♟️ :: ( 𝗺𝘆𝘀𝘁𝗲𝗿𝘆 one ) (!)
🐇🕳️...
┃ CAPÍTULO
UNO: sigo a un
conejo con aspecto
de hombre.
*
Cuándo era pequeño, mi madre solía decirme que estaba loco, que había perdido completamente la cabeza al soñar con conejos blancos, un niño con sombrero, una reina con una cabeza enorme y comida deliciosa que podía ayudarme a cambiar mi tamaño.
Luego, por supuesto, mi madre solía repetirme que las mejores personas lo estaban. Así de locas como yo; eso me ayudaba a pensar que simplemente eran sueños y que eso me hacía ser una mejor persona. Cuándo murió, dejándonos a mi hermana y a mí sólo en compañía de mi padre, todo se volvió diferente.
Mi padre se distanció de nosotros, ya no venía a jugar, ya no venía con sus sonrisas y el trabajo ocupaba gran parte de su tiempo. Nuestra familia se rompió y ha sido duro salir día a día.
De todas maneras, de eso han pasado muchos años y ahora, actualmente, hemos sigo invitados a una fiesta victoriana de un amigo de la familia.
El carruaje en el que voy, sentado con mi hermana a mi lado, traquetea por las callejuelas de la ciudad. La fiesta es en honor a su hija, Anastasia Stocker, que quiere hacer un anuncio importante y es de vital importancia que asistamos a ella, según mi padre.
Qué ha intentado convencernos de que, esto es lo que tenemos que hacer al pertenecer a una parte de la sociedad privilegiada y rigurosa.
Mi padre se emplea en una empresa de barcos, de trayectos de mercancías y de ese estilo.
—Nadie se daría cuenta si no aparecemos —menciono por lo bajo, mientras comparto mirada con mi hermana que preferiría estar mil veces leyendo en casa.
Nuestro padre se encuentra a nuestro frente, con rostro severo y un bastón entre sus piernas.
Rickson Grey ha sido golpeado por los muchos años en soledad, y ya no hay amor en nuestra relación. Mucho menos cuándo se volvió agresivo, y aparecía alterado brevemente por casa.
—Se darán. Ya hemos hablado de esto, Newton. Son estas cosas a las que debéis acostumbraros ambos y punto —dicta, golpeando un bastón con rubí azul en el suelo.
Mi hermana, Elizabeth Grey (o Lizzy como yo la llamo), patea brevemente su vestido mientras trata de ajustarse su corsé. Viste un intrincado vestido de volantes de tonos beige, que la hacen lucir más pálida de lo que ya es. Su cabello es sujeto por una joya de mariposa, y deja caer varios rulos rubios enmarcando por su rostro. Sólo la supero por un año, pero muchas veces llega a ser mucho más madura que yo.
Yo llevo un traje azul, también con volantes por todas partes. Zapatillas sin casi suela, y un lazo azul sobre la gargantilla que me aprieta demasiado y me deja sin aire. Mi cabello también es rubio, como el de nuestro padre, y está engominado perfectamente por todos lados.
—Madre no nos obligaría a ir a este tipo de reuniones —suelto, casi por accidente.
Mi padre me mira de inmediato con ojos de loco y veo la forma en la que apresa el bastón entre sus dedos, y estoy seguro de que si no fuéramos en un carruaje directos a una fiesta pública, ya me habría golpeado por mi atrevimiento a mencionarla. Una regla en casa, era dejarla en el pasado.
Al momento, estrecho mis manos sobre mi regazo, bajando la cabeza.
—Lo siento. No quería... He dormido mal. —Eso parece asustarlo, porque mira a ambos lados y me pregunta en voz baja, algo que se ha vuelto rutinario.
—¿Otra vez esa misma pesadilla?
Asiento, siendo observando por Lizzy, quien junta sus manos con las mías. Siempre me consuela. En cambio, mi padre me mira con esos ojos endemoniados otra vez.
—Es la misma de siempre. ¿Crees que es normal, padre? —No parece entenderme—. Soñar con lo mismo una y otra vez, durante tantos años.
Su rostro se vuelve pálido y aprieta todavía más su bastón.
—Ya te dije que no volvieras a mencionarme nada de este tema. Olvídalo, tómalo cómo algún tipo de pesadilla rutinaria, pero ni se te ocurra mencionarlo enfrente del resto de la gente, ni por asomo. —Allí se da por terminada la conversación.
Finalmente, nos sumimos en el mismo silencio de antes y el carruaje sigue moviéndose, sin reparo, sobre un pulido asfalto y dejando plena vista de un paisaje pintado con verdes matorrales, pinos y abetos. Llegamos a la mansión unos minutos más tarde, y mi padre sostiene mi brazo con fuerza mientras me tira hacia delante.
Mi hermana da varias zancadas con sus zapatos de tacón, intentando seguirnos el paso.
Mis ojos se desvían al agarre de mi padre, que se aferra a mi brazo con bastante presión y me duele. Lo retuerce casi con emoción mientras alcanzamos el palco del jardín de la mansión Stocker. Los padres de Anastasia nos esperan en la entrada.
—Creíamos que nunca llegaríais —dijo su padre, un hombre de cabellos rojos.
Se llama Bernard, y es igual de hosco y malhumorado que mi padre. Ambos trabajan en la misma empresa; su madre, en cambio, Stephanie, una mujer adinerada, de cabellos castaños y recogidos por encima de los hombros, me mira con expectación. Me inclino hacia ellos, con un saludo, al mismo tiempo que mi padre y mi hermana, en cambio, inclina la cabeza estirando su vestido a los lados.
—Hubo un retraso con el carruaje y ya sabes cómo son los jóvenes ahora, se retrasan por lo más pequeño —señala Rick, mientras dirige su vista más despectivamente hacia mi hermana.
Ella se ruboriza, mientras Stephanie me señala hacia dentro.
—Newton, querido, Anastasia te espera en el centro de baile. Concédele un vals, vamos. —Y recibiendo una estirada mirada de mi padre, me hundo de hombros y comienzo a bajar las escalerillas que dan al jardín.
Allí hay un montón de personas reunidas, con trajes elegantes, peinados perfectos y repitiendo todos los mismos pasos y movimientos estáticos. Siento la mirada de todo el mundo mientras atravieso la gente que come aperitivos, se mueven en solitario al son de la música clásica que suena por todas partes y aunque hay un olor agradable, posiblemente por todas las flores blancas que decoran el sitio, tengo una presión grave en el pecho.
Encuentro a Anastasia en el centro de una pista de baile, esperándome. Viste un vestido también de volantes, pero blanco y su cabello naranja, cae con tirabuzones tras su espalda. La conozco desde que soy niño, pero nunca la he visto tan arreglada como hoy. Me recibe con un tirón de mi brazo, tiene las cejas fruncidas y sin palabra, nos integramos con los duetos de baile.
Llevamos varias veces dando vueltas, intercambiando parejas y regresando con la pareja inicial. Anastasia no me ha dicho nada todavía, entonces algo incómodo por estar rodeado de pronto, con tantas piruetas, se me ocurre una tontería.
—Anastasia, ¿nunca te cansas de este baile? —La supero por dos cabezas, pero finalmente sus hombros se hunden y deja de parecer estar tan enfadada conmigo.
Su rostro vuelve a sonreír con amabilidad, quizás acostumbrada a mis tonterías.
—Al contrario, lo encuentro estimulante. —Volvemos a retomar las piruetas, hasta que se me pasa otra idea por la cabeza y me río entre dientes.
Anastasia de inmediato borra su sonrisa y me mira, con desdén.
—¿Acaso he dicho algo gracioso?
—No, es sólo... —Me apresuro en corregirme—. Me estaba imaginando a las mujeres con ropa de hombre y a los hombres con ropa de mujer. Sería divertido, ¿no?
Ella de inmediato me da una vuelta, enganchada a mi cintura y me sisea por lo bajo: —No vuelvas a comentar esas insensateces otra vez, Newton. Y ante la duda, mantén silencio.
Entonces, recuerdo porqué no soporto estar con ella. Alzo la vista, encontrándome un precioso cielo azul con pájaros danzando por su cuadro. La vista me corta el aire y no puedo evitar golpear con otro chico que pasa por mi lado con su pareja.
—Discúlpenos, caballero. El Sr. Grey está muy distraído hoy —señala Anastasia, como si no pudiera disculparme por mi propio pie.
Cuando nos detenemos, para dar un baile en un mismo apartado del pináculo, me regaña: —¿En qué estás pensando? ¿Quieres dejarme en ridículo?
Niego de inmediato, volviendo a disculparme.
—Me preguntaba cómo sería volar, no... No quería causar problemas.
Ella tose, tratando de seguir el ritmo de los siguientes vals.
—¿Por qué pierdes el tiempo pensando en cosas que son imposibles, Newton?
De inmediato la respuesta sale de mis labios sin siquiera pensarlo.
—¿Y por qué no? —No parece entenderme, y me explico con una sonrisa—. Mi madre decía que a veces creía en seis cosas imposibles antes del desayuno. —Qué recuerdos.
Sin embargo, ella no parece entenderme. Mira a la distancia, atenta y cuándo encuentro que mira a su madre, confundido, me sorprende cuándo nos detenemos abruptamente.
Me aparta del baile casi para salir del recodo, y me dice: —Newton. Espérame en el cenador dentro de diez minutos, exactamente.
Quiero preguntarle de qué va todo esto, pero me deja tirado y allí solo, me asusto cuándo mi hermana me agarra de un brazo para dar un pequeño paseo por el jardín. La gente no deja de observarnos y extrañado, detallo el nerviosismo que se clava en mi hermana.
—¿Qué ocurre? —pregunto, desconcertado.
Ella habla de pronto tan apresuradamente, que por unos instantes me cuesta entenderla. El lazo de mi cuello me aprieta con más fuerza el cuello cuándo la escucho.
—Anastasia te va a pedir la mano, me he enterado por las gemelas Hambush. Esta fiesta es por eso explicito. —La noticia me cae como un balde de agua fría.
—¿Qué dices? ¿Todo el mundo aquí lo sabe? —Mi corazón se agita con fuerza y comienzo a temblar—. Pero... pero no sé si quiero casarme con ella, no... No quiero...
Mi padre aparece de la nada, separa a mi hermana con un pequeño empujón y agarrándome del brazo, comienza a hablar con severidad pero en bajo. Ha sido un cambio tan repentino, que la cabeza me da vueltas y la sangre me sube como corrientes eléctricas.
—¿Qué es eso de qué no quieres casarte con ella? Ciertamente era una sorpresa, pero... —Que lo sepa hasta mi padre, me abruma enormemente—, pero ella es la heredera de toda la fortuna de los Stocker, nos salvaría inmediatamente.
—¿Qué?
Nos detenemos abruptamente, y sus ojos brillan centelleantes.
—Newton, ya tienes 21 años. Tu belleza no durará para siempre y mucho menos la atención que todo el mundo te pone encima. ¿O es que acaso quieres acabar cómo tu tía Imogene?
Me señala con desdén a un lateral, en donde espera una señora de mediana edad, de cabellos castaños y rostro perdido. Sus ojos miran a la nada y según lo que parece, ha perdido la cabeza. Sigue esperando a un hombre, esposo imaginario, que no llegará nunca.
Mi padre regresa su atención a él, cuando me acaricia la mejilla con un toque frío y distante. Me estremezco por debajo.
—¿No querrás ser una carga para mí, verdad? ¿O arruinar la vida de tu hermana? —Eso me enfada de inmediato.
—Eso no es justo, padre —pero su mandíbula tensa, me calla.
—Te vas a casar con Anastasia, quieras o no. ¿Lo has entendido? —Pero antes de contestar, otra voz nos interrumpe.
Es la madre de Anastasia, Stephanie, que me llama con una sonrisa distante.
—Newton, querido, acompáñame. Demos un agradable paseo, tú y yo.
Un rato más tarde, estamos dando un paseo por el laberinto de jardín escondido que tiene la familia Stocker; ese por el que mil veces, he jugado de niño con Anastasia y mi hermana. Su madre me agarra de la mano, dándome leves caricias por encima, mientras estamos en una conversación trivial. Sin embargo, el miedo me ataca.
Porque ahora sé de qué va todo esto.
Ella no me habla más que de unas obstrucciones que tiene su hija, que debo poner mucha atención en esos aspectos, que debo cuidarla mucho, pero... Mi atención se desvía hacia los matorrales cercanos, en donde veo un conejo blanco. Uno con chaleco, precioso pelaje y sí, dios, exactamente como el de mis sueños.
—¿Ha visto eso? Un conejo —le digo a Stephanie, y ella inmediatamente coloca un rostro de repudio.
—Los detesto, siempre que puedo los echo a los perros. —me contesta, y se le nota el asco en la voz.
Yo alzo una ceja y cuándo piensa retomar la conversación sobre los problemas estomacales de su hija, alcanzo a ver de nuevo al conejo. No lo pienso dos veces antes de pedirle disculpas y perseguirlo.
Sin embargo, al salir del intricado laberinto, me encuentro con Anastasia. Ella me mira de arriba a abajo y señala el recinto que hay oculto entre el jardín.
—¿Qué haces aquí todavía? Te dije que me esperases en el cenador.
Y sin mediar palabras, ahora estoy con ella y con todo el público de la fiesta mirándonos. El cenador es precioso, blanco y con forma de cúpula. Me toma de las manos mientras agita su cabello brillante y se inclina hacia mí. Es demasiado pronto, no me han dado tiempo para pensar debidamente sobre esto.
De repente, siento que no puedo respirar.
—Newton Grey, me harías la chica más feliz del mundo si... —Pero la detengo a media palabra, cuando descubro que tiene una especie de oruga azul sobre sus hombros revestidos con seda fina.
—Anastasia, espera.
Ella chasquea con la lengua, y me dice: —¿Qué pasa ahora?
—Tienes una oruga sobre el hombro.
De inmediato se pone a chillar y cuando piensa aplastarla o lanzarla sobre el suelo para pisarla, se la quito de encima con un rápido movimiento. Ella la mira con asco, mientras la sostengo entre mis dedos.
—No la hagas daño, pobrecita. —Y dándole la espalda, la dejo sobre un banco de atrás.
Retomo mi posición de antes, fijándome en cómo ahora sólo sostiene mi mano izquierda, la que no ha tocado al animal. Sorprendentemente obvio, siempre ha odiado todo lo que tiene que ver con la naturaleza.
—Newton Grey, ahora sí, ¿me concederías el enorme placer de ser mi esposo? —Y ahí está.
La terrible proposición a la que de pronto sé que no deseo, no me gusta ella. La considero una simple amiga. Me da terror pertenecer a esta familia de estirados.
—Lo siento, yo... Anastasia, yo... —soy incapaz de pronunciar nada.
Me suelto de sus manos, me acerco a la salida y todos me observan con rostros llenos de juzga. Mi padre intenta acercarse a mí, pero lo esquivo hábilmente, mientras digo en alto: —No puedo, lo siento.
Y entonces cuando seguramente mi padre o la misma Anastasia piensan convencerme de lo contrario, lo veo. Al conejo blanco. No lo pienso dos veces antes de salir en pos de él.
Ahora no puedo pensar en nada, no quiero imaginarme las consecuencias, o los repudios que veré al volver; por lo que sólo me preocupo de correr a través de los bosques, dejando atrás la mansión Stocker y de repente, pasan dos cosas; el conejo, incluso desde la distancia, me parece que toma forma de un joven; y escucho pasos detrás de mí.
Cuándo con la respiración agitada y con un dolor grave en el pecho, llego a un árbol seco y viejo que tiene un enorme agujero negro en el suelo, mi hermana Lizzy me habla a mis espaldas.
—Newt, tienes qué ver la cara que ha puesto padre. Nos va a matar —dice, totalmente asustada.
Y yo me detengo a centímetros del agujero, ella me alcanza y veo ese rostro asustado, perlado de lágrimas y le digo: —Regresa, ya se le pasará. Nos buscará a otra familia, o...
Pero entonces, cuando doy un paso atrás sin poder imaginarme las consecuencias de mis acciones, es que me resbalo y caigo por ese agujero negro. Creo que pierdo la consciencia varios segundos, pero cuándo abro los ojos veo que Lizzy se lanza contra mí y no lo pienso dos veces.
La estrecho contra mi cuerpo, cubriéndole la cabeza y después, ambos nos vemos obligados a caer en ese vacío.
🐇🎀...
,,, EL SOMBRERO SE DESPIDE ?
muchas gracias por su apoyo. no pensé que subiría capitulo tan pronto, pero estoy muy feliz. gracias por leer y pronto tendremos más actusss. hemos visto por encima a minho y pronto veremos a thooomaaas.
los ama, su sombrerera.
🐇🎀
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