
Ƥarte⪼ 2
CONTINUAMOS.
Abrí mis ojos adormilado, parece que había amanecido ya, pero que clase de sueño fueron los míos como para dejarme tirado en el sofá, juntó a mi amigo, Red.
Red dormía a mi lado con su cabeza recostada en mi hombro, el también había tenido el sueño pesado, parpadeo como pude abriéndolos completamente mirando a mis alrededores.
No ví a mi hijo por ningún lado y menos a mí vecino, me levanté sin cuidado de no despertar a mi amigo, cayó sobre la cabecera del sofá despertándose de golpe.
Reí algo entorpecido, me asomé a la cocina donde ví que la comida que habíamos preparado ayer, estaba acomodada, no me sorprendía que mi vecino lo tocará, que tonto de mi parte dejar que mi vecino ordenará aquí.
Subí rápidamente las escaleras llamando a mi cachorro varias veces por su nombre, no recibí respuesta, salvó un pequeño gruñido proviniente de la habitación de invitados.
Me acerque en tambaleó viendo una pequeña escena dulce, mi cachorro durmiendo sobre el pecho de mi vecino.
— Pero que niño más afortunado para dormir bien — dije acercandome a ellos, dándole pequeños toques a mi vecino —
— ¿Hmmm~? — alzó su mirada hacia mí — Cielos, buenos días chico... Parece que me quedé dormido.
— Je, si — cargo al cachorro recostandolo contra mi pecho — Si que hicieron tarea ustedes dos.
— Ángel es un niño muy inteligente, Gabriel... Bueno, este viejo perro tiene cosas por hacer — se levanta sonando sus caderas con esfuerzo — Auch~
— Venga, haré algo de café caliente — bajé con Ángel en manos —.
Bajé a la cocina dejando a mi hijo recostado sobre el sofá dónde se suponía que estaría mi amigo, giré la mirada hacia la entrada de la cocina, la puerta estaba abierta, de seguro estaba tomando algo.
Ricardo bajó después de que recostara a mi hijo, estiró su cuerpo liberando un fuerte bostezo, lo ayudé a qué se sentará sobre el sofá, como puede llegar uno así a la vejez, todos vamos por ese mismo camino, eso me hacía llegar a pensar cosas como aprovechar de tu juventud.
La puerta de la cocina se abrió por completa llamando mi atención, era mi amigo, Red. En sus patas traía una charola con varias tazas, era como si me hubiese leído la mente.
Las puso al frente nuestro, tomando una para entregarle a mi vecino quien la tomó con una pequeña sonrisa.
— Gracias, Red. Ya hacía tiempo que no me levantaba a tomar tazas de café.
— No hay de que, honestamente yo tampoco me levantaba directo a tomar algo, mi esposa siempre me lleva mi comida a la cama — da un sorbo —.
— Bueno, ¿Que tienen planeado hacer para el día de hoy? — me recosté contra la pared — Hacerle llamadas a tu esposa no cuenta — miré a Red entre carcajadas —.
— Bueno, yo debo de esperar que vengan los nuevos inquilinos para la casa, ya hace tiempo que recibí llamadas que vendrán pronto y no se apuran.
— Si es así pues también nosotros estaremos al pendiente, también recuerda que vendrá Álex, así que no tendremos que pensar tanto en que hacer — Álex siempre sabe que hacer para no pasarla aburrido, esa era sus especiales ahora —.
— Eso si, entonces solo veré qué Ángel haga sus deberes, ya muchas faltas a la escuela hicieron mal.
— ¿Entonces que está haciendo durmiendo? ¿No debería de cambiarse para la escuela? — Ricardo me miró con su ceja alzada —.
— Me dijo que tendría clases por medio de la computadora, han tomado esa opción por este clima.
— ¿Virtuales? Pero que feo, en mis tiempos teníamos que ir a la escuela cueste lo que cueste, el que no iba pues perdía puntos por la ausencia.
— Esos tiempos no dejaban de ser buenos — comentó Red tomando nuevamente de la taza — Mmm~
— Iré a echar un vistazo afuera, ahora regreso.
Caminé hacia la puerta girando de la manija para luego salir, el ambiente cambió tan rápido al tener que cerrar la puerta, el aire soplaba como el día de ayer, no tan brusco como para mover objetos.
La calle cubiertas con basura, hojas y charcos, pero que recuerdos cuando tenía que ir a trabajar con mis amigos y nos topabamos con esos caminos sucios.
Caminé por el pequeño jardín de mi casa, dirigiéndome a mi auto el cual estaba cubierto con basura y las hojas de los árboles, normalmente amanecía todo cubierto con ramas, bolsas, lodo.
Está vez no había sido tan fuerte la lluvia que no recordaba haber sentido mientras dormía, abrí el auto sacando un morral colorido, quitando la basura que tenía mi auto, pasando mi mano en toda esa suciedad.
No tenía la necesidad de meterlo dentro de mi garaje, siempre lo mantenía cerrado, sabiendo que mi auto estaría más seguro dentro.
Teníamos un par de contenedores en medio de la banqueta, cada casa tendría su propio contener, el mío estaba al lado de mi vecino Ricardo por lo que lo echaba al lado suyo, 30 dólares por el servicio de la basura, cuando puedo solamente quemarla aún que suene raro.
Tiré mi basura a mi contenedor, algo que llamo atención fue ver a la calle, pude ver a lo lejos un auto que giraba con rapidez hacia la siguiente cuadra donde estaría.
¿Que clase de locos manejan con la calle húmeda? Pueden aventar agua sucia.
Me hice a un lado pensando que pasaría al frente mío aventando la basura que estaría sobre los charcos de agua, no fue asi.
El auto se detuvo justo a la par mía subiendo la banqueta, unos metros más y salía volando como barrilete.
La puerta se abrió golpeando el costado del contenedor, del auto salió una loba de pelaje blanco, cuerpo delgado y una estatura algo alta, joder, nunca fui bueno sabiendo medir las estaturas, ella volteo a verme rápidamente y se acercó a mi con una leve sonrisa.
No la conozco.
— ¡Cuánto lo siento! No quise asustarlo, mi marido olvidó arreglar los frenos — golpeó la puerta de su auto procediendo a extenderme la mano — un gusto en conocerlo, me llamo Sarah.
— Emm... Un gusto, Sarah. Mi nombre es Gabriel — estreche mi mano con su pata — Dígame, ¿en que puedo ayudarle...?.
— Verá, somos nuevos aquí y estamos buscando una casa que recién la compramos, pero no sabemos dónde queda la dirección.
— ¡Eso no es cierto! — se escuchó al fondo la voz de un hombre, salió del auto acercándose a mi — Solo tomamos el camino incorrecto.
— Y supongo que usted es su esposo.
— Si, mucho gusto muchacho, llámame David.
— Un gusto, saben creo que están en el lugar correcto, la casa que está a mi lado está en venta, no se si sea está la que buscan — apunté con mi pulgar al lado mío —.
— ¡Si! Vez amor, te dije que íbamos en el camino correcto, está mente sabe lo que piensa.
— Si querido — rodó los ojos con una sonrisa boba — Está es la casa, cielos, es tan bonita.
— Justo como la foto que tenemos.
— ¿Usted es el propietario?.
— ¿Que? No claro que no, el propietario es mi vecino que está dentro tomando café, vengan los llevo con el.
— No queremos ser una molestia, mejor esperaremos aquí, gracias.
— No, insisto, vengan los dos, de paso les doy algo para que se refresquen, deben estar cansaditos luego de ese viaje — apunté a mi casa, dirigiéndome a ella — Vamos.
Abrí la puerta dejando que ellos fueran los primeros en entrar, pasaron con algo de timidez con sus miradas algo bajas, o al menos eso ví del macho.
Me adentro justo donde los demás esperaban sentados, mi vecino al verme junto a las visitas levanto su pata saludando a ambos.
Ellos correspondieron con un cálido abrazo a Ricardo, mi amigo Red estaba con mi cachorra cargado en sus patas, bueno sería algo descortés no darles asientos luego de tener que viajar.
Se sentaron al frente del otro sofá, estando al frente de mi vecino listos ya para empezar a charlar, era plática de negociantes por lo que me acerque a mi amigo, cargue a mi hijo y me metí a la cocina, dónde mi amigo también se vino.
— ¿Son ellos?.
— Si son ellos, por poco y me avientan a la jodida, se ven amigables.
— Bueno, la loba parece ser alguien simpática, ¿Que? ¿Solo vinieron ellos o hay alguien más en el carro esperando?
— Solo ellos bobo, además no es que me interese buscar una hembra, ahora.
— Si claro, son las necesidades de todo hombre tonto, el afecto de otra persona, y tu amigo mío, tienes que salir a explorar, buscar una hembra que tenga la escencia que necesitas, o buscar una de tu propia especie, tu decides.
— Aún que parezca raro, me atraen más lobas, más las de pelaje blanco — giré mi cabeza rápidamente al cachorro que tenía en brazos — Rayos, no creo que entienda de que hablamos.
— Déjalo, está dormido, en fin, mejor vamos con ellos que tal vez necesiten pasar algunas cosas a la casa.
— No creo que sea bueno interrumpir.
— Bueno, entonces ve recostar a Ángel a su cama, no creo que se levante temprano hoy. Te apuras, recuerda que va a venir Alex, yo para mientras le serviré algo a ellos.
Salí de la cocina luego de las dichas palabras de mi amigo, pasando a un lado de la plática de mis nuevos vecinos, no me esperaba que fueran una pareja ya casados, esperaba, no sé, tal vez a una chica, aún que no se por que.
Entré a la habitación de mi hijo solo para directamente recostarlo en su cama, mi pobre cachorro siempre tiene que levantarse luego, aún que en estos días no había ido a estudiar, por mi culpa.
Mi depresión me hizo hacer cosas sin pensar frente a mi cachorro, Ángel claramente no entendía lo que pasaba pero tampoco podía explicarle sobre Gabriela.
Pero que desperdicio de tiempo fue todo eso, no puedes olvidar a alguien que te hizo feliz por varios años, me costaba olvidarla. Nunca salió de mi mente su mirada.
Besé su frente antes de bajar con mi amigo, lo cubrí con una pequeña sábana y salí dejando la puerta entre abierta para que escuchará un poco lo que pasa y baje sin tener que rogarle.
Nuevamente llegué hacia la sala, dónde ví como mi amigo les servía un par de tazas sobre la charola, estos nuevos vecinos si que se miraban como una buena pareja, lo decía por que tal vez Gabriela y yo pudimos vernos así.
Me senté a un lado de la sala o dónde no pudiera ser la molestia en la plática, mi amigo se sentó a mi lado, ambos escuchando un poco de la conversación con mis vecinos, no se por que me siento decepcionado de ver qué ellos dos son los únicos que estarán en la casa.
— Muchas gracias por la información señor Ricardo, nos alegra saber que no necesitamos hacer conexiones a la casa — comenta la loba con una sonrisa satisfactoria, acariando la pierna a su pareja —
— No hay que agradecer, si quieren puedo darles la llave de la casa, que sea su primera noche juntos en su nuevo hogar.
— ¿Encerio? ¡Estaría genial! Ya quiero ver a Linda y que vea su nuevo hogar.
¿Linda?.
— ¿Linda?, Eso me suena a qué tienen a un miembro más — Ricardo arquea la mirada —
— Si, tenemos a nuestra hija estudiando en la universidad, justo hoy se fue en la mañana, pero en un par de horas vendrá.
Mi amigo golpeo mi brazo llamando mi atención, lo miré ya con la idea de que se iba a tratar su llamado, que cosa que en tan solo mencionaron el nombre de esa tal Linda y ahora tiene que hablarme.
— ¿Que? — dije en voz baja — .
— ¿Lo escuchaste?, Tienen a una hembra, ahora sí no estarás solo — ríe entre dientes golpeando nuevamente mi brazo —
— ¿Que? ¿Que te hace pensar que esa hembra me atraerá? No estoy urgido.
— Si claro, cuando te cogías a Gabriela me llamabas para contarme lo rico que fue y lo desesperado que era esperar para hacerlo otra vez — Red me guiñó con una sonrisa de oreja a oreja —
— Gabriel.
Escuché la voz de mi vecino llamándome, algo apenado por mi distracción voltee a verlo, el ya estaba en la entrada de la puerta junto a los vecinos.
— Que si quieres acompañarnos — Ricardo hablo con su ceja alzada — entiendo que tengas cosas por hacer.
— ¡Si! Claro que sí, ahora mismo llego, solo déjeme hacer un par de cosillas — el salió junto a los inquilinos, pero que silencio había ahora que no estaban —
— ¿Y bien?
— Red, entiendo que quieras ayudarme pero... No creo que necesite a una hembra en mi vida, al menos no ahora.
— Amigo, nadie quiere estar solo.
— No estoy solo, tengo a mi hijo, y a mis hermanos — extiendo mi puño hacia el, con una cálida sonrisa —
— Buena respuesta, venga, tienes cosas por hacer, yo llamaré a mi esposa, antes de que ella me llame.
Pero que gracioso, salí de la casa antes de ver a mis vecinos entrar a la casa de a lado, corrí detrás de ellos adelantando mi movimiento, abriéndoles las puerta a los 3.
Solamente agradecieron por mi acto, no creo que podría hacer otra cosa más, solamente esperar a que mi amigo llegará ya, hace mucho que tampoco lo miraba, me senté sobre las escaleras de la entrada de la casa esperando a ver qué me llegaba a la cabeza.
Normalmente mi novia solía darme las ideas para hacer actividades juntos, como salir a pasear al parque, la actividad más típica entre una pareja, hacer una noche de películas con comida chatarra.
Jugar con Ángel a las escondidas, o... Tener relaciones.
Me hacía más daño al tener que pensar en esa mujer, sacudí mi cabeza varias veces sacándome los recuerdos de mi vida anterior.
Suspiré con pesadez apenas recostandome entre las escaleras, me dió igual que estuviera sucio o no.
Antes de voltear, una voz masculina sonó detrás mío, dónde estaba la entrada de la casa, doblé un poco la cabeza topandome con el esposo Sarah, en tan solo verlo compuse mi postura sacudiéndome, si no sabía que tendría polvo.
— ¡Oh, David! Que sorpresa que estés aquí afuera.
Desvíe la mirada acomodando mi cabello.
— Perdón si te asusté, solo que mejor decidí esperar afuera.
— ¿Que no iban a conocer la casa?
— Bueno, el señor Ricardo ya me la había mostrado anteriormente, mi esposa es la única que no la conoce.
— ¿De veras? Que raro, no lo había visto pasar por aquí, eso que está a lado de mi casa.
— Fue algo inesperado, nadie se levanta a las 3 de la mañana solo a ver a sus vecinos, ¿No?
— Sería algo raro... Y dígame, ¿Tienen hijos? — le hice la pregunta sin haberlo pensado, joder, incluso lo dije con un tono desesperado —
El me miró a la cara con una ligera risita.
— ¡Si! Tenemos una hija que estaba estudiando en la universidad.
— ¿Estaba?.
— Si, bueno de echo ella está estudiando en la universidad, pero anteriormente ella ya estaba en otro establecimiento, pero el lugar no era tan bueno, solamente pedían dinero por cosas tontas.
— Entonces ustedes están aquí para buscar otra oportunidad en otra universidad, ¿Me estoy equivocando?.
— Estás en lo correcto, mi hija ahora mismo fue a ver si la aprueban, aunque no tiene mucho sentido que busque a mediados del año.
— Bueno, para gente que se enfoca en su futuro, no.
— Es lo mismo que le digo a mi cachorrita... Y dime, ¿Eres padre?.
Oh cielos, la palabra que menos había pensado qué mencionaria, "¿Soy papá?".
No le llamaría tan así de que tengo un hijo propio, pero vivo con el por muchos años, pago sus colegiaturas y lo cuido cómo un padre a su cría, asentí con incomodidad poniendo una expresión de felicidad forzada, incluso me había puesto firme.
David creo que se había dado cuenta de la actuación que había echo, hasta arqueo su mirada bajando una de sus orejas. No supe que más hacer para que no preguntara.
Se estiró un poco alzando sus patas hacia los últimos escalones de la entrada, dejó salir un fuerte suspiro acompañado con un pequeño chillido.
Me miró con una serena expresión.
— Algo no anda bien contigo, ¿Verdad?.
— Bueno... No sé cómo es que la mayoría saben que me pasa algo, recién lo conozco y ya le atinó a mi cara.
— Chico, tienes la apariencia de un hombre que no duerme en días, tus ojeras, tu pelo que pasó a ser cabello largo y maltratado, su barba sin quitar, y voz súper gruesa.
— Algo me dice que tendré que estar usando un tapa bocas — exclamé en broma, haciendo reír a David — Bueno, esto se debe a una ruptura.
— Una hembra.
— Si... Una bella loba, me abandono ya hace unos años, y me quedé con un cachorro.
— Chico, no es por haber estado adivinando en mi mente cosas sobre usted, pero ese cachorro no puede ser tuyo.
— ¿Cómo sabe?.
— Es fácil cuando ya has pasado por lo mismo.
— ¿Usted?.
— Bueno, esto no se lo digo a nadie, pero eres mi nuevo vecino, aunque no confío mucho ahora, pero pasé esa situación años atrás.
— Ese cachorro que tengo, no es mi hijo biológico.
— Lo sé, ¿Sabe a qué edad mi esposa tubo que cuidar a una cría? A los 16.
— ¡¿Que?!
— Muy loco ¿No? No sé si te has dado cuenta pero yo ya estoy algo viejo, mi esposa la considero una mujer joven, tiene 24 años.
— ¿Está bromeando? No es por discriminarlo y nada por el estilo, pero esto se ve bastante extraño, que un mayor de edad estén con una mujer jóven
— Entiendo, esos comentarios los escucho por todo el lugar, y por si tienes dudas de mi edad pues tengo 43 años.
— No manches... Un momento, entonces eso quiere decir que su hija....
— Si, no se lo digas a nadie, menos en frente de mi esposa que ella siempre me dice que no se lo cuente a nadie, pero pasaste lo mismo que a mí esposa.
— Wou... Yo fui padre a los 18, su esposa a los 16... Fantástico, me gustaría saber cómo le hizo ella para cuidar a una cría a esa edad tan temprana.
— Con el tiempo sabrás cómo pasó todo esto y tu-..
Se escuchó como de su bolsillo un apartó empezó a emitir un fuerte sonido, se trató de su teléfono el cual dejo escuchar un tintineo.
Con un solo dedo me dijo que lo esperara, sacando el teléfono de su bolsillo algo desesperado por verlo tubo que levantarse y prenderlo rápido.
Volvió a sentarse a mi lado, ser algo chismoso era algo bueno, te hacia ver cosas que te llaman la atención, se trataba de un mensaje de la aplicación que ya todos conocemos, WhatsApp.
El lobo dejó salir un gran suspiro de alivió, escribiendo por medio del teclado dejando escapar risas.
Que raro.
— ¡Estupendo! Aceptaron a mi cachorra.
— Wou, ¿Encerio? Felicidades.
— Esto es genial, creí que por ser a mediados de años le llevaría tiempo hacer todo ese papeleo, pero la aceptaron, gracias Dios.
— Debe ser una chica super inteligente para que la acepten rápidamente.
— No es por presumir pero mi hija es perfecta, tiene las mejores calificaciones en todas las meterías, es buena para todo, nunca tubo una calificación baja.
— ¿De veras? Pero que bueno... Deben ser una familia muy feliz.
— No tienes idea de cuánto me emociona tener a mi esposa y a mi hija felices, le daré un fuerte abrazo cuando venga.
Las palabras mencionadas por el lobo, me hacían tener que bajar la mirada, era un lobo con muy buena suerte, tener un hijo aplicado en todo y una esposa que está al tanto también de su cría debe ser fantástico.
Pero también a la vez me hacía sonreír mentalmente, ya que mi hijo siempre túbo problemas con el estudio, pero eso no quería decir que sacaba malas notas, sus notas eran de nivel promedio, 92, 87, 81.
Eran los números más comunes que veía en sus notas.
Durante esos minutos me la pasé hablando con David sobre más cosas, como por ejemplo; Como fue su vida con su pareja, me contó su vida, desde como se conocieron, hasta su luna de miel, pero que tipo tan directo.
Creó que ya había ensamblado una amistad con David, aún que sería ya uno de mis vecinos, pero era un loco tan simpático, también decía lo mismo de su esposa Sarah.
David me había caído tan bien, que incluso le había dicho que si necesitaba ayuda para pasar sus cosas a su casa, me llamara, nuevos vecinos, nuevos amigos...
— Gracias por eso, otra cosa que me hace feliz ahora es saber que mi vecino es un buen amigo — David pone su pata sobre mi hombro dándome palmadas —.
— No es nada... Solo quiero llevarme bien con ustedes.
— Está claro que le vas a caer súper bien a mi hija, Linda es muy sociable.
— ¿De verdad...? Wou, mi hijo hace lo mismo, habla con todos los de a su alrededor, yo no soy asi, soy apartado.
— ¿Por qué?.
— Vale... Te diré ahora yo algo que no me gusta hablar con nadie...
ESPERO NO ARREPENTIRME.
CONTINUARÁ...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro