
EPISODE TWENTY-SEVEN
Exactamente dos horas después de haber dejado a Minhee ir con el demente líder de aquella falsa utopía, la puerta de su habitación sonó con tres fuertes toques, casi violentos. Minhee le había creado un cerrojo casero a él también, aunque estaba seguro que la fuerza aplicada a ese llamado podría haberle roto perfectamente.
Se deslizó con sigila hacia la puerta, yendo lo más despacio posible por si era alguna trampa de los militares o un efecto colateral de los locos planes de su chica favorita.
— Abre, soy yo — se sobresaltó, aunque de inmediato quitó el cerrojo y abrió la puerta con prisa—. ¿Quién más iba a venir a esta pocilga? —espetó, entrando con sus típicos materiales de limpieza—. Cierra, he perdido a Niragi hace unos pasillos.
— ¿Te estaba siguiendo? — preguntó de inmediato, mirando rápidamente a su alrededor para quitar de la vista de Minhee alguna clase de cosa que pudiera causarla incomodidad. A pesar de tener un desorden claro en su habitación, estaba limpia por si en algún momento Minhee decidía ir; exactamente como en aquel momento.
— Probablemente — asintió, mirando con detalle todo mientras comenzaba a colocar cosas a una velocidad impresionante—. ¿Qué es esto? —alzó una de sus extrañas creaciones caseras.
— Un lanzallamas.
Minhee se detuvo de golpe, observando la adorable pistolita de agua entre sus manos con cierta confusión. Le miró de nuevo, giró entre sus dedos el arma casera y después asintió lentamente.
— Por supuesto.
EPISODE TWENTY-SEVEN
TAKE CARE OF HER FOR ME
En ocasiones dudaba de romper aquel cómodo silencio que se lograba establecer entre ambos, pero la curiosidad y la preocupación tras lo que podría haberla ocurrido en aquellas horas superaban su embobamiento por ella. Adoraba observarla mientras hacía cualquier cosa, pero pronto tendría que irse a un juego lejos de ella para renovar sus visados y temía que estuviera metida en alguna trampa.
— Minhee —llamó. La coreana giró levemente la cabeza aún terminando de separar los mecheros por colores y tamaños, y después prestó por completo atención al mirarle—. ¿Qué quería el Sombrerero de ti?
— Creo que aún sigue tratando de... — pensó. Apoyó los codos en la mesa frunciendo levemente el ceño—. Eh... ¿Cómo se dice...? — parecía algo frustrada, y comenzó a hacer extraños gestos señalándole a él y luego a sí misma—. ¡Coquetear! —llegó la palabra al fin, sacándole una sonrisa boba por como se había señalado a ella también—. Le gusto o algo así, y dice que soy brillante.
— Alguien más lo ha descubierto, ya no eres mi pequeño secreto —sonrió, buscando alguna reacción de su parte. Minhee estuvo a punto de rodar los ojos, pero simplemente se cruzó de brazos.
— Yo soy la que destaca de los dos — pronunció de manera altanera, aunque sonreía levemente. Cada vez que Minhee actuaba así, debía recordar con suma paciencia cual era la barrera—. Me llevó para ver a dos nuevos y me dijo que yo iba a probar a uno.
— ¿Probar? ¿En el juego? — ella asintió, levantándose de la sillita que acompañaba aquella mesa de su cuarto para pasearse por el oscuro espacio—. ¿Por qué tú? Siempre envía a alguno de los ejecutivos más cercanos a él.
— Porque soy mejor que todos ellos — recordó—. Sin mí, Rizuna estaría muerta. Al igual que tú.
Chishiya quedó en silencio, recostado en el cabecero de la cama con cierto aire pensativo. Podría ser una retorcida trampa, pero sí en verdad el Sombrerero estaba poniendo tal peso sobre Minhee eso solo significaba que había ganado la plena confianza del líder a una velocidad atemorizante. Había algo que se le estaba escapando de esa situación, y estaba seguro que era ese aire misterioso que envolvía a la extranjera.
— No te pediré que me cuentes tu plan — acabó resignándose, sabiendo que perdería su confianza si seguía insistiendo demasiado—. Solo asegúrame que ambos saldremos vivos de aquí.
La castaña se sentó en la cama a su lado, mirando las cortinas que ocultaban la mayor parte de la luz del mediodía. Parecía estar familiarizándose a su ritmo a su espacio, aunque miraba aún con cierto asco ciertos cúmulos de desorden que eran imposibles de ocultar de su aguda mirada.
— Saldremos de aquí — dijo, con su acento más marcado que nunca al estar usando un tono lento y bajo—. No puedo dejarte morir después de haberte salvado la vida.
Minhee sonrió apenas, apoyando la cabeza en el respaldo de la misma manera que él y cerrando los ojos con un suspiro contenido. Tenía siempre unas pequeñas ojeras bajo su afilada mirada dorada, y su piel era tan pálida como lisa. No tenía apenas marcas de acné, mucho menos cicatrices. A sus ojos parecía algo irreal, como si Ahn Minhee fuera otro juego psicológico más de Borderland para destrozarle por completo y hacer bailar su mente sobre una cuerda floja.
Sintió un tacto frío sobre su piel, y antes de poder reaccionar del todo Ahn estaba tomando su mano de nuevo. Como si no sintiera miedo de acabar contagiada de alguna de la larga lista de bacterias que tenía memorizada, como si de verdad se esforzara por él, por ella y por ambos. A diferencia de su rostro, las manos de Minhee eran exactas a como lo era ella: frías, ásperas y con pequeñas irritaciones por los productos de limpieza que constantemente usaba.
Correspondió con cuidado su gesto entrelazando sus dedos, y saliendo de sus esquemas ella deslizó apenas el pulgar por el dorso de su mano derecha.
— Cuando volvamos a Tokyo no quiero que te olvides de mí, Ahn Minhee.
— Tampoco podría, Shuntaro Chishiya.
O al menos, eso era lo que esperaba.
░░░░░░
— ¿Vas a robarme la habitación, Minhee? —preguntó, divertido. No se había movido apenas para ir en busca de comida y al baño, jugueteando con sus pequeños aparatitos caseros o colocando todo lo que veía. También se había adueñado por completo de la cama, estando en ese mismo momento recostada de nuevo en el respaldo con un libro que había encontrado por ahí.
— Vete a duchar, tenemos que ir a los coches — replicó, aunque por encima del libro que tapaba su nariz y boca pudo ver una mirada burlona—. Como te vea con esa sudadera de nuevo la quemaré, Chishiya.
—Es mi favorita — admitió, desabrochando inconscientemente su sudadera gris mientras iba hacia el armario. Pudo notar la mirada de Minhee en él mientras buscaba otra sudadera clara, aunque decidió probar de nuevo un poco cómo funcionaba la cabecita de la chica—. ¿Está interesante el libro? — preguntó.
— No demasiado — se encogió de hombros.
Asintió, quitándose por completo la sudadera llevando ya otra con capucha en manos. Minhee de nuevo le siguió con la mirada.
— Disimula un poco al menos, Minhee — rio, mientras la chica se encogía de hombros sin tomar demasiada importancia—. ¿Quieres tocar también? — bromeó, buscando inútilmente ponerla nerviosa.
Sus afilados orbes dorados volvieron a asomarse tras el libro, y se sintió demasiado intimidado por un segundo.
— Tal vez después de que te duches.
Quedó paralizado, sujetando con fuerza la tela entre sus manos mientras escuchaba una pequeña risa disimulada de la coreana. Tomó aire aparentando paz y normalidad, buscando las palabras correctas que decir ante esa extraña y directa insinuación.
— Maldita sea, Minhee — negó, apartando un par de mechones claros de su frente—. Deberías ser más consciente de lo que dices.
Minhee pasó con lentitud una página del libro, bajándole lo suficiente para revelar su rostro al completo. Sonrió de lado, y volvió a poner sus ojos en él.
— Soy completamente consciente de lo que he dicho.
— ¿Qué...?
Aprovechando su estupor dejó el libro a un lado y se levantó de la cama, pasando frente a él con esa expresión de victoria. No dijo nada, tan solo le lanzó una última mirada y salió de la habitación dejándole con el corazón en la garganta latiendo endemoniado.
░░░░░░
La zona de recepción del resort estaba tan llena como de costumbre. Los borrachos que recién salían del sótano donde solían hacerse las fiestas estaban gritando cual animales, la poca gente decente que había reía tan fuerte que sus oídos pitaban y los idiotas de los Paramilitares estaban intimidado mujeres de un lado a otro. A Minhee le asqueaba la Playa, la odiaba, y si por ella fuera la haría arder hasta que se consumieran sus pilares.
Con los botones de su camisa verde abrochados y las bermudas caqui cubriendo aún más piel dentro de los requisitos de la Playa, tomó aire antes de meterse en la gran masa de gente. Esta vez Chishiya no iba a darla la mano y alejar a la gente, así que tomó valentía impulsada por su determinación a futuro. Además, si superaba pasar entre esa masa de mononeuronales, se consideraría a sí misma una vencedora. Por supuesto que llevaba también su desinfectante en los bolsillos de los maravillosos pantalones que había encontrad.
— ¡Ahn, espera! ¡Ahn!
Soltó el aire que contenía, mirando a su alrededor agradeciendo haberse detenido en una zona donde la gente no estaba pegada una a otra cual siameses, y mirando después al jugador recién incorporado a la Playa de manera poco voluntaria. La escaladora dio un ligero asentimiento en su dirección, y le devolvió por educación.
— Ha pasado un tiempo — saludó. Había sido un golpe de suerte encontrarle ahí antes de buscarle coche por coche y parecer una imbécil. La gente empezaba a entrar a montones, y de un rápido movimiento se colocó la mascarilla y desdobló las mangas de su camisa hasta que estas cubrieran hasta sus muñecas.
— ¡Hay un nuevo terreno de juego en el distrito Shinagawa! — informó alguien al fondo.
— ¡Los coches están en el aparcamiento 2!
Odiaba el aparcamiento dos. No por nada en específico, solo que sus marcas de aparcamiento no juntaban un número par y los coches estaban siempre tan mal aparcados que incluso parecía que había sido ella misma (sin carnet) quien los había colocado. Bueno, no; porque ella lo haría mejor.
— ¿Has estado todo este tiempo aquí? — preguntó, buscando su mirada. Minhee asintió despreocupadamente, más atenta a alejarse de la gente que a lo que estuviera diciendo el chico.
— Al final has encontrado la Playa, felicidades — dijo, recordando como Karube estaba tan determinado a llegar—. ¿Murieron ambos? — el gesto de Arisu se arrugó un poco por su poco tacto—. Lo siento.
El Sombrerero mandó callar a la gente, inclinándose sobre la barandilla con todo su séquito de la Junta detrás. Por su ángulo apenas podía ver más atrás de Mira y Kuzuryu, pero estaba segurísima de que Niragi estaba ahí también.
— ¡Camaradas! — empezó. Siempre un discurso digno de líder de secta—. De nuevo, es la hora. ¡No flaqueéis! ¡Es una guerra contra el miedo! Todos tenéis el valor para superar los obstáculos. ¡Todos sois ahora uno! ¡Debemos unirnos, reunir todas las cartas y volver al mundo original juntos! ¡Y... ese día ha llegado!
En cuanto el Sombrerero entró de nuevo al interior alejándose de aquel balcón, todos gritaron corriendo a sus coches asignados. A Minhee a veces le parecía surrealista la manera en la que todos eran tan ciegamente devotos a ese drogadicto.
—Así que no somos más que un ejército para buscar las cartas — musitó Arisu, leyendo su papel.
— ¿Qué te crees? — rio—. ¿Que todos nos uniríamos para buscar la verdad? Salir de aquí es más importante, y solo eres un número más — señaló su muñeca, donde su número superior a treinta resaltaba. El suyo, por otro lado, marcaba uno de los diez primeros.
— Estamos en juegos distintos — era la primera vez que escuchaba hablar a la escaladora.
— Debes sobrevivir — dijo Arisu. La chica asintió, alejándose primero hacia su coche correspondiente. Después de esa despedida, la miró a ella—. ¿Me responderás alguna pregunta?
— Dependiendo — se encogió de hombros con cierta burla. Arisu sonrió, esperándose esa respuesta tan ambigua—. Tenemos el mismo juego, que coincidencia — miró su papel.
— ¿Has jugado más juegos aquí con esta gente? — preguntó, mirando la gente correr eufórica.
— Claro que sí — le parecía estúpida la pregunta—. ¿Cómo crees que estoy en el Ejecutivo?
— ¿Ejecutivo? — preguntó, aunque Minhee ya había dejado vagar su mirada por el fondo de la recepción.
Entre la gente corriendo de un lado a otro creaban una imagen algo agobiante, aunque tras enfocar un poco la mirada al fondo, pudo reconocer de inmediato los mechones rubios de Chishiya. Estaba junto a Kuina, observando en su dirección, y sonrió ligeramente cuando sus miradas se cruzaron. Minhee alzó la mano a modo de despedida, gesto que fue devuelto por Kuina también.
— Vamos al juego, Arisu — dijo, dando la espalda a sus compañeros de plan y perdiéndose entre la gente.
Una vez la coreana y el perdido adolescente se perdieron por los pasillos hacia el aparcamiento, Chishiya lanzó una mirada hacia Kuina con seriedad. La de rastas tenía el mismo número de juego que Minhee, y aunque le hubiera gustado intercambiar los papeles para ir con ella y asegurarse que volvía con vida, no podía hacer eso por varios motivos (el Sombrerero, el plan de Minhee y como ella quería demostrar su habilidad sin depender en absoluto de él).
— Por favor, Kuina — dijo. La mujer se quedó algo paralizada cuando le escuchó hablar de esa manera—, cuida de ella por mi.
— Realmente te gusta la dictadora — bromeó, jugueteando con el palito de helado—. Sabes que probablemente sea ella quien me salve el culo a mí.
— Aún así — se apresuró a decir antes de que se alejara—. Siempre se pone muy nerviosa cuando hay algo sucio o debe tocar a la gente.
Kuina dio una pequeña palmadita en su hombro, sonriendo con ternura.
— Ella también es mi... ¿amiga? — dudó un poco. La extranjera era tan cerrada que apenas podía pronunciar eso con confianza—. Cuidaré de ella.
Chishiya dio un último asentimiento en su dirección, escondiéndose bajo la capucha de su sudadera mientras se perdía entre la gente que ignoraba su presencia. Kuina negó con una sonrisa, yendo con tranquilidad al coche correspondiente donde Minhee ya estaba limpiando con varias miradas confusas sobre ella.
— ¿Vienes conmigo, Kuina? — preguntó, bajándose la mascarilla—. Al menos Chishiya no te ha cambiado el papel.
La japonesa entró tras ella al coche, dejándola su espacio correspondiente mientras esperaban su turno para salir del aparcamiento sin generar un choque. Definitivamente Ahn Minhee no necesitaba que nadie cuidara de ella, e incluso Kuina creyó por un momento que sería ella quien la salvaría esa noche.
— Ahn...
— Concentración, Arisu — cortó a otro de los jugadores con un tono tranquilo. Era el chico del que Chishiya le había hablado en recepción—. Hablaremos al volver.
Sería un juego interesante.
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PLAY
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𝗚𝗥𝗔𝗣𝗛𝗜𝗖 𝗔𝗥𝗘𝗔
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Bababui
Ya sabemos en q juego va a participar Minhee.
Esta no va a ser la última vez que intercambie el rol de x personaje, para que en su lugar sea Minhee quien lo haga👀
Como estáis? Yo agotadaa💀
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