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Jimin se sienta en la cama del hospital, con su cámara en mano, mirando por la ventana mientras la tormenta oscura azota el exterior. La lluvia golpea contra el vidrio, creando un ritmo hipnótico que parece sincronizarse con el latido de su corazón.

Él sonríe, fascinado por la belleza de la tormenta. La oscuridad y la intensidad del clima siempre lo han atraído, y ahora, mientras filma, se siente vivo.

La cámara capta la fuerza del viento, la lluvia que cae en diagonal, y los relámpagos que iluminan el cielo. Jimin se acerca a la ventana, sin dejar de filmar, y siente el frío del vidrio en su piel.

De repente, un relámpago ilumina la habitación, y Jimin se detiene un momento, admirando la belleza del momento. Luego, sigue filmando, absorto en la tormenta.

En ese momento, su mente se siente libre, sin preocupaciones ni miedos. Solo él, la tormenta y su cámara. La oscuridad y el caos del clima parecen reflejar su propio estado de ánimo, y él se siente conectado a algo más grande que él mismo.

La tormenta es su pasión, su inspiración, y su refugio. Y mientras filma, Jimin se siente vivo, conectado a su verdadero yo.

—¿Te gustan mucho estos climas verdad?

Lo interrumpe una voz a lo que Jimin asiente dejando de filmar para volver a la cama..

—Que bueno que te guste mucho porque en mi casa hay un gran bosque que seguro amarás estar. Cuando llueve, se mira tan terrorífico, a mi hijo de pequeño solía asustarle el bosque.

El pelinegro lo mira al fin. El hombre frente a él es muy apuesto y amable. Desde que llegó ha sido un gran apoyo para él, desde que pasó ese"accidente"

—¿De verdad? —Cuestiona.

—Claro que si. Escucha, cuando te den de alta, iremos a comprar algunas cosas, tú elegirás lo que tú quieras para cuándo te vengas a vivir con nosotros. ¿Eso te anima un poco más?

El rubio bajó la mirada.

—¿No será mucha molestia? No nos conocemos demasiado como para que me ofrezca vivir en su casa.

—Claro que no —se acercó al menor tomando sus manos— Elegirás lo que te guste. Sé que te sientes extraño y que no me conoces bien pero... Confía en mí Jimin, te daremos el cariño y amor que nadie más podría darte. Mi esposa está esperando ansiosa por ti. Seremos como un apoyo en lo que cumples la mayoría de edad y puedas vivir por ti mismo.

Para Jimin la sonrisa del Señor Jeon era verdad absoluta, se notaba que era un señor sumamente agradable. Tal vez no le conocía del todo bien y lo poco que lo hizo, no le desagrado. El cuido de él esta semana en el hospital y lo hizo incluso cuando lo llamó al pasar todo lo que ocurrió con su padre.

Dejó salir un suspiro cansado.

—Muchas gracias por su amabilidad.

—No hay de qué pequeño —sacude su cabello negro-. Anda es hora que descanses, mañana será un largo viaje y quiero que duermas bien. Hay muchas sorpresas que te esperan en Seúl.

—Está bien señor Jeon. Que tenga una buena noche.

—Igualmente, Jimin.

Jimin le hizo caso y se abrigó en la cama para dormir un poco, tomó entre sus brazos su muñeco, uno que su madre le hizo cuando cumplió un añito. Era un poco peculiar, pero lindo para Jimin.

El señor Jeon le sonrió y dejó un beso en su frente.

—Dulces pesadillas.

—Gracias. Descanse también.

Al menos sabía sus gustos, no le gustaba los dulces sueños, para él era mejor dulces pesadillas, era lo mismo pero en pesadillas. Lo abriga bien y sale de la habitación. El señor Jeon se pasa las manos por el rostro, realmente Jimin necesitaba salir de este lugar, para que olvide todo lo que pasó con su padre, al que él consideraba su amigo.

Salió del hospital y fue directo al hotel donde se hospedaba. Al llegar deja sus cosas en la mesa, quita su abrigo y toma una botella de agua, camina al sofá donde se deja caer algo agotado. La semana si que fue dura para él, el trabajo también lo tiene casado, pero por fortuna su amada esposa lo ayuda al igual que su hermano mayor.

Prende la televisión y sale las noticias con lo que había pasado estas semanas, entre esas noticias estaba la de la familia Park. Un amargo dolor se presentó en él, al ver la fotografía de Jimin siendo llevado por la ambulancia y su amigo entrando a la patrulla.

Su móvil comienza a sonar, interrumpiendo sus pensamientos, deja salir un suspiro antes de contestar.

—Hola, amor.

—Hola, cariño. ¿Todo bien con Jimin? —Le pregunta su esposa.

—Si él está mejor, el médico dijo que mañana lo dan de alta así que llegaremos en la tarde.

—Me alegro que esté bien. No merece todo lo que pasó el pobrecillo.

—Lo sé, es muy fuerte con todo este asunto. De igual manera lo mandaré a terapia para que pueda tener paz mental. Sus heridas superficiales están sanas, más no su mente y corazón.

—Te preocupas mucho por él.-dice ella.

—Claro que sí. Jimin me cayó bien desde el momento en que lo vi, me recordó tanto a mi vieja amiga. Hasta siento que pasaron por lo mismo.

—Si pienso lo mismo.

—¿Arreglaste todo para mañana?

—Todo está listo. A Jimin le encantará su habitación. Yo misma mandé decorar todo como me dijiste. —Comenta con entusiasmo.

—¿Llegaron sus cosas?

—Ujum... Llegó absolutamente todo, bueno, menos algunas cosas. Pero todo se encuentra como me pediste, Jungkook me ayudó un poco aunque no quería.

—Bien, creo que será muy agradable para él ver una atmósfera que a él le gusta. Gracias por todo tu apoyo cariño, no se que haría sin ti.

—Basta Gong Yoo. Mejor descansa que tienes un largo viaje mañana. —Dice algo avergonzada.

—Está bien, descansa amor, te amo.

—Yo más cariño.

Ambos cuelgan la llamada.

Gon Yoo apagó la TV y se fue a dar una ducha para estar listo mañana. Se acuesta no sin antes revisar en su laptop todo lo del caso de Jimin y su madre.

Jimin se alistaba para poder ser dado de alta, le hicieron un último chequeo antes de salir del hospital, por fortuna todo estaba bien, solo que su brazo aún le dolía.

—¿Todo bien? —Le pregunta Gon Yoo al médico.

—Si solo es el brazo, aún le duele está parte por lo que tiene que tomar medicamento para el dolor. Sanara pronto así que no hay nada de lo que preocuparse.

—Bien, me alegro por eso. ¿Listo Jimin?

—Sí señor Jeon. —Responde.

—Muy bien, nos vamos. Gracias por todo doctor Chang.

—Es mi trabajo, cuídate mucho Jimin.

—Sí doctor, gracias.

—Vamos Jimin.

Jimin tomó su muñeco y salió junto al señor Jeon del hospital. El cielo estaba nublado, como amaba ese clima, le hacía sentir como en una película de suspenso. Subieron al auto y dieron marcha a su camino, no sin antes comprar algunas cosas para Jimin, quién compró su habitual ropa negra.

Pararon en su tienda favorita, compro algunas cosas más antes de irse, el señor Jeon lo acompañó. En eso el pelinegro de ojos verdes se detiene en la parte de la librería, ahí pudo tomar algunos libros, entre ellos, Freak; la nueva historia de su autor y director favorito Jeong Jaemin.

Amaba sus historias, era quien lo inspira a crear su propio arte.

Salieron pagando todo. Subieron al auto dando marcha a Seúl.

Durante el viaje Jimin leía algunos de los libros que compró, el señor Jeon lo miraba de reojo, realmente se parecía demasiado a Moon Young, bueno, de tal madre tal hijo. Ambos de mirada ceñuda, piel pálida, y vestidos de negro.

Cómo dos gotas de agua.

Jimin leía, pero de vez en cuando miraba de lejos Busan, dejando todo su pasado tormentoso atrás. Esto lo vio como algo positivo, algo de lo cual no se quiere arrepentir de hacer porque no tenía más familia, el señor Jeon llegó como una luz a rescatar lo que queda de su alma.

Siempre lo agradecerá. No tiene idea de cómo le irá en la gran ciudad, pero al menos quería ser positivo, quería empezar de nuevo.

Las horas pasaron y cuando llegaron al fin, Jimin se quedó dormido en el hombro del señor Jeon. Eran casi las seis por lo que fue un largo viaje, también estaba cansado.

—Llegamos señor. —Le avisa el chófer.

—Gracias. Jimin, llegamos.

Lo mueve un poco a lo que Jimin se despierta. Bosteza estirando su cuerpo sin lastimar su muñeca, mira por la ventana y ve la gran casa que tiene al frente.

—Wao... Es muy bonita su casa señor Jeon.

—También es tu casa desde ahora. Vamos. Verás que no te arrepentirás de vivir aquí.

Bajaron del auto, Jimin abrazó fuertemente su muñeco mirando todo a su alrededor. La casa era lujosa, una mansión, tiene un estilo estético moderno. No le desagrada porque se ve tan típica casa de películas, amara estar en este lugar. A lo mejor, hay almas atrapadas en cada lugar y rincón. Tiene un jardín grande con rosas blancas, el bosque detrás.

La puerta de la casa se abre dejando ver a una mujer del servicio, los deja pasar y Jimin puede detallar mejor el ambiente. Si, todo era tan moderno, pero conservando la esencia hogareña.

—Bienvenido a casa Jimin.

Hablo desde las escaleras una hermosa mujer, ella era la señora Jeon. Era bella, elegante, una sonrisa perfecta. Su cabello ondulado le hace ver más joven.

—Me da mucho gusto que estés al fin en casa. —Estaba por abrazarlo, pero recordó que Jimin odia eso, fue una de las cosas que su esposo le dijo sobre Jimin. Le extendió la mano y el rubio la tomó—. Espero que te sientas cómodo.

—Muchas gracias, Señora Jeon. -hace una reverencia ante ella.

—Solo dime Yong-sun. No hay que ser tan formales. Hola, cariño.

Saludo a su esposo quien le dio un beso en los labios. A la vista de Jimin ellos se complementan, ambos tenían esa aura de amor y luz lo que quería decir que son el uno para el otro. Jimin podía ver eso en ellos.

—La cena está casi lista, solo esperábamos por ustedes.

—¿Y Jungkook? —le pregunta el Señor Jeon a su esposa.

—Le dije que bajara, parece que no puede dejar esos videojuegos, déjame ir por él.

—¡No hace falta, ya estoy aquí!

Grita desde las escaleras mientras baja. Jimin admiraba algunas flores secas en el jarrón cuando escuchó aquélla voz. Giro el rostro mirando al hijo de los Jeon. Para Jimin, en su corta edad de 17 años, jamás ha sido prioridad ver a los chicos como cualquier adolescente normal, sin embargo, ver aquel pelinegro fue como una neblina en medio del cementerio, y él en medio.

Algo magnífico.

Jungkook se para justo al frente de sus padres y ve a Jimin de arriba abajo.

—Jimin, te presento a mi hijo, Jeon Jungkook.

El pelinegro de ojos verdes estaba paralizado, la belleza de Jungkook le parecía irreal, sintió esa chispa en su frío corazón, se lo imagino acostado en su sarcófago como una de sus fantasías. Estiró su mano para saludarlo. Jungkook se sacó de onda por esa mirada fija que le daba, era de miedo. La toma por cortesía.

—Un placer, Jimin. —le dice nervioso.

—Igualmente. —Le contesta.

Jungkook sintió escalofríos al verlo, daba vibras de ser el rarito, parecía un hijo perdido de la familia Addams. Aunque no descarta eso, lleva una vestimenta como ellos y su piel está pálida, agregando que lleva ese muñeco.

A Jungkook no le agradaba la idea de tener que vivir con alguien y menos un raro. Ahora verlo le daba más motivos. Un maldito chico raro.

𝙴𝚜𝚙𝚎𝚛𝚘 𝚚𝚞𝚎 𝚕𝚎𝚜 𝚑𝚊𝚢𝚊 𝚐𝚞𝚜𝚝𝚊𝚍𝚘 𝚎𝚕 𝚙𝚛𝚒𝚖𝚎𝚛 𝚌𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘. 𝙽𝚘 𝚜𝚎 𝚘𝚕𝚟𝚒𝚍𝚎𝚗 𝚌𝚘𝚖𝚎𝚗𝚝𝚊𝚛 𝚢 𝚍𝚎𝚓𝚊r 𝚜𝚞 𝚎𝚜𝚝𝚛𝚎𝚕𝚕𝚒𝚝𝚊.

𝙻𝚊𝚜 𝚚𝚞𝚒𝚎𝚛𝚘 𝚖𝚞𝚌𝚑𝚘.

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