Prologo
Cuando era niño, mis padres solían decirme que habían personas buenas y malas, los pecados que llegáramos a cometer al final de un día se entregarían cuentas a un hombre, mencionan al nombre del creador de todo lo que conocemos al rededor, la tierra que pisamos, el aire que respiramos, todo lo que observan nuestros ojos tiene su origen, no vengo a contarles algo que muchos ya conocen, aunque otros tengan diferentes creencias, hay quienes que ni piensan en su nombre, sin importar que el les haya dado la bendición en sus vidas, son creyentes de hechos como de parte de la ciencia.
Hace unos años que me incorpore a los servidores de una enorme iglesia, centrada en la enorme ciudad de Ámsterdam, mi historia del como acabe arrodillándome ante mi Dios es un poco larga, tengo mucho que salí de los pasos que estaba metido, tomar, revolcarme con mujeres, robar, muchas cosas que van en contra de la voluntad de Dios.
Me apodan como "Pastor" simple para muchos, desde haber cruzado las puertas de esa iglesia fue el comienzo de mi nueva vida, las cadenas de mis pecados fueron rotas, intenté ser como un fiel creyente y servidor a su palabra que luego de un año, terminaron dándome el puesto de esa enorme iglesia, mi nombre.
Nadie sabe mi nombre, aunque les fuera mala la idea de ocultar mi identidad, para mi fue una decisión difícil, muchos se dirigen a mí solo con ese apodo, aunque fuese el Pastor de una iglesia, no merecía tanta formalidad, deseaban tratarme por mi nombre, pero yo jamás se los di.
Tenia mis motivos.
Hay cosas que aun no saben aun mis queridos hermanos de la iglesia y temo a que me den la espalda, pero trato de no fijarme en los errores que cometí en el pasado, mi único sendero es Dios.
Tengo una casa, muy bendecido pude establecer mi hogar con muchas cosas, ampliar todo, vivir en una residencia cómoda. Siempre suelo llegar a mi hogar cansado, pues yo. Ciertas ocasiones soy invitado para enseñarle la palabra de mi Dios a otras personas, lejos de donde vivo, dejando a mi hijo a cargo por un chico.
Soy padre de un niño de 15 años, su nombre es Eitan y hace mucho que vive a mi lado, para muchos creara confusión sobre mi vida, pues no estoy comprometido con ninguna mujer, pero tengo un hijo que su edad y la mía no cuadran como para haberlo formado con alguien, este niño no es bilógicamente mío, pero. Quise darle la oportunidad a un niño que pudiera desarrollarse en esta vida a mi lado, razón por la cual vive en mi casa este niño.
Eitan no sabe mucho sobre lo duro que es la vida, siempre suele hacer preguntas que para el no tienen sentido, aun recibiendo educación en su escuela, Eitan es un niño que viene a mi con una pregunta que ya tiene respuesta, pero el quiere saber también la mía, es un chico demasiado curioso.
Casi suelen aparecer mujeres en mi camino que han intentado quedarse en mi vida, pero no tuve la necesidad de seguirles el juego, me bastaba con tener a mi hijo a mi lado y las pocas personas que me rodeaban. Me gusta mi forma de vivir, desde que adopte a Eitan, quise mejorarlo todo en mi vida.
Muchos antes de tenerlo, solía ser otra persona. Una muy mala persona, aun viven sobre mi mente malos recuerdos, muchos de esos recuerdos desearía quitarlos de mi cabeza, aunque otros también los fuera, no doy el intento de también quitarlos, para muchos seguramente serán malos, pero para mi son únicos.
Fuera un poco del pequeño contexto de mi vida, pasamos a lo que ahora estoy viviendo.
Esta mañana me habia levantado como acostumbraba hacerlo a las cinco y treinta minutos, muchos desean seguir estando en la cama y seguir descansando, yo no. Me levantaba a esa hora para bajar siempre a la cocina y prepararle la comida a mi hijo, planchar su uniforme de la escuela y meter sus cosas a su mochila.
Justamente a las seis en punto se levantaba mi hijo para desayunar lo que le preparaba, era una rutina que ambos manejábamos, pero este día, este día no iba ser una mañana en la que se levantaría, hace un par de minutos que me habia cambiado de ropa, llevaba una camisa blanca y un pantalón negro.
Acostumbre siempre usar abrigos de color negro y un poco largos, era una vestimenta que me daba frescura, por las mañanas suele siempre haber mucho frio y más estando un poco lejos de los principios del año.
Eran las ocho de la mañana, mi hijo seguía en su cama durmiendo. Habían mandado a notificar a los padres que se aproximaban las entregas de notas, habia llegado la fecha y por ser así, Eitan no asistiría a la escuela el día de hoy.
- Eitan - Había subido a la habitación donde mi hijo dormía, estaba muy tapado entre las sabanas - Iré por las notas, no te levantes tarde por favor, cuando venga comeré así que no me esperes, ¿si...?.
Levantó su pulgar apenas asomando su cabeza fuera de las sabanas, di un par de palmadas en su cabeza y me marche.
De Eitan no me preocupaba tanto en sus notas, era muy responsable con sus deberes, más de alguna tarea se le dificultaba y pedía de mi ayuda, pero nunca me entregó malas notas, siempre dejaba mis expectativas en lo alto.
Tengo una vida tranquila, rutinas que fácilmente manejo. Un día entero con Eitan era lo que muchas veces quiero, es raro cuando no estoy tan ocupado para el, a unas cuadras de estar por su escuela, estaba manejando mi vehículo hasta que en un semáforo por detenerme recibí una llamada, ver la pantalla de mi celular me relajo un poco al ver que se trataba de un conocido.
- Freddy, buenos días. ¿En que te puedo servir?. - le dije con la llamada en altavoz, el semáforo habia cambiado de color - Voy a la escuela.
- ¡Buenos días, Pastor! Le llamaba para comentarle que tengo las notas de Eitan, me tome la molestia de recibirlas, este chico lo hizo otra vez, ninguna baja.
- Cielos... ¡Gracias, hermano Freddy! no te hubieras molestado, voy llegando. También necesito hablar con la maestra guía de mi hijo, no tengo idea de lo que ella me responderá.
- Ella aquí esta, le diré que ya viene, con cuidado Pastor.
Freddy es un joven de 19 años, este chico sirve de diaconado en la iglesia donde predico, empezamos a recibir a jóvenes en la iglesia desde que la mayoría de servidores se les dificultaba llegar, el templo nunca estuvo tan vacío con esas presencias de esos jóvenes.
Freddy era un chico que gustaba de tenerme a su lado, mi relación con ese jovencito empezó a fluir cuando llegaba a cuidar a mi hijo cuando tenia que viajar, el era el encargado de cuidar a Eitan cuando incluso yo no llegaba esos mismos días a casa, ahora se habia convertido en un miembro importante en el templo, sobre todo a mi lado.
A mi hijo le agradaba que Freddy llegara a casa, ambos se ponían a jugar las veces que pudieran.
Me estacione en el parqueo de la escuela habiendo llegado, a unos metros de distancia visualice a Freddy, sentado en las gradas del colegio de su entrada, con su mirada en una hoja de papel, eran las notas de mi hijo.
- Freddy - me dio la hoja, al verla dibuje una pequeña sonrisa. Eitan habia sacado unos cuantos cienes, en las barras de quejas, no habia ni una sola.
- Alguien recibirá un pequeño regalo hoy.
- El se lo gano, voy a entrar. ¿Vienes o te quedas?.
- Voy a cuidar el auto, vaya usted Pastor - le di las llaves a Freddy para que pudiera esperarme dentro del auto.
La maestra de mi hijo era una mujer delgada de piel morena, de una estatura un poco baja, un cabello acolochado y de una expresión serena. También era tomada como consejera de la escuela. Su nombre era Melissa, hace meses que ella y yo hablamos, siendo la catedrática de mi hijo, ella siempre era portadora de las buenas noticias, muchas veces llamaba a mi casa para hacerme recordatorios de algunas actividades que debía de hacer mi hijo, o excursiones para estar enterado y tener el permiso mío.
Se habia vuelto mi gran amiga hasta ahora.
Unos cuantos padres de familia entraban a la escuela, con la misma intención de saber como iban sus hijos seguramente.
Llegando al salón de mi hijo abrí la puerta para toparme con su maestra, ahí estaba ella sentada con sus piernas cruzadas en su mesa de trabajo, ella al verme se levantó de la silla de donde estaba y con una cálida sonrisa, se acerco a darme un corto abrazo, muchos suelen tenerme mucho respeto al momento de saludarme, pero Melissa habia convivido mucho conmigo que tenia más confianza.
Era muy amistosa.
- ¡Buenos días Pastor! Esperaba que viniera a preguntar por Eitan, tome asiento.
- Gracias Melissa, creo que soy predecible para ti - jalé una silla sentándome al frente de su mesa - ¿Todo va bien con Eitan...?.
- Pastor, no se como sea el vinculo con tu hijo, pero es sorprendente, Eitan tienen una gran inteligencia, es muy educado y a la vez bromista con sus compañeros.
- Son muchas cosas buenas para un niño.
- Eitan es un gran chico, su relación con ese niño de silla de ruedas motiva a muchos estudiantes seguir con nuestra educación y aprendizaje.
Eran palabras que a mi mente llegaban, las procesaba en cuestión de segundos. No siempre estoy al lado de mi hijo, pero incluso con lo poco que le ayudo y le aconsejo, Eitan logra hacer grandes cosas, lo ultimo que menciono Melissa era muy cierto, Eitan suele siempre invitar a su amigo a casa, un chico con discapacidad en sus piernas.
Su nombre era Rafa, era su mejor amigo. El tema con este niño era muy delicado, supe de su situación desde el año pasado, un curva por la carretera a veces suele ser un segundo camino a la mala suerte.
Recordaba un poco mi infancia, en algún tiempo tuve una amistad como esa, no fue un buen inicio, aunque tampoco fue un buen final, los años solo te hacen cambiar.
- Pastor, no importa las veces que venga usted aquí a preguntar por Eitan, ese niño no da ninguna queja, ninguna.
- Me alegra saber que mi hijo no cause problemas, era justo como estaba esperando la noticia, sin ninguna sorpresa - para cuando gire mi cabeza para levantarme, Melissa atrajo mi atención con una hoja que habia colocado cerca de mis manos.
La hoja era de color rosada con decoraciones a sus orillas, eso incluía muchos corazones.
Levante mi cara con una expresión de estar nervioso, me habia echo la idea que Melissa me habia regalado una carta de cariño, o podía ser una declaración o algo más pero al dármela me puse nervioso.
- Melissa... Yo no sabia que eras muy buena decorando...
- ¿Que...? ¡Ja ja ja! Esto no es mío, al menos te hubiera dado algo más lindo.
- ¿Entonces...? - tomé la carta para darme cuenta que la carta habia sido echa por Eitan.
La carta habia sido echa por mi hijo, algo que no me esperaba enterarme. Eitan tenia alguien especial en su vida, muchos se asustan al saber que sus hijos se sienten atraídos por otras personas de su mismo sexo, aunque este no seria mi caso con mi hijo, Eitan jamás me habia dicho que sentía emociones por una chica.
La carta estaba dedicada a una jovencita, su nombre era Keenie. Había escuchado este tipo de nombres también en mujeres, no tenia por que preocuparme que mi hijo estuviera pecando.
- Esto paso hace unos días, les pedí a los chicos que dedicaran un poema a la persona que los hacia sentir especial, Eitan hizo dos poemas dedicados a diferentes personas, te dedico un poema que yo guarde en mi portafolio, pero esta carta fue algo peculiar, en mi salón no hay ninguna chica con ese nombre.
- Ay Dios, este niño creo que ya esta empezando a crecer más... ¿No hay nada más?.
- Lo siento Pastor, es lo único que se, hable con su hijo, el tal vez pueda darle una mejor respuesta, yo solo soy su profesora, y para ti una amiga, yo veré siempre que Eitan.
Me preocupaba un poco este tema, el simple pensar que mi hijo se sentía especial con otra persona era raro, se muy bien las clases de parejas que pueden haber en la actualidad, el hombre se enamora de una menor o al revés, las mujeres salen con mayores de su edad, Eitan no me habia platicado que quería a una chica y lo entiendo, en algún momento estuve en su lugar, pero de diferente manera.
Me despedí de Melissa y dándole las gracias por haberme contado cobre Eitan, tome la carta como una pequeña muestra, Eitan no podía mentir, no quería saber que mi hijo estaba saliendo con una mujer adulta, el aun es un niño, mi hijo.
Cuando entre al auto ya me estaba esperando un joven sentado en la parte del acompañante, la verdad es que yo entre sin mencionar una palabra, le extendí la mano en manera que me diera las llaves, encendí el auto y para pronto marcharnos a mi casa.
Freddy me veía manejar con una cara de preocupación, en verdad que lo estaba. Eitan estaba entrando a otra etapa, con ella nuevas emociones, Ansiedad.
- Pastor, lo veo muy preocupado, ¿Qué sucede...?.
- Freddy, una consulta... las veces que te has quedado con mi hijo. ¿El no te dice nada acerca de una persona en especial...?
Quería ser muy directo con el.
- ¿Eitan...? No para nada, siempre habla de ti, pero de otra persona no, al menos no en mi cara.
- Eitan me preocupa, acabo de enterarme que le dedico un poema a una chica, Freddy. No quiero pensar que mi hijo esta saliendo con una mujer que no sea de su edad.
- Tranquilo Pastor, seguramente no sea así, se que ahora cualquiera anda con quien se le antoje pero usted educa bien a su hijo, el sabe lo bueno y lo malo.
Podía estar seguro que yo siempre corregía a mi hijo de la manera correcta, pero se que todo tiene su primera vez, Eitan era un chico demasiado curioso, hubo un tiempo donde solía acostarme con mujeres de cualquier edad, mientras más llegan a ti, te dejaras pasar todos esos placeres hasta volverse una rutina.
Freddy llevaba la carta en sus manos, le habia mostrado el poema que Eitan había escrito, si que habia estado tan inspirado mi hijo en la persona que su letra no parecía ser suya, la manera en como se expresaba con sus palabras.
Bajamos del auto al estar ya estacionados al frente de mi casa, Freddy suele quedarse en mi casa. Sus padres iban siempre al templo por lo que sabían muy bien con quien andaba su hijo, dejaban a su hijo a mi cargo a veces en mi casa.
- Pastor, usted tranquilo. Confié en su hijo. El sabrá bien lo que esta bien y mal, total es usted quien lo educo.
- Si... Se que Eitan no haría esas cosas malas, solo no quiero que le rompan el corazón a mi hijo, aun esta muy joven como para que lo lastimen.
- ¿Usted ya pasó por eso...?
- En una fiesta.
Se muy bien como va esto de las relaciones entre pareja, normalmente es el hombre quien se aburre de la mujer y empiezan a ver que hay de bueno en la calle.
Entramos a mi casa solo para toparme con Eitan, estaba sentado frente al televisor viendo de su pelicula, aunque también notó de nuestra llegada que al vernos, apagó inmediatamente la tele bajándose del sofá y correr donde estaba yo y darme un fuerte abrazo.
No iba tocar el tema de la chica por el momento, no quería terminar discutiendo con mi hijo, aprovechamos la presencia de Freddy en la casa para convivir por un rato, yo tenia muchas cosas que hacer más adelante por lo que me quedaba poco tiempo.
Suelo tener una pequeña oficina en el costado de donde esta mi cuarto, estudio todo lo relacionado sobre la psicología, siempre suelo tener llamadas de personas con la curiosidad del saber, sus cuestiones se volvían un problema para ellos y para mi una respuesta que dar.
Miraba a Freddy y a Eitan bromear desde la cocina, ambos se unían para preparar la comida para todos, aunque le habia dejado ordenado a mi hijo que comiera, miraba la televisión en lo que los chicos seguían estando en la cocina.
La mañana no pintaba tener sorpresas, era yo con unas hojas en la mano, mis anteojos para leer sin dificultades, con un programa de cocina puesta en la tele, nada interesante se mostraba por el momento, soy un hombre algo ocupado con asuntos sin importancia para muchos.
- Papá, cuando te fuiste alguien te marco en tu oficina - Eitan sabia bien que el entrar a mi oficina era un permiso que tenia que darle, a menos que yo no estuviese y me llamaran. Siempre suelo tener más de alguna llamada de los de diaconado.
Sabia dos nombres de personas que suelen llamarme más seguido por el numero, Melissa y otro servidor mío del templo, acababa de ir a ver a Melissa así que por lo tanto no era ella.
Aun leyendo mis hojas que tenia le conteste.
- ¿Ricardo...? Este hermano se le ocurre llamar cuando salgo, a la próxima dile que me llame a mi celular - Ricardo era un hombre muy amigo mío en el templo, me preguntaba que favor quería ahora.
- Si papá, se muy bien que decir pero no fue el papá, fue otro amigo.
- ¿Si...? Entonces era el ser-
- Era un tal Stolas papá.
Voltee a ver a mi hijo con impresión al escuchar el nombre de la persona que habia mencionado, ese nombre hacia mucho tiempo que no volvía a escucharlo, cuando Eitan termino de hablar. Baje la cabeza al suelo con ambas manos ahora reposadas en mi cabeza, mi mente empezó a llenarse de ideas locas, mi frente empezaba a despedir gotas de sudor, mi expresión estancada en el suelo, mis ánimos decayendo al suelo.
Les dije a Eitan y Freddy que iría hacer un par de cosas en la oficina, me hubiese gustado ser más disimulado con mi expresión, pero la impresión me gano. Los dos jóvenes vieron mi retirada a mi oficina.
Stolas, un búho proveniente de lo más profundo de la tierra, un príncipe para muchos, un plebeyo para otros a causa de una traición matrimonial, un gran padre.
El jamás se fue, el contacto entre un demonio y un humano seria la causa del pánico, pero hace años que tuve la oportunidad de tener contacto y el temor ya no es una palabra que ellos puedan demostrar.
Aprendí mucho de esa raza demoniaca, incluso en el infierno hay diferentes tipos de clases, se que se mira muy mal que un hombre dedicado a la palabra de Dios tenga este tipo de contacto con estos seres, pero la razón por la que sigo hablando con la mayoría de ellos es muy fácil.
No les iba a dar la espalda a las criaturas que me ayudaron cuando no tenia a nadie.
Los recuerdos viven en mi cabeza, surgen sin querer la presencia de todos ellos, ninguno debía ser olvidado a mi parecer.
- Ahora que necesitan...
Tome del cajón de mi oficina una caja envuelta, dentro contenía un teléfono táctil, hay demasiadas cosas que me habían estado pasando desde que salí del reino de las tinieblas. No iba quedarme en ese lugar por toda la vida, la única manera de tener contacto con ellos era a través de dos formas.
Había sido obsequiado un teléfono por uno de ellos, proveniente de sus tierras. Era un teléfono con un aspecto igual a los que hay en la tierra, la diferencia es que el teléfono funcionaba de distintas maneras.
La otra era a través de un pentagrama, algo que yo no me disponía hacer. Por el teléfono era más que suficiente para poder comunicarme.
Los años cambiaron tantas cosas que ahora se vuelven para mi todos ellos un par de extraños, aunque solo se tratara de el. Stolas fue el único que estuvo llamando a mi, bueno, Blitz se incluía, el y mi hijo se llevaban bien a pesar de que ellos fueran diferentes.
Pero estaba claro que ellos no venían a mi casa con su físico demoniaco, Stolas solía usar un trajo para ocultar su forma, de igual manera usaba uno Blitz.
Todo podía seguir estando normal para mí, mientras no pensara en la sabueso.
CONTINUARA.
¡Holaa! Es un gusto estar escribiendo para ustedes una nueva parte de la historia "No puedo odiarte" hace mucho que pidieron una segunda parte y pues aquí tienen el inicio de la nueva vida del protagonista, los capítulos serán con la misma cantidad de palabras (5000) el próximo capitulo será publicado dentro de unos días, el colegio vino muy fuerte esta vez, espero disfruten de esta nueva parte de la historia y la apoyen, ¡Buen día!
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