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𝟬𝟬4 ⋆ 𝚃𝙷𝙴 𝙰𝙲𝙴


%★ !! 𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝐅𝐎𝐔𝐑 ;
"─ 💎 El as 𖥻 .

Hotaka caminaba de forma tranquila al karasuno, su corazón palpitando de emoción. Aunque su expresión era tranquila, por dentro estaba lleno de alegría; finalmente era parte de un equipo de voleibol y tenía amigos. La rutina diaria ahora se sentía como una aventura.

Mientras disfrutaba del camino, algo llamó su atención. Un chico delante de él, que no parecía darse cuenta, había dejado caer su billetera. Hotaka, siempre sensible a las situaciones, se detuvo y agitó los brazos en un intento de llamar la atención del desconocido. Miró a su alrededor, pero no había nadie más cerca.

Decidió actuar. Alzó la billetera del suelo y comenzó a seguir al chico, su mente en un torbellino de pensamientos. "¿Qué diría Nishida-san ? Debo ser valiente," se repetía mientras apretaba los puños, sintiendo un leve temblor de nervios.

Con determinación, Hotaka corrió hacia él y, al llegar a su lado, tocó suavemente su espalda. El chico se giró, y en un instante, Hotaka extendió la billetera hacia él, agachando la cabeza por los nervios, el silencio se hizo palpable; la ansiedad de Amao crecía cada segundo.

—¡Eh! ¿Esto es...?- Asahi miró la billetera, luego a Hotaka, y su rostro se iluminó con una mezcla de gratitud y alivio. -No me había dado cuenta de que la había perdido.

Hotaka asintió de manera tímida, aun con su ansiedad presente.

—Gracias, en serio —dijo el chico, inclinándose ligeramente en señal de respeto.

Hotaka apenas pudo murmurar algo inaudible, pero el chico no pareció darse cuenta de su incomodidad.

—Soy Asahi Azumane, por cierto. —Asahi le dedicó una sonrisa un poco torpe, con el aire de alguien que no está acostumbrado a que las cosas le salgan bien. Miró a Hotaka, notando su nerviosismo y ademas de que tenia el mismo uniforme de la escuela. —¿Eres nuevo por aquí?

Hotaka asintió con un movimiento rápido, sin decir nada, y bajó la mirada.

—Ah... yo también me pongo algo nervioso cuando conozco a alguien nuevo. —Asahi rascó la parte trasera de su cabeza, incómodo, tratando de aliviar la tensión. —Pero... bueno, gracias por esto.

El aire entre ambos se llenó de un silencio extraño. Asahi se rascó la nuca, notando lo tímido que era el chico frente a él, aunque también se sintió un poco reflejado. Justo cuando estaba por despedirse y seguir su camino, algo captó su atención: un balón de vóley sobresalía de la mochila de Hotaka.

—¿Eh? —preguntó, señalando el balón con curiosidad y una leve timidez—. ¿Juegas vóley?

Los ojos de Hotaka se iluminaron como si acabara de escuchar las palabras más emocionantes del mundo. Con rapidez, dejó su mochila en el suelo y sacó una pequeña libreta. La abrió y, con movimientos rápidos, escribió algo antes de levantarla para que Asahi pudiera leer:

—¡Sí! Hace poco me uní al equipo de Karasuno. Estoy muy emocionado de estar en un equipo de vóley por primera vez.

Asahi leyó las palabras con una mezcla de sorpresa y admiración. La sinceridad de Hotaka era palpable incluso a través de esas letras escritas con trazos algo temblorosos. Antes de que pudiera responder, Hotaka volvió a escribir algo más y le mostró la libreta de nuevo:

—¿Tú también juegas vóley?

La sonrisa de Asahi vaciló por un instante. Tragó saliva mientras sus pensamientos corrían más rápido de lo que podía procesar. Era una pregunta sencilla, pero el peso de la respuesta se sentía como un saque directo al pecho.

—Ah... bueno... sí, jugaba —respondió al fin, con una pequeña sonrisa nerviosa y sus manos escondidas en los bolsillos.

Los ojos de Hotaka parecían esperar más, pero Asahi no supo cómo continuar. ¿Cómo explicarle a alguien tan emocionado que había sido una de las estrellas del Karasuno y que, aun así, había abandonado por su propia inseguridad?

—Solía estar en el equipo —añadió tras un momento, mirando al suelo—. Pero... bueno, no soy muy bueno con la presión, así que dejé de jugar.

Hotaka frunció el ceño, no con desaprobación, sino con algo que parecía preocupación. Escribió rápidamente en su libreta y se la mostró de nuevo:

—Pero si jugabas en Karasuno, ¡debes ser increíble!

Asahi sintió cómo su rostro se calentaba. Dio un paso atrás, levantando las manos.

—Ah, no, no, no es para tanto... —río torpemente, agitando las manos como si quisiera despejar cualquier expectativa.

Hotaka inclinó la cabeza, pensativo, antes de escribir algo más:

—Si alguna vez quieres jugar otra vez, podrías enseñarme algunas cosas. Todavía soy nuevo en esto.

La sinceridad en esas palabras hizo que Asahi sintiera un nudo en el pecho. Era extraño, pero por primera vez en mucho tiempo, alguien veía en él algo que ni siquiera él podía reconocer.

—Tal vez... algún día —murmuró Asahi con una pequeña sonrisa que se sentía un poco menos nerviosa y un poco más genuina.- bueno nos vemos por ahí ¿sí? — el mayor se despidió con un gesto de la mano mientras guardaba la billetera en su bolsillo.

Hotaka lo vio alejarse, sintiendo que ese pequeño acto de valentía había sido un gran paso ya que logro hablar con alguien, bueno entre comillas ya que no huyo del lugar, luego le contaria a nishida- san sobre su gran paso.






El albino seguía caminando con calma hacia el karasuno ya que aun le quedaba algunas calles para poder llegar, su rostro tan neutro como siempre, aunque por dentro aún sentía un leve calor en el pecho tras su encuentro con Asahi. Apenas comenzaba a relajarse cuando escuchó un grito a lo lejos:

—¡Hotakaaaa!

Hotaka se giró justo a tiempo para ver a Hinata pedaleando una bicicleta que parecía demasiado grande para él. El cabello anaranjado de Hinata brillaba al sol, y su expresión rebosaba energía y emoción. Amao abrió los ojos con sorpresa cuando Hinata, con una gran sonrisa, casi pierde el equilibrio al frenar bruscamente frente a él.

—¡Uf! Eso estuvo cerca —dijo Hinata mientras se bajaba de la bicicleta, con una risa nerviosa. Luego levantó el dedo índice como si estuviera anunciando algo importante—. ¡Hoy tenemos una misión especial, Hotaka!

Hotaka ladeó la cabeza, intrigado pero sin cambiar su expresión habitual.

—¿Misión...? —escribió rápidamente en su libreta antes de mostrársela a Hinata.

Hinata asintió con entusiasmo, agitando las manos como si estuviera a punto de revelar un secreto emocionante.

—¡Sí! —exclamó, inclinándose hacia Hotaka como si lo que estaba por decir fuera un asunto de vida o muerte—. Hoy, Kageyama y yo vamos a buscar a la estrella del Karasuno. ¡Nishinoya-senpai nos habló de él, y tenemos que conocerlo!

Hotaka parpadeó, procesando la información. Hinata continuó hablando, moviéndose alrededor de él con energía desbordante.

—¡Va a ser épico! Además, Nishinoya-senpai dijo que es alguien increíble, y si lo encontramos, seguro que tú también haces más amigos. ¡Eso sería genial, ¿no?! —Hinata le sonrió ampliamente, sus ojos brillando con determinación.

Hotaka miró a Hinata y, por un momento, su propia emoción interna estuvo a punto de escapar. Apretó los labios y asintió lentamente, manteniendo su habitual semblante tranquilo, pero por dentro sentía como si su corazón estuviera dando pequeños saltos.

"¿Una estrella del Karasuno? ¿Un jugador increíble? ¿Y más amigos?"

—¡Sabía que dirías que sí! —gritó Hinata, interpretando el asentimiento de Hotaka como un rotundo entusiasmo—. Bueno, ¡vamos a encontrar a Kageyama y a empezar la misión!

Hinata subió de nuevo a su bicicleta, aunque esta vez con algo más de cuidado, y comenzó a pedalear lentamente para que Hotaka pudiera seguirle el paso.

Hotaka, mientras caminaba detrás de él, se permitió una pequeña sonrisa apenas perceptible. La idea de conocer a alguien tan importante en el equipo, y la forma en que Hinata hacía que todo pareciera una aventura, lo llenaban de una emoción que no estaba acostumbrado a sentir.

No sabía exactamente qué les esperaba, pero si algo era seguro, era que con Hinata, cualquier día común podía convertirse en algo extraordinario.

Mientras Hinata pedaleaba a un ritmo tranquilo, miró de reojo a Hotaka, quien caminaba en silencio detrás de él con su expresión impasible de siempre. Hinata sonrió ampliamente, como si acabara de tener una gran idea.

—Oye, Hotaka —dijo, deteniendo la bicicleta con un movimiento suave—. ¿Por qué no te subes? ¡Así llegamos más rápido!

Hotaka se detuvo en seco, parpadeando mientras procesaba la oferta. Frunció el ceño levemente, sacó su libreta y escribió apresuradamente:

—¿Es seguro...?

Hinata soltó una carcajada tan fuerte que algunas personas que pasaban cerca voltearon a mirarlos.

—¡Por supuesto que es seguro! —respondió con total confianza, golpeándose el pecho—. ¡Yo soy un experto en bicicletas!

Hotaka miró a Hinata con cierta duda. Observó la bicicleta, luego a Hinata y, finalmente, su propia libreta. Tras unos segundos de vacilación, volvió a escribir:

—Está bien... pero ve despacio.

Hinata asintió con entusiasmo, como si acabara de convencerlo de saltar al vacío.

—¡Eso es todo, confía en mí! —dijo mientras se inclinaba hacia adelante para estabilizar la bicicleta.

Con pasos tímidos, Hotaka se acercó y, con un ligero rubor en las mejillas, subió al asiento trasero, aferrándose con cuidado a los bordes de la bicicleta. Hinata giró la cabeza para mirarlo y le guiñó un ojo.

—¡Sujétate bien! —anunció con una sonrisa enorme.

Antes de que Hotaka pudiera siquiera asentir, Hinata comenzó a pedalear. Al principio, iba a un ritmo suave, pero luego, como era de esperarse, su entusiasmo ganó terreno y empezó a acelerar.

—¡Viento en popa! —gritó Hinata con una risa contagiosa, mientras Hotaka apretaba los ojos y se sujetaba con más fuerza.

—Mmmh... —un pequeño quejido escapó de los labios de Hotaka, su rostro completamente rojo, aunque no podía negar que había algo emocionante en la situación.

Hinata giró la bicicleta por una esquina y continuó hablando sin detenerse, ignorando por completo la expresión nerviosa de su compañero.

—¡Te lo dije, esto es rápido y seguro! Además, ¡estoy acostumbrado a ir rápido porque siempre llego tarde a todos lados! —bromeó, riendo a carcajadas.

Hotaka, aunque todavía nervioso, no pudo evitar sentir algo cálido al escuchar la risa de Hinata. Quizás, después de todo, estaba empezando a disfrutar la aventura, incluso si significaba enfrentarse a su propia timidez de una manera inesperada.

El mas bajito pedaleaba con fuerza, sintiendo el viento contra su rostro mientras avanzaban por las calles en dirección a su destino. La energía habitual que lo caracterizaba parecía multiplicarse por el entusiasmo de llevar a Hotaka en la bicicleta. Sin embargo, mientras giraba en una esquina, un pensamiento inesperado cruzó su mente, y sus ojos se abrieron un poco más de lo habitual.

"¿Eh? ¿Qué es este olor...?" piensa Hinata confundido.

Era sutil pero inconfundible, una fragancia fresca y ligera que parecía envolver a Hotaka como un aura invisible. Hinata frunció ligeramente el ceño, concentrándose en descifrarlo, y entonces lo entendió:

"¡Wahhh, huele tan bien!"

El pensamiento lo golpeó con tanta fuerza que casi perdió el equilibrio. Se recompuso rápidamente, riendo nerviosamente para disimular su repentino despiste.

Mientras continuaba pedaleando, no pudo evitar echar un vistazo hacia atrás, donde Hotaka estaba sentado con su expresión habitual, tranquila y distante. Su cabello albino brillaba bajo la luz del sol, y sus ojos, de un color púrpura único, parecían reflejar el cielo despejado.

"Ah, como es posible que sea tan lindo?..." pensó Hinata, recordando los murmullos de sus compañeros de clase sobre Hotaka. No era solo su apariencia; había algo en su presencia que hacía difícil no notarlo, como si irradiara una calma que contrastaba con la energía caótica de Hinata.

—Mhm... —Hotaka tocó suavemente el hombro de Hinata para señalarle que el semáforo estaba en rojo.

—¡Ah, sí, sí, lo sé! —respondió Hinata rápidamente, frenando con un tirón torpe que hizo que ambos se tambalearan un poco. Se rascó la nuca mientras reía, avergonzado por su distracción.

Cuando el semáforo cambió y reanudaron el trayecto, Hinata no pudo evitar seguir pensando en su compañero de equipo. Aunque Hotaka era callado y reservado, había algo en él que lo hacía destacar incluso en medio de un grupo tan variado como el de Karasuno.

"No solo es súper lindo, también es... ¿cómo decirlo? Como alguien de otro mundo," pensó Hinata mientras aceleraba el ritmo, decidido a llegar rápido para compartir esta aventura con Kageyama.

Aunque Hinata era un torbellino de energía y entusiasmo, en ese momento, no pudo evitar sentirse un poco fascinado por el contraste entre ellos.

"Bueno, eso solo significa que Hotaka es otra razón para que el equipo sea increíble. ¡Juntos vamos a ser imparables!" pensó con determinación, su entusiasmo renovado.

Hotaka, por su parte, simplemente observaba el camino, sin saber que su compañero ya lo consideraba una pieza clave en las nuevas aventuras del Karasuno y también que miraba su belleza.



Los pasillos de tercer año estaban más tranquilos de lo esperado, aunque Hotaka sentía que cada paso resonaba más de lo que debería. Nervioso, se ajustó rápidamente la mascarilla negra que llevaba consigo y bajó un poco la cabeza, tratando de no llamar demasiado la atención. Sin embargo, con su cabello albino y su aire reservado, destacaba incluso cuando intentaba desaparecer.

Hinata y Kageyama, completamente ajenos a su incomodidad, discutían a pocos pasos de distancia.

—¡Tú toca la puerta! —reclamó Hinata, cruzando los brazos.

—¿Por qué yo? ¡Eres tú quien quiere conocer a la estrella! —replicó Kageyama, con su característico ceño fruncido.

Claramente se iban a poner a discutir, pero se interrumpió abruptamente cuando una voz familiar resonó por el pasillo.

—¡Asahi, espera un momento!

Los tres se giraron justo a tiempo para ver a Sugawara, con su cabello gris claro brillante bajo la luz del pasillo, saliendo apresurado de un aula. Un par de pasos más adelante, Asahi se detuvo y se giró para mirar a su amigo.

—¿Asahi? —dijeron Hinata y Kageyama al unísono, sus voces llenas de sorpresa.

El alto jugador de cabello castaño, atado en su característico rodete, se giró para mirar a los dos chicos y luego a Hotaka, que estaba parado detrás de ellos con su expresión habitual, aunque un ligero nerviosismo lo delataba.

—¿Hotaka? —preguntó Asahi, claramente sorprendido al ver al chico que conocio en la mañana.

Hotaka levantó la vista tímidamente y, con un gesto lento, bajó su mascarilla negra, revelando su rostro angelical. Sus ojos almendrados y de un violeta brillante parecían brillar incluso bajo la luz tenue del pasillo. Saludo tímido a asahi aunque al igual estaba sorprendido de que el fuera la estrella ya que lo conocía en la mañana, vaya que el mundo era pequeño.

—¡Eh! ¿Se conocen? —gritaron Hinata y Kageyama al mismo tiempo, mientras Sugawara levantaba una ceja, claramente intrigado.

Antes de que ninguno de ellos pudiera responder, un ruido creciente se escuchó al final del pasillo. Un grupo de chicas de tercer año, seguido por uno que otro chico, se acercaba rápidamente. Los murmullos emocionados llenaron el aire.

—¡Es el ángel ! ¡Es él! —exclamó una de las chicas, sus ojos brillando de emoción.

—¡Es aún más guapo en persona!

—¡No puedo creer que esté aquí! ¡En nuestro pasillo!

Hotaka abrió los ojos de par en par y dejó escapar un pequeño chillido, sus hombros temblando ligeramente. Por puro reflejo, dio un paso atrás, pero las chicas seguían acercándose, acortando la distancia rápidamente.

—¡Wahhh! ¡Son muchísimas! —exclamó Hinata, mirando la escena como si fuera un espectáculo deportivo.

—¿Qué demonios está pasando? —murmuró Kageyama, frunciendo el ceño con incredulidad.

Hotaka, incapaz de soportar la atención, se escondió rápidamente detrás de Asahi y Sugawara, agarrando la camisa de ambos con manos temblorosas.

—Eh... ¿Qué está pasando aquí? —preguntó Asahi, tratando de mantener la compostura mientras miraba a las chicas con evidente incomodidad.

Sugawara, por su parte, esbozó una sonrisa nerviosa, aunque un brillo divertido cruzó por sus ojos.

—Creo que nuestro "ángel" es bastante popular, ¿no creen? —bromeó, mirando a Hinata y Kageyama, que todavía parecían procesar la escena.

—¡Eso es obvio! ¡Es que es tan lindo! —exclamó Hinata, completamente impresionado aunque luego se ruborizo un poco por lo que dijo pero amao ni siquiera se dio cuenta ya que parecía estar mas ocupado intentando desaparecer detrás de los de tercer año.

—Eso no explica por qué están aquí —masculló Kageyama, aunque parecía más confundido que molesto.

Mientras tanto, Hotaka seguía escondido detrás de los dos sempais, deseando desaparecer. Pero aunque el caos lo superaba, no pudo evitar sentir una pequeña chispa de seguridad al estar protegido por Asahi y Sugawara.

Sugawara finalmente levantó las manos para calmar al grupo de estudiantes.

—Está bien, chicos. Denle un poco de espacio a Hotaka, ¿sí? —dijo con su tono amable pero firme, el que usaba cuando quería que lo tomaran en serio.

Aunque las chicas parecieron dudar, retrocedieron un poco, aunque los susurros de admiración no cesaron.

Asahi suspiró, claramente abrumado, pero se giró para mirar a Hotaka.

—No te preocupes, Hotaka. Estamos aquí para ayudarte —dijo con una leve sonrisa, su voz tranquila y reconfortante.

Hotaka asintió tímidamente, aún aferrado a la camisa de Asahi, mientras Hinata y Kageyama seguían intercambiando miradas de asombro.

Las chicas finalmente se alejaron, aunque seguían mirando a Hotaka de reojo desde una distancia prudente, susurrando entre ellas con entusiasmo. El pasillo recuperó algo de su tranquilidad, pero el ambiente seguía cargado de curiosidad y expectativa.

Sugawara, siempre el mediador, rompió el silencio con una sonrisa cálida.

—Bueno, chicos, déjenme presentarles formalmente. —miro a los de primer año—. Ellos son Hinata y  Kageyama, nuestros nuevos miembros del equipo y bueno a hotaka ya lo conoces . Y, chicos, este es Asahi.

—Oh, asi que los tres son de primero.- habla el castaño sonriendo con tranquilidad.

—¡Un placer!.— Se inclinaron el dúo raro mientras que amao solo parpadeo.

—¿Uhhh? ¿Y cómo es que tú y Hotaka ya se conocen?- pregunta interesado el armador de tercer año.

Asahi levantó la vista, sorprendido por la pregunta, pero rápidamente recordó la mañana.

—Oh, sí. Bueno, nos encontramos esta mañana. —Se giró hacia Hotaka, quien estaba parado en silencio, escuchando con atención—. Él me devolvió mi billetera. Ni siquiera me di cuenta de que la había perdido hasta que vino corriendo detrás de mí.

Hinata abrió los ojos como platos.

—¡¿Hotaka corrió detrás de ti?! ¡Eso es impresionante! —exclamó, mientras Kageyama miraba a Hotaka con una ligera expresión de incredulidad, como si no pudiera imaginarlo.

Hotaka, sintiendo todas las miradas sobre él, bajó ligeramente la cabeza, sacó su libreta y comenzó a escribir con rapidez. Cuando terminó, levantó la libreta para que los demás pudieran leerla, su rostro neutro pero con una chispa de timidez en sus ojos.

—Usted dijo que estaba en el equipo pero no mencionó que era la estrella! Sabía que usted debía ser increíble, sempai.

Los ojos almendrados de Hotaka brillaban de genuina admiración mientras miraba a Asahi, quien se congeló por completo, sus mejillas ahora completamente rojas.

—Eh... Ehh... Yo no... no soy tan increíble... —balbuceó Asahi, levantando las manos como si intentara desviar la atención de sí mismo.

Hinata, incapaz de contener su emoción, se giró hacia Kageyama.

—¡¿Viste eso?! ¡Los ojos de Hotaka brillaban! ¡Brillaban! —dijo, agitándose mientras señalaba al albino.

—Cálmate, idiota —gruñó Kageyama, aunque su curiosidad también estaba a punto de estallar

Sugawara, por su parte, estalló en una risa suave pero cargada de diversión.

—Ah, Asahi, parece que ya tienes un admirador. —Le dio una palmada en el hombro, que solo sirvió para que el castaño se pusiera aún más nervioso.

—N-no es para tanto... —murmuró Asahi, mirando a Hotaka, quien simplemente inclinó la cabeza en señal de agradecimiento, como si no entendiera el revuelo que había causado. Asahi suspiro y puso su mano en el hombro del albino.-esfuércense.

—¿Eh? ¿No jugarás con nosotros? —preguntó, su tono mezclando confusión y un toque de decepción. Hinata apretó los puños, su mirada brillando con determinación mientras decía con firmeza: —¡Quiero ser el as! Por eso quiero ver a un as jugar.

Hotaka levantó la cabeza, intrigado por la intensidad de las palabras de Hinata. Su expresión permanecía neutral, pero sus ojos morados destellaron con una curiosidad callada.

Asahi suspiró, sonriendo con torpeza al escuchar al pequeño pelinaranja.

—Lo siento, pero no soy un as —dijo con un tono suave, esquivando el tema. Luego, giró sobre sus talones, listo para marcharse—. Me espera un profesor. Debo irme.

Sugawara frunció el ceño ligeramente, su rostro reflejaba una mezcla de preocupación y tristeza. Hinata abrió la boca, como si quisiera protestar, pero no pudo encontrar las palabras. Mientras tanto, Hotaka observaba a Asahi, sus pensamientos girando alrededor de lo que podría haberle ocurrido para que alguien tan admirado no quisiera volver a jugar.

El grupo permaneció inmóvil, viendo cómo Asahi se alejaba lentamente por el pasillo. La figura del castaño parecía cargar con un peso invisible que nadie podía ignorar.

De repente, Hotaka sacó su libreta y comenzó a escribir apresuradamente. Al terminar, golpeó suavemente el lápiz contra la pared, llamando la atención de Asahi.

—¿Hm? —Asahi se detuvo y giró la cabeza hacia atrás, su rostro mostrando una mezcla de curiosidad y sorpresa.

Hotaka sostuvo su libreta con ambas manos y la levantó, asegurándose de que el mayor pudiera leer lo que había escrito:

"Asahi-san, cuando quiera podemos jugar voleibol juntos. Estoy seguro de que se verá increíble. Además, yo deseo hacer amigos, ¡y qué mejor que ser amigo de una estrella!"

Hotaka añadió una leve sonrisa, una de esas que apenas curvaba sus labios pero que, de alguna forma, lograba transmitir una calidez honesta.

Asahi se quedó en silencio, mirando al albino. La sinceridad en las palabras de Hotaka, escritas con tanto cuidado, lo desarmó momentáneamente. Por un instante, el peso en sus hombros pareció aliviarse ligeramente.

—Hotaka... —murmuró, incapaz de encontrar una respuesta adecuada.

Desde el fondo, Hinata observó con los ojos brillantes de admiración hacia su nuevo amigo.

—¡Eso fue increíble, Hotaka! —exclamó, rompiendo el momento con su usual entusiasmo—. ¡Debes volver, Asahi-san! ¡Nosotros te necesitamos!

Kageyama chasqueó la lengua, cruzando los brazos con aparente impaciencia.

Sugawara, aunque en silencio, mantenía una ligera sonrisa, como si el gesto de Hotaka hubiera encendido una pequeña chispa de esperanza en el aire.

Asahi, aún sin decir una palabra, asintió lentamente hacia Hotaka antes de girar nuevamente y marcharse. Esta vez, sin embargo, su figura no parecía tan pesada, como si las palabras del joven albino hubieran sembrado algo dentro de él que quizás tardaría en florecer.

Los chicos permanecieron en silencio por unos momentos hasta que Hinata, como era de esperarse, lo rompió con una gran sonrisa.

—¡Hotaka, eres un genio! ¡Definitivamente lo hiciste pensar en volver!

El albino solo inclinó la cabeza, una vez más mostrando su típico gesto neutro, pero algo en sus ojos reflejaba satisfacción. Tal vez, después de todo, había más formas de brillar en el equipo que solo con un saque o una jugada perfecta.



Sugawara les explicó que Asahi probablemente haya comenzado a odiar el voleibol. Él era el más alto de Karasuno, y el más poderoso, de ahí que haya comenzado a ser llamado el as del equipo, sin embargo en el último partido que jugó junto al resto bloquearon todos y cada uno de sus remate, él no fue capaz de atravesar esa muralla.

"Bueno puedo entenderlo" piensa amao de forma seria "yo también habría perdido toda mi confianza y cargaría con toda la culpa, de hecho me da todavía miedo ser un estorbo para el equipo"

Aunque una voz los saco de sus pensamientos, volviendo al entrenamiento del dia de hoy

—¡Rolling...! —gritó Nishinoya mientras se lanzaba al suelo con una energía que parecía inagotable—. ¡...Thunder!

El balón voló con precisión hacia el objetivo, aterrizando en el lugar correcto. Sin embargo, la reacción de los presentes no fue exactamente la que Nishinoya esperaba.

Sugawara, con su típica expresión paciente pero ligeramente incrédula, aplaudió suavemente.

—Buena recepción —dijo, aunque su tono tenía un toque de duda.

Hotaka, quien veía por primera vez a Nishinoya en acción, simplemente parpadeó, confundido sobre cómo reaccionar.

—Fue solo una recepción normal —soltó Tanaka, incapaz de contener una carcajada que resonó en el gimnasio.

Kageyama, con su habitual seriedad, frunció el ceño mientras preguntaba sin rodeos:

—¿Por qué gritaste eso?

—¿Qué fue eso? —intervino Tsukishima, su tono impregnado de sarcasmo mientras ajustaba sus gafas. A su lado, Yamaguchi trataba de contener la risa, pero los temblores en sus hombros lo delataban.

Nishinoya, claramente herido en su orgullo, se puso de pie rápidamente, su expresión decidida mientras señalaba con autoridad.

—¡Kageyama! ¡Tsukishima! ¡Yamaguchi! —gritó, su voz cargada de indignación—. ¡Les daré una buena lección! ¡Agáchense! Es decir, ¡siéntense! ¡Quédense debajo de mi línea de visión! —exigió, agitando los brazos con dramatismo.

"Esto será parte del entrenamiento?" se pregunta de forma inocente amao pero luego aprieta los puños con determinación.

El sonido de las risas y los comentarios sarcásticos aún llenaba el gimnasio cuando, de repente, todos los ojos se volvieron hacia Hotaka. El albino, con su típica expresión neutra y un toque de curiosidad en sus ojos, tomó posición en el suelo.

Sin previo aviso, se lanzó en un movimiento ágil y preciso.

—¿Eh? —Nishinoya parpadeó, dejando caer los brazos mientras observaba incrédulo.

Hotaka ejecutó un Rolling Thunder impecable, su cuerpo moviéndose con una gracia que parecía casi antinatural. La recepción fue perfecta, y para sorpresa de todos, el balón voló directamente hacia el cesto de pelotas, aterrizando con un plop que resonó en el gimnasio.

Por un momento, el silencio reinó.

Hotaka se levantó despacio, sacudiéndose el polvo con calma, y luego miró a Nishinoya con sus grandes ojos morados, inclinando ligeramente la cabeza como si estuviera esperando un veredicto. Su expresión era inocente, casi como si preguntara: "¿Lo hice bien?".

Nishinoya tardó unos segundos en reaccionar. Primero abrió los ojos como platos, luego se llevó las manos al cabello, alborotándoselo en puro asombro.

—¡¿EH?! —gritó finalmente, su voz resonando por todo el gimnasio—. ¡¿CÓMO LO HICISTE TAN PERFECTO Y TAN TRANQUILO?!

Tanaka ya para ese momento ya estaba tirado en el suelo, riendo sin parar, mientras Sugawara observaba la escena con una mezcla de diversión y sorpresa.

—Creo que te superaron, Nishinoya —comentó Sugawara, intentando contener una sonrisa.

—¡No es posible! ¡No me superaron! —protestó Nishinoya, señalando a Hotaka con determinación—. ¡Eso fue increíble, pero lo que le faltó fue pasión!

Hotaka inclinó la cabeza de nuevo, sin entender del todo, y escribió algo rápido en su libreta antes de mostrársela al pequeño libero.

"¿Pasión?"

—¡SÍ, PASIÓN! —gritó Nishinoya, acercándose rápidamente para explicarle—. ¡Tienes que sentirlo aquí, en tu corazón! ¡Tienes que gritarlo con todas tus fuerzas! ¡El Rolling Thunder no solo es una técnica, es un estilo de vida!

Hotaka parpadeó lentamente, sin dejar de mirarlo con curiosidad. Luego, asintió con seriedad, como si estuviera absorbiendo cada palabra. Nishinoya, emocionado, se puso en posición.

—¡Mira bien, Hotaka! ¡Voy a enseñarte cómo hacerlo con pasión de verdad!

El gimnasio se llenó de la energía desbordante de Nishinoya mientras se preparaba para demostrar su punto. Entretanto, Hotaka observaba con atención, preguntándose si algún día podría igualar la intensidad de su entusiasta compañero de equipo.

Pero antes de que se hiciera un nuevo rolling thunder ,Takeda-sensei entró al gimnasio con tanta energía que las zapatillas de los jugadores chirriaron al girar para mirarlo.

—¡Buen trabajo, todos! ¡Escuchen esto! —anunció, con una sonrisa que parecía demasiado grande para su rostro.

En cuestión de segundos, todo el equipo se reunió a su alrededor, los murmullos llenando el aire mientras se preguntaban qué podría ser. Hotaka se acomodó entre Kinoshita y Narita, observando al profesor con su habitual calma.

—Este año también lo haremos, ¿verdad? —exclamó Takeda, claramente emocionado.— ¡El campamento de entrenamiento de la Golden Week!

Daichi tomó la palabra con seriedad: —Sí. Aún nos falta mucho entrenamiento.

—¡Y otra cosa! —interrumpió Takeda, incapaz de contener su emoción.— En el último día de la Golden Week... —se ajustó las gafas, tratando de añadir suspenso.— ¡Hice los arreglos para que tengan un partido de práctica!

El gimnasio explotó en un unísono "¡Whoooah!" que resonó como si lo hubieran ensayado.

—¿Contra quién es el partido? —preguntó Suga, inclinando ligeramente la cabeza, aunque su voz tenía un toque de curiosidad genuina.

Takeda se puso repentinamente serio, y el aire se llenó de expectación. Hotaka sintió una extraña tensión en el ambiente, como si algo grande estuviera por revelarse.

—Una escuela venerada de Tokio. La secundaria Nekoma. Se llaman a sí mismos... "Neko".

—¿Neko? —repitió Hinata, inclinando la cabeza como un cachorro confundido.

El albino , quien había estado observando en silencio, de repente abrió los ojos un poco más, su mente volando hacia un lugar completamente diferente y escribio en su libreta mostrandola a sus compañeros. —¿Gatitos? ¿Jugaremos contra gatitos de verdad?.- mostro con una emoción que rara vez mostraba en su rostro.

El karasuno quedo completamente en silencio por unos segundos y algunos pensaran que Hotaka es un tonto.

Pero su equipo es igual de tonto que el.

—¡¿GATITOS?! —exclamó Hinata de golpe, aparentemente sincronizado con lo dicho por Hotaka.— ¡Eso suena increíble!

—Idiotas. —Tsukishima ajustó sus gafas, dejando escapar un suspiro lleno de burla.— No vamos a jugar contra gatos reales.

—Pero imagínalo, Tsukki. —dijo Yamaguchi, conteniendo una risa.— Pequeños gatitos con uniformes de voleibol.

—Eso sería lindo —escribe Hotaka , su rostro inexpresivo, pero con un ligero brillo en sus ojos.

—¡Hotaka también lo piensa! —gritó Nishinoya, señalándolo mientras saltaba.— ¡Un equipo de gatos sería épico!

—¡No hay forma de que podamos perder contra ellos! —añadió Tanaka, golpeando su pecho como si se estuviera preparando para un duelo épico.

Daichi suspiró profundamente, masajeando sus sienes mientras intentaba mantener el orden. —Escuchen, no vamos a jugar contra gatos. Nekoma es un equipo humano, ¿de acuerdo?

—¡Pero sería genial si fueran gatitos! —Hinata seguía aferrado a la idea, mirando a Kageyama como si esperara apoyo.

—Cállate. Eso es estúpido. —Kageyama lo fulminó con la mirada, pero el ligero rubor en sus mejillas lo traicionó; probablemente también había imaginado lo mismo por un segundo.

—Nuestro antiguo entrenador era rival de ellos. Jugamos muchas veces contra Nekoma. —Sugawara asintió con nostalgia antes de añadir—: Esos famosos partidos eran llamados "Gatos contra Cuervos: Batalla en el Basurero".

—¿De verdad eran partidos famosos? —Tsukishima alzó una ceja, su tono teñido de escepticismo. Lanzó una mirada a Hotaka, quien parpadeó con calma y negó levemente con la cabeza, como para dejar claro que tampoco tenía idea.

—¿Por qué se rehusaron por tanto tiempo? —preguntó Daichi, cruzando los brazos con interés.

Takeda, siempre entusiasta, ajustó sus gafas y respondió con determinación: —Sí, les diré los detalles más tarde, pero después de escuchar acerca de la rivalidad, tenía que conseguir un partido contra ellos. —Bajó un poco la voz, como si estuviera hablando consigo mismo—. Creo que si el oponente es la Secundaria Nekoma, él querrá comenzar a moverse.

Aunque nadie entendió exactamente a qué se refería con "él", nadie lo interrumpió.

Daichi, retomando el tema, levantó una mano en señal de liderazgo: —Bien, tenemos un partido de práctica. ¡Demos todo de nosotros!

—¡SÍ! —gritaron todos al unísono, la sincronización perfecta haciendo eco en el gimnasio.

Tanaka, con una sonrisa de puro desafío, se cruzó de brazos y dejó escapar una carcajada maliciosa: —¿Así que Tokio, eh? —Su sonrisa se amplió mientras sus ojos brillaban con un fuego competitivo—. ¡Haré añicos a esos "city boys"! —Pronunció las palabras en inglés con un acento terrible que arrancó risas de algunos.

Hotaka, sin embargo, se detuvo en seco, llevando una mano al pecho y soltando un jadeo apenas audible. Las palabras groseras de Tanaka lo habían tomado por sorpresa.

—Dijo "chicos de mierda" —murmuró Tsukishima, ocultando una sonrisa detrás de una mano.

—¡Cállate, maldito Tsukishima! —gritó Tanaka, con las venas casi sobresaliendo de su frente mientras se lanzaba hacia él, retenido solo por Nishinoya que lo sostenía del brazo.

—Si ellos son "city boys" por ser de la ciudad, ¿entonces qué somos nosotros? —escribió Hotaka en su libreta, volteándola con curiosidad para que los demás la leyeran.

Hinata se inclinó para mirar y exclamó emocionado: —¡Somos... "country boys"!

—Idiota —bufó Kageyama, frunciendo el ceño—. Eso suena ridículo.

—¡No suena ridículo! —protestó Hinata, señalándolo con dramatismo—. ¡Tiene sentido! ¡Ellos son de la ciudad y nosotros no!

—¡"Country boys" suena genial! —Nishinoya levantó ambos brazos, completamente de acuerdo con Hinata—. ¡Como si fuéramos rudos y fuertes!

—Suena como un grupo de granjeros. —Tsukishima no perdió la oportunidad de intervenir, haciendo rodar los ojos.

Yamaguchi intentó contener la risa mientras añadía tímidamente: —Bueno, al menos no suena tan ofensivo como "chicos de mierda".

Hotaka miró de un lado a otro, sus ojos parpadeando como si intentara procesar el caos que acababa de desatarse. Finalmente, con movimientos tranquilos, escribió otra pregunta en su libreta: ¿Deberíamos ponernos un apodo?

El equipo se quedó en silencio por un momento, como si realmente lo consideraran, antes de que Daichi se llevara una mano a la frente, visiblemente agotado: —Chicos, enfoquémonos en el partido, ¿de acuerdo?

—¡Pero podríamos ser los country boys! —insistió Hinata, todavía emocionado.

—Deja de decir eso, boke! —gritó Kageyama, mientras el caos habitual volvía a llenar el gimnasio.

Todos volvieron a entrenar y Hinata, como siempre lleno de energía, agarró a Hotaka del brazo.

—¡Vamos, Hotaka! —exclamó, prácticamente arrastrándolo hacia el otro lado del gimnasio—. ¡Practiquemos más pases! ¡Esta vez no voy a dejar que Kageyama diga que soy un "boke"!

Hotaka asintió en silencio, acomodando su libreta en su bolsillo antes de colocarse en posición. Sus manos se movieron de manera precisa, sus pases eran impecables, aunque su expresión permanecía tranquila, sin mostrar emoción alguna. A pesar de estar concentrado, sus ojos captaron algo a lo lejos.

Cerca del otro lado del gimnasio, Nishinoya estaba hablando con Daichi. Su actitud relajada de siempre parecía haber desaparecido, reemplazada por un rostro mucho más serio de lo que Hotaka había visto antes. El libero gesticulaba con energía, pero no de la forma alegre habitual, sino con un aire de preocupación. Daichi lo escuchaba atentamente, con los brazos cruzados y una expresión pensativa.

Hotaka parpadeó. Algo no estaba bien.

—¿Qué pasa, Hotaka ? —preguntó Hinata al notar que su amigo no estaba enfocado en los pases.

Hotaka negó con la cabeza, indicando que no era nada. Pero mientras volvía a concentrarse en la práctica, no podía evitar que ese pensamiento persistiera. Los gestos de Nishinoya y la mirada seria de Sawamura no coincidían con el ambiente usual de Karasuno.

En ese momento, recordó las palabras que había escuchado al inicio del entrenamiento. Había ciertos problemas en el equipo que aún no estaban resueltos. Hotaka nunca había preguntado directamente; no era de los que se inmiscuían en las conversaciones de los demás. Pero ahora no podía evitar sentir que, tal vez, esos problemas eran más serios de lo que aparentaban.

A pesar de que Hinata seguía gritando emocionado, exigiendo que Kageyama mirara lo bien que estaban trabajando juntos, Hotaka no podía quitarse de la cabeza la conversación entre Nishinoya y Daichi. Algo estaba pasando, y aunque no entendía exactamente qué, sabía que no podía ignorarlo por mucho tiempo.






El gimnasio estaba casi vacío cuando Hotaka, después de dudar un buen rato, decidió acercarse a Nishinoya. Con su libreta en mano, caminó lentamente hacia el libero, que estaba sentado contra la pared con los codos apoyados en las rodillas y la mirada perdida en el suelo. No era común ver a Nishinoya tan callado.

—¿Hm? ¿Amao? —dijo Nishinoya al notar al más joven acercándose, levantando la cabeza con una sonrisa forzada—. ¿Qué pasa? ¿Te olvidaste algo?

Hotaka negó con la cabeza y, con gestos tímidos, empezó a escribir algo en su libreta. Cuando terminó, la giró para mostrársela a Nishinoya:
—Nishinoya-san, ¿hay algo que le preocupe?

La expresión del libero cambió. Sus ojos se abrieron un poco más, y por un momento parecía sorprendido. Luego, dejó escapar una risa breve y nerviosa, mientras se rascaba la nuca.

—¿Preocupado yo? ¡No, para nada! —intentó desviar el tema, agitando las manos con energía exagerada—. ¡No soy del tipo que se preocupa, ya sabes!

Pero Hotaka no parecía convencido. Sus ojos observaban a Nishinoya con una mezcla de preocupación y paciencia, esperando una respuesta real.

—Tch... ¿Eres siempre así de observador? —Nishinoya suspiró profundamente y dejó caer la cabeza hacia atrás, chocando suavemente contra la pared—. Bueno, supongo que no puedo ocultártelo.

Hotaka se sentó frente a él, colocando su libreta en su regazo.

—Es solo que... —Nishinoya apretó los labios, como si no quisiera decirlo en voz alta, pero finalmente continuó—. No quiero jugar ese partido sin Asahi.

Hotaka inclinó ligeramente la cabeza, curioso.

—Mira, sé que todo el equipo está avanzando, ¿vale? Y eso es genial. —Nishinoya apretó los puños sobre sus rodillas—. Pero si jugamos bien sin él... si demostramos que estamos bien sin Asahi, entonces... ¿qué pasa con todo lo que hemos pasado juntos?

Hotaka tomó su lápiz y escribió:
—¿Cree que Asahi-san pensaría eso?

Nishinoya leyó la pregunta y se quedó en silencio. Sus labios temblaron un poco antes de soltar una risa amarga.

—No sé... Asahi siempre fue nuestro as, nuestro pilar. —Su voz se volvió más seria—. Si él ve que podemos con esto sin él, ¿qué le queda? No quiero que piense que no lo necesitamos. Porque lo hacemos. Lo necesitamos más que nunca.

Hotaka parpadeó, luego volvió a escribir algo y le mostró la libreta:
—"Quizá jugar sin él no significa que no lo necesiten. Sino que lo están esperando."

La mirada de Nishinoya se suavizó al leer las palabras. Por un momento, parecía que iba a decir algo, pero terminó soltando un suspiro largo y relajándose un poco más contra la pared.

—Eres un tipo extraño, Hotaka. Pero tal vez tengas razón. —Una pequeña sonrisa, más sincera esta vez, apareció en su rostro—. Supongo que solo debo concentrarme en dar lo mejor de mí, ¿eh? Por Asahi.

Hotaka asintió con una sonrisa tímida y, con un gesto, le ofreció su puño para un choque de puños. Nishinoya lo miró sorprendido, luego río y golpeó suavemente el puño de Hotaka con el suyo.

—¡Eso es! ¡Gracias, Amao! —Nishinoya se puso de pie de un salto, de vuelta con su energía habitual—. Ahora, ¡vámonos antes de que nos dejen aquí atrapados en el gimnasio!

Mientras ambos salían, Nishinoya no pudo evitar sentirse un poco más ligero, como si una parte del peso en su pecho hubiera desaparecido.

Nishinoya y Hotaka caminaban juntos hacia la salida del gimnasio cuando el más joven comenzó a escribir en su libreta con movimientos nerviosos. Nishinoya, siempre curioso, se inclinó ligeramente para tratar de leer antes de que Hotaka terminara.

—¿Qué estás escribiendo ahí, Amao? —preguntó con tono juguetón.

Hotaka terminó de escribir y, después de una pausa vacilante, le mostró la libreta.

—"Yo puedo intentar hablar con Asahi-san para que vuelva al equipo, porque no quiero que Nishinoya-san esté triste. Porque eso es lo que hacen los amigos."

La expresión de Nishinoya cambió al leer las palabras. Primero parpadeó, sorprendido, y luego abrió la boca como si fuera a decir algo, pero Hotaka rápidamente se apresuró a borrar el mensaje con un movimiento apresurado del lápiz.

—¿Eh? ¿Por qué lo borras? —preguntó Nishinoya, cruzando los brazos con una sonrisa que trataba de contener.

Hotaka escribió algo nuevo, más corto esta vez, y se lo mostró con las mejillas ligeramente sonrojadas:
—"Lo siento. No tenemos que ser amigos si usted no lo considera así."

Por un momento, Nishinoya se quedó en silencio, procesando las palabras, pero luego dejó escapar una carcajada tan fuerte que rebotó en las paredes del gimnasio vacío.

—¡¿De qué estás hablando, Amao?! —exclamó, dándole un ligero golpe en el hombro al más joven, que saltó un poco por la sorpresa—. ¿Quién dijo que no somos amigos?

Hotaka lo miró con los ojos muy abiertos, sin saber cómo reaccionar.

—¡Por supuesto que somos amigos! —Nishinoya le lanzó una gran sonrisa, esa que parecía contagiar energía a todos a su alrededor—. ¡Si estás dispuesto a hacer algo tan loco como hablar con Asahi por mí, eso te hace un amigo increíble!

Hotaka escribió rápidamente otra nota:
—"¿No sería raro que un primer año hable con Asahi-san?"

Nishinoya volvió a reír, inclinándose hacia atrás con las manos en la cintura.

—¡Raro sería si no lo intentaras! Pero no te preocupes, Amao. No tienes que cargar con eso tú solo. —Colocó una mano firme en el hombro de Hotaka, mirándolo directamente a los ojos—. Voy a traer a Asahi de vuelta. Pero me alegra saber que tengo a alguien como tú en mi esquina.

Hotaka asintió, aún un poco nervioso pero visiblemente más relajado. Nishinoya se giró y comenzó a caminar hacia la salida con una confianza renovada, pero no sin antes girarse y gritar:

—¡Oye, Amao! Gracias. Y no dudes nunca más que eres parte del equipo, ¿eh?

El chico de primer año sonrió tímidamente y, con movimientos rápidos, escribió algo en su libreta:
—"¡Sí, Nishinoya-san!"

Aunque no lo mostró, Nishinoya alcanzó a leerlo por el reflejo de las luces en la página. Eso hizo que su sonrisa se hiciera aún más grande mientras ambos dejaban el gimnasio.





El pasillo de los terceros años tenía un aire solemne, casi intimidante para los tres novatos que ahora se encontraban frente al aula donde sabían que estaría Azumane Asahi. Hotaka ajustó su mascarilla, mientras Kageyama mantenía una expresión de falsa calma, aunque claramente incómodo. Hinata, por su parte, no pudo evitar murmurar con una mezcla de emoción y nerviosismo:

—¡Qué vergüenza! El aula de los senpais es tan imponente... —se quejó, ocultando su rostro entre las manos.

Hotaka asintió en silencio, hundiendo más su cabeza en la bufanda, pero antes de que decidieran quién tocaría la puerta, esta se abrió, revelando a Asahi, quien se detuvo al verlos.

—Oh, son los de primer año nuevamente. —El tono del castaño era tranquilo, y su sonrisa amable. Parecía genuinamente sorprendido de verlos allí tan temprano—. Tienen mucha energía para estar empezando el día.

Los tres lo miraron fijamente, como si hubieran encontrado a un raro espécimen. Hinata fue el primero en reaccionar, dando un ligero paso al frente.

—¡Asahi-san, queremos pedirte un favor! —dijo con la energía que lo caracterizaba, pero antes de que pudiera continuar, Hotaka escribió algo en su libreta y lo mostró al mayor, confirmando las palabras de su compañero.

—¿Un favor? —preguntó Asahi, arqueando una ceja mientras observaba las expresiones decididas del trío.

—Sí, sí, ¡un favor! —repitió Hinata, asintiendo frenéticamente.

Asahi dejó escapar una leve risa, cruzándose de brazos.

—Bueno, supongo que dependerá de qué se trate. Pero... como te lo debo por lo del otro día, Hotaka, supongo que tendré que decir que sí. —Su voz era cálida, casi como si no pudiera negarse.

Hotaka le mostró su libreta de nuevo, donde había escrito con esmero:
—"Queremos que juegues con nosotros en los partidos."

La sonrisa de Asahi se desvaneció ligeramente, y su mirada se volvió melancólica.

—¿Por qué se interesan tanto en mí? —preguntó con un tono de duda—. A pesar de que ni siquiera entrenamos juntos.

—¡Porque si no regresas, los de segundo y tercero se quedarán deprimidos! —gritó Hinata, interrumpiendo sin pensar.

Kageyama le dio un golpe en la cabeza, frunciendo el ceño.

—¡Estás hablando demasiado fuerte, idiota!

Hotaka agitó los brazos en un intento de calmar a ambos, pero la escena parecía confirmar lo que Asahi ya pensaba: eran un grupo de novatos bastante particulares.

El castaño dejó escapar una risa ligera.

—Ustedes son interesantes... —dijo, pero su tono cambió mientras añadía—. Pero lo siento... ya no puedo visualizar los remates que puedan pasar los bloqueos. —Aunque sonreía, su voz temblaba ligeramente—. Sólo me veo rechazado al ser intimidado, y le doy vueltas en mi cabeza una y otra vez...

La confesión dejó a los tres en silencio por un momento. Fue Hinata quien rompió la tensión, dando un paso adelante.

—Creo que sonará algo creído al decir esto, y que soy un enano de primer año, —comenzó, rascándose la nuca— pero entiendo cómo te sientes.

Asahi lo miró, visiblemente sorprendido por la declaración.

—Yo no tengo altura ni habilidad, por lo que soy constantemente bloqueado, pero ahora tengo las levantadas de este tipo —señaló a Kageyama— y puedo atravesar el bloqueo de quien sea.

El aludido frunció el ceño, ligeramente incómodo por el elogio, mientras Hinata continuaba con entusiasmo.

—¡Y también tengo a Hotaka cuidando mi espalda en todo momento! —declaró, mirando al callado primer año—. Sé que si me equivoco estará ahí para cubrirme, y aunque no lo haga, seguiremos trabajando juntos.

Hotaka sintió cómo el rubor se apoderaba de su rostro al escuchar las palabras de Hinata. Sin embargo, el pelinaranja no se detuvo.

—Entonces, en el lugar más alto, el balón toca mi mano y siento cómo encaja perfectamente. —Sonrió alegremente, dando un pequeño salto como si intentara demostrarlo—. ¡Me encanta esa sensación!

Hotaka levantó su libreta con ambas manos, sus ojos llenos de determinación y una leve timidez que contrastaba con la seguridad de sus palabras escritas.

—"Bueno, creo que puedo entender a Hinata en algunos aspectos."

Asahi inclinó la cabeza ligeramente, intrigado, mientras Hinata miraba a su compañero con curiosidad.

—¿Ah? ¿En serio? —preguntó el pelinaranja, inclinándose hacia Hotaka, emocionado por lo que pudiera decir.

Hotaka siguió escribiendo rápidamente en su libreta antes de mostrar la página de nuevo.

—"Esta es mi primera vez estando en un equipo, así que aún me dan miedo algunas cosas. Pero sé que puedo contar con Hinata y Kageyama, ya que son mis amigos."

Hinata abrió los ojos como platos, llevándose las manos a la cara con un rubor evidente.

—¡Hotaka! ¡Eso es tan lindo! —gritó, mientras se balanceaba de un lado a otro emocionado.

Kageyama, por su parte, desvió la mirada, cruzando los brazos y gruñó, aunque sus orejas enrojecidas lo traicionaron.

Hotaka ignoró la reacción del dúo y volvió su atención a Asahi, sus ojos serenos pero sinceros. Escribió con cuidado antes de mostrar su mensaje al mayor:

—"Como sé que también puedo contar con los miembros del equipo, no deberías sentir que es todo tu culpa. Hay seis personas jugando en la cancha, ¿no?"

Asahi parpadeó, sorprendido por las palabras tan directas y a la vez llenas de comprensión.

—"Tal vez te bloquearon muchos remates, pero remataste todavía más, ¿verdad? Por eso todos te llaman la estrella, ¿verdad?"

El silencio cayó sobre el pasillo. Hinata y Kageyama miraban a Asahi con expectativa, mientras el castaño bajaba la mirada, sus hombros tensos.

— ¡Todos confiamos en ti, Asahi-san! Y no importa cuántas veces te bloqueen, porque siempre seguirás intentándolo. ¡Eso es lo que te hace genial!

Hotaka dio un pequeño paso adelante, inclinando la cabeza mientras sostenía su libreta con firmeza. Sus ojos reflejaban el respeto y la admiración que sentía por el mayor.

Asahi los miró a los tres. La sinceridad en sus palabras y acciones lo conmovió profundamente.

Pareciera que iba a decir algo pero sonó la campana .

—Ya nos vamos .- habla el armador agarrando a Hinata y hotaka .- se nos hará tarde .

Hotaka le mostró una última vez la palabras "somos un equipo" en su libreta antes de girarse e irse .





El gimnasio estaba sumido en el característico bullicio del final del entrenamiento: balones rebotando, respiraciones entrecortadas, y murmullos dispersos. Sin embargo, todo aquello se apagó tan pronto como la voz firme de Daichi resonó en el espacio.

—¡Escuchen, el profesor Takeda está aquí, pongan atención!

Rápidamente el equipo se alinearon en una media luna frente al profesor Takeda, quien parecía más emocionado que nunca. El albino se situo entre Hinata y Kageyama, tratando de no llamar demasiado la atención y con sus manos nerviosas ajustando una y otra vez la libreta que tenia en el bolsillo.

Frente a ellos, Takeda-sensei estaba acompañado por un hombre rubio, de apariencia despreocupada, con los brazos cruzados y una expresión que parecía transmitir más confianza de la que cualquiera esperaba.

—Él es Ukai-kun, quien será el entrenador a partir de hoy. —anunció Takeda-sensei, señalando al hombre rubio con visible entusiasmo.

Por un instante, la sorpresa fue unánime. Todos miraron al nuevo entrenador como si no pudieran procesar lo que acababan de escuchar.

—¡¿Eh?! —Tanaka fue el primero en reaccionar, su voz llena de incredulidad—. ¿Pero no eres el de la "Tienda Pie de Monte"? ¿De verdad eres un entrenador?

Hotaka, por su parte, sintió cómo el rubor se extendía por sus mejillas . Claro que conocía a ese hombre; era el mismo que atendía en la tienda donde había pasado una de las mayores vergüenzas de su vida. No pudo evitar soltar un pequeño chillido, lo suficientemente bajo para que sólo Hinata, a su lado, lo escuchara.

—Sólo hasta que juguemos contra Nekoma. —agregó rápidamente el rubio, como si quisiera aclarar cualquier posible confusión antes de que se convirtiera en un problema mayor.

—Es uno de sus senpai. —continuó Takeda, casi con orgullo—. Y el nieto del entrenador Ukai.

El hombre finalmente habló, su tono despreocupado pero cargado de determinación:

—No tenemos tiempo que perder, comencemos de una buena vez. —Los ojos del rubio recorrieron al equipo con una expresión que mezclaba curiosidad y evaluación—. Quiero ver qué es lo que pueden hacer.

Hotaka no pudo evitar intercambiar una mirada con Hinata y Kageyama. Ambos lucían emocionados, y esa energía era contagiosa.

—Ya llamé a sus oponentes.

La sorpresa en el rostro de Daichi fue inmediata.

—¿Eh? ¿Oponentes? —preguntó el capitán, claramente confundido.

—El equipo de la Asociación de Vecinos de Karasuno. —Ukai-sensei sonrió, una expresión confiada que parecía decirles que aquello no era algo que debieran tomarse a la ligera.

El albino se imagino jugando contra un grupo de abuelitos, lo que hizo que mi mente se llenara de imágenes absurdas de señores mayores con bastones intentando rematar. Tuvo que sacudir la cabeza para concentrarse mientras el resto del equipo asimilaba la noticia.

Luego todos volvieron a lo suyo. El gimnasio estaba lleno del eco de balones rebotando y las voces de los jugadores mientras realizaban su calentamiento. Hotaka, siempre reservado, se mantenía concentrado en sus pases, pero el sonido de su nombre –o, más bien, su descripción– lo hizo detenerse en seco.

—Oye tú, el de cabello blanco. —La voz grave y directa de Ukai resonó en el espacio, captando la atención de todos.

Hotaka soltó un leve chillido, sus manos temblaron ligeramente mientras giraba hacia el nuevo entrenador. Con pasos inseguros, se acercó, sintiendo todas las miradas del equipo sobre él. Cuando finalmente estuvo frente al rubio, bajó la mirada de inmediato, como si enfrentarlo directamente fuera un reto mayor que cualquier bloqueo en la cancha.

Ukai, con una ceja arqueada y una expresión curiosa, lo estudió por un momento.

—¿Te conozco de algún lado? —preguntó, inclinando ligeramente la cabeza mientras intentaba recordar.

Hotaka parpadeó rápidamente, sin saber cómo responder. En su confusión, sacó su confiable libreta, escribió con rapidez, y se la mostró al entrenador:

—"Nos vimos hace unos días, cuando fui a comprar algo a su tienda."

Ukai tomó unos segundos para leer, luego negó con la cabeza, sus ojos afilándose mientras miraba detenidamente al chico.

—No. —Respondió con firmeza, cruzándose de brazos—. Ese cabello... no muchos lo tienen. —Se inclinó ligeramente hacia adelante, como si buscara una respuesta oculta en los rasgos del joven—. De casualidad, ¿no tendrás un...?

Estaba a punto de continuar cuando una voz desconocida interrumpió desde la puerta del gimnasio.

—Esto me trae buenos recuerdos.

El comentario hizo que todos, incluido Hotaka, voltearan al instante hacia la entrada. Cuatro figuras desconocidas estaban allí, parados con confianza, pero con una sonrisa relajada que dejaba en claro que no eran extraños para Ukai.

—Oh, siento haberlos llamado tan de repente. —dijo el entrenador rubio, dirigiéndose a los recién llegados con una expresión que mezclaba familiaridad y profesionalismo. Luego miró al equipo menor, que observaba a los nuevos con una mezcla de curiosidad y desconcierto—. Bien, comencemos.

El gimnasio seguía lleno de energía mientras todos continuaban calentando para el partido . Hotaka, sin embargo, parecía perdido en su propio mundo. Aunque intentaba concentrarse, sus ojos seguían desviándose hacia los cuatro mayores que hablaban entre ellos con Ukai. Su mente se llenó de dudas y ansiedad, y el leve rascado en el dorso de su mano se volvió más insistente, como un intento inconsciente de aferrarse a la realidad. Todo a su alrededor empezó a sentirse un poco borroso, como si el ruido y la actividad del gimnasio se desvanecieran.

—Hey, Amao, ¿está todo bien? —La voz animada pero preocupada de Nishinoya lo sacó de su ensimismamiento.

Hotaka parpadeó varias veces, notando que el libero lo observaba con atención. Con un leve movimiento, asintió tímidamente, escondiendo sus manos en los bolsillos para ocultar las marcas que su propio nerviosismo había dejado. Nishinoya parecía a punto de decir algo más, pero una voz conocida y ensordecedora interrumpió cualquier intento de conversación.

—¡Es Asahi-san! —gritó Hinata desde la ventana del gimnasio, prácticamente colgado del marco como si fuera un mono.

La exclamación del pelinaranja fue como un disparo de salida: todos los miembros del Karasuno voltearon de inmediato hacia la entrada, sus expresiones cambiando al instante. Los segundos y terceros años parecían sorprendidos, emocionados incluso, y los ojos de Nishinoya brillaron como si acabara de ver un milagro.

Hotaka también giró la cabeza hacia la entrada y allí lo vio: Asahi Azumane, el as del Karasuno, avanzando con cierta torpeza. El mayor lucía como un animalillo asustado, como si el grito de Hinata lo hubiera puesto bajo el reflector de un escenario que no quería pisar. Su mirada evitaba a los demás al principio, pero parecía inevitable que sus ojos se encontraran con los del albino.

Hotaka levantó tímidamente una mano, saludando de forma apenas perceptible. Asahi notó el gesto y le devolvió una sonrisa leve, aunque seguía luciendo algo incómodo.

Ukai, luego de regañar al chico por su tardanza y preguntarle en que posición jugaba, señaló al recién llegado. —Azumane, ve con el grupo de los vecinos. Nos falta gente, apresurate y toma tu posición —Su tono era firme pero despreocupado.

Asahi asintió, obedeciendo casi al instante. A pesar de su evidente incomodidad, parecía decidido a seguir adelante. También se decidió que Nishinoya jugaría para el equipo de los vecinos al igual que sugarwara.

Nishinoya, aceptó sin problemas unirse al equipo de los vecinos junto a Sugawara, quien aprovechó el momento para dar un discurso motivador como armador suplente. Sin embargo, mientras los demás parecían emocionados y listos para jugar, Hotaka permanecía en su propio rincón mental, visiblemente incómodo ya que lo mandaron a jugar.

—Hotaka, ¿estás bien? —preguntó Daichi con su tono calmado pero firme, inclinándose un poco hacia el albino para captar mejor su reacción. El capitán siempre estaba atento a sus compañeros, y era evidente que algo no andaba bien con el primer año.

Kageyama, Hinata, Tanaka y Tsukishima también lo miraron, cada uno con una expresión diferente. Hinata parecía genuinamente preocupado, inclinándose un poco más hacia Hotaka con ojos ansiosos. Kageyama, en cambio, cruzó los brazos con el ceño fruncido, tratando de entender la situación sin muchas palabras. Tanaka estaba más relajado, aunque claramente expectante, mientras que Tsukishima sólo alzó una ceja, más curioso que preocupado.

Hotaka, temblando ligeramente, tomó su libreta y escribió algo apresuradamente. Después, con cierta vacilación, mostró la página a los demás.

—"Es que no sé si pueda jugar."

—¿Qué? ¿¡Por qué no!? —exclamó Hinata, alterado como siempre, mientras se inclinaba aún más hacia el albino.

Hotaka, más nervioso por la repentina explosión de energía, rápidamente escribió otra línea en su libreta antes de volver a mostrarla.

—"Es que el otro equipo nos va a estar mirando."

Hubo un silencio inicial, pero rápidamente las reacciones comenzaron a brotar.

—¿¡Qué clase de razón es esa!? —Hinata agitó los brazos exageradamente, como si el mundo se hubiera puesto patas arriba.— ¡Eso es lo que hacen los equipos, mirarse entre ellos mientras juegan!

Kageyama soltó un suspiro pesado, llevándose una mano a la frente. —¿Es en serio? ¿Te da miedo que te miren? —Aunque su tono era severo, era evidente que intentaba procesar la idea más que burlarse.

Tanaka, con una expresión incrédula, señaló hacia los jugadores de la Asociación de Vecinos. —¡Vamos, son un grupo de señores mayores! ¿De verdad te preocupan ellos? ¡Mira, parecen más interesados en estirarse que en intimidarte!

Tsukishima, por su parte, se ajustó las gafas con una sonrisa socarrona. —Espera, ¿estás diciendo que, después de sobrevivir a los gritos de Kageyama, la energía exasperante de Hinata, y los gruñidos de Tanaka lo que te asusta es que te miren? —Su tono goteaba sarcasmo mientras miraba a Hotaka con evidente diversión.

—¿Qué dijiste? —gruñó Tanaka, girando bruscamente hacia Tsukishima, claramente molesto y Kageyama también parecía dispuesto a decirle algo.

—¡Oye, Tsukishima! ¡Eso no ayuda! —añadió Hinata con el ceño fruncido, aunque su tono era más exasperado que agresivo.

Tsukishima simplemente se encogió de hombros, como si no pudiera importarle menos. —Es la verdad. No sé por qué actúan como si no lo fuera.

Daichi levantó una mano para calmar los ánimos antes de que las cosas se intensificaran más. —Basta, todos. —Su voz firme hizo que incluso Tsukishima dejara de hablar.— Hotaka, es normal sentirse nervioso. Especialmente cuando es tu primer partido con extraños mirando. Pero recuerda algo: no estás solo en esto.

Se inclinó un poco más hacia el albino, dándole una palmada ligera en el hombro. —Estás aquí porque confío en ti, y porque todos sabemos que tienes talento. Si te equivocas, no pasa nada. Es un partido de práctica, y estamos aquí para aprender y mejorar juntos.

Hotaka miró a Daichi, sus nervios disminuyendo ligeramente ante las palabras tranquilizadoras de su capitán.

—Además, ni siquiera están esperando que hagas algo perfecto. —añadió Tanaka, con un tono más suave, aunque todavía enérgico.— ¡Sólo quieren ver que te diviertas!

Hinata asintió vigorosamente. —¡Sí, Hotaka! No te preocupes. ¡Estamos contigo!

Hotaka escribió con rapidez en su libreta, el sonido del marcador contra el papel llenando el breve silencio mientras todos lo observaban. Cuando levantó la libreta, su mensaje dejó al equipo en un estado de sorpresa y desconcierto.

—"Pero no lo entienden. ¿Quién sabe? Tal vez se burlen de mí porque no sé jugar bien. ¿No pueden jugar Enoshita-san o Yamaguchi? Son mejores que yo."

El silencio que siguió a sus palabras fue pesado. Los chicos se miraron entre ellos, procesando lo que Hotaka había escrito. Daichi frunció ligeramente el ceño, claramente preocupado. Hinata miraba al albino con una mezcla de confusión y algo de indignación, mientras Kageyama cruzaba los brazos, claramente no comprendiendo cómo alguien con tanto talento podía decir algo así. Tanaka, por su parte, parecía a punto de explotar, mientras Tsukishima simplemente soltó un suspiro exasperado.

—¿Qué rayos estás diciendo, Hotaka? —preguntó Tanaka finalmente, su voz más fuerte de lo que pretendía.— ¡¿Enoshita y Yamaguchi mejores que tú?! ¡No digas tonterías!

—¡Es cierto! —apoyó Hinata, dando un paso al frente.— ¡Eres increíble, Hotaka! ¿Por qué piensas que te van a criticar?

Kageyama soltó un gruñido, mirando fijamente al albino. —No entiendo por qué siempre piensas así. —Su tono era directo, casi duro.— Si no fueras bueno, no estarías aquí.

—Uf, qué dramático. —intervino Tsukishima, empujando sus gafas mientras rodaba los ojos.— ¿Crees que los de la Asociación de Vecinos están aquí para juzgarte como si fueran críticos profesionales? Por favor.

—¡Tsukishima! —gritaron Tanaka y Hinata al mismo tiempo, claramente molestos con su actitud.

Daichi levantó una mano para calmar los ánimos antes de que la situación se descontrolara. —Basta. —Su voz firme hizo que todos se callaran de inmediato.— Hotaka, escucha.

El capitán se inclinó un poco hacia él, hablando con una mezcla de seriedad y calidez. —Nadie en este gimnasio piensa que eres menos que alguien más. Y, sinceramente, ni siquiera es cuestión de comparación. Enoshita y Yamaguchi son buenos, claro, pero tú tienes algo especial, algo que le aporta al equipo de una manera que nadie más puede.

Hinata asintió rápidamente, emocionado como siempre. —¡Sí! ¡Siempre estás cubriendo mi espalda cuando me equivoco! ¡Y tus pases son perfectos!

—Exacto. —Tanaka señaló al albino, todavía con una energía intensa pero con un tono más sincero.— ¿Qué tiene de malo cometer un error? Todos lo hacemos. Incluso Daichi, aunque no lo parezca.

—Gracias por eso, Tanaka. —suspiró Daichi, pero dejó pasar el comentario.

Hotaka seguía mirando su libreta, su mente llena de dudas, pero las palabras de sus compañeros comenzaban a llegarle.

—Hotaka, míralo así. —continuó Daichi, colocando una mano en el hombro del albino.— Estamos aquí para jugar juntos, no para competir entre nosotros. Y nadie, absolutamente nadie, se va a burlar de ti.

Finalmente, Hotaka levantó la mirada tímidamente, viendo los rostros de sus compañeros, todos llenos de diferentes formas de apoyo. Asintió lentamente, una pequeña pero genuina sonrisa asomando en sus labios.

—¡Eso es! —gritó Hinata, saltando de emoción.— ¡Vamos a jugar juntos y a demostrarles lo increíble que eres, Hotaka!

Aunque la ansiedad seguía presente en su interior, Amao sintió que el peso en su pecho disminuía un poco.

Ukai se encontraba al borde de la paciencia, mirando cómo el equipo seguía en su pequeña discusión mientras él esperaba que se alinearan para comenzar. Con una mano en la cadera y otra pasándosela por el cabello, dejó escapar un suspiro exasperado antes de alzar la voz.

—¡Oigan, por qué demonios se demoran todos ustedes! —gritó, mirando directamente al grupo de menores como si fueran un puñado de niños revoltosos.— ¡No tenemos todo el día! ¡Fórmense ya!

El grito resonó en el gimnasio, logrando que todos, incluso los más despistados, como Hinata, se enderezaran rápidamente.

—¡Ah, lo siento, entrenador Ukai! —exclamó Hinata, corriendo a su posición con la misma energía que siempre, aunque su torpeza lo hizo tropezar un poco al llegar.

—Tsk, ¿por qué siempre gritas como si estuvieras siendo atacado? —comentó Tsukishima, ajustándose las gafas con indiferencia mientras se alineaba con los demás, aunque lo hacía sin ningún apuro.

Kageyama, ya en su posición, miró con el ceño fruncido al grupo que todavía no terminaba de organizarse. —¿Por qué tardan tanto? Es solo alinearse.

—¡Lo sabemos, rey! —le respondió Hinata, hinchando las mejillas y cruzando los brazos en un intento de parecer molesto, aunque no lo lograba del todo.— ¡No todos somos tan rápidos como tú!

Ukai chasqueó la lengua y señaló con un gesto brusco al último que quedaba fuera de lugar: Hotaka. —¡Oye, tú, el de cabello blanco! ¿Qué estás esperando? ¡Muévete!

Hotaka, quien seguía al fondo del grupo, bajó la mirada, mordiéndose el labio con nerviosismo. Dudó un segundo antes de dar un paso adelante, pero la presión de todos los ojos sobre él hacía que sus piernas se sintieran pesadas.

—¡Vamos, Hotaka! —gritó Hinata con una sonrisa amplia, animándolo mientras agitaba los brazos.— ¡Tú puedes!

—¿Por qué haces tanto drama? es un club. —murmuró Tsukishima, aunque había un dejo de curiosidad en su tono.

"¿Que demonios, te sucede? tu eres el que quería estar aquí?" piensa amao molesto consigo mismo . " Lo único que vas a conseguir es que los demás te vena como un idiota y débil"

Finalmente, Hotaka tomó aire y caminó rápidamente hacia su posición, aunque aún sentía cómo la ansiedad lo envolvía como un manto.

—¡Por fin! —Ukai cruzó los brazos, mirando al grupo con una mezcla de frustración y algo de satisfacción porque al menos ahora estaban listos.— Escuchen, no me importa si son los mejores o los peores, lo que quiero ver ahora es que trabajen como un equipo. Así que pongan atención y den lo mejor.

Daichi asintió con firmeza, su mirada seria recorriendo al equipo. —Lo escucharon. Hagamos esto como si fuera un partido oficial.

Hotaka asintió tímidamente, mirando de reojo a sus compañeros. Aunque todavía sentía el peso de las miradas, el apoyo del equipo comenzaba a calar en él, poco a poco.

El partido había comenzado de manera relajada, con cada equipo obteniendo un punto, pero el ambiente cambió rápidamente cuando Hinata y Kageyama realizaron su característico ataque rápido. La velocidad y precisión de la jugada dejaron boquiabiertos a los integrantes de la Asociación de Vecinos, quienes no estaban preparados para algo tan coordinado y explosivo.

—¡Síííí! ¡Lo hicimos de nuevo, Kageyama! —exclamó Hinata, saltando de alegría mientras su compañero simplemente resoplaba, como si aquello fuera lo más normal del mundo.

—Cállate, boke. —respondió Kageyama con una ligera sonrisa de orgullo que intentaba ocultar.

Mientras tanto, era el turno de Hotaka para sacar. El albino tragó saliva, sintiendo el peso de la mirada de todos, no solo de los jugadores del otro equipo, sino también de sus propios compañeros y de Ukai, que observaba con atención desde el lateral.

—¡Vamos, Hotaka, tú puedes! —gritó Hinata, levantando los brazos enérgicamente para animarlo.

—No te pongas nervioso,Hotaka. Solo haz lo que sabes hacer. —añadió Daichi con un tono firme y tranquilizador.

Hotaka asintió levemente, respirando hondo para calmar su acelerado corazón. En su mente, repetía una y otra vez: No están ahí. Solo yo y la cancha. Evalúa, concéntrate y confía en ti.

Se posicionó detrás de la línea de saque, ajustó la pelota entre sus manos y echó un vistazo rápido al equipo contrario. Observó las posiciones defensivas y analizó la trayectoria del balón que quería ejecutar. Todo lo demás desapareció de su mente.

Con una técnica precisa y una fuerza impresionante, lanzó un saque potente y directo al punto más vulnerable del equipo contrario. El balón cruzó la red con velocidad y se impactó en el suelo del lado opuesto antes de que alguien pudiera reaccionar.

El gimnasio quedó en silencio por un segundo antes de que los de Karasuno reaccionaran.

—¡Whoa! —Tanaka se llevó ambas manos a la cabeza, completamente asombrado.— ¡Ese saque fue increíble!

—¿Qué rayos fue eso? —Hinata miró a Hotaka con los ojos brillando de emoción, como si acabara de presenciar un truco de magia.— ¡Fue como un cañón!

—Tsk, no está mal para alguien que parecía que iba a desmayarse antes de sacar. —comentó Tsukishima con un tono sarcástico, aunque incluso él estaba algo impresionado.

—Deja de burlarte, Tsukishima. —le reprendió Daichi, aunque no con demasiada fuerza, porque incluso él estaba sonriendo ante el desempeño de Hotaka.— ¡Buen trabajo, Amao!

Por su parte, Hotaka simplemente bajó la mirada tímidamente, con las mejillas ligeramente sonrojadas, mientras regresaba a su posición. Sus manos aún temblaban un poco, pero había una pequeña sonrisa de satisfacción en su rostro.

En el otro lado de la cancha, los miembros de la Asociación de Vecinos intercambiaban miradas perplejas.

—Ese chico tiene un saque impresionante. —comentó uno de ellos, frotándose el cuello como si hubiera sentido el impacto del balón solo con verlo.

Ukai cruzó los brazos, mirando a su equipo con un brillo de orgullo en los ojos. —Interesante. Este chico es un jodido mostruo

El partido continuó, pero ahora todos sabían que Hotaka no era alguien que podía ser subestimado.







El partido continuaba con una intensidad creciente. Asahi, con su imponente presencia y fuerza, tomó un remate que iba directo hacia el lado de Hotaka. El albino se movió rápidamente para posicionarse, listo para defender. Sin embargo, el impacto del balón fue tan fuerte que casi lo envió de espaldas, aunque logró mantener el control justo a tiempo.

"Vaya... su fuerza es increíble" pensó Hotaka, con los ojos muy abiertos mientras veía cómo el balón volvía al aire tras el bloqueo del equipo. A pesar de la buena coordinación de tres jugadores intentando detenerlo, apenas lograron frenar el remate de Asahi.

No tuvo mucho tiempo para recomponerse, porque justo cuando pensaba que podía respirar, Nishinoya entró en acción, salvando milagrosamente un balón imposible.

—¡Ahí va, Asahi-san! —gritó Nishinoya con entusiasmo, mientras el balón volvía a la posición del as.

Hotaka apenas pudo mover los ojos para seguir el recorrido del balón cuando Asahi se preparó nuevamente para atacar. Esta vez, el golpe fue aún más fuerte. El balón cruzó la red como un rayo y aterrizó con precisión en el lado de Karasuno, rebotando a un lado de Hotaka antes de que pudiera reaccionar.

—¡Sí! ¡Así se hace, Asahi-san! —Nishinoya celebró con los brazos en alto, su energía contagiosa llenando el gimnasio.

—¡Es impresionante! —murmuró Hinata desde el otro lado, mirando a Asahi con ojos llenos de admiración.— ¡Ese es el poder de un verdadero as!

—Tch, ¿por qué te sorprendes? Es obvio que un veterano como él sería tan bueno. —Tsukishima ajustó sus gafas con indiferencia, aunque su tono escondía algo de reconocimiento.

Mientras tanto, Hotaka fruncía el ceño, no por frustración, sino como si estuviera calculando mentalmente todo lo que acababa de suceder. Sus ojos analizaban los movimientos de Asahi, el posicionamiento de los defensores y la fuerza del remate.

—Hotaka , ¿estás bien? —preguntó Daichi al notar su expresión seria.

Hotaka asintió con determinación, sus manos ajustando inconscientemente las muñecas de su uniforme. En su mente, estaba claro: si quería estar a la altura de jugadores como Asahi, tendría que adaptarse, aprender rápido y confiar en sus propias habilidades.

Ukai, observando desde el lateral, notó el cambio en la actitud del albino. —Ese chico... puede que no lo demuestre mucho, pero está absorbiendo cada segundo de esto como una esponja. —murmuró con una sonrisa de satisfacción.

El partido continuaba, y aunque los mayores mostraban su experiencia y fuerza, Hotaka sabía que, con el tiempo y esfuerzo, podría encontrar su propio lugar en la cancha junto a ellos.

Hotaka respiró profundamente, ajustando su posición en la cancha mientras sus pensamientos seguían enredándose como un torbellino. "Si puedo verlo dos veces más, podré bloquearlo," pensó con determinación. Cada remate de Asahi lo estaba ayudando a leer mejor sus movimientos: la manera en que giraba sus hombros, el ángulo de su salto, incluso la ligera inclinación de su muñeca antes del golpe. Todo era una pieza de un rompecabezas que Hotaka estaba armando cuidadosamente en su mente.

Pero entonces, su mirada se desvió hacia Daichi, Tanaka , Sugawara y Nishinoya . Los tres parecían exultantes, casi radiantes, con una energía que no había visto en ellos desde que Asahi regresó al gimnasio. Sus sonrisas eran genuinas, cargadas de gratitud y alivio, como si su equipo finalmente estuviera completo otra vez.

Hotaka apretó los labios, sintiendo cómo el peso de una nueva duda caía sobre sus hombros. "Si lo bloqueo demasiadas veces... ¿no arruinaré su confianza?" Su mirada se detuvo en Asahi, quien estaba ajustando su muñequera mientras Nishinoya le daba unas palabras de ánimo. "Asahi-san finalmente regresó. Hinata, Kageyama y yo hicimos tanto esfuerzo para convencerlo de volver. Si siente que no puede superar a alguien como yo... ¿volverá a dudar de sí mismo? ¿Y si se va otra vez por mi culpa?"

El albino se mordió ligeramente el labio inferior, su ansiedad luchando contra su deseo de dar lo mejor de sí. No quería decepcionar a sus compañeros, pero tampoco quería ser la razón por la que Asahi volviera a perder la confianza.

"Tal vez... sólo debo adaptarme y evitar que él se sienta derrotado. Eso será suficiente," pensó mientras su mirada regresaba al juego. "Tengo que encontrar un equilibrio."

Desde el otro lado de la red, Asahi parecía completamente enfocado, preparando su próximo ataque. Hotaka inhaló profundamente y dejó salir un leve suspiro. "Haré lo que pueda, pero sin lastimar a nadie en el proceso."

El partido continuaba con intensidad, cada jugada cargada de emoción y esfuerzo. Hotaka, aunque parecía estar completamente enfocado, tenía sus propios cálculos y pensamientos corriendo en su mente. Cuando vio que Asahi se preparaba para un remate dirigido a su posición, tomó una decisión rápida. Fingió que no pudo bloquearlo, calculando perfectamente el ángulo para que pareciera que la fuerza del mayor lo había superado. El balón impactó limpiamente en la cancha, otorgando un punto al equipo de los vecinos.

—¡Woohoo! ¡Asahi-san está en llamas!— exclamó Nishinoya, levantando ambos brazos con entusiasmo mientras corría hacia su amigo para felicitarlo.

—Bien hecho, Asahi.— Sugawara sonrió ampliamente, aplaudiendo con orgullo.

—...Vamos a necesitar tres bloqueadores para detenerlo la próxima vez,— murmuró Kageyama con el ceño fruncido, observando la trayectoria del balón con atención, como si ya estuviera pensando en cómo contrarrestar el próximo ataque.

—¿Tres bloqueadores? ¿Eso es lo mejor que puedes pensar, "Rey"?— Tsukishima se burló con una sonrisa sarcástica mientras ajustaba sus lentes.

Kageyama giró hacia él con una mirada amenazante. —¿Qué dijiste?

Mientras tanto, Hotaka intentaba mantenerse bajo el radar, como siempre, pero su breve alivio no duró mucho. Ukai, que había estado observando con atención desde el borde del gimnasio, de repente alzó la voz.

—¡Hey, niñito!— gritó Ukai con fuerza, señalando directamente hacia la cancha.

Hotaka dio un pequeño salto y dejó escapar un leve chillido, llevándose la mano al pecho mientras señalaba tímidamente hacia sí mismo.

—¡Sí, tú! No te hagas el desentendido,— continuó Ukai, caminando un par de pasos hacia adelante con una mirada severa.— Sé exactamente lo que acabas de hacer, y no lo hagas de nuevo. ¡Te estaré vigilando!

El gimnasio quedó en silencio por un instante mientras todos intercambiaban miradas confusas.

—¿Qué hizo Amao?— susurró Nishinoya, inclinándose hacia Tanaka.

—No lo sé, pero Ukai-sensei se ve cabreado,— respondió Tanaka con un susurro igual de bajo.

—¿Qué pudo haber sido?— preguntó Sugawara, mirando a Daichi.

El capitán negó con la cabeza, igual de desconcertado. —Ni idea.

Mientras tanto, Ukai no añadió nada más, cruzando los brazos y manteniendo su mirada fija en Hotaka, como si esperara que el albino entendiera el mensaje. Hotaka, por su parte, bajó la mirada, mordiéndose el labio y escribiendo rápidamente en su libreta: "¿Hice algo malo?"

Ukai no respondió, pero su ceño fruncido y su postura firme lo decían todo. Desde el fondo, Hinata, que parecía el único completamente ajeno al ambiente tenso, saltó emocionado.

—¡Hotaka, no te preocupes! ¡Vamos a ganar igual!— gritó, ajeno al malentendido.

El partido avanzaba con intensidad, el marcador se inclinaba ligeramente a favor de la Asociación de Vecinos, pero Karasuno no daba señales de rendirse. Todos en el equipo estaban completamente inmersos en el juego, y la atmósfera en el gimnasio era eléctrica. Sin embargo, Hotaka no podía ignorar la constante mirada del entrenador Ukai, que parecía perforarlo desde el banquillo.

—Hotaka.— La voz de Kageyama lo sacó de sus pensamientos mientras sentía cómo el armador lo atraía por el cuello de la camiseta.

Hotaka chillo suavemente, intimidado por la mirada intensa del "Rey de la Cancha".

—Es tu turno.— Kageyama susurró, casi como si estuviera compartiendo un secreto, pero la seriedad en su tono dejaba claro que no estaba jugando.

Hotaka tragó saliva, asintió tímidamente, y se movió con cautela. Se posicionó rápidamente, cuidando las espaldas de Hinata, mientras esperaba con nerviosismo la señal de Kageyama.

Finalmente, llegó el momento.

Kageyama levantó el balón con una precisión impecable, y Hotaka, como si un resorte se activara bajo sus pies, tomó impulso y saltó con toda la fuerza que su cuerpo podía reunir.

Ahora, el verdadero desafío estaba frente a él: Asahi y uno de los veteranos de la Asociación de Vecinos estaban listos para bloquearlo. Eran un muro imponente, casi infranqueable.

—¡Izquierda!— Gritó uno de los adultos con confianza, y ambos bloqueadores inclinaron las manos hacia esa dirección, seguros de que habían anticipado el movimiento del albino.

Pero Hotaka tenía otros planes.

Con una precisión milimétrica y un cambio de dirección inesperado, inclinó su cuerpo hacia la derecha mientras balanceaba todo su peso en el golpe. El balón salió disparado con una fuerza brutal, rompiendo la sincronización de los bloqueadores y desorientando al equipo contrario.

—¡¿Qué?!— Asahi abrió los ojos con sorpresa mientras intentaba ajustar su bloqueo, pero ya era demasiado tarde.

Nishinoya, como un rayo, se lanzó al suelo en un intento desesperado por salvar el punto, pero incluso él no pudo detenerlo. El balón golpeó el suelo con un estruendo, ganando un punto para Karasuno.

—¡Sí!— Hinata gritó, saltando de emoción.

Kageyama, por su parte, no se permitió celebrar abiertamente. En su lugar, caminó hacia Hotaka con la misma mirada severa de siempre, aunque había un leve brillo de satisfacción en sus ojos.

—Eso estuvo bien,— murmuró, apenas audible, antes de volverse para preparar la siguiente jugada.

El balón impactó con fuerza el suelo, el eco del golpe resonando en el gimnasio, dejando a todos momentáneamente en silencio.

—¡¿Qué fue eso?!— Gritó Tanaka, con los ojos desorbitados, apuntando directamente a Hotaka mientras se giraba hacia sus compañeros.

—¡Fue un remate impresionante!— Exclamó Hinata, casi saltando en el lugar con pura emoción. Su cara estaba iluminada como si hubiera presenciado un milagro. —¡Hotaka, eso fue genial! ¡Eres increíble!—

—Hmph, no fue para tanto.— Tsukishima comentó desde el fondo, ajustándose sus gafas con su típica actitud desinteresada, aunque el leve levantamiento de una ceja delataba que incluso él estaba impresionado.

—¡No mientas, Tsukishima! ¡Sabes que fue asombroso!— Respondió Tanaka, girándose hacia el rubio con los puños apretados.

—¡Lo vi venir desde que saltó!— Agregó Nishinoya desde el suelo, aún en posición de defensa después de haber intentado salvar el balón. Su sonrisa era amplia, brillando con orgullo hacia Hotaka. —Ese remate estaba a otro nivel. ¡Ni siquiera yo pude alcanzarlo! ¡Buen trabajo, Hotaka!

Sugawara aplaudió suavemente, con una sonrisa cálida en el rostro. —Eso fue impresionante, Hotaka. Pero no te detengas ahora, todavía podemos remontar.

Daichi, siempre el capitán responsable, asintió con aprobación. —Bien hecho. Así es como seguimos avanzando. Ahora, concéntrate para mantener ese nivel.—

Hotaka, de pie en su posición, sentía una mezcla de emociones. El sudor le perlaba la frente, pero lo que más sentía era el calor de las palabras de sus compañeros. Por un instante, sus hombros se relajaron, y un tímido pero genuino brillo apareció en sus ojos.

Aunque luego de unos minutos , Asahi dio uno de sus poderosos remates y Hinata por distraído, le dio justo en el rostro.





Hinata apenas abrió los ojos después de aquel tremendo impacto. Todo a su alrededor estaba borroso, y el zumbido en sus oídos no ayudaba en absoluto. A lo lejos, escuchó a Daichi gritar su apellido justo antes de que el balón lo golpeara de lleno en la cara, pero ahora todo lo que podía distinguir era una sensación suave bajo su cabeza.

Se parpadeó un par de veces, intentando enfocar su visión. Lo primero que vio fueron unas pestañas blancas, seguidas de un par de ojos morados que parecían mirarlo con preocupación. La primera conclusión que su mente nublada pudo sacar fue: "¿Un ángel?"

—¿Eres un ángel?— murmuró, todavía medio ido por el golpe.

El rostro que tenía encima parpadeó, claramente sorprendido, pero no dijo nada. En cambio, una libreta apareció delante de su rostro, con palabras escritas con cuidado:

"No soy un ángel, soy Hotaka."

Hinata parpadeó rápidamente, su cerebro intentando conectar las piezas. —¿Hotaka?— Se incorporó un poco, sintiendo un leve mareo mientras procesaba lo que acababa de pasar. Entonces se dio cuenta: su cabeza estaba sobre las piernas del albino, quien lo miraba con evidente preocupación mientras el resto del equipo lo rodeaba.

—¡Hinata! ¿Estás bien?— preguntó Asahi con las manos levantadas como si no supiera qué hacer. —¡No era mi intención! ¡Lo siento muchísimo!—

Hinata, todavía un poco avergonzado pero tratando de recuperar su energía habitual, agitó las manos en el aire. —¡No, no! ¡Está bien, Asahi-san! Fue mi culpa por no estar atento. ¡Además, estoy bien, mira!— Dijo mientras se sentaba, aunque tambaleándose ligeramente.

—¡Eso fue épico!— Se rió Tanaka, señalando a Hinata mientras trataba de contener la carcajada. —¡Le diste el rostro al remate de Asahi-san!—

—¿Qué parte de eso es épico?— Preguntó Sugawara, claramente preocupado, mientras agachaba un poco para revisar a Hinata.

—¿Te dolió mucho?— Nishinoya estaba agachado junto a Hinata, observándolo con los ojos muy abiertos. —¡Ese remate fue una bala! Si estás vivo, eso es algo digno de admirar.—

Hinata se tocó el rostro con las manos, sintiendo cómo empezaba a calentarse por la vergüenza. —Ugh, ¡ni siquiera lo vi venir!— Dijo, con una mezcla de frustración y humillación. Luego miró hacia Hotaka, recordando su confusión inicial. —Pero... gracias, Hotaka. Por... uh, ya sabes.—

Hotaka no dijo nada, simplemente levantó su libreta y escribió: "No te preocupes. Me alegra que estés bien."

Daichi, con los brazos cruzados, soltó un suspiro pesado. —Hinata, tienes que estar más atento en la cancha. No podemos tenerte distraído.

—¡Lo siento, lo siento! ¡Prometo que no volverá a pasar!— Hinata se apresuró a levantarse, aunque todavía tambaleándose un poco.

—"Si vuelve a pasar, puede que no sobrevivas al siguiente remate de Asahi."— Comentó Tsukishima con una sonrisa burlona.

—¡Cállate, Tsukishima! ¡Estoy perfectamente bien!— Hinata respondió, inflando el pecho para demostrarlo. Aunque la marca rojiza en su rostro contaba otra historia.

Hotaka, que había observado todo en silencio, miró a Asahi por un momento y escribió en su libreta: "Es bueno que te preocupes por los demás, Asahi-san. Hinata realmente te admira."

Asahi leyó las palabras y asintió con una pequeña sonrisa. —Gracias, Hotaka... Aunque todavía siento que debo tener más cuidado.—

El ambiente se relajó, y el equipo volvió a sus posiciones, aunque hotaka escucho levemente como kageyama y Hinata hablaban entre ellos, y como parecia que el bloqueador envidaba ala estrella.

Hotaka se le acercó con su andar tímido y su libreta en mano. Al notar al albino, Hinata parpadeó y giró hacia él con curiosidad.

—¿Eh? ¿Qué pasa, Hotaka?—

Hotaka no respondió de inmediato, sino que abrió su libreta y la sostuvo frente a Hinata, revelando un mensaje escrito con cuidado:

—"Yo realmente creo que eres genial, Hinata, igual de increíble que Asahi-san."

Hinata leyó las palabras y se quedó en silencio por un segundo, antes de abrir los ojos de par en par.

—¿Eh?— Su voz salió más alta de lo que pretendía, y rápidamente se aclaró la garganta. —¿En serio lo piensas, Hotaka?— preguntó, señalándose a sí mismo con incredulidad.

Hotaka asintió con un pequeño movimiento de cabeza, su mirada suave pero decidida.

—¿Incluso después de que me golpearon en la cara con el balón?— insistió Hinata, todavía desconcertado.

Hotaka tomó su libreta de nuevo y agregó algo más: —"Incluso más por eso. Siempre te levantas, sin importar qué pase. Eso es lo que te hace increíble."

Hinata se quedó mirándolo, sus ojos comenzando a brillar con emoción.

—¡Hotaka, eres el mejor!— exclamó de repente, dando un salto y golpeando el aire con los puños. —¡Prometo que voy a trabajar todavía más duro! ¡Voy a ser igual de genial que Asahi-san y demostrar que también puedo ser el mejor!—

Hotaka sonrió ligeramente, aunque rápidamente apartó la mirada, un poco avergonzado por la reacción tan efusiva de Hinata.

Kageyama, que había estado cerca escuchando la conversación, suspiró con exasperación. —¿De verdad necesitas que alguien te lo diga para motivarte? Qué simple eres.—

Hinata se giró hacia él, señalándolo con el dedo. —¡Tú cállate, Kageyama! ¡No entiendes nada!—

—Claro que lo entiendo. Sólo digo que si te pasas más tiempo quejándote que entrenando, nunca vas a alcanzar a Asahi.—

—¡Grrr!— Hinata hizo un ruido frustrado, pero rápidamente lo ignoró y se volvió hacia Hotaka con una gran sonrisa. —Gracias, Hotaka. ¡Tú siempre sabes qué decir!—

Hotaka simplemente asintió de nuevo, su sonrisa pequeña pero sincera, mientras los veía discutir. Aunque no siempre podía expresar sus pensamientos con palabras, se alegraba de haber ayudado a Hinata a sentirse un poco más seguro.

Cuando el partido terminó, aunque la Asociación de Vecinos había ganado, el Karasuno no lo había hecho nada mal. Todos estaban de buen ánimo tras las palabras de ánimo de los mayores, quienes les aseguraron que iban por un buen camino. Pero mientras el resto del equipo recogía sus cosas y charlaba animadamente, Ukai llamó a Hotaka para hablar en privado.

—¡Hey, tú!— llamó el entrenador, con los brazos cruzados y su ceño ligeramente fruncido. Hotaka giró tímidamente hacia él, sujetando su libreta con fuerza.

Cuando estuvieron solos, Ukai lo miró directamente, con esa mirada evaluadora que podía atravesar hasta la más densa de las fachadas. —Podías haber bloqueado a Azumane en ese momento. ¿Por qué fingiste que no podías?—

Hotaka se estremeció un poco al escuchar el tono directo de Ukai. Sus ojos bajaron rápidamente al suelo, y sacó su libreta. Sus manos temblaban un poco mientras escribía una respuesta. Luego, con cautela, levantó la libreta para que Ukai pudiera leerla:

—"Es la primera vez que estoy en un equipo... Y he visto que siempre hay que apoyarse. Además, Asahi-san dejó el equipo una vez por su falta de confianza, y todos se veían tan felices de que volviera. Si lo bloqueaba varias veces, no quería que volviera a irse. Costó mucho esfuerzo que regresara, y yo también quiero ayudar."

Hotaka bajó la cabeza después de mostrarle su respuesta, como si esperara un regaño inmediato.

Ukai lo observó en silencio por un momento, su expresión inicialmente rígida suavizándose poco a poco. Soltó un suspiro, se pasó una mano por el cabello y terminó apoyando ambas manos en sus caderas.

—Eres un caso, niño...— murmuró, más para sí mismo que para Hotaka. Luego lo miró otra vez, esta vez con una mezcla de cansancio y algo de orgullo. —Mira, entiendo lo que intentaste hacer. Esa clase de consideración por tus compañeros de equipo es rara. En serio, es algo admirable.

Hotaka alzó la mirada ligeramente, sorprendido por el tono más amable de Ukai.

—Pero— continuó el entrenador, alzando un dedo como advertencia —siempre debes recordar algo: el apoyo no siempre significa ponerte límites por los demás. Ayudas más al equipo si das lo mejor de ti. ¿Quieres que Azumane mejore, verdad?—

Hotaka asintió rápidamente, agarrando su libreta con fuerza.

—Entonces la mejor forma de ayudarlo es enfrentarlo con todo lo que tienes. Que él sepa que puede superar incluso tus bloqueos. Así es como crecen los jugadores y los equipos.—

Ukai se rascó la nuca y añadió: —Eres bueno, Hotaka, y puedes ser mejor aún si no te contienes. Confía en tus compañeros para enfrentar los desafíos contigo. Si Azumane tiene problemas, no será solo tu responsabilidad; será de todos. Así es como funcionan los equipos.

Hotaka parpadeó, procesando las palabras del entrenador. Finalmente asintió, escribiendo algo más en su libreta:

—"Lo siento. Lo haré mejor la próxima vez."

Ukai esbozó una sonrisa ligera y le dio una palmada en el hombro. —Eso es lo que quería escuchar. Ahora anda, antes de que tu capitán venga a buscarte a gritos.

Hotaka asintió de nuevo y se dirigió hacia el resto del equipo, esta vez con una determinación renovada. Ukai lo observó mientras se alejaba, rascándose la barbilla.

—Este chiquillo tiene mucho potencial... Solo necesita que alguien lo empuje un poco.— musitó para sí, sonriendo levemente antes de volver a su trabajo.

Cuando Hotaka volvió con los demás, apenas tuvo tiempo de soltar un suspiro aliviado antes de que Nishinoya prácticamente se lanzara encima de él en un abrazo tan fuerte que casi lo derribó.

—¡Amao!— exclamó el libero, sujetándolo con entusiasmo mientras el albino se ruborizaba hasta las orejas. Nishinoya lo soltó ligeramente, pero solo para revolverle el cabello sin piedad con una gran sonrisa. —¡Cumpliste con tu promesa! ¡Asahi-san volvió! ¡Eres increíble, amigo!—

Hotaka se tambaleó un poco, completamente rojo por la intensidad de Nishinoya. Con dedos temblorosos, sacó su libreta y escribió rápidamente: —"De nada, Nishinoya-san."

Noya lo leyó y le dio una palmada tan fuerte en la espalda que el albino casi perdió el equilibrio. —¡Así se hace! Cuento contigo, Amao. ¡Somos un equipo!—

Hotaka asintió tímidamente, mirando al resto de sus compañeros mientras trataba de recuperar la compostura.

—Eso significa... ¿ya está todo el equipo completo?— escribió en su libreta, levantándola para que todos pudieran leerla.

Tanaka fue el primero en responder, cruzándose de brazos y sonriendo con orgullo. —¡Así es! ¡Con Asahi-san y Noya-san de vuelta y todos dando lo mejor, nadie puede detenernos!—

—No es que alguien pudiera detenernos antes...— murmuró Tsukishima con su característico tono sarcástico, ajustándose las gafas.

—¿Qué dijiste, cuatro ojos?— Tanaka se giró rápidamente hacia él, pero Daichi intervino antes de que se desatara un caos.

—¡Cálmense, ustedes dos!— regañó el capitán, poniendo sus manos en sus caderas. Luego miró a Hotaka con una sonrisa amable. —Sí, Hotaka, ahora estamos completos. Todos tenemos algo que aportar al equipo, y tú también eres una parte importante de Karasuno.—

Hinata saltó al lado de Hotaka, señalándose con el pulgar. —¡Así es! ¡Juntos somos invencibles! ¡Y yo voy a ser el as más fuerte del mundo!—

—¿Quién dijo que tú podrías ser el as?— refutó Kageyama con una mirada de fastidio, pero Hinata ya estaba demasiado metido en su propio discurso para escucharlo.

Hotaka los miró a todos, sonriendo tímidamente mientras escuchaba sus animadas discusiones y bromas. Escribió algo más en su libreta y la sostuvo hacia Nishinoya, quien fue el primero en notarlo.

"Gracias por hacerme sentir parte del equipo."

Nishinoya sonrió con amplitud y levantó un pulgar hacia él. —¡Siempre lo has sido, Amao! ¡Karasuno es tuyo tanto como nuestro!—

Asahi, que estaba observando desde un poco más atrás, sonrió ligeramente y habló con su tono tranquilo pero seguro. —Con todos juntos, sé que podemos llegar lejos. Hotaka, hiciste bien hoy. Gracias.

Hotaka se ruborizó aún más, asintiendo rápidamente mientras su sonrisa tímida se mantenía. Ahora más que nunca, sentía que había encontrado su lugar en el equipo.






♡ ━━¡He vuelto! Con otro capítulo de outside y este capítulo lo hice lo suficiente largo como disculpa por tantos meses sin publicar pero la universidad me tenía estresada y sali recién la semana pasada .

♡ ━━, disculpen si quedo muy feo pero hice lo mejor que pude.

♡ ━━ Aquí vimos como asahi al fin vuelve al equipo y que hotaka su inseguridad no se va a pasar de un día para otro y es un proceso lento , y también hotaka solamente usa su libreta por que es un partido de práctica con los de asociación ya con un equipo de otra escuela claramente no lo va usar .

♡ ━━ para los que piensen que tsuki es pesado con hotaka siento que esta siendo bastante agradable a comparación de cómo trata a los demás y kageyama me da risa que intenta ser suave con hotaka pero no le sale .

♡ ━━ y qué opinan? les gusto? ¿Que piensan que pasará? Nos vemos en el prox cap se les quiere demasiado, gracias por los que han estado esperando, sus comentarios y votaciones siempre me motivan a seguir escribiendo uwu 🥺🤍🫶

M. A 👽🍂🔮

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