03
12:00pm
Yongin - Corea del Sur
—¡Entrad, entrad! Sean bienvenidos a mi humilde tienda.—
Exclamaba Yoongi, viendo como algunas personas entraban a la tienda.
El monstruo había abierto su tienda del terror ese día, aprovechando que la víspera de Halloween se acercaba a pasos agigantados. Muchas personas recorrían las tiendas buscando adornos y disfraces para la noche de brujas, cosa que le convenía mucho al coreano; ya que así podría ganar un buen dinero al vender los diversos objetos que mostraban las diferentes vidrieras que habían en el lugar.
En el centro de la tienda se exhibía la atracción principal: Una hermosa muñeca de porcelana de tamaño real que era sujetada por diversas cuerdas, como si de un títere se tratase. La habían posicionando en un banquillo de madera
—Qué muñeca tan hermosa, incluso parece que fuera un niño de carne y hueso.—
Decía una voz femenina, acariciando suavemente el rostro de aquella muñeca.
Si supieran, si supieran que aquella muñequita tan hermosa es un chico que perdió su libertad siendo un chiquillo.
Lamentablemente, Jimin no sólo servía de entretenimiento para Yoongi. Sino que también servía como un excelente recurso para atraer clientes a la tienda del mayor. Cada día, cada mes, los trescientos sesenta y cinco días del año Jimin tenía que quedarse inerte en aquella silla.
Desde que fue secuestrado, Jimin ha servido para cumplir dos propósitos: ser un mero objeto de deleite y placer para el monstruo y ser un objeto de entretenimiento y asombro para los clientes que visitaban la tienda del mayor.
Jimin vivía una pesadilla, una horrible pesadilla de la cuál no podía despertar.
Los clientes no dejaban de llegar, a cada momento muchas personas entraban sin parar.
No entraban por las diversas cosas que vendía el coreano, sino que entraban para ver con sus propios ojos a aquella muñeca de la que tanto se hablaba.
—¡Qué belleza de muñeca! ¡Nunca he visto una igual!—
Exclamaba una voz femenina.
《No soy una muñeca...》
Decía Jimin en su cabeza.
—Esta es la muñeca de porcelana más grande que yo haya podido ver en mi vida.—
Confesaba una voz masculina.
《No soy una muñeca... soy un niño de verdad.》
—Mira esos detalles tan limpios y precisos, el creador de esta linda muñequita de porcelana se merece mis respetos.—
Musitaba un señor ya mayor.
《Señor, yo no soy una muñeca. Soy un niño de carne y hueso.》
Cada vez que alguien mencionaba la palabra muñequita, el corazón de Jimin se rompía un poco más.
¡NO SOY UNA MUÑECA!
Era el grito desesperado que pugnaba por salir de la garganta de Jimin.
Jimin odiaba que lo llamaran muñequita, odiaba tener que ser exhibido como un objeto. Odiaba su vida y existencia... Jimin odiaba vivir.
El tenía un nombre: Park Jimin. Y querían que lo llamaran por él.
El era un ser humano y quería ser tratado como tal.
Pobre y desdichada muñequita, ¿acaso crees que aún hay algo de humanidad dentro de ti?
《Ayúdenme... por favor.》
Rogaba en su interior.
La campana de la puerta empezó a sonar, avisando que un nuevo cliente había llegado.
—Bienvenidas señoritas, ¿en qué les puedo ayudar el día de hoy?—
Preguntaba el coreano a una madre y su pequeña hija.
—Buenas tardes, señor. Estoy buscando una muñeca para mi pequeña Olivia.—
Respondió la coreana, llevando su mirada a la pequeña niña.
—Siéntase libre de revisar mi tienda, aquí vendemos las mejores muñecas de porcelana de toda Corea.—
Comentó el coreano.
Esbozando una pequeña sonrisa, la pequeña Olivia soltó el agarre de su progenitora, quería poder explorar aquella enorme y diversa tienda; y por supuesto, encontrar la muñeca perfecta. Su progenitora le siguió el paso, no queriendo perder de vista a su pequeña. Olivia veía todas y cada una de las muñecas que habían en exhibición, pero ninguna llamaba su atención. Pero todo cambió, cuándo vió a la muñeca más grande que podía existir, sin perder tiempo corrió hacía ella, sintiendo su corazón acelerarse de la emoción.
—¡Mira mami! Encontré a la muñequita perfecta.—
Contestó la linda Olivia.
—Oh mi Dios, que muñeca tan hermosa. ¿Está es la que quieres, Olivia?—
Preguntó su progenitora.
—¡Si, mami! Esta es la que quiero.—
Respondió la menor.
—¡Señor! ¿Podría venir, por favor?—
Preguntó la señora, haciéndole una seña al coreano.
—¿Encontró la muñeca que andaba buscando?—
Preguntó el Yoongi, posicionándose al lado de la mujer.
—Si señor, queremos llevarnos esta hermosa muñeca.—
Dijo la coreana, señalando a Jimin.
—Oh, como lo siento señora, esta muñeca no está a la venta. Es muy valiosa para mi y solo es para exhibición.—
Comento el mayor, esbozando una pequeña sonrisa de lado.
Jimin es la preciada muñequita de Min Yoongi.
—Además, está rota y usada, dudo mucho que la pequeña Olivia quiera una muñequita así.—
Linda muñequita de porcelana, ¿El monstruo ya te rompió? ¿Aún sirves de algo?
—Oh, ¿Tiene alguna muñequita similar?—
Preguntó la mujer.
—Claro que si, venga conmigo.—
Dijo el mayor.
—Preciosa, espérame aquí, no me tardo.—
Dijo la coreana.
La pequeña Olivia Hye esbozó un pequeño puchero, no quería otra muñeca quería la muñeca que estába en frente de ella. Solamente se dedicó a dejar suaves caricias en el rostro aporcelanado de Jimin.
—Tú carita se ve triste, muñequita. Te entiendo, también estoy triste por no poder llevarte conmigo.—
Musitó la pequeña, tomando con ternura la blanquecina mano de la muñequita.
—No estés triste, muñequita. Parece que tú dueño te ama mucho y de seguro que no te vende por que eres muy valiosa para él.—
Dijo la pequeña mirando fijamente a Jimin.
《Ya no resisto más...》
Jimin tenía una oportunidad para pedir ayuda... y no la iba a desaprovechar.
El monstruo no estába y gracias a eso podía tratar de pedir ayuda. Jimin movió su cuerpo, causando que la pequeña Olivia diera un paso hacía atrás. No podía creer lo que había visto: aquella muñequita tan hermosa se había movido.
—P-pequeña Olivia, ¡Y-yo no soy una muñeca! Fuí secuestrado cuándo era tan sólo un niño como tú. ¡D-debes escapar o el monstruo te atrapará a ti también! ¡Corre! ¡Corre con todas tus fuerzas!—
Susurró Jimin, completamente aterrado.
A lo lejos, escuchó la voz de ambos adultos, cosa que hizo qué su corazón empezara a latir con fuerza. Sin más, volvió a la postura inerte que tenía desde un principio, rogando en su interior que el monstruo no se diera cuenta de nada.
La pequeña Olivia soltó un aterrado llanto, cosa que hizo qué su progenitora se asustara y fuera rápidamente a tomarla entre sus brazos.
—¿Qué te pasó, mi bebé?—
Preguntó la coreana, arrullando a la menor.
—M-mami, esa muñequita se movió y me dijo que es un niño que fue secuestrado hace mucho.—
Comentó entre lágrimas la pequeña Olivia.
—¿Qué la muñequita habló? ¿Estás segura de lo dices, pequeña?—
Preguntó Yoongi, llevando su mirada a Jimin. Jimin sintió profundo terror al ver el rostro del monstruo.
Muñequita hermosa, mejor te hubiese sido no abrir la boca.
Yoongi estuvo algunos minutos hablando con la coreana, tratando de explicar la situación. Por fuera, se veía tranquilo, pero por dentro, se imaginaba las mil y un maneras en las que castigaría a su preciosa muñequita.
Yoongi quiere jugar con su linda muñequita.
Las féminas se fueron y Yoongi quedó sólo con un aterrado Minnie. Acercándose, tomó con suavidad el aporcelanado rostro de Jimin, en el momento justo en que iba a hablar la campanita de la puerta comenzó a sonar, anunciando que un nuevo cliente había llegado. Esbozando una pequeña sonrisa ladina, Yoongi se acercó al oído de Jimin para susurrar lo siguiente.
—Hoy será una noche interesante para ti, muñequita.—
Logró musitar, yendo rápidamente a atender al cliente.
Muñequita de porcelana, tu sentencia ya está firmada...
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