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Parte 1

CONTINUAMOS.

Habían sido las horas más largas para el Pastor en su oficina, hace mucho que habia bajado a la mesa para desayunar con el par de jóvenes, aunque hubiese sido bastante breve. El teléfono que habia sacado de la caja ahora lo sostenía en manos, al pendiente del tono que fuera a sonar.

Esto no solía sucederle en las pocas veces que recibía el tipo de llamadas del príncipe Stolas. En ocasiones ni solía contestarle, ya no podía pensar en las miles cosas que podía realizar para relajar su mente, por mucho que hiciera. El teléfono era siempre revisado por los ojos del Pastor.

Tenia muchos papeles que ordenar, podrían llamarlo para necesitar de su ayuda, algún sitio donde requieran de su presencia, algo. Pero por más ocupado que estuviere, no iba dejar pasar una llamada del príncipe en ese momento.

Por razones tuvo que salir de la oficina a ver a su hijo, tenia un rato que ya no escuchaba voces en la casa, algún ruido de la tele o movimientos en alguna parte de la casa. Bajó los escalones y camino hacia la cocina, lo único que pudo percatarse es que debía de lavar los platos sucios que habían dejado.

Si ocupaba su mente en los que haceres, menos tendría tiempo en pensar que podían llamarle una vez más. En lo que lavaba los platos, El pastor notaba ahora como es que su mente volvía alocarse, cosa que suele pasarle en momentos de preocupación, ya no solía tener esos mismos reflejos que su cuerpo evitaba, los años te cambian. Ahora solo era cuestión de enfrentar algún malestar en su cuerpo.

A los minutos que limpiaba los últimos platos, a sus oídos llegaron los gritos de su hijo llamándole varias veces mientras se iba acercando a el.

- ¿Qué pasa...? - limpiaba sus manos con un trapo viendo a su hijo.

- Freddy se fue, me dijo que te avisara que tuvo una salida de emergencia.

Una salida de emergencia, se escuchaba como algún compromiso que habia olvidado que tenia, Eitan se acerco a su padre quien seguía parado al frente suyo.

- Ahora que ya se fue, ya puedo llamarte ___.

Eitan desvió su mirada al suelo al mencionar el nombre de su padre. El habia dejado de usar su nombre desde hace muchos años, el niño odiaba tener que dirigirse a su padre en frente de las personas como solo un pastor, esto también llegaba ocasionar problemas en la escuela del chico, nadie de su escuela sabia el nombre del padre del chico, creándoles un misterio en sus cabezas.

El chico tenia siempre que soportar las preguntas de sus amigos hacia su padre, aunque respetaran de el, era muy odioso para el también no poder mencionar el nombre su padre a las personas.

El padre del chico se puso a la altura de su hijo viendo su expresión decaída. El hombre se ponía del lado de su hijo, a el también le llegaba detestar no poder presentarse con su nombre ante las personas de afuera, fueron métodos estrictos que habia decidido tomar por el bien de ambos.

- Campeón, ya hablamos de esto. No te pongas así, puedes llamarme por mi nombre siempre y cuando seamos nosotros.

Eitan seguía sin comprender la decisión de su padre, no tenia por que ocultar el quien era el, todo el mundo sabia a lo que se dedicaba y se ganaba el respeto de muchos, pero por que tendría algo de malo que supieran su nombre.

- No es de gran ayuda si estamos solos papá, nadie más que nosotros dos sabemos ese nombre.

- Yo lo se, pero solo hasta que sea seguro todo, puedes decirle al mundo quien es tu padre.

Acaricio la cabeza del chico, Eitan correspondió a la broma de su padre. El no era un mal padre, seguramente es que por cuestiones de su bienestar es que ocultaba su nombre.

El Pastor no habia olvidado las buenas calificaciones de su hijo, se le habia ocurrido tener un pequeño paseo con el, tal vez salir a comer a un local podría mejorar un poco las cosas, Eitan se habia ganado una recompensa al sacar esas notas.

Vio a su hijo salir corriendo de felicidad al decirle que se fuera a cambiar para salir a pasear, verlo tan emocionado habia echo que dejara por otro lado la preocupación por si tenía que llamarle el búho.

Algo que solía pasar siempre que salía, es que Eitan acostumbraba cambiar de lugar una mochila que su padre le habia regalado para viajes en ocasiones de sus vacaciones, no solo eso. Eitan inclusive solía salir siempre con esta mochila a paseos que el solito daba por el parque.

Esperaba a su hijo dentro del vehículo a que llegara a subirse al carro, eran cosas que el chico suele hacer hasta en momentos donde se iba a estudiar por medio día.

Cambiamos del escenario a un padre y su hijo ahora bajándose de su auto, había conducido por un par de horas hasta una zona de juegos que suele ir con su hijo, el arcade. Se habia vuelto la zona más entretenida y alocada para Eitan. Aunque hubieran muchos juegos violentos que el hombre desaprobaba, dejaba que su hijo se divierta con los menos peligrosos.

A los pocos minutos que estos ingresaron, El Pastor perdió de vista a su hijo por toda la cantidad de niños que habían en el lugar, mientras su hijo se distrajera con las cosas que habían dentro del Arcade, no pensaba que se escaparía.

A unos pasos de la sala de juegos habían unas bancas puestas en los bordes del lugar, apuntando a las maquinas de juegos, en una de esas bancas es que tomó asiento El Pastor, esperando visualizar a su hijo desde lejos.

- Hermano Pastor.

Escuchó una voz masculina a su lado, hace unos segundos que se habia sentado en la banca y habia sido reconocido por un miembro de la misma iglesia, a su lado habia un hombre de piel blanca, de un aspecto delgado, su pelo lleno de canas y un par de anteojos delgados, el hombre se apoyó en el hombro del Pastor, no tenia tantas fuerzas.

- ¿Ben...? Cielos, Buenos días querido amigo, ¿Qué hace por aquí Doc...?

- Solo dime Ben, sabes que en mi trabajo soy un Doctor - comentaba con una pequeña sonrisa en su rostro.

Ben era un hombre dedicado trabajar en unos de los hospitales de la ciudad, habia conocido al predicador de la iglesia por un día lluvioso cuando habia acudido a su predicación, ambos se llevaban bien al saber que ambos ya habían ayudado del otro.

- Creo que venimos a lo mismo, mis hijos querían venir a jugar aquí, es difícil.

- Eitan se emociono también...

Aunque ambos tuvieran temas por platicar, entre los hombres habia una tensa incomodidad, El Pastor habia dejado de seguirle la platica al adulto, muy en su interior una pequeña llama se iban apagando a pocos segundos, hace meses que solía asistir a consultas con Ben sobre su salud, primero habían empezado con chequeos en el, para terminar llevándose bien entre ellos.

Ben giró su cabeza para ver al hombre que estaba a su lado sentado, Ben sabia algo de el. El motivo del por que ahora su amigo ya no tenia una buen sonrisa, desde hace mucho tiempo tampoco volvía a estar muy animado.

- Oye... Eres el hombre más valiente que pude conocer... pero no necesitas hacer ese esfuerzo.

- Ben, solo Dios sabrá hasta cuando dejare de respirar.

- Yo también soy tu amigo, Pastor no tienes que siempre darlo todo por el mundo, el mundo también nos daña a nosotros... Quieres vivir hasta donde tu corazón te deje sentir.

- Se que no estoy bien, pero al menos quiero ver a mi hijo crecer, hasta donde Dios me permita verlo, entonces sabre muy bien que mi hijo estará preparado para seguir sin mi.

- No te queda mucho tiempo...

- Ben... En esta vida para todo hay tiempo. Cada segundo cuenta.

Concluyo así con el Doctor, estrechando ambos sus manos. Ben llevaba ya mucho tiempo teniendo esta platica con el. Pero para Ben, El Pastor no parecía importarle mucho que estaba a un corto tiempo de morir, entendía un poco que a los fieles a la palabra de Dios, no tenían de que preocuparse pues ya lo habían dado todo por su vida a el, El Pastor sabia en donde terminaría.

Miraba a lo lejos como su amigo se alejaba rápidamente de las zonas de las bancas, habia pedido mucho a Dios para que El Pastor entendiera que no podía dejar a su hijo solo, al menos retrasar un poco más su tiempo de vida.

Cambiaban las horas del día para pasar a ser una animada tarde en el Arcade, gente que entraba y salía del lugar, habían disfrutado lo suficiente como para quedarse otro rato más, en una pequeña torre de las zonas habia la presencia de un hombre y un niño, recostados al bordé de una barra que delimitaba el área, apuntando a la maravillosa vista de un radiante sol ocultándose.

Eitan junto a su padre comían de un sabroso helado napolitano, luego de haberse quedado ambos jugando como la convivencia de padre he hijo, habían tomado camino a una de las torres de los miradores, era como la ultima actividad de su día,

El Pastor bajó la mirada a su hijo, Eitan comía gustosamente de su helado, sin saber que su padre lo estaba viendo, el chico conservaba aun lado de sus pies una pequeña caja de helado que le habia pedido a su padre de ultimo.

La actitud tan animada de su hijo le hacia pintar una ligera expresión de tristeza, felicidad y sobre todo orgullo.

- Papá.

Sin esperarlo, Eitan soltó una pregunta al aire en espera que su padre respondiera, su padre al estar viendo a su hijo, escucho la clase de pregunta, saliendo de su pequeño trance y hablarle.

- ¿Que...?.

- Yo te preguntaba que... Tu crees que Dios tenga sus limites...

- Bueno... veras. El amor de Dios por todos nosotros es eterno, sabemos que todos también le fallamos, pero a veces tienes que pasar por la tormenta hasta llegar a la calma hijo, si el quisiera, ahora mismo haría desaparecer todo lo que ves, pero no. Ese día llegara hasta cuando el decida venir por su pueblo, como tú y yo.

El hombre acercó sus manos al estomago de su hijo y empezar hacerle cosquillas, Eitan junto a su padre jugaron a perseguirse por un rato hasta no poder más, claro que el chico era más rápido que su padre, pero por que no darle un poco la ventaja a su padre.

Los latidos de aquel Pastor empezaban hacerse más pesados y lentos, el cansancio era una molestia que le provocaba a su corazón fuertes piquetazos, por desgracia. El hombre no se encontraba para nada bien, su quebranto de salud le impedía moverse con libertad, ahora hasta correr tenia que usar un ritmo.

A los segundos fue sintiendo una enorme carga en su pecho, estaba dejando de correr a su ritmo pues ahora su pecho empezaba a darle dolores, su vista se fue nublando con forme daba sus pasos, Eitan siguió corriendo al rededor de la torre sin voltear a ver a su padre cansado y adolorido.

Con un máximo esfuerzo, El Pastor dio un largo paso a donde corría su hijo, Eitan sintió los fuertes brazos de su padre enrollarse en el, habiendo finalizado la pequeña persecución, aunque ahora estuviesen abrazados, el chico se percataba de la fuerte respiración de su padre, notaba las gotas de sudor resbalar por su frente, sus latidos eran alcanzables al sentirse con tan solo colocar sus manos en su pecho.

Eitan no sabia la clase de enfermedad que tenia su padre que le estaba arrebatando la vida, el pensaba que en verdad era más rápido que su padre, al segundo que fue abrazado. Pronto sentiría como su hijo le daba un enorme abrazo correspondiendo a su afecto.

No podrá la enfermedad acabar con el afecto del hombre y su hijo.

Había cumplido en darle un pequeño regalo a su querido hijo al sacar excelentes notas en sus cursos, todo un largo tiempo para jugar y poder comer lo que quisieran, pero llegaba la hora de regresar a casa, pronto caería la oscura noche en la ciudad de Ámsterdam.

Las cosas estaban así, Eitan se fue directo a su cama luego de haber estado un largo rato de viaje en el carro, el día de mañana tendría que asistir a clases por lo que no tenia que dormir muy tarde, cada luz se iba apagando, pronto los cuartos de la casa quedarían en completa oscuridad.

Eitan no sabia que su padre se habia encerrado en su oficina, tanto cansancio no le permitió ni siquiera para despedirse de su padre.

El Pastor, sentado en su silla con un teléfono en la mano, las luces de la oficina apagadas, todo estaba a oscuras, la única luz destellada era la de la pantalla del teléfono que tenia, su día aun no podía acabarse así como si nada.

Stolas podría volver a marcarle, a todo esto. Se preguntaba que tan importante era este búho que sin pensarlo esperaba a sus llamadas, cuando puede solo seguir con sus cosas, sobre todo si era ya noche, no se iba quedar tanto tiempo esperando que regresaran la llamada, era una tontería.

El Pastor se quito los anteojos que llevaba para tallar sus ojos, el teléfono quedo sobre su mesa de noche sabiendo que podían llamarle, habia llegado la hora de dormir.

Al cruzar la puerta, dentro de la oficina empezaba a escucharse una lenta melodía, justo cuando se iba a dormir, el teléfono sobre la pequeña mesa empezó a emitir la melodía, El Pastor al voltear a ver notó que se trataba del teléfono, no se esperó que justamente antes de dormir lo llamarían.

Prendió las luces de la oficina, cerrando las puertas para que su hijo no lo mirara por casualidad alguna hablar con el príncipe Stolas.

Sosteniendo el teléfono en sus manos, de la pantalla empezaba a salir una gran cantidad de humo blanco, formando ante sus ojos una enorme barrera de humo, a los segundos que se formara, empezaba a reflejar una imagen borrosa pero a la vez muy reconocida.

Los ojos del Pastor se fueron agrandando dejando ver en sus pupilas un fuerte brillo, Stolas era quien estaba al fondo de la llamada, con toda la impresión del mundo observó al hombre que lo miraba con curiosidad.

- Stolas... Buenas noches viejo amigo... - expresó con serenidad, aunque por dentro se sentía inquieto.

- ¡___! Que alegría me da verlo otra vez, mírate si ya estabas por irte a dormir, cuanto lo siento hombre, Blitz no dejaba de insistir que te devolviera la llamada.

Al lado del Búho se acercaba el pequeño diablillo que lo acompañaba, Blitz habia cambiado un tanto en el aspecto físico, ahora tenia poco pelo en medio de sus enormes cuernos, pequeña barba saliéndole y no puede faltar la poca acumulación de piel en su rostro.

- Imbécil, te estuvimos llamando por la mañana y ni siquiera contestabas, no esperes a que te roguemos.

- Estaba ocupado con mi hijo, no tengo por que esperar que un tipo como tú lo entienda - rodó sus ojos mientras se sentaba en su silla.

- Blitz, no le marcamos a ___ para insultarlo, sabes muy bien que vamos a decirle.

Stolas sonaba un tanto emocionado, El Pastor solo seguía observando a la pareja de esposos.

- Se que esto sonara muy raro para ti, pero nos preguntábamos si podíamos Blitz y yo llegar mañana a tu casa a charlar, tenemos una novedad que contarte, creemos que puedas darnos una buena respuesta.

Como ya sabían, Stolas y Blitz llegaban casi siempre a la casa del Pastor a charlar, esta vez se habían tardado un par de semanas y era por eso que el hombre se habia extrañado que no le marcaran.

Se le hacia un poco raro la idea de que llegaran el día de mañana, pues cuando lo visitaban, siempre solían decirle con muchos días de anticipación que llegarían a verlo.

- Hmmm... No se si sea buena idea, mañana estará mi hijo, solamente que vengan por la mañana, el se ira a estudiar temprano.

- ¿Por la mañana? Suena muy bien - contestó el búho alegre, le emocionaba la idea que volvieran a viajar a la tierra solo para charlar con su viejo amigo.

- Recuerden, nada de venir con su aspecto demoniaco y por favor no entren a la casa directamente por el portal, pueden usar la puerta como las personas normales, no quiero que la gente piense que estoy practicando magia negra.

- ¡Ja ja ja! No somos como los tuyos idiota, ahora ya cuelga que terminamos de avisarle a ___ que mañana llegaremos, descansa tonto.

Quedaron en la llamada solamente el Príncipe Stolas y el humano, ya empezaban a cambiar las expresiones de ambos a través del reflejo, Stolas notó como la expresión se volvía a una más seria, ambos ya sabían que iba a pasar en esta parte de la llamada, era el momento donde una incomoda discusión surgía en el momento.

El príncipe no pensaba en iniciar el otro tema, no es que fuera difícil iniciarlo, es que no sabía en la manera que el hombre iba a tomarlo.

- Hoy... Tuvo un buen día sabes, sus amigas vinieron al palacio y la invitaron a comer a do-

- Detente Stolas... con todo respeto pero creo que no me interesa saber de ella, lo siento - su voz se escuchaba pesada al igual que su mirada desviada fuera de la imagen del búho.

- Se que ahora quieres evitar recordarla, entiendo que trataste de alejar tu vida del infierno por mi hijastra pero, ella aun logra mencionar tú nombre, son pocas las veces pero para ella aun cuentas como una persona importante en su vida.

- Las cosas cambiaron Stolas.

- Si... Tal vez esta vez las cosas puedan ser mejor que antes.

Stolas siempre solía mencionar a su hijastra por llamada cuando se trataba de ___, pero ese hombre ya se habia cansado de escuchar lo mismo, las veces que siempre llamaba, siempre tenia una nueva novedad sobre su hijastra.

El Pastor no es que odiara a la sabueso, la razón por la que intentaba no saber de ella es por que aun le dolía, dolía mucho recordar a la hembra que conoció bajo las oscuras tierras, el sentimiento al final no fue mutuo, las horas más odiosas para el hombre eran por las noches.

Cada noche se sentaba en su oficina, oraba a su Dios que le diera otra forma de pensar, no quería volver a caer en el mismo agujero y nunca más salir de él, ahora esto era con la sabueso, no quería volver a ella y posiblemente jamás salir.

En su oficina abundaban grandes muestras del pasado, muchas cosas que solamente el sabia lo que habia dentro, habia tratado la manera de cambiar, para tener un mejor resultado en su vida y así fue, pero ahora que aun vivía un poco de su pasado en el presente, temía a que un futuro se repitiera lo mismo.

El Pastor analizaba las palabras cortantes que recibía del búho.

- Stolas... - dejó salir un pesado suspiro, mientras dejaba su saco sobre su escritorio, entonces habló - Yo jamás llegue a odiarla, eso no cabe en mi corazón. Se que ahora ella es una gran mujer, lo poco que te entiendo es que ahora ella le va mejor.

- No es es-...

- Entonces no debo de llegar otra ves a su vida, créeme. Y si alguna día la llegara a ver entonces yo... entonces yo...

Su tono de voz se fue apagando, su mirada se quedo perdida entre las sombras de su oficina, si tanto habia dejado de intensarle ella, ¿Por que aun se exaltaba al saber de ella?, Stolas se fijo en el silencio repentino en el hombre, su expresión, su manera de sentir.

En alguna parte de su mente habia una pequeña esperanza, una manera que el hombre tras la llamada un día dejaría que sus palabras entraran a sus oídos, por el momento. Loona habia dejado de ser un fragmento en la vida del hombre.

El Pastor aun con la mirada baja le dio una respuesta a Stolas.

- Vengan a las 9 de la mañana... sean puntuales por favor, buenas noches.

La llamada así finalizaría, el hombre aguardo el teléfono dentro del mueble donde lo tenia, la llamada solo lo habia desanimado, las llamadas que siempre recibía se volvían más incomodas y a la vez muy dolorosas, tal vez solo ya no quería enamorarse.

Habían pasado ya muchos años desde que el hombre se habia distanciado de su amiga, fue tan extraño para el no tener contacto con ella, pero así fue como el lo planeo, quiso mejorar su vida apartándose de los problemas, la sabueso fue el problema que su ansiedad lo consumiera.

Aun con el pasar de los años, el hombre nunca la llego a odiar, su vida y la de ella ahora estaban separadas y siendo así, lo menos que podía hacer era desearle lo mejor desde donde se encuentre, aun con ese dolor, el jamás se atrevería a verla.

Solía acostumbrar siempre orar antes de irse a la cama, estando con sus rodillas en el suelo. Sus ojos ya empezaban a derramar las primeras lagrimas de tristeza, de dolor, de coraje. Aun si los habia dejado atrás, el recuerdo venía a su mente convirtiéndose en un dolor muy repetitivo, no se notaba una mejora, más bien se volvía más fastidioso tener que sentirse mal.

Sin darse cuenta, el pobre hombre se habia quedado dormido en el suelo, quedando cerca de la puerta de su oficina.

Para la siguiente mañana es donde Eitan se levantaría para ir a estudiar, aunque su padre no se levantaría, las veces que se quedaba muchas veces solo, el chico sabia prepararse su comida, planchar su uniforme y salirse para ir a su escuela, una rutina simple para manejar.

Justo daban las seis de la mañana en aquel día, bajaba las escaleras el hijo del Pastor. Eitan notaba la falta de su padre en la casa, casi siempre solía topárselo en la mesa sentado con su teléfono, esperando a que bajara para las veces que el no subía a despertarlo, pero ni siquiera un rastro de que su padre estaba en la casa.

Casi al rededor de las siete y el chico ya estaba por irse, en ningún momento vio a su padre llegar a casa, la única idea que le quedaba era pensar que tal vez llegaría después a casa.

A veces suele pasarle a las personas inseguras, cuando estas apunto de irte y sientes que algo dejas y vuelves para confirmar si es cierto, bueno. Pues Eitan recordó haber revisado toda la casa menos un cuarto, la oficina de su padre, aunque estaba prohibido para el entrar sin permiso, no era una excusa por entrar, solo quería ver a su padre.

Camino lo mas breve posible a la puerta de la oficina y abrió la puerta, la puerta se empujaba hacia dentro, pero la impresión que se llevo Eitan de ver a su padre dormido en el suelo lo hizo brincar del susto, no se imaginaba que su padre estaría dormido en su oficina y menos en el piso.

Eitan se acercó a su padre para así moverlo y hablarle.

- ¡Papá, levántate! - Exclamo preocupado, no tardo su padre en escuchar las palabras de su hijo, al instante se levanto de golpe, viendo a su hijo sentado a su lado.

- ¡Eitan! Dios que susto... ¿Por que tienes el uniforme...? .

- Papá, ya van a dar las siete. Pensé que no vendrías así que estaba por irme.

- Tu comida... cielos, Eitan perdóname yo no se que me paso, me quedé muy dormido y no sentí que estabas levantado.

Eitan notó la mirada perdida en la expresión de su padre, en sus ojos se podía notar la tristeza que abundaba en el, el cansancio se reflejaba en la expresión, sus ojeras estaban muy grandes, ni siquiera se habia dado cuenta que se habia dormido sobre sus anteojos, los cuales quedaron aplastados.

El chico se acercó al cuerpo de su padre para darle un fuerte abrazo, por supuesto iba entender a su padre, el siempre vio por el en la mañanas, siempre era el primero en levantarse para hacerle su comida, planchar su uniforme, verificar que llevara todas sus cosas, pero esta vez el cansancio junto a la depresión lo llevaron directo a un sueño profundo.

- Te amo papá, no tienes que disculparte. Se que estas muy cansado y no pudiste levantarte... A veces me preocupas mucho por que haces muchas cosas y nunca duermes bien.

- Lo se... Pero tranquilo hijo, son solo pequeñas rutinas.

- Pues esas rutinas solo te están acabando las energías... Además hoy tienes que ir a darle clases a los diaconados de la iglesia, y estas muy cansado, tienes que dormir.

- Si... tranquilo, yo iré a dormir después, solo te iré a dejar a la escuela. -dijo levantándose del suelo, sacando de sus bolsillos las llaves del auto.

Antes de salir de la oficina fue detenido por su propio hijo, quien lo tomaba fuerte del brazo.

- No, yo iré caminando papá, quiero caminar esta vez, además puedes ir a chocar si vas con sueño. Tranquilo.

- Eres un gran chico, gracias por entenderme...

Eitan se despidió de su padre dándole otro cálido abrazo, para después marcharse a la escuela. El Pastor se dirigió a la sala con una expresión de avergonzado, se habia olvidado de hacer el desayuno, levantar a Eitan y planchar la ropa, todo por haberse quedado dormido tan tarde.

El desvelo lo habia dejado cansado, aun sentía las ganas de ir a su cama y quedarse dormido, pero ahora siendo otro día nuevo pues habían otras cosas por hacer, sería un día algo ocupado para el hombre.

Primero tendría que darse un baño, antes de empezar su día iba a refrescar su cuerpo, solo tenia un par de horas antes de que llegaran sus visitas, fue lo primero que se le vino a la mente luego de haberse metido al baño, volvían esos días donde se alistaba para ver al príncipe y su esposo.

El nunca les decía que no cuando ellos querían hacerle una visita a su casa, siempre fue un agrado para el tenerlos en su casa, a pesar de sus diferencias siempre se llevó muy bien con el par de diablillos.

Así como el se alisto para sus visitas, aprovecho para ordenar un poco la casa, teniendo que barrer, trapear, meter y sacar ropa en la lavadora, lavar platos sucios, cocinar y darles un ligero desayuno, fue un poco costoso para el tratar de manejar su tiempo, venia haciendo esto desde hace muchos años atrás.

Ser padre soltero no es tan fácil para algunos, sobre todos a los que no tienen organizada su vida.

Las horas se fueron pasando hasta llegar las nueve de la mañana, tras cruzar la puerta se mostraba al Pastor colocando un ultimo florero sobre la mesa de la sala, acabando así de acomodar las cosas, su casa estaba ordenada y con un diferente aroma, uno tan refrescante.

En lo que sus visitan llegaban a su casa, el Pastor se puso al frente del espejo del mueble de su sala, como si buscara alguna imperfección en su cuerpo pero no era así, solamente se sentía nervioso al volver a tener esa visita en su casa, lo más curioso es que venían a por una opinión suya.

No tardo mucho para que el timbre empezara a sonar, el Pastor se encontraba viendo su celular hasta escuchar el ruido del timbre, ya sabia de quienes se trataba y con un poco de emoción se dirigió a la puerta, habia descansado un poco para poder estar al tanto de la charla que iba a tener con ellos.

Entonces abrió la puerta.

- Buenos días a los dos.

Dijo el Pastor con una cálida sonrisa.

Stolas y Blitz llevaban puestos como esperaba sus disfraces, Stolas era un hombre de una larga estatura, con un traje me manga larga y una pequeña capa roja, de Blitz no se notaba tanto la diferencia, su tamaño era el mismo, aunque su cabello fuese de color blanco y sus ojos de un tono rojo suave.

- Casi pasan de la media hora pero esta bien. - comentaba dejando pasar a la pareja.

- ¡Lamento la demora! no se puede salir a la hora con un diablillo gruñón.

- Jodete, ya te dije que así estas bien, no necesitas echarte brillo en tu cara - alzaba su mano al frente del Pastor - ¡Hola, hace días que no te veía hombre! mírate, parece que cogiste toda la noche sin parar.

- Hmm, también me agrada verte Blitz...

Stolas dio un paso al frente del Pastor, extendiendo su mano de manera de saludar también.

- Estoy tan encantado de poder verlo al fin, disculpe si dejamos también de visitarlo, es solo que nos salieron muchos inconvenientes allá abajo y tuvimos que resolverlos.

- No te disculpes, se lo que se siente estar ocupado y no tener tiempo para otras cosas.

Los dos intercambiaron sonrisas.

Ya teniéndolos en su casa, ahora se sentía un poco más relajado. Esa presión que sentía se habia ido. Los tres se sentaron a platicar sobre las rutinas de cada uno, como les habia en los días que no tuvieron contacto y como se encontraban los demás, Stolas junto a su esposo ya habían tenido la oportunidad de conocer a Eitan en persona, quien se llevaba mejor con el chico era Blitz, pues ambos tenían un gran gusto por los caballos.

Sentados en el sofá con una taza de café y galletas, los tres convivieron un poco entre ellos, el Pastor se habia acomodado en la charla que ahora ya no pensaba en las cosas que quería decir, simplemente dejaba salir sus preguntas de manera directa pero ninguna con la intensión de ofenderlos.

Claro que mantenía a flote su comportamiento, respeto y educación. Aunque la pareja de esposos sabían a lo que el se dedicaba, lo aceptaron y siguieron viéndolo como un viejo pero gran amigo, ya no era como antes pero seguía siendo cómodo hablar con un humano, si es que se tratara del Pastor.

Las horas en la reunión se fueron alargando un poco, daban las doce en punto de la tarde. Había sido una agradable reunión para los adultos, pera llegaba la hora de marcharse, muy pronto llegaría el hijo del Pastor a casa pero no es que fuera un problema, Stolas y Blitz tenia sus disfraces de humanos, solo ya no podrían hablar con libertad.

Blitz miraba las horas en su teléfono.

- Carajo, ya es un poco tarde Stolas. Ni siquiera hemos comprado el regalo.

- Mierda, el regalo. Lo olvide... ___ vas a disculparnos pero debemos de irnos, necesitamos hacer un par de compras - habló el búho con la pena que tenían que retirarse.

- No te preocupes, fue una larga charla. Además yo también tengo que salir en un rato.

- ¿Vas a estar ocupado en la noche? - de repente dijo Blitz confuso al hombre, era una pregunta muy rara a su vez.

- No lo se... ¿Necesitabas algo?.

- Stolas dile, me da cosa decirlo.

- ¿El que...?.

El hombre ya se habia incomodado tras ahora ver las caras de ambos, se notaba una expresión de incomodidad, sobre todo en el rostro de Stolas.

- Veras... Es que hoy cumple años alguien de abajo y pues, es un miembro importante para nosotros, de todos y quisimos... ya sabes, hacerle algo.

- Oh, suena muy importante.

- Si... la cosa es que nos preguntábamos si querías venir...

Stolas sabia a la perfección que el hombre no bajaría al infierno con ellos más adelante, lo tuvo en claro cuando recién empezaron a tener comunicación en ellos, el Pastor no venir esa pregunta atrevida, pero claro estaba que ni por mil razones es que el iba a bajar al infierno.

Se había prometido nunca más bajar a esas tierras.

Al menos quería saber si se trataría de algunos de sus empleados los que iban a cumplir años de pareja o de haber estado tiempo en la ex compañía.

- Bueno... Saben muy bien que yo no bajo a esas tierras, lo siento. Pero...

No sería tan maleducado al gesto del par de diablillos.

- Puedo comprar un regalo... De seguro es el pequeño de Moxxie.

- Esa es la cosa... El cumpleaños es de ella... Loona.

Empieza la historia.



CONTINUARA.

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