Único
"— ¡Te odio!
— Bebé, por favor...
Ya era como el vigésimo "te odio" ese día. Su omega la tenía con canas verdes, aunque así la amaba más que a todo en su vida.
Se acercó y trató de abrazar a su omega enojada, con un lindo puchero en los labios que solo anhelaba besar. Sin embargo, su omega se alejó, con los brazos cruzados sobre su pancita de dos meses.
—¡Déjame, alfa tonta!
—Oh, amor, te he dicho que no puedes comer ciertas cosas porque a la cachorra no le gusta y te hace vomitar.
—¡No me importa! —Sus ojitos acumularon lagrimitas—. Yo quiero pastel de limón...
Al oír a su pareja llorar bajito, se sintió culpable. ¿Era una tontería? Sí. Pero hizo llorar a su omega, otra vez.
—Bebé Jen...
—Yo no lo quería...
Esas palabras la hicieron sentir peor. Era su culpa que su esposa estuviera en cinta...
—Ven, aquí.
Le pidió con tranquilidad, buscando en el sofá el peluche que tanto le gusta a su omega. Lo tomó y se lo dio a la rubia con la nariz roja.
—Perdóname...
Jennie se abrazó al perrito de material suave que siempre la hacía sentir mejor, sintiendo sus emociones más calmadas. Sintió los fuertes brazos de su alfa envolverla en la cintura, dejando caricias en su pancita.
—Perdón, bebé Jen…
La omega cerró los ojos. Odiaba oír a su alfa pedir perdón por esto y odiaba aún más a sí misma por dejarse llevar por las hormonas.
Es tan egoísta...
—Alfa... Quiero descansar...
—Claro, lo que quieras. ¿Quieres helado, chocolate o algo que no te haga mal?
—Ninguno. Pero sí quiero algo. —Se dio la vuelta para encarar a la morena con el piercing en el labio y uno nuevo a un lado de la ceja.
—Dime y te lo traigo en segundos, bebé.
—Sube conmigo y dame cariñitos... Tienes un tiempo sin hacerlo, alfa. —La verdad eran solo un par de horas. Pero al estar en cinta, su drama aumentó.
Lalisa parpadeó, con el corazón derretido de amor por su omega. Es tan tierna que no sabe el poder que tiene sobre ella.
—Está bien, bebé.
Lalisa y Jennie lograron graduarse. Claro, cada una con su fama.
Jennie estudió leyes y es una muy buena abogada. Siempre tiene buenos resultados, y cuando las alfas tratan de hacerla menos, les recuerda la ley de igualdad y que las puede procesar. Cuando su alfa se entera de eso, a veces le da miedo su propia omega.
Lalisa invirtió el dinero de su herencia en una tienda de motos y ahora tiene varias por Seúl. También tiene contrato con algunas empresas para vender sus motos más modernas. Definitivamente había invertido bien la fortuna de su tía.
Se casaron poco tiempo después, y Jennie seguía igual de egoísta por ser la única que puede ver el lado tierno de su pareja.
No quería cachorras que le robarían la atención de su alfa. Además de todos los cambios que tendrá su cuerpo...
Sin embargo, Lalisa acabó rompiendo el condón con la fuerza que ejerció en sus embestidas y después tomó anticonceptivos...
¡Pero para su desgracia formó parte del 3% de las veces en que no sirven!
Cuando se enteró de que esperaba una cachorra, estuvo una semana entera con depresión. Cuando su esposa supo lo que pasó, se puso feliz, obviamente, ya que tendría a su mini Jennie... Aunque al ver la cara de su omega, la felicidad se le fue.
Le dio hasta la opción de quitársela. No iba a obligar a su omega a tener una bebé solo porque ella quería tener una. Ambas tenían que estar de acuerdo y no iba a hacer pasar a Jennie por dolor si es que no está preparada.
Pero la omega de Jennie logró convencerla, diciéndole que la bebé puede nacer como Lisa y que no tiene que preocuparse con el dolor. Si es necesario, tomará su lugar. Y que debe aprender a compartir a Lisa, su cachorra la necesita tanto como ella.
Así que habló con su alfa y solo le pidió una cosa: que la siga amando aunque sea una molestia. A lo cual Lalisa la atacó con besos, diciéndole lo mucho que la va a amar siempre. Después de todo, están unidas para siempre y quien tiene que soportar a quien es Jennie a ella.
Lo cual esa discusión las llevó a hacer el amor hasta que se dejaran de decir que se tienen que soportar por sus defectos.
El embarazo va bien, solo hay veces donde Jennie se deja llevar por las hormonas descontroladas y dice o hace cosas que no quiere.
Y hoy era uno de esos días.
Lalisa tomó a su omega en brazos y la acostó con cuidado. Se acurrucó a su lado y la atrajo a su pecho, empezando a dejar besos por la coronilla de su cabeza. Sus manos paseaban por su cuerpo, dejando suaves caricias. Bajó su mano hasta la parte de atrás de la rodilla de la omega y la subió hasta tenerla sobre su cadera.
—¿Están cómodas?
—Sip, Lis. —Se aferró más a ella, besando su pecho.
—¿Qué crees que será cuando crezca? ¿Alfa, beta o omega? ¿Niña, niño... niñe?
—Hum... No lo sé. —Cerró los ojos y enterró la cara en el peluche que tenía entre medio de ambas—. Tal vez una alfa.
—Una mini Jennie alfa suena interesante... ¿No creen? —Le preguntó a los peluches que las rodeaban.
—Yo quiero una mini Lili. —Le respondió Azúcar, la ballena blanca de su tía.
—Nosotras, querrás decir. —Le corrigió Fluffy.
—No sé ni para qué les pregunté. —Rodó los ojos la alfa.
—¿Qué te dijeron, alfa? —Le sonrió el omega. Ama ver cómo su pareja aún tiene ese lindo hábito de hablar con sus peluches. Aunque ya no lo hace tan seguido, lo sigue haciendo.
—Es que todas quieren una mini yo y yo no quiero... —Hizo una mueca—. Sería el fin del mundo.
—La verdad, no. Claro, las escuelas tendrían una chica problemática muy guapa. —Ambas rieron—. Pero tal vez alguien también vea que no es solo problemática. —Le miró a los ojos, acunando el rostro de su alfa en sus pequeñas manos con cariño—. Sino alguien que quiere amor.
Lalisa sonrió con timidez. Adora tanto a su omega.
—A ver, bésense. —Ppeu interrumpió el momento, al menos para la morena.
Lalisa besó delicadamente los suaves labios de su esposa, deleitándose con las caricias en su nuca que las manos de la contraria le proporcionaban.
Su lengua rozó los labios de la rubia, dándole acceso a su boca. Sus lenguas se movían con parsimonia, sin querer dominar a la otra.
Duraron poco tiempo con sus lenguas acariciándose. Las manos tocando sus pieles descubiertas y sintiendo sus corazones latir con sincronía en su mundo.
Se separaron y sus sonrisas se hicieron presentes. Lalisa llevó sus besos al lado izquierdo del cuello de su omega, dándole pequeños mordiscos a la marca en ese lugar. Era muy notoria por tanto que la ha renovado. Cada vez que una alfa se acercaba mucho a su omega, le volvía a morder el cuello, aumentando su tamaño.
—Te amo, bebé Jen... —Susurró contra su piel, dándole un delicioso escalofrío a la ex-Kim.
—Te amo más, alfa. —Acarició sus hebras—. ¿Y si le escogemos nombre a la engendrita?
—¡No la llames así, amor!”
— ¡Me veo como una ballena!
—Que no, amor.
—¡Entonces, como un elefante!
—Amor, te ves preciosa.
—¡Mentirosa! ¡Eres una mentirosa!
—Amor, no.
—¡Nicha, te haré pagar cada prenda que me estás haciendo perder!
Lalisa quiso reír con eso, pero se aguantó. Su pequeña esposa llevaba enojada con que nada le quedaba desde el tercer mes de gestación. Ahora tiene siete, y joder...
¡Le quiere comer a besos cada cinco minutos!
Su barriguita ya estaba bien grande y, en su visión, se veía la bolita enojona más linda del mundo, y quien la contradiga, se muere.
Se la pasaba tomándole fotos a su omega de lo tan linda que se veía con su barriga.
Hoy querían salir a tomar un helado —ocho helados para Jen— pero la omega en cinta no encontraba nada que le quedara bien, y eso la tenía odiando todo y a todas.
—¿Nicha, no podías ser más pequeña? No me cabe nada, y estamos demasiado encerradas aquí en casa. —Recibió una patada—. ¡Aish, dolió!
Lalisa inmediatamente fue a acudirla, tomándola en brazos con facilidad, aunque estuviera acostumbrada a su peso de antes; el hecho de que ahora cargara a una bebé en el vientre no cambió mucho.
—Ya, no pelees con tu barriga.
—¡No es con mi barriga, es con tu jodida hija!
—Ay, ay... —Lalisa aprovechó que su omega se distrajo y le dio un beso fugaz—. Eres tan confusa: una hora es nuestra hija, luego tu hija y ahora mi hija.
Jennie se sonrojó, sintiéndose tonta. Realmente no entiende cómo Lalisa puede amar a alguien tan confusa como ella.
—¿Y adivina quién te entiende y te ama así como eres? —le preguntó, empezando a olfatear su cuello con una sonrisa ladina.
—¿Tú?
—Exactamente, mi amor. —Volvió a mirarla—. Yo siempre te voy a entender.
Jennie se puso sentimental y empezó a llorar.
—Bebé, perd...
—Deja de pedir perdón cada vez que me pongo a llorar; no es tu culpa, son las hormonas, alfa. —Hizo una expresión de dolor, y Lalisa notó cómo la barriga de Jen se movía—. ¡Ahh, Nicha!
La rubia la recostó en la cama, apoyando su espalda en el respaldar. Se arrodilló al lado de la omega, quien lloraba peor porque la bebé parecía estar practicando fútbol con sus órganos.
—Ya, ya, bebé. —Besó la mano de su omega y se acercó a la enorme barriga de su esposa—. Oye, Minnie... —La bebé se movió otra vez, y Jennie gimió de dolor—. Cachorra, sé que tú y tu linda mamá no tienen la mejor relación del mundo, pero yo la amo mucho y no me gusta verla dolorida. ¿Te calmas un poco, sí? ¿No quieres helado? —La bebé dejó de moverse, así que asumió que volvió a dormir tranquila—. Listo.
—Tú sí estás lista para esto, y yo soy la que debería estarlo... —Jen hizo un puchero—. Seré un fracaso de mamá.
—Estoy lista porque tuve que cuidar de varios peluches. —Sonrió feliz, dejando un beso donde estaba la cabecita de la bebé—. Me gusta que seas una omega diferente, bebé Jen. No quieres desesperadamente cachorros, quedarte en casa cuidando cachorros, limpiar o cocinar.
—Oír todo eso me apavora —dijo, estremeciéndose.
—Eres una omega muy especial, y no serás un fracaso. Estoy segura de que serás la mejor mamá de nuestra Nicha. —Se levantó del suelo y caminó a su armario—. ¿Qué tal si te pones ropa mía, bebé? Son enormes; te quedarán súper cool... —Escuchó a su omega reír.
—Y tendré tu olor en mí —añadió, y su alfa volvió confirmando lo que dijo—. ¿No quieres ponerme un letrero que diga "casada con Lalisa Manobal"?
—No es mala idea.
—¡Alfa!”
"—¿Bebé? ¿Estás bien? Te veo muy quieta. —Lalisa se sentó a su lado en el sofá, y la omega se aferró a ella.
—Va a salir.
Lalisa no entendió bien.
—¿Quién va a salir?
—Nicha. —Levantó la mirada, viendo cómo su alfa se congelaba en sus brazos—. Va a salir pronto.
—Oh, lunas... ¿Y-ya te tengo que llevar al hospital?
—Por ahora no, aún se está acomodando. —Sus ojitos se llenaron de lágrimas—. Alfa, tengo miedo. ¿Y si le pasa algo? ¿Si tiene algo? ¿Y si me pasa algo?
—Amor, cálmate. —Le tomó ambos lados del rostro y besó su frente—. No les pasará nada malo a las dos, y Minnie está bien, ¿sí?
—Tampoco quiero que salga... La voy a extrañar aquí dentro, aunque me pateara las costillas...
—Pero tiene que salir, conocernos al fin, ¿no, bebé? ¿No quieres ver cómo es igual de linda que tú?
—La verdad quiero ver si es igual a ti...
—Entonces hagamos así: si sale Nicha igual a ti, te compro el helado de fresa más delicioso de Seúl, y si nace una Minjae igual a mí, me debes muchos besos.
—Espero salga igual a mí. —Ambas se rieron y Lisa se levantó.
—Voy a buscar la maleta para cuando vayamos al hospital.
—Sí... ¿Podemos llevar a Leo?
—Claro, estarás durmiendo y no podré acostarme contigo; confío en que Leo te haga buena compañía.
Ambas sonreían emocionadas y un poco asustadas. Jennie, en la noche, empezó a sentir dolor, y fue cuando tomaron sus cosas para ir al hospital.
Jennie sonreía feliz porque ella sí sabe qué día es. Su esposa parece haberlo olvidado. Le sostuvo la mano y le dio un dulce beso.
—Deseanos suerte, Lili.
Lalisa, sudando de los nervios, besó su frente y susurró:
—Las amo... Tú puedes, bebé Jen...
Jennie entró a la sala de parto, y el alfa se quedó allí en la sala de espera, muriendo de angustia, preocupación, curiosidad y alegría.
Esperó.
Esperó.
Y esperó.
Nada aún.
Cuando dieron las 12:15 a.m., fue cuando un doctor preguntó por ella. Le dio la noticia de que ambas están bien y que el bebé pronto estará con ellas cuando terminen de darle un baño y vestirla.
Lalisa fue llevada a la habitación de su omega y la vio con los ojos semicerrados.
—¡Bebé Jen! —Entrelazó sus manos—. ¡Ambas están bien!
—Lis, no grites. Estoy cansada. —Hizo un puchero y recibió un beso en sus labios—. La escuché llorar... Al parecer es muy chillona, como yo.
Lalisa rió negando con la cabeza.
—En un rato la traen.
—No le sonrías...
—Creí que ya la habías aceptado.
—¡Tu sonrisa es mía y sólo mía!
—Amor... —Lalisa hizo ojitos, y eso bastó para que la rubia accediera.
—Qué molesta. —Se quejó.
Lalisa se quedó mimando y cuidando de su esposa mientras esperaban curiosas por ver a su cachorra. Jennnie abrazaba el peluche que le había pedido a Lisa para descansar.
Después de unos minutos, apareció una enfermera beta con la pequeña Jeon Minjae. Se la entregó a Jen primero, quien se quedó congelada.
—Es... muy linda... —Sinceró la omega.
Lalisa sintió su corazón acelerar drásticamente al ver la escena frente a ella. Su omega cargando a su hija... Guardará esa imagen por el resto de su vida.
Jen aún no quería que su alfa le sonriera a nadie más que a ella, pero eso sería inevitable. Así que mejor sería hacerlo sonreír con su ayuda.
—Oye, mami Lili. —Dijo interpretando al bebé con una voz tierna y aguda, llamando mucho la atención de Lisa—. ¡Feliz cumpleaños!
Al oír eso, fue cuando se percató de que era su cumpleaños. Jennie vio la sonrisa nacer en su fisionomía. No esperaba que fuera una diferente.
Había un cierto aire que parecía distinto.
Y fue allí que se dio cuenta de que Lalisa tiene una sonrisa diferente para cada persona que ama. Su tía tenía una... Ella tiene una... Ahora Minjae tiene una igual de especial.
—Olvida lo que dije, la sonrisa que le das a nuestra cachorra es tierna.
—Gracias, amor... —Besó sus labios y miró a su cachorra—. Tiene el color de tu piel y mi cabello. Se ve tan adorable...
—Es igual de adorable que tú, alfa. —Acarició la mejilla del bebé, notando cómo tiene los lunares de su esposa y los suyos—. Nicha, sé que empezamos mal... Pero es que cuando se trata de tu mamá, pierdo el control.
Lalisa rió con ironía.
—Ella te va a chupar el pecho, y ni por eso me quejo tanto como tú.
—¡Lalisa!
La alfa se quedó mirando a la cachorra, y por primera vez tocó su suave y delicada piel. Viendo cómo la pequeña entreabría sus ojitos.
—Hola, Minnie... Gracias por el regalo. En compensación, te haré feliz a ti y a tu linda mami.
—Eres un cliché, Kook. —Le dijo Leo a Lalisa.
—Alfa.
Lalisa miró a su omega y le indicó que continuara.
—Feliz cumpleaños a ti, Lili.
—No tienes idea de cómo es el mejor "feliz cumpleaños" que me han dado. —Se puso a oler a la cachorra, sintiéndose feliz por verla tranquila con su mami Jen—. Es el mejor cumpleaños, definitivamente.”
Adaptación; La historia no es de mi autoría, todos los créditos son para gkootoru
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