𝐨𝐧𝐞. el negocio familiar
CAPÍTULO UNO
el negocio familiar ❪ 🦇 ❫
GOTHAM CITY.
un año antes.
LA MAÑANA DEL FUNERAL DE SU HERMANO HABÍA SIDO FRÍA Y GRIS. El otoño comenzaba a ceder ante el invierno, dándole paso a una nueva época helada en Ciudad Gótica, pero aun así, el cementerio estaba lleno de personas cercanas que conocían a la familia Monroe y que se habían reunido en aquella pequeña reunión privada. Petra recorrió con la mirada a los presentes mientras el cura pronunciaba unas palabras solemnes frente a la tumba de su hermano. La mayoría de los rostros le resultaban desconocidos; apenas unos cuantos eran vagamente familiares.
Sabía que era demasiado joven para conocer a todos los amigos de la familia, pero no tardó en darse cuenta de que muchos de los presentes no eran más que completos extraños. Las lágrimas que algunos fingían derramar parecían tan falsas como el silencio que mantenían, como si la muerte de Dan Monroe realmente significara algo para ellos. Aquel falso respeto por una persona que seguramente ni siquiera conocían le hizo desear que todo el mundo simplemente desapareciera a cambio de tener cinco minutos más con su hermano.
Para Petra, en cambio, la pérdida era devastadoramente real. Había perdido a la persona que más admiraba en el mundo: su compañero de risas, juegos y secretos. Dan no solo era su hermano mayor, era también la única persona, junto con su madre, que lograba entenderla por completo. Su tristeza era genuina, las lágrimas que caían de sus ojos eran auténticas, y el nudo de dolor que sentía en el pecho, esa opresión sofocante, no podía compararse con nada que hubiese experimentado antes.
En contraste, el ambiente entre los invitados estaba impregnado de hipocresía. Los susurros de consuelo y las miradas supuestamente compasivas le resultaban insoportables, tan vacíos como las palabras del cura que resonaban en el aire frío del cementerio. Petra optó por guardar silencio, por respeto al momento, aunque en lo profundo de su ser deseaba con todas sus fuerzas echar a todos aquellos extraños. Si por ella fuera, los habría despedido a todos sin dudar, quedando solamente en compañía de su madre.
Dado que su familia era una de las más antiguas de Gotham, Petra siempre había conocido su lugar en la ciudad. No era más que el rostro joven de una dinastía envuelta en misterio y riquezas, y quizá por eso había tantas personas en el funeral. Aunque muchos parecían estar allí solo por su abuela, figuras de otra época que habían llegado para mantener las apariencias.
Cuando el cura dio por concluida la ceremonia, Petra tuvo un último instante para despedirse de su hermano antes de que el ataúd fuera descendido al suelo y cubierto por la tierra. Se quedó unos segundos inmóvil, observando cómo el féretro desaparecía lentamente, tratando de asimilar la realidad. Sintió el abrazo suave de su madre, quien rodeó sus hombros en un gesto silencioso de consuelo, pero el vacío dentro de Petra seguía siendo abrumador.
El silencio comenzó a envolver el cementerio cuando los invitados, poco a poco, empezaron a retirarse. El crujir de las hojas bajo sus pies y el murmullo distante del viento parecían los únicos sonidos que quedaban, mientras el mundo, indiferente, seguía su curso.
──Mis condolecías para tú familia, Laura ──habló una mujer que se había acercado a la madre de Petra con una rosa blanca en sus manos cubiertas por un par de guantes negros.
──Gracias... ──Laura trató de sonreír con amabilidad, estaba igual de disgustada que su hija respecto a los invitados, pero no podía ser irrespetuosa por más que quisiera gritarles en la cara.
──No imagino el dolor que deben estar sintiendo ──dijo la mujer. Aquel simple comentario había hecho hervir la sangre de Petra. Era claro que nadie podría entender aquella angustia. Sin embargo, antes de poder siquiera intervenir, su padre se acercó.
──Agradecemos que hayas podido venir, Kate ──el tono serio y cortante en la voz de su padre alertó a la mujer, como si hubiera sido descubierta y su pésame fuera simplemente un par de palabras ácidas.
La mirada de la mujer se posó en Petra. La joven pudo ver la sonrisa amable en su rostro, aunque sabía que no era más que una fachada. Fingiendo secarse una lágrima falsa, la mujer dejó caer una rosa sobre la tumba, la acción cuidadosamente ensayada para parecer afectada. Sin embargo, parecía como si sus propios padres pudieran ver más allá de aquel espejismo de lástima y dolor. Otras personas la imitaron en silencio; algunos se acercaban a la familia para darles el pésame con palabras vacías, mientras otros simplemente ofrecían sonrisas de consuelo antes de depositar sus propias flores.
Petra permanecía junto a su madre, quien la abrazaba dándole apoyo sin decir nada. Por el rabillo del ojo, Petra pudo ver como, a tan sólo unos metros de distancia, estaba su abuela, que había llegado a mitad de la ceremonia de manera discreta vestida completamente de luto. Apartándose cuidadosamente de su madre, Petra se alejó lentamente, con pasos vacilantes, hasta llegar al lugar donde su abuela se encontraba de pie en completo silencio, como si no fuera del todo bienvenida en ese lugar, una figura solitaria entre la multitud.
La relación de Petra con su abuela, Kathryn Monroe, siempre había sido cercana, un lazo sólido que resistía incluso en los momentos más difíciles. Sabía que siempre podía contar con ella, aunque eso a veces causara fricciones con su madre, quien no siempre aprobaba la manera en que ambas se relacionaban.
Kathryn tenía un aire enigmático; una mujer siempre impecablemente vestida, que parecía tener la frase perfecta para cualquier ocasión, aunque el momento no fuera el más adecuado. Petra sospechaba que esa misma cualidad era la razón por la que su madre prefería mantener a Kathryn a cierta distancia; después de todo, su abuela no era una persona particularmente sentimental.
A pesar de eso, Petra estaba acostumbrada a esa forma de ser. Aunque Kathryn no era de dar abrazos o brindar consuelo abiertamente, siempre la trataba con cariño y respeto, dentro de sus propios límites. Sabía que su abuela lo intentaba, a su manera, y eso le bastaba.
──¿Te ocultas de mamá? ──preguntó con cierta diversión en su voz cuando estuvo cerca de la mujer, quien mantenía la mirada fija en los invitados que abandonaban el cementerio.
Kathryn no desvió la mirada, pero la esquina de sus labios se curvó en una leve sonrisa, casi imperceptible.
──No lo llamaría esconderme, querida ──respondió con su tono característicamente calmado, mientras ajustaba el broche negro de su abrigo de luto──. Solo evito los formalismos vacíos.
Petra soltó un suspiro, sintiendo cómo la tensión en su cuerpo disminuía ligeramente al estar junto a su abuela. La atmósfera a su alrededor siempre era diferente; no había ninguna presión de aparentar, ni la necesidad de sonreír cuando todo dentro de ella se sentía roto. Kathryn, de alguna manera, lograba hacer que el dolor fuera más llevadero, sin la necesidad de llenar el aire de palabras innecesarias.
──Sé lo que piensas de ellos ──añadió Kathryn, como si hubiera leído la mente de Petra sin esfuerzo──. Cada una de esas personas se ha presentado aquí no por amor o respeto, sino porque eso es lo que se espera. Gotham es una ciudad de apariencias, y nuestra familia es el centro de ellas.
Petra asintió en silencio, mirando cómo los últimos invitados se alejaban con sus sombreros y abrigos oscuros, mimetizándose con el gris de la tarde.
──Lo sé ──murmuró──. Dan no hubiese querido siquiera que estuvieran presentes en el cementerio. Hubiera odiado todo esto. Todo este espectáculo, las falsas condolencias, las sonrisas fingidas ──suspiró con frustración──. Todos aquí, fingiendo que les importaba mi hermano cuando probablemente ni lo conocían.
Kathryn, finalmente, giró la cabeza para mirarla. Sus ojos, aunque cansados, estaban llenos de una comprensión profunda, que no requería consuelo ni lástima. Su mirada siempre había sido firme, y Petra encontraba en ella una especie de refugio silencioso, como si esa dureza también le diera permiso de sentir rabia y tristeza sin ser juzgada.
──La gente puede ser de lo más hipócrita cuando les conviene, Petra ──dijo Kathryn suavemente, con un tono más íntimo que solemne──. Y tú no necesitas sonreír ni pretender que estas personas significan algo más que meros espectadores en esta tragedia.
Petra miró al suelo, incapaz de mantener el contacto visual. La realidad de esas palabras pesaba más de lo que estaba dispuesta a admitir. Quería gritarles a todos que se fueran, que dejaran a su familia en paz. Pero, al mismo tiempo, no quería enfrentarse a sus propios sentimientos. El vacío que la carcomía por dentro era casi insoportable.
──No sé qué voy a hacer sin él, abuela ──confesó en un susurro, sintiendo cómo sus ojos se llenaban de lágrimas que no había dejado salir durante toda la ceremonia.
Kathryn no respondió. En lugar de palabras, deslizó su mano suavemente hasta la de Petra, apretándola con firmeza, ofreciéndole un gesto simple pero lleno de significado. No era el tipo de consuelo que se expresaba en abrazos o frases de alivio. Era más bien una promesa silenciosa.
──Dan siempre estará contigo, en un sentido que estas personas jamás entenderán. Y eso, querida, es algo que nadie te puede quitar.
Petra inhaló profundamente mientras asentía con la cabeza, intentando calmarse, mientras observaba la figura de su abuela junto a ella, sólida y fuerte, un pilar inquebrantable entre tanto caos. Sabía que ella tenía razón. El recuerdo de su hermano viviría dentro de ella, aunque el dolor nunca desapareciera por completo. Una pequeña risa escapó de los labios de Petra mientras revivía el recuerdo de su hermano.
──Recuerdo que Dan... Siempre decía que el caos de la ciudad terminaría por enfermarlo.
──Gotham está enferma, cariño. El crimen y la violencia son tan comunes que la gente se ha vuelto insensible a ellos ──Petra sabía que eso era verdad, después de todo, cualquier tipo de crimen pasaba desapercibido hasta para el justiciero de la ciudad.
──Sé que no fue un accidente ──murmuró──. Ni siquiera nos dejaron despedirnos. Sólo mi padre pudo ver el cuerpo antes de los preparativos para el funeral ──Petra sentía la angustia estrujando su pecho, pero dejó salir una risa amarga──. ¿Y Batman? ──una risa amarga escapó de sus labios──. ¿Dónde está cuando se lo necesita?
Su abuela sonrió con ironía.
──Los héroes velan por su propio bienestar, querida.
La tensión en el aire se volvió palpable tras las palabras de Kathryn, quien mantuvo su expresión serena, pero un brillo sutil en sus ojos indicaba que, aunque no lo decía abiertamente, compartía el dolor y la frustración de su nieta.
──Para curar una ciudad como Gotham ──continuó su abuela──, tienes que obligarlos a entender. Mostrándole a la gente de Gotham su yo más oscuro.
Petra levantó la vista del suelo, observando el paisaje que se extendía ante ella, antes de clavar su mirada en los ojos de su abuela. La mujer permanecía serena, como si supiera que aquel comentario había desbloqueado algo profundo en Petra. La verdad era que ella estaba de acuerdo; la ciudad siempre había sido un caos. Ni siquiera sabía cómo llevar una vida normal y, a menudo, había fantaseado con escapar. Aunque tanto ella como su madre habían alimentado esa idea durante años, su padre y su abuela habían puesto todo su empeño en evitar que la mudanza se llevara a cabo.
Mientras tanto, Petra solía escuchar a su hermano quejarse de la injusticia, indignado por la forma en que se manejaban las cosas en la ciudad. Se lamentaba de que aquellos encargados de defenderlos eran inútiles o, peor aún, egoístas. A pesar de que muchos idolatraban a Batman, Petra nunca se había sentido parte de ese grupo. Para ella no era más que un hombre enmascarado que se ocultaba entre las sombras y cuyo propósito tampoco era claro ante los ojos de ella. Ahora, tras haber perdido a su hermano a causa del murciélago, comenzaba a entender mejor lo que Dan siempre le decía.
«Nadie se ensucia las manos por los inocentes», pensó Petra recordando lo que su hermano solía decirle.
El viento frío volvió a envolverlas, moviendo suavemente las ramas desnudas de los árboles sobre ellas. El jardín, que alguna vez había sido un refugio para los pensamientos de Petra, ahora se sentía como un lugar donde cada hoja caída susurraba un recuerdo de su hermano.
──No quiero que se apague el recuerdo de Dan ──murmuró Petra, su voz apenas un susurro arrastrado por el viento.
──Entonces no dejes que lo haga ──respondió Kathryn, con la firmeza que solo los años y la experiencia podían darle──. No dejes que esta injusticia quede enterrada. Mantén vivo su recuerdo. Porque mientras lo hagas, él nunca desaparecerá.
Petra levantó la mirada hacia el cielo gris. En ese momento, algo dentro de ella hizo clic. Su hermano no había querido ser recordado por su funeral, ni por la tragedia que lo había arrancado de su vida. Quería ser recordado por sus risas, sus sueños, su lucha constante contra la superficialidad que envolvía a Gotham.
──Tal vez tú puedas hacer su deseo realidad ──agregó la mujer parándose delante de Petra. La joven le sostuvo la mirada──. Antes de morir, tu hermano estaba ayudándome a encontrar la cura para la enfermedad de Gotham. Por desgracia, no podrá ver su más grande deseo en carne propia, pero te estoy ofreciendo a ti, Petra, la oportunidad de cumplir su palabra.
Petra sintió cómo el aire se le cortaba en los pulmones al escuchar aquellas palabras. La propuesta de su abuela resonaba como un eco en su mente, una llamada a la acción que la llenaba de un fervor desconocido y aterrador. Pero al mismo tiempo, había un secreto que las palabras de su abuela ocultaban y que, por alguna extraña razón, Petra podía sentir que comprendía en profundidad. Sintió que el peso de su familia se cernía sobre sus hombros, el legado de los Monroe que siempre había sentido como una carga, ahora comenzaba a transformarse en una responsabilidad
──¿Curar Gotham? ──repitió Petra, su voz entrecortada por la incredulidad. ¿Era realmente posible cambiar una ciudad tan sumida en la oscuridad?
Kathryn asintió lentamente, su mirada fija en Petra, como si evaluara cada pensamiento que pasaba por la mente de su nieta.
──No estoy hablando de curarla con medidas suaves y políticas inútiles ──dijo con un tono bajo, pero firme──. Gotham no responde a la bondad ni a los héroes que velan por su propio bienestar, querida. Para transformar esta ciudad, se necesita algo más que promesas vacías. Se necesita hacer que la ciudad sienta miedo. Miedo de sí misma, miedo de lo que es capaz.
──No puedo hacer esto sola... ──murmuró Petra, luchando por ordenar sus pensamientos.
Kathryn inclinó la cabeza ligeramente, como si ya hubiera anticipado esa preocupación.
──No estarás sola, Petra ──la mujer se acercó a ella, quedando aún mas cerca de su rostro──. Piensa en lo que han hecho por ti, por el resto de nosotros... Tú eres la pieza clave. Y ellos, aprenderán que nadie está por encima del caos verdadero.
El viento volvió a soplar, frío y cortante, como una advertencia de lo que estaba por venir. Petra cerró los ojos un momento, sintiendo cómo la realidad de las palabras de su abuela comenzaba a asentarse en su mente. El peso de la realidad y el deseo de hacer justicia por Dan se mezclaban en su interior, creando una tormenta que no sabía cómo controlar.
Cuando abrió los ojos de nuevo, miró a Kathryn, y la decisión se había formado. No sabía si podría enfrentarse a lo que venía o si estaba destinada a caer en el intento, pero una cosa era segura: no dejaría que la muerte de su hermano fuera en vano.
──¿Por dónde comenzamos?
GIULY AL HABLA. . . HEELOOOUU AMORESSS ¿Cómo andannn? Hoy les traigo el primer capítulo editado para que puedan leerlo y disfrutarlo ah jajajaja
He regresado a ver cositas de la serie, así que espero poder traer pronto algún otro capítulo. Desde ya, sepan disculpar si me cuelgo, a veces el tiempo y la inspiración no van de la mano.
Como siempre, se agradecen los votos y comentarios, es una forma de saber si les ha gustado la historia y de ver que hay personitas interesadas ❤️🌌 Espero les haya gustado, gracias por el apoyo, las amodoro ❤️
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