
EPISODE TWENTY-FOUR
Supo que había vuelto a tener éxito en una de sus ideas cuando despertó debido a unos gritos en el pasillo de su habitación, haciéndola sobre saltarse pero más tarde deslizar una sonrisa.
Hasta entonces sus vecinos de pasillo no habían hecho apenas ruido, pero aquel momento que podría haber sido molesto se sintió como música para sus oídos, más cuando de los gritos pasó a haber una muestra de violencia que comprobó de nuevo que su cerrojo casero estaba funcionando al estamparse algo (o más bien alguien) contra la puerta.
— ¡Te mataré si no me lo dices! — amenazó él, golpeando a la segunda persona que no dejaba de ser un extra afectado en su plan—. ¡¿Dónde está?!
Minhee se inclinó despacio, apoyándose en la pared con una pequeña sonrisa tirando de sus labios.
— ¡L-Lo j-juro, yo no sé n-nada! — el segundo hombre suplicaba—. ¡P-Por favor, N-Niragi, no era m-mi intención!
Hubo un extraño forcejeo, y algo cayó al suelo como muerto. Cerró los ojos buscando escuchar a detalle todo lo que estaba ocurriendo, y sonrió ampliamente cuando notó como el paramilitar se desesperaba al buscar en un objeto de tela. Pobre idiota, encontrar una cartera no era tan bueno como parecía, menos si pertenecía a un psicópata con traumas sin resolver.
— ¡MALDITA SEA! — escuchó como golpeaba algo con fuerza, y el quejido ahogado del pobre idiota.
Pasos, más gritos, y supo que Niragi estaba actuando exactamente como ella planeaba.
Primer paso, completado exitosamente.
EPISODE TWENTY-FOUR
WHO?
Bajo los ojos críticos y burlones de Kuina, la repentina muestra de amabilidad de Minhee (simplemente la había devuelto el saludo con una pequeña sonrisita) era debido a su obvio buen humor enlazado extrañamente al del rubio. No estaba segura de por qué, pero sospechaba que tenía sentido que el buen humor de su parejita favorita tenían que ser debido al mismo motivo.
— Kuina, deja de mirarme — dijo Chishiya, dejándose caer en una de las sillas de la sala de cámaras y viendo de reojo a Minhee comer tranquilamente una manzana mientras analizaba el ambiente—. Minhee, ¿tienes el desinfectante?
— Uhm — afirmó, sacándole del bolsillo de sus pantalones cortos—. Igualmente no me voy a sentar.
Kuina dio una vuelta en la silla con rueditas, ignorando las cámaras de seguridad y atenta al cien por cien a ambos especialistas de diamantes. Chishiya no se esperaba eso, desde luego.
— ¿Por qué? — preguntó, curioso.
Minhee se adentró más, analizando las pantallas con sumo interés. Rodeó cada silla sin siquiera rozarlos, dando un mordisco a la manzana roja y entrecerrando los ojos analíticamente para observar.
— ¿Estas cámaras graban todo? — preguntó, señalando con el dedo a un pasillo en específico. Kuina miró a Chishiya con extrañeza, él igual de confundido al no entender esa repentina preocupación de la castaña.
— Claro, no se apagan — asintió—. Creo que las grabaciones se guardan por ahí.
— ¿Quién? — preguntó, alejando la manzana con tensión en los hombros.
— Ann, yo, algunas veces alguien más — se encogió de hombros—. ¿Qué ocurre, Ahn? — preguntó despacio, aunque ella ya estaba rodeando de nuevo las sillas tras depositar su manzana en manos del rubio. Con una agilidad que no sabían que poseía, comenzó a mirar estantería por estantería, comprobando fechas y horas a una velocidad de espanto. Finalmente, tras un rato donde ambos la miraban como si hubiera perdido la cabeza, cogió una cinta en específico y la estrelló con fuerza contra el suelo.
— ¿Se queda guardado? — volvió a preguntar, algo agitada. Kuina negó, boquiabierta—. Perfecto.
Entonces alzó el pie, y comenzó a pisar con fuerza la cinta hasta que apenas quedaron los restos sueltos por cualquier lado. Finalmente, como si no se hubiera quedado conforme, la tiró a la papelera con la misma fuerza, haciendo temblar el cubo.
— ¿Qué ha sido eso, Minhee? —cuestionó Chishiya, extendiendo en su dirección de nuevo la manzana. Kuina creyó que no la aceptaría por haber estado en manos del rubio, pero para su sorpresa Minhee la tomó, analizó y finalmente mordió de nuevo—. ¿Se te ha ido la cabeza?
— Sí — asintió, sacando el desinfectante dispuesta a limpiar la silla restante, aunque Chishiya le tomó de sus manos y comenzó a hacerlo él. Kuina no procesaba todo lo que estaba ocurriendo frente a ella—. Kuina, ¿quieres contarnos algo?
Y ahora sentía que la daba algo, ¿cómo sabía ella que tenía algo que contarles?
— Minhee, a veces me das más miedo que los juegos — la castaña se encogió se hombros, sentándose en el sitio desinfectado previamente—. Algo está ocurriendo en la facción militar.
— ¿Un levantamiento? — para Chishiya, que apenas salía de su cueva o que tan sólo conocía una pequeña parte del plan, sonaba lógico.
— Algo más raro — dijo Kuina, manteniendo el suspense unos segundos—. Niragi está por ahí interrogando y golpeando a gente. Está como fuera de sí, y al parecer busca algo.
— ¿Ha vuelto a acercarse a alguna mujer? — preguntó Minhee, con una mirada bastante calculadora.
— Solo a una, que haya visto — la observó con confusión—. ¿Pero que tiene que ver, Ahn?
Levantó la barbilla ligeramente con un aire soberbio, para después simplemente negar.
— Curiosidad — dijo, arrastrando las sílabas—. ¿Quién era?
Kuina notaba un aire sospechoso en la coreana cuando miró de reojo a Chishiya y notó un brillo de confusión en sus analíticos ojos oscuros. No entendía en absoluto nada sobre ella, aunque como bien Chishiya la había dicho, ella era una genio que avanzaba a pasos agigantados antes incluso de que ellos vieran un camino.
— Creo que se llama Miku — no sonaba muy segura—. Siempre suele estar por los pasillos rondando sola, es raro verla con alguien y difícil encontrarla.
— Uhum, claro — asintió, mirando el reloj de la pared antes de dar un último mordisco a la manzana, tragarlo con tranquilidad y levantarse—. Nos vemos.
Al pasar por la basura donde la cinta destruida descansaba tiró el corazón de la fruta, saliendo sin tocar el pomo como tenía acostumbrado y perdiéndose en el oscuro pasillo sin apenas hacer ruido. Sus pasos eran ligeros, fuera cual fuera la velocidad que estos tuvieran.
— ¿Es normal eso? — preguntó entonces a Chishiya con cierta desconfianza. El rubio se mantuvo en silencio unos segundos sumido en sus propios pensamientos, hasta que hizo un gesto restando importancia—. Me intimida bastante cuando pone esos ojos de Hitler.
— ¿Ojos de qué?
Kuina comenzó a explicar con pruebas gráficas una mala imitación de la manera en la que los ojos ya bastante afilados y rasgados de Minhee adquirían incluso para ella un tono más oscuro cuando ponía la "mirada Hitler" que finalmente sustituyó por "mirada dictadora".
Minhee se rascó ligeramente la nariz ignorando el estornudo que estaba a punto de dejar salir, caminando con cierta precaución por los pasillos del enorme resort fiestero en aquel mundo apocalíptico que tomaban a broma por mera ignorancia. Ella estaba más segura que nadie tras ser obligada a participar en tres juegos que aquel mundo no estaba hecho para débiles, y si debía matar, traicionar o tirar a la basura su ética lo haría para salir de ahí.
Por eso no dudaría en buscar al mismo diablo si así conseguía lo que ansiaba.
— ¿Miku-ssi? — preguntó cuando frente a ella una mujer delgada se apoyaba en uno de los ventanales del gran pasillo alto. Cuando se giró y observó sus ojos marrones, elevó una pequeña sonrisa, recorriendo con la mirada cada uno de sus rasgos.
— ¿Tú no eres...?
— Creo que tengo algo que podría interesarte.
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— ¿Esa sonrisa se debe a algo? — Kuina aparentaba estar desinteresada, pero por dentro se moría de curiosidad por el rostro sospechosamente accesible de Chishiya.
— Minhee me está dando una oportunidad — dijo, metiendo las manos en los bolsillos aparentando indiferencia—. O algo así.
Kuina contuvo un grito de emoción, aunque sí sonrió ampliamente y deslizó su silla hacia el puesto de Chishiya. Era complicado leer su expresión, pero en ese momento sabía que estaba feliz.
— ¿Puedo ser la madrina de vuestra boda?
— No.
— ¿De vuestro hijo?
— Menos.
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𝗚𝗥𝗔𝗣𝗛𝗜𝗖 𝗔𝗥𝗘𝗔
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Hoy no hay muchos memes😭
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