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𝗡𝗔; ⁿᵒᵗʰⁱⁿᵍ ⁱˢ ʳᵉᵃˡ

ME ENCONTRABA EN LA azotea de la escuela, un lugar donde solía refugiarme cuando el peso del mundo se volvía insoportable. El viento revoloteaba suavemente en mi cabello, despeinándolo mientras observaba el paisaje. Desde ahí arriba, la ciudad parecía tan pequeña, tan lejana de los problemas que me atormentaban. Suspiré profundamente, intentando ahogar el nudo que se formaba en mi garganta, y me giré lentamente, solo para encontrarme con Kang mirándome fijamente.

Salté en mi lugar, sobresaltada por su presencia. ¿Cuánto tiempo llevaba ahí? Puse una mano sobre mi corazón, intentando calmar los latidos desbocados.

-¿Qué no sabes que espiar está mal? -dije con voz firme, tratando de ocultar mi nerviosismo. Mis ojos se clavaron en los suyos, pero rápidamente desvié la mirada-. Da igual.

Caminé hacia la salida, decidida a irme, a dejar atrás ese incómodo encuentro. Pero su voz, cargada de una mezcla de curiosidad y algo más, me detuvo en seco.

-¿Estás comprometida con Ri-an?

Me quedé helada, girando levemente mi cabeza para verlo de reojo. ¿Cómo sabía él eso? ¿Quién más lo sabía?

-¿Qué?

-Si lo estás -repitió, su postura se volvió más firme, su expresión una mezcla de confusión y algo que no podía descifrar-, ¿por qué huyes de él? ¿Hay una razón específica por la que no puedas estar con él?

Giré por completo mi cuerpo, enfrentándolo con una mirada que podría congelar el sol.

-Creí que ya te había dicho que no te pasaras de la raya.

Pero él no se inmutó. En lugar de retroceder, se acercó a mí con pasos largos, su rostro mostrando una inocente sonrisa, como si el mundo fuera un lugar perfecto, como si no entendiera el caos que sus palabras estaban causando en mi interior.

-Yo también quiero verte sonreír. ¿Y si salimos juntos de verdad? -se acomodó en su lugar, como si estuviera a punto de hacerme la oferta más tentadora del mundo-. En lugar de Ri-an, estaré yo a tu lado.

Bajé la mirada, incapaz de sostener la suya. Mis emociones eran un torbellino descontrolado. Las lágrimas amenazaban con escapar de mis ojos, la alegría se agitaba en mi estómago, pero la ira presionaba mi pecho, haciéndome sentir como si fuera a explotar. Todo era un desastre.

-Te haré sonreír, Tae Soo-ra.

Esa frase. La había escuchado antes. Ya había sentido esto antes. La familiaridad de sus palabras hizo que mi corazón latiera con más fuerza. Eran extrañamente parecidos.

Eso no era bueno.

-Real o fingido, no me interesa -dije, sintiendo cómo su sonrisa se desvanecía lentamente-. No creo que lo entiendas.

-¿Es porque soy un becario? -se acercó más, tomando mis manos entre las suyas.

-No, no creo que tú y yo seamos tan diferentes -respondí, soltándome levemente de su agarre, sintiendo la dolorosa ausencia de su tacto-, pero lo que yo crea, o sienta, no es importante en el mundo en el que vivo. No, en el mundo en el que sobrevivo.

Su rostro reflejaba preocupación y confusión, y cada vez que lo miraba a los ojos, sentía que mi pecho dolía un poco más.

-Como dije, no lo entiendes -mi voz temblaba, y la desesperación comenzaba a llenar mi cuerpo. Quería correr, desaparecer, y nunca volver-. Ignoraré lo que dijiste antes.

Hice una leve reverencia, sin atreverme a mirarlo nuevamente, y me fui, permitiendo que las lágrimas, que tanto había luchado por contener, finalmente cayeran.

Caminaba a paso rápido por los pasillos, intentando esquivar a todos. No estaba de humor para conversaciones ni sonrisas fingidas. De repente, alguien chocó contra mi hombro, pero ni me molesté en detenerme. Mi mente estaba en otra parte, en un lugar donde no tenía que lidiar con toda esta gente. Sin embargo, la voz fría de la Señorita Han me sacó de mis pensamientos.

-Soo-ra -dijo con una sonrisa cínica-, ¿no deberíamos disculparnos cuando chocamos? Ya sabes, "respeto mutuo entre alumno y maestro" es una regla de la escuela.

Me detuve a regañadientes, girándome lentamente para mirarla. Escaneé su atuendo de arriba a abajo, notando el bolso que llevaba con una arrogancia descarada. No pude evitar el desprecio en mi tono cuando respondí.

-¿Es necesario el respeto? -le pregunté con sarcasmo, sin siquiera molestarse en ocultar mi desdén.

La Señorita Han se cruzó de brazos, su sonrisa se ensanchó.

-Creo que necesitaremos algunas clases de orientación. -Noté cómo sus ojos brillaban al ver mi expresión de confusión-. Ya sabes, te has estado juntando con ciertas personas, y si necesitas mi ayuda, estaré aquí. Después de todo, ya superamos un trágico accidente. No queremos que ocurra otro, ¿verdad?

Sus palabras encendieron una chispa de ira en mí, como si cada una estuviera diseñada para provocarme. Miré su bolso con desprecio y crucé los brazos.

-Un Hermès Birkin -dije, la amargura era evidente en mi voz-. Parece que tú estás más angustiada e imprudente que yo.

Sin esperar una respuesta, me di la vuelta y salí de ahí lo más rápido que pude. No podía soportar estar un segundo más en su presencia. Me dirigí directamente a mi sala privada, el único lugar en esta maldita escuela donde podía encontrar un poco de paz. Cerré la puerta con seguro, como si eso pudiera bloquear el mundo exterior.

Saqué una pequeña bolsa con polvo blanco de mi bolso, la sostuve en mis manos por un momento, sintiendo su peso, su promesa de escape. Con manos temblorosas, alineé una pequeña cantidad en la mesa, acerqué mi nariz e inhalé profundamente, dejando que el ardor invadiera mis fosas nasales.

La quemazón era fuerte, pero más fuerte era la sensación de alivio inmediato. Por un instante, todo se desvaneció: la ira, la tristeza, la desesperación. Sólo quedaba esa sensación de desconexión, de que nada de esto importaba realmente.













-¡Soo-ra! -Escuché su voz llamándome mientras corría, soltando risas que parecían llenar el aire-. ¡Vuelve aquí, pequeña tramposa!

No pude evitar sonreír mientras aceleraba el paso, sintiendo cómo el viento rozaba mi rostro y despeinaba mi cabello. La sensación de libertad era tan extraña, casi olvidada en medio de todo el caos de mi vida. Pero, antes de que pudiera escapar más lejos, sentí sus manos fuertes atrapándome por la cintura. Me levantó del suelo con una facilidad que hizo que riera aún más, mis manos instintivamente se aferraron a sus hombros mientras él giraba, creando un torbellino de alegría y risas que parecía no tener fin.

Finalmente, se dejó caer en el pasto, llevándome con él. Nos recostamos uno al lado del otro, nuestras respiraciones entrecortadas por la risa, con el cielo azul extendiéndose sobre nosotros como un lienzo sin fin. Miré las nubes que flotaban perezosamente, y por un momento, todo en mi mundo parecía estar en su lugar. Sentí una paz momentánea, una calma que era tan extraña en mi vida que casi no sabía qué hacer con ella.

-Esa nube parece un pez -dijo suavemente, rompiendo el silencio con una calidez en su voz que me hizo sentir segura.

Fruncí el ceño juguetonamente, esforzándome por ver lo que él veía. Tal vez no era exactamente un pez, pero la forma abstracta que señalaba me hizo sonreír.

-¡Claro que no! -dije, colocando un brazo bajo mi cabeza mientras lo miraba con una sonrisa burlona-. Parece un cocodrilo.

-Lo que tú digas, princesa -respondió él con una sonrisa divertida, y nuestras risas volvieron a resonar en el aire, llenando mi corazón de una calidez que casi había olvidado que existía-. Es hermoso.

-Lo es -susurré, volviendo la cabeza para mirarlo. Y ahí estaba él, ya mirándome, sus ojos reflejando algo que no podía identificar del todo, pero que me hacía sentir más ligera, más... viva.

Sus ojos se dirigieron a mis labios, y de repente, todo el mundo exterior pareció desvanecerse. No podía evitar que mi mirada bajara hacia los suyos, sintiendo cómo mi corazón comenzaba a latir con más fuerza. Nos acercamos lentamente, cada centímetro entre nosotros lleno de una tensión que era a la vez emocionante y aterradora. Todo era tan perfecto, tan surrealista, como un sueño del que no quería despertar.

Pero, de un momento a otro, simplemente desapareció...

La calidez, la cercanía, la seguridad. Todo se desvaneció como humo en el aire, dejándome sola, con un vacío en el pecho.



















Todo se volvió negro...



















Escuchaba murmullos preocupados cerca, pero no podía entender las palabras. Eran como ecos lejanos, apenas perceptibles, y la sensación de urgencia comenzó a crecer dentro de mí. Sin pensarlo, empecé a correr, mis pasos resonaban con fuerza en el suelo mientras mi corazón latía desbocado. Todo a mi alrededor era borroso, como si el mundo se desvaneciera y tomara una forma más oscura, más opresiva. De repente, todo comenzó a enfocarse, y me di cuenta de dónde estaba: un callejón oscuro y estrecho, que emanaba una desesperación palpable.

El miedo me atenazó el pecho mientras corría hacia el final del callejón, donde algo -alguien- me esperaba. Pero cuando llegué, todo pareció desmoronarse. Lo vi allí, su cuerpo sin vida en el suelo, inerte y frío. El impacto de la escena me dejó paralizada. Sentí como si el suelo bajo mis pies se abriera, tragándome en un abismo de terror y dolor.

Alguien notó mi presencia. Vi una figura borrosa que se movía hacia mí, pero no pude distinguir su rostro. Todo era demasiado confuso, demasiado irreal. Mis rodillas cedieron, y caí al suelo, sintiendo cómo el aire me faltaba. Intentaba respirar, pero cada inhalación era un esfuerzo doloroso. Una presión abrumadora me oprimía el pecho, mientras el pánico se apoderaba de mí. Alguien me agitaba con fuerza, sacudiéndome de mi parálisis, pero sus movimientos solo intensificaban mi angustia. Podía escuchar mi nombre, pero sonaba como si viniera de muy lejos, como si no estuviera dirigido a mí.

Todo comenzó a desvanecerse, el callejón, las personas, los ruidos... él. Todo desapareció en un instante, como humo negro disipándose en el viento.

De repente, el aire golpeó mis pulmones con una fuerza que me hizo jadear. Mi visión se aclaró y me di cuenta de que ya no estaba en el callejón. Kwon-tae estaba sosteniéndome entre sus brazos, su mirada reflejaba una profunda preocupación. El mundo real volvía a mí lentamente, pero la sensación de irrealidad persistía, como si estuviera atrapada entre el sueño y la vigilia.

-Tranquila, tranquila... -murmuró suavemente, acariciando mi cabello con manos temblorosas. Pasó una toalla húmeda por mi nariz, limpiando el rastro de lágrimas, sangre y polvo blanco que había quedado. Su voz era como un ancla que me mantenía aferrada a la realidad-. Estás bien, tranquila.

Pero no lo estaba. No podía respirar bien, el dolor en mi pecho era abrumador, como si algo dentro de mí estuviera a punto de romperse. Y entonces, sin previo aviso, comencé a llorar. Las lágrimas cayeron con fuerza, una tras otra, sin que pudiera detenerlas. No podía parar. Sentía que cada sollozo me liberaba un poco más de la pesadilla que acababa de vivir. El dolor, la culpa, el miedo... todo salía en una tormenta de emociones incontrolables.

No fue real...

Me repetía esas palabras en mi mente, intentando convencerme de que lo que había visto, lo que había sentido, no era más que un recuerdo. Pero el miedo persistía, como una sombra que no podía disipar.

Kwon me abrazó con fuerza, y en ese momento, su presencia fue lo único que me mantuvo unida. Sentí su aroma familiar llenando mis sentidos, calmando mis pulmones que aún buscaban aire desesperadamente. Sus caricias en mi cabello fueron como una melodía suave, tratando de relajarme, y poco a poco lo lograron. Mi respiración se estabilizó, mis lágrimas comenzaron a secarse, y el caos dentro de mí empezó a desvanecerse.

Pero la sombra de ese recuerdo, de esa visión, permanecía en el fondo de mi mente, un recordatorio de que, aunque no fue real, el miedo que sentí lo fue.





































































───── 𝗔𝘂𝘁𝗵𝗼𝗿'𝘀 𝗡𝗼𝘁𝗲.! ⋆

• pésimo, gracias por su participación

• después de mil años he vuelto

• prometo estar más activa y no desaparecer de la nada 🤗🥳🙌🏻🤓

• voten y comenten 😡

#NOLECTORESFANTASMA

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