
EPISODE TWO
Cuando el sol salió por el horizonte tras los altos edificios grises, Minhee aún seguía durmiendo. Él apenas había podido pegar ojo, inundado por la oleada de sentimientos negativos tras aquella discusión con la chica.
Minhee era un libro cerrado con candado, y aunque quisiera poder leerle, ella cada vez aseguraba nuevas cerraduras al conocer sus intenciones. Creía conocerla, pero ahora no estaba seguro de si la mujer que dormía tranquilamente por los medicamentos era la misma que aseguró sentirse bien junto a él, o aquella manipuladora asesina que quemó vivo a Niragi. Le encerró en el juego más peligroso para usarle como un perrito adiestrado, y dejó morir a decenas de personas por su propio interés. Ahora, él mismo había salvado su vida y cuidaba su sueño aún si no estaba seguro de si era otro plan y estaba siendo usado vilmente.
Ahn Minhee tenía su corazón, y ni si quiera sabía si él tenía algo suyo.
Sus ojos brillaban cuando jugaba complicados acertijos de lógica como el ajedrez, su voz se mostraba emocionada ante la oportunidad de charlar sobre su carrera y no se despegaba de las feas camisas coloridas. Podía estar seguro de esos datos, pero no de si en algún momento esa cercanía que desarrollaron a lo largo de los días era algo más que su plan para usarle sabiendo de sus sentimientos.
EPISODE TWO
THE EVIL AND HER PUPPET
— ¿Qué hora es? — su tono rasposo le sacó de sus pensamientos.
— Pasado el mediodía — se apartó ligeramente, dejando a la coreana ver a través del enorme ventanal—. Llevan horas ahí, sin hacer nada.
— Nos dejan entrar en los juegos que queramos — se incorporó con cuidado, aún pálida como una hoja de papel y con las mejillas rojas por la febrícula—. ¿Cuál es el más cercano?
— El K♠️, está en ese edificio a un par de calles — señaló. Creía haber visto como ese dirigible se movía, pero tal vez fuera su imaginación o la suave brisa—. El más lejano... Desde aquí parece el K♣️.
Minhee comenzó a moverse despacio, cuidando sus puntos y pestañeando despacio por el mareo. Quiso ayudarla, pero rechazó su mano para ir a su ritmo. No despegaba la mirada de la ventana, y cuando al fin se puso en pie tuvo que sostenerse del suero. Avanzó un par de pasos, hasta lograr apoyarse en el marco de la ventana. Quería analizar con sus propios ojos el panorama de dirigibles.
— Por el reflejo de los cristales puedo ver más juegos — murmuró—. Me interesa el J♦️, está cruzando el K♦️ y... Mira, al lado está el J♣️. No puedo ver más.
— ¿Quieres empezar a jugar ya, Minhee? — preguntó incrédulo—. Mírate, estás a punto de caerte.
Sin embargo, le estaba ignorando por completo. Toda su atención estaba focalizada en el edificio alto, entrecerrando los ojos ligeramente con las cejas fruncidas. Su voz debía ser como la de una mosca molesta alrededor de su oído, y aquello le ofendió.
— Tenemos que irnos — dijo. No era una pregunta o una opción. Era una orden—. Hay algo raro con el K♠️, parece moverse... hacia nosotros.
Entonces, rompiendo ese ambiente tenso, el cristal estalló en millones de pezados. Minhee cayó hacia el suelo soltando un jadeo de dolor, y él apenas pudo deslizarse hacia ella cuando una bala impactó en la puerta de la habitación.
— ¡¿Estás bien?! — ella asintió, levantando su camisa para comprobar el vendaje. Todo en buen estado.
— ¡Es el K♠️, estamos en su juego! — alzó la voz cuando otra ráfaga llenó la pared blanca de agujeros—. ¡Tenemos que salir de aquí!
Con cuidado de no ser visto, encontró la mochila de Minhee. Vació sin cuidado sus libros y productos de limpieza, metiendo apresuradamente vendas, antibióticos y productos para limpiar su herida. No podía alcanzar más cosas, aunque tenía esperanza en llegar a pasar por alguna farmacia antes de ser alcanzados por la ráfaga de balas sorpresa.
— ¡Ni si quiera conocemos las reglas del juego! — habló igual de nervioso que ella. Esta vez no rechazó su mano, sujetandose entre sí para ir hacia la puerta de la habitación entreabierta. Minhee lanzó una bandeja con gasas al suelo, generando un estruendo metálico. Estuvo a punto de preguntarla si estaba mal de la cabeza, cuando pudo ver por el reflejo de esta el edificio donde se encontraba el francotirador—. ¡Le veo, corre!
Una figura encapuchada, completamente de negro y con un saco de armas estaba asomada en un ventanal del edificio, justo a la misma altura que ellos. En ese momento estaba recargando, y con un empujón sacó a Minhee de la habitación. Más tarde recibiría quejas por haberla deslizado por el suelo sucio como a un balón, pero ahora solo quería salir de ahí y pensar con claridad como huir de un asesino experto.
— ¡Las reglas son claras! — estaba escondida tras la pared, aunque sacó la mano para coger la bandeja brillante. La alzó apenas, viendo al atacante—. ¡Es matar o morir, Chishiya! ¡AHORA!
Confiando en ella, se deslizó hacia su posición. Fue un deja vú del juego en el que se conocieron, porque inmediatamente después más balas rozaron sus mechones. Jadeó con el corazón en el garganta, colgandose al hombro la mochila y ayudando a la extranjera a ponerse en pie.
— Podemos salir por los aparcamientos de atrás, junto a las ambulancias — comenzaron a correr, y aunque Minhee quisiera hacerse la dura podía verla adolorida y mareada—. Solo será un momento, Min, pero debemos salir de aquí.
— C-Cállate y corre — espetó, recargada en su costado pero aún así moviendo las piernas con rapidez—. Te dije que odiaba los hospitales.
Paso a paso, recorrieron la planta de cuidados intensivos y cruzaron el vestíbulo. Minhee tenía buen oído, y si aún no le había metido prisa o entrado en pánico significaba que el asesino de picas aún no había entrado al hospital tras su pista. La extranjera era más dura de lo que parecía, porque en todo el trayecto tan sólo emitió un suave quejido al tener que bajar un largo tramo de escaleras e incluso trataba de caminar por su cuenta. Detestaba tener que depender de alguien.
— ¿Conoces esto? — preguntó, tratando de ver algo en el oscuro aparcamiento subterráneo—. Si nos ve aquí estamos muertos.
— ¿Tienes una linterna? — comenzó a rebuscar en la mochila, rezando para no haberla tirado junto a la lejía y numerosos desinfectantes.
— Debería haber una, aunque seguro que la has tirado — fue un reclamo indirecto de lo poco cuidadoso que había sido con sus cosas. Rodó los ojos inconscientemente, encontrando al fin una pequeña linterna que parpadeaba—. Sácanos de aquí o te ofreceré como sacrificio.
— ¿De verdad vas a dejarme morir después de haberme salvado la vida?
No respondió, aunque por la mirada cargada de furia supuso que sí. Ella misma no tenía ni idea del motivo de su heroico acto, y estaba seguro de que no volvería a repetirlo jamás. Su mirada dorada, antes más suave, se había endurecido y ahora le contemplaba con más frialdad que nunca.
Cargando con su peso, atravesaron los aparcamientos subterráneos hasta un suave foco de luz del exterior que se colaba por la entrada cubierta de enredaderas y arbustos.
— Un momento — susurró la coreana, mirando los altos edificios de cristal con ojo crítico—. Se aleja, va hacia Shibuya... Vayamos a Arakawa o Sumida.
Lejos de sorprenderse por el alto nivel geográfico de Minhee, solo pudo tratar de recordar qué había ahí para que quisiera ir. Si el asesino había encontrado nuevos objetivos, como supuso cuando un disparo cruzó el aire con fuerza minutos después mientras ella reposaba tras correr, podrían quedarse por esa zona. De Bunkyo, donde se encontraban junto a un Zeppelin de Diamantes, había un largo tramo hasta Sumida. No tenían vehículo disponible, y era más sensato desplazarse sin llamar la atención ahora que conocían la naturaleza del rey de picas.
— Debemos movernos — insistió Minhee—. Vayamos a Arakawa.
— ¿Qué buscas allí? — preguntó, dejando la mochila en el suelo. Pudo notar su gesto fijo en aquel gesto—. Sería mejor partir a Toshima o Kita. El hospital de mis prácticas está en Toshima, allí...
— No vamos a ir al norte — cortó bruscamente—. Cuanto más lejos de los límites de Tokyo estemos, mejor.
— Entonces vayamos a Taito — señaló al este. Ella pensó de nuevo unos segundos, mirando al cielo, y negó. El estrés le estaba haciendo perder la paciencia con los caprichos misteriosos de Minhee—. Sé malditamente sincera por una vez en tu vida, Minhee, y dime qué buscas.
— Quiero entrar al J♦️ — admitió—. Es el más bajo de mi especialidad, y me servirá para añadir tanto días a mi visado como información sobre la nueva fase. Necesito entrar a un juego, y el indicado es ese.
— No.
Minhee le miró con una ceja levemente alzada, como si aquella negativa tan firme fuera algo que se esperaba. Se incorporó del edificio sin cambiar su expresión, y bajo su mirada confundida tomó con asco la mochila del suelo.
— Entonces ya nos veremos.
— ¿Qué? — le dio la espalda, comenzando a dar pequeños pasos hacia el este, donde un Zeppelin flotaba con una enorme pancarta de diamantes, y, más al sur, una de tréboles—. Minhee, no me des la espalda.
Se detuvo para mirarle, esperando escuchar que cedía a sus deseos.
— Iré quieras o no, contigo o sola. No necesito a nadie más que a mí misma.
Sin embargo, había algo que no cerraba en esa actitud. Minhee había pegado un salto radical en su actitud desde que despertó tras la bala, y ahora que ya sabía cómo debía moverse en la nueva fase estaba más cerrada a la comunicación que nunca. No buscaba convencerle, y estaba dejándole entre la espada y la pared. Ir con ella, a quien quería y quien se había convertido en una parte esencial de su vida, o dejarla marchar completamente herida y con un asesino que la mataría con facilidad. La Minhee de la Playa le habría tratado de manipular sutilmente como al Sombrerero, pero esta Minhee del Borderland más salvaje y peligroso estaba mostrando sus verdaderas intenciones de adquirir el control.
— Estás herida — recordó—. Debes descansar al menos hasta que la infección disminuya.
— Tengo antibióticos y sé lo que debo hacer para sanar — Chishiya supo que había cometido un error al explicarla todo—. No me importa tu opinión en absoluto, Chishiya. Vienes conmigo, o aquí nos separamos. Me gustaría recordar como fui yo quien consiguió todas las cartas y os salvó el culo a Kuina y a ti. Sin mí vuestro plan era un fracaso.
— ¿Sin ti? Era mi plan, tú te uniste a mí. Yo lideré el robo, tú solo jugabas a la venganza con Niragi.
Minhee sonrió de lado apenas un segundo, hablando con una voz suave que apenas había tenido el placer de escuchar.
— Has estado bajo mis órdenes desde el 5♠️, Chishiya.
Aquello fue como una gran bofetada a su ego, su corazón y su confianza. Entrecerró los ojos buscando algún hueco en sus recuerdos, mientras la coreana le contemplaba con orgullo y satisfacción al verle aún en un caos mental.
Ellos se conocieron en un juego de picas, en el bloque de departamentos donde se desarrolló el juego del cazador. Iba con Arisu y un hombre rubio que salió herido por colaborar con Aguni, a ambos conociéndolos apenas dos días antes y decidiendo usarlos para que hicieran el trabajo sucio mientras ella observaba desde arriba. Allí, hablaron por primera vez... No, fue antes. En el rellano, cuando entró asqueada por el ambiente y se apoyó a su lado a esperar.
Recordaba a la perfección su mirada de confusión al no entender las órdenes del juego, también su tono firme y la mirada que lanzó hacia él. Le miró. Ella le miró primero, y vio su taser. No había entendido la palabra "bomba", cuando después usó otras más complicadas como "escaladora" o "desinfectar". Tampoco hablaba tan fuerte, pero pudo escuchar su plan a la perfección cuando lo explicaba hacia Arisu.
— Tú...
— Te llamé la atención desde el primer momento — se había percatado de aquello a la perfección—. Vaya coincidencia que estuviéramos en la misma zona de juego, o que no te pidiera ayuda para Chota cuando supe que eras médico.
Los recuerdos iban pasando uno a uno, como en una película antigua. Minhee accediendo a irse con él, Minhee adentrándose en la sala de juntas, Minhee encerrándose en su habitación sin dejar pasar a nadie más que a él, discutiendo con él a cada momento y accediendo tan rápido a unirse a su plan. Su entrada a la Junta, cuando le presentó a Hideki y él señaló lo parecidos que eran, como ella supo de su pasado sin haberla llegado a dar una sola pista...
— Ahora lo ves, supongo que el velo ha caído — no le daba tanta importancia—. Pasé la primera fase en el lugar perfecto, gracias por haber sido tan fácil de impresionar. Aunque no te lleves todo el mérito, mi espectáculo de bonita chica extranjera con problemas fue bastante efectivo con Ann, Hideki y el Sombrerero. Es sorprendente como la gente confía en ti si tienes amigos en común.
— ¿Desde el primer momento? —se las apañó para preguntar—. Desde ese juego de picas, ¿qué pasa con el diez de corazones?
— Os necesitaba, a Kuina y a ti. Nunca había jugado corazones, pero Hideki había descrito ya a detalle como en algunos corazones había algunos se se sacrificaban por quien querían, como el drama de Niragi. Otros eran más de darle vueltas a la cabeza, y supe que eras útil para ambos casos.
— ¿Por qué ambos? Al final tú recibiste esa bala por mí.
Minhee ladeó la cabeza y apoyó una mano sobre su herida. Aquello era algo que se escapó de sus planes, definitivamente. Chishiya quería aferrarse a aquella noche en la azotea, a su mano fría estrechando la suya mientras pasaban entre la gente de la Playa y ese sentimiento que ella decía sentir por él. Algo debía ser verdad debajo de toda la mentira.
— Chishiya, tú ni si quiera tienes una razón propia para vivir —recordó duramente—. Sabía que darías la vida por mí. Lo de la bala... Había probabilidad de que me diera a mí incluso cuando aparentemente te apuntaba a ti. Niragi temblaba, lloraba y estaba furioso conmigo. Las probabilidades...
— ¡CÁLLATE! — gritó. Su voz resonó entre los edificios vacíos y cubiertos de vegetación—. ¡¿Estás hablando enserio, Minhee?! ¡¿Todo fue una mentira?! ¡Esa noche cuando me besaste! ¡Cuando te confesé lo que sentía por ti! ¿Todo fue un jodido plan tuyo?
— Quería evitar esto — musitó algo en coreano que no entendió—. No todo fue una mentira.
Con el corazón en un puño, apenas pudo mantenerla la mirada. La rabia, la decepción... Estaba avergonzado, se sentía humillado, derrotado y un juguete de usar y tirar. La guió a la Playa bajo un truco de impresión, la dio la oportunidad de establecer contactos entre los militares y la dejó la puerta abierta a controlar todo a su antojo al mostrarla frente al Sombrerero. Él sólo había sido el camino para hacer lo que más ansiaba: hacerse con el control. Creía estar dirigiendo el show junto a ella, pero en realidad sólo era un payaso más.
— Por favor, Minhee.
— Ven conmigo a Arakawa — avanzó un pequeño paso en su dirección—. Nosotros, tú y yo, no fue una mentira. Podemos ser invencibles en esta nueva fase, tirar esos zeppelin y conocer la verdad.
— Creo que tenemos un concepto muy diferente de "nosotros", ¿cómo puedes siquiera pensar en qué te seguiré después de todo esto? — preguntó, sintiendo un escalofrío. ¿Qué tan fría, malvada se podía llegar a ser como para creer que la seguiría como un perro? —. No soy tu mascota, Ahn.
— Eres mi compañero, aliado — avanzó otro paso más—. Todo lo que hice, fue por nosotros. Lo hice para salir de ahí, para que nadie pudiera estar por encima de ambos. Por favor, Chishiya, no te ciegues por esto. Eres inteligente, eres el hombre más brillante que he conocido, y yo soy la mujer más brillante que conocerás. Ahora solo estás enfadado, y lo entiendo...
— Detente — detuvo su parloteo embaucador—. Solo quiero que respondas con sinceridad. No me mientas más.
— Chishiya — negó con la cabeza—. Jamás te mentí.
Y era sincera. Chishiya creía estar viendo en esos iris que tanto amaba contemplar la sinceridad, aunque también juraba haber visto aquella expresión antes, cuando ella hablaba sobre los astros sosteniendo su mano.
— ¿Qué es todo esto, entonces?
— La realidad tras mis acciones — dijo sin dudar—. El significado de mis desapariciones, el verdadero motivo tras mis planes y la realidad de tu inmediata atracción hacia mí. Todo lo que salió de mi boca fue verdad, aún cuando mis intenciones eran las peores. Créeme, confía en mí.
— No puedo.
Dio media vuelta dándola la espalda, y con el corazón en un puño comenzó a caminar. No quería verla, no quería girarse porque sabía que si volvía la mirada hacia ella se quedaría a su lado. Él no era el juguete de nadie, tampoco un payaso o una mascota, ni si quiera de Minhee, a quien quería más que a nadie. Le había engañado, usado, manipulado y reído de él. Era su títere, y ni si quiera sabía en qué momento ella había colocado esas firmes cuerdas.
— ¡Chishiya! — llamó. Podía escuchar sus cortos y doloridos pasos tratar de seguirle—. ¡C-Chishiya, por favor! ¡Chishiya! ¡N-No puedes dejarme tirada! ¡Chishiya, debemos mantenernos juntos! ¡C-CHISHIYA!
Sin poder mirarla a la cara, dobló la esquina de un alto edificio y al fin pudo dejar de ver su sombra en los cristales sucios. Avanzó con largas zancadas, yendo en dirección contraria a la que la coreana planeaba ir y arrastrarle para, probablemente, usarle de nuevo.
Y por al menos cinco largos minutos, pudo escuchar a Minhee suplicarle que se quedara. O tal vez fue su imaginación.
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PLAY
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𝗚𝗥𝗔𝗣𝗛𝗜𝗖 𝗔𝗥𝗘𝗔
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░░░░░░░░░░░░░░░░░░
Es todo un experimento social
Por qué todos mis personajes dejan sin estabilidad emocional a alguien? Miyeon-Daesu, Michiko-Niragi, y no más porque son spoilers
A ver, hubo pistas
...
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