarle, me dió un fuerte codazo, a lo que túbe que reaccionar sacándome de mis pensamientos —.

— ¡Cierto! Muchas gracias majestad — miré a Loona — Escuchaste, dijo que iba sanar mi brazo, osea que fue una perdida de tiempo salir de aquí.

— Me hiciste perder el tiempo, tonto — Exclamó dándole a mi cabeza un fuerte golpe —.

— ¿Cómo iba saber que pueden curarme el brazo? Tu debiste saberlo también.

Loona intento darme otro golpe pero se quedó en seco, creo que se dió cuenta que tenía razón, ella sabe más de esas cosas que yo, soy nuevo aquí tonta, ubica tu cabeza.

Fue genial haber empezado está mañana con esa fuerte pelea, pase de tener una triste aburrida vida a una vida infernal en el infierno con nuevos "compañeros" así los llamaré por ahora.

Algo que si debía comentar era sobre ya mi nueva amistad con la sabueso de mal carácter, definitivamente era ya una amiga, aúnque no se si ella piensa lo mismo que yo, seguramente lo decía para evitar las pláticas sentimentales que habíamos tenido anterior mente.

Bueno eso no importaba, la cosa era que ya estaba dando gran progreso en el infierno, les estaba cayendo cada vez mejor a ellos, bueno, no se podía decir lo mismo a mi jefe Blitz.

Siendo hoy un día domingo, pues no tube cosas por hacer, ¿Que tendría que hacer un humano en el infierno? Diría que nada, la sabueso se había apartado de mi lado teniendo que encerrarse en su habitación.

Podría tal vez salir a pasear un rato, no claro que no, solo me metería en problemas y con un brazo lastimado pues no podré hacer nada, creo que mejor caminaría por el enorme jardín.

Merodeando por toda esta mansión no se podía despegar la mirada de todo lo que lo decoraba.

Al avanzar un poco más por el pasillo, poco a poco se fue notando como un rastro de mancha negra pasaba por la mitad del pasillo, se iba poniendo cada vez el camino más ancho.

No tendría por qué interesarme este tipo de cosas si estaba en el infierno, pero un viejo como yo, ya no puede hacer mucho así que mejor seguí el rastro de la Mancha roja.

La Mancha me condujo a una de las puertas del pasillo, el rastro aún pasaba por debajo de la puerta, la puerta estaba entre abierta, empuje de esta pero antes de abrir por completo escuché la voz de alguien al otro lado de la puerta, me había llamado por mi nombre, no conocía la voz.

— ¿Que tanta curiosidad pueden los humanos tener? — abrí la puerta por completo topandome con un diablillo del sirviente de Stolas —

— Ay disculpe, no sabía que este cuarto estaba siendo ocupado para... — cerré la boca al ver sus manos manchadas de sangre, con su mano sostenía un cuchillo y con la otra parecía sostener un objeto de forma rara — ...carnicería...

— ¡Jo, Jo, Jo! Tranquilo hombre, esto es algo que yo suelo hacer para la mascota del Principe Stolas, su planta es carnívora, y viendo esto, no puedo desperdiciar el cuerpo.

— Es el cuerpo del Ángel, ¿Verdad...?.

— Está en lo correcto, así que si me permite, debo de seguir acariando su carne, no quiero tener que lidiar con la carnívora, nuevamente.

Antes de salir del cuarto, bajé la mirada hacia una luz brillante que resaltaba del suelo, el sirviente de Stolas pareció también llamarle su atención, era el arma que este Ángel había portado en sus manos.

El sirviente se inclino para tomarla, volteó a verme colocándome la planta de la espada en mi pecho, sosteniendola desde la punta, asentí tomándola de su planta, no me había dado cuenta de su fuerte brillo, era tan hermosa.

Salí de la habitación hacia el enorme jardín de la mansión, era tan raro no tener que ver los rayos del sol, sentir todo ese calor combinado con el fuerte frío de la mañanas, y el cielo despejado.

Nunca podía faltar el enorme jardín de todos aquellos ricachones, a dónde fuera que mirara me topaba con diversos senderos, tomé el sendero que más me llamara la atención, todos eran tan llamativos por lo que tome uno aleatorio.

Caminando por el sendero una banca en medio de un pequeño estanque con la forma de un corazón, era un bonito lugar para poder reposar.

Me senté sobre la banca mirando hacia el rojizo cielo.

— Maldita vida.

No tenía por qué lamentarme por todo lo que ya había echo, era solo un odio que yo mismo me tenía, cuántos pecadores se lamentan por no haber aprovechado su vida, esos hijos de puta no creo que piensen en que si tuvieran una oportunidad de regresar a la superficie para evitar todos esos pecados.

Yo no lo haría, si ya no me queda nada, entonces no tengo por qué dar lamentos.

Enterré la espada sobre el césped, mi cuerpo no estaba en buen estado y mi tiempo en el infierno me sobraba, es increíble, todas esas personas que  desearon verme en el infierno y ahora que lo estoy, ya no se hacía que otro lugar quisieran verme.

Tapé mi rostro con mi mano, apoyando mi cabeza sobre la banca aunque dolía un poco por ser algo plano y duro, está bien si me duermo por un rato acá afuera, nunca deja de incomodarme dormír cerca del par de diablos, sabuesos y locos.


Fue tanto tiempo que no sentía si ya era otro día o seguía siendo ese mismo día, esto de dormir en bancas digamos que no es tan incómodo para mí, cuando tienes que aguantar sueño en el trabajo, cualquier cosa en la que puedas encaramarte puede ser cama.

Abrí los ojos rápidamente, creo que algo le había pasado a mi cuerpo, pude sentir como mi brazo lo moví con mucha facilidad, ¿Pero que me había pasado? Ahora mismo mi brazo había dejado de estar cubierto del yeso y todas esas gasas incluyendo mi mano.

Seguramente podría estar soñando yo, aunque si lo fuera entonces no tendría por qué estar aliviado, volteaba a ver a los lados, pensé que había sido alguien pero no alcance ver nada, solo estaba yo en el jardín, pero que raro.

Si, seguramente fue Stolas, aprovechó verme dormido así para luego curarme el brazo sin tener que ir a su habitación, que amable de su parte curarme el brazo.

Tomé la espada clavada en el suelo para luego caminar hacia la mansión, aúnque un poco desconsertado por mis heridas sanadas, corrí como si tuviera la gran prisa pasando por los pasillos de la mansión.

No escuché a nadie o toparme con alguna presencia de ellos, solo un sonido de una voz femenina a lo lejos del pasillo, doblando al lado derecho, bajo la puerta se podía ver una luz blanca emitida por quién sabe que cosa.

Si no estaba mal detrás de esa puerta estaba la habitación de Loona, a dos puertas estaba la habitación donde yo dormía, caminé a mi habitación aúnque sin dejar de ver la luz emitida de la habitación de Loona.

Antes de entrar al cuarto, ví una ves más la puerta de la habitación de la sabueso, me daba mucha curiosidad ahora saber que estaba haciendo ella encerrada con esa fuerte luz.

— ¿Que estará haciendo?.

— ¿Por qué tanta curiosidad?.

— ¡Mierda! — me di la vuelta proveniente de mi habitación, la puerta se abrió de forma rápida notando la presencia de la chica — Niña me asustaste.

— ¿Que edad crees que tengo como para que me llames niña? Por cierto, ¿En dónde te metiste?.

— Pues... Me quedé dormido en el jardín de tu padre, tiene buen ambiente, una pregunta, ¿Que hacías dentro?.

— Te buscaba, mi padre me mandó a llamarte por qué tiene que curarte algo, pero no te veo nada.

— ¿Curarme? ¿Que no fue el quien me curo mientras dormía? Ay que raro — entonces no fue Stolas, una cosa tan rara — bueno... En todo caso dígale que muchas gracias, pero que extrañamente tengo mi brazo en buen estado.

— Ash... Por cierto — ella me miró directo a los ojos con una expresión sería con sus manos ya cruzados — ¿Que tanta curiosidad tienen los humanos?.

— ¿También tu? Óigame, no es mi culpa ser tan curioso como el mono de esa caricatura, además soy nuevo en este infierno y muchas cosas me llaman la atención del lugar.

— ¿Loona?.

— ¿Que? ¡No! Ella no me da para nada curiosidad, solo que... Oiga no tengo por qué darle explicaciones, soy un adulto y no debo de hablar de cosas tontas.

— ¿Estas diciendo que Loona es tonta? Sabes que ahora mismo ella podría estar escuchando detrás de la puerta.

— Pues que lo haga, ella y yo nos tratamos de formas tan desconcertantes que pensarás que soy un masoquista pero que lo haga, ella entenderá.

— ¿Por qué debería entenderte ella?.

— No sé, tal vez por qué es mi amiga.

— ¿Que te hace pensar que ella te considera un amigo?.

— Pues... Ay al diablo.

Cerré la puerta de la habitación con enojó, lancé la espada que portaba en la mano lejos de mi alcance, arrojé mi cuerpo a la cama está vez disfrutando de su suavidad, debo de relajarme, debo de pensar en cosas positivas, como el alcohol, mujeres bellas, una noche de lujuria desenfrenada, si, ese tipo de cosas.

Pero que niña tan molesta, ahora sí ya estaba sacando lo peor de mi, mirar que tengo que escuchar todas esas preguntas sobre Loona, bueno aúnque no la culpo si se trata de su hermana pues que tendrá de malo hacer preguntas sobre ella.

Lo raro era que estaba dentro de la habitación, gire lentamente mi cabeza a mi lado derecho, luego fue a la izquierda, no había visto algo raro en la habitación, nada que yo no allá visto, estaba como lo había visto antes.

Me quité la ropa arrojandola al suelo, mi cuerpo lo sentía liviano, creo que debe ser por la falta de comida, me tapé con las sábanas dejando mi cabeza a la vista, con la mirada fría viendo hacia la ventana mostrando el enorme pentagrama que se mostraba en el cielo rojo.

Ja, mis padres no se la creerían en dónde me encuentro ahora mismo, se quedarían mudos.

Cerré los ojos quedándome nuevamente dormido, lo sé, un viejo olgazan...

El fuerte golpe de la puerta siendo golpeada salvajemente me hizo caer de la cama, abrí mis ojos volteando a ver a la puerta siendo golpeada, era sin duda el Principe Stolas, el me habia prohibido tener la puerta de la habitación cerrada, aparte de que su voz llamaba mi nombre varias veces.

— Voy... — abrí la puerta apenas me levanté del suelo — ¿Si...?.

Otra vez iban a regañarme, tenía el ceño fruncido y sus manos cruzadas, su plumaje estaba despeinado y en sus manos tenía el libro que recordaba que con eso abrían los portales hacia la superficie.

— ¿Ahora cuál es el problema...? Alteza — sonreí estúpidamente dejando abrir toda la puerta —

— ¿En dónde estuvo usted ayer? Lo estube buscando para que llegara a mi ha- ¿Que? ¿Quien te sano el brazo...?.

— Fíjese que ni yo sé, desperté de la banca y cuando ví, ya lo tenía así, pensaba que había sido usted.

— No claro que no... Que raro, bueno... También vine para llamarte la atención humano, ¿Por qué no llegaste a comer anoche?

— ¿Comer? Pero si yo no ví a nadie en todo el lugar.

— Estubimos en el piso de arriba, ¿Que acaso Loona no se te aviso? — alzó su ceja —.

— Pues...

Creo que debía mentir para no meter tampoco a Loona en esta discusión, asentí mientras jalaba la ropa tirada del suelo, aunque si me molestaba un poco que ella no me avisará nada.

— Si me dijo, pero no tenía ganas de moverme más, por eso me quedé dormido aquí, disculpe mi ausencia.

— Al menos si estás conciente, bueno no quiero que pierdas más el tiempo aquí, necesito que vayas a comer a la sala, tu comida espera y debes de arreglarte, debes de ir a trabajar.

— ¡¿Que?! ¡No! ¡Si hoy es lunes! ¡Puta madre! — maldije jalando de mi pelo, me había quedado dormido por casi un día entero, pero que mierda conmigo, ayer fue domingo, hoy es lunes, mi día de trabajo empieza ya — Que jodido estoy.

— Vamos, no me hagas mandarte si comer — dijo para luego proceder a retirarse de la habitación —.

Bueno, no es que yo no sepa nada del trabajo, llegó la hora de convivir ahora con esta familia de sicarios, cerré la puerta con algo de fuerzas empezando a caminar hacia la sala.

Voltee a ver hacia mis espaldas, dónde la puerta de la habitación de Loona empezaba abrirse, se trataba nada más de Loona, la sabueso salió y cerró con fuerzas la puerta, su cabello estaba tan alborotado que lo llevaba con varios colochos en sus puntas.

Dejó salir un fuerte bostezo acompañado con un chillido, de mi salió una carcajada a lo que ella se percató y volteo a verme.

— Buenos días idiota... — me dice golpeando mi estómago — Ni una opinión sobre mi cabello o te castro...

— Se ve de la mierda.

Ella nuevamente golpeo mi estómago está vez un poco más fuerte, si duele un poco.

— ¿Ya esta la comida...? — volvió a bostezar ella —.

— Si ya... Sobre eso, ¿Por qué carajos no me avisaste que debía de ir a comer en el nivel de arriba?.

— Ay mierda, se me olvido, bueno la verdad me dió pereza bajar y mejor seguí comiendo — empezó a caminar ella — Vamos...

— Que mala honda eres Loona, espérate para cuando te compre el teléfono, espero no te enojes por el tamaño.

— Ni se te ocurra idiota.

Caminamos con Loona tomando rumbo a la sala, la sabueso iba tallando sus ojos sin dejar de bostezar, la mirada la tenía al frente pero mis ojos se desviaron un poco hacia ella, la empezaba a mirar ahora de reojo.

Llevaba un shorts algo corto y revelador, sus muslos se miraban tan gruesos y jure, jure ver las mejillas de sus nalgas, ya lo confirmo, las mujeres de este infierno son atractivas, su blusa llegaba hacia su ombligo por lo que sus caderas se movian de una forma tan llamativas.

Seguramente sus padres no le dicen nada a esta sabueso, mierda, en ese mismo instante empecé a erectarme, ¡Ay no!, Por qué demonios tenía que estar vestida está tonta sabueso tan llamativa.

Voltee a verla, señalando que me adelantaría empecé apresurar mi paso un poco, que ella me viera mi miembro erectado sería ya una maldita vergüenza, y más que pensará que le estoy viendo su cuerpo, no, vamos hijo de puta, controla tu sucia mente, esto pasa por haberte cogida a desconocidas del bar.













NO SERÉ UN ENFERMO.











CONTINUARÁ.

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