
EPISODE TWENTY-FIVE
Si debía ser completamente sincero, Minhee en ocasiones le daba cierta desconfianza. Confiaba en ella, sí, y estaba completamente a sus pies también; pero eso no impedía que su cabeza maquinara diferentes ideas cuando ella desaparecía y volvía con esa pequeña sonrisita que tanto asustaba a Kuina.
Chishiya no tenía ni la más remota idea de qué estaba haciendo Minhee por su cuenta, pero sus sospechas iban directamente a esa idea superficial que le contó el día que robó la fotografía de la billetera del paramilitar. Desde que se fue de la sala de cámaras hacía dos días, sentía que algo había cambiado dentro de la Playa. Un grupo de mujeres parecían haberse unido (para aumentar sus sospechas, eran las que habían sido de alguna manera afectadas por Niragi), el militar estaba cada vez más irascible y los paramilitares estaban alejándose cada vez más del Sombrerero. Si Minhee estaba detrás de todo eso (lo más probable), se declaraba completamente su admirador.
Cada vez que descubría algo nuevo suyo (como por ejemplo, que odiaba el número 4 sin ninguna clase de motivo racional), un nuevo pasadizo se abría. Era una caja de misterios, y nunca sabía que pasaba por su cabeza realmente. Minhee adoraba los juegos como el ajedrez, memorizaba y procesaba información a una velocidad impresionante y además tenía unos ideales firmemente establecidos. Confesó que a pesar de odiar la atención, se sentía de alguna manera satisfecha cuando elogiaban sus logros, y eso Kuina decidió tomárselo a pecho cuando a la mínima cosa que la de ojos claros hiciera, ya tenía un aplauso suyo.
También le gustaba él, o eso quería creer. Le gustaba tomar su mano siempre y cuando hubiera visto con sus propios ojos como se limpiaba con gel, y le miraba bastante mal cuando no tenía el pelo bien peinado.
- Deja de mirarme - también estaba eso. No mirarla por demasiado rato, o acababa reclamando con las orejas tan rojas como esa fea camiseta con cerezas que tenía en el armario-. No te rías y deja de mirarme ya.
-Es que tu camisa es demasiado horrible - por supuesto, jamás meterse con su extravagante estilo de vestir.
-Tú sí que eres horrible - murmuró, dejando a un lado con rabia su libro. Había empezado a leerle apenas el día anterior, pero ya le estaba terminando-. Hoy estás especialmente imbécil, ¿acaso quieres beber lejía?
También insultaba mucho. Hablaba tres idiomas fluidamente, aunque sentía que conocía incluso más insultos en japonés que él, y eso que ella no era la nativa de los dos. Su acento era demasiado marcado a pesar de conjugar bien los verbos, pero para Chishiya eso solo era tierno.
- ¿Tan rápido quieres verme muerto? - sin apartar la mirada de su rostro algo enfadado aún cuando ya le había dicho dos veces que dejara de mirarla-. En dos días se acaba nuestro visado - recordó. Minhee se tensó ligeramente. Aún cuando era capaz de superar con buena fluidez los juegos, seguía viendo el temor que le daba adentrarse en ellos-. Y hoy es la Junta.
- ¿A qué hora?- se levantó de la cama de golpe, paseándose por la habitación. Al principio solo miraba a los lados sin hacer nada, pero comenzó de nuevo a mover cosas y a colocarlas.
- ¿Quieres entrar en el Ejecutivo? - no entendía ese cambio tan brusco. Había pasado de negarse por completo a estar dispuesta a entrar en esa mesa de dementes.
- Tengo mis motivos - claro que los tenía. Minhee nunca actuaba sin haber meditado las cosas antes, creado tres planes diferentes y una escapatoria en caso de que salieran mal los tres-. ¿Por qué no dejas de mirarme? Es incómodo.
Chishiya desvió al fin su mirada de ella, fijándola en la ventana. Los cristales estaban tan limpios por las intensivas limpiezas de la extranjera que sentía que no había realmente un cristal ahí. Más de una vez cuando quería asomarse por la ventana debía comprobar que no estaba abierta realmente. Minhee le reclamaba por "ensuciar", pero estaba ya tan acostumbrada a tenerle en su habitación en ocasiones sin hacer nada más que quedarse ahí mientras ella leía que se esperaba a que anocheciera para echarle y limpiar.
- Trata de no seguirle demasiado el juego a los locos de ahí - advirtió, refiriéndose a los ejecutivos-. El Sombrerero está deseando pillarte, y no hablemos de Niragi.
- Tampoco tendré que soportarlos mucho tiempo más - Minhee tenía un tono tranquilo, a pesar de que estaba insinuando indirectamente algo grave-. Lo sabes, ¿verdad?
- ¿Tu increíble plan del que no me has hablado o que todo está saliendo exactamente como planeamos? - como pocas veces ocurría, Minhee rio. Chishiya había sonado casi como un crío reclamando.
- Ambas - parecía al fin satisfecha tras colocar la habitación. Era mejor no interrumpirla cuando tenía esos raros impulsos debido a su trastorno, aunque siempre llevaba unas de esas toallitas desinfectantes en el bolsillo por si quería lavarse las manos o limpiar algo y no tenía nada a mano-. Prefiero que no te involucres, es mi propio plan.
Chishiya resopló bajito. El ego de Minhee la impedía pensar que alguien más pudiera ser inteligente o tener tan buenas ideas como ella, y era algo que le irritaba bastante. Minhee era una egocéntrica de primera, además de cabezota, manipuladora y calculadora. Entendía perfectamente lo que Kuina comentaba sobre ella cada vez que actuaba así.
- Pareces demasiado confiada.
- ¿No te recuerda a alguien?
Chishiya negó cortando esa conversación, aunque Minhee de nuevo tenía razón.
EPISODE TWENTY-FIVE
HER PLAN
A pesar de que pudiera parecer serena, Minhee estaba aterrorizada. La silla no la daba demasiada confianza a pesar de haberla desinfectado disimuladamente, Ann evitaba mirarla y Niragi compensaba la ausencia de miradas estando constantemente con un ojo sobre ella. Ni si quiera el poderse haberse sentado junto a Chishiya ayudaba a tranquilizarla, porque tenía a un lado al extraño hombre del sótano.
- Bienvenidos - al fin el Sombrerero se dignó a llegar, escoltado como siempre. Los ojos de Minhee se desviaron de inmediato a los paramilitares presentes, después hacia los más cercanos del Sombrerero y por último al líder de nuevo. Sabía que era una buena idea estar ahí-. ¡Nuestra preciosa Ahn Minhui está aquí!
- Es Minhee - corrigió inconscientemente con un tono irritado, aunque cambió eso por una expresión falsamente amigable-. Chishiya me ha convencido de participar en estas reuniones. Espero ser de utilidad para la Playa y alcanzar la meta propuesta.
El Sombrerero estaba encantado con eso, aunque los miembros de la mesa la observaban como si fuera a comerlos a todos repentinamente. Entendía la mirada de Ann, incluso la de Chishiya y Niragi, pero lo que era incapaz de leer era la expresión de Kuzuryu y Mira. ¿Por qué aquel hombre estaba analizándola de esa manera? ¿Y qué había de esa mujer? Sintió un escalofrío que pudo disimular bien, devolviendo la misma clase de mirada al hombre.
- ¿No os llena de dicha esto? - el Sombrerero abrió los brazos, apoyándose en el respaldo de la silla. Nadie respondió-. Ahn, estoy seguro que serás de gran aportación para la Playa - sonrió. Minhee imitó apenas su sonrisa-. Tenemos especialistas de picas - señaló a los militares-, de corazones -Mira sonrió-, y de diamantes -Kuzuryu no hizo nada más que asentir levemente, mientras que Chishiya y Ann ni se molestaron en hacer algo-. ¿Conoces ya tu especialidad, Ahn?
- Diamantes - no dudó-. Estoy segura que una mayoría en diamantes podrá ser beneficioso, ¿cierto?
Era palpable la tensión ahí. Estaba segura que el Sombrerero era capaz de notarlo, pero prefería centrarse en su propio plan individual e ignorar la manera en la que todos ahí tenían la guardia en alto. Militares que planeaban un golpe de estado, extraños ejecutivos que sospechaban algo de ella... Un ambiente curioso.
- Por supuesto -asintió el Sombrerero-. Me gusta tu actitud -señaló. Minhee alzó las cejas, fingiendo sorpresa-. Eres una mujer que sabe lo que quiere, eso es bueno, Ahn Minhee. Pronto debes volver a jugar, ¿cierto? -asintió-. Me gustaría que esta vez fueras sola - sabía que se refería a Chishiya.
- ¿Sola? - repitió, más para sí misma. A Chishiya no le gustaba demasiado esa idea.
- Querías ser de utilidad, ¿no es así? - Kuzuryu repitió sus palabras dichas con anterioridad. Minhee no entendía a qué se debía esa actitud hacia ella, pero no la gustaba en absoluto.
- ¿Me he negado acaso? Puedo con ese juego sola, no soy la mascotita de otros.
Kuzuryu la analizó por un par de segundos más, y finalmente apartó la mirada. Justo a su lado, Mira parecía divertirse con la situación más que nadie. ¿Por qué nadie ahí era decente? Sentía que podría perder la cabeza como tuviera que quedarse demasiado tiempo entre esa gente rara. Y con rara, no sabía aún si incluir a Chishiya también.
- Entonces arreglado - asintió el Sombrerero-. Ann, ¿ya están organizados los vehículos de recursos?
Minhee escuchó con atención las gestiones internas, comenzando a comprender pequeños detalles sobre el funcionamiento de la Playa. A pesar de ser unos drogadictos adictos al sexo, regulaban bien el uso de recursos disponible. No sabían cuánto más podrían aguantar debido a que todo estaba ya comenzando a ponerse malo, como si llevase años en las polvorientas estanterías de los supermercados. Pidieron también su opinión, la preguntaros si era viable la instalación de nuevos generadores y la metieron en un pequeño debate sobre la búsqueda de juegos más allá de Tokyo.
- Creo que lo más sensato por ahora es centrarse en las cartas que nos quedan para completar las cifras -señaló la enorme pared. Apenas quedaban-. Está claro que no podemos acceder a las figuras hasta que completemos las cartas bajas.
- ¿Por qué crees eso?-preguntó Ann, mirando también por un momento las cartas tachadas.
- Porque no tendría sentido que aparecieran de la nada - se cruzó de brazos, apoyada en el respaldo-. ¿Nunca has jugado a un videojuego? No puedes acceder a niveles especiales sin completas los anteriores. Esos juegos serán especiales.
- Pareces conocer demasiado bien el funcionamiento de este país - dijo Aguni, en silencio hasta el momento-. Completaste el juego de diamantes como si le conocieras a la perfección, y además sabías del segundo cazador.
Minhee no hizo ninguna clase de expresión nerviosa ante esa obvia acusación.
- Tengo una obsesión con el orden y la organización, mi cerebro funciona constantemente tratando de organizar todo lo que ve -dijo, sin inmutarse-. Borderland es una red organizada, con un algoritmo y orden propio. Este país ha sido ordenado por alguien, y no hay nada que mejor que se me de que desorganizar las cosas en mi cabeza y volverlas a ordenar de nuevo.
Todo volvió a quedar en silencio, mientras miraba de reojo esperando la reacción del triángulo de poder de la Playa. Ella ahora mismo era la número nueve, pero su ego y ansias de poder la hacían querer aún más. También, por supuesto, seguir el minucioso plan que tenían entre manos. Cuanto más cerca estuviera del Sombrerero y más confiase en ella, más acceso tendría a las cartas y secretos de la Playa.
- La Reunión acaba aquí, podéis retiraros - indicó el Sombrerero, notando como cruzaba miradas con sus dos cercanos. Minhee se enderezó, esperando pacientemente mientras se levantaba-. Excepto tú, Minhee -llamó. Chishiya se giró como si hubiera sido él quien hubiese sido llamado. Minhee le daba la espalda al Sombrerero y solo el rubio veía su rostro, por lo que para relajarle guiñó el ojo. Chishiya apartó la mirada, aunque asintió levemente. La esperaría hasta saber si había llegado a la habitación-. Me gustaría hablar contigo.
- Claro -asintió, viendo al resto perderse por los pasillos de la Playa.
De fondo se escuchaba la fiesta de la piscina y sótano, incluso fuertes risas y gritos de júbilo. Podría ser un buen ambiente, pero para Minhee significaba terror sanitario.
Siguió al extraño hombre, entrando en una suite especial del resort. Era obvio que era su guarida personal, aunque estaba tan desordenada y sucia que quiso arrancarse los ojos para no seguir mirando.
- Siento el desorden, Ahn, no esperaba que fueras a aceptar mi oferta - pronunció, haciéndola un gesto para que se sentara en uno de los sofás. Se negó por completo, creyendo ver el envoltorio de un preservativo brillando bajo este-. Vamos, es de mala educación que durante una charla amistosa estés de pie.
- Si me siento probablemente me de un ataque; no, gracias - sonrió, aparentando genuino tono de broma. El Sombrerero rio, apoyándose en el respaldo con toda su camisa abierta. Minhee ni si quiera se molestó en mirarle, recorriendo disimuladamente la estancia con la mirada. Si ella fuera el Sombrero, ¿dónde escondería las cartas?
- Dime, Ahn, ¿qué piensas de mi paraíso? - preguntó.
La coreana dudó por un segundo. ¿Qué pensaba? Que era un jodido estercolero donde víboras, cerdos y ratas se revolcaban disfrutando de la basura. El lugar más antihigienico que había visto en su vida. Un lugar condenado al caos debido a los débiles pilares de este.
- Es una buena idea - comentó-. Reunir un grupo grande para conseguir las cartas es una idea fantástica, y este es el lugar perfecto.
- ¿Disfrutas de mi utopía, Ahn Minhee?
- Es agradable tener un lugar donde descansar.
El Sombrerero sonrió en grande. Parecía disfrutar completamente de aquella conversación. Era extraño mantener su expresión tan forzada para no enviarle miradas afiladas y burlonas, pero valía por completo la pena. Todo estaba saliendo a la perfección y absolutamente nada podía fallar en ese momento, menos por una ridiculez como sus emociones. Si algo fallaba, no sería por su culpa.
- Eres preciosa e inteligente - dijo-. Además de tener un precioso acento, y unas piernas pálidas y largas - miró sin vergüenza sus piernas. Usaba unos pantalones cortos verde militar, cubriendo la parte de abajo del bikini rosa que había conseguido-. Dime, preciosa Ahn, ¿por qué no te unes a nosotros y disfrutas ampliamente de este paraíso? Sexo, alcohol, drogas... Puedo ofrecerte lo que más ansies.
- No lo necesito - negó, cerrando un poco más su camisa para evitar que se pudiera ver siquiera algo de escote o piel. No se fiaba de aquel hombre-. Disfruto analizando Borderland. Tan solo ansío una respuesta a esto.
El Sombrerero se inclinó tomando un paquete de la mesita del centro, entre ambos sofás. Lo abrió sin vergüenza dejando ver unas píldoras coloridas, tomando de golpe dos sin agua o alguna otra bebida. Acababa de drogarse frente a ella.
- Supongo que el sexo es algo que Chishiya puede ofrecerte - se rio, recostado en la tela brillante del sofá. No respondió nada, prefiriendo dejar que el Sombrerero de verdad creyese aquello-. Espero grandes cosas de ti, Ahn Minhee.
- Espero no decepcionarle, entonces.
Sonrió inconscientemente, repitiendo en su cabeza que cada vez la cuenta atrás era más rápida. Ella nunca fallaba en ninguno de sus cálculos, nunca había cometido un error en algunos de sus planes y esta vez no sería diferente. Con Chishiya o sin él, ella poseía las manos que desenredarían el largo hilo que constituía Borderland, empezando con hacerse con todas las cartas y eliminar los estorbos.
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PLAY
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𝗚𝗥𝗔𝗣𝗛𝗜𝗖 𝗔𝗥𝗘𝗔
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De verdad creíais que la personalidad de Minhee aceptaría a Chishiya tan rápido? Es una controladora a la que la mola estar por encima de la gente porque piensa que es más inteligente que el resto. Incluyendo Chishiya por supuesto
ODIO TARDAR TANTO EN ACTUALIZAR
Estoy en proyectos de mi curso y ahora coordino parte de unos proyectos de ciencia a modo de exposición experimental, no me da la vida 😭 mi inspiración se va y vuelve a ratos donde voy actualizando parte de mis historias
Espero no estar tanto tiempo de nuevo sin actualizar Phobia, porque al menos HOLLYWOOD y Gaman han estado atendidas lol
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