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EPISODE TWENTY

Ahn se removió en la silla que la habían acercado, evitando tocar con sus muslos la madera de la no lavada silla y habiendo quitado una caja a Chishiya para buscar esconderse un poco tras ella por la incomodidad.

Para su desgracia, la silla a su lado era la del tatuado, por lo que estaba de frente con Niragi y su sonrisita de villano Disney mal animado. Lo único que la reconfortaba en ese momento era tener a su lado al rubio con su expresión serena y analítica.

— Ahn, querida — llamó el Sombrerero, sacándola de sus pensamientos después de haber escuchado el recuento de cartas—. Has ganado una carta complicada, ¿no es así?

— No estoy muerta — señaló con obviedad. Chishiya se apoyó en el respaldo ligeramente, inclinándose un poco hacia su lado y mirándola de reojo.

— Por supuesto que no — el Sombrerero se cortó un poco ante su tono, mirando ahora a la ejecutiva que casi muere siendo usada como una pieza de ajedrez—. Ann, ¿es recomendable la entrada de Ahn a la Junta?

Al mismo tiempo, ambos la miraron. Inconscientemente los nervios comenzaron a llenarla al sentir que hablaría de su casi muerte y como había acabado con otros cuatro tipos sin pestañear, causando que tanto su pierna derecha como sus manos comenzaran a temblar ligeramente. Miró intensamente a la morena medio escondida tras Chishiya, balanceando su pierna con un temblor ciertamente molesto que acabó por chocar con la silla de Chishiya.

— Fue un juego de diamantes — recordó Ann—. Un enorme tablero de ajedrez donde nosotros éramos piezas y debíamos jugar por turnos. Las piezas supuestamente se escogían al azar — ese "supuestamente" sonaba a que la iba a exponer como una malvada mentirosa asesina.

Chishiya volvió a mirarla de reojo cuando notó un segundo golpecito accidental con su silla, bajando la mirada y observando como su pierna temblaba de los nervios de la situación.

Disimuladamente y volviendo a mirar a Ann, sacó la mano del bolsillo deslizandola hacia Minhee, apoyándola sobre su rodilla temblorosa. Esta inmediatamente se detuvo, y de reojo pudo observar como la coreana miraba su mano como si fuera un extraño espécimen extraterrestre. Si notaba incomodidad podría apartarla sin problemas y la pediría disculpas más tarde, pero al contemplar que su única respuesta clara era la confusión y no hacía nada por apartar su mano, la dejó completamente apoyada.

— ¿Supuestamente?

— Han conocía la posición de cada pieza a elegir.

Y así es como se expone a alguien.

EPISODE TWENTY
BLUSHED

Las miradas estaban sobre la extranjera de nuevo, esperando una explicación de como había averiguado el funcionamiento de un juego de azar. Se tensó comenzando a entrar en un ligero pánico, sin saber como hablarle a ese circo de gente sin sonar sospechosa, rarita o demente como ellos. Su intención no era estar en esa junta, por lo que parecía más fácil en ese sentido negarlo como una tonta y hacerse la loca para terminar antes, que creyeran que era simple suerte y largarse con su adquisición a su habitación para dormir.

— ¿Cómo lo hiciste, querida Ahn? —  el Sombrerero parecía de verdad interesado, inclinándose sobre la mesa y mirando sobre el marco de sus gafas de sol oscuras.

No abrió la boca, barajando aún las posibilidades. Si hablaba con la verdad... Si mentía... Había lado malo y lado bueno en ambos, pero prefería verse inteligente y después largarse por patas antes que parecer una idiota. Un suave apretón en su pierna la sacó un poco de su hilo de pensamiento.

— Eh, había un... — y justo se quedaba sin el vocabulario necesario. Los nervios y el cansancio eran impecables enemigos—. Patrón.

— Desarrolla — el hombre de gafas estaba también atento.

— Empezaba con peones y acababa con alfil — comenzó a explicar—. Por lo tanto el rey debía estar en el centro, pero dependía de la reina y las piezas de los lados. Una vez averiguas estas, sabes el orden de los papeles.

El Sombrerero comenzó a aplaudir, sonriendo en grande y volviendo a apoyarse sobre el respaldo con una expresión de demente.

— Por supuesto que fuiste el rey — dedujo este—. ¿Quién fue la reina?

— Yo — alzó la mano libre, la cual no estaba sobre su pierna—. Me confió el orden.

El Sombrerero puso una extraña expresión, retirando las gafas oscuras de sus ojos afilados y algo rojos para mirarlos como si fueran un partido de tenis. Parecía estar analizando algo, finalizando con una sonrisa coqueta y burlona.

— Por supuesto — asintió. Hablaba para sí mismo—. ¿Qué ocurrió entonces, Ann? — volvía a pedir su informe de los hechos a la ejecutiva que había mandado junto a ella como vigía.

— Manipuló a todos los jugadores, se hizo con el control del juego y mató a cuatro — dictó, como si estuviera ensayado. A punto de volver a agitar la pierna al ver las expresiones de todos, Chishiya reforzó su toque rozando su pulgar repetidas veces con su piel de punta. Estaba a nada de levantarse y huir cual cobarde.

— ¿Perdón? — Kuzuryu parecía confundido, mirándola—. ¿Mató a cuatro jugadores y los manipuló?

— ¿Esta mocosa tímida? — señaló Aguni. Era la primera vez que le escuchaba hablar en una Junta y era para criticarla.

Minhee apretó los labios estrechando sus ojos hacia la ejecutiva, recorriendo con la mirada la sala y sintiendo un fuerte escalofrío que la hizo encogerse cuando cruzó miradas con Niragi y sus afilados orbes negros no separarse de ella. Parecía estar odiandola profundamente, o pensando en cómo la mataría o torturaría en cuanto Chishiya volviera a dejarla sola.

— No parecía ella — musitó Ann—. Casi muero un par de veces, incluso. Tenía el absoluto poder sobre todos los jugadores al mentir y no podían rebelarse contra ella aunque los fuera matando uno a uno.

— No ibas a morir — recordó con un tono agrio, rodando los ojos—. Sabía que la torre se movería ahí.

— ¿Lo sabías? — Mira apoyó los codos sobre la mesa mirándola fijamente. Ahn la analizó, alzando finalmente una ceja por unos segundos al sentirse ligeramente atacada y devolviendo una mirada similar.

— Es fácil notar cuando tu contrincante se desespera — arrastró la voz como siempre, aunque esta vez se escuchaba más grave de lo normal—. Un jugador enfadado, frustrado, poco hábil — dictó—. Desde que pisé el tablero tenía la partida ganada.

Había una extraña tensión en el ambiente. Minhee había sentido algo extraño en la manera de hablar de la morena y sus ojos siniestros, y de inmediato había dejado esa extraña ansiedad para volverse una fiera dispuesta a dejar en claro su valor como jugadora. Tenía una dualidad fuerte, pasando de un segundo a otro de una tímida chica abrazada a una caja a una mujer intimidante que te juzgaba tras una mirada dorada y afilada como cuchillas. Chishiya sentía que cada vez que descubría algo nuevo de la extranjera, le gustaba aún más.

— Pareces muy segura de ti misma — Mira sonrió.

— Soy consciente de mis capacidades — dijo—. Y no perderé ni un solo juego.

— Señoritas, por favor, un poco de paz — el Sombrerero entró como mediador del pequeño conflicto causado por el tono tétrico de la ejecutiva y el ego inquebrantable de la extranjera—. Debo admitir que nuestra querida Ahn me tiene completamente cautivado — guiñó un ojo, causando de nuevo uno de los gestos del catálogo de asco de Minhee—. Por eso, eres bienvenida a nuestra Junta. Bienvenida, Ahn Minhee, nuestra preciosa reina de diamantes.

Abrió los brazos en grande levantándose de la silla, dando por entendido que la Junta había finalizado con esa última sentencia. Minhee movió su silla hacia atrás de golpe creando un sonido algo chirriante, frunciendo el ceño. A pesar de la confusión de Chishiya, su mano no dejó su pierna.

— No quiero — sentenció. El Sombrerero se giró de golpe—. Me niego. Rechazo la oferta.

— No era una pregunta.

— Ni lo mío una petición.

El duelo de tensiones entre los miembros del ejecutivo y Minhee podría convertirse en la mayor tradición de la Playa si la obligaban de verdad a permanecer en la Junta. Minhee parecía tener una extraña opinión sobre ese grupo, aunque Chishiya no se explicaba como es que el enorme ego y complejo de superioridad de la castaña no aceptaban adquirir más poder y una increíble oportunidad de influencia. Siempre que creía poder descifrar un poco su puzzle, más piezas nuevas aparecían. Era tan absorbente como frustrante.

— Está bien — el número uno también era difícil de descifrar. Minhee y él ciertamente se parecían en eso de tener nuevas acciones cuestionables bajo la manga—. Te daré dos días para pensar en esto. Si aceptas esta oportunidad, espero verte en la reunión de la noche.

— Perfecto —asintió, y se puso en pie cargando la caja. Se levantó de inmediato tras ella, viendo como el resto también lo hacían. Huyó por la puerta en cuanto esta se abrió por uno de los Paramilitares que hacían de guardias para el Sombrerero, desapareciendo por los pasillos tenuemente iluminados en cuanto se distrajo un momento.

—Tu chica es una fiera — uno de los presentes palmeó su espalda—. Menuda tía, creo que casi me meo del miedo cuando...

Ignoró al hombre pasando por su lado y siguiendo exactamente el mismo camino que la chica de ojos dorados y lengua viperina. Sabía que no podía alcanzarla si había caminado tan rápido (más bien corrido) hacia su habitación, pero sabía que su puerta estaría abierta si se trataba de él con la caja de objetos que Minhee quería.

Dejando salir un suspiro silencioso, hizo crujir su cuello en un movimiento por la tensión acumulada durante el juego de diamantes de esa misma noche. Confiaba en ella, pero verse a sí mismo tan cerca de otras piezas y con la coreana tirando sin más a las personas y piezas por las trampillas con una sonrisita ladeada le había hecho de verdad temer por su seguridad. Creía que Ann moriría, creía que absolutamente todos morirían excepto ella a manos de la jugadora de ajedrez más agresiva y sádica que había visto en su vida.

Aunque, si debía ser sincero, en cuanto Minhee dijo que no planeaba dejar que muriera su corazón se apretó arrollado por el sentimiento de tener cierta importancia dentro del estrecho círculo de aprecio de Ahn Minhee. Si de verdad le apreciaba, no tenía nada que perder. Para él eso ya era una enorme victoria anticipada al gran golpe final.

— Lento de mierda — espetó en cuanto le vio, cambiándose como si nada de pantalones—. Esa silla estaba más sucia que tu sudadera, me dan ganas de cortarme las piernas.

— Eso es un poco drástico — señaló, cerrando la puerta y apoyando la mesita como solía hacer—. Habría más sangre y te ensuciarias el doble.

Se detuvo un momento, doblando los pantalones que según ella estaban sucios para dejarlos en una cestita que tenía para la lavandería. Estaba seguro que nadie usaba más esa zona que ella, y que si en algún momento el jabón se acababa sería en sus feas camisas o coloridos pantalones veraniegos.

— No te hagas el listillo — señaló, tomando la caja de sus brazos y poniéndola en una esquina perfectamente alineada con la otra—. Si no te hubiera visto ponerte gel, te habría cortado la mano.

— ¿Te ha molestado? — Minhee dejó de mover las cajas con cuidado, satisfecha con su colocación, y se sentó en la cama deshaciendo su coleta. Parecía no tener filtro o problema alguno en que él estuviera ahí.

— Uhm — apartó la mirada—. No.

Sonrió para sí mismo —. Está bien.

— Uhm, supongo — miraba la pared como si fuera algo extremadamente interesante—. Creo que voy a dormir.

— Descansa, sí — asintió. Había un extraño ambiente potenciado por la mirada perdida en la pared de la coreana—. Minhee — la llamó, a centímetros de la puerta. Se giró tras un rato de estar mirando la pared, y descubrió el motivo de su detallada observación del tono mostaza de las paredes—. Has jugado bien, eres brillante.

La chica elevó una pequeña sonrisa.

— Lo sé.

Mientras se alejaba de la puerta de la habitación más interesante de todo el resort y probablemente Tokyo, sonrió ampliamente escondido tras la capa de su capucha, recordando con tremenda satisfacción la nariz sonrojada de Minhee tras la reciente conversación.

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𝗚𝗥𝗔𝗣𝗛𝗜𝗖 𝗔𝗥𝗘𝗔

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doble actualización rápida por la espera🤙🏻

No se me ocurre nombre para el ship *sad*

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