𝗡𝗔; ᵖʰᵃˢᵉ ᵒⁿᵉ
ME DIRIGÍ A LA PEQUEÑA TERRAZA, decorada con elegantes muebles de hierro forjado y cojines de terciopelo, y me senté en la cabecera de la mesa, disfrutando de la suave brisa matutina que traía el aroma de las flores del jardín. Observé los finos bordados en el mantel blanco y las copas de cristal que brillaban bajo la luz del sol, pero noté la ausencia de Soo-hyun y Kwon-tae, lo cual me inquietó un poco.
-¿Dónde están Soo-hyun y Kwon-tae? -pregunté, tomando un sorbo del jugo de naranja recién exprimido que me habían traído en una copa alta. El sabor fresco y cítrico me despejó la mente. Justo entonces, escuché pasos apresurados y voces alteradas.
Vi cómo llegaban Soo-hyun y Kwon-tae, empujando a un Kang-ha que se resistía ferozmente. Sus rostros estaban ligeramente enrojecidos por el esfuerzo. Soo-hyun llevaba un suéter de cachemira gris sobre una camisa blanca, mientras que Kwon-tae, con el cabello ligeramente despeinado, lucía una camiseta de diseñador y jeans ajustados.
-Sienten a Kang-ha allí -ordené, señalando con una ligera inclinación de la cabeza el otro extremo de la mesa. Los chicos, jadeando, lo sentaron en la silla mientras él trataba de zafarse. Llevaba una camisa lila desabrochada sobre una camiseta simple, que contrastaba con la elegancia de los demás.
Soo-hyun se dejó caer pesadamente en una silla, mientras Kwon-tae, recuperando el aliento, se dejó caer en otra y tomó un largo trago de mi jugo, ignorando mi mirada de reproche.
-¿Sabes lo difícil que fue atraparlo? -se quejó Kwon-tae, soltando un suspiro dramático, como si acabara de correr una maratón.
Kang-ha, con el cabello alborotado y una mirada entre desafiante y confusa, miró alrededor con los ojos muy abiertos, su respiración rápida. A pesar de su desaliño, no se veía derrotado.
-¿Qué es esto? ¿Una secta? -tartamudeó, su voz revelando una mezcla de alarma y enojo-. ¿Qué quieren de mí?
Me incliné hacia adelante, apoyando los codos en la mesa de mármol y entrelazando los dedos. Observé cómo su mirada iba de un lado a otro, como si buscara una salida. Mis amigos y yo estábamos vestidos casualmente, pero con un aire de lujo que nos delataba: prendas de diseñador y accesorios sutilmente costosos.
-Relájate, Kang-ha, -dije con una voz calmada, intentando proyectar una mezcla de amabilidad y control-. Esto no es una secta, ni estamos aquí para hacerte daño. Solo queremos hablar contigo, conocerte mejor.
Supe que sus sospechas no se disiparían fácilmente, pero tenía que sembrar la idea de que estar con nosotros podría ser beneficioso.
Ju-won, se inclinó hacia atrás en su silla, una sonrisa divertida jugando en sus labios, claramente disfrutando de la incomodidad del becario.
-¿Hablar? -replicó Kang-ha, enderezándose en su silla, aunque sus manos todavía temblaban un poco-. ¿Hablar de qué?
Lo observé detenidamente, tomando nota de su lenguaje corporal y de cómo su mirada se movía nerviosamente entre mis amigos y yo.
-En Jooshin, es importante tener amigos, aliados, -le expliqué, haciendo una pausa para que mis palabras calaran-. Este lugar puede ser complicado y difícil para los que no están acostumbrados. Nosotros solo queremos asegurarnos de que te vaya bien aquí.
Soo-hyun y Kwon-tae intercambiaron miradas, claramente en sintonía con mi estrategia, mientras Kang-ha fruncía el ceño, aún sin convencerse del todo.
-¿Qué me vaya bien? -La expresión seria de Kang-ha se transformó en una sonrisa sarcástica, seguida de una risa que resonó en la terraza-. ¿A cambio de qué?
Levanté las cejas, sorprendida. Vaya, este maldito tiene carácter. Si sigue así, no durará mucho aquí. Miré a mis amigos, notando cómo sus ojos se entrecerraban, listos para intervenir.
-Ri-an, -dijo Soo-hyun, enderezándose en su asiento y apoyando los codos en la mesa de mármol, su voz firme-. Sabemos que no te llevas bien con él y que deseas que le ocurra algo malo.
La expresión de Kang-ha cambió al instante. Se removió nerviosamente en su asiento, ajustando su chaqueta de cuero como si quisiera protegerse.
-¿Qué? -bufó nervioso, riéndose incómodo-. Claro que no. ¿Por qué querría que algo así sucediera?
-Intentaste incriminarlo por tráfico de drogas, -intervine, señalando a Ryu-shi con la mirada. Ella asintió levemente, sus ojos brillando con determinación-. Ryu-shi te vio convencer a la señorita Han para que revisara su casillero y encontrara las pastillas.
La fachada de Kang-ha se desmoronó. Su rostro se endureció y suspiró, rindiéndose a la evidencia.
-Bien, no me llevo bien con él, ¿felices? -rió sarcástico, mirándome desafiante-. ¿Qué van a hacer? ¿Arrojarme al río Han y decir que fue suicidio?
Kwon-tae soltó una risa ante su comentario, pero le dirigí una mirada severa que lo hizo intentar disimular su risa con una tos forzada.
-Podríamos hacer eso, pero no es la razón por la que estás aquí, -dije con mi voz fría y calculadora, notando cómo todos en la mesa se enderezaban, sintiendo la tensión en el aire.
-Queremos ayudarte, Kang, -lo miré fijamente, viendo cómo su actitud desafiante empezaba a tambalear-. Esto no es una simple pelea escolar. No puedes refugiarte en las autoridades, ¿no lo entiendes? Aquí, somos nosotros quienes dictamos las reglas.
Kang-ha se rió con sarcasmo, acomodándose informalmente en su silla, sus ojos brillando con rebeldía.
-Claro, como si ser niños ricos los convirtiera en las autoridades.
Mi paciencia se agotaba. Este tonto niño, con su arrogancia, no veía el peligro real que lo rodeaba. Sentí una punzada de frustración y suspiré, tomando un sorbo de jugo para calmarme.
-Escucha, -dije, mi voz un poco más baja, pero cargada de firmeza-. Queremos darte herramientas para la guerra en la que te estás metiendo. ¿Crees que no sabemos lo que hiciste? Incluso conocemos los planes de Ri-an. Podemos ayudarte a enfrentarlo y mejorar tu posición en Jooshin.
Kang-ha me observó, su desconfianza palpable, pero también vi una chispa de consideración en sus ojos.
Soo-hyun, al ver que mi paciencia se agotaba, se inclinó hacia adelante, su rostro mostrando una seriedad intensa.
-No sabes en qué te estás metiendo, Kang, -dijo, su tono duro-. Si Ri-an quiere eliminarte, lo hará, y no habrá nadie que pueda salvarte. No subestimes su influencia.
Kang-ha se quedó en silencio, sus ojos moviéndose de un lado a otro como si buscara una salida. Podía ver la lucha interna en su mirada: su instinto de sobrevivencia luchando contra su orgullo.
Finalmente, se pasó una mano por el cabello, suspirando. No era el típico chico intimidado, pero incluso él podía ver que el juego que había comenzado era más grande de lo que había anticipado.
-Está bien, -dijo, su voz más tranquila pero aún desafiante-. Escucharé lo que tienen que decir. Pero no se equivoquen, no soy un peón en su juego.
Sonreí levemente, sintiendo una pequeña victoria. Miré a mis amigos y vi cómo asentían ligeramente, aprobando mi enfoque. El primer paso estaba dado, y ahora solo faltaba convertir esa chispa de desconfianza en una alianza.
Me incliné hacia adelante, con la mente llena de estrategias y posibilidades.
-Bienvenido a la realidad de Jooshin, Kang-ha, -dije suavemente-. Aquí, el que sabe jugar sus cartas, sobrevive. Y con nosotros, tus probabilidades de ganar aumentan.
Me levanté, dando por terminada la conversación. Dejé la terraza sintiéndome satisfecha, mientras Kang-ha se quedaba sentado, pensando en lo que acababa de oír. Cada movimiento en este juego debía ser calculado, y hoy habíamos dado un paso crucial hacia nuestro objetivo.
Retiraba la mascarilla que Jun-won me había recomendado con sumo cuidado cuando mi teléfono sonó de repente. El nombre de Kwon-tae apareció en la pantalla, iluminándola con su llamado urgente. Mi corazón dio un vuelco al ver su nombre, y descolgué rápidamente.
-¡Mierda, Soo-ra! -La voz exasperada de Kwon-tae resonó fuerte y clara en mi oído, como si estuviera al borde de un colapso nervioso. Su respiración entrecortada me preocupó-. ¡El idiota de Kang-ha está en el dormitorio de Jae-i y Ri-an lo sabe!
Ese imbécil inoportuno me sacaría granos de estrés.
Sentí una oleada de adrenalina mezclada con enojo, mi mente acelerándose para encontrar una solución inmediata. Pude imaginar a Ri-an, con su ceño fruncido y su mirada fulminante, planeando su siguiente movimiento contra Kang-ha.
-¡¿Y qué haces llamando?! -grité, levantándome rápidamente y arrojando la mascarilla a un lado mientras me ponía una bata de seda sobre mi pijama del mismo material. El frío del suelo de mármol me atravesó los pies descalzos, pero apenas lo noté en mi apuro-. ¡Ve por él, idiota, y llévalo a tu dormitorio! ¡Iré para allá!
Salí de mi dormitorio apresuradamente, lamentando al instante la sensación de la brisa fresca del bosque que se colaba por la ventana abierta. Corrí a toda velocidad hacia el dormitorio de Kwon-tae, mi bata ondeando detrás de mí. Las sombras de los árboles bailaban bajo la luz de la luna, creando un escenario inquietante en el camino.
Al llegar, entré en silencio, dejando todo a oscuras para evitar atraer atención no deseada. El lugar estaba en completo silencio, salvo por mi respiración acelerada. Mis pensamientos giraban, imaginando todas las posibles consecuencias de lo que Kang-ha había hecho.
Minutos después, la puerta se abrió de golpe y Kwon-tae llegó, forcejeando con Kang-ha, quien se retorcía en su agarre como si intentara escapar de una trampa. Lo arrojó al sillón con una mezcla de frustración y alivio antes de dirigirse a la cocina a servirse un vaso de agua. La luz tenue apenas iluminaba la sala, creando sombras inquietantes en las paredes y reflejando el caos en el ambiente.
-¿Enloqueciste? -Mi voz sonaba afilada por la frustración. Me pasé la mano por el cabello, tratando de controlar mi enojo mientras lo miraba con incredulidad. Kang-ha, despeinado y con la ropa desordenada, trató de componerse, pero su nerviosismo era evidente-. Acercarte a Jae-i y besarla en una fiesta es una cosa, ¡pero ir a su dormitorio!
Kwon-tae volvió a la sala, desplomándose en el pequeño sofá con un vaso que definitivamente no era de agua. Se lo bebió de un solo trago, dejando escapar un suspiro de satisfacción antes de golpear el vaso en la pequeña mesa de centro con un ruido sordo. El olor del alcohol llenó la sala, mezclándose con la tensión palpable en el aire. Me acerqué a él, el enojo ardiendo en mis ojos.
-La directora logró verlo, -dijo Kwon-tae, abriendo los ojos con una expresión de sarcasmo en su sonrisa torcida-. Y eso no fue todo; Ri-an estaba ahí y Kang intentaba besar a Jae-i.
La ira recorrió mis venas como un torrente ardiente. Sin pensarlo, tomé el vaso vacío de Kwon-tae y lo arrojé cerca de Kang-ha, los fragmentos de cristal esparciéndose por el sofá. El sonido de los vidrios rotos resonó como un eco de mi rabia, y Kang-ha se encogió de miedo.
-¡¿Estás loca?! -gritó, mirándome con una mezcla de pánico y furia. Sus ojos se agrandaron al ver los restos del vaso esparcidos a su alrededor-. ¡Pudiste matarme!
-Eso no importa, -respondí, tratando de calmar mi respiración mientras el eco de mi enfado reverberaba en la habitación. Miré a Kang-ha con seriedad, sintiendo la urgencia de la situación. Las luces titilantes de la lámpara de la sala arrojaban sombras que hacían parecer la escena más tensa-. Escucha, cuando regresemos a Jooshin, te harán un juicio. No digas nada. Intentaré evitar que te retiren la beca. ¡Y deja de causar problemas!
Kang-ha abrió la boca para protestar, pero
Kwon-tae lo interrumpió, acercándose y poniendo una mano firme en su hombro.
-Te estamos dando una oportunidad de sobrevivir, Kang. -Su voz estaba más calmada, pero había un tono de advertencia-. Si sigues así, Ri-an se asegurará de que no haya forma de salvarte. Piensa en lo que estás haciendo.
Kang-ha bajó la cabeza, su actitud desafiante desmoronándose lentamente. Miró de un lado a otro, sus ojos buscando desesperadamente una salida, como si la habitación oscura se estuviera cerrando sobre él. Finalmente, suspiró y asintió levemente, su voz apenas un murmullo.
Me levanté, dando por terminada la conversación. La tensión en el aire era palpable mientras dejaba el dormitorio. La brisa nocturna seguía soplando mientras regresaba a mi habitación, con la mente llena de estrategias y planes. Cada paso resonaba en el pasillo oscuro, marcando el ritmo de mi determinación renovada. Kang-ha había sido un obstáculo hoy, pero con un poco de suerte y mucha manipulación, podría convertirse en una ventaja en esta guerra de influencias.
Al llegar a mi habitación, cerré la puerta con un suspiro pesado, el calor de la lámpara de mi escritorio arrojando una luz cálida sobre el caos que se desataba en mi cabeza. La noche estaba lejos de terminar, tendría que hacer varias llamadas antes de dormir, y la verdadera batalla apenas comenzaba.
Me encontraba caminando hacia la oficina donde Kang-ha aguardaba. Jooshin estaba tan imponente como siempre, con sus corredores de mármol y columnas imponentes, pero hoy todo me parecía aún más frío y distante. Habíamos regresado hace poco, y el juicio de Kang-ha estaba a punto de determinar su destino. Mis pasos resonaban en los pasillos, el eco acompasando los latidos de mi corazón mientras me dirigía a enfrentar la realidad de esta complicada situación.
Cuando Kang-ha salió de la oficina, su rostro reflejaba una mezcla de nerviosismo y alivio. Lo tomé del brazo, decidida a llevarlo lejos de todo esto antes de que la situación empeorara más. Pero justo cuando comenzaba a alejarme, una voz autoritaria cortó el aire, paralizándonos en seco.
-Pediré un castigo más severo para restablecer el orden aquí.
Ri-an se acercaba, su cara seria irradiaba una satisfacción peligrosa. Sus ojos, sin embargo, destilaban triunfo, y al notar mi presencia, un atisbo de sorpresa cruzó su semblante. Me tensé, preparándome para el enfrentamiento inevitable.
-¿Qué haces, Soo-ra? -preguntó, su tono cargado de sospecha mientras sus pasos se detenían a pocos metros de nosotros.
Respiré hondo, obligándome a mantener la calma. Me giré hacia él, mi mirada desafiante intentando ocultar la furia que sentía. Pero Ri-an no se inmutó; en cambio, su voz se elevó, exigiendo respuestas.
-Te pregunté, ¿qué haces? -Su mirada era como un taladro, y dio un paso hacia nosotros, su presencia amenazante llenando el espacio entre nosotros.
-Deja a Kang-ha en paz, -respondí con firmeza, apretando los dientes mientras lo miraba directamente a los ojos. Ri-an se rió sarcásticamente, metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón como si la situación le divirtiera.
-No es de tu incumbencia lo que hago y con quién, -continué, mi voz cortante. Sentí a Kang-ha temblar levemente a mi lado, su nerviosismo palpable.
Antes de que Ri-an pudiera replicar, Soo-kwon apareció del lado contrario, su rostro reflejando una determinación feroz. Su presencia añadió una nueva capa de tensión al aire ya cargado.
-Vaya, -empezó Ri-an, su tono ahora impregnado de sarcasmo mientras su expresión se endurecía-. Desde que pasó lo de...
Soo-kwon se movió como un rayo, abalanzándose sobre Ri-an y agarrándolo por el saco. Lo empujó contra la pared más cercana con una fuerza que me dejó sin aliento. La expresión de Ri-an pasó de arrogancia a un pálido temor, sus ojos brillando con una mezcla de furia y pánico.
-Has cambiado, Ri-an, -dijo Soo-kwon, inspeccionando su rostro de cerca, su voz llena de desprecio-. Cuida tus palabras, porque no sabes en qué te estás metiendo.
Ri-an intentó girar la cabeza, pero Soo-kwon lo sostuvo firme, acercándose aún más hasta que sus narices casi se tocaron. Vi la chispa de miedo en los ojos de Ri-an, y por un momento, el indomable Ri-an parecía vulnerable.
-Suéltame, -murmuró Ri-an, su voz quebrándose ligeramente, pero Soo-kwon no lo soltó hasta que estuvo seguro de que su punto había sido claro.
Finalmente, Soo-kwon lo soltó con un empujón brusco, dirigiéndose al patio sin siquiera una mirada atrás. Me giré para seguirlo, sin soltar el brazo de Kang-ha. Me detuve un momento, dándome cuenta de que estaba asustado.
-Kang-ha, -dije suavemente, aunque con una firmeza que no admitía discusión, mire el brazalete que descansaba en su muñeca y lo mireintentando no tomarle importancia -, Kang, cuídate.
Kang-ha asintió, su rostro reflejando una mezcla de alivio y confusión. Sus hombros caídos y su mirada perdida eran testimonio de su derrota emocional.
Me apresuré a seguir a Soo-kwon, mis pasos resonando en el pavimento. El aire fresco del patio me golpeó, llenando mis pulmones con una sensación de libertad. Soo-kwon se detuvo junto a una fuente, sus ojos fijos en el agua que brotaba. Me acerqué, sintiendo que la adrenalina comenzaba a disiparse.
-Gracias por eso, -dije finalmente, rompiendo el silencio.
Soo-kwon me miró, su expresión suavizándose ligeramente.
-No lo hice solo por él, -respondió, su voz ahora más calmada-. También lo hice por ti, Soo-ra. No podemos dejar que tipos como Ri-an controlen todo.
Asentí, comprendiendo la gravedad de sus palabras. En Jooshin, cada movimiento contaba, y el juego de poder estaba en su apogeo. Miré hacia el atardecer, el sol brillando como testigo silencioso de nuestra lucha. Sabía que este era solo el principio, y que cada día traería nuevos desafíos y decisiones difíciles.
───── 𝗔𝘂𝘁𝗵𝗼𝗿'𝘀 𝗡𝗼𝘁𝗲.! ⋆
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