02
7:00pm
Yongin - Corea del Sur
Un lindo chico pelimorado estába sentado en el frío piso de cerámica de aquélla enorme y obscura casa. Sus aporcelanadas y blanquecinas manos sostenían un lindo cachorrito de peluche, el cual había bautizado cómo Nun; que en hangul significa "nieve". Nun era el único objeto que lo hacía sentir protegido en aquella mísera casa en la cuál el monstruo lo obligaba a vivir.
Nun era su único amigo en el mundo, la única compañía que tenía en su suplicio. Jimin no podía tener amigos o tan siquiera salir de aquella casa, ya que el monstruo no se lo permitía, alegando qué su muñequita era demasiado valiosa cómo para dejarla salir a las tumultuosas calles de Yongin.
—Nun, ¿tú sabes lo que es la libertad?—
Preguntó Minnie a su peluche, obteniendo cómo respuesta un silencio sepulcral.
Jimin había olvidado lo que era la libertad. "Libertad", aquella palabra había sido totalmente arrancada de su vocabulario y cambiada por la palabra "cautiverio". Si le preguntarán a Jimin el significado de libertad éste no tendría palabras para expresar algo que había perdido cuándo era tan sólo un niño. La palabra libertad había perdido completamente su valor desdé hacía años, específicamente en aquella noche de halloween.
Aquél día Jimin no tuvo que fingir ser una muñeca. El monstruo no había abierto su tienda del infierno y debido a eso no tuvo que permanecer encerrado en aquella vitrina; en el cuál fingía ser una muñeca de porcelana cada día.
Él estába sólito en la casa, ya que Min Yoongi, su secuestrador, había salido de casa muy temprano por la mañana.
《Espero que el monstruo no vuelva aún, no quiero que me haga "jugar" otra vez. ¡No quiero, no quiero, no quiero!》
Pensaba nervioso Jimin abrazando con fuerza a su peluche.
Lamentablemente los abusos sexuales no terminaron en aquella ocasión. Con el paso del tiempo Yoongi abusaba de Jimin sin piedad o lastima alguna, marcaba y reclamaba el cuerpo de Jimin como suyo. Jimin odiaba ver todas aquellas marcas adornando su blanquecina piel, pero para Yoongi, ver esas marcas en el cuerpo de Minnie era algo hermoso y digno de admirar.
Cada marca, cada mordida, cada chupetón en su cuerpo le hacían ver a Jimin que tenía dueño, que su cuerpo y todo su ser ya no le pertenecían. Lamentablemente, Jimin ya no tenía ningún derecho sobre su cuerpo.
Por que todo su ser le pertenecía a Min Yoongi.
Frotando uno de sus ojitos el pelimorado se levantó del suelo, sintiendo al instante dolor en la parte baja de su espalda. Jimin sólo logró suspirar a eso, ya que sabía la horrorosa razón detrás de su dolor. Cuándo al fin estuvo en pie decidió subir a la segunda planta para poder jugar mejor con Nun, pero lamentablemente; cuándo iba a empezar a subir estas el sonido de llaves tratando de abrir la cerradura de la puerta se hizo presente; haciendo que el miedo llene la mente de Minnie.
《¡Debo esconderme! ¡No dejaré que el monstruo me encuentre!》
Gritaba Jimin en su interior empezando a subir de manera rápida el tramo de escaleras.
¡Corre, lindo Minnie! ¡Corre con todas tus fuerzas!
La puerta fue abierta, dejando ver la macabra figura de Changbin. Sus obscuras pupilas miraba por los alrededores, tratando de encontrar al "objeto" de su deseo.
—¡Muñequita! ¡Sal de donde quiera que estés!—
Exclamaba Yoongi de manera juguetona.
Obtuvo silencio cómo respuesta Yoongi sólo esbozó una sonrisa ladina.
—Así que mi muñequita quiere jugar a las escondidas, muy bien. ¡Lista o no, allá voy!—
Exclamó empezando a subir las escaleras.
Lágrimas salían de los ojitos de Jimin, la sola idea de saber lo que pasaría con el si Yoongi lo encontraba lo aterraba en sobremanera. Corriendo por los pasillos buscaba desesperado una habitación en la cuál pudiera esconderse.
《¡Gracias a Dios!》
Pensó encontrándose con la puerta negra que lo llevaría a una de las habitaciones principales.
Sin pensarlo dos veces abrió la puerta y se introdujo en la habitación.
La oscuridad reinaba en aquella habitación y sus manos trataban de palpar alguna pared en donde pudiera apoyarse. De un momento a otro sus piernas chocaron contra el borde de la cama, sin dudarlo se agachó y se metió de inmediato debajo de la cama.
Trataba de acallar sus sollozos y abrazaba con fuerza a su peluche esperando relajar los acelerados latidos de su corazón. Jimin estába completamente aterrado y rezaba por para que el monstruo no lo atrapara.
En la habitación reinaba el silencio. La respiración y los latidos de Minnie empezaban a calmarse, pero toda aquella tranquilidad se fue debido al ruido de pasos que empezaron a escucharse desde afuera de la habitación.
La puerta fue abierta y la respiración de Seungmin se detuvo al instante.
—Muñequita... ¿dónde estás, mi linda muñequita?—
Decía Yoongi de manera juguetona encendiendo la luz, y paseando su vista por toda la habitación.
Las lágrimas volvieron a llenar los ojos de Minnie, el terror llenaba completamente su ser.
—Oh, mi muñequita no está aquí. Iré a buscarla en otro lado.—
Dijo Yoongi en un tono que demostraba decepción.
Jimin creyó suspirar de alivio cuando la luz fue apagada y la puerta cerrada.
Pero aún así un mal presentimiento persistía en su ser.
《Algo está mal, la puerta fue cerrada y la luz apagada; pero ¿por qué no escucho los pasos del monstruo alejarse?》
Pensaba el pelimorado.
En eso, los pies de Jimin fueron jalados, haciendo que éste soltara un grito de terror. Por desgracia el monstruo lo había encontrado.
—Te encontré, mi linda muñequita.—
Musitó Yoongi, mirando fijamente a Jimin.
—P-por favor, Y-yoongi... No m-me hagas daño.—
Exclamó Jimin entre lágrimas.
—¿Yo? ¿Hacerle daño a mi muñequita? Nunca haría eso, sólo vamos a jugar, bonito.—
Respondió en un tono macabro, cosa que hacía que Jimin temblara.
Jimin negaba rápidamente con su cabeza, no quería jugar, no quería jugar nunca más. En su interior sabía que no importaba cuánto lo intentara nunca podría evitar su destino.
Nunca podría evitar lo que ya era inevitable desdé un principio.
Trató de escapar, pero fue inútil, ya que el monstruo lo tomó en sus brazos y lo cargó en su hombro; cómo si fuera un costal de papas.
—Está noche nos divertiremos mucho, bonito.—
Dijo sin más Yoongi para tirar a Jimin a la cama.
—Pero primero...—
Comentó Yoongi llevando su vista a la puerta.
Caminando unos pasos cerró con llave la puerta.
Al cerrarse la puerta el infierno de Jimin vuelve a empezar una vez más.
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