𝗖 . 𝟭
PARA CUALQUIERA que mirara desde afuera, Kim Bo-ra era la definición de perfección: joven, hermosa, y heredera de uno de los imperios más influyentes de Corea del Sur. Su rostro aparecía en las portadas de revistas junto a titulares como "La hija perfecta: Kim Bo-ra, la heredera del siglo" o "La sonrisa que conquista el futuro". Pero detrás de las cámaras, esa sonrisa era más una obligación que una expresión genuina.
Las miradas y los aplausos que se dirigían a ella eran tan solo el resultado de años de entrenamiento y expectativas. Había aprendido a posar, a sonreír y a actuar de la manera que sus padres esperaban. Su vida estaba llena de rituales y eventos diseñados para forjar una imagen impecable. Pero mientras pasaban los días, esa imagen comenzaba a sentirla ajena, como una máscara que no podía quitarse.
A menudo, Bo-ra se encontraba preguntándose si esa versión perfecta de sí misma era lo que realmente quería. ¿Era capaz de vivir solo para satisfacer las expectativas de los demás? Cada conversación, cada evento, cada sonrisa se sentía hueca, como si estuviera interpretando un papel que no le correspondía del todo.
La soledad que sentía bajo las luces brillantes era más pesada que cualquier otra cosa. A veces, anhelaba poder soltar todo, incluso si eso significaba perder el control de lo que el mundo pensaba de ella.
El periodista Park Min-jae observaba a Bo-ra desde una esquina de la lujosa gala benéfica organizada por su padre. Ella caminaba con una gracia impecable, vestida con un vestido de seda que parecía hecho a medida para resaltar su aire de elegancia.
"Es como una muñeca de porcelana," pensó Min-jae, tomando notas en su libreta. "Siempre perfecta, siempre distante. ¿Qué pensará realmente detrás de esa fachada?"
Cuando Bo-ra se detuvo frente a un grupo de cámaras para una breve entrevista, su voz era suave pero medida.
—Es un honor estar aquí apoyando una causa tan importante —dijo con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.
Min-jae sabía que esas palabras eran cuidadosamente diseñadas por el equipo de relaciones públicas de los Kim. Pero algo en su mirada le hizo dudar.
"No es como los demás herederos," pensó. "Esconde algo, algo que no quiere que veamos."
MI PADRE había insistido en que asistiera a esa gala. "la imagen es lo más importante", me había dicho esa mañana mientras desayunábamos en silencio. Me limité a asentir, como siempre hacía, y pasé el resto del día preparándome para ser la versión de mí misma que él quería mostrar al mundo.
Las luces, las cámaras, las preguntas insulsas... todo era parte del guion que conocía de memoria. Pero mientras los periodistas me rodeaban, mi mente estaba en otra parte. Pensaba en los rumores que había escuchado recientemente: los Squid Games estaban ganando notoriedad, incluso entre las élites.
Esa noche, mientras estaba en mi habitación, decidí buscar más información. Los Squid Games no eran un secreto para los ricos, pero tampoco eran algo que se mencionara abiertamente. Eran un espectáculo, un juego cruel disfrazado de entretenimiento exclusivo.
Las historias sobre esos juegos clandestinos siempre habían capturado mi curiosidad, aunque mi padre siempre los había descartado como rumores infundados. Sin embargo, cuanto más leía, más se desdibujaba esa línea entre lo real y lo ficticio. La posibilidad de participar en algo tan misterioso y peligroso se sentía como una oferta tentadora. Algo en mi interior me decía que los Squid Games no solo eran un juego, sino una manera de entender el mundo del poder de una forma que no podía ignorar.
Me preguntaba si mi padre realmente esperaba que me uniera a ellos. O si, tal vez, ya lo había decidido sin decírmelo.
EL MURMULLO de voces en la cocina me alcanzaba mientras bajaba las escaleras de mármol. Aunque la mansión era enorme, siempre había algo reconfortante en el sonido del personal hablando entre ellos. No era algo que pudiera admitir, pero a veces envidiaba la naturalidad con la que podían ser ellos mismos.
Cuando entré, las conversaciones se apagaron de inmediato. Todos dejaron lo que estaban haciendo y se inclinaron ligeramente.
—Señorita Bo-ra, buenos días —dijo el chef, limpiándose las manos con un trapo.
—¿Qué están cocinando hoy? —pregunté, acercándome al enorme mostrador de madera donde los ayudantes picaban verduras con precisión.
—El almuerzo para su padre. Pollo estofado con ginseng —respondió la ama de llaves, siempre correcta, siempre al tanto de todo.
Miré alrededor, notando las miradas rápidas que me lanzaban los ayudantes más jóvenes. Sabía lo que decían cuando creían que no escuchaba.
"Ahí está la heredera. La chica rica que lo tiene todo, pero nunca parece contenta."
—No se detengan por mí —dije con una sonrisa ligera, aunque sabía que mi presencia siempre alteraba la dinámica.
Mientras me servían una taza de té, decidí sentarme en uno de los taburetes al final del mostrador. La ama de llaves se tensó de inmediato.
—¿Está todo en orden, señorita? —preguntó, como si mi simple decisión de sentarme fuera un anuncio de desastre.
—Solo quería cambiar un poco mi rutina. No todo tiene que ser tan... rígido, ¿no creen?
El chef soltó una pequeña risa, pero la ama de llaves le lanzó una mirada que lo hizo callar de inmediato. Me di cuenta de que incluso ellos estaban atrapados en las reglas de esta casa.
—¿Alguna vez piensan en cómo sería vivir de otra manera? —pregunté, más para mí misma que para ellos.
El silencio fue incómodo. Uno de los jóvenes ayudantes, nuevo en la casa, se atrevió a responder.
—Supongo que todos soñamos con algo diferente, señorita. Pero... depende de cada uno decidir si va a hacerlo realidad.
Le miré, sorprendida por su sinceridad. La ama de llaves iba a intervenir, pero levanté una mano para detenerla.
—¿Cuál es tu nombre? —pregunté.
—Jun-ho, señorita.
—Jun-ho, creo que tienes razón. Aunque no siempre sea tan fácil como suena.
Me levanté, dejando la taza vacía sobre el mostrador, y todos se tensaron de nuevo.
—Gracias por el té. Y... sigan con lo suyo.
Mientras salía, escuché a la ama de llaves regañar a Jun-ho por haber hablado de más. Pero no pude evitar sonreír. A veces, eran los momentos más simples los que revelaban más de lo que cualquiera podría imaginar.
"Quizá ellos no lo sepan, pero sus palabras me han dado una idea. Algo tiene que cambiar, y esta vez será por mí."
FUE DURANTE una cena familiar cuando todo cambió. Mi padre, Kim Do-jun, no era hombre de muchas palabras, pero esa noche tenía algo especial para mí.
—Bo-ra, esto es para ti —dijo, deslizando un sobre negro sobre la mesa de mármol.
Lo miré con curiosidad mientras tomaba el sobre. Al abrirlo, encontré una invitación dorada con un símbolo extraño.
—¿Qué es esto? —pregunté, fingiendo desinterés.
—Una oportunidad única. Los Squid Games.
Había oído a los socios de mi papá hablar de ello, aunque también estuve investigando un poco por curiosidad. Juegos clandestinos donde los desesperados apostaban sus vidas y los ricos apostaban su dinero. Era algo peligroso, cruel... y fascinante. Había esperado tanto este momento, que mi padre tocara al fin este tema conmigo.
—¿Quieres que asista como espectadora? —pregunté, ocultando mi interés detrás de una expresión indiferente.
—Es una experiencia que no puedes perderte. Verás de cerca lo que significa el poder —dijo mi padre, sonriendo con esa expresión fría que tanto detestaba—. Quizá aprendas algo útil.
—¿Qué clase de lección puedo sacar de juegos que destruyen vidas? —inquirí, con un dejo de amargura en la voz.
—La lección más importante es que aquí solo los fuertes sobreviven. Y si quieres ser fuerte, tendrás que aprender a moverte en los círculos correctos —contestó mi padre con la misma calma, sin inmutarse.
Mis dedos se cerraron en torno a la invitación. El brillo dorado me deslumbraba, pero había algo inquietante en ese símbolo. Sabía que debía aceptarlo, aunque no entendía del todo por qué.
—No sé si quiero formar parte de esto —murmuré.
—Tú eliges, pero recuerda que no hay regreso una vez entres. —Mi padre dejó esas palabras flotando en el aire, como si lo que me ofrecía no tuviera marcha atrás.
La invitación seguía en mis manos. Podía sentir el peso del sobre, del destino que parecía estar atado a esa carta. Mis pensamientos se entrelazaban con el miedo y la curiosidad, una batalla interna que solo podía resolverse con el tiempo.
—¿Por qué yo? —pregunté, ahora con un leve tono de incredulidad.
—Porque eres fuerte, Bo-ra —respondió, sus ojos clavados en los míos con un destello de orgullo y, tal vez, de expectación.
Era una afirmación que no tenía respuesta fácil, pero tampoco podía ignorarla. Cerré el sobre y lo guardé. No iba a decirle a mi padre lo que realmente pensaba. No estaba lista para darme cuenta de que ese sobre no solo traía una invitación, sino el inicio de una nueva vida llena de desafíos que jamás había imaginado.
Esa noche, sola en mi habitación, no podía dejar de pensar en la invitación. Todo en mí decía que era una locura. Pero eso era precisamente lo que me atraía.
"He vivido toda mi vida cumpliendo las expectativas de otros. Quizá esto sea lo que necesito para encontrar quién soy realmente."
Mi computadora estaba frente a mí, pero no podía concentrarme en las búsquedas. En lugar de eso, mi mente divagaba sobre lo que había visto esa noche y el peso de lo que podría estar a punto de decidir.
Decidí no perder tiempo. Si quería saber más y, más importante aún, participar, no podía esperar que alguien me lo diera todo masticado. Necesitaba hablar con alguien que tuviera acceso real.
Abrí mi teléfono y marqué el número que había recibido de Hyun-jin, el socio de mi padre. Conocía su cercanía con los Squid Games y sabía que tenía conexiones que nadie más podría tener.
—¿Bo-ra? —respondió con una voz calmada.
—Hyun-jin. Necesito hablar con el creador de los Squid Games —dije directamente.
Hubo un silencio por un instante, como si él también se sorprendiera por mi audacia.
—¿El creador? —repitió con calma, casi como si evaluara mi petición.
—Sí. Quiero participar, no solo mirar desde afuera como los demás. —Mi voz sonaba más firme de lo que esperaba.
—Bo-ra, esto es peligroso. No es algo que cualquiera pueda manejar. —Su tono se endureció un poco.
—Lo sé. —Respiré hondo. —Pero no quiero ser espectadora. Quiero ser parte de los juegos.
—No puedes hacerlo sin el consentimiento de tu padre. —La voz de Hyun-jin se tornó más grave.
—Él ya sabe sobre la invitación. —No pude evitar que mi voz temblara al confesarlo.
—Entonces, ¿por qué estás buscando al creador? —preguntó, desconcertado.
—Porque no quiero que él decida por mí. —Mi tono se volvió más firme. —Si esto va a suceder, quiero hacerlo a mi manera. Y no quiero que él se entere, porque si lo hace, no podré controlarlo.
Hyun-jin se quedó en silencio unos segundos antes de responder.
—Bo-ra, esto es más grande de lo que imaginas. Si tu padre se entera, podría implicar mucho más que solo tu participación. —Su voz sonó más seria, casi como un advertencia.
—Lo sé, Hyun-jin. Pero prefiero enfrentar las consecuencias yo sola que vivir como un espectador toda mi vida. —Mis palabras sonaban decididas.
Hubo otro silencio antes de que Hyun-jin finalmente hablara.
—Te daré el contacto, pero esto es una línea muy delgada, Bo-ra. No puedes dar marcha atrás.
—No la quiero. —Respondí, segura.
—Muy bien. —Dijo al final, y colgó.
Miré el número que me había dado, el corazón acelerado. La decisión estaba tomada. Ahora solo quedaba prepararme para lo que venía.
20 votos y 15 comentarios para hacer actualización!!!
FELIZ AÑO NUEVO !! 🕺🏻
muchas gracias por leer y darle apoyo a esta historia !! Los quiero mucho 💗😭
Estaré subiendo videos en tik tok, podrían haber spoiler o avances, si pueden ir a apoyar y comentar se los agradecería mucho 🫶🏻
Cuidense!! 💗
nota de actualización:
He hecho algunos memes para hacer más dinámica está historia, la verdad es que me sorprendió al ver el número de vistas 😭
Muchas gracias !! 🫶🏻💗
( Ya estoy haciendo el cap 2 !! )
𝗣𝗨𝗕𝗟𝗜𝗖𝗔𝗗𝗢
02. 01. 2025
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro